El cultivo de trigo en Uruguay tiene una brecha de rendimiento de 40%
La información de la evaluación de cultivares y el promedio nacional muestra que hay espacio para seguir subiendo la productividad; manejo y genética son relevantes
Hay posibilidades de “seguir aumentando los rendimientos promedios” del trigo en Uruguay, porque “al analizar la productividad que surge de la Evaluación de Cultivares INIA-Inase versus el rinde promedio nacional se observa una brecha de 40%”, dijo a VERDE, el ingeniero agrónomo Marcelo Ferreira, gerente de Semillas de Barraca Erro.
El invierno pasado el cultivo logró un récord, al superar los 4.500 kilos por hectárea. “Los últimos cuatro años del trigo fueron los de mayor productividad de la historia, lo que nos lleva a pensar en un nuevo ciclo de aumento de los rendimientos”, acotó.
Ferreira señaló que una buena referencia para estimar los potenciales son los ensayos oficiales, donde se realizan las mejores prácticas de manejo en un ambiente controlado. Allí los cinco materiales de mayor rinde “logran potenciales de 10.000 kilos por hectárea y un rinde alcanzable de 8.000 kilos por hectárea”, sostuvo. “Si lo comparamos con el rendimiento promedio país de la zafra 2023, estaríamos con un diferencial de rendimiento en torno al 40%, datos que también coinciden con nuestra red interna de ensayos”, agregó.
Explicó que en Uruguay “hubo muchos productores que cerraron con promedios de 6.000 y hasta 7000 kilos por hectárea”. Señaló el caso de una chacra de 280 hectáreas que alcanzó los 8.100 kilos, de muy buena calidad panadera, con la variedad DM Catalpa. En esos casos la brecha “es mucho menor”, sin duda hay espacio para seguir aumentando la productividad a nivel país.
Consideró que uno de los principales desafíos del cultivo es “seguir trabajando para disminuir esa brecha de rendimiento mediante la incorporación de variedades de alto potencial y prácticas de manejo en un mayor número de productores, para seguir escalando en los rindes y subir la media país”.
El ingeniero agrónomo recalcó que la fertilización nitrogenada “es una práctica de manejo de alto impacto”, porque se trata de “una inversión que paga con kilos y calidad”. Es algo que “se debe seguir ajustando, quedó evidenciada su importancia en la zafra anterior”, dijo.
La sequía del verano y la pérdida de cosecha provocó condiciones favorables para la mineralización de los suelos, que “generaron un plus de nitrógeno, beneficiando a todas las áreas de cultivo y también a los productores que siguen una estrategia de menor fertilización nitrogenada. Se demostró que la inversión en nitrógeno es muy rentable, porque aumentan los rindes y la calidad”, señaló.
Ferreira indicó que durante la zafra pasada “si bien el clima acompañó, hubo otros factores que permitieron capitalizar en mayores rendimientos las buenas condiciones climáticas, que si bien fueron favorables, no escapan a la tendencia histórica”. Allí sobresale el progreso genético, que sumado a mejoras en el manejo del cultivo asociado a la fertilización, especialmente al uso de mayores cantidades de nitrógeno “han permitido capitalizar en mayores rendimientos. Sin duda hay mejores variedades y un mejor manejo asociado”, sintetizó.
LA CAMPAÑA
La zafra de invierno 2023-2024 “fue buena –en términos generales–, hubo cultivos por encima y por debajo de las expectativas como ocurre habitualmente en Uruguay”, dijo. La diversificación de cultivos de invierno con trigo, colza y cebada “es una de las grandes fortalezas de las últimas zafras”, resaltó.
Explicó que “es muy beneficioso desde el punto de vista agronómico, por la rotación, el control de malezas, el aporte de volumen y tipo de rastrojo, el cambio de sistemas radiculares que minimizan los problemas de compactación, erosión, mejoran la infiltración y bajan los riesgos sanitarios”. Además de “jugar un papel sumamente importante desde el punto de vista económico”.
Los mercados se caracterizan por su “alta variabilidad, no solo entre años sino también dentro de la misma zafra, como se vio recientemente. Hay mucha volatilidad de precios, es clave tener un precio objetivo y en los momentos que llegue la oportunidad capturarlo, por lo menos para ir cubriendo los costos del cultivo. En esta zafra hubo muy buenos precios, que en algunos casos se lograron capturar”, acotó.
