Analizó que lo logrado en el viaje oficial a China “nos acerca más al TLC” y planteó que es necesaria una reforma profunda de las instituciones vinculadas a la política exterior
Ruben Silvera ruben@infoagro.com.uy
A poco de retornar del viaje oficial a China, acompañando al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, ministros y empresarios, VERDE dialogó con el director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), Ignacio Bartesaghi, quien realizó un balance muy positivo de esa misión. Destacó el avance del relacionamiento entre ambos países a una asociación estratégica integral, la firma de acuerdos en diversas áreas, además de la mención específica a un tratado de libre comercio (TLC). Ahora se esperan señales del Mercosur, que podría plantear otro escenario con la presidencia de Javier Milei en Argentina. “En caso de lograr el visto bueno del Mercosur, Uruguay y China podrían firmar un TLC en ocho o nueve meses”, estimó.
El académico lamentó que en Uruguay no se debata la posibilidad de abandonar el Mercosur, considerando el gran estancamiento que significa para el país en materia de acuerdos internacionales. Afirmó que otra cosa sería plantear tratados bilaterales saliendo del Mercosur o cambiando el tipo de pertenencia al bloque, porque Uruguay “recuperaría su soberanía comercial”.
Además, dijo que Uruguay tiene que mejorar mucho en promoción comercial a nivel internacional y realizar una profunda reforma en su estructura de las relaciones exteriores, en Cancillería, embajadas, consulados, otros ministerios y Uruguay XXI, con foco en la carrera de los diplomáticos y funcionarios.
¿Qué balance hace de la reciente visita oficial a China?
El balance es muy bueno, porque definitivamente Uruguay alcanza un nuevo nivel en la relación con China, pasando de una asociación estratégica a una asociación estratégica integral. Esto implica que China ahora nos considera en otro nivel estratégico, y le dará más fluidez a proyectos de mediano y largo plazo, fomentando más inversiones en Uruguay, más cooperación, impulsando el comercio de bienes y servicios. A todas las cosas que puedan estar trabadas o demoradas se les da mayor impulso a la relación bilateral, y ese es el gran éxito alcanzado. Además están los 24 acuerdos en áreas muy diversas. Y el tercer punto que hace que esta visita haya sido muy exitosa tiene que ver con la mención específica al Tratado de Libre Comercio (TLC) y que China considera que se puede acelerar el proceso para cerrar ese acuerdo de forma bilateral. Me parece que se consiguió lo que se podía conseguir en la visita.
¿Se pasa a otra velocidad en la negociación del TLC?
Lo que se necesitaba era mantener la puerta abierta, porque Uruguay no depende de sí mismo para iniciar esta negociación. Depende de un cambio de contexto en la región y de que China reciba las señales del Mercosur para dar el siguiente paso. Lo que tenía que hacer Uruguay lo hizo y lo hizo muy bien, que fue ratificar nuestro interés en avanzar bilateralmente, y explicar las dificultades que existen en el Mercosur para avanzar conjuntamente. Y ahora hay que esperar el cambio de contexto con el nuevo gobierno en Argentina. Pero naturalmente se está más cerca, porque Uruguay está en una mejor situación con China. Durante una semana se estuvo hablando de Uruguay en China, con reuniones de alto nivel, se firmaron acuerdos, hubo una conversación entre Lacalle Pou y Xi Jinping, y se avanzó de categoría en la asociación estratégica integral. Todo eso te acerca un poco más al TLC.
En caso de obtener el visto bueno del Mercosur, ¿qué plazos demanda la firma de un acuerdo de estas características?
Este es un acuerdo que se puede cerrar en ocho o nueve meses. En caso de que el nuevo gobierno de Milei en Argentina habilite que Uruguay avance unilateralmente, porque todo indica que no estará interesado en cerrar un TLC con China. Además conocemos la posición de Lula respecto a China, más allá de ir todo el Mercosur junto una vez que se cierre el acuerdo con la Unión Europea, al final no hay ni una cosa ni la otra. Quizás Lula tendrá que ceder para que el Mercosur cierre algún acuerdo marco, alguna declaración con China, y que Uruguay avance bilateralmente.
¿Ve más viable que se concrete un TLC entre Uruguay y China luego de los recientes cambios políticos en la región?
Si ganaba (Sergio) Massa era prácticamente imposible que Uruguay cerrara un TLC con China, porque Lula iba a empoderarse en su posición y Massa plantearía la clásica postura argentina del ‘no se puede’. Ahora con Milei esto cambia. Imaginar que esto implica la apertura de negociaciones el año que viene es muy riesgoso. Con la posición que ha manifestado Milei sobre el Mercosur, y con un desarrollo mayor que hemos escuchado de parte de Diana Mondino, su canciller, cabe pensar que hay posibilidades de que ese contexto cambie, de darle señales a China para que dé el siguiente paso. Pero decir que eso es lo que va a pasar es muy difícil, porque hacer prospectivas en relaciones internacionales se dificulta cada vez más. De todos modos, no tengo dudas de que estamos más cerca de lo que estábamos hace algunas semanas.
¿Qué pasa con las negociaciones en curso del Mercosur? ¿Puede haber novedades?
No espero noticias en las negociaciones con la Unión Europea. La Comisión Europea muestra una voluntad política de cerrarlo, pero no logra torcer la posición de (Emmanuel) Macron, que además la confirmó recientemente en Dubai. Lula hace cierta retórica con todo esto. Por un lado indica que quiere cerrar el acuerdo, pero luego los negociadores de Brasil plantean ofertas que no están en línea con esas declaraciones del presidente brasileño. Plantean un ‘no’ a los compromisos ambientales adicionales, y a su vez reabren negociaciones en otros capítulos, como los de Propiedad Intelectual y en el de Compras Públicas. Por suerte Milei y Mondino han sido muy claros en decir que están a favor de este acuerdo. Entonces Argentina no sería en este caso el responsable. De parte de Lula y Macron no creo que tengamos noticias. Es posible que se anuncie un acuerdo con Singapur, que ya se cerró hace un año y medio pero se revisó porque Argentina y Brasil tenían algunas diferencias. Después no hay avances en las negociaciones con Corea del Sur, que están prácticamente paralizadas, tampoco con Canadá, ni con el Líbano. Se habla de acercamientos con Vietnam e Indonesia, pero eso es retórica pura. Son declaraciones pomposas que nada tienen que ver con la realidad, porque no se está negociando nada. Pasan los meses y el Mercosur sigue estancado.
¿Cómo queda posicionado Uruguay para lograr un mejor acceso a los mercados?
