Los actuales sistemas productivos demandan pasturas más versátiles

By Cristina Fumero,

Diego Rodríguez, responsable de abastecimiento y desarrollo de Procampo Semillas, resaltó la importancia de tener un portafolio adaptado a las condiciones de Uruguay

Los diferentes sistemas demandan productos más versátiles. Diego Rodríguez, responsable de abastecimiento y desarrollo de Procampo Semillas, resaltó la importancia de un portafolio adaptado a las condiciones de producción que tiene Uruguay. Señaló que Procampo “viene realizando un gran esfuerzo en selección y segregación de nuevos productos para el mercado uruguayo, trabajando en renovar una paleta que se ha ido consolidando con el paso del tiempo”. 

Hoy, por la evolución de los diferentes sistemas de producción, “estamos haciendo foco en la versatilidad”, dijo. Eso implica que “los cultivares que vamos presentando al mercado sean los más adaptados a las diferentes condiciones productivas del Uruguay”, agregó. También explicó que “debemos tener versatilidad dentro del portafolio, que nos permita incorporar productos superadores”.

Rodríguez destacó que la empresa está “muy firme” con su paleta de festucas, “siguiendo la línea de calidad, de estabilidad y de rusticidad”. Como novedad, destacó a la festuca de origen europeo denominada Rosparon, “con gran aporte invernal y primaveral, con la particularidad de que su tasa de inducción floral es sumamente baja y con excelente rendimiento en materia seca total”. Así como Ranchero, que sigue la misma línea. En cuanto a la oferta de avenas, destacó las de triple propósito, como La Plata, para producción de forraje, ensilaje de planta entera o cosecha de grano. 

En raigrás, “también cumpliendo con una paleta de productos que cubre todos los aspectos que se nos demandan”, ya sea diploides “con un diferencial de producción”, como Rodillo; o tetraploides, “con un buen vigor de implantación” como Big Boss. A su vez, resaltó el raigrás Madonna, “con un ciclo más largo”; y los raigrases italianos, que “se han impuesto de forma importante en el sector lechero y en la ganadería intensiva”, porque “también tienen ciclo extendido y eso nos da la posibilidad de consorciarlos, ya sea con achicoria como con trébol rojo y mejorar ampliamente el aporte estival de esa pastura”, acotó.

Respecto a las leguminosas, aseguró que Procampo también está en el camino de la selección. “Cabe destacar que este trabajo se hace en equipo, contemplando lo que el equipo comercial transmite de cada uno de los clientes, siguiendo por el gran conocimiento técnico que Alfredo Silbermann aporta, y poniendo en la balanza cada uno de los aspectos relevantes de las especies y cultivares”.

De cara al futuro, Rodríguez aseguró que la empresa maneja dos agendas, una de corto y mediano plazo, “que la venimos cumpliendo, segregando algunos de los materiales que ya tenemos e incorporando varios más”. En este sentido sostuvo que al momento de seleccionar materiales, “estos tienen que ser superadores” a los que se estaban manejando, y “cumplir con algunos requisitos que nos planteamos a la interna, contemplando lo que el productor nos cuenta en el día a día”. 

A largo plazo Procampo trabaja con KWS en remolachas forrajeras, centenos híbridos y otras especies, “porque creemos que en una agenda ambiental posiblemente jueguen un rol muy importante”, recalcó.  

Procampo utiliza el campo experimental Los Nietitos, en Soriano, como jardín de introducción donde se están probando constantemente nuevos materiales, mezclas, aspectos agronómicos, entre otros. Es un campo en el que se testean cultivos de verano, como maíz y sorgo. A su vez, en invierno “testeamos varias especies forrajeras, cultivos de invierno y especialidades que vemos con buenos ojos”, comentó Rodríguez. Allí se valida la información que luego se derrama a distribuidores, técnicos y productores. 

“Venimos con un verano contrastante respecto al año pasado, con lluvias que si bien siempre son necesarias en mayor volumen, las que se fueron registrando desde febrero han permitido un buen desarrollo de la zafra”, afirmó Rodríguez. También comentó que se ha avanzado en el “despacho de semillas, aguardando que se concreten las expectativas climáticas previstas para poder seguir con las siembras” en marzo. 

El integrante de Procampo Semillas agregó que la logística y la cosecha de todas las especies implicó un “desafío importante”. Señaló que “hubo áreas muy afectadas por excesos hídricos, provocando magras cosechas”, sobre todo en avena y raigrás, lo que hizo mermar la oferta, pero de todas formas la empresa podrá cumplir con la oferta nacional y los compromisos de exportación que tenía pactados. “Estamos en el último esfuerzo respecto al procesamiento de semillas para su entrega en tiempo y forma, pero vemos que el abastecimiento será bueno en casi todas las especies”. 

Nota de Revista Verde N°113

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Rafael Sosa (Austrey): cuando “no tenés un buen número, tenés que mirar” las otras bondades

By Cristina Fumero,

Rafael Sosa, director de Austrey, describió el sistema productivo de la empresa que está radicada en Durazno, y que maneja 22.000 hectáreas entre agricultura y ganadería

Austrey es una empresa agrícola-ganadera que está instalada en Durazno. Se fue desarrollando primero en agricultura y después en ganadería. La base de su área agrícola en los últimos años oscila en torno a 14.000 hectáreas físicas, con un desarrollo muy importante de la ganadería en los últimos dos o tres años, con un corral y un sistema de cría a campo natural. El área ganadera es de unas 7.000 hectáreas. 

“La idea es aumentar el área, pero es difícil conseguir campo”, comentó a VERDE el director de la empresa, Rafael Sosa. De todos modos, destacó que “hemos logrado construir relaciones de largo plazo con los propietarios de los campos. Antes pasaba que te cambiaban por otro que ofrecía más kilos de soja, pero hoy se los puedo dar o por las condiciones que le ofrezco nos mantenemos. Son muy pocos los campos que salen de la empresa, pero también son pocos los que entran. Hoy en día hay mucha menos rotación”.

El empresario explicó que el negocio agrícola y el ganadero “son muy diferentes en los tiempos, en la dinámica, pero después de estabilizar la parte agrícola, es relativamente sencillo poder combinar los rubros, ya sea por producción de granos o de forraje”. 

Comentó que “para Austrey destinar 1.000 o 1.500 hectáreas de forraje a la ganadería no es una complicación. En ese volumen de siembra pasa muy desapercibido. A un ganadero quizás le podría costar mucho hacer comida para el ganado, pero a nosotros nos resulta relativamente sencillo”. 

De todos modos, admitió que “hoy en día los números están justos por todos lados, pero se logra una sinergia interesante” entre agricultura y ganadería. “Son producciones que hay que mirarlas a largo plazo, con distinta dinámica. Cuando uno mira las empresas más grandes, más desarrolladas, ve que combinan agricultura y ganadería”, señaló. 

Explicó que esta combinación “surge de la renta de campos agrícolas-ganaderos, donde se hace agricultura y tenés que hacer sí o sí los dos rubros. Esto nos brinda una ventaja competitiva. Aunque también lleva otra estructura de trabajo, porque el manejo de la parte ganadera debe estar aceitado. Los dueños de campo nos comentan que es mejor tener un solo arrendatario”. 

El productor afirmó que “no hay campos para arrendamiento” y por eso “la prioridad tiene que ser seguir mejorando campos agrícolas”, y cuando se encuentra un campo agrícola con área ganadera, sigue siendo un área ganadera inferior. No encontramos una estancia completa para decir que en estos buenos campos recrío o hago praderas, por lo general ya están en agricultura. Y la apuesta es buscar algún campo donde se pueda hacer una recría a campo, con praderas”. 

Detalló que los campos donde produce tienen partes buenas, que se usan para agricultura, y “en el resto se termina haciendo cría, que es lo que tenemos en campo natural, porque allí no se pueden hacer mejoras, praderas o verdeos”. 

En esas áreas se aplica un sistema de destete precoz, donde la vaca cría el ternero solo por dos meses y medio. “Creemos que es la forma de optimizar ese tipo de suelos. Actualmente la empresa cuenta con 3.500 vacas de cría. De ahí los terneros pasan directamente al corral, de acuerdo al mercado, al momento o la comida, o se apunta mucho al abasto o a la exportación”, detalló. 

