El responsable del Programa de Engorde a Corral de Swift Argentina, Miguel de Achaval, repasó las debilidades de la ganadería y las oportunidades de ganar en posicionamiento
La producción de carne vacuna “está en un momento de cambios, que se deben dar rápido, para no seguir perdiendo la carrera con las carnes porcina y aviar”, dijo el ingeniero en producción agropecuaria Miguel de Achaval, responsable del Programa de Engorde a Corral de Swift Argentina.
De Achaval es un referente del sector, con una vasta trayectoria en el mercado cárnico global, y participó de la sexta edición de ADP Zone, jornada anual de la empresa Agronegocios Del Plata (ADP).
En esa oportunidad destacó la importancia para la industria de comprender al consumidor para bajar mensajes claros al resto de la cadena, “para reducir la incertidumbre y el riesgo por la falta de uniformización de producto”.
Indicó que la genética, el ambiente y el alimento son los ingredientes necesarios para diferenciar a la carne, pero se preguntó: ¿somos productores de carne de calidad o de animales bovinos que tienen carne?
A propósito, explicó que en Argentina “se sigue comprando mucha hacienda en pie y eso obliga a jugar siempre a la defensiva, porque la industria no busca un animal sino carne. Cuando no se sabe qué tiene ese animal, se juega a la defensiva y se paga lo menos posible”.
Dijo que las producciones de carne porcina y aviar se integran, “vemos que el consumo aumenta, y ese concepto es muy interesante. El gran desafío para la producción de carne bovina de Sudamérica es la integración”.
Una cadena tirante funciona mejor
También se refirió al concepto de cadena y a la relación ganar–ganar. “Para mí la cadena debe ser tirante, cuanto más tensa mejor, porque con eso se logra competitividad y eficiencia. Siempre habrá tensión, porque los objetivos son diferentes, y la estabilidad la brindan los dos extremos de la cadena, tirando cada uno para su lado”, analizó.
Sostuvo que prefiere “un animal con más marmoreo o que gane más peso, pero eso tiene un factor económico; tira del eslabón anterior, para que produzca con ese objetivo. No debemos tenerle miedo a la tirantés de la cadena, porque cada eslabón tiene que ganar dinero”.
En el negocio ganadero “la materia prima se compra por volumen, y luego se clasifica por calidad. Se compra un corral entero de novillos y cuando llegan a la industria se comienza a clasificar. En un sistema biológico habrá diferencias, porque no serán todos iguales. Por eso, debemos prohibir a nivel veterinario, de ingenieros agrónomos o administradores la palabra promedio, porque es muy estándar y nadie quiere ser promedio”.
Subrayó que “la competencia genera el deseo de mejorar, pero también la posibilidad de perder. El desafío de cambiar genera eso. ¿Estamos dispuestos a crecer, o a desaparecer? Hay que tener agallas para encarar los cambios”.
Señaló que la integración en Estados Unidos comenzó con los acuerdos entre los corrales y la industria, y se pagaba por calidad.
Por otra parte, consideró que “hay que terminar con el romance de las razas para pasar a producir lo que tiene demanda”. A propósito, admitió que “en el mundo solo la raza Angus ha realizado un marketing estupendo. No importan las causas, pero todo lo que es negro y Angus es demandado, hasta en China, donde piden carne Angus producida a grano. Es el producto más aceptado por el consumidor y el cliente. En el mundo se dice Angus y hay un sobre precio”.
Agregó que se debe buscar la máxima expresión genética de ese animal, “porque es lo que nos otorgará un diferencial de precio. Para eso tenemos que apuntar a mejorar el proceso productivo a lo largo del ciclo, ganancia de peso, conversión y demás. Así la industria puede procesar y vender mejor”.
Proteína animal
Indicó que cada año se faenan 296 millones de bovinos en el mundo, 1.300 millones de cerdos, 58.100 millones de pollos, 2.800 millones de gansos y 430 millones de cabras. “Todo eso es proteína animal, y como productor de carne bovina tengo que hacer algo para que el consumidor elija la mía. Debemos ver quiénes adquieren mi producto y quiénes adquieren otra proteína animal. Hoy la gente joven habla de proteína animal y no de carne bovina, pollo o cerdo”, señaló.
El problema de la uniformidad
Comentó que la carne aviar y la porcina están mostrando un crecimiento importante en los diferentes mercados, superior al de la carne vacuna, y eso se debe al costo y la uniformidad de estos productos.
Según De Achaval, el principal problema de la carne vacuna pasa por construir uniformidad de producto. “Hoy la tecnología nos está permitiendo determinar calidad de carne y de una forma muy rápida”, remarcó.
Agregó que la producción de pollos y cerdos “tiene pocas líneas genéticas, pero el proceso es muy uniforme, lo que facilita la integración”. En el sector bovino, sin embargo, “tenemos varias razas y se produce a cielo abierto, lo que genera muchas variables a manejar”.
Agregó que la misma genética vacuna tiene un comportamiento diferente, de acuerdo a las situaciones climáticas o de alimentación, y mencionó que se viene trabajando desde hace mucho tiempo para solucionar este problema.