Uruguay se juega mucho en la apertura internacional. Lamentablemente hoy la realidad del Mercosur está afectando nuestra estrategia de desarrollo, impidiendo que nuestros empresarios hagan más negocios con el exterior, afecta la posibilidad de captar inversiones y la modernización de nuestra legislación vinculada con los negocios internacionales. Tenemos perjuicios muy importantes por estar en el Mercosur, que ha dejado de ser un elemento favorable para el desarrollo económico del Uruguay. Tenemos que seguir insistiendo con lo bilateral, con China, esperar una reacción del CPTPP (Acuerdo Transpacífico), aunque también es difícil, y si no se cierra el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea plantear avanzar bilateralmente. Si Uruguay no tiene inconvenientes con las cláusulas ambientales adicionales, ¿por qué no puede firmar bilateralmente ese acuerdo? Si Argentina y Brasil necesitan más tiempo que se tomen más tiempo. Este gobierno ha dado señales muy claras de que no quiere discutir la pertenencia de Uruguay al Mercosur, tampoco va a discutir cambiar a la categoría de Estado asociado o irse del Mercosur, por lo tanto tendrá que seguir insistiendo con los acuerdos bilaterales.
¿Hace falta más decisión política de Uruguay para acelerar estos acuerdos?
Hace falta una negociación con los socios, porque Uruguay plantea los acuerdos bilaterales pero siendo parte del Mercosur. Una cosa es plantearlo saliendo del Mercosur o cambiando el tipo de pertenencia al bloque, ahí un acuerdo bilateral toma otra fuerza, porque Uruguay recuperaría su soberanía comercial.
¿Esa postura de Uruguay es la que le impide avanzar en inserción internacional?
Es la misma postura de hace muchos años, y hay que ser sinceros: no ha tenido éxito. Seguimos impulsando lo que llamamos el camino del medio, pero estamos encontrando muchas dificultades para que eso tenga éxitos concretos. Porque no terminamos las negociaciones con China, no termina de aceptarnos el CPTPP, lo de Turquía perdió fuerza porque era una negociación muy complicada, en paralelo el Mercosur no avanza en su agenda externa. Por eso planteo que si seguimos así es natural y hasta razonable pensar si no sería mejor cambiar de estrategia y pasar a otra. Eso supone discutir su pertenencia al Mercosur.
Pero el espectro político no plantea cambios en ese sentido.
Hoy no aparecen cambios, hay un consenso entre los partidos políticos. Quizás algún sector del Partido Nacional podría tener algún interés mayor en apretar el acelerador, pensando en la discusión electoral. Pero incluso en las cámaras empresariales y gran parte de los académicos no quieren discutir sobre esto. No se puede hablar de que Uruguay cambie la pertenencia al Mercosur y mucho menos que abandone el bloque. No sé qué piensa la opinión pública, quizás haya que hacer nuevas encuestas sobre este tema. Hay muy pocas personas que lo plantean. Lo he planteado muchas veces y me siento bastante solo en esto. Mucha gente por lo bajo me dice que es insostenible, que hay que cambiarlo, pero para cambiarlo hay que tomar decisiones drásticas, que no se quieren tomar por el momento. El Mercosur ya tiene más de 30 años y lo que nos da son señales muy peligrosas, porque no resuelve los problemas que tenemos en la familia y ahora decide expandirse, sumando a Bolivia como miembro pleno, con indicios de que vamos hacia una politización mayor y que dejamos de lado los temas que tenemos que discutir. Para mí vamos a chocarnos contra una pared, y en algún momento la sociedad, los políticos y los empresarios estarán en condiciones de discutir si vale la pena seguir formando parte del Mercosur.
¿Hay interés de otros países o bloques en cerrar acuerdos con Uruguay?
No tengo dudas de que sí. El hecho de que China quiera firmar un TLC bilateral con Uruguay lo deja bien claro. Hay cantidad de acuerdos bilaterales entre economías grandes y economías pequeñas, que tiran por la borda eso que dicen muchos académicos y políticos, que nadie tendría interés en firmar un acuerdo comercial con Uruguay. En Uruguay hay una especie de negación de lo que ocurre en el mundo. No queremos asumir los cientos de acuerdos que se han cerrado en los últimos años, no queremos darnos cuenta del rol que juegan algunas economías pequeñas en economías grandes, que no tienen que ver con el mercado. Está claro que China no quiere un TLC con Uruguay por nuestro gran mercado; es evidente que no está pensando en hacer negocios, está pensando en otras cosas, y está bien que así sea. Los países se mueven por intereses, China tiene intereses en Uruguay y por eso quiere un TLC bilateral. Si resolvemos el problema del Mercosur vamos a empezar a cerrar acuerdos rápido. Tenemos una competitividad muy fuerte en el sector agroindustrial, en algunos sectores de servicios, y tenemos una industria que ya se abrió en su momento. Con la creación del Mercosur en la década del 90 el golpe que recibieron las industrias que no eran competitivas ya fue muy fuerte. Argentina y Brasil siguen siendo economías muy proteccionistas. Por otra parte, si Uruguay se suma al CPTPP estará cerrando de una jugada un TLC con 12 miembros. Imaginemos lo que sería eso para quienes hacen negocios en Uruguay. Acá hace 20 años que tenemos las mismas preferencias arancelarias, más allá de los acuerdos que ha logrado cerrar el Mercosur en su momento con Egipto e Israel. Hace mucho que el Mercosur no cierra un acuerdo, hay que ver si se termina de anunciar lo de Singapur.
¿Con el CPTPP pasa lo mismo que con China? ¿Se necesita el aval del Mercosur?
Es bastante más complejo que eso. Cuando hablás con algunos negociadores uruguayos te dicen que algunos tienen una percepción demasiado positiva del apoyo de los miembros del CPTPP al ingreso de Uruguay. Por lo que he hablado con académicos y embajadores no es tan fácil. Además el CPTPP está en una situación muy incómoda, tiene que definir qué va a hacer con China, con Taiwán, con Costa Rica y con Ecuador, que están antes que nosotros. Después viene Uruguay y Ucrania. Además está Corea del Sur, que todavía no solicitó el ingreso pero está haciendo todos los cambios internos que necesita para avanzar.
¿En qué sector sería interesante recibir inversiones chinas en Uruguay?
El sector agroindustrial sigue teniendo un potencial enorme, porque la seguridad alimentaria para China es fundamental, y Uruguay se ha ganado un lugar como proveedor de alimentos de calidad. Después están las energías renovables, donde China también está liderando. Uruguay tiene megaproyectos como el del hidrógeno verde. Y en obras de infraestructura que Uruguay todavía necesita, algunas de las que todavía están en discusión. Uruguay tiene que pensar en dónde puede invertir China, pensar en esta nueva etapa que inicia en la relación. O pensar en las financiaciones que otorga China a través del nuevo Banco de Desarrollo o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, de los que Uruguay forma parte.