Sosa comentó que, de acuerdo a lo que ocurrió en los últimos años con la suba de precios en el mercado de reposición, “para el corral un aspecto importante es poder abastecerse de ganado propio”. Dijo que eso todavía no lo logró, por eso tiene la idea de aumentar el rodeo de cría. 

Confirmó que la compra de reposición “muchas veces se torna riesgosa, los negocios de los últimos tiempos lo han demostrado”. Y planteó que “así como existe un seguro agrícola, en lo referente a ganadería, un buen seguro es tratar de producir en un corral con un 60% o 70% de reposición propia”, porque “muchas veces pasa que comprás reposición y a los dos meses no sabés si compraste bien o mal”. 

Agregó que aplicando el sistema de destete precoz “puede hacerse algo de recría en algún puente verde, o en algún campo que va ingresando, y la primera cabeza de rotación es un verdeo para poder aprontarlo para agricultura, así se le da mucho dinamismo a la ganadería, que tiene tiempos mucho más lentos que la agricultura. Con eso se aceleran los procesos”. 

Comentó que están vendiendo novillos con cortes de exportación al “año y medio de vida, o un poco más. También hay que considerar que una recría a corral no es un costo menor, pero se va afinando y se va logrando”. 

EL CORRAL

El corral de Austrey tiene capacidad para 3.000 animales de forma instantánea, aunque “no ha estado completo, se ha utilizado mucho como herramienta (para aumentar kilos) y no tanto para terminación”, explicó Sosa. 

Está operativo hace dos años, “es relativamente nuevo, es una parte de la empresa que genera un porcentaje importante de los ingresos. Con el tiempo hay que darle estabilidad a la ganadería y a la agricultura, y eso sería fundamental para tener volúmenes, mantenerse y proyectarse”, comentó Sosa. 

Agregó que “han entrado vaquillonas para llegar a los kilos de entore, este año como la primavera vino un poco seca llegué a hacer la inseminación en el corral. Después que el ganado sabe estar encerrado es muy fácil encerrarlo un par de meses y lograr los objetivos”. 

Explicó que “en estos últimos años el costo de tener un animal encerrado fue muy alto. Es muy interesante cómo en esos períodos puntuales logras darle kilos que le dan a la categoría o al objetivo un sostén en el tiempo”. A propósito, destacó que esa herramienta permite recriar vaquillonas para que lleguen a la inseminación con los kilos necesarios. 

En el caso de los machos comentó que “es diferente”, porque “prácticamente no salen del corral, van del destete precoz directo al encierro, hasta su terminación”. Aunque “el objetivo es poder recriar afuera, algo que hoy no estamos haciendo, dándole el dinamismo para que dentro de un año y medio o dos años salga un novillo gordo”.

LAS RENTAS

Sosa planteó que “hay muchas medidas que buscan estabilidad, y se termina resignando rentabilidad”. En tal sentido, señaló que “recriar a corral es muy costoso, pero sigue siendo más eficiente que producir un ternero a campo natural, en un área muy inferior al promedio en Uruguay, cuando las rentas son de 50 kilos de carne por hectárea. Hace 10 años 40 kilos de carne por hectárea ya era una muy buena renta”. 

Agregó que “lo mismo ocurre con la renta agrícola, en Durazno se pagaban 400 o 500 kilos (de soja por hectárea) y hoy se habla de 600 kilos”. Por eso, sostuvo: “no veo que las rentas vayan a ser un factor de corrección económica, ni en una ecuación ganadera ni en una agrícola”. 

Analizó que “el motivo es que sigue habiendo mucha demanda de empresas a las que no se les ve el verdadero anclaje en el sector. Las empresas grandes siguen con visión de crecimiento, a las chicas se les está haciendo bastante más complicado. Cuando digo chicas me refiero a empresas con menos de 1.000 o 1.500 hectáreas. La economía de escala está pesando mucho”. 

Afirmó que “el que puede blindarse es el productor grande, y blindarse implica más costos de producción, pero que dan más estabilidad, al momento de vender o de comprar insumos”. Aseguró que “el entorno está mirando mucho más eso. Una empresa que está solvente, que es grande, por la economía de escala, por el volumen que trabaja, logra otras cosas que el productor chico lamentablemente hoy no puede lograr”. 

Por otra parte, Sosa consideró que “hoy es muy difícil proyectar márgenes, en ganadería y en agricultura. El clima tiene una preponderancia que cada vez es más importante, ya hay anuncios de una primavera seca, y esa planificación muchas veces la puede llegar a lograr o ejecutar quien planifica con mucho tiempo, o quien tiene espalda para poder hacerlo. El productor chico tiene que ir sí o sí cultivo a cultivo, buscando financiarse, y eso lleva muchas veces a que pueda equivocarse”. 

EL MOMENTO

El empresario comentó que en la región centro de Uruguay los cultivos de invierno son básicamente trigo y colza, ya que prácticamente no se siembra cebada, “por problemas de implantación”. 

Al analizar los números, estimó que “el área de invierno debería bajar, pero quiero ver si realmente bajará. Primero hay que ver cómo se cierra el cultivo de verano de este año y cómo afecta a cada empresa, porque en muchos casos se precisará buscar un agente financiero. Analizando el panorama, el área de invierno debería bajar, pero no tanto, porque no creo que todos puedan resignar área de invierno para irse a un cultivo de verano”. 

Señaló que “este año no se aprovechó como se debía las oportunidades de venta en soja o de maíz. El tema es que venimos con la foto del año anterior, una experiencia que te queda muy marcada y está muy presente. Eso afectó la toma de decisiones del productor y perdimos oportunidades de tomar precios que fueron muy importantes”. 

Recordó que “el año pasado no hubo soja, en muchos casos se comprometió un volumen físico y al no poder entregar el grano tuvo que pagar un washout, pero hay una cantidad de herramientas que permiten ir captando precio sin comprometer la entrega de producto físico. Pero ahí volvemos al mismo tema, esas herramientas están disponibles para los productores más grandes. A mí, que soy un productor un poco más grande, me llaman cinco para ofrecerme esas herramientas, pero quizás al productor chico no se las ofrecen”.

Por eso, el director de Austrey insistió en que “al productor chico se le está volviendo cada vez más difícil generar un margen, y eso lo obliga a arriesgarse más en las decisiones. Y este es un sistema muy sensible, cuando alguien no puede cumplir con las obligaciones, los eslabones en agricultura o en ganadería son muy cortos, y cuando revienta uno repercute en todos lados”. 

Opinó que “dentro de un mes (fines de marzo) tendremos resuelto cómo seguimos. No habrá nada seguro, ni rentabilidades, ni de cómo será la próxima primavera desde el punto de vista climático”. 

LA REALIDAD DE LOS NÚMEROS

“Muchas veces escucho que salen ganados de los puentes verdes, pero me parece que eso ya casi no se hace, porque compromete al cultivo siguiente. El puente verde comienza a producir en setiembre u octubre, que es cuando los animales realmente ganan peso, y ahí ya tendrías que estar con un barbecho pronto”, comentó Sosa. 

El director de la empresa destacó que “la estabilidad del trigo con respecto a otros cultivos de invierno en esta zona es notoria”. Recordó que “se produjo mucho trigo el año pasado, pero fue un cultivo de mucho movimiento y poco margen. Quedó mucho trigo en las plantas, los molinos no van a presionar y por eso le tengo miedo al verdadero valor del trigo el año que viene”. 

También planteó que “el punto de equilibrio es muy alto, porque los insumos no creo que sean un factor de corrección tan importante como para que el número cierre. Si hablamos de un punto de equilibrio de 4.500 kilos (por hectárea), tiene que ser un año muy bueno, con un paquete tecnológico muy desarrollado y ofensivo para lograr ese promedio”.

Sobre la colza, dijo que la debilidad del cultivo es su “inestabilidad”. Comentó que “si bien es un cultivo que se ha ido conociendo, se sigue aprendiendo, y se han logrado resultados interesantes, no tenemos la certeza de obtener 2.000 o 2.500 kilos (por hectárea), productividad que aportaría un número un poco más atractivo”. Agregó que su empresa siembra colza y “ha logrado esos rindes, pero ha costado estabilizar esa productividad”. Y señaló que el atractivo de la colza “sigue siendo la oportunidad de implantar el cultivo de verano en una fecha mucho más certera que después del trigo”. 

