IICA asume rol clave en la medición de huella ambiental de los sistemas
Rodrigo Saldías es el primer representante uruguayo de este organismo en Uruguay, y describió los programas en los que se trabaja con los sectores público y privado
Producción: Ruben Silvera
Redacción: Mauro Florentín
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), creado hace casi 80 años –el 7 de octubre de 1942 en Costa Rica– hace 70 años que está presente en Uruguay y tiene por primera vez a un uruguayo como representante en el país: el ingeniero agrónomo Rodrigo Saldías.
IICA es el organismo especializado en agricultura que apoya a los estados miembros para lograr el desarrollo agrícola y el bienestar rural. Brinda cooperación a los 34 países que lo integran. “Contamos con vasta experiencia en temas como tecnología e innovación para la agricultura, sanidad agropecuaria, calidad e inocuidad de los alimentos, comercio agropecuario internacional, bioeconomía, agricultura familiar, desarrollo rural, gestión de los recursos naturales y cambio climático”, según consta en su sitio web.
En entrevista con VERDE, Saldías destacó la vigencia del mandato de creación del IICA y la importancia del organismo, que viene acompañando los cambios del sistema público en Uruguay, “donde aparece el Ministerio de Ambiente, que está involucrado en muchas de las políticas o actividades agropecuarias y se suma al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP)”.
Agregó que “muchos de los temas que son relevantes para Uruguay pasan por una agenda compartida entre ambos ministerios”.
Saldías habló sobre el vínculo del organismo con el Estado uruguayo y los principales objetivos de su gestión al frente del mismo. Y resaltó proyectos concretos en el área forestal y en la huella ambiental de los sistemas de producción.
Indicó que el organismo opera en la generación, búsqueda de financiamiento y ejecución de proyectos. Otra área es el respaldo al sistema público en concretar políticas o actividades. Y también lo hace como proveedor de servicios de consultoría.
Dentro de los antecedentes del líder del IICA en Uruguay, figura su función como especialista en agronegocios en Uruguay XXI, coordinando los sectores de alimentos y bebidas, el complejo forestal-madera y en toda la cadena del cannabis, de acuerdo al sitio web del IICA.
Además, señala que trabajó como investigador adjunto de la Unidad de Economía Aplicada del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), de Uruguay.
¿Cómo opera el IICA en su vínculo con el sector público?
El IICA apoya al MGAP y a sus direcciones en distintas cosas. En algunos casos hay proyectos que vienen dados por mandatos del MGAP. Las direcciones del MGAP tienen algunas actividades y fondos, que nosotros ayudamos a ejecutar o a pensar nuevos instrumentos. El IICA co-construye, junto a las direcciones o con la cabeza del MGAP, proyectos de investigación o soluciones a algún problema. Para los proyectos de investigación se busca financiamiento, que no necesariamente es público. Y para la solución de problemas, generalmente se utiliza el presupuesto asignado a la dirección en cuestión. Lo que está pasando en Uruguay es la cercanía para construir agenda y buscar soluciones a algunas cosas que el MGAP necesita. Hay una agenda que viene dada y que se construye en conjunto. El IICA es una red de conocimiento internacional con 34 representaciones, entonces no se limita al equipo técnico que tiene en el país. La estructura del Instituto tiene una dirección de cooperación técnica, con cinco programas, que son como la agenda y la matriz del organismo. Además, hay una unidad de proyectos. Entonces, para todas las actividades podemos buscar en otras representaciones, en la sede central o en ambas instancias las capacidades.
Para apuntalar a la demanda local.
Correcto. Primero la ejecutividad, segundo es esa internacionalidad y el tercero es la objetividad de lo que se genera. Porque hacer un Instituto que si bien responde a la agenda pública no necesariamente es todo público, tiene en la construcción de la cooperación objetividad por cómo lo hace. Tiene técnicos referentes que trabajan en los proyectos, y esa cooperación genera los resultados que necesita quien nos manda o con quien nos asociamos para trabajar. Con el sector privado es exactamente igual. A veces la construcción de proyectos o la búsqueda de financiamiento viene atada a actividades, que tienen que ser objetivas para que tengan valor. Para que una empresa tenga un esquema o algo que quiera mostrar no alcanza con que diga: somos ambientalmente sostenibles y cumplimos con todo. Ahí es cuando empezamos a construir en conjunto. Ese trabajo compartido no es solo con lo público, sino que también sucede en ciertas ocasiones que es público-privado. Ahí se genera un círculo interesante de trabajo.
¿Cómo está armado el equipo de trabajo del IICA en Uruguay?
El equipo técnico tiene a Alexandra Cháves, que es licenciada en Ciencias Políticas, que se encarga de esa área y tiene algunas líneas con las direcciones del MGAP. Y desde agosto del año pasado está el ingeniero agrónomo Braulio Cantera, que es el responsable de Proyectos y del área de Sostenibilidad Ambiental. También hay consultores contratados puntualmente por diferentes proyectos u objetivos. Actualmente trabaja un consultor coordinando el Proyecto Readiness y otro se encarga de profundizar los vínculos con el sector privado. El año pasado hubo un consultor contratado para buscar fuentes de financiamiento para los proyectos de IICA. La Representación además cuenta con un área de administración con tres funcionarios, las secretarias del equipo técnico y la Representación, así como también un licenciado en Comunicación. En Uruguay se administran los proyectos ejecutados por la Representación, así como también acá tiene su sede el Consejo Agropecuario del Sur (CAS), que lo integran los ministros de Agricultura de la región, y que tiene tres ámbitos: REDPA (políticas agropecuarias); el de Sanidad Animal, comprendido en el Comité Veterinario Permanente (CVP); y el del sector de Servicios Agrícolas, integrado en el Comité de Sanidad Vegetal (COSAVE).