¿Hay que barajar y dar de nuevo en la inserción internacional de Uruguay?
En estos años del gobierno de Lacalle Pou se puede decir que se hizo todo para avanzar. El contexto no lo favoreció, por el covid, la guerra en Ucrania y ahora se sumó la guerra entre Israel y Hamás. Las tensiones entre Estados Unidos y China tampoco son buenas para que un país chico pueda desplegar su estrategia. Y el cambio de contexto en Brasil también fue muy fuerte en la estrategia con China, porque una cosa es con (Jair) Bolsonaro y otra muy distinta es con Lula. Ahora hay que ver si con Milei volvemos a enderezar un poco la estrategia, aunque seguirá estando Lula para terminar de convencerlo. Lo que habría que cambiar es la discusión sobre el Mercosur. El próximo gobierno debería discutir, si todo sigue igual, qué debemos hacer con el tratado, porque es insostenible. Aparte Uruguay tiene que mejorar mucho en promoción comercial. No estamos observando con claridad lo que está ocurriendo en otros lugares del mundo. Uruguay desconoce totalmente lo que pasa en África o en algunos mercados del Sudeste Asiático, Asia Central o Medio Oriente. Hay una gran cantidad de aspectos que no tienen que ver con aranceles, sino con no tener miedo a invertir en promoción comercial, porque eso después redunda en beneficios de negocios. Uruguay no termina de asumir que es un país con un desarrollo que amerita a tener otra lógica de promoción comercial, invertir más, ser más agresivo, para ver si puede captar nuevos mercados y nuevos negocios. Todo esto va de la mano con otra necesaria discusión que tiene que dar el país, que es la reforma de las instituciones asociadas con la política exterior, no solo en Cancillería. Hay mucho por hacer, especialmente en las embajadas, en la relación de los consultados con las embajadas, en la toma de decisiones para mejorar la inserción internacional.
¿Cree que Uruguay tendría que impulsar una reforma en la estructura de las relaciones exteriores?
Por lo menos discutir la estructura de la toma de decisiones en política exterior. Para mí tendría que haber una reforma urgente en Cancillería, en las características de los embajadores, la formación, la carrera interna de los diplomáticos para llegar a sus cargos, el personal permanente que está en Montevideo, la posibilidad de tener asesores, algo que hoy se dificulta. Cuando abrimos una embajada en un país, la abrimos solo con un embajador, prácticamente sin personal, sin una planificación, sin objetivos para los próximos 10 años.
¿Tendrían que relocalizarse embajadas?
No me cabe la menor duda de que hay que revisar eso, pero lo más importante es la carrera de especialización de los funcionarios, que muchas veces saltan de un lado a otro y no necesariamente siguen una carrera de especialización, que redunda después en los beneficios de tener un diplomático que realmente conoce un mercado. Hay una brecha enorme entre los destinos a los que van los diplomáticos y donde se están necesitando. Uno lo dice con todo respeto, siendo un observador de comercio internacional desde hace mucho tiempo, siguiendo a la Cancillería y el trabajo y esfuerzo de embajadores y diplomáticos a nivel mundial. Siempre reconozco su trabajo, pero eso no quita la posibilidad de hacer cambios, no solo en la Cancillería sino también en el rol del Ministerio de Economía y Finanzas, que también es muy activo en la política exterior y de eso se sabe muy poco. Además del rol de otros ministerios que tienen que ir creciendo, así como su personal técnico, para apoyar la política exterior. El propio Uruguay XXI, que es cada vez más relevante en términos de promoción comercial, apoyando a las embajadas en información técnica para los usuarios.
¿Y el sector privado qué rol juega?
Tiene que reclamar más y cuidar menos los posicionamientos. Entiendo que una cámara empresarial tenga que ser cauta y tener planteos más diplomáticos, pero me llama la atención cómo las gremiales empresariales no impulsan más los cambios. No es solo esperar que algún día se cierre un acuerdo comercial, sino reclamar, impulsar, trabajar mucho en que los asociados tengan más información sobre cómo hacer negocios con el exterior. También hago un mea culpa desde la academia, que quizás tenga que ser más activa en todo esto. Los sindicatos también tendrían que tener una visión en algunos casos más moderna de cómo enfrentar la política internacional. En Uruguay todos tenemos una visión de luces cortas. Nos falta elevar la mira, viajar más, observar las tendencias, para después no caer en las discusiones locales que caen en el prejuicio y desconocimiento, que después no favorecen al país.
¿Eso no termina impidiendo la capacidad de desarrollo del país?
Por supuesto. Hablamos de grandes reformas, como la de la seguridad social, del Estado o de la educación, pero otra reforma que todos estamos esperando es la apertura de Uruguay al mundo. Dimos un gran salto con el Mercosur y después nos quedamos ahí. Tener acuerdos comerciales te permite tener legislación más moderna, captar inversiones, que los empresarios puedan hacer más negocios de bienes y servicios, que el entorno de negocios y la imagen del país mejore en el mundo.
El director ejecutivo global de la industria cárnica JBS, Gilberto Tomazoni, dijo que la demanda de China “seguirá creciendo a largo plazo”, porque es “estructural más que coyuntural”. Agregó que “si analizamos el consumo de carne vacuna per cápita en China todavía es muy bajo en comparación con otros mercados con el mismo nivel de ingresos”, y “eso significa que la carne vacuna es una aspiración en China y sigue creciendo”, afirmó.
Tomazoni explicó que “otras proteínas tienen una dinámica diferente”, consideró que “China comprará solo cortes puntuales de cerdo y pollo, pero no serán comportamientos estructurales. Por el contrario, vemos que la demanda de carne vacuna sigue creciendo”.
Afirmó que si bien la economía china no está en el ciclo de crecimiento que tenía antes, “todavía crece a un ritmo del 6% al año y el tamaño de la economía es mucho mayor que antes», dijo.
En tal sentido, enfatizó que “somos muy positivos acerca de China, no solo para el próximo año sino a largo plazo en términos de carne vacuna, porque “la demanda es estructural y sigue creciendo”, recalcó.
Tomazoni comentó que JBS se mantuvo optimista sobre la demanda en China, especialmente considerando que el consumo de carne vacuna per cápita en ese país “es muy bajo”, de apenas 7,8 kilos por año. Por lo tanto, “esto seguirá creciendo, no es solo para el próximo año, sino a largo plazo, porque la economía sigue creciendo», dijo.
