Luego de tres zafras de estabilidad, la superficie de soja volvió a crecer

El área de siembra se incrementó 8% frente al año anterior; el 62% del cultivo en Uruguay se ubicó en los departamentos de Colonia, Soriano, Río Negro y Paysandú
Del análisis que Urupov (Asociación Civil Uruguaya para la Protección de los Obtentores Vegetales) realiza zafra a zafra para el cultivo de soja a través del uso de imágenes satelitales provenientes del sensor Sentinel, se concluye que el área estimada de siembra en la zafra 2021-22 fue de 1,165 millones de hectáreas. Se observa un crecimiento del 8% frente a la zafra precedente, luego de tres campañas donde la superficie se había mantenido estable en el entorno de 1,08 millones de hectáreas.
El 62% del área total de soja se ubicó en los departamentos de Colonia, Soriano, Río Negro y Paysandú. “Estos cuatro departamentos representaron el 60% del área sembrada en los últimos seis años, cuando se realizó el estudio de teledetección”, indicó a VERDE el director ejecutivo de la organización, Diego Risso. [um_loggedin]
El informe de Urupov también marca que en los últimos seis años se destinaron 2,7 millones de hectáreas a la producción de soja. Eso significa que en esa superficie y en ese período, al menos una vez se sembró soja. “El 50% de dicha superficie se ubica en 13 suelos con diferentes Índice Coneat. Existen 2,15 millones de hectáreas que poseen esos suelos y que no han sido destinadas para el cultivo en los últimos seis años”, acotó.
A nivel nacional, “los productores que siembran soja se han mantenido estables en estos años; el promedio es cercano a las 2.900 razones sociales”, informó el director ejecutivo de Urupov.
Risso indicó que el trabajo de la institución permitió disponer de información con respaldo. “Se explica la metodología y el margen de error, para que cada uno que acceda al informe haga sus propias consideraciones, entendiendo el grado de confianza que poseen los datos que construyen la información presentada”, dijo.
Sobre Urupov
Urupov es una institución sin fines de lucro, que cuenta con 55 empresas socias, con diversos perfiles. “Desde pequeñas y medianas hasta grandes, nacionales y multinacionales, incluyendo cooperativas, sociedades de fomento y al INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria)”, dijo el director ejecutivo.
Urupov trabaja con las principales especies vegetales sembradas en Uruguay (soja, arroz, trigo, cebada, colza, lupino, vicia, forrajeras y hortifrutícolas). Se fundó en 1994 con el objetivo de representar a las empresas semilleras, donde su hilo conductor es la propiedad intelectual que gira alrededor de las variedades protegidas, atendiendo también otros aspectos de la producción y comercio de semillas. “Desde esa época venimos generando mucha información, como resultado de los servicios proporcionados a nuestros socios. Nuestra gestión está basada en procesos, lo que nos ha llevado a invertir mucho en el desarrollo de software a medida, permitiéndonos acumular información a lo largo de los años y generar estadísticas de relevancia para el sector”, explicó Risso.
Agregó que “actualmente estamos desarrollando un software de inteligencia comercial, que nos permite trabajar en tiempo real con bases de datos y así disponer de información relevante para la toma de decisiones”.
Teledetección
Con la premisa: “no se puede gestionar lo que no se logra medir”, y “frente a la necesidad de conocer qué superficie de soja se siembra con semilla de origen legal, en la zafra 2015/16 se comenzó a invertir en la teledetección de área de soja por imágenes satelitales”, dijo.
La ingeniera agrónoma Rossina Aunchayna –profesional a cargo de esa área en Urupov, que tiene una formación específica en la materia–, procesa esas imágenes, con software especializado, algoritmos y días de trabajo, marcando dónde está ubicada la superficie sembrada de soja padrón por padrón.
Todo este trabajo posee otro pilar que le brinda fortalezas y confiabilidad, y es el respaldo a los técnicos de Uurpov a nivel de campo, que les permite verificar dicha información generada en gabinete, detalló.
“Gracias a todos estos esfuerzos, hoy tenemos información precisa y confiable. En base a estas mediciones se puede pensar en planes de acción para mejorar el sector semillerista y el uso de semilla de calidad superior”, acotó el ingeniero agrónomo.
Cabe destacar que en la zafra 2021-22 el 44% del área cultivada se sembró con semilla etiquetada, tanto categoría comercial como certificada, mientras que más del 42% se sembró con semilla de uso propio, dentro del Sistema de Valor Tecnológico (SVT) que lleva adelante Urupov.
Con estos números, “si bien es alentador saber que se logró bajar 4% el área ilegal respecto a la zafra anterior, fueron casi 170.000 hectáreas que se sembraron con semilla de origen ilegal y uso propio, que no se declaró y registró bajo el SVT”, lo cual nos lleva a redoblar los esfuerzos en consolidar un mercado transparente y justo para los distintos actores, donde se respeten los derechos de los obtentores y los productores accedan a variedades vegetales con genética y tecnología de punta”, sostuvo el director ejecutivo.
