Al Grano

Tomás Molina: “No hay que bajar los brazos en años como el pasado; ni encandilarse este año”

7 de julio de 2022

El empresario remarcó que la variabilidad de resultados en la actividad agrícola, por el clima y los precios, requiere que el agricultor tenga una gran estabilidad emocional.

Tomás Molina tiene una larga trayectoria como agricultor en la región centro de Uruguay y sostuvo que el 2021-22 fue “el mejor ejercicio de la historia agrícola”. Pero planteó que hay que ser “muy sensatos para lidiar con la variabilidad económica de la agricultura, que la marca primero el clima y después los mercados”. 

En el momento que mantuvo esta entrevista con VERDE, si bien la zafra de soja no había terminado (la entrevista fue realizada sobre fines de mayo y le quedaba cosechar alrededor del 20% del área), estimó que el rendimiento total se ubicaría “en torno a los 3.000 kilos por hectárea”, el triple de lo que había cosechado en la zafra anterior, cuando apenas superó la tonelada por hectárea.

En ese sentido, enfatizó que hay que “tener estabilidad emocional para no bajar los brazos en años como el pasado”, así como para no encandilarse en años como este. [um_loggedin]

Planteó que en su empresa se “empieza por buscar la estabilidad agronómica, y de ahí en adelante lograr una estabilidad económica”. Y más adelante agregó que “lo que no sea agronómicamente viable, será cuestión de tiempo, pero tampoco será económicamente viable. No hay que ver a la sustentabilidad como un rival; entendiendo eso entendemos todo”, dijo.  

Y en cuanto al aumento de los costos, dijo que “el peor error que podríamos cometer sería bajar la fertilización porque el fertilizante está caro”. En ese sentido, admitió que en este contexto de altos costos, “un año malo ahora sería mucho peor, considerando la inversión que hay que hacer por hectárea”.

¿Qué balance hace del ciclo agrícola 2021/22?

Es un ejercicio excelente. Me animo a decir que es el mejor ejercicio de la historia agrícola, que en mi caso es bastante larga. Y lo más llamativo es que este excelente ejercicio productivo, que fue muy bueno en invierno, está siendo récord en verano, y viene precedido de la peor cosecha de verano. 

¿Se puede decir que se pasó del infierno al cielo en una zafra?

Correcto. Es lo anecdótico de esto, y nos obliga a tener los pies sobre la tierra. Porque seguramente volverán los años malos, y también los buenos. Entonces, tenemos que ser muy sensatos, para lidiar con esta variabilidad económica que tiene la agricultura, que la marca primero el clima y después los mercados. 

¿Cuánto rindió la soja en la zafra anterior?

En la zafra 2020-21 el rendimiento medio fue de 1.051 kilos por hectárea, considerando el área total, sumando primera y segunda. Si bien esta zafra no está terminada (la entrevista fue realizada sobre fines de mayo), me queda cosechar alrededor del 20% del área, el rendimiento total estará en torno a los 3.000 kilos por hectárea. La relación es tres a uno.

El invierno de la zafra 2020/21 fue determinante para que el año no fuera extremadamente complejo y el peor de la historia en su conjunto. 

Indudablemente. El invierno de 2020 fue muy bueno, uno de los mejores, y eso logró poner el amortiguador para que el ejercicio pasado no fuera catastrófico. Fue muy malo en verano, pero como en invierno fue muy bueno, quienes hacemos mucho doble cultivo tuvimos ese amortiguador que nos permitió seguir con los motores en marcha.

¿Igual el año 2020-21 fue de pérdidas?

Sí, totalmente negativo.

¿Qué significa ser sensato en este momento al dirigir una empresa agrícola?

Para ser un agricultor precisas espalda financiera para poder aguantar los años malos. Pero no es menor la necesidad de tener estabilidad emocional, para no bajar los brazos en años como el pasado; y por otro lado, no hay que encandilarse este año, porque los años malos seguramente van a volver, así como los buenos. Esa sensatez, esa estabilidad, es necesaria. Hay que planificar todo lo que se pueda, aunque haya cosas que no salgan como se planifican. Hay que pensar en las inversiones, en el flujo de fondos, estar muy firme en eso, para poder seguir con los motores en marcha siempre. 

¿Cómo está armado el esquema productivo de Agrícola TM en este momento?

