Rafael Sosa (Austrey): cuando “no tenés un buen número, tenés que mirar” las otras bondades
Rafael Sosa, director de Austrey, describió el sistema productivo de la empresa que está radicada en Durazno, y que maneja 22.000 hectáreas entre agricultura y ganadería
Austrey es una empresa agrícola-ganadera que está instalada en Durazno. Se fue desarrollando primero en agricultura y después en ganadería. La base de su área agrícola en los últimos años oscila en torno a 14.000 hectáreas físicas, con un desarrollo muy importante de la ganadería en los últimos dos o tres años, con un corral y un sistema de cría a campo natural. El área ganadera es de unas 7.000 hectáreas.
“La idea es aumentar el área, pero es difícil conseguir campo”, comentó a VERDE el director de la empresa, Rafael Sosa. De todos modos, destacó que “hemos logrado construir relaciones de largo plazo con los propietarios de los campos. Antes pasaba que te cambiaban por otro que ofrecía más kilos de soja, pero hoy se los puedo dar o por las condiciones que le ofrezco nos mantenemos. Son muy pocos los campos que salen de la empresa, pero también son pocos los que entran. Hoy en día hay mucha menos rotación”.
El empresario explicó que el negocio agrícola y el ganadero “son muy diferentes en los tiempos, en la dinámica, pero después de estabilizar la parte agrícola, es relativamente sencillo poder combinar los rubros, ya sea por producción de granos o de forraje”.
Comentó que “para Austrey destinar 1.000 o 1.500 hectáreas de forraje a la ganadería no es una complicación. En ese volumen de siembra pasa muy desapercibido. A un ganadero quizás le podría costar mucho hacer comida para el ganado, pero a nosotros nos resulta relativamente sencillo”.
De todos modos, admitió que “hoy en día los números están justos por todos lados, pero se logra una sinergia interesante” entre agricultura y ganadería. “Son producciones que hay que mirarlas a largo plazo, con distinta dinámica. Cuando uno mira las empresas más grandes, más desarrolladas, ve que combinan agricultura y ganadería”, señaló.
Explicó que esta combinación “surge de la renta de campos agrícolas-ganaderos, donde se hace agricultura y tenés que hacer sí o sí los dos rubros. Esto nos brinda una ventaja competitiva. Aunque también lleva otra estructura de trabajo, porque el manejo de la parte ganadera debe estar aceitado. Los dueños de campo nos comentan que es mejor tener un solo arrendatario”.
El productor afirmó que “no hay campos para arrendamiento” y por eso “la prioridad tiene que ser seguir mejorando campos agrícolas”, y cuando se encuentra un campo agrícola con área ganadera, sigue siendo un área ganadera inferior. No encontramos una estancia completa para decir que en estos buenos campos recrío o hago praderas, por lo general ya están en agricultura. Y la apuesta es buscar algún campo donde se pueda hacer una recría a campo, con praderas”.
Detalló que los campos donde produce tienen partes buenas, que se usan para agricultura, y “en el resto se termina haciendo cría, que es lo que tenemos en campo natural, porque allí no se pueden hacer mejoras, praderas o verdeos”.
En esas áreas se aplica un sistema de destete precoz, donde la vaca cría el ternero solo por dos meses y medio. “Creemos que es la forma de optimizar ese tipo de suelos. Actualmente la empresa cuenta con 3.500 vacas de cría. De ahí los terneros pasan directamente al corral, de acuerdo al mercado, al momento o la comida, o se apunta mucho al abasto o a la exportación”, detalló.
Sosa comentó que, de acuerdo a lo que ocurrió en los últimos años con la suba de precios en el mercado de reposición, “para el corral un aspecto importante es poder abastecerse de ganado propio”. Dijo que eso todavía no lo logró, por eso tiene la idea de aumentar el rodeo de cría.
Confirmó que la compra de reposición “muchas veces se torna riesgosa, los negocios de los últimos tiempos lo han demostrado”. Y planteó que “así como existe un seguro agrícola, en lo referente a ganadería, un buen seguro es tratar de producir en un corral con un 60% o 70% de reposición propia”, porque “muchas veces pasa que comprás reposición y a los dos meses no sabés si compraste bien o mal”.
