Agricultura

Lluvias fueron claves para una zafra récord que se acerca a los 4 millones de toneladas de soja

7 de junio de 2025

La mayoría de los actores cree que el rendimiento se ubicará en unos 3.000 kg/ha, sustentado en precipitaciones, luz y temperatura. La lluvia es algo bueno, así es el nombre de una canción de Luke Bryan, que dice: “Mi papá pasó su vida mirando al cielo, maldiciendo, pateando el polvo, diciéndome hijo, está demasiado seco. En la ciudad se nubla, el meteorólogo se queja. Pero de donde yo vengo, la lluvia es algo bueno. La lluvia hace crecer el maíz”. 

Salvo excepciones, en esta zafra de verano la lluvia no faltó en Uruguay. Según los datos reportados por Smartway, el promedio acumulado de lluvias en el área sembrada de soja fue de 638 milímetros (mm), desde la siembra hasta la cosecha. Entre los registros máximos se destacan 700 mm en Paysandú, 680 mm en Soriano, 660 mm en Flores y 650 mm en Río Negro, con valores también relevantes en Colonia y Durazno. 

En contrapartida, Andrés Feuer, de Smartway, advirtió que en departamentos como Canelones y San José las precipitaciones fueron “bastante inferiores”, con apenas 435 mm en el primero, lo que impactó negativamente en los rendimientos. Tanto los excesos como los déficits de lluvias afectaron la productividad. Dado que “en parte de Paysandú se vieron comprometidas las condiciones de siembra y el desarrollo de los cultivos por el momento en que ocurrieron las precipitaciones”.

En 2011, cuando el país no tenía 10 años de historia con el cultivo de soja, en el nuevo esquema agrícola, VERDE realizó un relevamiento con los principales referentes para saber cuáles eran los elementos que impedían un crecimiento del rinde promedio nacional, que no llegaba a 2.000 kilos por hectárea (kg/ha).  En ese momento, el asesor agrícola Federico Ritorni, respondió: “Tu pregunta en los últimos años es ¿qué se debe hacer para tener más rinde? Y mi respuesta recurrente es: hacer llover”. 

Y esto en los últimos ha quedado bastante marcado. Nuestros mejores suelos acumulan de 150 a 160 mm, y la demanda de la soja es de unos 400 mm. Por lo que el éxito pasa por que llueva durante el ciclo, y con una distribución que satisfaga las necesidades del cultivo. La soja no es un cultivo sencillo. Uruguay tiene un clima mediterráneo y los suelos hasta en la zona agrícola tienen muchas variaciones. Entonces, la agricultura uruguaya es “aguadependiente”, dijo entonces Ritorni. 

Y con agua fue otra cosa. La zafra 2024-2025, que tuvo una superficie de 1,26 millones de hectáreas. Según Estadísticas Agropecuarias, oficina del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), puede marcar un doble récord para la producción de soja: a nivel país y en rendimiento promedio por hectárea. 

Con un avance de cosecha que se aproxima al 80% del área, la mayoría de los actores considera que el rendimiento promedio se ubicaría en torno a los 3.000 kg/ha, sustentado en las lluvias de mediados de enero hacia adelante, sumadas a la temperatura, luminosidad y humedad en marzo y abril. La fecha de siembra también fue clave.

Si el país logra consolidar un rendimiento promedio cercano a los 3.000 kg/ha puede marcar una productividad récord, y también un volumen total histórico, ya que podría superar los 3,7 millones de toneladas (Mt), cifra que solo se alcanzó en las zafras 2012-2013 y 2013-2014.

En esas campañas Uruguay tuvo sus picos de crecimiento en la producción de soja, con volúmenes superiores a 3,5 Mt. En 2012-2013 se alcanzaron 3,70 Mt, con una superficie sembrada de 1,4 millones de hectáreas y un rendimiento promedio de 2.634 kg/ha. En 2013-2014, la producción fue estimada en 3,67 Mt, sobre 1,5 millones de hectáreas sembradas, con un rinde de 2.450 kg/ha, según datos de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa), del MGAP.

En cambio, las campañas 2016-2017 y 2018-2019 se destacaron por sus altos rendimientos por hectárea, que marcaron nuevos récords productivos. En 2016-2017 se logró un récord histórico de 2.951 kg/ha, con una superficie estimada en 1,2 millones de hectáreas y una producción ajustada de 3,5 Mt. En 2018-2019, el rendimiento fue de 2.928 kg/ha, con una superficie sembrada de 1 millón de hectáreas y una producción total de 2,92 Mt.

