Es de los principales objetivos de la organización para este año; una empresa tiene avanzada la inversión en un horno, mientras aguardan por autorizaciones ambientales
Con el objetivo de responsabilizarse de la adecuada recolección y el debido tratamiento de los envases de los fitosanitarios y fertilizantes utilizados en el agro, la asociación civil Campo Limpio lleva adelante desde el año 2013 un plan aprobado por la Dirección Nacional de Calidad y Evaluación Ambiental (Dinacea, antes Dinama), de cobertura nacional, y permite que la cadena agrícola cumpla con las obligaciones previstas en el decreto 152/013, sobre el manejo y el destino final de los envases.
Este plan se enmarca en la preocupación del sector por una producción cada vez más sustentable con el medio ambiente y la sociedad. Actualmente el programa tiene más de 85 empresas importadoras y/o formuladoras asociadas, siendo el único programa referente para el sector.
La regulación nacional también incluye la gestión de los productos obsoletos, para los cuales Campo Limpio tiene aprobado un plan desde el año 2020, que aún no se ha podido poner en funcionamiento. La principal limitante es que, al día de hoy, Uruguay no cuenta con un horno autorizado para incinerar este tipo de productos de manera controlada, que asegure emisiones ambientalmente satisfactorias, dijo a VERDE el gerente de la organización, Aldo Invernizzi.
El ingeniero agrónomo acotó que una opción podría ser sacarlos del país, exportándolos a hornos en Europa, pero los requisitos para el transporte de sustancias peligrosas a nivel mundial y los costos de logística lo hacen inviable. Ante esa situación, Campo Limpio trabaja desde hace un tiempo en coordinación con la Dirección de Medio Ambiente, para encontrar una solución a esa situación.
Invernizzi comentó que “este año venimos bien encaminados, ya que estamos trabajando a nivel local con una empresa privada, que está dispuesta a realizar la inversión en el horno y las autorizaciones ambientales se encuentran en los procesos finales.
“Hay productores que tienen estos productos guardados de zafras de 10 a 20 años para atrás, que ni siquiera se sabe lo que tienen, lo que es un gran problema”, expresó.
El gerente de Campo Limpio hizo especial hincapié en “no llegar a la generación de un producto vencido”, para lo cual “se está trabajando con el canal de ventas” en hacer un “buen control de los stocks” de fitosanitarios.
Explicó que “el sistema será distinto al que se aplica para el tratamiento de los envases”, que son recibidos en los centros de acopio. Para los fitosanitarios obsoletos se organizarán jornadas de recolección en distintas zonas del país. “Nuestra tarea es avisar con antelación, para que los productores estén al tanto y puedan planificar la entrega de los productos obsoletos”, señaló.
El productor deberá enviar previamente ciertas informaciones sobre los productos, ya que “es un tema muy delicado; y hay que tener mucho cuidado en el manipuleo, acopio y transporte”, remarcó.
La recolección de productos obsoletos será gratuita para los productores, que para acceder a más información deberán contactarse a través del teléfono 29254539 o del correo electrónico info@campolimpio.org.uy
A reciclar
Sobre la operativa actual del tratamiento de envases, el gerente de Campo Limpio dijo que hay 20 centros de acopio, que están distribuidos en diferentes puntos del país, desde Bella Unión hasta Montevideo, para dar cobertura a las zonas donde es mayor la utilización de los fitosanitarios y fertilizantes.
Invernizzi recordó que a finales del año pasado se habilitó un centro de acopio en Cardona (Soriano) y que en 2022 se sumó otro en Ombúes de Lavalle (Colonia).
Dijo que actualmente la asociación recolecta el 37% de los envases que se vuelcan en los campos anualmente y “cerca del 98% de lo recolectado termina reciclado”.
El destino del reciclado final depende del material de los envases, ya sea como tablas o madera plástica, que vuelven a ser utilizados por las empresas del agro. “Hay una pequeña fracción, que son los envases que no se pueden lavar o quitar el resto del producto a través de la técnica del triple lavado, y deben ser destruidos”, indicó.
Planteó que “si bien se incrementaron los kilos de envases recogidos, se mantuvo estable el porcentaje total”, lo que “preocupa” a Campo Limpio, ya que “no se generó un crecimiento real”. Uruguay “se ubica a mitad de tabla” con su política de manejo, recolección y reciclaje de envases, informó.
“Brasil nos lleva 20 años de experiencia en ese tipo de tareas, con casi 90% de recuperación de los envases; Colombia llega al 60%; y hay otros países latinoamericanos que no tienen legislación al respecto y no llegan al 10% ”, comparó.
Invernizzi resaltó la importancia de avanzar en este tema, por el factor ambiental. Otro de los asuntos que preocupa es la utilización de los envases para otros destinos, entrando en contacto con personas, especialmente niños.
El área de siembra se incrementó 8% frente al año anterior; el 62% del cultivo en Uruguay se ubicó en los departamentos de Colonia, Soriano, Río Negro y Paysandú
Del análisis que Urupov (Asociación Civil Uruguaya para la Protección de los Obtentores Vegetales) realiza zafra a zafra para el cultivo de soja a través del uso de imágenes satelitales provenientes del sensor Sentinel, se concluye que el área estimada de siembra en la zafra 2021-22 fue de 1,165 millones de hectáreas. Se observa un crecimiento del 8% frente a la zafra precedente, luego de tres campañas donde la superficie se había mantenido estable en el entorno de 1,08 millones de hectáreas.
El 62% del área total de soja se ubicó en los departamentos de Colonia, Soriano, Río Negro y Paysandú. “Estos cuatro departamentos representaron el 60% del área sembrada en los últimos seis años, cuando se realizó el estudio de teledetección”, indicó a VERDE el director ejecutivo de la organización, Diego Risso. [um_loggedin]
El informe de Urupov también marca que en los últimos seis años se destinaron 2,7 millones de hectáreas a la producción de soja. Eso significa que en esa superficie y en ese período, al menos una vez se sembró soja. “El 50% de dicha superficie se ubica en 13 suelos con diferentes Índice Coneat. Existen 2,15 millones de hectáreas que poseen esos suelos y que no han sido destinadas para el cultivo en los últimos seis años”, acotó.
A nivel nacional, “los productores que siembran soja se han mantenido estables en estos años; el promedio es cercano a las 2.900 razones sociales”, informó el director ejecutivo de Urupov.
Risso indicó que el trabajo de la institución permitió disponer de información con respaldo. “Se explica la metodología y el margen de error, para que cada uno que acceda al informe haga sus propias consideraciones, entendiendo el grado de confianza que poseen los datos que construyen la información presentada”, dijo.
Sobre Urupov
Urupov es una institución sin fines de lucro, que cuenta con 55 empresas socias, con diversos perfiles. “Desde pequeñas y medianas hasta grandes, nacionales y multinacionales, incluyendo cooperativas, sociedades de fomento y al INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria)”, dijo el director ejecutivo.