Agregó que aplicando el sistema de destete precoz “puede hacerse algo de recría en algún puente verde, o en algún campo que va ingresando, y la primera cabeza de rotación es un verdeo para poder aprontarlo para agricultura, así se le da mucho dinamismo a la ganadería, que tiene tiempos mucho más lentos que la agricultura. Con eso se aceleran los procesos”.
Comentó que están vendiendo novillos con cortes de exportación al “año y medio de vida, o un poco más. También hay que considerar que una recría a corral no es un costo menor, pero se va afinando y se va logrando”.
EL CORRAL
El corral de Austrey tiene capacidad para 3.000 animales de forma instantánea, aunque “no ha estado completo, se ha utilizado mucho como herramienta (para aumentar kilos) y no tanto para terminación”, explicó Sosa.
Está operativo hace dos años, “es relativamente nuevo, es una parte de la empresa que genera un porcentaje importante de los ingresos. Con el tiempo hay que darle estabilidad a la ganadería y a la agricultura, y eso sería fundamental para tener volúmenes, mantenerse y proyectarse”, comentó Sosa.
Agregó que “han entrado vaquillonas para llegar a los kilos de entore, este año como la primavera vino un poco seca llegué a hacer la inseminación en el corral. Después que el ganado sabe estar encerrado es muy fácil encerrarlo un par de meses y lograr los objetivos”.
Explicó que “en estos últimos años el costo de tener un animal encerrado fue muy alto. Es muy interesante cómo en esos períodos puntuales logras darle kilos que le dan a la categoría o al objetivo un sostén en el tiempo”. A propósito, destacó que esa herramienta permite recriar vaquillonas para que lleguen a la inseminación con los kilos necesarios.
En el caso de los machos comentó que “es diferente”, porque “prácticamente no salen del corral, van del destete precoz directo al encierro, hasta su terminación”. Aunque “el objetivo es poder recriar afuera, algo que hoy no estamos haciendo, dándole el dinamismo para que dentro de un año y medio o dos años salga un novillo gordo”.
LAS RENTAS
Sosa planteó que “hay muchas medidas que buscan estabilidad, y se termina resignando rentabilidad”. En tal sentido, señaló que “recriar a corral es muy costoso, pero sigue siendo más eficiente que producir un ternero a campo natural, en un área muy inferior al promedio en Uruguay, cuando las rentas son de 50 kilos de carne por hectárea. Hace 10 años 40 kilos de carne por hectárea ya era una muy buena renta”.
Agregó que “lo mismo ocurre con la renta agrícola, en Durazno se pagaban 400 o 500 kilos (de soja por hectárea) y hoy se habla de 600 kilos”. Por eso, sostuvo: “no veo que las rentas vayan a ser un factor de corrección económica, ni en una ecuación ganadera ni en una agrícola”.
Analizó que “el motivo es que sigue habiendo mucha demanda de empresas a las que no se les ve el verdadero anclaje en el sector. Las empresas grandes siguen con visión de crecimiento, a las chicas se les está haciendo bastante más complicado. Cuando digo chicas me refiero a empresas con menos de 1.000 o 1.500 hectáreas. La economía de escala está pesando mucho”.
Afirmó que “el que puede blindarse es el productor grande, y blindarse implica más costos de producción, pero que dan más estabilidad, al momento de vender o de comprar insumos”. Aseguró que “el entorno está mirando mucho más eso. Una empresa que está solvente, que es grande, por la economía de escala, por el volumen que trabaja, logra otras cosas que el productor chico lamentablemente hoy no puede lograr”.
Por otra parte, Sosa consideró que “hoy es muy difícil proyectar márgenes, en ganadería y en agricultura. El clima tiene una preponderancia que cada vez es más importante, ya hay anuncios de una primavera seca, y esa planificación muchas veces la puede llegar a lograr o ejecutar quien planifica con mucho tiempo, o quien tiene espalda para poder hacerlo. El productor chico tiene que ir sí o sí cultivo a cultivo, buscando financiarse, y eso lleva muchas veces a que pueda equivocarse”.
EL MOMENTO
El empresario comentó que en la región centro de Uruguay los cultivos de invierno son básicamente trigo y colza, ya que prácticamente no se siembra cebada, “por problemas de implantación”.
