Agricultura

Ataque de la chicharrita permitió a los semilleros medir sus materiales

1 de octubre de 2024

La zafra 2023-2024 no fue buena para los productores, pero “fue excepcional para los mejoradores”, destacaron desde KWS; la empresa planteó pensar en el maíz del futuro

Este año “fue pésimo para los productores, pero para los mejoradores fue excepcional”, destacó a VERDE el gerente comercial de KWS, Gonzalo Bravo, al referirse a la zafra de maíz 2023-2024. Explicó que “fue tan intenso el ataque de la chicharrita, que permitió separar a los híbridos por su comportamiento”. Remarcó que “la buena noticia es que hay mucha variabilidad genética en la tolerancia de los híbridos a este complejo”. 

Recientemente KWS y Procampo Semillas realizó una serie de charlas en ciudades del litoral uruguayo. “Vinimos a proponer la agenda de más actualidad, que es el complejo del achaparramiento, producido por la chicharrita. Pero también fue una invitación a ver al maíz en un contexto de más largo plazo, considerando la importancia que tiene el cultivo en Uruguay”, comentó Bravo.

El gerente señaló que “hay híbridos que tienen distintos grados de resistencia, que se enferman más o menos, y a su vez, dentro de un mismo grado de la enfermedad, hay distintos niveles de afectación de rendimiento”. 

KWS recomiendan a los productores que van a diseñar un cultivo, “no mirar a la chicharrita como único factor, porque sino pondríamos un maíz tropical de buen comportamiento, pero de repente cuando no madura, se cae o no cumple el objetivo”, explicó el integrante de la compañía. Sin embargo, destacó que la marca tiene “un abanico de comportamientos” y “vamos a recomendar el híbrido para la situación que le toque a cada productor, el híbrido que le asegura un mejor resultado”.

Evaluaciones en Argentina

Informó que en las evaluaciones de KWS en Argentina el híbrido que mejor responde es un KWS tropical, que “solamente lo podemos recomendar muy en el norte, para silo, porque es un ciclo extremadamente largo; y solo si se llega a un nivel de infestación altísimo, porque si no se dan esas condiciones no se justifica sembrarlo”, explicó Bravo. 

Dentro de la genética templada, gracias a haber trabajado en Jesus María (localidad de la provincia de Córdoba) en los últimos cinco años, en el mismo ambiente, teniendo en cuenta achaparramiento, “nuestros (materiales) templados tienen comportamientos de buenos a muy buenos”, destacó. A tal punto que materiales como el KM 3916 (VIP3/RR2), que se lanzó en Uruguay hace varios años, tiene un “muy buen nivel de comportamiento para los niveles de infestación bajos y medios, y permite llegar perfectamente”, indicó. También mencionó al KWS 19-120 (VIP3), como otro material que ha mostrado esa cualidad. “Afortunadamente tenemos, entre los productos comerciales, híbridos que se van a poder usar”, valoró. 

KWS tiene dos programas separados en Argentina, uno en Chivilcoy, en el sur de la zona núcleo maicera, la región de más alto potencial; y en Jesús María, en el norte de Córdoba, un ambiente con muy buen potencial para producir maíz, pero con una presencia muy frecuente de enfermedades, denominado como “ambiente sanitario”, detalló.

El gerente de desarrollo de producto de KWS Argentina, Fernando Guerra, destacó que “afortunadamente la respuesta al problema del spiroplasma fue positivo y rápido”. En tal sentido, valoró que el programa de KWS “desde hace años viene trabajando en el tema, no con el mayor foco, porque ese no era el principal problema en Argentina ni en Uruguay, sino algo que podría suceder”. 

Agregó que “tenemos el indicio de que veníamos por líneas sanas, con híbridos o productos que respondían muy bien, y ante la contingencia siguieron respondiendo muy bien”. Afirmó que “el trabajo que veníamos haciendo fue positivo, vemos que podemos mejorarlo y darle más seguridad al maíz”. En tal sentido, la empresa se enfoca en la producción de materiales templados en Argentina y en Uruguay. 