Urupov trabaja con las principales especies vegetales sembradas en Uruguay (soja, arroz, trigo, cebada, colza, lupino, vicia, forrajeras y hortifrutícolas). Se fundó en 1994 con el objetivo de representar a las empresas semilleras, donde su hilo conductor es la propiedad intelectual que gira alrededor de las variedades protegidas, atendiendo también otros aspectos de la producción y comercio de semillas. “Desde esa época venimos generando mucha información, como resultado de los servicios proporcionados a nuestros socios. Nuestra gestión está basada en procesos, lo que nos ha llevado a invertir mucho en el desarrollo de software a medida, permitiéndonos acumular información a lo largo de los años y generar estadísticas de relevancia para el sector”, explicó Risso.
Agregó que “actualmente estamos desarrollando un software de inteligencia comercial, que nos permite trabajar en tiempo real con bases de datos y así disponer de información relevante para la toma de decisiones”.
Teledetección
Con la premisa: “no se puede gestionar lo que no se logra medir”, y “frente a la necesidad de conocer qué superficie de soja se siembra con semilla de origen legal, en la zafra 2015/16 se comenzó a invertir en la teledetección de área de soja por imágenes satelitales”, dijo.
La ingeniera agrónoma Rossina Aunchayna –profesional a cargo de esa área en Urupov, que tiene una formación específica en la materia–, procesa esas imágenes, con software especializado, algoritmos y días de trabajo, marcando dónde está ubicada la superficie sembrada de soja padrón por padrón.
Todo este trabajo posee otro pilar que le brinda fortalezas y confiabilidad, y es el respaldo a los técnicos de Uurpov a nivel de campo, que les permite verificar dicha información generada en gabinete, detalló.
“Gracias a todos estos esfuerzos, hoy tenemos información precisa y confiable. En base a estas mediciones se puede pensar en planes de acción para mejorar el sector semillerista y el uso de semilla de calidad superior”, acotó el ingeniero agrónomo.
Cabe destacar que en la zafra 2021-22 el 44% del área cultivada se sembró con semilla etiquetada, tanto categoría comercial como certificada, mientras que más del 42% se sembró con semilla de uso propio, dentro del Sistema de Valor Tecnológico (SVT) que lleva adelante Urupov.
Con estos números, “si bien es alentador saber que se logró bajar 4% el área ilegal respecto a la zafra anterior, fueron casi 170.000 hectáreas que se sembraron con semilla de origen ilegal y uso propio, que no se declaró y registró bajo el SVT”, lo cual nos lleva a redoblar los esfuerzos en consolidar un mercado transparente y justo para los distintos actores, donde se respeten los derechos de los obtentores y los productores accedan a variedades vegetales con genética y tecnología de punta”, sostuvo el director ejecutivo.
En el caso de soja, “el mercado de semillas ha tenido subas y bajas en la legalidad. En los últimos tres años veníamos con subas en la ilegalidad, cuyo pico llegó a 19% en la zafra pasada. Este año esa cifra bajó a 14%, o sea que el mercado legal llegó a 86%”, acotó.
En su informe, Urupov destaca que “Uruguay sigue siendo referencia a nivel internacional en lo que respecta al reconocimiento de la propiedad intelectual y el valor de la genética. Aunque estos números plantean un gran desafío a nivel nacional, ya que un 14% de ilegalidad y subdeclaración de la semilla usada es un desestímulo al desarrollo y lanzamiento de variedades y sus tecnologías asociadas”.
En esa línea, Risso indicó que la parte medio llena del vaso está representada por el nivel de legalidad, que “es muy alto al compararnos con la región y otros países”. El vaso medio vacío es que “hay unos 11 millones de kilos de semillas de soja que se siembran de forma tal que no reconocen los derechos de los obtentores e incluso gran parte no cumple con la normativa vigente”, lamentó.
El director ejecutivo de Urupov, entiende que la mejora en el área legal es multifactorial. “Los productores agropecuarios, las empresas semilleristas, el canal de distribución, Inase (Instituto Nacional de Semillas) y la institucionalidad –donde participa Urupov y otras instituciones semilleristas–, trabajamos para mejorar el mercado; por eso los resultados tienen un mérito compartido”.
En ese marco, dentro de las actividades que lleva adelante Urupov, está la inversión realizada en marcadores moleculares, para la identificación de variedades de soja, en un proyecto conjunto con Inase, para poner a punto dicha técnica. “La propuesta ha sido muy exitosa, cuando observamos la precisión de la tecnología y la velocidad de respuesta vemos que los análisis son entregados rápidamente y con resultados extremadamente precisos”, comentó.
En el último año Urupov realizó una inversión en el desarrollo y la utilización de los marcadores moleculares en el laboratorio de biología molecular de la Universidad de Buenos Aires. “Se mandan muchas muestras para analizar. Eso permite que, frente a una muestra ciega de soja, el laboratorio nos diga de qué variedad es. Hasta hace poco sabíamos si la variedad era Intacta o no en tiempo real, con el uso de tirillas reactivas. Hoy ya sabemos de qué variedad se trata, con una probabilidad superior al 99%; casi no hay margen de error. Eso ya está operativo”, remarcó.
Esta tecnología que hoy es usada por Urupov, las empresas y los productores, “ha otorgado grandes beneficios al sector. En el caso de los productores puede suceder que al guardar semillas haya mezclas, y con esta prueba rápidamente se sabe qué es, eso les permite tomar decisiones antes de la siembra, que les evitarán sorpresas en el cultivo. Es un servicio que está disponible y ya lo usa el productor”, describió Risso.
Destacó que Uruguay debe seguir mejorando su mercado de semillas de soja. “El negocio de la genética es de confianza; Uruguay, para posicionarse en el exterior –que es de donde toma gran parte de la genética que siembra–, tiene que demostrar que respeta la propiedad intelectual y el valor de la genética”, enfatizó.
Eso “permite que las empresas quieran llegar con su germoplasma a nuestro país, ya sea de forma directa o a través de representantes comerciales”, dijo.
En el caso de soja, el principal cultivo del país y uno de los principales rubros en la generación de divisas, “un alto porcentaje de la genética es de origen extranjero; por eso es clave el respeto por esa genética, para que sigan llegando los últimos avances”, planteó.
Agregó que es por eso que “Uruguay accede todos los años a más y mejores variedades y también llega la biotecnología. Tenemos que seguir en la misma línea; siempre tratando de mejorar”.
En el caso del trigo, la ilegalidad no supera al 5% del mercado; y la semilla de uso propio se ubica en torno del 50% del total.
OTROS CULTIVOS
Risso informó que muchas variedades de colza se encuentran dentro del sistema de valor tecnológico, por el cual los productores pagan una regalía por uso propio. “Son las variedades las que están dentro del sistema, al tiempo que los híbridos van por otro carril. Pero también manejamos la información y se comenzarán a construir las mismas estadísticas que se elaboran para soja y trigo. Vamos a invertir en imágenes satelitales en colza. Ya hicimos un proyecto piloto para dos departamentos y los resultados fueron muy buenos”, anunció.