“Los muslos, pechugas de pollo o bondiolas (de cerdo) no tienen diferencias; son productos uniformes. Sin embargo, la carne vacuna parte de la misma genética y existen diferencias. No es lo mismo que los animales vayan a faena con dos o con tres años, y si fueron terminados a corral o a pasto”, afirmó.
Agregó que ese animal, mantenido en pasturas, “se satura de proteínas cuando lo que quiere es energía. Con eso genera un animal sin mucho marmoreo, de donde saldrá un lomo que se venderá a US$ 9,40, cuando puede comercializarse a US$ 14 o US$ 15”.
El especialista argentino sostuvo que “allí empieza el gran desafío de la carne bovina. Tenemos que entender que el mundo quiere carne y no animales, el frigorífico compra carne y no animales en pie o medias reses colgadas”.
Y consideró que “la industria frigorífica en Sudamérica se está dando cuenta de que es más importante la originación que la venta del producto final, porque es allí donde más tienen para ganar, porque comienzan a tener uniformidad para procesar y vender”.
Planteó que “la uniformidad es lo que hará que la carne vacuna tenga un diferencial. No estoy diciendo que todo debe ser igual, la biología nos dará diferencias y tengo que uniformizar de acuerdo a la calidad. Eso no significa que una categoría de la carne sea mejor que la otra, porque hay mercados que prefieren la categoría C y otros prefieren la A. Lo importante es no engañar al consumidor dándole una mezcla de cosas, porque con eso me pierdo mi calidad y me pagan con el promedio”.
Calidad de carne
“Vemos que Australia aprendió a competirle a Estados Unidos, que era el país que tenía el concepto más claro en calidad de carnes. En la clasificación australiana aparece el animal en pie, la media res, los cortes y cómo cocinarlos. En la caja se informa sobre el tamaño de giba, porque puede determinar terneza, acompañado de la recomendación de maduración y/o cocción”, indicó el empresario argentino.
También se refirió a la tipificación estadounidense, creada en 1929. “El mundo se dio cuenta de que toda la carne bovina no es igual, porque su sistema productivo es diferente. La industria recibe materia prima, clasifica y allí comienza a darle valor agregado”, señaló.
Comentó, además, que en Canadá la tipificación arranca con la media res, donde lo primero que se menciona es la edad, después el sexo y continúa con la calidad de grasa. “Si es grasa blanca sigue su camino, pero si es amarilla ya queda como una categoría degradable. Lo mismo ocurre al medir el músculo. Si es deficiente pasa a una categoría degradable, sino va mejorando su calidad”, detalló.
De Achaval fue contundente al señalar que “se puede determinar calidad de carne por la silueta de la res, porque el consumidor quiere comprar calidad, pero si seguimos abriendo la media res y no sabemos qué tiene, seguiremos vendiendo carne promedio y desuniforme”.
Agregó que “a la carne latinoamericana le ponemos diversos atributos, como la crianza en pastizales naturales, sin hormonas y demás, pero esos no son atributos suficientes para poner un bife en el plato”.
Explicó que grasa y hueso representan 27% del peso, pero aportan 1,6% del valor; mientras que la carne del centro de la media res aporta 27% del valor, representando el 11% en peso. “Cuando se recibe la media res, cada una de las piezas tiene diferentes valores, y la integración de esa res hace que pueda vender o comprar a un valor o a otro”, sostuvo.
Importación de ganado en pie
Sobre la importación de ganado en pie, el responsable del Programa de Engorde a Corral de Swift Argentina dijo que “lo mejor para el mercado es importar y exportar sin las trabas burocráticas que puedan poner los gobiernos, utilizando muchas veces el tema sanitario. Estados Unidos importa ganado para recría de México; y ganado gordo de Canadá, donde paga US$ 5.000, mientras exporta por US$ 8.000”.
Consideró que “sería espectacular que en esta región pudiéramos hacer algo similar. No le podemos tener miedo, sí tenemos que hacerlo con honestidad profesional, con todos los recaudos. Pero es muy bueno poder comprar lo que alguien produce más barato, para procesarlo y venderlo más caro; eso es agregar valor”.
Cliente y consumidor
De Achaval opinó que habrá problemas “si le queremos vender a China la carne producida a pasto, porque si hay algo de lo que el consumidor oriental sabe es de productos uniformes. “No le cabe en la cabeza abrir una caja de carne y encontrar sorpresas”, afirmó.
Dijo que así como “en oriente se buscan cosas de occidente, en occidente se buscan cosas de oriente” y, por lo tanto, “la integración es el paso que se debe dar en la industria de la carne vacuna. Sino vamos a seguir siendo generadores de un producto indefinido, acompañándolo de un marketing que focalizará en las desventajas de otros productos y no en las ventajas que ofrece la carne vacuna”, planteó.
También sostuvo que el productor debe entender lo que demanda la industria y reconoció que en la actualidad los frigoríficos “están más abiertos a marcar el camino”.
