Diego Charbonnier cursó una maestría en la Universidad Estatal de Kansas y trabaja en la estación experimental de la multinacional, ubicado en Nebraska, Estados Unidos
Luego de recibirse como ingeniero agrónomo en la Universidad de la República, Diego Charbonnier comenzó a buscar oportunidades de posgrado en el exterior, especialmente en Estados Unidos. En 2019 cursó una maestría en la Universidad Estatal de Kansas y actualmente trabaja en la compañía Bayer Crop Science, en el centro de investigación ubicado en Gothenburg, Nebraska.
Destacó los trabajos que allí se llevan a cabo, en nuevas tecnologías como el maíz de estatura baja, que tiene mayor tolerancia al vuelco, mejor acceso al cultivo sin depender de aplicaciones aéreas y mayor potencial de rendimiento. A su vez, remarcó los trabajos que está realizando la compañía en eventos biotecnológicos contra insectos basados en la tecnología ARN, así como eventos para tolerancia a herbicidas en soja y maíz.
Charbonnier recorrió un largo camino para establecer contacto con profesores de Estados Unidos que son referentes en su área de interés: el manejo de nutrientes y la agricultura de precisión. En un simposio sobre agricultura, desarrollado en Paysandú, conoció al doctor Fernando García, especialista en fertilidad de suelos y nutrición de cultivos, quien lo contactó con sus colegas que trabajan en investigación en el país norteamericano, quienes podrían aceptar estudiantes a través de un programa de becas de investigación.
Se puso en contacto con el doctor Dorivar Ruiz Díaz (especialista en fertilidad de suelos) de la Universidad Estatal de Kansas, quien le brindó la oportunidad de realizar una maestría en Agronomía, enfocada en el manejo de nutrientes. “Los posgrados pueden ser bajo la modalidad de becas, con la oportunidad de trabajar en investigación para financiar la maestría o el doctorado mientras se estudia”, explicó
Desde enero de 2019 y hasta noviembre de 2021 realizó su maestría en la ciudad de Manhattan, Kansas. Su tesis fue sobre manejo de nutrientes en soja, especialmente en potasio.
Charbonnier también se enfocó en agricultura de precisión y georreferenciación, “temas que considero muy interesantes y en los que aquí (Estados Unidos) hay mucho avance”, destacó. Además, comentó que uno de los programas de ese país permite trabajar durante un máximo de tres años una vez graduado en una universidad estadounidense. “Unos meses antes de finalizar la maestría, Bayer Crop Science, a través del doctor Ruiz Díaz, me hizo llegar una oferta de trabajo en investigación en una estación experimental y la acepté”, comentó.
En noviembre de 2021 se mudó a la ciudad de Gothenburg, Nebraska, para trabajar en el centro de investigación enfocado en el uso del agua, que Bayer Crop Science tiene en el centro de Estados Unidos. “Es una región semiárida, lo que permite evaluar variedades e híbridos en condiciones de estrés hídrico”, puntualizó.
LOS MAÍCES DE BAJA ESTATURA
Una de las nuevas tecnologías en las que se está trabajando en ese centro de investigación tiene que ver con el maíz de estatura baja o enano. “Se trata de un maíz con una altura menor a 2,10 metros, mientras que los convencionales pueden alcanzar los 3 metros o más”, explicó.
La menor altura se logra mediante un acortamiento en la distancia entre nudos, manteniendo el mismo número de hojas. “La primera generación se obtuvo mediante cruzamientos, incorporando gen de enanismo nativo en el maíz” detalló. Estos materiales se lanzarán en 2023 en Estados Unidos.
Este maíz no solamente tiene una estatura menor, sino que el posicionamiento de la espiga también es más bajo, situándose entre 60 y 90 centímetros del suelo. Asimismo, al final de la década está previsto el lanzamiento de la segunda generación de maíz enano, en este caso obtenido mediante transgénesis.
Como ventajas, destacó que tiene una mayor tolerancia al vuelco, característica importante en el medio-oeste estadounidense, por los fuertes vientos. “La arquitectura de planta permite tolerar mejor el viento y mantenerse en pie, en comparación con los maíces convencionales”, destacó.
Otra de las ventajas es que permitiría intensificar el sistema, incrementando el número de plantas por hectárea y la fertilización nitrogenada, sin perjudicar rinde por vuelco, por ejemplo. A su vez, explicó que permitiría un acceso al cultivo durante todo el año, con pulverizadores normales, sin que sea necesario el uso de aviones para aplicar fitosanitarios, fungicidas u otros productos.
Este maíz está pensado para ambientes con alto potencial de rendimiento, donde no se vea tan afectado el posicionamiento de la espiga.
LA EFICIENCIA EN EL USO DEL AGUA
Charbonnier señaló que este tipo de maíz de baja estatura posee una mayor exploración radicular, lo que le permite acceder a más agua y nutrientes del suelo. “La investigación en la estación está orientada a un uso más eficiente del agua, porque se ha visto que cuando hay mucho acceso a este recurso se termina utilizando más de lo que se necesita. Hemos observado que se puede llegar a recortar entre 25 y 50 milímetros de riego por temporada, solamente tratando de manejarlo mejor durante el ciclo”, detalló.
Indicó que en Estados Unidos gran parte del agua que se utiliza se extrae del acuífero, y sus niveles están bajando. Esto llevó a que muchos estados estén legislando para controlar su uso, y la eficiencia en el uso de este recurso “es una preocupación permanente”.
Charbonnier comentó que en el centro de Nebraska el promedio de lluvias es de 580 milímetros (mm) al año, lo que hace que el riego sea una herramienta fundamental. Actualmente hay unas 3,6 millones de hectáreas bajo riego en ese estado. “Si se cubren las necesidades hídricas del cultivo, asociado a un buen manejo, los maíces rinden 20.000 kilos por hectárea (kg/ha)”, destacó.
En la estación experimental también “se están evaluando distintas estrategias de irrigación. En promedio, el volumen de riego recomendado en esa región va de 250 a 280 mm durante todo el cultivo de maíz. El centro cuenta con riego variable, lo que hace más fácil simular campos de productores con menor acceso al agua”.
El investigador uruguayo comentó que “las estrategias de riego que están enfocadas en etapas reproductivas obtienen mejor eficiencia sin reducir considerablemente el rendimiento. Esta región en particular tiene fácil acceso al agua (el acuífero no baja de nivel como en otros estados) y los costos para el riego son muy bajos, permitiendo que los productores rieguen durante todo el ciclo, y pequeños incrementos en rendimiento compensan el costo de riego adicional”.
Sobre las características de este año, dijo que “fue tan seco que incluso se vio a muchos productores regando antes de la siembra. El centro también cuenta con riego por goteo subsuperficial, que permite mejorar la eficiencia de aplicación de agua; pero a diferencia del riego por pivot, requiere de una mayor inversión inicial”.
LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Por otro lado, Charbonnier se refirió a nuevos eventos para tolerancia a herbicidas en soja y maíz. Sostuvo que en maíz actualmente hay híbridos que tienen tolerancia a glifosato, glufosinato, 2,4-D, y herbicidas FOPS; mientras que en el corto plazo se está pensando en agregar tolerancia a dicamba.
Para el final de la década se piensa incorporar tolerancia a herbicidas inhibidores de la enzima PPO, como por ejemplo flumioxazin, sulfentrazone y saflufenacil. “Son herbicidas muy buenos para el control de Amaranthus, que es uno de los principales problemas de malezas en Estados Unidos”, confirmó.
En soja, Charbonnier señaló que hay diferentes eventos con tolerancia a herbicidas, como glifosato y glufosinato; y dependiendo de la tecnología, también hay eventos tolerantes “a los hormonales dicamba o 2.4-D”.