Reconoció que en las especies forrajeras “debemos trabajar mucho; todos los actores tenemos un debe compartido en este segmento”.
URUPOV creó un grupo de trabajo en forrajeras, donde se generará “una agenda propia, que defina la línea de acción, entendiendo que debe mejorarse la situación de mercado; sabiendo que es más complejo generar estadísticas, así como lograr un control efectivo. Nos cuesta medir la realidad de ese mercado, y allí lo más complejo es el caso de la avena”, señaló.
Los grupos de trabajo de Urupov se dividen según las especies: Arroz, Cebada, Forrajeras, Soja, Trigo y Colza; también está el de Hortifruticultura (manzana) y el de Refugios en soja. A través de estos grupos se espera seguir creciendo como asociación, brindando servicios a sus socios y contribuyendo al fortalecimiento de la cadena de valor del sector semillerista. [/um_loggedin]
Es importante manejar el éxito de los buenos resultados económicos de este ejercicio, y capitalizar los beneficios fiscales que ofrecen, por ejemplo, los proyectos de inversión
Cr. Guillermo Moller Docente de Tributaria en UdelaR y UM; socio de AMG Servicios Profesionales *
Para la agricultura y ganadería el ejercicio 2021-22 ha sido para encuadrar. Los cultivos de invierno y verano alcanzaron rindes y precios excelentes; y la ganadería también logró precios históricos, que han acompañado durante todo el ejercicio.
Sin dudas, en la gran mayoría de los casos este será un ejercicio con un resultado económico altamente positivo, que permitirá acomodar las finanzas y los balances de zafras pasadas, que han castigado al productor. Además, brindará –a los más prolijos– la posibilidad de acumular reservas para los próximos ejercicios. Como se sabe en el sector, ya sea por condiciones climáticas o de precios, vendrán de ejercicios malos en algún momento.[um_loggedin]
El productor agropecuario está acostumbrado a realizar planificaciones en su esfera productiva, como por ejemplo, cuando se enfrenta a un pronóstico de año Niña y está proyectando los cultivos de verano. En ese caso toma medidas agronómicas preventivas y paliativas ante la posibilidad de escasez de lluvias y minimizar el impacto de una probable sequía.
Para el caso de los impuestos y el inminente cierre de ejercicio económico al 30 de junio de 2022, es necesario planificar de la misma forma. Porque cabe la posibilidad de que se presente la necesidad de tomar medidas preventivas o paliativas en caso de que se logre un muy buen resultado económico, para minimizar el impacto fiscal en la empresa.
Un muy buen resultado económico es altamente positivo y deseable en la vida de cualquier empresa, y eso luego repercute en todos los integrantes de la cadena, como proveedores de insumos, transportistas, exportadores y comercios del interior. Sin embargo, esa alta rentabilidad también da lugar a la eventualidad de tributar un alto impuesto a las ganancias.
Esta carga fiscal, la cual en su sano juicio toda persona física o jurídica querría minimizar dentro de las posibilidades legales existentes, es por la que el productor agropecuario en este escenario debería preocuparse y planificar el cierre de ejercicio.
Al igual que lo hace desde el punto de vista agronómico, debería tomar medidas financieras, económicas y hasta productivas para intentar minimizar su impacto.
Estas decisiones dependen de la situación particular de cada empresa, sin embargo, muchas de ellas se repiten y son aplicables en la mayoría de los casos.
Proyectos de inversión
La herramienta que tiene un mayor impacto en Uruguay para la reducción del Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas (IRAE) son los proyectos de inversión.
¿Los proyectos de inversión son un dolor de cabeza o una herramienta que permite reducir impuestos? El marco de incentivos tributarios por inversiones en Uruguay dado por la Ley 16.906 de 20 de enero de 1998, en especial el establecido en el Capítulo III, otorga beneficios fiscales a proyectos de inversión declarados promovidos por el Poder Ejecutivo.
La reglamentación de dicho capítulo actualmente está dada por el decreto 268 del 30 de setiembre de 2020, que modificó mecanismos de aplicación que ya habían sido establecidos desde el año 2007 en adelante, adaptándolos a la situación de pandemia y necesidad de reactivación que tenía el país al momento de emitir este nuevo decreto reglamentario.
Los proyectos de inversión han tenido una amplísima aceptación por parte de los empresarios e inversores en Uruguay, en todos los sectores de actividad. Tal es así que, como ejemplo, en 2019 se aprobaron proyectos por US$ 1.060 millones (ya descontada la inversión de UPM 2); en 2020 fueron por US$ 475 millones (primer año en de la pandemia); en 2021 por US$ 534 millones (segundo año de la pandemia); y en los primeros tres meses del 2022 ya van aprobados proyectos de inversión por US$ 170 millones.
Con estos proyectos se logra principalmente, entre otros beneficios fiscales, la exoneración del IRAE como porcentaje de la inversión comprometida en el proyecto presentado. El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), a través de la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones (COMAP), efectúa un análisis de los proyectos a la luz de una matriz de indicadores, en virtud de la que otorga estos beneficios.
¿Quiénes pueden acceder y qué inversiones pueden incluirse? Todos los contribuyentes de IRAE, incluso los de IRAE ficto; no así los contribuyentes del Impuesto a la Enajenación de Bienes Agropecuarios (IMEBA).
En términos generales, todas las inversiones en bienes muebles corporales destinadas a la actividad de la empresa, que integren el activo fijo, son elegibles para la obtención de beneficios fiscales.
Son elegibles, por ejemplo, las inversiones en maquinaría, vehículos utilitarios hasta US$ 30.000 valor CIF; en obra civil (construcción de bienes inmuebles, galpones, celdas y demás), no así la compra de inmuebles (compra de campos).
Para reducir los impuestos de este ejercicio es clave y necesario ingresar el proyecto de inversión antes del cierre del 30 de junio de 2022, y se considerarán como inversiones elegibles aquellas realizadas a partir del inicio del ejercicio 1° de julio de 2021 y hasta las facturadas y realizadas a fines de octubre de 2022 (fecha de presentación de la declaración jurada de impuestos anuales 2021-22).
¿Qué indicadores puedo comprometer en el agro? En términos simplificados y resumidos, el sector agropecuario básicamente debería sumar puntaje en alguno de los siguientes indicadores: generación de empleo; descentralización; inversión en tecnologías limpias; e inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i).
Y un indicador sectorial entre: inversión en adaptación al cambio climático; certificaciones de calidad; encalados de suelos; mejora de la empleabilidad del personal; contribución a las exportaciones; e inversión en energías renovables.