Explicó que cliente y consumidor son diferentes. “Cliente es el que firma el cheque y me dice qué debo producir; y cuando el valor del cheque sube o baja significa que estoy en lo correcto o en lo incorrecto. No tratemos de pasar eslabones en esta cadena, miremos qué necesita el siguiente eslabón”, recomendó.
Dijo que “hay que prestar atención a lo que la gente dice y hace. La gente se compra zapatillas pero pocas veces corre, y con las hamburguesas pasa lo mismo. No nos engañemos con la carne magra. Cuando decido comer algo es porque me gusta, y si después me quiero cuidar comeré otra cosa. No busquemos en la salud los atributos, porque cuando tengamos una carne magra no será rica, será dura o habrá que agregarle muchas cosas para que tenga más sabor”.
De Achaval recordó que cuando Swift retornó a exportar carne a Estados Unidos, una joven abogada, integrante de una industria, le dijo que el sector cárnico estadounidense no iba a cuestionar a la hamburguesa vegetal y que el cliente definiría lo que quería comer. Teniendo en un mismo lugar una hamburguesa de carne y una vegetal, que no debería llamarse hamburguesa, una pareja con gustos diferentes podría comprar las dos, y por lo tanto se debían vender atributos y no críticas al otro.
Señaló que las hamburguesas explican el incremento de la demanda de carne vacuna en varias partes del mundo, “porque se cocina en todos lados, es de fácil acceso, fácil de llevar y de consumir. En Estados Unidos el 50% del consumo de carne vacuna corresponde a hamburguesas. Los cortes finos han perdido demanda por la pandemia, porque se consumen fundamentalmente en restoranes”.
Los competidores
Por otra parte, De Achaval se refirió a que “no solamente tenemos la competencia de la proteína animal sino también de las proteínas alternativas, producidas en base a vegetales, que ingresaron al mercado de hamburguesas”.
Indicó que el consumo de carne aviar viene creciendo, y en Argentina es casi igual al de carne vacuna. “Es fácil de comprar, es uniforme y no tiene prejuicios, la comen en cualquier religión, estrato social, sexo o edad. Sin embargo, la carne porcina, a pesar de ser la proteína animal que más se consume en el mundo, tiene algunos bemoles religiosos; y la vacuna está en el medio, pero si se procesa de diferente forma puede ingresar a diferentes religiones”.
Además, señaló que las carnes de ave y cerdo se ofrecen empaquetadas de una forma en la que casi no se ve el producto, “porque el consumidor sabe lo que tiene”; en tanto la carne vacuna “no ha llegado a eso”.
Recordó que la auditoría de carnes en Estados Unidos analiza la evolución del producto, y la imagen de la carne vacuna mejora en el consumidor. “Se avanzó en la uniformidad y en el peso de carcasa, entre otros factores”, valoró.
De Achaval también abordó las cuestiones ambientales y de bienestar animal. “Lo importante es lo que estamos haciendo para cambiar; cada vez se hacen más cosas para mejorar los procesos”, destacó.
La cosecha de cebada cervecera en Uruguay comenzó la semana pasada en la zona norte, específicamente en Río Negro y Soriano, con un avance “muy incipiente aún y con chacras con buen rendimiento pero en contrapartida con alguna situación complicada en cuanto a calidad”, dijo la gerente agronómica de Ambev, Belen Daneri, el miércoles 11 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.uy.
En esa línea, señaló que los parámetros que están mostrando alguna dificultad son calibre y proteína. En el norte por el déficit hídrico hay situaciones que “nos marcan un calibre bajo, lo que era esperable porque en el período crítico del llenado de grano faltaron lluvias”. Mientras, en el sur el análisis de pre cosecha “nos muestra que podría haber casos de proteína baja” por altos rindes sin una fertilización acorde.
Precisó que “hay chacras con un potencial muy bueno, de unos 6.500 kilos por hectárea, y en el norte se han registrado rindes de 4.000 kilos por hectárea, lo cual es destacado por la escasez de precipitaciones”.
El rendimiento promedio de cebada en el sur estará en el orden de los 4.000 kilos por hectárea este año, “en el norte la disparidad es alta y es más difícil de estimar”. De todos modos, “esperamos a nivel país un volumen importante de cebada”, acotó.
En esa línea, Daneri comentó: “Estábamos pensando en exportar unas 30.000 toneladas de cebada cruda”. “Esa puerta está abierta”, indicó. Para abastecer la capacidad de las dos malterías que opera Ambev en Uruguay se precisan unas 320.000 toneladas de cebada.
La demanda de la empresa en la plaza local representa la siembra de unas 110.000 hectáreas cebada cervecera. “Nuestro objetivo pasa por mantener estabilidad en la superficie a lo largo del tiempo, por eso si hay excedentes apuntamos a la exportación”, dijo.
Daneri indicó que el 60% de la producción estimada tiene fijación de precio por parte de los productores, “donde el precio promedio se ubica en US$ 208 por tonelada. Eso representa un aumento respecto a la zafra anterior cuando el precio estuvo algo por encima de los US$ 190 por tonelada.