Ferreira recordó que en el comienzo de 2023, cuando se analizaba el plan de siembra, “se pronosticaban condiciones climáticas que no eran tan buenas para los cereales de invierno, por la presencia de lluvias durante la primavera, algo que finalmente no ocurrió y tuvimos muy buenos rindes de los trigos”.
LOS MATERIALES
Ferreira comentó que para analizar el mercado y la preferencia de los productores “tenemos una muestra que representa más del 30% del área del país, son unas 100.000 hectáreas sembradas con variedades Don Mario, que es la genética más sembrada de Uruguay”. Al elegir una variedad los productores “priorizan el potencial de rendimiento, pero sin descuidar la calidad” panadera, porque “sino las opciones comerciales disminuyen y se ve afectada la rentabilidad del negocio”.
Dentro de los lanzamientos aparece DM Araucaria, una variedad de ciclo intermedio-largo, que se siembra en mayo. “Es un ciclo que no teníamos en nuestra oferta y permite arrancar la siembra más temprano, sin detrimento en rendimiento ni en calidad”, explicó. También se suma DM Catalpa, “un ciclo intermedio que lideró la red oficial en rendimiento y tiene una excelente calidad panadera; es una variedad Urutrigo”, agregó.
Además, dijo que se sumó DM Aromo, un ciclo intermedio corto, que “viene a sustituir a Ceibo, uno de los materiales intermedios más sembrados del país. Sanitariamente se estaba complicando y era necesario encontrar una variedad con las mismas características pero con mejor sanidad”.
La paleta se completa con DM Pehuén, “un ciclo intermedio, con alto potencial y estabilidad en gran diversidad de ambientes”. En tanto, DM Audaz “está pensado para cerrar los planes de siembra, es el ciclo corto de más potencial, con calidad panadera Urutrigo”.
COLZA
Ferreira sostuvo que durante la zafra de invierno anterior la colza “no tuvo buenas condiciones de siembra, hubo falta de humedad, presencia de insectos y hoy no tenemos opciones insecticidas para el tratamiento de semillas. Hubo un carry de herbicidas aplicados en los cultivos de verano, al no llover su persistencia en suelo fue mayor, y todo esto impactó negativamente en la implantación del cultivo”.
Desde el área de investigación y desarrollo (I+D) de Erro “tenemos medido que si no se logra una buena implantación del cultivo se compromete el potencial desde el arranque, se hace muy difícil que logre compensar durante su desarrollo”. A esto se suma que el otoño-invierno fue “relativamente más caliente y afectó principalmente a las colzas invernales que venían con una escalada de rendimiento versus las primaverales. Esto se vio reflejado en desórdenes fisiológicos que provocaron una floración despareja y tardía. El panorama se agudizó por la presencia de un nuevo virus (TuYV). Toda esa situación hizo que se atrase la cosecha, se llegó a cosechar a mediados de diciembre, con caída en rendimiento y porcentaje de aceite”.
“No fue un año colcero, hubo alta variabilidad, de 600 a 3.000 kilos por hectárea, con un promedio entre 1.600 y 1.700 kilos. Le tocó todo en contra a la colza, como en otros años le tocó al trigo y/o la cebada”, describió.
De todos modos, Ferreira consideró importante mantener la diversificación e incluir la colza en el sistema, por los beneficios que genera en la rotación, al tener un “mercado transparente y una demanda que firme”.
Informó que Erro presentará dos materiales invernales: Duke y Beatrix CL. “Son híbridos superadores en rendimiento y tecnologías asociadas, como la PSR, que permite una cosecha directa, sin pérdidas por desgrane e inocua, por no tener la necesidad de utilizar herbicidas precosecha, además de resistencia al virus TuYV y mayor protección con Phoma”, comentó.
De la mano del crecimiento del maíz de primera “vemos a las colzas invernales como un gran socio. Hay una oportunidad y un espacio para aprovechar en esos planteos generados”, dijo.
En primaverales el portafolio se compone por los híbridos ya sembrados en el país, como Hyola 575 CL, Curry CL y se suma Hyola130, un ciclo corto, “de altísimo potencial de rendimiento”, señaló. Destacó que Curry CL “es una muy buena alternativa para comenzar la siembra de las primaverales a mediados de abril, sin correr riesgo de daño por heladas tardías en floración”, concluyó.
Nota de Revista Verde N°113