Los más utilizados en el agro han sido la adaptación al cambio climático y tecnologías limpias, a través del manejo y gestión del agua (proyectos de riego, tanques, represas, pozos); aumento de exportaciones indirectas comprometiendo una mayor producción de determinados granos o carne; descentralización; maquinaria con un uso más eficiente y menos contaminante de insumos; montes de abrigo; alambrados; y aumento de empleo.
¿Qué beneficios obtengo? El principal es una exoneración de IRAE, determinada como un porcentaje de las inversiones elegibles. Como mínimo se obtiene un 30% de la inversión como exoneración de IRAE para utilizar en un plazo mínimo de cuatro ejercicios. Desde ese valor se puede aumentar hasta porcentajes muy altos, dependiendo la formulación y los indicadores comprometidos en el proyecto.
Otros instrumentos
Existen otros instrumentos fiscales para minimizar el impacto del IRAE en las empresas agropecuarias. A aquellas empresas que tuvieron una facturación bruta menor a aproximadamente US$ 1,2 millones en el ejercicio anterior se les permite descontar 40% o 60% de determinadas inversiones como gasto en el presente ejercicio, si se realizan antes del 30 de junio de 2022.
Dichas inversiones pueden ser en: maquinaria agrícola, en mejoras fijas (pozos, represas, tajamares, tanques australianos, bombas, balanzas, entre otras); en camiones, remolques, zorras; y en fertilizantes fosfatados para praderas permanentes.
Asimismo, las inversiones en alambrados, implantación de praderas permanentes, bosques protectores, construcción de tajamares, tanques, pozos, bombas, molinos, bebederos, si bien son un activo, una inversión, a los efectos de los impuestos se permiten considerar como gasto completamente en el ejercicio en que se realizan. Por lo tanto, si se realizan antes del 30 de junio también se podrán considerar como pérdida y reducir la ganancia fiscal para el IRAE.
En el caso de los cultivos de invierno, por más que estén en pleno proceso de desarrollo al cierre del ejercicio, todo lo que se logre avanzar antes del 30 de junio de 2022 se considera como gasto y, por lo tanto, reduce el IRAE actual.
Es decir que, todo lo que se pueda adelantar en la siembra, fertilización y aplicaciones en los cultivos de trigo, cebada, colza y otros, permitirá reducir la carga fiscal correspondiente al ejercicio 2021-22, a pesar de que esos cultivos se cosecharán en el correr del ejercicio 2022-23.
* El autor es contador público de la Universidad de la República (UdelaR). Máster en Contabilidad y Finanzas de la UVA en España. Máster en Tributación por la UdelaR. Socio en AMG Servicios Profesionales, un estudio profesional radicado en Soriano y Montevideo. Docente de la Facultad de Ciencias Económicas en la Cátedra de Tributaria desde 2009. Y docente en el Posgrado de Tributaria de la Universidad de Montevideo. [/um_loggedin]
Syngenta realizó una jornada donde se evaluaron las condiciones para los cultivos en este inicio de campaña; en ese marco relanzó su fungicida Miravis Triple Pack.
Fertilización y sanidad en cultivos de invierno se denominó una jornada técnica convocada por Syngenta, donde se analizaron las condiciones en las que se instalarán los cultivos de invierno en la zafra que inicia. En esa actividad, realizada en Nueva Helvecia (Colonia), la empresa realizó el relanzamiento de su fungicida Miravis Triple Pack.
En esa instancia, el fitopatólogo Carlos Pérez, del laboratorio Clínica Vegetal, destacó a VERDE que la ventaja de este invierno es que “el inóculo de la semilla tal vez esté más bajo que en otros años, por lo que fue la cosecha de los semilleros, en condiciones relativamente secas”, algo que se está comprobando en los análisis de semilla que se vienen realizando en el laboratorio. [um_loggedin]
Igualmente sostuvo que “es importante el curasemilla. No quiere decir que al ser bajo el inóculo no se deba curar, pero es un año menos complicado que otros desde ese punto de vista”.
Desde el punto de vista del rastrojo, que es otra de las fuentes de inóculo para las manchas, “vemos que como se está sembrando mucho y es muy difícil implementar la rotación”, advirtió. A propósito, sostuvo que “si vamos a sembrar trigo debemos tener dos años sin haber hecho ese cultivo”.
Eso, además del inóculo en la semilla, pueden generar las condiciones sanitarias para que este sea “un año bueno para mancha. Si no se puede respetar eso, y con las lluvias que estamos teniendo, vamos a estar iniciando los ciclos con mucha humedad, y eso es algo que favorece mucho a los hongos. Por lo tanto, será un año más complejo desde el punto de vista de los rastrojos”, señaló.
“Y vamos a tener que ver cómo se desempeña la roya, porque en ese caso el inóculo es exógeno, viene de afuera, y no lo podemos manejar tanto. Pero podemos manejar las manchas, el rastrojo y la semilla”. En el caso de las royas, “hay que estar atentos al inóculo de la zona, la resistencia del cultivar sembrado, y monitorear con frecuencia para evitar llegar tarde”, explicó.
Pérez confirmó que las enfermedades están teniendo “un protagonismo importante, por las condiciones climáticas que tenemos, por los materiales que se están sembrando. Por su parte, la colza empezó a ser un problema desde el punto de vista sanitario. Algo que era lógico en la medida que aumentara el área”.
Por eso, sostuvo que se debería saber cómo manejar las enfermedades de trigo, cebada y colza, para minimizar su impacto. “Es difícil sembrar esos cultivos sin saber manejar las enfermedades”, comentó.
El fitopatólogo valoró que de a poco se está generando información que es fundamental para colza. Recordó que el cultivo tiene apenas 10 años de siembra en Uruguay, que la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) empezó a hacer registros en 2012, y en la Clínica Vegetal hace siete años que se está generando información; además del programa del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).
Explicó que “es difícil pretender tener en colza la misma información que tienen trigo y cebada, que son cultivos históricos, con más de 100 años; pero es importante que se haya ido generando información”.
Pérez también destacó que “hubo un desarrollo muy importante en fungicidas. Hay herramientas muy potentes. De a poco se ha ido ajustando el momento de intervención en colza, mientras que en trigo y en cebada está más aceitado”.
Evitar llegar tarde
A propósito, puntualizó que “es fundamental no llegar tarde. Muchas veces nos juega en contra la tranquilidad de tener fungicidas potentes, pero lo que se hace al aplicar tarde es atentar contra la eficiencia del producto, presionando a la población del patógeno para que se genere baja sensibilidad al fungicida”.
Advirtió que “eso ya sucedió con los herbicidas e insecticidas, tratemos de que no pase con los fungicidas. La única medida que tenemos para ganar tiempo y evitar que eso pase, es el manejo integrado. No debemos olvidar todo lo que se puede hacer antes de intervenir con un fungicida”.
El especialista insistió en ese aspecto, sobre todo considerando la actual estructura de costos, donde los fungicidas casi no cambiaron de precio, mientras subieron los precios de algunos herbicidas y fertilizantes.