El mercado ganadero atraviesa desde hace varias semanas una constante presión bajista para los valores de comercialización de los novillos y las vacas gordas y que ha determinado que las categorías de reposición también acusen un ajuste a la baja en sus valores.
A eso, se suma el aumento de la oferta de reposición por, al menos, dos factores. “Por un lado el clima actual y las proyecciones para los próximos meses que no son alentadoras y obligan a los productores ganaderos a achicar las cargas de los campos. Y por otro lado el valor de la soja, que ha despertado nuevamente el interés de los productores agrícolas, que durante las últimas zafras habían optado por destinar parte del área a transformarla en kilos de carne y hoy eligen vender esa reposición esperando poder sembrar soja”, dijo Joaquín Falcón, integrante del escritorio rural Romualdo Rodríguez.
Esto se vio reflejado en las ventas de Plazarural, “hemos tenido un remate (dificultoso) como se viene manifestando todo el mercado” y que “era predecible lo que podía llegar a suceder”, acotó.
De todas maneras, destacó que “los ganados que venían a venderse se fueron colocando”, en referencia a que los productores que no tenían grandes pretensiones de precios lograron vender sus haciendas, mientras que “algunos que tenían otras pretensiones no pudieron vender”.
Explicó que “los valores se adecuaron al momento” y la categorías de “terneros pesados fue la más dificultosa”. Dado que se trata de “ganados que están saliendo de puentes verdes y que en otros momentos tenían por destino la exportación o los corrales de engorde” y al no contar con esos mercados, “se dificulta colocar esas categorías de teneros entre 200-250 kilos”.
Consultado sobre un eventual aumento de oferta por parte de productores agrícolas que durante los últimos años se transformaron en mixtos, Falcón respondió que si bien “hay mucha gente que ya tienen la recría de terneros como un negocio. Los números para la soja son bastante alentadores y lógicamente muchos prefieren sacar ganados y quedarse con el campo libre para que cuando se den las condiciones poder comenzar a sembrar”.
Louis Dreyfus Company (LDC) compañía fundada en 1851, acordó vender una gran participación de su negocio al holding ADQ con sede en Abu Dabi. El holding de LDC venderá una participación indirecta de 45% en LDC a ADQ, dijeron las compañías el miércoles en un comunicado, de acuerdo a lo informado por Reuters.
El fondo soberano ADQ de Abu Dhabi, anteriormente conocido como Abu Dhabi Development Holding Co., con la adquisición de una participación en una de las cuatro principales compañías comerciantes de cereales, semillas oleaginosas y azúcar podría impulsar la seguridad alimentaria de los Emiratos Árabes Unidos.
Louis-Dreyfus ha estado tratando de salir de un período de márgenes débiles en la compra y venta de commodities agrícolas y, al igual que sus pares, se ha orientado más hacia el procesamiento de alimentos para tratar de aumentar los ingresos. El precio de la transacción no fue revelado, pero las compañías dijeron que se invertirá un mínimo de US$ 800 millones en LDC. Con esta operación Louis-Dreyfus abre la propiedad de la compañía por primera vez en la historia.
Reuters informó que la operación, sujeta a aprobaciones regulatorias, también incluye un acuerdo de suministro a largo plazo para vender productos agrícolas a Emiratos Árabes Unidos, dijeron las empresas. ADQ, fundada en 2018, dijo que la inversión en LDC se sumaría a su cartera de alimentos y agricultura después de que acordó este año adquirir el 50% del grupo de agronegocios Al Dahra Holdings.
LDC está presente en Uruguay desde el año 2002, en la actualidad comercializa oleaginosas, cereales, fertilizantes, agroquímicos y semillas. Además, es uno de los principales exportadores de granos del país. Cuenta con oficinas comerciales en Mercedes, Paysandú, Tres Bocas (Río Negro), Nueva Palmira, Durazno y Montevideo.
Según informa su página web, cuenta con una planta de acopio en Tres Bocas (Río Negro), con capacidad para almacenar 26.500 toneladas. Otra en Paysandú con capacidad de 13.000 toneladas y un centro de almacenamiento y distribución de fertilizantes e insumos, que incluye un depósito con capacidad de 40.000 toneladas de fertilizantes en Juanicó (Canelones). Además, señala que ha desarrollado alianzas estratégicas con plantas de terceros en todas las áreas agrícolas del país, para ofrecer una capacidad de almacenaje de 240.000 toneladas.
La lechería es centro de atención por estos días, debido a la situación compleja que atraviesa el sector por el endeudamiento acumulado y las dificultades en algunas industrias lácteas.
En ese marco, el martes 10 las gremiales de productores de leche mantuvieron un encuentro con autoridades del Ministerio de Ganadería y del Instituto Nacional de la Leche; al tiempo que en Conaprole se realizó la tradicional asamblea de los 29.
Uno de los principales anuncios fue la decisión de esa cooperativa de incrementar el precio que le paga al tambero por la leche remitida a sus plantas industriales.