Estoy radicado en el departamento de Flores, y debemos aceptar que esta no es la mejor zona agrícola. Aquí generalmente no se obtienen los rendimientos de punta, y desde hace unos cuantos años somos grandes defensores del doble cultivo. Desde el punto de vista económico, el doble cultivo nos licúa mucho la estructura de las empresas, eso es fundamental. Eso nos obliga a tener una gimnasia de trabajo, una dinámica con la que el personal está ocupado todo el año. Después, desde el punto de vista agronómico, el doble cultivo hace que el campo esté siempre cubierto, la mayoría del tiempo verde, eso es fundamental. Empezamos por buscar la estabilidad agronómica, y de ahí en adelante lograr una estabilidad económica. 

¿Qué porcentaje ocupa el área de doble cultivo en la empresa?

El 85%. Ese otro 15% corresponde a los campos que están en rotación, que por el Plan de uso y manejo de los suelos no se permite hacer agricultura continua, y por eso siempre hay un porcentaje que va quedando con pasturas perennes. Más o menos ese mismo porcentaje va entrando cada tres o cuatro años, cuando esas pasturas están envejecidas. 

¿Cómo se compone el pool de cultivos, tanto en invierno como en verano?

El invierno está diseñado en tres tercios, que intentamos que sean lo más parecidos posibles: canola, cebada y trigo. En verano la estrella es la soja, y por un tema de rotación siempre hay que incorporar alguna gramínea de verano. Hemos tenido algunas experiencias buenas pero otras muy malas con sorgo, y el maíz de segunda empieza a ocupar algún lugar. Además, estoy incursionando en algunos sistemas de riego, que incorporarán algo de maíz de primera en la rotación. En esta zafra tenía plantadas 8.500 hectáreas de cultivos de verano, estoy sembrando unas 7.000 hectáreas de invierno, y aproximadamente el 80% del área es arrendada. 

¿Esa planificación productiva viene estabilizada desde hace mucho tiempo?

Se logró hace tres años, y se viene procesando desde hace unos seis años. Después que bajaron los precios de todos los cultivos, en la zafra 2014-15, hubo un momento en que hacer cultivos de invierno se hacía muy cuesta arriba, porque las rentabilidades generalmente eran negativas. Muchas veces hicimos cultivos de invierno solamente por mantener la rotación del campo. Luego apareció la canola, un cultivo que habíamos probado y no nos había convencido, le fuimos encontrando la vuelta, y desde 2018 este sistema empezó a afianzarse y fuerte.

¿Y no habrá cambios importantes en este sistema?

No, para nada. Sigo siendo un defensor de esto, por lo económico y lo agronómico, ambos aspectos son muy importantes. 

¿Cómo están los arrendamientos en la zona centro del país? ¿Lograron introducir la rotación con pasturas en los campos arrendados?

No en todos los casos. Eso depende mucho de la situación económica y de la idiosincrasia del propietario del campo. Hay campos donde se hace rotación porque realmente se necesita, hay otros donde el dueño es un ganadero eficiente que necesita esa pradera, y hay otros campos donde quisiéramos hacer rotación, pero el dueño está totalmente fuera del negocio y solo quiere la renta, y ahí se hace agricultura continua siempre que el ambiente lo permita. Por lo tanto, hay de todo. En mi caso las rentas siempre las manejé tratando de ser honesto con el negocio. Sin estar escrito, en años buenos como este aumenté alguna renta, pero sabiendo que el año malo va a volver, y me tienen que permitir volver a la renta anterior. Tengo una relación de muchos años con los propietarios de campos, con algunos de ellos llevamos más de una generación trabajando juntos. El negocio se conoce, de las dos partes hay un buen diálogo, que ya supera el negocio, que es de amistad. Por eso también hay mucha estabilidad en el área, no hay mucho recambio de campos, eso hace bastante que no sucede. 

¿Es momento de aumentar el área?

Me gustaría crecer, en este mismo formato, con una renta que no me apriete, con una buena relación con el dueño del campo, con estabilidad. Pero lo veo muy difícil. Hoy los actores que estamos en el negocio ya pasamos la zaranda, estamos en nuestros campos y no hay gente que se vaya, como pasó en 2014. Desde esa fecha crecimos los productores uruguayos. Hoy en nuestro departamento no hay un recambio de área, por lo cual vemos que se mantendrá estable. 

¿Cómo se van definiendo las inversiones en las empresas agrícolas, por ejemplo en riego?

