Alejandro Sánchez: “El riego tiene que ser una política de Estado y para ello hay que juntar agencias”

Alejandro Sánchez, senador del MPP y futuro secretario de la Presidencia de la República, planteó que se necesita “generar un nuevo impulso innovador en el sector agropecuario” y “hay que ir a un esquema de represas multiprediales”
Escribe: Ruben Silvera
Apenas cinco días antes de asumir el próximo gobierno, el futuro secretario de Presidencia de la República, Alejandro Sánchez, recibió a VERDE para concretar esta entrevista. El encuentro fue al mediodía, en el edificio Plaza Alemania, donde los diferentes equipos de la próxima administración coordinan tareas para comenzar a trabajar oficialmente como gobierno la próxima semana. Un par de horas después de esta entrevista Sánchez se reunió con integrantes de los demás partidos políticos, futura oposición, para negociar los cargos de contralor.
El actual senador del Movimiento de Participación Popular (MPP), del Frente Amplio, consideró que “el riego tiene que ser una política de Estado y para ello hay que juntar agencias”. Afirmó que Uruguay necesita “generar un nuevo impulso innovador en el sector agropecuario” y que para afrontar “el gran desafío del riego hay que ir a un esquema de represas multiprediales”.
Además, planteó que el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) “tiene que recuperar la visión de tener una política diferenciada para la producción familiar”.
Sobre la competitividad, dijo que “no puede estar asociada a un menoscabo de nuestra inclusión social” y que el atraso cambiario “fue un mazazo al sector productivo”. También sostuvo que una matriz productiva donde el 80% de sus empresas no innova “está condenada a fracasar”.
¿Qué mirada tiene el gobierno entrante sobre el agro?
El Uruguay es un país agroexportador, y uno de los grandes desafíos que han tenido las distintas administraciones del país es tratar de transformarlo en agrointeligente. Es bastante conocido que siendo el país más ganadero del mundo, con volumen no vamos a poder entrar a los mercados, pero sí necesitamos incorporar innovación, tecnología, mejorar las condiciones de nuestra genética animal, mejorar las condiciones de los procesos de producción, que nos permitan entrar a los mercados más exigentes. De hecho Uruguay logró entrar a Japón, tenemos la cuota Hilton, la cuota 481, y deberíamos tratar de mejorar esas condiciones.
Por lo tanto, el sector agroindustrial es muy importante y relevante para las divisas del país. Evidentemente necesitamos generar un nuevo impulso innovador en el sector. Tenemos que pensar en que el sector agropecuario tuvo grandes impulsos innovadores, uno de ellos en la agricultura. Hace unos 20 años con la incorporación de nuevas tecnologías en el sector agrícola, producto de la llegada de argentinos, sumado a un proceso donde se empezó a crear una nueva generación de empresarios uruguayos que estuvieron y están apostando a otras cosas. Creo que esa es una clave importante. Pero tenemos el desafío de dar un segundo salto.
Tendríamos que avanzar mucho más en inversiones intensivas en recursos tecnológicos, sobre todo en sectores donde hay espacios para ganar eficiencias. La producción ganadera tiene su prestigio, pero hay caminos para seguir avanzando en productividad, también en genética con una mirada más firme hacia la exportación. Pero no solo eso, tendríamos que generar algunas condiciones para desarrollar mucho más la industria de la sanidad animal, por poner algunos ejemplos.
Aquí tenemos que mejorar otras condiciones de acceso a los mercados. Deberíamos tener una discusión mucho más seria a nivel internacional, y eso ha sido parte del debate. Cómo logramos una quita de aranceles por producto, pensando en el sector lácteo, por ejemplo, que está pagando aranceles altísimos en China. Tenemos a todo el continente asiático que es un camino para explorar, un mercado más que relevante.
Deberíamos pensar mucho más. A veces se nos dificulta analizar y ver qué están necesitando los mercados, aprender qué quieren los mercados más exigentes para después ver qué cosas podemos hacer aquí.
El gran desafío es el riego. Necesitamos aumentar la productividad. Eso no quiere decir que vamos a tener todas nuestras hectáreas regadas, pero sí tenemos que tener la capacidad de incrementar la cantidad de hectáreas con riego que nos permitan mejorar la productividad y la estabilidad de la producción.