En cuatro años, dependiendo de las regulaciones, se prevé lanzar una soja que además tenga tolerancia a herbicidas inhibidores de la enzima HPPD, como el isoxaflutole.
También se proyecta que al final de la década se le agregue tolerancia a herbicidas inhibidores de la enzima PPO. “Aunque ya hay ciertos lugares en donde se ha reportado resistencia a estos herbicidas, brindaría más herramientas para el control de esta maleza”, afirmó.
Para el control de insectos destacó el nuevo modo de acción basado en tecnología ARN. Sostuvo que este evento utiliza un modo de acción diferente a las proteínas Bt, que funcionan como toxinas en el intestino medio de la larva.
Esta nueva tecnología basada en ARN ya fue lanzada en Estados Unidos para el control específico del gusano de la raíz, “un problema enorme” en ese país, dijo el investigador uruguayo. La tecnología interfiere en la síntesis de una proteína esencial, causando la muerte de la plaga.
Al enfocarse en un gen específico del insecto, no tiene actividad sobre organismos no objetivo. “Es un modo de acción totalmente diferente, con resultados muy buenos. Es un paso adelante de los eventos biotecnológicos contra insectos”, señaló.
También hacia el final de la década, se planea lanzar un evento orientado a controlar larvas que afectan la biomasa aérea, que estará basado en esta misma tecnología.
En el caso de soja, recordó que en ciertos mercados ya se lanzó la segunda generación para el control de lepidópteros, que incluye tres proteínas Bt en comparación con la única proteína
Este fue el tema central de una conferencia organizada por Procampo Semillas y KWS; destacan que el avance de la superficie de segunda lo posiciona como “un nuevo cultivo”.
Las siembras tardías de maíz fueron el tema central de una conferencia de Procampo Semillas y KWS. La superficie del cereal continúa con su tendencia alcista, que se sustenta en la expansión del área de siembra de segunda. En ese marco, Gonzalo Bravo, gerente comercial de KWS Argentina, dijo a VERDE que el avance de la siembra de maíz de segunda lo posiciona como “un nuevo cultivo”.
Agregó que “el maíz siempre se sembró en la fecha que apuntaba a los mayores rendimientos, pero desde hace algunos años ese competo comenzó a virar”. Con la siembra temprana “es muy probable que se logren buenos rendimientos, pero también está la probabilidad de tener algunos años complejos, porque colocamos al período crítico en una época complicada”.
En esa línea, explicó que desde hace algunos años, en Argentina y en Uruguay, apareció “un nuevo cultivo” que es el maíz sembrado en fecha tardía, que “quizás no aspira a los rendimientos techos” en buenas condiciones, pero “asegura rendimientos mínimos mucho más altos, menor variabilidad y menor riesgo agrícola”. Basado en esos aspectos, el maíz “se ha transformado en un cultivo muy rentable y más seguro desde el punto de vista climático”, destacó.
Bravo acotó que “todos los actores estamos elaborando y ajustando pautas de manejo, porque creemos que este movimiento en las fechas de siembra será uno de los elementos que le permitirán al cultivo seguir creciendo en Uruguay”.
Sostuvo que “nunca hay que dejar a un cultivo ajeno a la rotación agrícola”. En Uruguay es muy importante la siembra de invierno, porque “es muy significativa el área que tomó la colza, que se suma a la cebada y el trigo, que son cultivos importantes”, dijo.
También señaló que “debemos tener en cuenta la relación con áreas ganaderas dentro de los campos de aptitud agrícola, como las praderas y los verdeos de invierno, que van liberando el campo en distintos momentos; normalmente se da luego de la ventana de siembra temprana”.
Por lo tanto, “el maíz tardío empieza a encajar dentro de las rotaciones agrícolas, estabilizando y maximizando de alguna manera la productividad del campo”, destacó.
Sobre el impacto del corrimiento de la fecha de siembra en el mejoramiento genético, Bravo dijo que “hace muchos años las empresas abandonaron ese viejo paradigma de sacar híbridos y después ver a quién le sirve”. En KWS “tenemos muchos técnicos en los campos, y trabajamos en la chacra del productor para entender cuál es la necesidad y orientar los programas de mejoramiento para resolver esos desafíos”, remarcó.
Planteó que la verdadera dificultad de desarrollar un híbrido “es el proceso, que es muy largo, lleva entre 7 y 10 años”. Por lo tanto, “tener claras las pautas de selección y de mejoramiento es una ardua tarea, un trabajo a largo plazo, pero sin dudas brinda frutos”, afirmó.
“Esto queda claramente expresado cuando se compara la respuesta a las variables ambientales de los híbridos viejos y de los nuevos. Hoy se pueden ver muy bien qué atributos producidos por el mejoramiento genético se expresan en resultados a campo para los productores”, explicó Bravo.
Para las siembras tardías y de segunda, “el objetivo del programa de mejoramiento genético de KWS es apuntar a la estabilidad, asegurar que el cultivo se ajuste en su estructura, que las plantas –y la cantidad de plantas– maximicen la utilización de los recursos como el agua, la radiación y los nutrientes, para asegurar un piso de rendimiento lo más alto posible”, sostuvo.
Bravo dijo que hay otros componentes importantes, como la resistencia a enfermedades y “dotar a esos híbridos de una biotecnología que los proteja de insectos”. Hoy la genética de KWS está con la biotecnología Viptera 3, que “está funcionando muy bien, pero no debemos seguir protegiendo esa tecnología con la siembra del área de refugio”, planteó.
Indicó que el mejoramiento genético de KWS está apuntando a híbridos de ciclo corto, que “nos permitan ser flexibles, recomendarlos para una siembra de segunda y también para una siembra temprana, que libere antes el lote y se pueda sembrar otro cultivo o incluso un doble cultivo de maíz. En este caso, sembrado muy tarde puede llegar a ser picado o cosechado, antes de que el ambiente sea negativo para el llenado. Se buscan ciclos que acompañen lo que demanda el sistema de producción”.
El manejo en las siembras de segunda
Esteban Hoffman, de Unicampo Uruguay, dijo a VERDE que el rango de fecha óptima para el maíz de segunda “va desde el 8 o 10 de diciembre hasta fin de ese mes o primera semana de enero, con la precaución de que ante alguna helada temprana ese maíz pueda transformarse en silo”.
Sobre la fertilización, Hoffman consideró que son planteos que en secano “tienen menos plantas, pero sobre todo están en un suelo más caliente. Y toda la información es consistente: aun partiendo del mismo nivel de nitrógeno (N) en la siembra, los suelos dan más N. La respuesta al N es más baja, aunque el potencial sea el mismo, porque el suelo da más. Ese no tiene que ser un argumento para no muestrear y no fertilizar un maíz de segunda, es para saber que quizás las dosis deban ser inferiores”.
Además de ajustar el N a la siembra, “es clave muestrear suelos en V5 o V6. Hay niveles críticos que varían con el potencial esperable o con la evolución que tenga el cultivo; es importante conocer el ambiente”, explicó.
El experto consideró que allí aparece una diferencia entre lo sembrado en setiembre y lo sembrado en diciembre, porque con el mismo nivel de N en el suelo e igual nivel crítico, los equivalentes fertilizantes son distintos, ya que son más bajos en las siembras de diciembre. “Eso es conocimiento agronómico”, dijo.
Para Hoffman los productores “precisan esto más que nunca”, por el impacto que “tiene sobre el potencial, en el ahorro de nitrógeno y además evitamos el exceso, que contamina y genera óxido nitroso”.
La corrección objetiva de un nutriente como el N, que ha tenido un costo muy alto, permitió ahorrar hasta US$ 200 por hectárea. Esas diferencias se observan tanto en chacras que fueron medidas de forma objetiva como en las que no. “No entiendo cómo en Uruguay, que tiene muchos agrónomos, no está todo muestreado; no lo puedo entender”, cuestionó.