Al analizar los números, estimó que “el área de invierno debería bajar, pero quiero ver si realmente bajará. Primero hay que ver cómo se cierra el cultivo de verano de este año y cómo afecta a cada empresa, porque en muchos casos se precisará buscar un agente financiero. Analizando el panorama, el área de invierno debería bajar, pero no tanto, porque no creo que todos puedan resignar área de invierno para irse a un cultivo de verano”.
Señaló que “este año no se aprovechó como se debía las oportunidades de venta en soja o de maíz. El tema es que venimos con la foto del año anterior, una experiencia que te queda muy marcada y está muy presente. Eso afectó la toma de decisiones del productor y perdimos oportunidades de tomar precios que fueron muy importantes”.
Recordó que “el año pasado no hubo soja, en muchos casos se comprometió un volumen físico y al no poder entregar el grano tuvo que pagar un washout, pero hay una cantidad de herramientas que permiten ir captando precio sin comprometer la entrega de producto físico. Pero ahí volvemos al mismo tema, esas herramientas están disponibles para los productores más grandes. A mí, que soy un productor un poco más grande, me llaman cinco para ofrecerme esas herramientas, pero quizás al productor chico no se las ofrecen”.
Por eso, el director de Austrey insistió en que “al productor chico se le está volviendo cada vez más difícil generar un margen, y eso lo obliga a arriesgarse más en las decisiones. Y este es un sistema muy sensible, cuando alguien no puede cumplir con las obligaciones, los eslabones en agricultura o en ganadería son muy cortos, y cuando revienta uno repercute en todos lados”.
Opinó que “dentro de un mes (fines de marzo) tendremos resuelto cómo seguimos. No habrá nada seguro, ni rentabilidades, ni de cómo será la próxima primavera desde el punto de vista climático”.
LA REALIDAD DE LOS NÚMEROS
“Muchas veces escucho que salen ganados de los puentes verdes, pero me parece que eso ya casi no se hace, porque compromete al cultivo siguiente. El puente verde comienza a producir en setiembre u octubre, que es cuando los animales realmente ganan peso, y ahí ya tendrías que estar con un barbecho pronto”, comentó Sosa.
El director de la empresa destacó que “la estabilidad del trigo con respecto a otros cultivos de invierno en esta zona es notoria”. Recordó que “se produjo mucho trigo el año pasado, pero fue un cultivo de mucho movimiento y poco margen. Quedó mucho trigo en las plantas, los molinos no van a presionar y por eso le tengo miedo al verdadero valor del trigo el año que viene”.
También planteó que “el punto de equilibrio es muy alto, porque los insumos no creo que sean un factor de corrección tan importante como para que el número cierre. Si hablamos de un punto de equilibrio de 4.500 kilos (por hectárea), tiene que ser un año muy bueno, con un paquete tecnológico muy desarrollado y ofensivo para lograr ese promedio”.
Sobre la colza, dijo que la debilidad del cultivo es su “inestabilidad”. Comentó que “si bien es un cultivo que se ha ido conociendo, se sigue aprendiendo, y se han logrado resultados interesantes, no tenemos la certeza de obtener 2.000 o 2.500 kilos (por hectárea), productividad que aportaría un número un poco más atractivo”. Agregó que su empresa siembra colza y “ha logrado esos rindes, pero ha costado estabilizar esa productividad”. Y señaló que el atractivo de la colza “sigue siendo la oportunidad de implantar el cultivo de verano en una fecha mucho más certera que después del trigo”.
También marcó una diferencia entre las colzas invernales y las primaverales, que “no son lo mismo”. Planteó que “la colza invernal es otro cultivo, otro paquete tecnológico. Tenemos mucho por aprender, se han visto resultados muy interesantes, como los de la zafra 2022-2023. La seguridad de lograr un número en la colza invernal no está, porque tiene más costo, y no ofrece la seguridad del trigo”.
Comentó que “al manejo se le agarró la mano, pero en los híbridos todavía no, y ese es un tema a tener en cuenta, porque un error en el paquete puede significar un golpe importante. A lo que pasó en la zafra pasada hay que mirarlo con atención”.
LA MIRADA A LARGO PLAZO
Sosa insistió en la importancia de mirar el largo plazo, más allá de la rentabilidad. “Quizás no tengamos un buen número, pero tenemos que mirar las bondades de un rastrojo de trigo, de maíz o de colza, porque sabemos que nos va a favorecer el año que viene o el otro. Cuando no tenés un buen número tenés que mirar las otras bondades; sino tenés que darte vuelta y no hacer nada”, dijo.