Además, puntualizó que el trigo y la cebada valen más, entonces el precio relativo del fungicida es menor, y eso atenta contra su buen uso. “Cuando algo cuesta más lo cuidamos más, pero cuando vale menos lo cuidamos menos; hay que tener cuidado con eso. Tenemos mucha información para un uso racional de los fungicidas, usarlo a tiempo, sin dormirnos y no dejarlo para aplicar cuando ya la situación es de incendio”, remarcó.
Por último, Pérez dijo que es importante considerar el momento de aplicación, las dosis y también la calidad de aplicación. “Sabemos que nadie va a bajar la dosis a la mitad, pero cuando aplicamos con el pulverizador puede llegar la mitad de las gotas al cultivo, y de esa forma se está bajando la dosis. Entonces, hay que tener cuidado con la calidad de aplicación, porque eso también condiciona la permanencia y eficiencia del producto frente a la población de patógenos a lo largo del tiempo”, advirtió.
Miravis Triple Pack: “el fungicida más completo del mercado”
“Cada vez que lanzamos un producto tenemos gran expectativa”, dijo a VERDE José Inciarte, gerente de ventas y marketing de Syngenta en Uruguay.
En este caso esa gran expectativa se centra en el nuevo fungicida: Miravis Triple Pack. Si bien el producto ya fue presentado el año pasado, esa presentación fue en una actividad virtual y por eso ahora se decidió realizar un relanzamiento, de forma presencial. Inciarte explicó, además, que el inicio en 2021 fue con un menor volumen, y que a partir de ahora se le dará un gran impulso.
Destacó que se trata de un fungicida basado en dos carboxamidas, más un triazol. “Es el único fungicida con dos carboxamidas, una con especificidad en las royas, la otra en manchas foliares. De esta forma es el producto más completo del mercado, para abarcar todas las enfermedades de trigo y cebada”, destacó.
Inciarte recordó que “en cebada tuvimos un excelente comienzo el año pasado, lo mismo en las chacras donde hubo ramularia. Y en trigo, en las chacras con mancha amarilla y roya, este producto fue el mejor de todos los que evaluamos. Hicimos una red de evaluación, desde Paysandú hasta Colonia, que generó mucha información”.
En Uruguay, el equipo de investigación y desarrollo de Syngenta, encabezado por Nicolás Faggi, lo está probando hace cinco años. Los primeros ensayos fueron de prueba, los siguientes para registro y después en predios comerciales o demostrativos. Y en Argentina se lanzó dos años antes que en Uruguay, por lo que hace al menos siete años que se está evaluando en la región.
El gerente de ventas y marketing confirmó que “hay un volumen importante de este producto para este año. Ya se vendió una buena parte y creo que debido a la expansión del área, además del incremento del uso de las carboxamidas, el producto funcionará muy bien. Es sumamente completo para las enfermedades de trigo y cebada”.
Comentó que Syngenta tiene “muy buenas expectativas” para esta zafra de invierno, “por los excelentes precios”. Pero también se refirió a “la incertidumbre de los costos, que son muy elevados, principalmente de los fertilizantes y del glifosato, que hacen que el margen del productor dependa mucho del uso de esos insumos”.
En ese sentido, destacó que “por suerte los fungicidas no han tenido incrementos de precios respecto a años anteriores, y eso hace que sea un rubro con un menor peso en el costo de los cultivos de invierno”.
Recordó que “hace algunos años cambiar un fungicida por uno que costara US$ 1 o US$ 2 menos podría llegar a hacer la diferencia, pero hoy el productor se debe focalizar en otra cosa, ya que el porcentaje del costo de un fungicida en el total de costos del cultivo de trigo o cebada es ínfimo”.
Nicolás Faggi explicó de forma detallada la composición de Miravis Triple Pack. “Es un fungicida que está constituido por tres principios activos: dos carboxamidas (Solatenol y Adepidyn), y un triazol (Propiconazole). Las dos carboxamidas le permiten tener un excelente control, tanto para royas como para manchas, porque cada una se especializa en esas enfermedades. Y lo estamos recomendando tanto para trigo como para cebada”.
Destacó que “los datos marcan que tenemos un producto distinto y muy superior. Logra proteger a la planta durante mucho más tiempo, en torno de los 40 días”.
Para obtener el mayor beneficio de este producto, se lo recomienda para la segunda aplicación, a partir de la hoja bandera. “Una vez que la hoja bandera queda expandida es cuando recomendamos utilizar este producto, para poder sacarle provecho por más tiempo”, explicó Faggi. [/um_loggedin]
Desde la Segunda Guerra Mundial no se vivía un escenario con estas características: más inflación, cuellos de botella, el fin del “dinero barato” y cambios en la inserción.
Las cadenas globales de suministros, o cadenas globales de valor, entendidas como la organización transfronteriza de las actividades necesarias para producir, comercializar y proveer bienes y/o servicios, sufrieron una enorme transformación en la segunda mitad del Siglo XX. Esto ocurrió gracias a los avances en las tecnologías de la información y comunicación (TIC), y a la disminución de los costos de transporte y el proceso de apertura económica, o globalización. Con eso aumentó el comercio global y la descentralización de la producción mundial, en la búsqueda de maximizar la eficiencia.
Sin embargo, una serie de eventos que se sucedieron entre el año 2020 y la actualidad, que incluyen la pandemia COVID-19 y la reciente paralización de los puertos de China frente a la política de tolerancia cero de este país, una demanda latente que explota antes de lo previsto y que superó la capacidad máxima de carga de los fletes internacionales, y la guerra entre Rusia y Ucrania, con sus consecuentes turbulencias en mercados de insumos clave como la energía, metales, fertilizantes y commodities agrícolas, han generado disrupciones en las cadenas de suministros globales. [um_loggedin]
Se multiplicaron los cuellos de botella, los retrasos en las entregas y los problemas de escasez de productos en góndolas, entre otras consecuencias indeseables.
Esto es lo que se denomina un shock de oferta que, para peor, llega en medio de una aceleración inflacionaria global a raíz de las políticas monetarias expansivas aplicadas por los países centrales, en el intento de paliar la crisis económica y social causada por la pandemia.
En este contexto, las organizaciones transnacionales buscan relocalizar la provisión de sus insumos claves, priorizando la resiliencia de las cadenas de abastecimiento por sobre su eficiencia, incluso si ello debe implicar hacer frente a un aumento de los costos de suministro.
Para el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía global enfrenta su mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial, e insta a los países a hacer frente a ello, sin dinamitar las bases de intercambio y cooperación sobre las que se asienta el crecimiento y desarrollo mundial.
La aceleración de la inflación global, el menor crecimiento económico, la suba de tasas que encuentra a las empresas y los países con altos niveles de deuda están dando lugar a una fragmentación geoeconómica, o “desglobalización”, que puede cambiar las reglas de juego para todas las empresas y naciones del planeta.