LOGÍSTICA

Uno de los temas que generaba preocupación antes de la cosecha era la logística. El responsable de la producción agrícola de ADP, Diego Guigou, reconoció que estaba previsto que, por el volumen y la capacidad de trabajo, faltarían camiones y que sería necesario tomar medidas complementarias, como “no ir a puerto”, dejar el grano en plantas de silos y embolsar, para “descomprimir”. 

En tanto, Pablo Engelhardt director de Nuevo Surco, comentó que “la logística estuvo tensa, pero no llegó a quebrar, porque las plantas de silo no trancaban; al no llegar demasiada mercadería con altos niveles de humedad, los camiones descargaban rápido”. 

Desde ahora (mediados de mayo) la actividad se centrará en culminar la cosecha y ver la evolución comercial, dado que la mitad de la cosecha, que algunos operadores la estiman entre 3,8 y 3,9 Mt, no ha sido comercializada, lo que impacta en el programa de buques y en el movimiento de las primas. 

En un contexto donde influyen varios elementos, si bien el embolsado jugó papel protagónico, las plantas de acopio están llenas y se incrementan las tarifas. Hay una oferta muy grande de soja en la región, y el sector exportador está en la búsqueda de nuevos mercados para la soja uruguaya. Además, un actor relevante, como la Reserva de Granos de China, protagonista en demanda y precios, no ha operado en el mercado uruguayo. Y otro aspecto a considerar es la suba de los peajes para los barcos que salen desde Nueva Palmira, Colonia.

EL MERCADO

Desde una perspectiva estructural la soja atraviesa un escenario de mercado pesado, con una oferta global abundante. Sin embargo, no se descartan oportunidades si se presentan dificultades en la campaña estadounidense, señaló Nicolás Udaquiola, director de AZ Group.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) estima que esta zafra perderá cerca de 1 millón de hectáreas, cifra que ya representa un recorte significativo. A esto se suma la volatilidad climática, que siempre genera incertidumbre”, indicó. Esa combinación de factores podría generar “ruido” en la oferta y abrir ventanas de oportunidad, aunque advirtió que la demanda también está mostrando un comportamiento distinto.

China continúa siendo el principal actor del lado comprador, pero ha modificado su estrategia, y busca intervenir con menor impacto en los mercados. “Esa actitud ya fue clara en otros cultivos, como el sorgo, el trigo o el maíz, donde su presencia fue menos visible. En soja también necesita abastecerse, pero lo hace con una postura distinta. No desaparece del mercado, pero actúa de forma más selectiva, eligiendo bien cuándo y dónde comprar”, explicó el consultor. Es una lógica de “activo, pero selectivo”, que evita anticiparse a las cosechas y espera los momentos de mayor disponibilidad para ingresar con fuerza al mercado.

Analizó que ese comportamiento, predominante en los últimos años, probablemente se mantenga, en tanto no haya alteraciones productivas. “Si aparecen ruidos climáticos, desvíos en la superficie sembrada o complicaciones logísticas, eso podría acelerar la toma de decisiones y modificar el ritmo de las compras. Pero en condiciones normales la demanda seguirá esa lógica de eficiencia, esperando el momento adecuado para actuar, buscando mejores condiciones comerciales”, evaluó Udaquiola.

PRECIOS VOLÁTILES Y POCA VENTA

En cuanto a los precios, el director de AZ Group afirmó que se observa un escenario de fuerte volatilidad, aunque dentro de rangos relativamente acotados. “Eso no permite alcanzar valores objetivos, que activen una mayor dinámica comercial. Por eso el productor vende poco: siempre parece faltar un poco más de valor en el producto disponible”, explicó.

De cara al próximo trimestre, el director de AZ Group prevé una mayor volatilidad, impulsada por la debilidad del dólar, las condiciones climáticas en Estados Unidos y otras variables globales. “Ese contexto podría ofrecer oportunidades de corto plazo, sin grandes saltos, tanto para decidir sobre el grano disponible que se está cosechando, como para evaluar los números del negocio hacia la nueva campaña”, sostuvo.

La nueva campaña ya comenzó en Estados Unidos, donde la siembra está en marcha. En Brasil y Paraguay no se esperan recortes de superficie, pero sí se prevé una caída del área sembrada en Estados Unidos, así como una reducción en Argentina, tras una zafra en la que se sembró bastante más. “Desde ese punto de vista, el clima volverá a aportar volatilidad, pero no se observa por ahora una demanda que ajuste significativamente los stocks”, concluyó.

Redacción: Ruben Silvera – Revista Verde N°121

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