En el caso de soja, “el mercado de semillas ha tenido subas y bajas en la legalidad. En los últimos tres años veníamos con subas en la ilegalidad, cuyo pico llegó a 19% en la zafra pasada. Este año esa cifra bajó a 14%, o sea que el mercado legal llegó a 86%”, acotó.
En su informe, Urupov destaca que “Uruguay sigue siendo referencia a nivel internacional en lo que respecta al reconocimiento de la propiedad intelectual y el valor de la genética. Aunque estos números plantean un gran desafío a nivel nacional, ya que un 14% de ilegalidad y subdeclaración de la semilla usada es un desestímulo al desarrollo y lanzamiento de variedades y sus tecnologías asociadas”.
En esa línea, Risso indicó que la parte medio llena del vaso está representada por el nivel de legalidad, que “es muy alto al compararnos con la región y otros países”. El vaso medio vacío es que “hay unos 11 millones de kilos de semillas de soja que se siembran de forma tal que no reconocen los derechos de los obtentores e incluso gran parte no cumple con la normativa vigente”, lamentó.
El director ejecutivo de Urupov, entiende que la mejora en el área legal es multifactorial. “Los productores agropecuarios, las empresas semilleristas, el canal de distribución, Inase (Instituto Nacional de Semillas) y la institucionalidad –donde participa Urupov y otras instituciones semilleristas–, trabajamos para mejorar el mercado; por eso los resultados tienen un mérito compartido”.
En ese marco, dentro de las actividades que lleva adelante Urupov, está la inversión realizada en marcadores moleculares, para la identificación de variedades de soja, en un proyecto conjunto con Inase, para poner a punto dicha técnica. “La propuesta ha sido muy exitosa, cuando observamos la precisión de la tecnología y la velocidad de respuesta vemos que los análisis son entregados rápidamente y con resultados extremadamente precisos”, comentó.
En el último año Urupov realizó una inversión en el desarrollo y la utilización de los marcadores moleculares en el laboratorio de biología molecular de la Universidad de Buenos Aires. “Se mandan muchas muestras para analizar. Eso permite que, frente a una muestra ciega de soja, el laboratorio nos diga de qué variedad es. Hasta hace poco sabíamos si la variedad era Intacta o no en tiempo real, con el uso de tirillas reactivas. Hoy ya sabemos de qué variedad se trata, con una probabilidad superior al 99%; casi no hay margen de error. Eso ya está operativo”, remarcó.
Esta tecnología que hoy es usada por Urupov, las empresas y los productores, “ha otorgado grandes beneficios al sector. En el caso de los productores puede suceder que al guardar semillas haya mezclas, y con esta prueba rápidamente se sabe qué es, eso les permite tomar decisiones antes de la siembra, que les evitarán sorpresas en el cultivo. Es un servicio que está disponible y ya lo usa el productor”, describió Risso.
Destacó que Uruguay debe seguir mejorando su mercado de semillas de soja. “El negocio de la genética es de confianza; Uruguay, para posicionarse en el exterior –que es de donde toma gran parte de la genética que siembra–, tiene que demostrar que respeta la propiedad intelectual y el valor de la genética”, enfatizó.
Eso “permite que las empresas quieran llegar con su germoplasma a nuestro país, ya sea de forma directa o a través de representantes comerciales”, dijo.
En el caso de soja, el principal cultivo del país y uno de los principales rubros en la generación de divisas, “un alto porcentaje de la genética es de origen extranjero; por eso es clave el respeto por esa genética, para que sigan llegando los últimos avances”, planteó.
Agregó que es por eso que “Uruguay accede todos los años a más y mejores variedades y también llega la biotecnología. Tenemos que seguir en la misma línea; siempre tratando de mejorar”.
En el caso del trigo, la ilegalidad no supera al 5% del mercado; y la semilla de uso propio se ubica en torno del 50% del total.
OTROS CULTIVOS
Risso informó que muchas variedades de colza se encuentran dentro del sistema de valor tecnológico, por el cual los productores pagan una regalía por uso propio. “Son las variedades las que están dentro del sistema, al tiempo que los híbridos van por otro carril. Pero también manejamos la información y se comenzarán a construir las mismas estadísticas que se elaboran para soja y trigo. Vamos a invertir en imágenes satelitales en colza. Ya hicimos un proyecto piloto para dos departamentos y los resultados fueron muy buenos”, anunció.
Reconoció que en las especies forrajeras “debemos trabajar mucho; todos los actores tenemos un debe compartido en este segmento”.
URUPOV creó un grupo de trabajo en forrajeras, donde se generará “una agenda propia, que defina la línea de acción, entendiendo que debe mejorarse la situación de mercado; sabiendo que es más complejo generar estadísticas, así como lograr un control efectivo. Nos cuesta medir la realidad de ese mercado, y allí lo más complejo es el caso de la avena”, señaló.
Los grupos de trabajo de Urupov se dividen según las especies: Arroz, Cebada, Forrajeras, Soja, Trigo y Colza; también está el de Hortifruticultura (manzana) y el de Refugios en soja. A través de estos grupos se espera seguir creciendo como asociación, brindando servicios a sus socios y contribuyendo al fortalecimiento de la cadena de valor del sector semillerista. [/um_loggedin]
Nota de Revista Verde N°101