El fósforo y el potasio “tienen que ser ajustados a la siembra; ahí se juega todo”. En el caso del N “empieza por la siembra, luego seguimos por V5 o V6 y después continuamos en hoja, en V10 o V12. Tenemos que monitorear e ir acompañando, con diagnóstico, el cambio en la demanda”, recomendó.
En esa línea, Hoffman indicó que si hay un maíz con una restricción hídrica importante y le agrego N en exceso, “empeoro la situación, no habrá respuesta al N y puede ser que deprima el rendimiento”.
Los Materiales
Federico Bellenda, gerente general de Procampo Semillas, destacó a VERDE “el crecimiento del cultivo de colza” en la agricultura local, y también “el cultivo de maíz, de la mano de las siembras tardías, que tiene mucho para aportar a los sistemas y a las empresas; por eso, el área de siembra va en aumento”.
Afirmó que en esta campaña “cerca del 70% de la superficie lo aportarán las siembras tardías o de segunda”. En esa línea, Procampo Semillas y KWS posicionan para los planteos en secano al híbrido KWS 4216 Viptera 3, “que se adapta muy bien a los distintos tipos de suelos y manejos”. Al igual que en siembras de primera, el híbrido de alto potencial de rendimiento es el KWS 3916 Viptera 3, “que reacciona al aumento de población y está posicionado para planteos de alta tecnología o bajo riego”, resaltó.
El momento del maíz
Federico Larrosa, gerente de Agroservice de KWS Argentina, resaltó que el maíz está en un momento de crecimiento sostenido. “Hace tiempo que hay una rueda muy virtuosa a nivel mundial, que se repite país a país. Hay productores que invierten y que toman tecnología y que no dudan en innovar. Empresas que invierten en genética, porque la semilla de maíz permite el retorno de la inversión, pero también hay inversión en el manejo agronómico del cultivo y otros insumos asociados”.
Además “hay una academia que estudia muy de cerca. En todos los lugares hay profesores e investigadores que trabajan para generar conocimiento a partir de las novedades del cultivo. El maíz tiene eso hace un montón de años y es lo que sustenta el crecimiento constante en hectáreas y en productividad. Y eso no sucede en todos los cultivos”, analizó.
Larrosa comentó que la tasa de crecimiento anual del rendimiento de maíz depende de cada país. En Estados Unidos, por ejemplo, se ubica entre 130 y 140 kilos por hectárea al año (kg/ha/año). Recordó que en Argentina, “cuando festejamos los 15 años de mejoramiento genético, analizamos que nuestro germoplasma mejoró 120 kg/ha/año; y el promedio de Argentina está en 115 kilos”.
Un trabajo de Hoffman muestra que en Uruguay el rinde promedio del maíz se duplicó en 20 años. “Eso no son 100 kilos por año, eso es muchísimo, y no es solo genética, ahí está el círculo virtuoso que hoy tiene el cultivo”, concluyó el integrante de KWS Argentina.
El acuerdo entre la cooperativa danesa y la uruguaya incluye el aspecto comercial, el desarrollo de nuevos materiales y también la producción de semillas
DLF es una cooperativa integrada por 3.000 productores, que fue fundada en 1872, en Dinamarca y se especializa en semillas forrajeras. Desde 2018 está presente en Sudamérica, donde está seleccionando y adaptando diferentes opciones de su germoplasma para los ambientes del Uruguay. Estos productos provienen de sus programas de mejoramiento genético en Europa, Estados Unidos, Sudáfrica y Oceanía.
Recientemente DLF anunció la asociación con la Unión Rural de Flores (URF), una cooperativa de sólida trayectoria en Uruguay, e importante experiencia productiva en el procesamiento y comercialización de semillas. Este vínculo le permitirá a la URF acceder a la potente cartera de productos forrajeros de DLF, con el servicio integral. Al mismo tiempo, la empresa danesa contará con el soporte técnico y el alcance geográfico y comercial de la cooperativa uruguaya.
El ingeniero agrónomo Felipe Bonilla, responsable técnico de DLF Uruguay, dijo a VERDE que la empresa tiene “un papel destacado” en la oferta de genética forrajera a nivel mundial. “Es la número uno en forrajeras, tiene más del 50% del mercado europeo y más del 30% del mercado global. Su facturación anual supera los US$ 1.000 millones”, señaló.
Y si se la ubica en el mapa semillerista mundial, incluyendo a compañías gigantes de cultivos –como Bayer, Syngenta o Corteva–, está en el lugar número siete, además de ser la primera empresa de semillas forrajeras del ranking, remarcó.
DLF realiza una inversión de US$ 35 millones por año en el área de investigación y desarrollo. A nivel global cuenta con más de 40 centros experimentales y con 25 locaciones de breeding, “lo que nos permite tener mucha interconexión de información, y ese flujo continuo es clave para poder elegir de cada lugar el material que creemos que se puede adaptar de la mejor manera a nuestro ambiente”, dijo el responsable técnico de DLF.
Bonilla comentó que desde 2018 DLF ha venido adaptando los materiales y apostando a la genética local, “haciendo un mix, a partir de su potente programa de Investigación y Desarrollo. Y en Uruguay también se ha desarrollado una red de localidades ubicadas en distintos puntos, para testear las distintas especies y sumar más información, que aporte conocimiento cabal al productor”.
Según el ingeniero agrónomo, “eso ha permitido conformar un portafolio muy robusto en performance y, sobre todo, respaldado con datos, algo relevante” en el mercado semillerista. Comentó que “la compañía se ha concentrado en gramíneas, aunque también cuenta con otras especies. Estamos muy enfocados en toda la gama de festucas, de raigrás y de dactylis. Contamos con productos que lideran la Evaluación de Cultivares de Inia-Inase”.
Además destacó que todos los productos “se han evaluado en condiciones de producción y los resultados son excelentes”.
Sobre la alianza comercial con la URF, Bonilla señaló que, además del aspecto comercial incluye el trabajo de desarrollo de materiales. “Desde hace más de un año se viene trabajando con el equipo de la URF, que cuenta con 18 técnicos de amplia trayectoria y experiencia, con una vocación de servicio impresionante. Estamos muy contentos con esa sinergia y con el trabajo que hemos logrado”, comentó.
Por su parte, el ingeniero agrónomo Alejandro López, gerente de la URF, dijo a VERDE que la alianza con DLF “es un gran desafío para la cooperativa.
El acuerdo prevé que DLF provea a la URF de la parte genética, además de su conocimiento en el negocio; y la URF aporta su departamento técnico y el conocimiento de trabajar mano a mano con el productor y con sus necesidades. “Empezamos a tener una paleta forrajera muy adecuada para cada demanda particular, de los productores ganaderos y lecheros”, informó el gerente de la URF.
López dijo que esta asociación “es un salto estratégico” para la unidad de forrajeras de la URF. “DLF es líder del mercado de forrajeras templadas a nivel global, por lo que vemos una verdadera oportunidad de crear valor para nuestros clientes”, sostuvo.
El ingeniero agrónomo Pablo Platero será el responsable del área de comercialización de forrajeras, un profesional con 14 años de experiencia en el negocio.
Fred Yoder es productor en Ohio y preside la Alianza Norteamericana de Agricultura Climáticamente Inteligente; y sostiene que el sector captura más carbono del que emite
Ruben Silvera | De su viaje a Ohio, Estados Unidos
Uno de los puntos altos del Farm Tour 2022 –gira por Estados Unidos organizada por la Asociación Agropecuaria de Dolores– fue el intercambio con Fred Yoder, un productor agrícola de Plain City, Ohio. Se trata de un referente en ese país, activo representante de los productores en diferentes ámbitos e integró el Comité de Asesoramiento Agrícola del expresidente Donald Trump.