¿Cómo se piensa encarar el riego?
Ahí hay un debate sobre las cuencas, sobre aspectos que tienen que ver con la calidad del agua y el respeto de las cuencas, que hay que mantener, porque la protección del medioambiente es un tema que tiene que estar presente.
Tenemos altos costos para generar sistemas de riego, desde el punto de vista energético, también porque la geografía es como es, y uno no puede hacer una represa en cualquier predio, lo tiene que hacer en lugares aptos y, por lo tanto, hay que ir a un esquema de represas multiprediales. Y eso implica todo un debate sobre las sociedades de regantes, sobre cuáles van a ser las condiciones para pequeños y medianos productores, de qué manera se va a generar, cómo se gestiona la gobernanza.
Se aprobó en la administración de José Mujica una ley de riego, que nunca se pudo reglamentar por estos problemas. Llevamos 10 años sin reglamentar una ley de riego y no logramos incorporar un componente central para la productividad y estabilidad. Entonces, tenemos que sentarnos todas las partes y ser más eficientes a la hora de gestionar.
Para promover el riego tiene que haber un sistema de energía que sea subsidiado. Cuando uno visita algunos emprendimientos y ve los altos costos que tiene, ve que uno de los componentes de costos altos tiene que ver con la energía.
Uruguay ha avanzado muchísimo en energías renovables, habrá que ver de qué manera se puede incentivar y generar una línea de crédito, de créditos blandos, de subsidios que permitan generar inversiones rentables.
¿Va a haber un liderazgo político para el riego?
Yamandú Orsi lo puso como eje central. Más que riego lo propusimos como agua para la producción, que implica un componente incluso mucho más amplio. Un componente es el riego y otro son las reservas de agua. Hemos visto cómo el cambio climático y la necesidad de adaptabilidad al cambio climático nos impone tener políticas de otra naturaleza.
Decimos que la política de agua para la producción y para el consumo humano, es central. Y hay un conjunto de agencias que seguramente hay que reformular. Queremos crear un equipo de trabajo, de hecho una parte importante de este trabajo lo tendrá la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND), como una de las agencias con un rol a la hora de pensar la construcción de grandes infraestructuras. Porque a esto hay que pensarlo en clave país, no como predios, esta tiene que ser una política de Estado, y para ello hay que juntar agencias.
También hay que fortalecer las capacidades de OSE, que tiene que ver con otros aspectos que hacen al agua, para el consumo humano. Hay que poner capacidades muy grandes del Estado, para bajar una línea clara de trabajo en esto. Esa ha sido una de las prioridades que ha marcado Yamandú a lo largo de toda la campaña. Y creo que es un acuerdo de todo el sistema político y del conjunto de los actores económicos de la producción.
¿Los beneficios de la Comap y de UTE para los regantes se van a mantener o van a tener cambios?
Creo que tiene que haber un pool de incentivos. Estos incentivos son muy buenos, pero no han logrado los objetivos buscados. A la luz está que los incrementos de las inversiones en riego no están en los niveles que necesita el país, por eso hay que revisar los incentivos. Tal vez hay que mantener estos, pero hay que fortalecer o agregar otros.
Buscar apalancamiento de los organismos internacionales creo que también es un camino importante. Uno de los grandes temas es ver cuánta espalda hay para realizar una inversión de esta naturaleza. Por eso digo que hay que tener una visión país, porque sino será muy difícil.
Y después están las distintas subregiones, para ver por dónde avanzar. Las necesidades que tienen las distintas regiones y las distintas producciones. ¿Por cuál empezás primero? Porque en esto también hay un tema de cambio cultural. La lógica es que en mi predio el tema del agua lo resuelvo yo, hago el pozo semisurgente que quiero o genero la reserva de agua.
Pero se debe generar un cambio para poder avanzar con grandes infraestructuras para las reservas de agua, y que de allí se abastezcan distintos productores, si eso no ocurre es muy difícil. Para nosotros el MGAP tiene que recuperar la visión de tener una política diferenciada para la producción familiar. Porque la mayoría de nuestros productores son familiares y no tienen espalda ni para innovar, ni para generar grandes inversiones.