También marcó una diferencia entre las colzas invernales y las primaverales, que “no son lo mismo”. Planteó que “la colza invernal es otro cultivo, otro paquete tecnológico. Tenemos mucho por aprender, se han visto resultados muy interesantes, como los de la zafra 2022-2023. La seguridad de lograr un número en la colza invernal no está, porque tiene más costo, y no ofrece la seguridad del trigo”. 

Comentó que “al manejo se le agarró la mano, pero en los híbridos todavía no, y ese es un tema a tener en cuenta, porque un error en el paquete puede significar un golpe importante. A lo que pasó en la zafra pasada hay que mirarlo con atención”. 

LA MIRADA A LARGO PLAZO

Sosa insistió en la importancia de mirar el largo plazo, más allá de la rentabilidad. “Quizás no tengamos un buen número, pero tenemos que mirar las bondades de un rastrojo de trigo, de maíz o de colza, porque sabemos que nos va a favorecer el año que viene o el otro. Cuando no tenés un buen número tenés que mirar las otras bondades; sino tenés que darte vuelta y no hacer nada”, dijo.

Si bien  –como mencionó anteriormente– aún no definió el área de siembra de la próxima zafra, Sosa estimó que sembrará lo mismo o 10% menos que el año pasado. El área de doble cultivo de Austrey ocupa 40% del total. “En los últimos años el resultado venía siendo superior, ahora hay que ver la parte climática. La contra del doble cultivo es el riesgo de la implantación del cultivo de segunda”, comentó.

Los cultivos que siembra son: colza invernal y primaveral, trigo, algo de cebada para el corral, maíz de primera y de segunda, y soja. Comentó que el maíz se produce para el corral y para terceros, porque “Durazno se ha convertido en un núcleo de mucha demanda de maíz, para corrales y tambos”.

Agregó que eso “nos ha permitido enfocarnos como cabeza de rotación. Barbecho, subsolador, maíz de primera, luego colza –invernal o primaveral–, maíz de segunda y después soja. Lo encaramos como cabeza de rotación, básicamente por el subsolador, que es una herramienta que se está usando muchísimo, que mejora muchas condiciones”. 

En verano el maíz ocupa entre 20% y 25% del área. La empresa siembra unas 13.000 hectáreas de verano, donde hay 10.500 hectáreas de soja y el resto es de maíz, entre cultivos de primera y de segunda. 

LA EVOLUCIÓN PRODUCTIVA

El productor remarcó que “se nota una evolución de la productividad de los cultivos. La genética en algún cultivo llama la atención, sobre todo en trigo y maíz, siempre acompañado de un paquete tecnológico interesante”.  

Sobre el trigo, dijo que “cerramos campos con más de 7.000 kilos por hectárea, algo que nunca se había visto acá. Ya el año anterior había sido muy interesante. No vemos que el trigo se caiga en rendimiento”. 

Sin embargo, “en soja se ve un desarrollo en la parte sanitaria y de malezas, pero no hay variedades que aseguren un aumento del rendimiento. Es muy dependiente del clima y aquí en la zona andan entre 2.300 y 2.700 kilos por hectárea, no se sale de eso”. 

Insistió que “en otros cultivos se ve una evolución de los rendimientos. En trigo hace 10 años sacábamos 3.500 kilos y era espectacular, pero hoy en día si no rinde 5.000 o 5.500 kilos ya es un rendimiento bajo. Lo mismo con el maíz. El año pasado, con una seca muy importante, se lograron 4.500 kilos de promedio. Hace unos años, en estas circunstancias, se producían 2.000 kilos o nada”. 

También destacó que los paquetes tecnológicos “están al alcance de la mano” y que las empresas están viendo que “la mejor opción es producir muchos kilos por hectárea, aunque cueste más y el precio no sea bueno”. Agregó que la mayoría de las empresas agrícolas arriendan los campos donde producen, y que “el propietario ve que el campo se cuida cuando se hace mucha rotación de cultivos, y se hacen muchos cultivos en un corto período; esa es la mejor defensa para el sistema”. 

“Las ecuaciones se van acomodando, pero lo complicado es cuando no tenés producción de kilos por hectárea, no tenés dinamismo de rotación o cultivos que te aporten. Pero hoy están los paquetes tecnológicos al alcance de la mano, la información, los vendedores de insumos y de semillas se han profesionalizado mucho”, valoró. 

Sosa opinó que la profesionalización “fue de las cosas más interesantes y rápidas que se han dado”, algo que es más evidente en la agricultura que en la ganadería, por su dinamismo. 

Reconoció que en muchos aspectos la ganadería “sigue siendo muy tradicional”, pero señaló que “se han incorporado herramientas como el corral o el mejoramiento genético”. En esa línea, comentó que “vas por la ruta y ves que el ganado es muy bueno, puede haber algo inferior, pero es más por falta de comida que por genética”. 

Lo mismo ocurre con la maquinaria, donde la tecnología que hay en Uruguay “es llamativa con respecto a la región”, destacó Sosa. Afirmó que “Uruguay ha hecho una apuesta muy grande. Por eso nos pesan mucho los costos, pagar servicios y a veces no tenés señal de internet. Hoy podés controlar siembra y cosecha sentado en una oficina y el resultado es 100% exacto”. 

“La tecnología está, la falta de personal nos lleva a aumentar el tamaño de las máquinas, a pesar de los problemas de conectividad que hay en el país, que no permite utilizar todas sus prestaciones. A veces no podés hacer una fertilización variable por este tipo de problemas”, comentó.

LO QUE PUDO SER Y NO FUE

 Austrey viene trabajando “desde hace mucho tiempo con seguros de inversión en cultivos, que generan un costo que no tiene sentido”, comentó su director. Agregó que las empresas que financian a un agricultor mediano le exigen ese seguro, que “es más para ese financista que para el productor” y, por lo tanto, “ese seguro no es parte del sistema”. 

“He cuestionado mucho al sistema en general. Esos US$ 35 o US$ 50 (por hectárea) son muchísimo para un productor chico, y es solo para el que financia los insumos, ahí no está incluido el dueño del campo, el panadero, el tornero, ni el productor”, dijo.

“Este es el sexto año que aseguramos. La apuesta siempre fue tratar de blindar la mayor cantidad de actores del sistema, al dueño del campo, al que nos vende los insumos, a nosotros mismos, resignando rentabilidad. Ha costado muchísimo, pero el tamaño nos ha permitido que el seguro de inversión vaya al 100%. Eso lo logré el año pasado, pero después de lo que ocurrió (por la sequía) este año no lo conseguí. Ahora contratamos un seguro importante, pero con un costo muchísimo más alto, el respaldo bajó 35% y el costo subió 20% o 25%”, detalló. 

Sosa advirtió que “si no se encaran estos problemas, con la agricultura pasará lo mismo que ocurrió con la producción ovina, rubro en el que hubo productores con muchísimo peso hace 30 años. No hubo una apuesta a un rubro que es espectacular. Faltó visión. Algo similar está ocurriendo con las políticas de seguros”.

Fue enfático al señalar que “está pasando gente con incidencia a nivel político y termina siendo intrascendente. Cuando tenés un cargo y un tema que está ardiendo sobre la mesa, como es este, deberías haber ido mucho más al hueso para lograr avanzar en estas cosas y eso no ocurrió. Y pasó un año, como el anterior, cuando las aseguradoras salieron a decir lo que habían perdido, pero no salieron los años anteriores o este año a decir lo que ganaron”. 

“Faltó quién agarrara ese fierro caliente. Hubo intenciones, reuniones, pero en definitiva no quedó nada sobre la mesa. El año pasado no llegábamos a un tercio de los productores asegurados, veníamos de dos años muy buenos. Pero si llega a pasar lo mismo en el verano que viene, impacta primero en el pueblo de 5.000 personas, después en las capitales departamentales, y cuando llega a Montevideo ya estamos embarcados en otra zafra”, agregó. 