¿Qué ejemplos concretos hay de trabajos entre el IICA y el MGAP y otras instituciones públicas?
La Dirección Forestal está coordinando la Comisión Honoraria de la Madera, que está integrada además por representantes académicos, los ministerios de Industria, de Vivienda y de Ganadería. El año pasado con la Dirección Forestal elaboramos en conjunto algunos proyectos en los que esa comisión necesitaba avanzar. Eran dos temas puntuales. Uno relacionado con la construcción de viviendas de madera, que hoy tiene 19 normativas diferentes (una por departamento); y el otro es que no hay una guía técnica que centralice la manera de construir con ese material. Entonces, avanzamos en conjunto en un perfil de proyecto que luego lo presentamos para la búsqueda de financiamiento. La financiación es necesariamente externa, no de IICA, salvo alguna intervención puntual. Y conseguimos una fuente de financiamiento externo no reembolsable que quiere desarrollar el sector de la construcción en madera en Uruguay. Y desde junio estamos trabajando con la comisión honoraria de la madera en esos dos grandes objetivos: la unificación de la normativa y la guía técnica. Es una agenda que pasa por el MGAP, pero que también trasciende a otros ministerios; las agendas comienzan a cruzarse.
¿En qué está ese trabajo?
Eso recién empezó, pero será un tema central. El Ministerio de Vivienda hizo un lanzamiento recientemente de la hoja de ruta para la construcción de viviendas de madera. De las 10 barreras que identifican, la primera es la de generar y autorizar la normativa nacional y departamental, y la décima es generar una guía de diseño, especificaciones, construcción, recepción, obras y uso de edificaciones de madera. De los 10 puntos, el IICA está avanzando en dos. Eso es muy importante, porque hay un trabajo coordinado y no se duplican esfuerzos.
¿Qué plazos se manejan para lograr esos objetivos?
En un año aproximadamente esto tiene que estar pronto. Se fijó mayo de 2023 como meta para cumplir con los puntos 1 y 10; y van a estar listos. En el medio esperamos que empiecen a suceder posibles trabajos con otros actores. La expectativa es que los países que tienen este tipo de áreas desarrolladas a nivel nacional no lo hicieron en mucho tiempo. En Canadá se trata de una política nacional de entre 2014 y 2015. Alguien lideró ese proceso, hoy en eso está el IICA, ayudando a liderar ese proceso, con una agenda que es público-privada
¿Qué otros ejemplos de proyectos hay?
Hay dos más. Uno vinculado con el sector forestal, que responde a otro modelo de negocios del IICA, que es el de transformarse en una gran consultora en el mundo. El ejemplo a señalar es el caso del Banco Interamericano de Desarrollo, que financió una consultoría sobre el sector forestal, que buscaba identificar oportunidades para profundizar. Ese estudio identificó 12 líneas de acción y priorizó cuatro. Una de ellas es la construcción en madera; otra es la utilización de subproductos de la madera; figura además la creación de un polo industrial para pequeños y medianos aserraderos en el noreste de Uruguay; y la cuarta es la de los bonos verdes, un tema que abarca a todas las áreas. Ese estudio estará disponible en breve.
¿Hay trabajos o proyectos que apunten al aspecto ambiental?
Allí ingresa un ejemplo que es el más icónico: la medición de la huella ambiental de la producción ganadera, en diferentes planes. Todo eso lo estamos integrando en un plan piloto que nuclea a la Sociedad Rural de Río Negro, al Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), al Plan Agropecuario, tiene el marco de los ministerios de Ganadería y de Ambiente, y el apoyo de la Intendencia de Río Negro. El financiamiento será interno del IICA, que asume un rol clave, que es defender los sistemas de producción en donde operamos, en base a valorizar y medir. La ambición es tener la metodología para que alguien la pueda utilizar, sin importar la zona y el sistema de producción ganadero que realice. Es algo que trasciende a Uruguay. Tiene tres puntos centrales: la caracterización de los predios, la medición de los indicadores que se definan y las prácticas de manejo que surgirán para mejorar los indicadores o replicar las buenas prácticas a otros sistemas. Ojalá que este plan piloto, de seis meses, sirva de base para contribuir con el Ministerio de Ambiente, para que, como autoridad nacional designada, pueda salir al mundo a mostrar esos resultados que seguirán una norma internacional de comparación.
En estos momentos de cuestionamientos, noticias falsas y demás, ¿organizaciones como el IICA cobran mayor relevancia?
Totalmente. Como es un organismo internacional con prestigio y objetividad puede asumir el rol de defender los sistemas de producción del país donde tiene presencia. El IICA es un defensor internacional de la forma de producción de Uruguay, porque sabemos cómo produce y estamos capacitados para generar conocimiento y cooperación técnica para valorizar lo que se hace y para corregir lo que sea necesario. Partiendo de la base de que la agricultura es parte de la solución y no del problema, como dice (Manuel) Otero (director del IICA). Por la incidencia en la seguridad alimentaria y porque no es responsable de muchas de las cosas por las que se la ataca. Claramente en Uruguay el panorama es diferente al de otros países, y una prueba de ello es el Plan de Agroecología, que presentó recientemente.
Nota de Revista Verde N°102