“Si miramos el precio actual de la carne vacuna en China frente al costo del ganado en Australia y Brasil, el margen no es tan malo. Por supuesto que hay oportunidades de crecimiento, dados los precios históricos, pero incluso considerando el precio actual el margen no es malo. Somos positivos acerca de China para el próximo año”, concluyó.
Sudamérica produce actualmente el 40% de la oferta mundial de carne vacuna, y debería avanzar otro 10% en cinco años, estimó el director general de Minerva Foods, Fernando Galletti de Queiroz. “El 50% del comercio mundial estará en nuestras manos en menos de cinco años”, afirmó el ejecutivo durante el Minerva Day. La empresa es el mayor frigorífico exportador de proteínas del continente.
Además de la competitividad y la amplia oferta de ganado, una diferencia de la región es la mayor disponibilidad de mano de obra respecto de América del Norte. “No cambiará la disponibilidad de mano de obra en el hemisferio norte. Es mucho más barata y más competitiva en América del Sur”, enfatizó.
Por su parte, el socio de la consultora MB Agro, Alexandre Mendonça de Barros, destacó que una característica relevante de América del Sur es la elasticidad de la oferta de ganado, en respuesta a los avances tecnológicos en la ganadería. “El sistema es extremadamente dinámico, estamos produciendo más terneros con el mismo número de hembras. Aún no sabemos cuán grande es este aumento de productividad por la genética, por la fertilización”, dijo el experto.
En este escenario, el presidente de Minerva considera que la empresa es la más diversificada, y que está “en el mejor lugar del planeta para producir carne vacuna”, lo que está en línea con la estrategia observada en la reciente adquisición de 16 unidades de Marfrig, con el objetivo de ampliar sus operaciones en el continente. “Tuvimos tres momentos de transformación: cuando compramos activos ganaderos a BRF; la adquisición de activos de JBS en 2017, que permitió la estrategia consistente de diversificación geográfica; y ahora Marfrig nos consolida en América del Sur», afirmó Queiroz.
A la soja de suelos arroceros se la considera “marginal” desde el punto de vista agrícola, incluso para las empresas aseguradoras, pero “hoy está al nivel del litoral”
La diversificación en la producción arrocera viene ganando espacio. Además de la tradicional rotación con pasturas, en los últimos años se fue incorporando el cultivo de soja. En Brasil ya es tradicional la rotación arroz-soja, donde es conocida como ping-pong. En Uruguay la rotación también suma a la producción de carne y de a poco comienzan a meterse el sorgo y el maíz.
Hace 11 años que el establecimiento La Miní, ubicado en Rincón de Ramírez, en Treinta y Tres, comenzó a incluir la soja en los campos arroceros, con resultados “muy favorables”, destacó su administrador, Eduardo Apolinario.
El ingeniero agrónomo agregó que el productor arrocero “es muy profesional” y “fue entendiendo a la soja como un cultivo primario tan importante como el arroz”, al que “le fue dando la misma importancia” que al cereal y “se preparó para sembrar en la fecha óptima”, indicó el responsable del establecimiento de la familia Manini Ríos.
Apolinario recordó que al principio “existía preocupación” por el comportamiento de la soja en los suelos chatos del arroz, porque “es una especie que no está adaptada a la inundación”, sabiendo que “se podían tener incidentes de excesos de agua”. En ese momento “no había mucha tecnología disponible para mejor drenaje en los suelos bajos” y se apelaba a drenajes realizados “a ojo”. Hasta que comenzaron a utilizarse las herramientas de geonivelación y la tecnología RTK (navegación cinética satelital en tiempo real, por sus siglas en inglés), que cambiaron la forma de sacar el agua acumulada en las chacras.
Para Apolinario esas tecnologías por sí solas “no resuelven todo”, sino que “se debe tener en cuenta un conjunto de cosas”. Hay que empezar “de afuera de la chacra hacia adentro”, porque existen desagües primarios, secundarios y terciarios. Es necesario “tener una buena limpieza en los desagües, las cañadas y haber dimensionado la cañería de desagües, para luego poner el foco en los drenajes internos de la chacra definidos con geonivelación. “Con eso aceitado y con lluvias normales se logra sacar el agua en un día y medio; eso es lo ideal”, remarcó.
Aseguró que la evolución de la productividad de la soja en esas situaciones “ha sido muy favorable”. A pesar de que a la soja en suelos arroceros se la considera “marginal” desde el punto de vista agrícola, incluso para las empresas aseguradoras, pero “hoy sin lugar a dudas está al nivel del litoral”, afirmó.
El ingeniero agrónomo consideró que el productor se perfeccionó en aspectos como fecha de siembra, fertilización, drenaje y calidad de siembra, lo que permite alcanzar niveles de rendimiento muy buenos. También se suman las técnicas de riego, ya sea por camellones, taipas, pivot o cañón.
En el establecimiento La Miní están manejando riego por camellones, apuntando a altos rendimientos en casi 40% del área de soja. “Construimos estructuras parecidas a canteros, denominadas camellones, que tienen 1,30 metros de ancho y unos 15 centímetros de altura. Por esos surcos circula el agua y va humedeciendo al camellón”, detalló.
Sobre la inversión, señaló que la construcción del camellón demanda unos US$ 7 por hectárea, y a eso hay que sumarle el costo del agua que ya está instalado para el arroz. Por tanto, “el costo adicional se sitúa en unos US$ 100 por hectárea”, indicó. Con este sistema “apuntamos a un piso de 3.000 kilos por hectárea (kg/ha), con un techo que si bien depende de la fertilización, variedades y otras medidas de manejo, puede rondar de 4.500 a 4.600 kg/ha”.
Al tiempo que para el resto del área de soja se utilizan taipas como las del arroz, pero “más bajas y separadas para no dificultar posteriormente la cosecha”. Allí se utiliza la estructura creada para drenar las chacras y las taipas se construyen inmediatamente después de la siembra para que la soja nazca allí; esas taipas quedan con los desagües abiertos.
En caso de haber falta de lluvias, “se tapan esos desagües, el baño de agua en esa chacra de soja se hace lo más rápido posible y se abren los desagües”, detalló. Es una “técnica de salvataje, que no apunta a altos rendimientos sino a asegurar pisos en torno de los 2.000 a 2.200 kg/ha”, explicó. Y en el caso de que las lluvias sean normales, el rendimiento es mayor. “En caso de sequías más extremas se pueden aplicar más baños para apuntar a esos rindes”, puntualizó el administrador de La Mini.