Se resolvió otorgar “una bonificación estacional del 5% que comenzó a regir desde el 1° de noviembre y se mantendrá hasta febrero”, precisó el vicepresidente de Conaprole, Alejandro Pérez, en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.uy.
Dijo que eso “es una buena noticia y una sorpresa para los productores”, porque implica “un esfuerzo para la cooperativa estar subiendo el precio en esta fecha con récord de producción (162 millones de litros en octubre)”.
El precio de la leche por litro al productor quedará en algo más de US$ 0,30 y superará los $ 13, en caso que en noviembre se mantenga el nivel de sólidos que registró el producto en octubre, explicó.
Otra determinación de la asamblea en cuestión fue la aprobación del balance financiero de la cooperativa, que cerró en cero. “Conaprole tuvo una facturación de US$ 742 millones en el ejercicio y el resultado operativo fue de US$ 178.000”, indicó.
Señaló que la empresa, que es la principal exportadora uruguaya, ya concretó negocios para la colocación de productos hasta enero y febrero con valores razonables.
“Las perspectivas son mejores que las advertidas en marzo, pero hay que ser moderados y actuar con prudencia”, dijo.
Salvador Ferrer, presidente del Banco República, se refirió a los principales desafíos que tendrá su gestión y de los cambios que procesa el banco para estar más cerca de sus clientes y crecer en el mercado.
Salvador Ferrer tiene en sus genes el negocio bancario. Trabajó por casi 25 años en la banca privada y ahora quiere dejar su impronta en el principal banco del sistema financiero uruguayo, el Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU).
Está convencido de que la institución financiera estatal tiene que recuperar su “agresividad” para tener mayor participación en todos los segmentos, incluido el agropecuario.
En entrevista con VERDE, dio algunas pistas sobre los cambios que se están procesando en las distintas líneas de negocio, habló sobre la morosidad y qué rol espera de las sucursales de todo el país para que puedan seguir abiertas.
Reconoció fallas a la hora de comunicar los productos que ya tiene vigente el banco, y dijo que habrá buenas noticias para los futuros deudores, porque tendrán tasas de interés más bajas para financiarse. A continuación, presentamos un resumen de esta entrevista.
¿Con qué Banco República se encontró al asumir?
Con un Banco República muy sólido desde el punto de vista patrimonial, con una muy buena liquidez y buena generación de resultados en los últimos años. Sí, quizás, con un banco que tiene la necesidad de hacer más negocios, desde mi punto de vista, y de tener un desarrollo más interesante. Suele decirse que el Banco República ocupa 50% del mercado cuando uno mira el balance o los depósitos del sistema financiero, pero cuando vamos a las distintas líneas de negocios no estamos en ese porcentaje, y en algunas líneas estamos bastante por debajo; por eso, creo que hay mucho por hacer.
¿Cuáles son las líneas donde está viendo mayor potencial de crecimiento?
Por un lado, tener un crecimiento significativo en el negocio de banca corporativa (empresa) y ahí pusimos el foco en la Rural del Prado, para el sector agropecuario. Creo que el banco tiene mucho para crecer en ese segmento. Si uno compara el mercado, hemos perdido market share (participación) con respecto a la banca privada.
¿Y eso por qué ocurre? ¿Por una decisión política del banco o porque la competencia avanzó fuerte?
No lo atribuiría a una definición expresa o política del banco, sino quizás a la pérdida de algo que considero que tenemos que recuperar, que es la agresividad comercial bien entendida. El banco tiene una fantástica red de sucursales y una cobertura envidiable para cualquier agente. No hay ningún otro banco que tenga presencia en todos los departamentos ni que se acerque por asomo a la cobertura del BROU. Lo que sí tenemos que lograr es transformar a esa extensa red de sucursales en centros generadores de negocios, en capacidad de recuperar ese terreno perdido. Eso fue parte de lo que fui percibiendo en diferentes reuniones con clientes y gremiales agropecuarias en particular. Se percibía cierta lejanía del BROU con el sector agropecuario. En realidad, creo que es más una percepción que algo que esté pasando realmente en la práctica o en los hechos. El sector agropecuario sigue siendo el más importante para el BROU.
¿Cuánto pesa el sector agropecuario?
El sector primario es el 45% del negocio corporativo de empresas y, si incluimos al sector agroindustrial, llegamos al 60%. Es el sector más importante y donde tenemos el market share más grande. No es donde perdimos participación de mercado en los últimos años, pero sigo pensando que aún hay mucho espacio para crecer, porque la agroindustria es la base exportadora de Uruguay, y es uno de los motores de la economía, como dijo la ministra (de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche). Ahí tenemos que concentrar los esfuerzos. Ese fue el mensaje que quisimos transmitirles a las gremiales agropecuarias, escuchar un poquito, entender cuál es la crítica, y que nos comentaran las dificultades que estaban teniendo. Lo cierto es que en muchas de las reuniones surgía tal producto, o tal plazo, y la respuesta del equipo técnico que me acompañó en las reuniones era: ‘Eso ya existe’. Entonces, con lo que me encontré fue que falta comunicar las soluciones que ya tenemos. Quizás, empezando por la propia interna, para que cuando un cliente vaya a una sucursal alejada del centro de la capital, esté al tanto.