Maíz en Uruguay 

El rendimiento de maíz en Uruguay viene creciendo. “Es un cultivo muy interesante, que está en una proporción muy baja, por el efecto que tiene en las rotaciones, su enorme plasticidad en los distintos usos. Por un montón de motivos creo que el maíz seguirá creciendo en Uruguay. Hay motivos técnicos de corto plazo, de flexibilidad de uso también, pero sobre todo hay mucho argumento de largo plazo para que esto siga siendo así”, planteó el gerente. 

Uno de esos argumentos es que el cultivo “entrega una cantidad de residuos al suelo, que le dan gran estabilidad, evitan la erosión eólica e hídrica, es uno de los cultivos que más repone carbono en el suelo, ayuda a evitar el deterioro de materia orgánica, es el que más recicla nutrientes en el sistema”, señaló.

Y agregó que “está comprobado por innumerables estudios que cuando el maíz participa en las rotaciones los cultivos siguientes rinden más”. Señaló que “una colza que se hace después de un maíz de primera rinde más que si se hiciera después de soja”; e incluso “la soja después del maíz rinde más”. Enfatizó que “300 kilos no es poco cuando hablamos de un promedio nacional de 2.500 kilos por hectárea”. Afirmó que “es un aporte económico fundamental, porque si ya tenemos pagados los costos con los 2.500 kilos, y sacamos 300 kilos más de soja, estamos agregando US$ 120 por hectárea al margen del cultivo”.

Recomendaciones para la chicharrita

Consultado sobre las principales recomendaciones para controlar la chicharrita, Bravo enumeró que hay que empezar por el monitoreo, hacer un seguimiento profesional del cultivo, usar híbridos con buena tolerancia, poner la fecha de siembra más segura según las situaciones, controlar al maíz guacho en barbecho. Y si se detecta alguna población de chicharrita cerca de la siembra, “se debe ir a híbridos que prioricen cada vez más su buen comportamiento para ese problema, eventualmente aplicar insecticidas si tenemos chicharrita en los primeros estadíos del cultivo”, dijo.

Por su parte, Guerra afirmó que “no hay ningún híbrido mágico, no hay balas de plata acá”; y planteó hablar del posicionamiento.  

El maíz del futuro

Guerra planteó que más allá del problema circunstancial de la chicharrita, “hay que seguir pensando en maíz, trabajar en nutrición y en cómo tener un cultivo mejor y más sano”. En estas instancias de diálogo con productores y asesores, la empresa volvió a plantear “objetivos claros para el maíz, alcanzables, dando la seguridad de que hay productos que funcionan, no todos iguales, pero sí para el objetivo de la campaña que viene”, dijo el gerente de desarrollo de producto. 

El gerente de desarrollo de producto de KWS puntualizó que las expectativas “deberían estar alineadas con el ambiente”. Señaló que “si el ambiente es de 8.000 kilos (por hectárea) vamos a intentar sacar 10.000 kilos; si es de 4.000 kilos vamos a intentar sacar 6.000. Pero eso tiene que ser muy claro en estas campañas, porque quizás antes lo teníamos más como un pedido y después como un reclamo. Ahora necesitamos trabajar en conjunto para que esa expectativa no quede desalineada”. 

Analizó que el maíz “es un cultivo tecnológico, que nos permite estabilizar no solo el rendimiento y el bolsillo, sino también los sistemas”. Por lo tanto, “tiene que producir más” y para eso “es importante tener un plan”. “Si es bueno vamos a poder llegar a buen puerto, teniendo buena genética, un manejo lógico, una situación sostenible y el fruto va a ser positivo”, sostuvo.

“En primer lugar hay que ver cómo va a venir el clima, cuánta agua voy a tener y medir cuánto nutriente le tengo que poner. Además de mirar la red de monitoreo que INIA está lanzando, que es una gran herramienta, para saber que el vector, que es el factor importante más allá de los patógenos, puede atacar, tanto al maíz de primera como de segunda, y todos esos factores ponerlos sobre un plan”, detalló el ejecutivo.

Y consideró que “salir apurado a hacer maíz será, probablemente, hacer un mal maíz, porque estará más exigido”. 

Guerra consideró que para llegar al maíz del futuro “primero tenemos que proponernos una utopía, un maíz que probablemente no lo alcancemos pero que estemos muy cerca”. Ese maíz debería “rendir bien, estar muy buen encajado en el sistema, ser estable, tener un potencial alto y alcanzable, y que tenga una sanidad integral”.

Nota de Revista Verde N°116

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