La crisis de contenedores
Para entender la llamada Crisis de Contenedores, deben tomarse en cuenta tres aspectos básicos: primero, que más del 80% del comercio internacional se transporta por vía marítima; segundo, China posee seis de los 10 puertos más importantes del transporte marítimo mundial contenerizado, lo que genera un importante flujo de contenedores en estos puertos; y finalmente, no dejar de lado que China es de los principales abastecedores mundiales de materias primas y manufacturas.
Con la llegada de la pandemia, las autoridades chinas decidieron comenzar a cerrar operaciones, tanto en puertos como en fábricas. Dichas medidas detienen la descarga de contenedores arribados a puertos chinos y la carga de contenedores con las manufacturas de ese país. Este hecho produce un gran cuello de botella en esos puertos, afectando la circulación normal de contenedores.
Luego de un tiempo en esas condiciones, China comenzó a recuperar la actividad y a liberar manufactura y contenedores, pero eso coincide con el cierre de fronteras de otros países, por el mismo motivo. Esto genera un nuevo congestionamiento, principalmente en los puertos de Estados Unidos y Europa, dos grandes concentradores de carga del mundo.
El hecho de que este flujo continuo se haya cortado comienza a generar un desabastecimiento de contenedores, que no significa que no existan, sino que no estaban donde deberían estar, lo que automáticamente se tradujo en un gran aumento de precios.
Las grandes congestiones en los principales puertos internacionales provocan un gran aumento del tiempo de viaje. Como medida reactiva, las navieras comienzan a organizar los buques de otra manera, haciendo que descarguen en puertos menos congestionados, a partir de lo cual surge un nuevo factor: el roleo. Se llama roleo cuando el contenedor no es embarcado en el buque al que estaba destinado, ni en la fecha en que debía ser embarcado, lo que magnifica la incertidumbre en el abastecimiento de productos.
Ante estos hechos, y dada la dinámica de reacción en cadena del mercado, automáticamente aumentaron los tiempos de viaje, los costos y problemas con el abastecimiento, todos a nivel global.
Ya para mediados de 2022 se está viendo que la situación en la Costa Este de Sudamérica experimenta una leve mejora de la congestión portuaria y confiabilidad de recaladas. Los niveles de flete se han estabilizado con una incipiente tendencia leve a la baja.
Pero la política de COVID cero de China, sumada a la guerra en Ucrania, contribuye a la congestión de puertos en Estados Unidos y Europa, generando un impacto colateral en los servicios navieros de contenedores.
Aumento de la inflación
Los esfuerzos para salir de la recesión provocados por el COVID-19 y los problemas en las cadenas de suministro global han generado un incremento en la inflación mundial que podría extenderse en el tiempo.
El gran exceso de ahorro global y el excepcionalmente fuerte exceso de demanda de muchos bienes y materias primas comercializadas internacionalmente han contribuido en esta escalada de precios.
Si tomamos un promedio ponderado de la inflación para economías desarrolladas, se alcanzan niveles no vistos en los últimos 40 años, con niveles mínimos de desempleo.
La inflación proyectada para las economías desarrolladas en 2022, por parte del FMI, es de 5,7%; la más alta desde 1984. En el caso de las economías emergentes, se espera un promedio de inflación de 8,7%, la más alta desde 2008, cuando el precio del barril de petróleo superaba los US$ 100 y el resto de los precios de los commodities estaban en valores similares a los actuales.
En Latinoamérica y el Caribe los niveles de inflación son del orden del 11,2%, el más alto desde fines de la década de 1990.
En términos de nivel de actividad, la tasa de desempleo a nivel global proyectada por el FMI sería la más baja en más de 40 años. Esto se daría tanto para las economías emergentes, como para Estados Unidos y la zona euro.
Los problemas de abastecimiento global y su impacto en los precios se ven aumentados por la recuperación en la demanda y el nivel de actividad global.
Esta recuperación de la economía global se debió a los esfuerzos fiscales y a las políticas monetarias laxas de los años 2020 y 2021. Al acercarse al pleno empleo, la demanda creciente comenzó a hacer presión sobre una oferta que no se adaptó rápidamente a los cambios, generando dificultades en el abastecimiento global, resultando en un incremento en los precios de los commodities y diversos insumos claves para muchas cadenas de suministro. [/um_loggedin]
En invierno y verano se trillaron cerca de 2 millones de hectáreas, sumando unos 6 millones de toneladas.
La agricultura de secano en Uruguay cosechó cerca de 2 millones de hectáreas en la zafra 2021-22, al contemplar cultivos de invierno (trigo, cebada, colza y carinata) y de verano (soja, maíz, sorgo y girasol). El volumen de la producción de granos se ubica en torno de los 6 millones de toneladas (Mt), algo que no se lograba desde la zafra 2013-14. De todos modos, este nivel productivo solo se alcanzó en aquella zafra y en la actual.
Desde la zafra 2015-16 la intensidad agrícola se ha incrementado. “Estamos caminando lentamente hacia 1,6 cultivos por año. Eso significa que en cada millón de hectáreas sembramos 600.000 hectáreas de invierno. Por lo cual, en la zafra que comienza, si no pasa nada que perjudique la siembra, se podrían superar las 2 millones de hectáreas de cultivos (invierno más verano)”, dijo Esteban Hoffman, director de Unicampo Uruguay, en una jornada organizada por Grupo Macció y Syngenta. [um_loggedin]
Recordó que durante el pico máximo de expansión agrícola, entre los años 2013 y 2014, ese indicador había bajado a 1,3 cultivos por año. “El 70% del área no tenía cultivos de invierno”, comentó. Además, “en ese momento había menos área invernal y menos cultivos; hoy existen tres que casi ocupan la misma superficie”, dijo.
Esa intensidad y diversidad agrícola se ve reflejada en las exportaciones de trigo, colza, cebada y malta, que en 2022 totalizan cerca de US$ 415 millones.
Para lograr los 6 Mt, el volumen cosechado en la zafra de invierno fue relevante y ahora se suma una muy buena cosecha de soja. La cosecha de la oleaginosa culminará en torno de los 3,2 MT, según informó a VERDE Christian Nolte, general de Cofco Uruguay. Y destacó la demanda argentina, que pasó a ser el segundo destino de la soja uruguaya, detrás de China.
Nolte estimó que el precio promedio de venta por parte del productor se acercará a los US$ 600 por tonelada, lo que se transforma un récord histórico para Uruguay. Sobre principios de junio, dijo que “el 80% del volumen ya tiene un valor fijado”.
La superficie de soja tuvo un crecimiento de 8% frente a la zafra precedente, cifra en la que coinciden Urupov y de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA), del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
La cosecha de soja de la zafra 2021/22, que culmina en estos días, tendrá como resultado la mayor producción de los últimos cinco años, considerando el aumento del 8% en el área sembrada respecto a la anterior, y niveles de productividad por hectárea cercanos al promedio histórico. Además, acompañaron dos variables claves: precio y clima. Esas son algunas de las conclusiones de un trabajo sectorial realizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED).