¿Cómo están los grandes números del Banco República?
El banco viene acumulando algo más de US$ 500 millones de resultado (ganancia) en los últimos años. Me gusta aclarar que ese resultado puede ser un poco engañoso, porque una parte importante de ese resultado –quizás el 50%– se explica por la suba del dólar. Eso ha impactado de forma relevante en ese resultado. Pero el BROU tiene oportunidades de crecimiento en distintas líneas de negocios para mantener esos niveles de resultados. Tiene un balance muy sólido, de US$ 17.000 millones, y algo más de US$ 15.000 millones de depósitos. Sin embargo, el tamaño total del negocio entre crédito corporativo y persona, es del orden de US$ 4.500 millones. El banco tiene una liquidez muy importante colocada en títulos (de deuda) e inversiones. El crecimiento que tenemos que tener del portafolio, tiene que ser relativamente sano. No es que tengamos un portafolio malo, pero en términos comparativos uno mira la banca privada y los clientes 3, 4 y 5 de la Central de Riesgo del Banco Central del Uruguay (BCU), o sea la parte más compleja de los créditos, no supera el 10%; en el BROU esos clientes llegan a casi el 30%.
Decía que cada sucursal tiene que ser una usina generadora de negocios. ¿Cómo se trabaja en la interna y con AEBU?
Con el gremio tengo una relación cordial y apuesto a que así se mantenga durante todo el período. Todos los cambios cuestan, pero en este caso no considero que sea uno que genere problemas. Todos queremos un mejor Banco República, con una mayor agresividad comercial. Tenemos que buscar la forma de potenciar nuestras sucursales, porque en algún momento vamos a tener que plantearnos algo que no queremos: ¿cómo manejamos el alto costo operativo que tenemos? Por eso, queremos que las sucursales sean centros de generación de negocios.
En el sector Agro realizaron una reestructura hace poco tiempo, ¿cómo sigue hacia adelante?
Hace cuatro o cinco años se fusionó Banca Empresa con la división Agro, que estaban separados. Quizás eso sea lo que haya causado esa sensación de alejamiento del banco hacia el sector de los agronegocios, pero es algo que no se da en la práctica, porque las personas son las mismas, más allá de que cada tanto algún referente del banco pueda jubilarse. Hoy no estamos pensando en volver al viejo esquema; no lo descartamos y puede ser parte de la nueva forma de funcionar. Lo más importante es cómo lo estamos encarando para darle respuestas al sector; los recursos los tenemos. El banco tiene un equipo de técnicos agropecuarios como no tiene ningún otro sector del sistema financiero, que no cumple un rol comercial pero sí de apoyo a toda la actividad comercial, y también para los clientes. He interactuado en reuniones donde técnicos dan consejos a los clientes. Tenemos que maximizar todo ese potencial del banco.
Han trabajado y realizado anuncios para el sector arrocero. ¿Cómo está visualizando la realidad de distintos sectores?
Hay sectores particulares, como el arrocero, que fue de los primeros que encaramos, porque viene arrastrando un endeudamiento de larga data y hace tres o cuatro meses nos plantearon las dificultades del sector. Y se suma la expectativa de una zafra que está comenzando, después de varios años complejos. Pusimos mucho foco en tratar de resolver esa situación de endeudamiento histórico. Creo que se encontraron buenas soluciones para la refinanciación de deudas, con mayores plazos, aprovechando una coyuntura global de tasas de interés bajas, que nos permiten jugar ese rol que el banco tiene, de poder ser soporte para el desarrollo. Con la mejora de algunos costos, por la suba del tipo de cambio y un horizonte de mejores precios, estamos ante un sector que comienza a ver la luz al final del túnel.
¿El BROU estará más activo en la financiación del productor?
Sí. En los últimos años veníamos financiando el 30% del área, y si uno mira algunos años para atrás, llegaba al 70%. Por lo tanto, hay intención de crecer. Ese financiamiento que no da hoy el BROU no es que fue reemplazado por el resto de la banca, sino por la industria arrocera. Quizás esa operativa para el productor, desde el punto de vista financiero no sea la mejor alternativa, por eso estamos apuntando a llegar con nuestras herramientas. Si bien la superficie de siembra sería levemente superior a la de la campaña anterior, esperamos tener más actividad en el financiamiento del sector.
El lechero es otro sector que viene con dificultades, ¿habrá medidas específicas?
Ese es otro sector que obviamente nos genera preocupación, y con el cual estamos trabajando, en ver cómo mejorar alternativas que ya existen. Estamos mirando el Fogale, el Fondo Lechero, creo que hay cosas para hacer en esos aspectos. Estamos mirando de cerca a la industria, porque hay varias con dificultades. Lo que vimos con los técnicos es que el problema de la lechería se arregla con más leche. Tenemos que buscar la forma de poder ayudar a incrementar la producción. Ese es el foco principal, y ya estamos rediseñando algunos productos, muchas ya existen, como vimos en las distintas reuniones que tuvimos con las asociaciones y gremiales en los últimos días.