En ese ida y vuelta de Yoder con los integrantes de la delegación uruguaya, la posibilidad de un tratado de libre comercio entre ambos países, fue el tema que dio el puntapié inicial a la charla. Yoder cortó de inmediato la esperanza uruguaya al sostener que “hoy, con la administración de Joe Biden, no hay chance de avanzar en un acuerdo comercial entre Uruguay y Estados Unidos, porque no se está haciendo absolutamente nada con nadie”.
Dijo que actualmente “solamente dos países tienen un acuerdo bilateral de inversiones, y ellos son Uruguay y Ruanda. Ese podría llegar a ser el puntapié inicial para pensar en algo, pero con el gobierno actual es prácticamente imposible, por más que se van sumando voces que reclaman que Estados Unidos establezca un acuerdo comercial con Uruguay, para no perder presencia en América del Sur, sobre todo ante el avance que ha tenido China”.
Históricamente “los republicanos han trabajado por abrirse al mundo, algo que no sucede con los demócratas”, sostuvo. Y consideró que “un próximo gobierno republicano será el que abrirá a Estados Unidos”.
Sin embargo, con el liderazgo del expresidente Donald Trump la política internacional de Estados Unidos fue en el sentido contrario. Yoder explicó que “en cada partido político hay integrantes que quieren cerrarse y directamente no hacen absolutamente nada”. En cambio, “hay muchos como yo, que apuntamos al libre mercado y al libre comercio. Este pensamiento viene ganando más adeptos en el Partido Republicano. El problema es que tenés que buscar el camino del medio, donde juega la política, para que las dos partes se sientan conformes”, comentó.
El productor reconoció que no compartía muchas de las cosas que decía Trump, pero destacó que fue un presidente que “buscó tener personas con buena información para que las cosas se hicieran bien”, y que “estaba orientado a los resultados y a la gestión”.
Analizó que la administración de Biden quedó igual de cerrada que la de Donald Trump y “en algunos casos hasta la empeoró”. Recordó que asiste al Congreso estadounidense desde 1990 y que “siempre los republicanos y demócratas discutieron pero llegaban al mejor acuerdo”, sin embargo, “en esta administración sucedió lo contrario”.
El productor también planteo la problemática de la mano de obra en el sector agrícola de Estados Unidos. “Es cada vez más difícil conseguir personal y se está transformando en unos de los principales problemas del sector”, dijo.
Agregó que la guerra entre Rusia y Ucrania le agregó más riesgo al negocio agrícola, porque “si bien los precios subieron, al tiempo volvieron a bajar, mientras que los costos que se dispararon demoraron más en ajustarse”.
Explicó que en Estados Unidos casi no hubo posibilidad de calzarse. En 2021 Sudamérica sembró con costos bajos y vendió a precios altos. Sin embargo, cuando los precios de la soja subieron, en diciembre de 2021, en Estados Unidos ya se había comercializado casi toda la cosecha. “A la zafra siguiente nos pasó lo mismo que a Uruguay con el trigo y la colza en 2022, tuvimos precios altos pero con costos más altos”, dijo.
LA CAPTURA DE CARBONO AHORA ES RENTABLE
Fred Yoder sostuvo que la agricultura es la solución para enfrentar muchos de los desafíos en sustentabilidad que tiene el mundo. Y considera que es imperativo producir más de manera sostenible, al tiempo que hay que brindar servicios ecosistémicos a los planteos productivos.
En su exposición, agregó que en Estados Unidos existe una preocupación creciente por los temas ambientales. “Todos los estados donde la producción es importante aportan de alguna forma u otra a los grandes lagos norteamericanos. Y allí hay problemas de exceso de nitrógeno y fósforo, generando el crecimiento de algas”, admitió.
Comparó que hay estados productivos marginales, como Ohio, donde en los mejores casos el horizonte A del suelo llega a 38 centímetros. Sin embargo, en Iowa se puede llegar hasta los 2 metros.
“En Ohio se le encontró la vuelta mediante la adopción masiva de siembra directa, junto a la inclusión de cultivos de cobertura para que durante el invierno, entre otros factores, el fertilizante no escurra. Con eso se fueron solucionando varios inconvenientes, incluidos los ambientales. Hubo un cambio de mentalidad, porque a la vez que se fueron dejando atrás viejas problemáticas, aparecieron nuevas alternativas”, destacó.
En cambio, en los estados con mejores suelos, con la última tecnología disponible, se siguen moviendo los campos. “Y como les va bien, es muy difícil cambiar esas estrategias de manejo”, acotó.
Informó que en Estados Unidos se está trabajando en medir la huella de carbono del sector agrícola, para “demostrar que el productor no es el problema sino todo lo contario, captura más carbono del que emite. Para eso es clave la siembra directa, los cultivos de cobertura, entre otros”. Valoró que hoy el mundo “es más proclive a pagar y esa es la gran diferencia con lo que pasaba hace 10 años, cuando sabíamos todo eso pero nadie ponía un dólar. Hoy, al certificar la captura de carbono, el productor puede ganar entre US$ 50 y US$ 250 por hectárea”.
Fred participa actualmente de 25×25, una alianza de casi 1.000 organizaciones asociadas que promueven el desarrollo de energía renovable en zonas rurales de Estados Unidos, y forma parte de un proyecto especial de Solutions from the Land (SfL), que apunta a los sistemas circulares que incluye: la adaptación al cambio climático con la producción de suficientes alimentos y combustible para la creciente población mundial.
FRED YODER SEGÚN EL CONGRESO DE EEUU
En la página web del Congreso norteamericano se presenta el perfil de Fred Yoder como: agricultor de cuarta generación, que ha vivido y trabajado cerca de Plain City, Ohio, durante más de 40 años. Junto con su esposa, Debbie, y sus dos hijos, siembra maíz, soja y trigo en su establecimiento de casi 1.000 hectáreas. Yoder se ha desempeñado como presidente de la Asociación Nacional de Productores de Maíz (NCGA, por sus siglas en inglés). También estuvo en varios puestos de liderazgo en la Asociación de Cultivadores de Maíz y Trigo de Ohio. Se desempeñó como presidente del grupo de trabajo de biotecnología de la NCGA, que ayudó a desarrollar protocolos para garantizar que las nuevas tecnologías se pudieran utilizar de forma segura en los establecimientos.
Yoder disertó en varias ocasiones en la Unión Europea, sobre la coexistencia de los sistemas de producción.
Actualmente está dedicando gran parte de su tiempo a la política climática, a la conservación y sostenibilidad. Es copresidente de Solutions from the Land (SfL), una organización sin fines de lucro que trabaja con Global Alliance of Climate Smart Agriculture (GACSA), que permite a los países desarrollados y en desarrollo aumentar la producción y distribución de alimentos a nivel mundial de manera sostenible
Es presidente de la Alianza Norteamericana de Agricultura Climáticamente Inteligente (NACSAA), un sector regional que facilita la iniciativa global. También participa activamente en ese trabajo con la iniciativa climática de la ONU, mostrando que la agricultura puede adaptarse a los patrones climáticos cambiantes y reducir su huella de carbono.
Este año la empresa lanzó la variedad AGT Coyote, que fue sembrada en pequeños lotes de productores, en distintas fechas y zonas del país, obteniendo muy buenos resultados
Megaagro lanzó el lupino AGT Coyote. “Se sembraron más de 200 hectáreas para evaluarlo a nivel comercial, en todo el país, buscando determinar los ambientes adecuados para la especie y la variedad. Se planteó una distribución geográfica acorde a la información de la especie, y también hicimos ensayos comparativos y de potencial de rendimiento”, comentó Jorge Foderé, de Megaagro.
El agrónomo calificó la información generada como “excelente”. Y destacó que “sorprendieron los rendimientos, con situaciones que superaron los 3.500 kilos por hectárea (kg/ha), algo que alienta al desarrollo de la especie y de la variedad”.