Sobre los cambios que trajo la soja al cultivo de arroz, Apolinario aseguró que los laboreos de verano que se hacían antes “están casi en extinción”. Esos suelos “se laboreaban en enero o febrero y permanecían sin producción hasta la próxima siembra” de arroz. En la actualidad “la mayoría del arroz se siembra sobre soja, abaratando mucho los costos del laboreo, ya que solo se hacen para la soja”.
Agregó que “el arroz se siembra en una chacra que ya está pronta, a lo sumo se le hacen las taipas, pero el costo de pasar rastras y otros equipos, que es de entre US$ 130 y US$ 150 por hectárea, se lo adjudica a la soja”.
A su vez, el cereal “va a entrar en un ambiente con menos carga de malezas, abaratando el uso de herbicidas y dilatando la aparición de resistencia, porque se manejan distintos activos”, destacó. También se suma la mejora química, física y biológica del suelo. “Esto redunda en que el arroz que se siembra después de soja tenga un rendimiento de 6% a 10% superior”, subrayó. La productividad arrocera de La Miní se ubica entre 9.500 y 10.000 kg/ha.
En el establecimiento de la familia Manini, además de agricultura también se rota con pasturas. “Tratamos de hacer una rotación intercalando arroz-soja durante cuatro o cinco años, para luego ingresar a praderas por cuatro años”, detalló. En el invierno, en tanto, como el establecimiento también realiza recría e invernada, siembran raigrás que se utiliza fundamentalmente para los terneros.
Indicó que se lleva adelante “un sistema bastante intensivo de producción de carne y agricultura. Hacemos mucha suplementación sobre praderas y verdeos por lo que entendíamos que, al ser agricultores, teníamos que sembrar también un cereal que nos permitiera abaratar la ración”. Por esta razón se comenzó a sembrar sorgo, que “es un cultivo más rústico para suelos anegados”, comentó. En los últimos dos años “ha tenido muy buenos resultados, con buenos aportes al sistema”.
Apolinario dijo que el sorgo se utiliza para consumo propio, pero este año, como hubo un excedente, “se vendió a Cofco, para la primera exportación de sorgo” a China.
La productividad del sorgo en esos suelos arroceros se ubica entre 4.500 y 5.000 kg/ha. “Es incluso más rústico que la soja para el exceso hídrico”, dijo, recordando que en la zafra 2021-2022 se registraron fuertes episodios de lluvias y el cultivo “se comportó de muy buena forma”, concluyó.
El ingreso de capital promedio de las empresas con esos sistemas mixtos fue de US$ 12 por hectárea, en las ganaderas fue de US$ 77 y en las lecheras US$ 375.
El ejercicio 2022-23 fue “muy complejo, de malos resultados, el impacto de la seca y el deterioro de los precios de granos y ganadería impactó fuertemente en los resultados de las empresas agrícolas-ganaderas”, dijo el coordinador agrícola-ganadero de Fucrea, Nazar Rodríguez.
El movimiento Crea analizó 57 empresas agrícola-ganaderas con una superficie total de 85.763 hectáreas, pertenecientes a siete grupos. El ingreso de capital (IK) promedio alcanzó solamente US$ 12 por hectárea (ha).
Rodríguez indicó que el deterioro en la rentabilidad fue provocado mayormente por una caída fuerte del IK, que se explica fundamentalmente por el bajo producto bruto, sobre todo agrícola. El producto bruto (PB) agrícola cayó 50%, y el PB ganadero cayó casi 20%. Los costos en general aumentaron “muy poco”, sobre todo “por efecto de compras anticipadas de insumos caros para agricultura e incremento de costos de alimentación para la ganadería. La producción ganadera cayó por la menor producción forrajera, que se tradujo en menor dotación y menor producción individual, a pesar de mayor costo de alimentación. También se registró una caída en el precio del kilo producido, del orden de 10%.
Señaló que “el 80% del resultado obtenido en el ejercicio 2021-22, que fue el mejor de la historia con US$ 830 por ha, se utilizó para financiar y paliar las pérdidas de 2022-23”.
El IK es utilizado en Crea para comparar el resultado económico de las empresas, pero dicho indicador no contempla el costo de la tierra, ni el costo del capital necesarios para producir.
Rodríguez recordó que los productores Crea iniciaron el ejercicio con empresas fuertes, consolidadas financieramente, por los excelentes resultados de gestión del ejercicio anterior. “Las expectativas eran altas. Si bien los cultivos de invierno 2023 obtuvieron resultados productivos muy buenos, y precios buenos, de allí en más se profundizó el efecto del año Niña, que impactó brutalmente en los rendimientos de cultivos de verano, provocando pérdidas absolutamente fuera de lo común en el sector agrícola”.
Asimismo, “la ganadería sufrió una fuerte caída de precios, al tiempo que la sequía provocaba reducciones considerables de productividad e incremento de costos de alimentación. Sin embargo, por las mejoras en infraestructura de aguadas y sombra realizadas por los productores en forma anticipada y el uso estratégico de reservas y suplementos, el efecto sobre la producción animal no fue más dramático. A pesar de ello, la fuerte caída de precios también provocó una fuerte pérdida patrimonial. De la combinación de todos estos factores, los resultados obtenidos configuran el peor ejercicio económico de la serie histórica”, explicó.
Las empresas que tomaron seguros de rendimiento atenuaron sus resultados negativos, pero esa herramienta no fue generalizada, debido a altos costos y poco apetito de riesgo de las aseguradoras. “Gracias a la fortaleza de venir de un muy buen ejercicio, con empresas fuertes, en funcionamiento y un grado muy bajo de endeudamiento se está pudiendo salir, con dificultades, de la compleja situación de la sequía”, agregó.
De cara al ciclo 2023-24, indicó que la caída de precios de todos los productos agrícolas determina la necesidad de volver a buscar altos rendimientos, un 25% por encima de los promedios nacionales, intentar no tener problemas de calidad y contar con seguros. A la vez, “la ganadería parecería haber encontrado los pisos de precios y persiste la amenaza de concentración de la industria. Un mercado ganadero con una caída muy importante de precios como hace años no se observaba y mantenido en el tiempo por periodos muy largos”.
Rodríguez consideró que el precio de la tierra se mantiene alto y el costo de las rentas sigue “siendo una amenaza”, con escasa probabilidad de negociación.
“Es necesario ajustar las empresas a las nuevas coyunturas, con rapidez: asumir las pérdidas y buscar la recuperación en base a rendimientos agrícolas y ajustes del negocio ganadero. Bajar costos, dentro de lo posible, siempre y cuando esto no altere la productividad”, recomendó.