Luego de las caídas en la superficie para pasar a tres zafras con cierta estabilidad, en el ejercicio 2021/22 se registró un incremento del área de siembra de la oleaginosa. “Hay un cambio en la tendencia que se venía observando”, señaló el investigador de esa institución, Ignacio Umpiérrez, en el programa Punto de Equilibrio, de revistaverde.com.uy y Carve.
Destacó que las exportaciones de soja en 2022 representarían un monto en torno de los US$ 1.750 millones, siendo la mayor cifra después de la registrada en 2013.
Además de los empleos directos y los servicios vinculados, Umpiérrez indicó que la logística para el transporte del grano desde la chacra a los puertos habría generado en torno de 2.000 puestos de trabajo en fletes, con una masa salarial de US$ 3,6 millones y un valor bruto de producción en fletes de US$ 90 millones.
Según el CED, otro elemento importante del cultivo de soja es su descentralización. “Si bien está focalizado en el litoral, genera empleos en muchísimas localidades del interior, y la mayoría tiene menos de 5.000 habitantes. En 2021 nueve de cada 10 empleos se generaron en el interior. Eso se debe, en parte, al dinamismo del sector agroexportador, que tracciona sobre el comercio, los servicios, y en eso la agricultura tiene mucho que ver”, acotó.
Piero Gelmini, gerente general de Control Union –empresa que dedica al control de calidad, cantidad y certificación de commodities y procesos–, dijo a VERDE que en esta zafra “el 55% de la soja recibida llegó con porcentajes de humedad por encima de lo requerido”, y si bien “no fueron niveles sumamente altos, debieron pasar por acondicionamiento”.
Agregó que el nivel promedio de humedad varió entre 15,5% y 16,5%. “En ciertos casos puntuales se llegó a 20%, cuando los contratos de comercialización estipulan un recibo de 14%. La cosecha no se interrumpió por lluvias, pero tuvo dificultades por la falta de sol, lo que hizo reducir las horas de trilla”, describió.
Respecto a la presencia de malezas, comentó que se siguen encontrando, y que la cantidad no es menor a la que se detectaba antes. “En esos casos la soja pasa por una prelimpieza o se envía a un destino distinto a China, donde los protocolos sanitarios vigentes no aceptan la presencia de malezas cuarentenarias en soja exportada desde Uruguay”, recordó.
Indicó que entre 40% y 60% (dependiendo de la zona) de la soja recibida tuvo presencia de malezas como: revienta caballo, roseta, sorgo de Alepo y cepa, entre otras. Y algunas son más difíciles de tratar, como la cepa y la roseta.
Además, Gelmini señaló que hasta principios de junio se llevaban cargadas unas 970.000 toneladas, de las cuales 575.000 fueron a China y hacia Argentina se cargaron 395.000 toneladas.
En el puerto de Nueva Palmira (Colonia) se han cargado unas 700.000 toneladas, de las cuales 305.000 fueron exportadas a China y 395.000 a Argentina. En tanto, en Montevideo se han cargado 270.000 toneladas de soja hacia China, sostuvo el ejecutivo de Control Union.
Según varios operadores consultados, el aspecto logístico durante el pico de cosecha enfrentó situaciones “tirantes”. Hubo ciertas dificultades en la disponibilidad de camiones y también para ingresar a puertos y acopios. La cosecha de soja tuvo 1,1 Mt más que en la zafra 2020/21, pero está por debajo del récord alcanzado en 2012/13, cuando se cosecharon 3,7 Mt.
LAS CLAVES DE LA PRODUCTIVIDAD
Este año, cuando el área de soja segunda representa el 55% del total y la de primera 45%, habrá un rendimiento que “será elevado” pero “no será récord”, y “no se llegará a los 3.000 kilos por hectárea”, dijo Hoffman en Punto de Equilibrio.
El director de Unicampo Uruguay y profesor de Facultad de Agronomía estimó entre “2.700 y 2.800 kilos” por hectárea como media del rinde nacional. “Ojalá sea mayor, pero no nos animamos a marcar una cifra más alta”, dijo. Hay zonas donde operan empresas con “alta productividad”, que están teniendo resultados productivos “inferiores” a los de la zafra 2018-19, advirtió.
Pero confirmó que, “en general será una zafra excepcionalmente buena”, que supondrá un “respaldo” para la próxima zafra de invierno.
Para Hoffman “la edad de chacra” tiene un impacto “impresionante” en la variación del rendimiento. En esa línea, indicó que en la zafra de invierno “la seca le pegó muy fuerte a las chacras viejas, que son las que tienen más de 15 años de agricultura continua, que para muchas empresas representan más del 50% del área”.
Recordó que en la zafra 2016-17, en la 2018-19 o en la 2012-13, que fueron muy buenas en Uruguay, se obtuvieron entre 2.600 y 2.950 kilos. Pero “las chacras son las mismas, ya han pasado varios años y la mayoría no rota con pasturas”, advirtió. Entonces, frente “al mismo manejo y el mismo clima, esas chacras tienen que rendir menos, porque la edad de chacra es una variable que impacta en los rindes de la soja, más de lo que la gente cree”.
Hoffman dijo que el clima acompañó de forma “fantástica” durante el periodo crítico, “lo que debería jugar en la obtención de altos rindes, pero hubo empresas que les costó superar los 2.800 kilos cuando en 2018/19 estaban cómodas por encima de los 3.000 kilos”.
Germán Bremermann, gerente comercial de Erro, dijo a VERDE que la productividad del cultivo de soja sorprendió y “fue mejor de lo esperado”, por la “llegada oportuna de las lluvias” y por el “paquete tecnológico” aplicado, que apuntó a máximos rendimientos. Recordó que esto no era sencillo, porque cuando se sembró los pronósticos no eran buenos.
“En la medida que se combina, la máxima tecnología, genética de punta, manejo y lluvia, hay rendimientos muy interesantes. Hubo zonas que tuvieron muy buenos rindes, como parte de Soriano, Colonia y Río Negro. Y en otras zonas, como el centro, litoral-norte y el este, el rinde obtenido fue más variado, en algunos casos son muy altos y en otros por debajo del promedio”, acotó.
PERSPECTIVAS DE LOS CEREALES
Las perspectivas sobre la producción mundial de cereales en 2022 marcan un probable descenso, el primero en cuatro años, hasta 2.784 millones de toneladas (Mt). Serían 16 Mt menos que la producción récord estimada para 2021, según datos presentados por la FAO.
Se prevé que el maíz sufra la mayor disminución, seguido del trigo y el arroz, mientras que es probable que la producción de cebada y sorgo aumente. Las previsiones se basan en la situación de los cultivos ya sembrados y en las intenciones de siembra de los que todavía deben plantarse.