Reclamó que se tomen medidas porque “la economía del país se resiente”. Dijo que la agricultura “es un rubro muy importante en el dinamismo del interior”. Reconoció que “todos los sectores están demandantes, que hay miles de problemas, miles de prioridades”, pero afirmó que “el interior funciona en base a la ganadería y la agricultura”. 

RECURSOS HUMANOS

Otro aspecto que preocupa a Sosa es la falta de recambio generacional en los recursos humanos. “Hay un tema que para mí será clave. No veo recambio generacional de operarios”, dijo. Y analizó que no se trata de un tema económico, de remuneración o capacitación, sino que “se requiere de algo más, y no sabemos qué es”. 

Dijo que el sistema que aplica la forestación, donde se ofrecen traslados en un micro, que lleva y trae a sus operarios al campo, para que vuelvan todos los días a la ciudad, “es algo que en la agricultura nos resulta muy difícil, porque hay lugares y momentos que no nos permiten volver todos los días”. 

Señaló que “en una zafra hay momentos muy intensos, cuando una hora es mucho. Se rompen máquinas y hay que tener repuestos al lado, hay que resolver los problemas enseguida, sino se pierde producción”.

“Veo con orgullo el desarrollo de los muchachos que trabajan con nosotros, gente que venía en bicicleta y hoy tiene un auto, una linda casa, a los hijos estudiando. Pero no encuentro recambio, son los mismos de hace 10 o 15 años. No hay gente de 20 años, si aparece alguno invertís en capacitarlo y después no quiere seguir”, dijo el director de Austrey, empresa donde trabajan unas 50 personas.

Nota de Revista Verde N°113

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Camino sin retorno: el mundo está “commoditizando la sustentabilidad”

By Cristina Fumero,

El director para el Cono Sur del área de certificaciones de Control Union, Diego Cybulka, planteó que esto es algo que todos “tenemos que entender, sino el golpe será más duro”

El mundo está “commoditizando la sustentabilidad”, dijo a VERDE el director para el Cono Sur del área de certificaciones de Control Union, Diego Cybulka. Agregó que “eso es algo que tenemos que entender, sino el golpe será más duro, y las oportunidades se nos van a ir de las manos”. 

Explicó que “cuando hablamos de determinados atributos, requisitos o protocolos siempre pensamos en algo muy especial, cuidado, medido y aislado del resto. Parece que tiene altos costos, demasiado trabajo, esfuerzo y poco beneficio, pero la verdad es que el mundo está commoditizando la sustentabilidad, está diciendo que esto es parte de la línea base de lo que necesitamos tener”. 

Advirtió que “el mundo se puso de acuerdo a nivel global” sobre sus exigencias a “todo tipo de industrias para todo tipo de destinos, y si no lo entendemos podemos tener un impacto comercial y operativo fuerte”. 

Cybulka detalló que la sustentabilidad “se convirtió en una definición mucho más compleja” que la inocuidad, ya que esta última tiene que ver con un atributo físico. “Tomás un producto, vas a un laboratorio, lo analizas y es blanco o negro, pero la sustentabilidad es intangible”, explicó. 

Llegó el momento

El integrante de Control Union dijo que “al final llegó el momento” de las certificaciones. Recordó que hace 15 o 20 años atrás, cuando venían requisitos internacionales hablando de la inocuidad de la mercadería, solicitando información sobre cómo se producía la carne, los granos, “nos hablaban de eso y no lo terminábamos de entender”. 

Agregó que “hoy hay un abanico de requisitos enorme, y eso significa que el consumidor asiático, europeo, estadounidense, necesita saber qué consume. Y eso va desde la producción primaria hasta el producto puesto en el supermercado. Que no haya habido deforestación, cómo trabajamos la tierra, qué huella de carbono tenemos, no solo la inocuidad. Es algo mucho más complejo, pero si uno entiende cómo trabaja y cómo se conecta la cadena, hay muchas oportunidades comerciales”.

También confirmó que actualmente estos temas “ya están en la agenda de China”. Señaló que “el europeo es el que marca esa agenda dura en regulaciones. Como es un mercado con buen poder adquisitivo está dispuesto a pagar un poco más por el valor agregado de estos productos. El estadounidense, si bien tiene otra cultura, también lo hace, con otras reglas, a veces más laxas y otras más exigentes, dependiendo del producto”. 

Si bien se piensa que Asia es un mercado menos exigente, “ya no es así”, aseguró. “Tengo dos agendas importantes, en abril y en mayo, en Tailandia y en Indonesia. Allí se toma como base al modelo europeo y norteamericano. Esto tendrá una evolución natural, en términos de qué se exige, cómo se exige y cómo se paga, es parte de un contrato comercial, pero hoy está en la agenda”, confirmó.

“Nos dicen que necesitan entender cómo fue la transición, desde el origen, desde la producción de carne o grano, cómo evolucionaron los requisitos de los países. Y por otra parte miran el aspecto regulatorio, cómo pasaron de 0 a 100 en la exigencia, y están tomando esos ejemplos”, insistió.

Además, señaló que esos países “tienen la ventaja de ver cómo evolucionaron estos temas en los últimos 10 o 15 años, qué se hizo bien, qué se hizo mal, pero lo pusieron en su agenda. Piden que el origen de la materia prima sea de campos que no fueron deforestados, qué huella de carbono tiene el producto y sus atributos”. 

En ese sentido, afirmó que “Uruguay tiene una gran ventaja comparativa para trasladar la información en la cadena, desde la producción primaria hasta el producto final, y eso implica desarrollar la definición de trazabilidad. Es muy importante generar ese contexto para que eso suceda”.

Contexto favorable para Uruguay

Cybulka opinó que “Uruguay está en un contexto muy favorable en términos geopolíticos, con las prácticas que ya se desarrollan en el país y las costumbres propias de las cadenas. Cuenta con buena investigación y con muy buenas prácticas del productor primario”. 

Consideró que “la parte más débil tiene que ver con animarse a buscar mercados, a encontrar ese valor y salir a ser oferta antes de que aparezca la demanda”.  

Analizó que “en los últimos dos años Uruguay empezó a ser una alternativa, porque hubo actores que se animaron a preguntarse: ¿qué pasa si esto se genera en Uruguay?, o ¿qué pasa si formo parte desde Uruguay en un flujo comercial de una cadena más compleja o más larga que intervenga en varios países?”.

Dijo que “un ejemplo es la recolección de los aceites usados, el residuo de la industria uruguaya. Ese es hoy un mercado internacional enorme, porque el mundo busca que todos los residuos o el impacto ambiental que se pueda generar por los deshechos que vuelvan a ser parte de esa cadena y entremos en combustibles de aviación, en una cadena mucho más compleja, que tiene que ver con los combustibles que consumimos, las materias primas que utilizamos”. 

Coordinación público-privada

Cybulka afirmó que “cuando los sectores público y privado entienden que son parte del mismo país y del mismo ecosistema comercial las cosas suceden, en términos de facilitarle la vida al productor, a que se comercialice mejor y que los procesos fluyan”. 

Explicó que “esto tiene que ver con la regulación, qué documentación se utiliza, qué se registra y para qué, qué es obligatorio y qué es voluntario. Cuando entregamos un producto, ya sea más o menos elaborado, qué información contiene ese producto”. 

El ejecutivo confirmó que en estos temas “el que pega primero siempre va a tener una ventaja, va a poder aprovechar comercialmente, porque es el que decide hacer el esfuerzo y puede cometer errores”.

Agregó que esa decisión “tiene una doble vara”, porque “tiene la chance de captar oportunidades comerciales importantes, pero también hay que ser consciente del sobrecosto que puede significar un cambio en el producto o en el proceso, y eso no debe afectar el negocio”. 

También aclaró que “si algo no es económicamente viable no es sustentable”. Dijo que “generalmente es un concepto que lo asociamos con las buenas prácticas, de que es algo amigable con el ambiente y la sociedad, pero la parte económica es clave”. A la vez reconoció que “la otra cara de la moneda es que en el transcurso del tiempo pasa a ser una condición que quita margen comercial”. 