Si bien –como mencionó anteriormente– aún no definió el área de siembra de la próxima zafra, Sosa estimó que sembrará lo mismo o 10% menos que el año pasado. El área de doble cultivo de Austrey ocupa 40% del total. “En los últimos años el resultado venía siendo superior, ahora hay que ver la parte climática. La contra del doble cultivo es el riesgo de la implantación del cultivo de segunda”, comentó.
Los cultivos que siembra son: colza invernal y primaveral, trigo, algo de cebada para el corral, maíz de primera y de segunda, y soja. Comentó que el maíz se produce para el corral y para terceros, porque “Durazno se ha convertido en un núcleo de mucha demanda de maíz, para corrales y tambos”.
Agregó que eso “nos ha permitido enfocarnos como cabeza de rotación. Barbecho, subsolador, maíz de primera, luego colza –invernal o primaveral–, maíz de segunda y después soja. Lo encaramos como cabeza de rotación, básicamente por el subsolador, que es una herramienta que se está usando muchísimo, que mejora muchas condiciones”.
En verano el maíz ocupa entre 20% y 25% del área. La empresa siembra unas 13.000 hectáreas de verano, donde hay 10.500 hectáreas de soja y el resto es de maíz, entre cultivos de primera y de segunda.
LA EVOLUCIÓN PRODUCTIVA
El productor remarcó que “se nota una evolución de la productividad de los cultivos. La genética en algún cultivo llama la atención, sobre todo en trigo y maíz, siempre acompañado de un paquete tecnológico interesante”.
Sobre el trigo, dijo que “cerramos campos con más de 7.000 kilos por hectárea, algo que nunca se había visto acá. Ya el año anterior había sido muy interesante. No vemos que el trigo se caiga en rendimiento”.
Sin embargo, “en soja se ve un desarrollo en la parte sanitaria y de malezas, pero no hay variedades que aseguren un aumento del rendimiento. Es muy dependiente del clima y aquí en la zona andan entre 2.300 y 2.700 kilos por hectárea, no se sale de eso”.
Insistió que “en otros cultivos se ve una evolución de los rendimientos. En trigo hace 10 años sacábamos 3.500 kilos y era espectacular, pero hoy en día si no rinde 5.000 o 5.500 kilos ya es un rendimiento bajo. Lo mismo con el maíz. El año pasado, con una seca muy importante, se lograron 4.500 kilos de promedio. Hace unos años, en estas circunstancias, se producían 2.000 kilos o nada”.
También destacó que los paquetes tecnológicos “están al alcance de la mano” y que las empresas están viendo que “la mejor opción es producir muchos kilos por hectárea, aunque cueste más y el precio no sea bueno”. Agregó que la mayoría de las empresas agrícolas arriendan los campos donde producen, y que “el propietario ve que el campo se cuida cuando se hace mucha rotación de cultivos, y se hacen muchos cultivos en un corto período; esa es la mejor defensa para el sistema”.
“Las ecuaciones se van acomodando, pero lo complicado es cuando no tenés producción de kilos por hectárea, no tenés dinamismo de rotación o cultivos que te aporten. Pero hoy están los paquetes tecnológicos al alcance de la mano, la información, los vendedores de insumos y de semillas se han profesionalizado mucho”, valoró.
Sosa opinó que la profesionalización “fue de las cosas más interesantes y rápidas que se han dado”, algo que es más evidente en la agricultura que en la ganadería, por su dinamismo.
Reconoció que en muchos aspectos la ganadería “sigue siendo muy tradicional”, pero señaló que “se han incorporado herramientas como el corral o el mejoramiento genético”. En esa línea, comentó que “vas por la ruta y ves que el ganado es muy bueno, puede haber algo inferior, pero es más por falta de comida que por genética”.
Lo mismo ocurre con la maquinaria, donde la tecnología que hay en Uruguay “es llamativa con respecto a la región”, destacó Sosa. Afirmó que “Uruguay ha hecho una apuesta muy grande. Por eso nos pesan mucho los costos, pagar servicios y a veces no tenés señal de internet. Hoy podés controlar siembra y cosecha sentado en una oficina y el resultado es 100% exacto”.