Las nuevas previsiones apuntan a una caída de las existencias de estos granos, lo que hará que la relación entre las reservas y la utilización de cereales a nivel mundial descienda al 29,6% en 2022/23 –cabe recordar que eran del 30,5% en 2021/22–.
Si bien este nuevo nivel sería el más bajo de los últimos nueve años, todavía estaría muy por encima del mínimo de 21,4%, registrado en 2007/08, indicó el informe de FAO. [/um_loggedin]
Julio Blanco analizó el contexto y proyectó el futuro de la compañía; se refirió a la reinauguración de la sucursal Río Branco y confirmó cambios en la gobernanza de la empresa
La propuesta de Interagrovial en Expoactiva tuvo que ver con la entrada a la era de datos, la era digital, de conectividad, que es “hacia donde está apuntando nuestro desarrollo, nuestros futuros planes”, comentó Julio Blanco, director de Interagrovial a VERDE.
Señaló que ya hay propuestas instaladas en el mercado, compatibilidades con todos los demás sistemas de otras marcas, no solo de maquinaria sino también con software de otros proveedores e insumos del agro.
“Ese es el camino para ser sustentables, no solo económica sino también ambientalmente. Hacer más con menos está en todas las empresas. Y en este caso, cómo la tecnología lo permite, con menos aplicaciones, menos agroquímicos, menos fertilizantes, se pueden cuidar las plantas, en cada ciclo productivo”, valoró el empresario.
Enfatizó que la propuesta de valor de John Deere e Interagrovial se concentra en “sacarle mucho más provecho a la tecnología que tenemos instalada en las máquinas desde hace muchos años, así como todos los softwares y aplicaciones que se vienen”.
Destacó que “podemos estar viendo todas las operaciones online en nuestros teléfonos móviles. Eso es algo que los agricultores ya hoy tienen disponible en Uruguay. Nos hemos venido preparando, paso a paso para todas estas etapas. Tenemos un plan estratégico que viene desarrollándose desde hace muchos años, con perfiles agronómicos, de datos y tecnológicos”.
“Esta adopción tecnológica permitirá que la agricultura en Uruguay se expanda de nuevo a zonas donde alguna vez estuvo y seguramente volverá a estar. Con esta tecnología, con la mecanización agrícola y la biotecnología, que es otro mundo que acompaña todo esto”, proyectó.
Subrayó que John Deere “se está reinventando en el mundo, iniciando una etapa tecnológica-industrial”. Estamos en un cambio muy grande, pasando a una nueva agricultura, a una etapa tecnológica, diferente a lo conocido”.
Coyuntura y perspectivas
El director de Interagrovial dijo que espera que la agricultura acompañe a la ganadería, y que además crezca. Habrá un crecimiento muy importante en la ganadería, por la potencia ganadera que somos, pero la agricultura también va a apalancar a la ganadería y se va a expandir a otras zonas del país”.
Consideró que “lo coyuntural de este año hace que se salga de la gráfica, por lo bueno, pero estos años no son los que definen estar o no estar en el negocio. Si estamos acá es por decisiones que se tomaron hace 10 años y hoy hay que mirar 10 años para adelante”.
Sostuvo que “Uruguay es una potencia ganadera y productora de alimentos, en granos de secano, lechería y arroz. Tenemos un mensaje correcto de los gobernantes, y este es un momento para dar un salto adelante. Los potenciales acuerdos que vengan acelerarán todo esto”.
Blanco valoró el efecto multiplicador del sector primario, por lo que multiplica en la economía; y porque en Uruguay se produce lo que demanda el mundo. “Uruguay es un país estable, que respeta los contratos, con tierra fértil, buen clima y una posición logística envidiable. Tenemos que mirar para adelante, es el momento de dar el salto”, enfatizó.
Agregó que “el salto adelante” consiste en “una serie de pasos a nivel de empresa, que tiene que prepararse para abrirse al mundo, para competir, ya sea porteras adentro de un establecimiento, en logística, en agroindustria, en medio ambiente, e incluso en el marketing de Uruguay en el mundo”.
Señaló que “Uruguay tiene el potencial de certificar carbono neutro y de vender bonos de carbono”, no solo a través de la forestación, sino también en ganadería y agricultura. “Tenemos una gran oportunidad de certificar los procesos, hay que tomar decisiones de gobierno y corporativas, dentro de las empresas”.
Por otra parte, señaló que “el propio gobierno debe ayudar a que el país se inserte en el mundo. Lo está haciendo, hay muy buenas intenciones, no solo a nivel de Presidencia de la República y de los ministerios, sino también de instituciones de promoción, como el Instituto Nacional de Carnes (INAC) y otras que están haciendo un excelente trabajo”.
Concluyó que “todo el ecosistema del agronegocio uruguayo tiene la oportunidad de dar un salto, de insertarse en el mundo, a través de buenos acuerdos, que están por venir y los tenemos que aprovechar”.
Reinauguración de la sucursal Río Branco
Recientemente Interagrovial reinauguró su sucursal en Río Branco, que había sido inaugurada en 2001. Blanco recordó que aun persistían las secuelas de la devaluación de Brasil, la aftosa y luego en Uruguay vendría la corrida bancaria y la devaluación del 2002. En ese año “el mercado de tractores totalizó las 90 unidades y el de cosechadoras fue de una unidad John Deere. La bolsa de arroz estaba en US$ 4”. Pero destacó que a partir de aquel momento “hubo un desarrollo del sector arrocero y fue un éxito. Hoy John Deere es la marca líder en el sector, con una importante participación de mercado”.
A la vez agregó que, en 2020 Interagrovial realizó una fuerte inversión en tecnología, entrenamiento del personal, movilidad eléctrica y móviles de servicio. Y en 2022, se está invirtiendo en el centro logístico en ruta 1, al lado de la casa central, para unificar toda la operativa logística de la empresa.
“El centro logístico estará operativo después de julio. Hay un equipamiento muy importante, tanto a nivel de software como de robotización. Va a ser realmente de punta, de primera línea. Está la obra civil por un lado, que termina en julio; y después está la etapa de equipamiento y puesta a punto del centro, con toda esa logística, que quedará operativa en el segundo semestre”, detalló Blanco.
Cambio en la gobernanza de Interagrovial
“Soy la tercera generación, mi abuelo llegó a Uruguay en 1912, después siguió mi padre, que fundó Interagrovial y después seguí la posta. Estamos haciendo cambios en la gobernanza de Interagrovial. Desde el año 1997 me desempeñé como gerente general de la empresa, y ahora soy el presidente del directorio. Quisimos en la familia y el directorio disminuir la dependencia de la empresa en mí”, explicó. “
Es por eso que Juan Carlos Olascoaga es el gerente general para el negocio de agro, y Gualberto Muñoz lidera el negocio de construcción y forestación.