De todos modos, afirmó que “si el sector privado y el público hacemos las cosas bien, esos costos que en principio pueden ser más elevados, tienden a bajar, porque se los ayuda con el ecosistema completo”. 

Hay tantos sellos como productos

El director para el Cono Sur del área de certificaciones de Control Union dijo que “hay tantos sellos como productos se te ocurran a nivel mundial. En mi agenda manejamos 300 programas de certificación. Obviamente que depende del país, del producto y subproducto de la industria que estemos tratando. Hoy en día hay sellos que se ajustan hasta a un eslabón particular de la cadena, pero si vamos a hablar de la agenda particular de Uruguay y la región, en ganadería, soja, maíz o canola, no hay tantos esquemas”. 

Destacó a RTRS, que “es un esquema propio de la producción de soja sostenible a nivel global, que vino para quitarle la demonización”. Recordó que “desde hace muchos años atrás la soja, o la palma en el mercado asiático, son los grandes responsables de la deforestación, y este protocolo permite demostrar que eso no es así, o al menos evita que así sea”. 

Y en términos más amplios, no solo de soja, destacó la plataforma de SAI, que “toca un montón de aspectos de sustentabilidad, que son los que marcan la agenda”. 

Pero también señaló que “hay una agenda paralela, que tiene que ver con iniciativas propias de las compañías. Hay multinacionales que son mercados per sé, y son tan grandes como un país. Cuando los protocolos no se ajustan estas compañías desarrollan un esquema propio, progresivo, que hace que se logren estos requerimientos, tanto en mercados de destino, como políticas propias, que también se ajustan al país”. 

Cybulka también planteó que “muchas veces se comete el error de bajar un protocolo, con una vara muy alta, que está pensado y escrito para la realidad de un país completamente distinto al nuestro. No es lo mismo la realidad de Uruguay, que la de Paraguay, Brasil o Nicaragua”. 

“Los esquemas que mencioné son los que han marcado la agenda internacional. Estos esquemas, y los privados, están tratando de imponernos –en el buen sentido– la base mínima de requerimientos que los mercados y la cadena necesita cumplir: no deforestar, entender cuáles son nuestras emisiones, en términos prácticos y de la cadena. El tema del carbono está en una curva críticamente ascendente, es algo que se va a terminar de entender en los próximos años”, afirmó. 

Después dijo que “hay algo que está mucho más trillado, donde hay una franja que fluctúa muchísimo, que tiene que ver con las buenas prácticas agrícolas y el impacto social que esto tiene, no solo en el productor o en el trabajador sino en la sociedad”. 

Señaló que “ahí hay un abanico más, que fluctúa, porque hay aspectos que se exigen grados muchos más altos y otros a niveles básicos, como el cumplimiento legal del país; parece absurdo, pero simplemente se requiere que cumplamos con la legislación local. Esa es la línea base que se exige hoy en el mundo, no solo en Europa o Estados Unidos, sino también en el mercado asiático”. 

Cultivos

El ejecutivo planteó que la cebada, la canola y la soja tienen buenas oportunidades. “Hay que ver con qué trazabilidad contamos en movimiento de puertos, pero hay mercados totalmente distintos, donde Uruguay está creciendo y tiene oportunidades”, dijo.

Específicamente sobre soja, señaló que hay dos caminos. “Uno es la certificación sobre el productor, ese sello tiene hoy una demanda internacional fuerte, por el consumo de alimento animal. De hecho la producción de Uruguay forma parte de una cadena, y la industria puede estar en cualquier lugar del mundo, pero se puede integrar la cadena, y eso exige trazabilidad y que tenga ese tipo de requisitos cumplidos”, describió en relación al primer camino. 

El otro es “un esquema que debemos considerar, que no es menor. Las grandes compañías productoras y comercializadoras de soja y todos los productos que se les ocurra, empezando por el poroto, tiene una política internacional que tenemos que cumplir. Es indistinto si termina en China, Holanda o en Estados Unidos”. 

Dijo que “hoy las compañías que mueven productos tienen compromisos al 2025, al 2030, y piden que el origen esté controlado. Que no haya deforestación, que haya trazabilidad. Hoy el consumidor necesita saber si el producto que tiene en sus manos tiene componentes de Brasil, India o de cualquier otro país. Eso es georeferencia”. 

“Y después quiere saber el camino que recorrió el producto. Uruguay tiene un contexto muy favorable, al no deforestar, como ocurre en el Chaco argentino o en el Amazonas brasileño. Ahí sí hay problemas y ahí es donde Uruguay se tiene que hacer fuerte”, dijo. 

Cybulka consideró que “en granos hay que buscarle un poco más la vuelta, porque es algo totalmente implementable en Uruguay. La soja es la mejor punta de lanza, para lo bueno y para lo malo, siempre marcó exigencias y beneficios, pero atrás puede venir cualquier cultivo”. 

Comentó que “a nivel global y para sorpresa de muchos, el arroz entró en esta conversación. FSA SAI es una mesa donde se sentaron las 100 compañías más importantes del mundo a entender cómo hacen para pedir todos lo mismo, teniendo productos totalmente distintos. Para que todos le exijan lo mismo a sus proveedores. En el arroz se tomó como prioritario esto”. 

Informó que “el mercado asiático está desarrollando protocolos específicos sobre sustentabilidad”, y que “Argentina y Paraguay están muy atentos a esto para dimensionar cuáles serán estas exigencias específicas para el arroz”. En ese sentido, planteó que “Uruguay tiene una buena oportunidad”.

Nota de Revista Verde N°113

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En el litoral-norte la agricultura se adapta a los diferentes cambios

By Cristina Fumero,

Economía y clima marcan el compás en la búsqueda de la sostenibilidad, mediante la diversificación, la tecnología y una integración efectiva con la producción ganadera

La agricultura en el litoral-norte se adapta a los cambios económicos y climáticos, buscando la sostenibilidad mediante la diversificación, la tecnología y una integración efectiva con la ganadería. “Ya no tenemos una agricultura que pretende sostenerse sola, sino que es consciente que no puede hacerlo en forma continua en todos los potreros. En esa zona, los cereales de invierno son los que tienen más margen para crecer, aunque para la definición final de la próxima campaña invernal faltan algunas semanas, explicó a VERDE el ingeniero agrónomo Pablo Montenegro, director de la consultora Agrosandú, que opera en los departamentos de Río Negro, Paysandú y Salto. 

Luego de los bajos precios registrados desde 2014 y 2015 hasta la pandemia, los sistemas en litoral-norte volvieron al doble cultivo, otorgándole mayor dinamismo y sostenibilidad al sistema, desde lo empresarial y ambiental. “Cuando llegaron los precios altos luego de la pandemia, los sistemas ya habían incorporado la diversidad de cultivos. Trigo, cebada y colza estaban en la rotación, al igual que el maíz y la soja, que siguen siendo los principales cultivos”, indicó Montenegro. 

Afirmó que tras la importante sequía el sistema “pudo seguir funcionando, con algunos problemas, pero continuó gracias a su robustez, a partir de la parte financiera, una mayor diversificación de cultivos, los aspectos tecnológicos y la diversificación de rubros, entre otros”. Hoy, en respuesta a los bajos precios, “no se plantean grandes cambios en la rotación, como tampoco la intención de bajar el área de invierno. Los productores están esperando a ver qué pasa con los precios y las propuestas comerciales previo a la siembra sobre fines de marzo o abril, para tomar la decisión”, comentó.  

Montenegro sostuvo que “no se observa mucha intención de hacer puentes verdes de bajo costo”, sino que “muchos están optando por un verdeo” en los casos que no se haga un cultivo. De todos modos, afirmó que “hasta el momento no se observa que exista voluntad de bajar el área de invierno”. 

Los cultivos de servicios, realizados específicamente para mejorar el suelo, “no se han incrementado significativamente en estos últimos años, tal vez porque el área de invierno se ha fortalecido en cultivos para cosecha”. 