LOS SISTEMAS GANADEROS
El IK promedio de las empresas ganaderas de Fucrea fue de US$ 77 por hectárea, que surge luego de analizar 210 empresas con sistemas de cría, ciclo completo, ciclo incompleto e invernada. Gonzalo Ducós, coordinador ganadero de Fucrea, explicó durante la presentación de la información en la sede de la institución, que durante el ejercicio 2022-23 se presentaron tres eventos negativos a la vez: una de las secas más grandes de los últimos 50 años, una reducción de más del 30%, entre inicio y fin de ejercicio, y una disminución del valor del dólar de 13%. Esta combinación de factores determinó uno de los peores resultados de la serie histórica.
Con el IK las empresas deberían remunerar la tierra y el capital que utilizan. “Desde este enfoque, a largo plazo, las empresas deben generar ingresos suficientes para pagar la renta de la tierra que usan y un retorno sobre el capital invertido similar a su colocación financiera, como una forma de medir su competitividad dentro del sector en el cual se desempeñan”, dijo.
La renta media de la tierra ganadera, de acuerdo con su índice Coneat y a precios de mercado, se estimó en US$ 89 por hectárea y por año. Considerando un costo medio del capital del 5%, se estimó el costo del capital invertido, que equivale a un costo medio de US$ 31 por ha por año.
De acuerdo con estos supuestos, las empresas, en promedio, deben generar al menos US$ 120 por hectárea de ingreso de capital (IK) para remunerar la totalidad de los factores. En el ejercicio 2022-23 tan sólo el 19% de las empresas logra remunerar los factores de producción que utiliza, a precios de mercado. Adicionalmente, las empresas ganaderas registraron fuertes pérdidas patrimoniales por la caída de valor del stock ganadero, que alcanzan cifras que en promedio son superiores a US$ 270 por hectárea.
Para el ejercicio en curso, Ducós sostuvo que se espera una producción física superior, asumiendo una recuperación de la producción forrajera de la mano de un efecto climático positivo y con precios que no logran repuntar. Se proyecta que el IK sea similar al de 2022-23, pero sin las variaciones negativas que se dieron en el ejercicio anterior con el valor del ganado. “Si el clima genera un diferencial positivo y las empresas logran captarlo, sumado a una baja de costos en alimentación, el resultado de las empresas podría mejorar entre 10% y 15% frente a este último año”, concluyó.
LECHERÍA
Renzo Pisciottano, coordinador lechero de Fucrea, señaló que en el ejercicio 2022-23 se analizaron 116 empresas que incluyen la producción lechera en sus sistemas, donde 94 lo hacen en forma exclusiva y 22 diversifican con otros rubros. De las 94, seis realizan su producción encerrando bajo techo al menos un lote de ordeñe durante todo el año, y esas se analizan por separado.
El ejercicio bajo análisis “fue atravesado por la peor sequía desde que se tienen registros, con precipitaciones que en promedio no superaron el 45% de las esperables para el período”. Por otro lado, y explicado “casi enteramente por una baja en la tasa de cambio, un aumento de 11,4% en el precio del litro de leche expresado en dólares americanos, respecto al recibido en el ejercicio 2021/22”.
El productor promedio de Fucrea tuvo un IK de US$ 375 por hectárea. En términos físicos, mantuvo la productividad en 6.224 litros por ha (Superficie Plataforma Lechera) frente a los 6.228 litros del ejercicio anterior. El costo extra asociado a la sequía estuvo en torno de los US$ 500 por vaca masa.
La pérdida total o parcial de pasturas “obligó a realizar siembras no previstas, aumentando el gasto en semillas, fertilizantes y utilización de maquinaria”. Se completa el cuadro con la decisión de los productores, “ante la mala perspectiva de cosechar forraje, de bajar la carga animal, en particular reduciendo el rodeo en ordeñe un 5%”.
En los precios de los insumos se destaca que la alimentación del ganado aumentó casi el 52% respecto al ejercicio anterior. “Las empresas que mantuvieron sus sistemas productivos a pleno, transformando el problema productivo en financiero, obtuvieron resultados positivos. Las que optaron por cerrar la canilla, obtuvieron resultados sensiblemente menores”, dijo.
El cultivo emerge como una alternativa para la producción de diésel renovable, en auge en Estados Unidos y Europa; Apagrou y Nuevo Surco trabajan en su desarrollo local
La camelina emerge como una alternativa para la producción de biocombustibles, en auge en Estados Unidos y Europa. El consultor argentino Carlos Rubione, director de Apagrou, analizó las fortalezas de esa oleaginosa de invierno y afirmó que Uruguay “tiene la posibilidad de transformarse en un actor importante dentro del esquema de abastecimiento de biocombustible”, al tiempo que estimó que “la demanda puede ser muy importante”, por lo que “somos muy optimistas”.
Se trata de una oleaginosa de la familia de la colza, originaria del centro de Europa. “Era usada por los romanos para iluminación y para alimentación, luego dejó de sembrarse y hace algunos años resurgió, a partir de trabajos en distintas universidades, para poder transformarla en un cultivo alternativo a los tradicionales, sobre todo a partir de la irrupción de los biocombustibles”, comentó a VERDE.
Demanda
Sobre cómo se testea la llegada a los mercados de destino y cómo se realiza la producción, el empresario respondió que “tenemos contacto con firmas del exterior, especialmente en Estados Unidos y Canadá, que serán los usuarios finales del aceite para diésel renovable”. Agregó que “hay gran demanda, porque va de la mano de programas que plantean cero carbono en el futuro”, y “hay inversiones muy importantes puestas en ese sector”.
Destacó que “hay una demanda del aceite de camelina, porque tiene que jugar una participación de la torta de lo que deben ser las materias primas para el biocombustible de aviación”. Agregó que “será un trabajo progresivo hasta llegar a un volumen que sea representativo. Apuntamos a colocar el aceite como producto de valor agregado que se va a producir en Uruguay. Tendremos que ir adaptando la estrategia de industrialización a los volúmenes que se produzcan”.
Planteó que “Uruguay tiene la posibilidad de transformarse en un actor importante en el esquema de abastecimiento de biocombustible”, tomando como ejemplo a España, un país que también apunta a cubrir ese sector.
Sobre el aspecto comercial y con qué se puede comparar la camelina, Rubione dijo que “eso es materia de estudio permanente. En mi opinión debería estar más asimilado a la colza, por el tipo de producto, entonces puede estar referenciado al mercado más transparente que es el europeo (Matif). Tenemos que hacer un planteo que al productor le signifique un negocio, porque va a ser nuestro asociado”.