Consideró que el lupino “entra en todos los sistemas. Es un cultivo de invierno más, que aporta renta y nitrógeno (N), ya que es una leguminosa invernal. Hay productores que plantan vicia, que están pensando en sustituirla por lupino, ya que aparte de fijar N genera renta”.
Pero Foderé también ve “un potencial de crecimiento muy importante en todas las zonas agrícola-ganaderas y ganaderas de Uruguay”, y destacó que “el comportamiento de esta variedad en zonas no tradicionalmente agrícolas ha sido excelente”.
El mayor rendimiento se registró en Treinta y Tres, donde se lograron cerca de 3.700 kilos por hectárea. “En esas zonas vemos un enorme potencial, ya que hay menos alternativas de cultivos invernales, y a su vez gran demanda de granos forrajeros para el ganado”, dijo.
Remarcó que para ese cultivo es más importante el buen drenaje que la fertilidad de los suelos. El lupino “es un cultivo totalmente apto para suelos limos y limo-arenosos, tolera muy bien los suelos ácidos, por lo que tiene espacio en todo el país”, aseguró.
Este año fueron 15 los productores que participaron de la experiencia, con el fin de generar más información. “Se sembraron de 10 a 30 hectáreas en cada caso, para evaluar el comportamiento”, señaló.
El lupino “suele utilizarse como alimento para el ganado bovino de carne y leche, ovino y porcino, ya que produce un grano muy balanceado, de 30% a 35% de proteína, pero también con un alto valor energético, similar al maíz”, describió. Pero hay un detalle no menor, es que “la energía proviene básicamente de las fibras del grano, no de carbohidratos simples. Por ende, tiene una lenta degradación en el rumen, sin provocar desbalances metabólicos. A diferencia de un grano cerealero, es una energía segura con las ventajas prácticas que esto conlleva”, explicó Foderé.
Agregó que, más allá de la composición nutricional del grano, “se destaca muchísimo la practicidad en la suplementación, porque “no es necesario ningún tipo de tratamiento previo al consumo y es de muy fácil almacenaje”. Se cosecha, almacena y se asigna cuando se precisa como suplemento, sin gastos de flete.
Fechas y densidad de siembra
La experiencia de Megaagro Insumos generó mucha información sobre las fechas de siembra, que transcurrieron desde el 2 de mayo hasta agosto. “Este fue un año especial. Las siembras más tardías se vieron muy afectadas porque tuvieron 90 días sin condición de crecimiento. No hay que olvidarse que se trata de una leguminosa, que necesita temperatura en su crecimiento inicial”, dijo.
Agregó que “no hay demasiada variabilidad entre zonas” y planteó que del 20 de abril al 15 de mayo sería la fecha de siembra óptima. “Estamos generando información de siembra más tardías. No es lo ideal, pero es posible. De hecho el año pasado logramos 2.300 kilos por hectárea en una siembra de julio; y ahora estamos haciendo ensayos en Melo, de un productor que sembró 5 hectáreas el 10 de agosto y el cultivo viene muy lindo”, comentó.
Sobre el ciclo de AGT Coyote dijo que “depende de la fecha de siembra. En siembra temprana tiene su floración a los 90 días; y en tardías acorta el ciclo de floración hasta los 60 días. La que se sembró el 2 de mayo se cosechó el 12 de noviembre; y las de agosto se van a cosechar a fin de año. Las fechas tardías pueden servir para cerrar el invierno y en verano sembrar un maíz de segunda”.
Dijo que lograr una buena implantación “es la clave. Buscamos lograr de 50 a 70 plantas por metro cuadrado; ese objetivo no varía según las zonas, y se logra con 120 a 130 kg/ha”.
Sostuvo que “lo importante es distinguir los campos sin compactación, que sean bien drenados. Este año tuvimos experiencias en el sur, donde prácticamente no llovió en todo el ciclo del cultivo, vino muy helador, y logramos 3.500 kilos por hectárea; o sea que se logró prácticamente el potencial. Y tuvimos experiencia en zonas (en el este) donde llovió mucho en invierno, y a pesar de tener anegamientos temporarios se lograron casi 3.700 kilos por hectárea”.
Además, señaló que el lupino es conocido en el mundo por su bajo requerimiento de nutrientes. “Estamos ajustando los niveles de fósforo, y vamos a evaluar la respuesta al potasio y micronutrientes. Requiere poco fertilizante, deja los campos nutridos y en excelentes condiciones físicas, gracias a su sistema radicular pivotante. Por lo tanto, desarrollar el cultivo permite una producción amigable con el ambiente, de bajo costo, que diversifica rotaciones y genera rentabilidad”, concluyó.
La raza convocó a expertos nacionales y extranjeros para analizar los datos generados en su proyecto de eficiencia de conversión y medición de emisiones de metano
Genética para una ganadería sustentable se denominó la jornada que organizó la Sociedad Criadores de Hereford del Uruguay (SCHU) en su Central de Pruebas de Kiyú, en San José. La actividad contó con la presencia de varios expertos nacionales e internacionales, y también de autoridades –como el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando Mattos– manifestando su respaldo a los trabajos de investigación que impulsa la germial.
El ingeniero agrónomo Bernardo Mendiola, asesor de empresas ganaderas, realizó una presentación que consistió en evaluar la incidencia de la genética en la eficiencia de conversión, y su impacto en el resultado económico de los animales evaluados en el corral de la Central de Pruebas de Kiyú.
Mendiola tomó las evaluaciones de novillos de la raza Hereford, en un período de 110 días, cuando se midió su consumo individual, en condiciones muy similares a las comerciales. Considerando su desempeño productivo, realizó un análisis económico y buscó correlacionar ese resultado de cada animal con las principales variables productivas que están involucradas en el sistema.
“Encontramos que dentro de las principales variables –que son la ganancia diaria, el consumo de alimento, la eficiencia de conversión y el peso de la carcasa–, la eficiencia de conversión fue la de mayor impacto sobre el resultado económico”, dijo.
Mendiola confirmó que “se vio una disparidad muy grande de resultados. Sobre un resultado económico que involucraba un promedio de US$ 70, encontramos animales que iban desde -US$ 70 de ingreso hasta más +US$ 180. Eso quiere decir que el promedio se constituía de una dispersión muy grande de desempeño económico, explicado individualmente por los méritos de cada individuo”.
Destacó “la posibilidad de evaluar estas características, como la eficiencia de conversión, desde el punto de vista de la selección genética, incorporándolas a los programas, en condiciones que incidan muy positivamente en los resultados económicos de los sistemas de confinamiento”.
El engorde a corral tuvo un crecimiento sostenido en la ganadería uruguaya en los últimos años. En 2022 representó el 14% del total de animales faenados y el 25% de los novillos. “Viendo el crecimiento de este tipo de esquemas de producción, y sabiendo que hay características que se pueden involucrar en programas genéticos, podemos pensar en que haya demanda por este tipo de genética, con algunas características particulares, que difieren de los sistemas convencionales”, consideró.
Mendiola planteó que para producir los terneros que luego se terminarán a corral, se necesitarían unos 25.000 toros.
Fernando Alfonso, presidente de la SCHU, calificó la presentación de Mendiola como “muy buena”, porque “bajó a tierra los resultados de la investigación con 165 novillos evaluados durante tres años en la Central Kiyú. Vimos clarísimo que hay animales que consumiendo la misma cantidad de alimento ganan menos peso; y que eso también está relacionado con la emisión de metano”.
Remarcó que Uruguay “es pionero en ganadería de carne con la prueba de eficiencia de conversión a corral, que incluye medición de las emisiones de metano”. Y además destacó los puntos de contacto con Estados Unidos, ya que ambos países –así como Argentina y Canadá– integran la Evaluación Genética Panamericana.