Producto del atraso en la siembra, y de que algunas chacras debieron resembrarse por exceso de lluvias, con porcentajes más altos están al norte de Paysandú, Montenegro señaló que la zafra de verano “viene con un retraso de 10 a 15 días, y eso también hace que el área de invierno aún no esté bien definida”, comentó. Este escenario “no cambiará en el corto plazo, ya que la soja (al 5 de marzo) está transitando las etapas críticas”, por lo que no hay necesidad de definir qué es lo que se va a hacer luego de la cosecha. “Juega hasta lo psicológico, porque las decisiones en muchos casos comienzan a tomarse cuando la soja arranca a amarillear. Se está analizando el mercado y las perspectivas climáticas”, apuntó. 

El director de la consultora Agrosandú remarcó como fortaleza la integración que tuvo la agricultura con la ganadería, cuando hace 10 o 15 años eso no ocurría. “Ya no tenemos una agricultura que pretende sostenerse sola, sino que es consciente de que no puede hacerlo en forma continua en todos los campos. Eso le ha dado la fortaleza de tener que rotar con pasturas, la ha hecho diversificarse y ha obligado al productor a generar una infraestructura mínima para la ganadería, dándole sostenibilidad a la producción”, analizó. 

A su vez, destacó los cambios en los aspectos contractuales. “El sistema ya incorporó ciertas necesidades de ambas partes, entendiendo que la agricultura continúa, pagando la máxima renta, no era sostenible”, valoró el ingeniero agrónomo.

Sobre el relacionamiento entre el agricultor y el dueño del campo, sostuvo que si bien los contratos “no son tan largos, por la vía de los hechos se da que el productor permanece más tiempo en el campo”, ya que “el agricultor tiene muchas veces el compromiso de sembrar y en algún momento dejar alguna pastura implantada para él o para el dueño del campo”. 

A su vez, valoró que “el dueño del campo tiene la pastura para entregar y que luego se allí se haga agricultura en algunas zafras, todo eso hace que la relación sea sostenible y que no se haga agricultura hasta que no se pueda más. Ha disminuido la rotación de agricultores en los campos, lo que es positivo desde el punto de vista de la productividad y también desde lo financiero”. 

Para el director de Agrosandú “el aspecto financiero también mejoró. A partir de una mayor capacidad de financiamiento con las ventas anticipadas, el acceso a créditos, ya sea con bancos como con empresas de insumos o exportadoras, le permite al productor ir sobrellevando situaciones en las cuales los ingresos no son los esperados”. 

En relación a las debilidades del sector, aseguró que los seguros “son una necesidad”, pero reconoció que “las pruebas que se han hecho dan un marco bastante difícil para que las empresas aseguradoras actúen con fuerza en Uruguay”. 

Recordó que el plan piloto se llevó a cabo “con una situación climática muy adversa, lo que dificultará que las empresas estén dispuestas a actuar”. Por lo tanto, entiende que “el camino es la diversificación de los sistemas de cada empresa”. 

Montenegro consideró que el sistema productivo ha ido sumando cada vez más tecnologías vinculadas con el control de malezas o los eventos biotecnológicos para el control de insectos, pero “se incorporan como herramientas integradas a la planificación, que también muchas veces tiene una rotación con pasturas para encarar el control de malezas, uno de los problemas que más tensión ha generado durante los últimos tiempos”. 

Marcó que hace algunos años los mayores problemas fueron los insectos o alguna enfermedad fúngica, pero hoy las malezas “son uno de los principales problemas que tiene la actividad”, lo cual demanda de mucha inversión, ya sea en materiales genéticos y biotecnológicos como en agroquímicos. 

En ese sentido, resaltó la importancia de la rotación con pasturas, las cuales en muchos casos ayudan a cortar el ciclo y combatirlas. “Plantar una festuca cuando hay problemas de carnicera o yuyo colorado con una estrategia adecuada permitirá que esa chacra vuelva limpia a la fase agrícola”, ejemplificó. 

Sobre la evolución en productividad, aseguró que en el caso de los cultivos de invierno se observan “mayores crecimientos”, mientras que en verano “en rendimientos máximos estamos creciendo lento”. El maíz, tanto en siembras tardías como tempranas, “ha encontrado un piso de rendimiento más alto frente a lo que pasaba hace 10 años”. Y en cuanto a los techos de rinde, explicó que en años normales, tanto en soja como en maíz, “difícilmente se logren productividades más elevadas de las que se están alcanzando actualmente”.

Por su parte, remarcó que en trigo “se logran con relativa frecuencia 4.000 kilos por hectárea (kg/ha), lo cual “hace un tiempo no era tan fácil”. Hoy “no es raro alcanzar esos rindes”, y el manejo “se va ajustando para eso”.

 Resaltó que en cereales de invierno “se están viendo incrementos” en producción. “Sostenidamente desde hace cuatro o cinco años se vienen consiguiendo rendimientos que para la zona, y a nivel histórico, se puede decir que son altos. Eso es una fortaleza de los cereales a la hora de planificar el invierno”.  

En colza, además de la productividad, la variabilidad del rendimiento es otro aspecto que la perjudica. “A veces te sorprenden los rendimientos altos mientras que en otros momentos se obtienen 1.500 kilos por hectárea, una cifra menor a la presupuestada”, señaló. 

Para Montenegro esta variabilidad responde al clima, que no le permite alcanzar buenos rendimientos, y no al manejo. “La colza es sensible a los eventos climáticos que tenemos en Uruguay, que son bastante irregulares, como la presencia de heladas en la implantación, el exceso de lluvia o algún pasaje sin lluvias en primavera. Nunca sabemos si va a llover, ni cuánto va a llover, y el cultivo que ha demostrado más vulnerabilidad a esos eventos es la colza, incluso más que los cereales, que obviamente tampoco salen ilesos de estos problemas”, comentó.

Para que el área de colza crezca “se necesita un buen precio y una mejora en productividad, además de las necesidades que surjan en la rotación, pero ella por sí sola no tiene una gran fuerza. Permanecerá entre 10% y 15% del área de invierno, salvo que haya un pico de precios”, estimó.

El ingeniero agrónomo informó que los rendimientos promedios de los últimos años en la zona rondan los 4.000 kilos por hectárea en cebada y trigo, mientras que en colza oscilan entre 1.400 y 1.500 kilos por hectárea. El maíz temprano está en el eje de 6.000 a 7.000 kilos por hectárea, los tardíos rondan los 6.000 kilos por hectárea y los de segunda promedian 5.000 kilos por hectárea. 

En soja de primera el rendimiento está entre 2.400 y 2.500 kilos por hectárea, la soja de segunda alcanza los 1.800 kilos por hectárea, y “en algunos años puede rendir más”. Pero “ha costado mejorar el rinde de soja”, aseguró Montenegro, señalando que “la relación clima-suelo le impide poder explorar más potencial de rendimiento” en esa región del país, donde “a veces tenemos escasez de precipitaciones y en otros momentos excesos”. Esos promedios generalmente “no se dan”, porque “se construyen a partir de picos para arriba y picos para abajo”, agregó.

Nota de Revista Verde N°113

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Brasil con menos terneros en 2024 y menos ganado a faena en 2025

By Cristina Fumero,

El cambio de ciclo ganadero en el país vecino debería empezar a reflejarse en una menor oferta de haciendas para frigorífico en la recta final de este año, según analistas

Brasil es el segundo productor mundial de carne vacuna, detrás de Estados Unidos, y primer exportador colocando 1 de cada 4 toneladas de carne vacuna que se comercializan en el mundo. Por lo tanto, lo que ocurre en sus niveles de producción impacta en las tendencias de los precios internacionales. 

Con datos preliminares del Instituto Brasileño de Estadísticas (IBGE), el nivel de faena muestra para 2023 unos 33,9 millones de cabezas sacrificadas, cifra 13,2% superior a la registrada en 2022 y cercana al récord de 2013, con un muy fuerte incremento durante el último trimestre del año, según un reporte de María Julia Aiassa, del mercado ganadero Rosgan, de Argentina.

El análisis marca que el dato más llamativo es la elevada participación de hembras que se registró a lo largo del año. Según el IBGE, las vacas y vaquillonas representaron más del 40% del total en varios meses, alcanzando el 49% en marzo, período en el que se produce el pico estacional de faena para estas categorías. 