“La tecnología está, la falta de personal nos lleva a aumentar el tamaño de las máquinas, a pesar de los problemas de conectividad que hay en el país, que no permite utilizar todas sus prestaciones. A veces no podés hacer una fertilización variable por este tipo de problemas”, comentó.
LO QUE PUDO SER Y NO FUE
Austrey viene trabajando “desde hace mucho tiempo con seguros de inversión en cultivos, que generan un costo que no tiene sentido”, comentó su director. Agregó que las empresas que financian a un agricultor mediano le exigen ese seguro, que “es más para ese financista que para el productor” y, por lo tanto, “ese seguro no es parte del sistema”.
“He cuestionado mucho al sistema en general. Esos US$ 35 o US$ 50 (por hectárea) son muchísimo para un productor chico, y es solo para el que financia los insumos, ahí no está incluido el dueño del campo, el panadero, el tornero, ni el productor”, dijo.
“Este es el sexto año que aseguramos. La apuesta siempre fue tratar de blindar la mayor cantidad de actores del sistema, al dueño del campo, al que nos vende los insumos, a nosotros mismos, resignando rentabilidad. Ha costado muchísimo, pero el tamaño nos ha permitido que el seguro de inversión vaya al 100%. Eso lo logré el año pasado, pero después de lo que ocurrió (por la sequía) este año no lo conseguí. Ahora contratamos un seguro importante, pero con un costo muchísimo más alto, el respaldo bajó 35% y el costo subió 20% o 25%”, detalló.
Sosa advirtió que “si no se encaran estos problemas, con la agricultura pasará lo mismo que ocurrió con la producción ovina, rubro en el que hubo productores con muchísimo peso hace 30 años. No hubo una apuesta a un rubro que es espectacular. Faltó visión. Algo similar está ocurriendo con las políticas de seguros”.
Fue enfático al señalar que “está pasando gente con incidencia a nivel político y termina siendo intrascendente. Cuando tenés un cargo y un tema que está ardiendo sobre la mesa, como es este, deberías haber ido mucho más al hueso para lograr avanzar en estas cosas y eso no ocurrió. Y pasó un año, como el anterior, cuando las aseguradoras salieron a decir lo que habían perdido, pero no salieron los años anteriores o este año a decir lo que ganaron”.
“Faltó quién agarrara ese fierro caliente. Hubo intenciones, reuniones, pero en definitiva no quedó nada sobre la mesa. El año pasado no llegábamos a un tercio de los productores asegurados, veníamos de dos años muy buenos. Pero si llega a pasar lo mismo en el verano que viene, impacta primero en el pueblo de 5.000 personas, después en las capitales departamentales, y cuando llega a Montevideo ya estamos embarcados en otra zafra”, agregó.
Reclamó que se tomen medidas porque “la economía del país se resiente”. Dijo que la agricultura “es un rubro muy importante en el dinamismo del interior”. Reconoció que “todos los sectores están demandantes, que hay miles de problemas, miles de prioridades”, pero afirmó que “el interior funciona en base a la ganadería y la agricultura”.
RECURSOS HUMANOS
Otro aspecto que preocupa a Sosa es la falta de recambio generacional en los recursos humanos. “Hay un tema que para mí será clave. No veo recambio generacional de operarios”, dijo. Y analizó que no se trata de un tema económico, de remuneración o capacitación, sino que “se requiere de algo más, y no sabemos qué es”.
Dijo que el sistema que aplica la forestación, donde se ofrecen traslados en un micro, que lleva y trae a sus operarios al campo, para que vuelvan todos los días a la ciudad, “es algo que en la agricultura nos resulta muy difícil, porque hay lugares y momentos que no nos permiten volver todos los días”.
Señaló que “en una zafra hay momentos muy intensos, cuando una hora es mucho. Se rompen máquinas y hay que tener repuestos al lado, hay que resolver los problemas enseguida, sino se pierde producción”.
“Veo con orgullo el desarrollo de los muchachos que trabajan con nosotros, gente que venía en bicicleta y hoy tiene un auto, una linda casa, a los hijos estudiando. Pero no encuentro recambio, son los mismos de hace 10 o 15 años. No hay gente de 20 años, si aparece alguno invertís en capacitarlo y después no quiere seguir”, dijo el director de Austrey, empresa donde trabajan unas 50 personas.
Nota de Revista Verde N°113