Ya tuvimos varias discusiones en ese sentido. La de la trazabilidad ganadera, por ejemplo. Estaban quienes pensaban que solo tendrían que tenerla quienes pudieran hacerla, que eran los grandes, y hubo una pelea para que se transforme en un bien público agropecuario, y que fuera para todos, con una atención diferencial a los productores familiares. Lo mismo debe pasar con el agua, si no los atiendo de manera diferencial van a tener enormes dificultades para acceder a esas posibilidades.
¿Piensan crear alguna oficina en Presidencia que direccione los temas de riego?
Todavía no creemos que haya que crear un organismo en Presidencia. Lo que hay que armar es un grupo de trabajo. Tenemos una buena experiencia en Canelones y la queremos reproducir a nivel nacional, que es la ventanilla única. Porque para poder liderar un proyecto de estos necesitamos que las distintas agencias del Estado estén sentadas a una mesa, coordinando. Y la respuesta no debe ser: esto no se puede hacer. Sino: esto se debe hacer de esta manera.
Ese es un cambio de actitud de las agencias que es clave. Porque si no generamos confianza en el sector, de que hay un grupo de trabajo que lo lleva adelante, con las competencias del Ministerio de Ambiente, con las competencias del MGAP, de la Dirección Nacional de Aguas. Lo que no puede pasar es que estén desperdigadas en el Estado, porque el Estado no coordina.
Por lo tanto, tiene que haber un espacio donde se junten y donde se lidere el proyecto. Ese espacio no necesariamente tiene que estar en Presidencia de la República, pero sí tiene que existir, con un mandato claro sobre cuál es el objetivo, con la necesidad de que las agencias coordinen, en función de ponernos de acuerdo sobre cuáles son las áreas prioritarias, cuáles son los mecanismos de incentivos, de qué manera vamos a construir este espacio y generar confianza en los actores privados, que son los que tiene que confiar, porque son los que van a poner sus recursos.
¿Cómo observa la competitividad del Uruguay?
Uruguay es un país esencialmente caro, porque es pequeño, la energía es cara, la mano de obra es cara, porque tenemos niveles de vida más altos que los de la región. Si uno ve los niveles salariales entre Paraguay y Uruguay es enorme la diferencia, el problema es que en Paraguay el 60% de los trabajadores no tiene acceso a la seguridad social. Entonces tienen unos niveles de vida a los que ningún uruguayo aspira, ni a ese contexto social, ni económico.
El uruguayo aprecia la estabilidad, y la estabilidad social implica también la inclusión, y la inclusión implica niveles de vida elevados respecto a la región. Eso no quiere decir que no tengamos problemas, bolsones de pobreza y otras dificultades. Por lo tanto, el componente de la competitividad no puede estar asociado a un menoscabo de nuestra inclusión social, tiene que estar en otras áreas.
En este sentido, estamos creando un espacio distinto y una política diferente. Una reciente encuesta de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) establece que el 80% de las empresas uruguayas no innovó. La mitad de esas empresas que no han innovado en Uruguay fue porque intentaron innovar y encontraron barreras de todo tipo, como regulaciones múltiples, dificultades para presentar proyectos, financiamiento. Y hay un 40% de las empresas que deciden no innovar porque dice que no es para ellas.
Una matriz productiva donde el 80% de sus empresas no innova está condenada a fracasar. Tenemos que cambiar ese estado de situación. Para eso hemos creado el ecosistema de la ciencia, la tecnología y la innovación, donde todas las agencias, desde la ANII, hasta el INIA y el INAC están integradas en un espacio que lo vamos a liderar desde la Presidencia, vamos a crear una Secretaría de Ciencia y Tecnología, porque hay programas duplicados, porque muchas veces las agencias no coordinan entre ellas.
Muchas veces también los actores, sobre todo los pequeños productores familiares, ven demasiado lejos las posibilidades de innovación. Entonces, una de las líneas de acción es la extensión agropecuaria. No necesitamos darles charlas a los productores, sino ver cómo pueden asimilar rápidamente las innovaciones de procesos, herramientas y tecnologías. Y eso implica establecer una política de extensión agropecuaria.
Luego, pensar en programas específicos para las distintas áreas, y orientar a que las agencias trabajen en función de eso.
¿Y reducir regulaciones donde sea conveniente?