Si bien la sequía influyó mucho, al igual que en gran parte de la región, en el caso de Brasil también jugaron en contra los bajos precios que se vienen registrando por los terneros, lo que impulsa a muchos productores a descartar una mayor cantidad de hembras. En efecto, esta tendencia de precios en baja para los teneros se viene registrando en los últimos tres años, perdiendo casi un 20% en dólares desde febrero de 2021 a la fecha.

Como consecuencia de la alta extracción de hembras, que se registró con más fuerza en el último año, se espera que reduzca la producción de terneros en 2024, impactando en una menor oferta de hacienda de 2025 en adelante.

Esto marcaría un punto de quiebre en el ciclo ganadero de Brasil, a medida que los precios comiencen a reflejar una reducción en la oferta alimentando, a su vez, una mayor retención de hembras. En efecto, muchos analistas brasileños consideran que la fase de liquidación ya ha tocado un piso dentro del ciclo, a partir del cual Brasil debería comenzar a mostrar señales de mayor retención.

De momento, para el presente año, las proyecciones siguen marcando un nivel de producción muy fuerte, pero a diferencia del año pasado, una ligera recuperación del mercado interno, producto de un nivel de inflación más controlado, que restaría cierta presión sobre sus saldos exportables pese a que seguirán siendo elevados, al menos durante la primera mitad del año.

De acuerdo con las últimas proyecciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), publicadas en enero de este año, en 2024 Brasil incrementaría su producción de carne vacuna en unas 275.000 toneladas anuales, alcanzando los 10.835 millones de toneladas (Mt). Sin embargo, el consumo doméstico absorbería 198.000 toneladas de dicho crecimiento, incrementando solo 77.000 toneladas su saldo exportable a unos 2.975 Mt.

En 2023 la producción ganadera brasileña marcó un nuevo récord por segundo año consecutivo. De acuerdo a la evaluación de investigadores del CEPEA (Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada), de la Universidad de San Pablo, los datos preliminares de faena y producción publicados por el (IBGE) confirman la percepción de que en 2023 la oferta efectivamente resultó superior a la demanda, lo que determinó el comportamiento predominantemente bajista de los precios del ganado y de la carne a lo largo de todo el año.

De acuerdo con esas estadísticas, el volumen de carne producido en 2023 aumentó en 900.000 toneladas respecto de 2022, mientras que las exportaciones aumentaron apenas 23.000 toneladas. Por tanto, este “excedente” se volcó al mercado interno, generando un importante ajuste por precios. Según el Indicador de Ganado en Pie CEPEA fue del 12%.

Brasil representa el 60% de las exportaciones totales que salen del Mercosur, por lo que la mayor o menor presión que pueda generar en el mercado de exportación resulta sumamente relevante. Los valores para el novillo pesado tipo exportación muestran que Brasil es sumamente competitivo. 

Desde el comienzo de año a la fecha, la referencia para el novillo gordo en San Pablo retrocedió 6% en dólares, para ubicarse en torno a US$ 3,13 por kilo en gancho y consolidarse con el valor más bajo de la región.

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La combinación de especies para estabilizar la producción de pasturas

By Cristina Fumero,

Con 14 nuevos materiales incorporados en este 2024, Agrofuturo amplía su paleta de productos y consolida un portafolio desarrollado para atender la demanda uruguaya 

El ingeniero agrónomo Pablo Civetta, director de Agrofuturo destacó a VERDE, la importancia de estabilizar la producción de forraje mediante la combinación de especies que cubran diferentes nichos de producción, resaltando la utilización de genética nacional y del exterior, fundamentalmente de Australia. 

Agrofuturo tiene varias líneas de trabajo, dentro de las que se incluyen los bio- estimulantes, los productos para control biológico, la línea de semillas de cultivos de verano con la representación de Advanta Semillas y las especies forrajeras para las siembras de otoño. 

En forrajeras, “la estrategia ha sido seleccionar lo que se entiende es mejor para las condiciones de los sistemas pastoriles de Uruguay, basados en la experiencia de más de 20 años de Agrofuturo trabajando en el mercado. Ya sea con genética nacional, de la región, o de zonas más lejanas”. En este sentido destacó que se busca genética australiana ya que, por el clima y el ambiente, tiene muchas similitudes con Uruguay, así como las de mejor adaptación de Nueva Zelanda, Europa y EEUU. 

La selección genética se hace buscando productos que se destaquen por su producción y calidad. “No necesariamente tiene que ser el que más materia seca produce, ni el que más calidad tiene. Puede ser una combinación de ambos, buscando cubrir los nichos”. Agregó que tratan de “correr esos picos de producción donde todas las forrajeras producen”, buscando producciones más tempranas en otoño-invierno, o especies largas para cuando, por ejemplo, “las festucas pierden calidad por su pasaje a estado reproductivo”. 

Puntualizó que “hay algunos raigrases de genética australiana que están verdes hasta fines de diciembre. Buscamos tener ese tipo de herramientas combinadas, para tratar de estabilizar la producción de forraje”.

La base genética nacional está compuesta por Achicoria INIA Nova; la alfalfa INIA Charrúa, destacada por su mayor relación hoja/tallo y la avena sativa de pastoreo INIA Capella, con un ciclo muy largo no común en este tipo de avenas. 

Dentro de la base australiana remarcó que desde el 2024 hay en el mercado dos festucas y un dactylis, al tiempo que estimó que el próximo año se sumarán algunos raigrases. De Nueva Zelanda cuentan con dactylis, raigrás perenne y festulolium, mientras que de Europa destacó una festuca de ciclo muy largo, que “mantiene mucha calidad, aún en épocas en donde las festucas tradicionales se endurecen; todo esto sin hipotecar su producción invernal”.  Y de EEUU se trabaja en raigrás y festucas. 

Previo al lanzamiento de los materiales, Civetta sostuvo que se testea todo bajo pastoreo en el campo experimental El Lucero que posee Agrofuturo en Colonia Valdense (Colonia). “Se pastorea permanentemente con ovinos, generando situaciones complicadas para lograr producción y persistencia”. Agregó que lo que buscan son especies perennes que performen bien pero que también duren “un poco más de lo que estamos acostumbrados”. 

Subrayó que de esta forma fue que encontraron la festuca mediterréanea Charlem, que tiene una excelente producción invernal y una supervivencia destacada. Además, resaltó la festuca Pastoral, una variedad continental que se ha destacado luego de los veranos secos.  

“Uruguay mira mucho a Oceanía y ahí hace mucho foco en Nueva Zelanda, donde son muy buenos con las especies forrajeras y los sistemas pastoriles, pero con condiciones bastante más frescas que las nuestras y lluvias más regulares, sobre todo en la Isla Sur”. Remarcó que por eso Agrofuturo hizo una apuesta fuerte en Australia donde las condiciones son más similares a las de Uruguay en temperatura y lluvias.  

Si bien en el área de forrajeras la empresa tiene una apuesta importante en el mercado doméstico, desde la concepción de la división forrajeras de Agrofuturo, se pensó en el mercado exterior, con exportaciones de productos y con contratos de multiplicación específicos. “La exportación depende de los años y de los productos, por lo que va variando, pero es una unidad de negocios programada ya que se hace bajo contrato de producción. Se traen las semillas madre exclusivamente para multiplicar, y toda la producción se va para el país de destino”. 

En la búsqueda de soluciones al productor, la empresa está desarrollando Blends Forrajeros que son mezclas de especies que se ofrecen bajo una denominación particular, “es una mezcla homogénea, tratada y embolsada. Si bien algunas pueden ser hechas por el productor en el campo, con esta solución el productor se libera de esta tarea y recibe el producto terminado y listo para sembrar”. Dentro de la propuesta “tenemos Beef Mix, que es una festuca continental con dactylis, y Milk Mix, que es una mezcla de falaris y dactylis”. 

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El cultivo de trigo en Uruguay tiene una brecha de rendimiento de 40%

By Cristina Fumero,

La información de la evaluación de cultivares y el promedio nacional muestra que hay espacio para seguir subiendo la productividad; manejo y genética son relevantes

Hay posibilidades de “seguir aumentando los rendimientos promedios” del trigo en Uruguay, porque “al analizar la productividad que surge de la Evaluación de Cultivares INIA-Inase versus el rinde promedio nacional se observa una brecha de 40%”, dijo a VERDE, el ingeniero agrónomo Marcelo Ferreira, gerente de Semillas de Barraca Erro.