Estoy trabajando en un proyecto, en uno de mis campos. Ese proyecto busca estabilidad productiva. En lo económico, esta buena zafra nos permite hacer esta inversión, que hace mucho tiempo la tenía en mente y no la había podido concretar. Hay un incentivo fiscal por parte del Estado, que es un elemento más que ayuda a tomar la decisión. 

¿Cuántas hectáreas va a regar?

El proyecto finalizado es para regar 540 hectáreas, este año arrancaremos con alrededor de 200 hectáreas. Estos proyectos muchas veces te cambian la cabeza en varios aspectos, y veremos si después se puede trasladar a otros campos o no. 

¿Cómo ve un productor las exigencias del mercado internacional en materia de inocuidad, como el límite máximo de residuos de fitosanitarios y demás? 

Hay que trabajar con prolijidad, por encima de todo. Trabajar mucho con el personal. Es algo que seguramente el mundo nos exigirá cada vez más. Nos gustará o no, pero el mundo lo va a exigir, y el cliente siempre tiene la razón. Entonces, tendremos que trabajar para brindarle al cliente lo que pide. Es importante entrenar a los recursos humanos, pedirles compromiso, que en la mayoría de los casos está. Eso es lo principal para poder ser trazable, en todo lo que vamos haciendo.

¿Cuánto juega la tecnología en estos temas?

La tecnología ha hecho un aporte fenomenal. En lo productivo, en el seguimiento, y es destacable que en años malos, con márgenes negativos, igual invertimos en tecnología, porque nos aportaba un rédito, un dato o algo nuevo que era bueno para el sistema. Hoy no podemos estar sin esa tecnología aplicada, desde los pilotos automáticos, corte de secciones, fertilizaciones variables o aplicaciones selectivas. 

¿Aplica fertilización variable en toda el área?

Casi toda. En el área de recambio, que es poca, a veces queda afuera. Pero casi toda el área está ambientada y con fertilización variable. 

¿Qué logra con eso? ¿Ahorro de insumos, eficiencia en su utilización?

Las dos. Eficiencia en el uso de recursos económicos y agroecológicos es lo principal, no utilizar más ni menos. 

¿Hace siembra variable?

No hice, pero está en la mira. El equipo está comprado, para usarlo en maíz, que es donde rápidamente se ve el resultado.

¿Cómo va manejando el incremento de los costos?

No tenemos muchas alternativas. La realidad es que los costos se han ido a las nubes. Creo que el peor error que podríamos cometer sería bajar la fertilización porque el fertilizante está caro. Hay una planificación que lleva muchos años, que se gerencia más allá de los precios. Se cuida mucho más, porque cada granito duele más que en años anteriores, pero no se deja de hacer lo que haya que hacer porque los costos suben. De todos modos, se visualizan buenos valores para el ciclo 2022-23, que de alguna forma nos ponen en una buena plataforma para enfrentar esos costos. La relación insumo-producto en algunos casos es parecida a la de 2019, vale el doble el grano y vale el doble el insumo. 

El riesgo es mayor.

Indudablemente. Un año malo ahora sería mucho peor, considerando la inversión que hay que hacer por hectárea. La inversión se ubica en torno de los US$ 1.000 por hectárea para casi todos los cultivos de invierno y para la soja también. 

¿Cuánto juega la gestión en todo esto?

Es lo principal. Sobre todo hay que gestionar los detalles, que muchas veces tienen costo cero, pero que importan mucho. Cada vez hay que estar más cerca de todo lo que pasa, para entender y poder corregir a tiempo. Siempre hay algo que se escapa, pero hay que estar. 

¿Cómo encara el aspecto agronómico en función de las demandas ambientales de la sociedad civil?

Es un tema fundamental. Lo que no sea agronómicamente viable, será cuestión de tiempo, pero tampoco será económicamente viable. No hay que ver a la sustentabilidad como un rival, entendiendo eso entendemos todo. Hay que cuidar los recursos naturales, que son finitos. 

Tarjeta personal

Tomás Molina Márquez tiene 54 años, es empresario agrícola-ganadero. En 1984 comenzó a trabajar con su padre. En 1989, con 21 años, debido a la salud de su padre se hizo cargo de la familia y del negocio. Desde ese momento la empresa está focalizada en el negocio agrícola. En Agrícola TM trabajan 28 personas estables y 10 zafrales. El 90% de las labores, procesamiento de semillas y logística se hace con maquinaria propia. [/um_loggedin]

Nota de Revista Verde N°101 – Sección Al Grano

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