Para saber qué está investigando Estados Unidos en esta materia, se convocó a Jack Ward, vicepresidente ejecutivo de la Asociación Americana de Hereford (AHA, por su sigla en inglés; ver nota aparte). “Estados Unidos es un ícono en genética ganadera, y está empezando a hacer algunas de las cosas que acá ya estamos haciendo hace cinco o seis años”, comentó Alfonso.
Además, destacó que se están empezando a realizar trabajos en conjunto, “porque la Evaluación Genética Panamericana es realmente potente, por la cantidad de animales que la integran; es algo único en ganadería de carne”.
Agregó que estos estudios de eficiencia de conversión y de emisiones de metano “están a la vanguardia de las investigaciones en bovinos de carne. Estamos muy contentos de haber podido apoyar a la investigación en Uruguay, para ser bien vistos en los mercados a los que les vendemos”.
La ganadería y el metano
Hayden Montgomery, director del Programa Agropecuario del Global Methane Hub, explicó que el metano es el segundo gas más importante en el calentamiento global, después del dióxido de carbono. “Hoy en día hay mucha más preocupación en el ámbito internacional sobre la necesidad de mitigar metano, no tanto por su contribución al calentamiento global, sino porque ofrece la posibilidad de frenar la velocidad del calentamiento, ya que tiene una corta vida, está presente en la atmósfera durante 12 o 15 años. De esa forma se puede evitar exceder el límite de 1,5°c, que establece el compromiso del Acuerdo de París”, comentó a VERDE.
Confirmó que el sector que más emite metano “es el agro”, ya que “aporta aproximadamente el 40% de las emisiones globales de metano”. Agregó que el sector energético aporta 35%; y los residuos 20% o 25% de las emisiones globales.
También planteó que es interesante analizar las regiones donde el metano está presente. A propósito, dijo que “en el agro el 80% se emite en países en desarrollo, con sectores importantes de producción ganadera y de arroz, como en Asia”.
Señaló que las líneas de acción que puede tomar la ganadería consisten en “ser lo más eficientes posible”. Afirmó que “hay muchas oportunidades de mejorar la productividad de los sistemas, principalmente mejorando la dieta. Además de la salud y el bienestar animal, ya que todo contribuye a disminuir el metano por unidad de producto, sea leche, carne o lana”.
Pero planteó que si bien todo esto es importante y necesario, “no es suficiente a nivel global, considerando el crecimiento de la demanda de productos de origen animal. Entonces, necesitamos generar tecnologías nuevas, o prácticas que puedan mitigar metano en términos absolutos”. Por lo tanto, llamó a “acelerar procesos para mejorar productividad y, a su vez, generar nuevas tecnologías para mitigar el metano”.
Sobre las nuevas tecnologías incipientes, se refirió a los aditivos, pero aclaró que comercialmente aún no están disponibles; “se espera que lleguen en uno o dos años”, dijo. Otra dificultad de ese producto es que se agrega a la ración, pero en sistemas de pastoreo no es posible utilizarlo.
Montgomery afirmó que “todos los sistemas de producción de la ganadería emiten metano y otros gases, como óxido nitroso y dióxido de carbono”, aunque la proporción de cada gas sí depende del tipo de sistema.
Explicó que, en términos generales, “un sistema de confinamiento va a tener una proporción de metano menor que la de un sistema pastoril, porque en la huella de carbono de un sistema confinado vemos más presencia de energía u óxido nitroso para el alimento del animal. Entonces, no es que el volumen cambia con el sistema, sino la proporción de gases”.
Y después depende de la eficiencia de cada sistema. “Vemos una gran variabilidad dentro de cada sistema, con una enorme intensidad de emisiones por unidad de producción. El mensaje es: en cada sistema hay oportunidades de mejorar la eficiencia”, planteó.
Dijo que “Uruguay está en proceso de generar su plan estratégico, tiene muchas líneas de investigación que son muy interesantes, como la selección animal, que también estará en el plan, para promover la investigación”.
Destacó que esta “es una forma de internacionalizar la investigación y el conocimiento local, porque ningún país tiene los recursos ni los datos para lograr la solución. Necesitamos trabajar en conjunto, compartir datos, generar protocolos de investigación masiva, con muchos países”.
Selección genómica
María Isabel Pravia, de INIA, destacó que la selección genómica “es una herramienta que está siendo ampliamente utilizada y su principal beneficio son las características difíciles de medir a gran escala. En la Central de Pruebas de Kiyú se ha generado una población de referencia, se miden esos animales y esos datos se relacionan con su información genómica”.
Agregó que esa población ha generado un volumen de información “importante”, que permite que un animal que no integra la prueba de Kiyú pueda ser genotipado, a partir de una muestra de pelo (ADN), y así predecir su mérito genético para eficiencia de conversión. “Esta herramienta tiene un impacto muy grande, y vemos la oportunidad de que sea ampliamente utilizable”, comentó.
Este proyecto comenzó en 2014. “Van varios años de generación de información, consistente, con protocolos estandarizados, que son muy confiables. Incluso es referente a nivel internacional. El camino va hacia generar esta información. El mundo va a estar trabajando en eficiencia de conversión, por los altos costos y por la mitigación de los gases de efecto invernadero”, sostuvo.
Destacó que “Uruguay tiene un gran potencial con este trabajo. Los resultados han mostrado que hay una variabilidad en los animales de la población. También se ha demostrado que es una característica heredable, que es posible ejercer selección y que la predicción genómica es una buena herramienta, y lo que falta es que se empiece a utilizar de forma más intensa”.
Señaló que su adopción comenzó “muy tímidamente” y que “es importante la difusión”. Enfatizó que los costos de alimentación en los sistemas de corral son muy elevados, y que en estos años “hemos constatado que hay animales más eficientes, que para producir lo mismo consumen menos, y eso a largo plazo tiene una repercusión económica y también una reducción en las emisiones de metano. Por lo tanto, es muy importante trabajar en esto”.
Repasó que fueron evaluados 1.500 toritos y 1.000 novillos. Se les midió el consumo individual, tienen información genotipada y están vinculados con la población Hereford nacional. “Se fortalece esta herramienta para que pueda ser utilizada por los cabañeros”, concluyó.
Los más eficientes emiten menos metano
Tras realizarse en Kiyú la tercera prueba de eficiencia a corral, con mediciones de metano, los resultados confirman que los animales más eficientes son los que menos emisión neta de metano tienen. “Arrancamos a fines de 2021 con la prueba de recría de novillos, luego esos novillos pasaron a la prueba de engorde, y después se hizo la prueba de toros. Esas son las tres pruebas que miden las emisiones de metano”, repasó Pablo Peraza, investigador de INIA.
Comentó que se generó “una gran base de datos”, de animales evaluados en eficiencia de conversión, y “ahora queremos generar una buena base de datos de evaluaciones genéticas en emisiones de metano. Es una línea de trabajo primordial a nivel mundial. Muchos investigadores extranjeros proyectan trabajos que acá ya los estamos haciendo”.
Concluyó que “Uruguay está muy bien posicionado, pensando en cómo continuar estas líneas y profundizar en distintos temas, como la digestibilidad de los alimentos”.
Investigaciones de la Asociación Americana de Hereford (AHA)
Jack Ward, vicepresidente ejecutivo de la Asociación Americana de Hereford (AHA, por su sigla en inglés), participó de la conferencia Genética para una ganadería sustentable y repasó los programas de investigación en sustentabilidad de esa institución en Estados Unidos. Comenzó diciendo que la sustentabilidad tiene “varias definiciones” y que “es un tema controvertido en el mundo”.
Planteó que “debemos posicionarnos como productores de carne, para satisfacer las necesidades de la sociedad, sin comprometer a las generaciones futuras, para que sean exitosas en este negocio”.