¿Y cómo ve a la agricultura?
La agricultura ha tenido sus dificultades por la caída de los precios y por el clima. Pero ahora, y siendo moderadamente optimista, parecería que tiene mejores expectativas. El precio de la soja a nivel internacional ha estado cerca de los US$ 400 por tonelada, y eso ha motivado que a nivel local se hayan cerrado algunos contratos (de ventas a futuro). Creo que el dólar bajo a nivel global, de forma sostenida y hay bajas tasas de interés, todo eso puede ayudar a que los precios de los commodities suban; aunque no me imagino un ciclo como el que se cerró en 2014. En este sector, al igual que en el arroz, hay espacio para la participación del financiamiento bancario, que en la actualidad y en volumen importante, se realiza por exportadores o proveedores de insumos. El BROU tiene apetito de crecimiento y estoy convencido de que podemos hacerlo por su solvencia patrimonial y su liquidez. Tenemos que encontrar los instrumentos adecuados.
¿Y cómo se analiza al sector ganadero desde el BROU?
La industria frigorífica puede tener cierto sobreendeudamiento. Recientemente estuvimos reunidos con el Instituto Nacional de Carnes (INAC), tratando de entender en detalle la situación de la producción y de la industria. Hay algunos buenos indicadores como los 3 millones de terneros. La carne va a seguir siendo nuestro principal producto de exportación. Es un hecho que la forestación y la celulosa la superan en unos años en volumen, pero la carne seguirá siendo nuestro principal producto. Hay que apostar al sector, pero siendo muy cuidadosos. En particular, sobre esa situación de sobreendeudamiento, debemos tener claro el tipo de composición de la industria frigorífica, porque tenemos jugadores fuertes a nivel internacional. Hay que buscar la forma de atender la situación de las industrias más pequeñas, para poder dar apoyo. Y, por supuesto, a los productores, que creo que hoy están enfrentando un escenario más positivo.
¿Le preocupa el endeudamiento de todo el sector agropecuario?
No. En la industria frigorífica puede existir alguna situación de sobreendeudamiento, y algo similar ocurre en el sector lechero. Pero no pasa lo mismo en el resto del sector agropecuario. En términos generales, vemos que a nivel agropecuario hay espacio para ampliar el endeudamiento.
¿Y la morosidad?
Es una muy buena pregunta. La respuesta es que en este momento no tenemos indicadores que nos preocupen, pero hay que aclarar que no estamos viendo la foto correcta de la situación. ¿Por qué? Porque al inicio de la pandemia, parte de la solución que dio la banca fue la de refinación de deudas. El BCU nos permitió refinanciar por hasta 180 días, sin tener que recalificar negativamente a los deudores. Si hubiera empresas que estuvieran con dificultades, no lo estaríamos viendo hoy. Más allá de todo eso, en el sector agropecuario los impactos de la pandemia no han sido tan severos como en otros sectores de la economía.
¿Qué monitoreo hace del fideicomiso ganadero del BROU?
Es uno de los productos que en estas reuniones notaba falta de conocimiento por parte de nuestros clientes. Es un muy buen producto para el financiamiento del sector ganadero. En la Expo Prado lanzamos una promoción para la zafra de toros y animales de cría, para mejoras y maquinaria, con plazos de hasta 4 años. Hasta el 30 de noviembre tenemos esta promoción, con tasas bajas, que rondan el 4%. Por tanto, las condiciones atractivas para los clientes existen. Estamos trabajando para que estas cosas se hagan conocidas.
Comentaba que las tasas de interés son bajas, ¿por cuánto tiempo puede permanecer esta situación?
Estamos en un mundo de tasas de interés más bajas, que es una buena noticia para los deudores pero no tanto para los bancos, pensando en la generación de resultados. Parece algo más estructural que coyuntural, por el horizonte de tiempo, y tenemos que acostumbrarnos a esas circunstancias. Para los deudores eso se va a traducir en un escenario de tasas bajas y de forma más continuada.
¿Qué análisis le merece el financiamiento a través del SIGA?
Ahí me voy un poco más al rol del banco. Esa es una decisión más estratégica en medio de una pandemia que obliga al Banco República a ir más allá de un banco comercial, a tener un rol más de desarrollo. El BROU debe jugar un papel muy significativo y dar soporte al sector empresarial, para mantener encendidos los motores de la economía, como dijo la ministra de Economía (Azucena Arbeleche). Desde el primer momento el foco fue pensar en aquellas empresas que antes de la pandemia tenían un balance saludable y una vida económica por delante, y que hoy están pasando una situación de iliquidez muy importante. En ese caso, la situación definida a través del sistema SIGA es perfecta, ya que las empresas están teniendo desde 6 meses a 1 año de gracia, y 3 o 4 años de repago. Es la solución puente que permite pasar esta tormenta y poder pagar en la medida que la actividad retome su ritmo. No tengo las cifras actualizadas de los últimos 15 días, pero iban más de US$ 450 millones de créditos otorgados y más de una tercera parte (US$ 150 millones) fueron de República Microfinanzas y el BROU. Creo que fue una muy buena señal de apoyo y funcionó muy bien como solución. El SIGA existía hace como 10 años, pero no tenía demasiado funcionamiento.