Consultado por los materiales que integran el programa, Rubione dijo que están trabajando en una selección. Informó que “tenemos un convenio con un semillero de Estados Unidos, que está colaborando en desarrollar materiales específicos a partir de la información que va surgiendo de los ensayos”.
“Tengo la experiencia de haber liderado la introducción de camelina en Argentina. Mi equipo adaptó el cultivo en distintos ambientes y desarrolló los subproductos a partir de la molienda. Me entusiasma la idea de aportar mi experiencia en Uruguay, porque le veo un potencial muy importante”, consideró Rubione.
Desarrollo y etapa comercial
El empresario dijo que este año se evaluarán los resultados y a partir de ello fijarán el programa para llegar a productores que participen del desarrollo conjunto del cultivo. Explicó que “se tratará de un plan piloto donde el productor nos aporte su visión y experiencia, y podamos crecer juntos. Estamos sentando las bases para pasar a la etapa comercial, siempre que los resultados sean satisfactorios”.
Comentó que el año que viene “seguramente multiplicaremos semillas para salir al mercado y tener una primera plataforma de producción que permita empezar a movernos en el terreno industrial”.
La camelina es una oleaginosa invernal o primaveral con rendimientos parejos. “Es un cultivo muy interesante, porque es rústico y se puede adaptar a situaciones donde otros no prosperan de la misma manera”, ya que se adapta a distintos suelos pobres y tiene una baja demanda hídrica, describió.
Otra característica es que se trata de un cultivo que “no compite” con otros oleaginosos orientados a la alimentación y, por lo tanto, “permite zanjar la discusión sobre la utilización de granos aptos para alimentación en la elaboración de biocombustibles. Su uso como cultivo de cobertura mejora los rindes de los cultivos que le siguen”.
También señaló que “tiene un alto contenido de aceite, entre 42% y 45%, con una composición de ácidos grasos bastante llamativa. Como resultado de la molienda queda una harina proteica bastante parecida en proteínas a la harina de soja, con muy buen rendimiento y aceptación en distintos tipos de ganados”.
El manejo
Consultado sobre las fechas de siembra, Rubione indicó que depende si es invernal o primaveral, pero va desde fines de abril o principios de mayo, y puede extenderse hasta finales de julio. “Esto te da un rango bastante amplio para buscarle la mejor fecha, dependiendo de la situación productiva”, comentó el director de Apagrou.
“Estamos en este tema desde hace dos años, ahora con una realidad más afianzada, y la idea es desarrollar variedades que estén adaptadas a la situación agroecológica del Uruguay. En la región hay otros avances con el cultivo, por ejemplo en Argentina y Chile, donde se ha sembrado en lugares más fríos que la media uruguaya y con menores precipitaciones”, explicó el empresario.
Agregó que en Uruguay “hay que adaptarlo a la situación local, y vamos por buen camino. Somos muy optimistas con el resultado”. Comentó que están trabajando con Nuevo Surco en el desarrollo del cultivo, “una empresa muy reconocida en plaza, de altísimo nivel profesional”, destacó Rubione.
“Cuando empezamos con la idea de desarrollar la camelina en Uruguay hicimos un paneo buscando a un socio estratégico y encontramos en Nuevo Surco una respuesta sobresaliente en nivel profesional y compromiso”, comentó el director de Apagrou.
Consultado específicamente sobre el manejo del cultivo, respondió que “es bastante sencillo”, y que su única dificultad es que se “subsana fácilmente”, porque tiene una semilla más chica que la de la colza. Luego, en la etapa de crecimiento “no requiere grandes cantidades de fertilizantes ni un cuidado extremo de agroquímicos. Es un cultivo que cubre rápidamente el surco, con lo cual combate muy bien las malezas competitivas. En cosecha se debe tener cuidado con el grano, se necesita un transporte tipo batea para que no se pierda. Hay que tener algún cuidado en la cosechadora por los vientos, pero realmente no es una gran dificultad”.
A favor destacó que “no es dehiscente”, por eso “no se produce desgrane”. Es un cultivo que “se puede mantener para llegar a la cosecha completamente seco. En general, si no hay un lote que esté muy enmalezado se lo puede dejar que llegue a cosecha sin necesidad de desecantes y levantarlo con cosecha directa”, indicó Rubione.
Sobre qué manejo de herbicidas demanda en función de la tolerancia, dijo que “mayormente lo que necesita es un preemergente y una preparación del lote, sobre todo que esté limpio de rastrojos anteriores, porque lo importante es el contacto de semillas con el suelo”.
“En los ensayos hemos tenido un rendimiento de alrededor de 1.200 kilos por hectárea, y pensamos que ese debería ser el promedio. Apuntamos a tener un rendimiento superior, pero ese rendimiento es un nivel de economía muy aceptable, porque es un cultivo de bajos costos”, concluyó.
Se le adjudican los gases de efecto invernadero que se generan en el transporte y la industria, reveló un estudio presentado en el pabellón del organismo en la COP28
La ganadería bovina tiene un impacto mucho menor sobre el calentamiento global al que se alega si se miden las emisiones de gases de efecto invernadero que efectivamente le corresponden, las del período de cría de animales, y se excluyen las que le adjudican, que provienen de otros sectores de la economía, reveló un estudio presentado en el pabellón del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en la COP28.
El estudio, plasmado en el documento “Ganadería bovina y cambio climático en las Américas: hacia modelos de desarrollo bajos en carbono”, de autoría del científico argentino Ernesto Viglizzo, advierte que las publicaciones que atribuyen a la ganadería bovina una parte significativa de la responsabilidad sobre el cambio climático son equivocadas porque le adjudican emisiones que no le corresponden, provenientes de otros sectores de la economía, como el industrial, el transporte, el residencial, la distribución o el consumo doméstico.
El investigador puntualiza en el estudio que solo las emisiones de la actividad ganadera son las que deberían imputarse a las cadenas de la carne bovina. “Un productor ganadero –indica– no puede cargar sobre sus espaldas emisiones que no dependen estrictamente de sus actividades sino de otros sectores”.
Algunos países importadores de alimentos utilizan el sistema Huella de Carbono, a través del que estiman las emisiones de un producto, levantando frecuentemente barreras comerciales a productos que ingresan desde terceros países, que en el caso de la carne bovina incluyen no solo las emisiones generadas por la producción ganadera sino las que ocurren en otros sectores, como los frigoríficos, el transporte y la distribución mayorista o minorista.
Esta metodología, que arroja un resultado muy elevado, difiere de la recomendada por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), máxima autoridad científica mundial en la materia, que imputa las emisiones a los sectores que la generan.
Sectores como el frigorífico, el transporte y la distribución, posteriores a la actividad ganadera, generan gran cantidad de emisiones, ya que consumen combustibles fósiles, responsables principales del cambio climático.