El invierno pasado el cultivo logró un récord, al superar los 4.500 kilos por hectárea. “Los últimos cuatro años del trigo fueron los de mayor productividad de la historia, lo que nos lleva a pensar en un nuevo ciclo de aumento de los rendimientos”, acotó.

Ferreira señaló que una buena referencia para estimar los potenciales son los ensayos oficiales, donde se realizan las mejores prácticas de manejo en un ambiente controlado. Allí los cinco materiales de mayor rinde “logran potenciales de 10.000 kilos por hectárea y un rinde alcanzable de 8.000 kilos por hectárea”, sostuvo. “Si lo comparamos con el rendimiento promedio país de la zafra 2023, estaríamos con un diferencial de rendimiento en torno al 40%, datos que también coinciden con nuestra red interna de ensayos”, agregó.

Explicó que en Uruguay “hubo muchos productores que cerraron con promedios de 6.000 y hasta 7000 kilos por hectárea”. Señaló el caso de una chacra de 280 hectáreas que alcanzó los 8.100 kilos, de muy buena calidad panadera, con la variedad DM Catalpa. En esos casos la brecha “es mucho menor”, sin duda hay espacio para seguir aumentando la productividad a nivel país.  

Consideró que uno de los principales desafíos del cultivo es “seguir trabajando para disminuir esa brecha de rendimiento mediante la incorporación de variedades de alto potencial y prácticas de manejo en un mayor número de productores, para seguir escalando en los rindes y subir la media país”. 

El ingeniero agrónomo recalcó que la fertilización nitrogenada “es una práctica de manejo de alto impacto”, porque se trata de “una inversión que paga con kilos y calidad”. Es algo que “se debe seguir ajustando, quedó evidenciada su importancia en la zafra anterior”, dijo. 

La sequía del verano y la pérdida de cosecha provocó condiciones favorables para la mineralización de los suelos, que “generaron un plus de nitrógeno, beneficiando a todas las áreas de cultivo y también a los productores que siguen una estrategia de menor fertilización nitrogenada. Se demostró que la inversión en nitrógeno es muy rentable, porque aumentan los rindes y la calidad”, señaló.

Ferreira indicó que durante la zafra pasada “si bien el clima acompañó, hubo otros factores que permitieron capitalizar en mayores rendimientos las buenas condiciones climáticas, que si bien fueron favorables, no escapan a la tendencia histórica”. Allí sobresale el progreso genético, que sumado a mejoras en el manejo del cultivo asociado a la fertilización, especialmente al uso de mayores cantidades de nitrógeno “han permitido capitalizar en mayores rendimientos. Sin duda hay mejores variedades y un mejor manejo asociado”, sintetizó. 

LA CAMPAÑA 

La zafra de invierno 2023-2024 “fue buena –en términos generales–, hubo cultivos por encima y por debajo de las expectativas como ocurre habitualmente en Uruguay”, dijo. La diversificación de cultivos de invierno con trigo, colza y cebada “es una de las grandes fortalezas de las últimas zafras”, resaltó.

Explicó que “es muy beneficioso desde el punto de vista agronómico, por la rotación, el control de malezas, el aporte de volumen y tipo de rastrojo, el cambio de sistemas radiculares que minimizan los problemas de compactación, erosión, mejoran la infiltración y bajan los riesgos sanitarios”. Además de “jugar un papel sumamente importante desde el punto de vista económico”. 

Los mercados se caracterizan por su “alta variabilidad, no solo entre años sino también dentro de la misma zafra, como se vio recientemente. Hay mucha volatilidad de precios, es clave tener un precio objetivo y en los momentos que llegue la oportunidad capturarlo, por lo menos para ir cubriendo los costos del cultivo. En esta zafra hubo muy buenos precios, que en algunos casos se lograron capturar”, acotó.

Ferreira recordó que en el comienzo de 2023, cuando se analizaba el plan de siembra, “se pronosticaban condiciones climáticas que no eran tan buenas para los cereales de invierno, por la presencia de lluvias durante la primavera, algo que finalmente no ocurrió y tuvimos muy buenos rindes de los trigos”.

LOS MATERIALES

Ferreira comentó que para analizar el mercado y la preferencia de los productores “tenemos una muestra que representa más del 30% del área del país, son unas 100.000 hectáreas sembradas con variedades Don Mario, que es la genética más sembrada de Uruguay”. Al elegir una variedad los productores “priorizan el potencial de rendimiento, pero sin descuidar la calidad” panadera, porque “sino las opciones comerciales disminuyen y se ve afectada la rentabilidad del negocio”. 

Dentro de los lanzamientos aparece DM Araucaria, una variedad de ciclo intermedio-largo, que se siembra en mayo. “Es un ciclo que no teníamos en nuestra oferta y permite arrancar la siembra más temprano, sin detrimento en rendimiento ni en calidad”, explicó. También se suma DM Catalpa, “un ciclo intermedio que lideró la red oficial en rendimiento y tiene una excelente calidad panadera; es una variedad Urutrigo”, agregó.

Además, dijo que se sumó DM Aromo, un ciclo intermedio corto, que “viene a sustituir a Ceibo, uno de los materiales intermedios más sembrados del país. Sanitariamente se estaba complicando y era necesario encontrar una variedad con las mismas características pero con mejor sanidad”. 

La paleta se completa con DM Pehuén, “un ciclo intermedio, con alto potencial y estabilidad en gran diversidad de ambientes”. En tanto, DM Audaz “está pensado para cerrar los planes de siembra, es el ciclo corto de más potencial, con calidad panadera Urutrigo”.

COLZA 

Ferreira sostuvo que durante la zafra de invierno anterior la colza “no tuvo buenas condiciones de siembra, hubo falta de humedad, presencia de insectos y  hoy no tenemos opciones insecticidas para el tratamiento de semillas. Hubo un carry de herbicidas aplicados en los cultivos de verano, al no llover su persistencia en suelo fue mayor, y todo esto impactó negativamente en la implantación del cultivo”. 

Desde el área de investigación y desarrollo (I+D) de Erro “tenemos medido  que si no se logra una buena implantación del cultivo se compromete el potencial desde el arranque, se hace muy difícil que logre compensar durante su desarrollo”. A esto se suma que el otoño-invierno fue “relativamente más caliente y afectó principalmente a las colzas invernales que venían con una escalada de rendimiento versus las primaverales. Esto se vio reflejado en desórdenes fisiológicos que provocaron una floración despareja y tardía. El panorama se agudizó por la presencia de un nuevo virus (TuYV). Toda esa situación hizo que se atrase la cosecha, se llegó a cosechar a mediados de diciembre, con caída en rendimiento y porcentaje de aceite”. 

“No fue un año colcero, hubo alta variabilidad, de 600 a 3.000 kilos por hectárea, con un promedio entre 1.600 y 1.700 kilos. Le tocó todo en contra a la colza, como en otros años le tocó al trigo y/o la cebada”, describió. 

De todos modos, Ferreira consideró importante mantener la diversificación e incluir la colza en el sistema, por los beneficios que genera en la rotación, al tener un “mercado transparente y una demanda que firme”. 

Informó que Erro presentará dos materiales invernales: Duke y Beatrix CL. “Son híbridos superadores en rendimiento y tecnologías asociadas, como la PSR, que permite una cosecha directa, sin pérdidas por desgrane e inocua, por no tener la necesidad de utilizar herbicidas precosecha, además de resistencia al virus TuYV y mayor protección con Phoma”, comentó. 

De la mano del crecimiento del maíz de primera “vemos a las colzas invernales como un gran socio. Hay una oportunidad y un espacio para aprovechar en esos planteos generados”, dijo.

En primaverales el portafolio se compone por los híbridos ya sembrados en el país, como Hyola 575 CL, Curry CL y se suma Hyola130, un ciclo corto, “de altísimo potencial de rendimiento”, señaló. Destacó que Curry CL “es una muy buena alternativa para comenzar la siembra de las primaverales a mediados de abril, sin correr riesgo de daño por heladas tardías en floración”, concluyó.

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