¿Cómo impacta en los recursos humanos del BROU el lineamiento del Poder Ejecutivo de completar una de cada tres vacantes?
Es una situación desafiante pero manejable. Estamos en conversaciones con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) para ajustar el número exacto. El BROU viene ya desde hace algunos años con un plan de ajuste de su plantilla. Antes eran dos vacantes de cada tres, y ahora es una cada tres. El 40% de una plantilla de 3.700 funcionarios se retira en los próximos cinco años. Es un desafío, pero tenemos que convivir con esto y buscar las mejores soluciones.
¿La digitalización juega un rol clave?
Por supuesto que sí. En el mundo que estamos la tecnología nos ayuda a poder sobrevivir con menos gente. Será parte de lo que tendremos que utilizar. Tenemos un diálogo fluido con la OPP para advertir dificultades, en el caso que las tengamos. Pero podemos transmitir la tranquilidad de que vamos a tener la plantilla necesaria para poder desarrollar nuestra función.
¿Cómo se imagina su salida del BROU dentro de cinco años?
Con un banco que haya retomado esa agresividad comercial a la que hacía referencia, y que esté en franco crecimiento, tanto en el segmento corporativo como de la banca persona y consumo. Algo en lo que me interesa mucho avanzar es en la transaccionalidad y las soluciones digitales. Creo que hay mucho camino por recorrer en el sistema de pagos y en la forma de operar de nuestros clientes. Con la Ley de Inclusión Financiera hubo un gran proceso de bancarización, pero no necesariamente esos clientes están incluidos financieramente. ¿A qué me refiero? Tenemos 300.000 o 400.000 jubilados que incorporamos en los últimos cinco años, con un alto porcentaje que utiliza su tarjeta de débito para ir a retirar una vez al mes su jubilación, para manejarse con efectivo y volver a ir el mes siguiente. Ese es un cliente que hoy no está incluido financieramente, por algo es. Seguramente hay algo que no estamos haciendo bien. En el sistema de pagos estamos atrasados y tenemos mucho para avanzar.
TARJETA PERSONAL
Salvador Ferrer tiene 50 años y es economista (Universidad de la República). Trabajó casi 25 años en Citibank Uruguay, donde fue director de Banca Corporativa entre 2012 y 2019. Diego Labat (presidente del Banco Central) le planteó ocupar la presidencia del BROU. Participó por Citibank en la estructuración del canje de deuda de 2003 y en la emisión del primer bono en moneda nacional en el mercado global. Es nieto de Salvador Ferrer Serra.
Algunos estados de Brasil tomaron la decisión de dejar vacunar su rodeo ganadero contra la fiebre aftosa, principalmente el de Rio Grande do Sul, que a partir del 1 de setiembre implementará esa medida yes el que está más cerca de Uruguay.
Esas definiciones sanitarias generaron inquietud y preocupación en el sector cárnico uruguayo. Para conocer el proceso que implica esa medida brasileña y lo que puede pasar en el reacomodo de los estatus sanitarios de la región, el reconocido médico veterinario y representante del sector privado uruguayo en la OIE, Jorge Bonino, fue entrevistado el jueves 13 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.uy.
Brasil durante dos años debe informar sobre la evolución de la situación sanitaria de sus vacunos a la OIE (Organización Internacional de Epizootias), para luego esperar la resolución de ese organismo respecto a si le otorga o no el estatus de libre de aftosa sin vacunación.
Uruguay tiene los mercados abiertos por el reconocimiento internacional que existe del estatus sanitario uruguayo, señaló Bonino para dar tranquilidad ante estos cambios.
Comentó algunos casos particulares que se pueden dar en el futuro, considerando que el mercado de carne ovina con hueso para Uruguay es San Pablo, que tiene el mismo estatus sanitario uruguayo. Si ese producto va por vía terrestre, debería haber una negociación para que transite por estados brasileños, dijo.
Sostuvo que “habrá cambios pero no hay que alarmarse”. “Tendremos que tener ciertas medidas de refuerzo para el control sanitario, especialmente en las zonas fronterizas que ya se están aplicando”. Además, desde el punto de vista sanitario “Uruguay tiene abiertos la mayoría de los mercados más importantes”, comentó.
“Mi opinión personal es que teniendo muy buenos programas de control que tiendan a la radicación de las enfermedades, como la vacuna, es muy importante. Igual a lo que pasa ahora con el covid 19 o la fiebre porcina africana, donde todos esperamos que haya una vacuna”, señaló.
Enfatizó que en Uruguay “en algún momento se dejará de vacunar contra la fiebre aftosa pero no hay que apurarse”.