Viglizzo es un referente internacional en temas de ganadería, suelos y cambio climático e Investigador Principal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), de Argentina, y de la principal organización científica estatal de su país, el Conicet. Ingeniero Agrónomo, doctorado en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), es también miembro de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria de Argentina.
Entre los servicios que ha prestado figura el de la coordinación del programa nacional de Gestión Ambiental del INTA y del IICA-Procisur. Además el experto, integró equipos científicos de organizaciones internacionales que estudian el cambio climático y el ambiente global, como el IPCC, GEO 5, Millennium Ecosystem Assesment y Subglobal Assessment, entre otros.
Por su contribución científica al IPCC, fue distinguido con una réplica del Premio Nobel de la Paz 2007, que el IPCC compartió con Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos (1993 a 2001).
Por invitación, ha disertado acerca de la problemática climática y ambiental de las Américas en las Universidades de Harvard, Oxford, y en eventos realizados en París, Berlín, Ginebra, Lovaina, Stellenbosch (Sudáfrica) y universidades de Latinoamérica. Ha sido también invitado como editor y coeditor de números especiales de prestigiosas editoriales científicas internacionales como Springer-Nature y Elsevier.
Influencia que no supera el 5%
“Si se le imputase al ganado bovino únicamente sus emisiones biogénicas (las producidas por las vacas) se comprobaría fácilmente que su impacto en el clima global es mucho menor que el estimado. En la actualidad ese valor no supera el 5% de las emisiones globales y tiende a disminuir porcentualmente cuando se lo compara con las emisiones globales de carbono de todos los sectores de la economía y la sociedad”, señala el trabajo de Viglizzo.
El documento afirma que el impacto global es menor cuando se estiman las emisiones del ganado en las Américas, debido a que predominan los sistemas pastoriles, que tienen la posibilidad de compensar total o parcialmente las emisiones del carbono del ganado mediante la fotosíntesis.
Resultados de investigaciones de campo reflejadas en el estudio demuestran que es posible diferenciar, mediante métodos relativamente sencillos, a los productores que generan créditos de carbono de aquellos que no lo hacen. Así, se abre la puerta para valorizar a los primeros, que son parte de la solución del cambio climático.
El científico plantea que las Américas ha iniciado un proceso de transición hacia modelos de desarrollo ganaderos bajos en carbono. En ese contexto, el carbono capturado debería ser acreditado como un commodity comerciable, como son la carne, la leche o los granos. Y respecto a la reducción de emisiones, la región debería ser incluida en proyectos que certifiquen créditos por esos resultados.
También debe tenerse en cuenta que la emisión de metano, el gas de efecto invernadero predominante en la ganadería vacuna, tiene un tiempo promedio de residencia en la atmósfera de unos 11,8 años, mucho menos que el tiempo de residencia del dióxido de carbono, que se estima en unos 1.000 años.
El trabajo agrega: “Otro aspecto importante, generalmente ignorado en las líneas argumentales dominantes, es que la incidencia del ganado bovino de carne en las emisiones globales de carbono ha tendido a disminuir persistentemente en los últimos 60 años. Esto significa que las emisiones por la quema de combustibles fósiles han crecido a una tasa significativamente mayor que la tasa de aumento de las emisiones biogénicas del ganado bovino”.
En el estudio también se hace un recorrido por los paquetes de tecnología climáticamente inteligentes que ya están aplicándose en la ganadería y, con los que es posible capturar decenas de billones anuales de carbono y generar balances positivos que beneficiarían a todas las cadenas agroalimentarias.
Algunas de esas prácticas son: diseño de distintas configuraciones silvopastoriles, uso de enmiendas orgánicas, meteorización de rocas (rock weathering) a través de la trituración de silicatos que producen captura inorgánica de carbono atmosférico, elaboración de fertilizantes a través de energías renovables, uso de aditivos reductores de metano en rumiantes, reducción de pérdidas y desechos de alimentos, aplicación de carbono vegetal por combustión de biomasa (biochar), y producción de biofertilizantes y biogás a partir de heces y orina.
Visiones distorsionadas
El documento advierte que durante los últimos 20 años numerosos medios académicos y científicos del mundo han focalizado en el impacto supuestamente negativo de la ganadería bovina sobre el ambiente, el clima y la salud humana.
El trabajo presentado en el pabellón del IICA hace hincapié en que esa visión omite considerar los roles y funciones esenciales que juegan los sistemas de producción bovina en ambientes y ecosistemas.
También –dice el texto– ese punto de vista soslaya el rol esencial que la ganadería vacuna cumple desde el punto de vista de la seguridad alimentaria y su papel en la realidad social y en las economías de los países en desarrollo.
En el caso de las carnes y los lácteos, además, son sectores claves para mejorar el ingreso de los ganaderos en regiones poco desarrolladas, y son una fuente de divisas que estabiliza las economías de los países productores y exportadores.
“Estos son aspectos de alta relevancia social, que a menudo los centros académicos y científicos de países industrializados omiten selectivamente”, concluye el estudio.
El pabellón Casa de la Agricultura Sostenible de las Américas fue instalado por el IICA junto a sus 34 estados miembros y organizaciones aliadas de los ámbitos público y privado en la COP28, la edición 28 de Conferencia de las Partes, órgano político supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que cuenta con 197 estados partes.
Ruaraidh Petre, director ejecutivo de la Mesa Redonda sobre Carne Vacuna Sustentable, en tanto, agradeció al IICA por el documento, defendió una “industria que alimenta personas” y recordó que “sin comida no podemos tener esta discusión, tendríamos hambre”.
Pidió, en ese sentido, “no jugar con un sector que salva y alimenta vidas”, y destacó su capacidad de secuestrar carbono. “Podemos alimentar 9.000 millones de personas sin agregar emisiones de gases de efecto invernadero. Somos el sector que tiene capacidad de secuestrar carbono y alimentar al mundo”, puntualizó.
Por su parte, Manuel Otero, director general del IICA, recordó que la ganadería explica la mitad del producto interno bruto (PIB) agrícola de América Latina y el Caribe, y que genera divisas por US$ 23.000 millones con la carne bovina, además de otros US$ 3.000 millones con productos lácteos.
“La ganadería en la región ha realizado importantes avances hacia la transformación de sistemas ganaderos sostenibles, con estrategias para reducir los impactos en agua, suelo y emisiones, incluyendo desarrollo tecnológico y adopción de buenas prácticas. Tenemos que demostrarlo ante los diferentes foros internacionales y eso estamos haciendo”, señaló.