La definición de sustentabilidad que considera la AHA está sostenida en tres pilares: el económico, el social y el ambiental. ”Pienso que podemos jugar un papel clave en cada uno de estos pilares a medida que avancemos“, dijo Ward.
Advirtió que a la producción ganadera se le está pidiendo “hacer más con menos”, y que hasta el año 2050 “va a aumentar la población mundial”. Y consideró que “algunos trabajos que hizo la AHA serán muy beneficiosos, en la medida que avancemos en esta área de sustentabilidad”.
Mencionó un proyecto de investigación que se desarrolló en Circle A Ranch, Missouri, donde se usaron toros Hereford y se los comparó con toros Angus en un grupo de vacas predominantemente negras. Se relevó la información desde el nacimiento hasta la faena de los animales, y los datos fueron analizados por el economista Vern Pierce, de la Universidad de Missouri. Pierce encontró que, debido a la longevidad, fertilidad, eficiencia y otros datos colectados en ese programa, la ventaja de Hereford es de alrededor de US$ 50 a US$ 55 por año en el ternero de padre Hereford, sea macho o hembra. “Si llevamos esa cifra a lo largo de la vida de una vaca, resulta en un valor muy significativo”, subrayó Ward.
Un proyecto similar se llevó a cabo en Harris Ranch, California, donde el doctor Dave Daley fue la fuerza impulsora de la recolección de los datos y análisis, con resultados muy similares en cuanto al desempeño en el engorde a corral, así como en preñez y longevidad en hembras.
Más recientemente, la AHA realizó un trabajo con la Universidad del Estado de Oklahoma, para ver el valor de la heterosis en las hembras, por el uso padres Hereford en vacas negras, produciendo hembras F1. “Se constató que esas hembras F1 comen menos alimento, mantienen una mejor condición corporal y destetan terneros más pesados. Toda esta información de la parte maternal ha sido muy útil. Hemos hecho mucho trabajo promocionando esta hembra F1 y ciertamente es parte fundamental de donde estamos y lo que hacemos hoy”, destacó.
También se refirió a un proyecto con la Universidad de Illinois, que fue la continuación del que se hizo en Oklahoma. “Estamos en un proyecto de tres años. Vamos a medir eficiencia en el rodeo de cría y al mismo tiempo alimentando los novillos y obteniendo el consumo individual de alimento”, informó.
Por otra parte, Ward destacó los datos del Centro de Investigación en Animales de Carne, que “son muy interesantes y creo que pone de manifiesto algunas de las ventajas de Hereford, que sabíamos que tenía, y ahora ha sido documentada. La principal ventaja es la eficiencia de conversión, por el consumo de materia seca respecto a otras razas. Hicimos algunos cálculos y contactamos a economistas de la Universidad de Purdue para que analicen los ahorros, no solo en costos sino en recursos naturales”.
Agregó que el año pasado se faenaron más de 160.000 cabezas de ganado del programa Carne Hereford certificada, y se calculó que eso significaría que Hereford consumiría –en promedio– 191 libras (86,6 kilos) menos de maíz por novillo durante el período de alimentación, gracias a la ventaja en eficiencia. Y dado que producir 1 libra de maíz (0,45 kilos) lleva unos 54 galones (204 litros) de agua, el ganado que pasó por ese programa requirió 1.700 millones menos de galones (6.435 millones de litros) de agua para llegar a la faena. “Si sumamos la cantidad de alimento y de agua que se ahorra, llegamos a un valor muy sustancial al utilizar la genética Hereford”, afirmó.
Ward comentó que “el siguiente proyecto que tenemos en marcha con la Universidad del Estado de Colorado y AgNext tiene como objetivos medir metano y nitrógeno por medio de GreenFeed, así como nitrógeno a través de la sangre. Tratamos de entender cómo la selección genética, junto con el valor de la heterosis, puede ser utilizada para cuantificar el impacto total de la genética Hereford y cuál sería este impacto en el área de sustentabilidad”.
Consideró que los resultados de todas estas investigaciones “nos permitirán posicionarnos muy bien en sustentabilidad y nos darán la oportunidad de enviar un mensaje. Sentimos que Hereford es líder real en esto. Estamos entusiasmados porque en Uruguay están haciendo un proyecto muy similar, y podremos utilizar los datos cuando avancemos”.
Ward analizó que el pilar de la sustentabilidad económica provee a los productores comerciales la habilidad de mantenerse viables a lo largo del tiempo, por “las ventajas de la genética Hereford en las áreas de eficiencia, así como en fertilidad y longevidad”. Y en el sistema de engorde a corral, “este ganado va a comer menos y tendrá un menor impacto en el ambiente”, finalizó.
En la zafra 2022/23 el área creció 18%, ubicándose en 288.000 hectáreas, la mayor desde 2015/16; el rendimiento promedio se acercó a los 4.000 kilos por hectárea
El sector agrícola “se preparaba para una cosecha de cultivos de invierno afectada por el déficit hídrico, pero las condiciones de luminosidad y de temperatura en el período crítico fueron extremadamente favorables”, explicó el ingeniero agrónomo Esteban Hoffman, de la consultora Unicampo, en Punto de Equilibrio de Carve y revistaverde.com.uy. “Las condiciones del llenado del grano y las bajas temperaturas terminan compensando la falta de agua en muchas zonas. El llenado fue larguísimo y tuvo condiciones muy favorables para los cereales”, agregó.
En la zafra 2022/23 la superficie de trigo creció 18% y se ubicó en 288.000 hectáreas, fue la mayor área sembrada desde la zafra 2015/16, cuando se alcanzaron las 330.000 hectáreas, según los datos de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
Hoffman indicó que durante esta última zafra de invierno las temperaturas muestran características similares a las que tienen las zonas ubicadas al sur de Buenos Aires, como Balcarce. “Hemos tenido dos grados (Celsius) menos frente a lo que sucede en un año normal”, por eso la productividad promedio de los cereales de invierno puede acercarse “a los 4.000 kilos por hectárea (kg/ha)”, acotó.
En esa línea, en el anuario de la Oficina de Políticas Agropecuarias (Opypa) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), se informa que la media productiva del trigo se acercaría a los 3.800 kg/ha, pero aclara que esa proyección se realiza con un avance de cosecha de 15%. Si se concreta ese rinde promedio, estaría 5% por debajo del alcanzado en la zafra anterior (3.985 kg/ha) y 9% por debajo del rinde récord (4.181 kg/ha) del año 2020/21.
Además, destacó que el sector “ha trabajado para lograr trigos de calidad panadera, a través del proyecto Urutrigo, y actualmente la producción cuenta con 11 materiales calificados como Urutrigo, con parámetros adecuados a las necesidades tanto de la industria local como internacional”.
De acuerdo a un relevamiento realizado por VERDE, hubo más situaciones con bajos niveles de proteína y pH al norte del río Negro en relacón al sur.
En los departamentos de Río Negro y Paysandú, los rendimientos fueron “muy altos”. En el final del invierno y el arranque de la primavera el potencial productivo no estaba claro, por eso “no se fertilizó pensando en sacar 5.000 kilos o más”, dijo a VERDE, Germán Bremermann, de Barraca Erro.
Sin embargo, se sacaron rindes “por encima” de lo esperado, entonces “es lógico que haya dilución y la proteína estuviera más baja” de lo que marcan los estándares comerciales, comentó.
En varias zonas del departamento de Colonia, pese a haber tenido una de las primaveras más secas de la historia, los productores agrícolas se llevaron una “gran sorpresa” por los resultados positivos obtenidos en la cosecha de los cultivos de invierno, confirmó el jefe del departamento técnico de Copagran Colonia, Alberto Bouvier, en entrevista con el programa Punto de Equilibrio, que se emite por radio Carve y revistaverde.com.uy.