Por supuesto, porque muchas veces se multiplican y hay un sinfín de ventanas. Hay que simplificarlo. Regulaciones superpuestas, que muchas veces son costosas, que no son entendidas, simplificar las ventanillas únicas, generar una línea de crédito distinta, ver cómo coordinamos los proyectos y reorientar el esfuerzo de la sociedad y de los privados, porque también necesitamos que inviertan en esto, en las ciencias de la vida.
Porque el software anda bien, ha madurado y está bien que siga teniendo incentivos, pero tenemos que ir hacia las ciencias de la vida.
¿Y la política cambiaria?
Volviendo a la competitividad, donde el tipo de cambio es importante, allí hay una balanza entre inflación y tipo de cambio. Uruguay y los productores ya pagaron el costo del atraso cambiario. Uruguay logró bajar la inflación a un altísimo costo productivo y social, porque el atraso cambiario fue un mazazo al sector productivo, particularmente agropecuario.
Tenemos que reequilibrar esa situación, pero lo tenemos que hacer con tecnología y crecimiento. Con acceso a nuevos mercados y con negociaciones que le quiten aranceles a los productos.
¿Por dónde irá la estrategia en inserción internacional?
El peso del Pacífico hoy es superlativo. Y todos los analistas dicen que en el futuro tanto África como Asia duplicarán su población. Lo que está pasando en Asia es que la clase media está creciendo, y somos productores de alimentos, por tanto tenemos que mirar muy bien ese continente porque al crecer la clase media aumenta el consumo de productos de calidad. Y seguir de cerca lo que pasa en África.
Nuestro principal destino de exportación es China, porque allí hubo un proceso de crecimiento de la clase media y de la clase alta, que son los que consumen carne y acceden a los productos que comercializamos.
Una de las cosas que hizo el ministro Fernando Mattos en su gestión, entre otras, fue hacer una recorrida de varios días por distintos países asiáticos. Creo que esa fue una decisión sensata, porque hay que abrir esos mercados, hay que trabajar allí. Eso no quiere decir que descartemos la posibilidad del mercado norteamericano y tenemos que volar por debajo del radar considerando los anuncios de Donald Trump con respecto a determinados aranceles. Tenemos que ser muy cuidadosos en ese sentido.
Mencionaba las bajas arancelarias en China para los lácteos. Incluso en la misma Unión Europea. Tenemos que aprovechar el impulso de la firma del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, Uruguay tiene que encontrar un camino allí.
Uruguay tiene un esfuerzo para valorizar muchas cosas que tienen que ver con la economía circular, con las energías renovables, porque el mundo está exigiendo estas cosas. El Parlamento Europeo ya aprobó la debida diligencia, donde le exige a las cadenas de suministro tener determinados compromisos ambientales y con los derechos humanos. Y Uruguay está en condiciones de hacerlo.
¿Ese es un diferencial que puede tener Uruguay?
Por supuesto, porque el mundo va hacia medidas paraarancelarias verdes. Y nosotros hemos logrado hacer una transformación de la matriz productiva, somos un país de base natural, que ha protegido el medioambiente. En ese sentido creo que Uruguay tiene un carril de diferenciación, no solo en la calidad de su producto, no solo pensando qué tipo de productos quieren esos mercados, sino en la diferenciación verde.
Esto es algo que se ha trabajado muchísimo, y lo hemos hablado con la Unión de Exportadores, donde hablan de exportaciones verdes y de mejorar el acceso a las exportaciones de pequeñas y medianas empresas. Ahí estamos alineados en una estrategia país que es clara.
¿Con qué se iría conforme del gobierno en cinco años?
Me iré conforme si logramos reducir sustantivamente la pobreza infantil y mejorar las condiciones de integración social, para combatir el flagelo de la violencia en el país. Nos debería dar vergüenza a los uruguayos, siendo productores de alimentos, tener un nivel tan alto de infantilización de la pobreza. No sé cuánto se puede abatir, pero hagamos lo máximo posible.
El segundo tema es la seguridad, que nos está preocupando mucho como sociedad. Y un tercer tema es que Uruguay rompa con esta inercia de una década de tasa de crecimiento del 1%, porque somos conscientes de que así no es sostenible nuestro sistema de protección social. Si tenemos esos tres componentes creo que tendremos la tarea cumplida.
Foto: EFE/Sofía Torres