Explicó que la cosecha de trigo dejó un rinde promedio de 4.200 kg/ha, “fue una muy buena zafra”, consideró. Mientras que el pH del cereal fue 78 y la proteína se ubicó por encima de 11,5%.
En la zona comprendida entre las localidades de Nueva Palmira, Carmelo, Palo Solo y Agraciada, donde “prácticamente no llovió nada”, los rindes se acercaron a los 4.000 kg/ha y tuvieron más de 12% de proteína, informó Bremermann. Fuera de esa zona crítica de los departamentos de Soriano y Colonia, los rindes se ubicaron entre 10% y 15% por encima de los 4.000 kg/ha, con buenos niveles de proteína.
En la zona centro “el rendimiento también estuvo por encima de lo esperado” en los tres cultivos de invierno (colza, trigo y cebada), pero “no fueron tan altos como en el litoral, porque los suelos son diferentes”, acotó.
Opypa señala que la producción de trigo se ubicaría en el orden de 1,1 millones de toneladas (Mt), superando las 974.000 del año previo y muy por encima de la media anual del último quinquenio, que fue de 771.000 toneladas.
Con esos números, el saldo exportable estaría por encima de las 600.000 toneladas, dado que Opypa asume unas 80.000 toneladas de stock al 30 de octubre de 2023 y un consumo local de 450.000 toneladas durante el ciclo 2021/22. El consumo local –que incluye molienda, semilla, alimentación animal y el trigo utilizado como insumo para la elaboración de etanol— se estimó en 420.000 toneladas.
En la zafra 2022/23 el mercado comenzó con precios superiores a los registrados en el comienzo de la zafra pasada (US$ 268 por tonelada), y reflejó la situación internacional del cereal. Los precios para el trigo de buena calidad, con destino a la exportación a fines de noviembre, se acercaban a US$ 306 por tonelada puesto en Nueva Palmira. Desde el inicio de la zafra 2013/14 no se registraba esa cifra al inicio de una zafra, según Opypa.
Luego los precios tocaron los US$ 320 por tonelada para bajar a US$ 290 a mediados de diciembre. En esa línea, Mauricio Pino, director de Alpino Agronegocios, dijo a VERDE que en el área de influencia de la empresa “se vendió 65% del trigo a un precio promedio que estuvo entre US$ 315 y US$ 320 por tonelada”.
Pino dijo que los productores adoptaron una posición “pareja” a la hora de comercializar los distintos granos de invierno. “Se consideró que los rindes llevaron a vender y cerrar el ciclo comercial. El productor vendió cerca del 90% de la cebada y un 40% de la colza. En cuanto al resto de la oleaginosa invernal, el productor está esperando un repunte de los precios para cerrar ventas”, indicó.
LOS NÚMEROS
Si bien la buena productividad y los precios tonificados “permiten al productor lograr ingresos superiores a US$ 1.000 por tonelada, a diferencia de la zafra anterior, el incremento en los costos reduce el margen obtenido. La escalada internacional del precio de la energía disparó el precio de los fertilizantes y algunos agroquímicos, repercutiendo en el aumento de los costos del cultivo, que se incrementarían en el orden de 50% en promedio”, indicó Opypa.
A modo de ejemplo, “en el caso puntual de la urea, su cotización en el mercado local pasó de un promedio de US$ 560 por tonelada en febrero de 2021 a US$ 900 por tonelada un año después. Con la invasión de Rusia a Ucrania, la urea superó los US$ 1.100 por tonelada, y la preocupación durante mayo –momento de siembra del cultivo– no sólo fue la alta volatilidad en el precio –con cotizaciones diarias– sino la incertidumbre sobre la disponibilidad de fertilizantes”, agregó la oficina del MGAP.
Con ese escenario, según este informe, los márgenes del trigo (ingresos brutos menos costos sin renta) serían positivos por tercer año consecutivo, de US$ 100 a US$ 150 por hectárea.
EL PESO DE LA EXPORTACIÓN
El mercado triguero local en 2022 estuvo caracterizado por un abundante volumen de producción nacional, superior al del año previo, con excelentes condiciones de calidad e inocuidad del grano. A eso se sumó el escenario internacional con la guerra entre Rusia y Ucrania, junto a problemas productivos en algunas regiones y una caída de las existencias globales.
El ciclo 2021/22 mostró un crecimiento de la producción por cuarto año consecutivo. Este aumento fue de 4% respecto al ciclo anterior, como resultado del aumento del área y de la productividad. El volumen se acerca a las cosechas obtenidas cinco o seis años atrás, cuando se superó 1 millón de toneladas.
Opypa detalló en su anuario que la comercialización de la cosecha inició en noviembre de 2021 con menos de 75.000 toneladas de grano en existencias, provenientes de zafras anteriores. La excelente calidad e inocuidad del grano, sumado al incremento de los precios –consecuencia del conflicto bélico– y la fuerte demanda internacional, permitió canalizar el saldo exportable con existencias remanentes que se mantuvieron en niveles mínimos. Al 31 de octubre de 2022 el stock de trigo en depósitos alcanzó 40.000 toneladas, siendo este el menor volumen de los últimos 10 años.
En el período comprendido entre noviembre 2021 y octubre de 2022 “las exportaciones de trigo se incrementaron 18% y alcanzaron las 694.000 toneladas, superando las 587.000 toneladas exportadas en los 12 meses previos. Este fue el mayor volumen exportado de los últimos ocho años.
De acuerdo a la información histórica disponible, las exportaciones de trigo representaban –en promedio– el 70% de la producción total. Con el devenir de los años, la disminución del área sembrada, consecuencia de bajos precios y la competencia de otras opciones de cultivos de invierno más atractivas económicamente, sumado a algunos años con mala productividad, la participación de las exportaciones en la producción de trigo se redujo a 36%. En la zafra 2021/22 el 71% del volumen producido tiene como destino la exportación del grano, recuperando notablemente su participación”.
Según Opypa, el valor total de las exportaciones en el período entre noviembre de 2021 y octubre de 2022 alcanzó los US$ 223 millones, 53% por encima de los US$ 146 millones del período previo. Se trata del mayor monto desde 2013/14, cuando las exportaciones totalizaron US$ 400 millones (FOB).
El precio medio de las exportaciones fue US$ 321 por tonelada, representando una mejora sustancial de 29% respecto de los US$ 248 registrados un año antes, y acompaña la dinámica creciente de los mercados externos. Uruguay logró capturar la coyuntura del precio internacional del trigo en máximos históricos y registró exportaciones –puntuales– que superaron los US$ 400 por tonelada.
Uruguay presentó una alta diversificación de destinos, que no se observaba desde hace una década. Argelia fue el principal destino en este período, con compras por casi 292.000 toneladas. Brasil continúa dentro de los principales mercados, aunque su participación continúa reduciéndose, y cayó de 52% en el periodo comercial anterior a 32%.
En la lista continúa Chile –que desde hace años se consolida como un comprador frecuente– y los países africanos Togo, Ghana y Camerún, realizaron compras de 40.000 toneladas cada uno. Finalmente, Mauritania, Túnez –por segundo año consecutivo– y Suiza –país europeo que aparece por primera vez– demandaron 30.000 toneladas en promedio cada uno. Mientras que se registraron envíos menores a Noruega, Canadá, Perú y Vietnam.
En este contexto, la industria molinera nacional duplicó las importaciones respecto al período anterior, al llegar a 4.146 toneladas. El precio de la tonelada importada promedió US$ 302 (CIF). Históricamente el origen del trigo importado por Uruguay es Argentina, pero por primera vez se importó trigo de Brasil, país que tiene la particularidad de ser el principal importador de trigo de la región, destacó Opypa en su informe anual.