“El gobierno tiene poca o baja sensibilidad hacia el sector”
Eduardo Díaz, Presidente de la Cámara Mercantil de Productos del País, en entrevista con VERDE, dijo que “todas las empresas han trabajado para ajustar sus estructuras porque los números en la mayoría de las cadenas estaba en rojo y había que ajustar”. Además, indicó que se visualiza una expectativa diferente por las suba de algunos productos y por el clima que ha venido acompañando. Consideró que “hay muchas cosas que se podrían hacer por parte del Estado, sin tener que renunciar a temas presupuestales”, por lo cual entiende, que hay poca sensibilidad por parte del gobierno hacia la actividad agropecuaria.
– ¿Cómo se está visualizando este año desde la CMPP?
– Hay una expectativa mejor dado que algunos commodities muestran mejores precios, como la soja, la lana fina o los lácteos. Eso hace pensar en que las cadenas productivas involucradas deberían estar un poco mejor posicionadas desde el punto de vista económico.
– Para tratar de aprovechar ese escenario ¿qué ve la CMPP como “impedimento” para capturar ese optimismo?
– No es nada nuevo, pero el problema principal que tenemos hoy es el costo país. A nadie escapa que estamos en una economía que tiene sus limitantes de escala frente a nuestros competidores. Si partimos con un problema de escala, más el costo país y se le suma el déficit en infraestructura, que a la vez influye en los costos de producción de las cadenas, nos deja un panorama con limitaciones frente a competidores de otros orígenes.
– ¿Cómo queda posicionado Uruguay con el nuevo protocolo sanitario para soja firmado con China?
– Lamentablemente el tema no se acordó de acuerdo a nuestras expectativas, no hubo una comunicación entre el MGAP y los privados en el seguimiento de la negociación, que es lo que realmente debería haber ocurrido. Con el anterior protocolo sanitario debíamos exportar soja libre de sorgo de Alepo, ahora está incluido dentro de las plagas cuarentenarias de preocupación para China. Pero lo más complejo es que existe una cláusula que señala que en caso de aparición de las mismas en un embarque de soja en China, dicho embarque será devuelto a costo del exportador y si el caso es serio se suspenderá al exportador, al puerto y eventualmente el ingreso de soja uruguaya a China. Durante la visita oficial a China y después de la firma del protocolo se nos trasmitió que se había solucionado sacando del ‘fito’ la declaración de ‘Libre de Sorgo de Alepo’, cuando finalmente se nos informa del contenido del protocolo, el mismo a nuestro entender resulta muy demandante sobre los requisitos a cumplir por parte de Uruguay.
– ¿Cómo funciona esto en países exportadores de la región como Brasil o Argentina?
– El caso que más conozco es el de Argentina. El sorgo de Alepo figura dentro de lo que son los cuerpos extraños. No entra en plagas cuarentenarias porque Argentina no tiene un protocolo para exportación de soja. Nosotros hoy, a pesar de que tenemos un protocolo nuevo que se acaba de firmar, continuamos con una desventaja frente a lo que es el caso de Argentina. El caso de Brasil lo desconozco y el caso de la soja norteamericana es similar al de Argentina.
– ¿Con eso Uruguay empieza a ganar competitividad o se acerca a la región?
– No te diría que empieza a ganar competitividad frente a la región, te diría que nos acercamos. Antes teníamos una desventaja, ahora tendríamos una desventaja menor. Lo que sería clave es el canal de acceso a Montevideo en 13 metros, con eso quedamos en igualdad de condiciones con el puerto de Bahía Blanca. Eso sí, tendría valor agregado para la soja uruguaya, porque los buques saldrían con 66.000 toneladas de manera fluida y no como ocurre hoy que para llegar a ese nivel dependemos de la marea. Hoy con 12 metros de calado, se sale con 58.0000 – 60.000 toneladas. Es un avance, pero si en algún momento el precio de los fletes marítimos aumenta, esa diferencia impacta en los precios de la soja uruguaya.
– ¿Cómo está el clima de negocios en Uruguay?
– En general el sector está menos optimista porque venimos de un par de años con varias dificultades. Todas las empresas han trabajado para ajustar sus estructuras porque los números en la mayoría de las cadenas estaban en rojo y había que ajustar. Ahora estamos expectantes frente al movimientos de los precios que se ha ubicado en otro escalón, el clima, en líneas generales ha venido acompañando, esperemos que lo siga haciendo. El país hoy cuenta con un know how, maquinaria, productores, estructuras, transporte, plantas y puertos de punta, eso es un factor importante, para dar respuestas a un nuevo escenario si fuera el caso.
– ¿Cuánto incide el gobierno?
– Cuando llegamos a las situaciones de auge del 2012 0 2013, nos preguntamos: ¿cuánto impacto tuvieron los lineamos del gobierno?, y la verdad que fue relativo. Se dieron las condiciones macroeconómicas para que eso ocurriera. Hoy no veo que el gobierno tenga márgenes para realizar cambios de alto impacto en favor de la actividad. Si es cierto que hay cosas que debería ajustar, como el precio de los combustibles, aun en ese escenario no veo una incidencia, cómo la que pueda tener un aumento precios internacionales de los commodities agrícolas.
– ¿Hubo cambio de reglas?
– No, ni a favor ni en contra. Lo negativo es que el gobierno tiene poca o baja sensibilidad. Hay muchas cosas que se podrían hacer sin tener que renunciar a temas presupuestales. Por ejemplo, en las tarifas de UTE, donde los contratos de la energía eléctrica no se ajusta a la demanda de potencia que tienen. Estamos pidiendo tener contratos que sean adecuados a la actividad que uno desarrolla, por ejemplo, que en las plantas de acopio, la potencia se adecue a la estacionalidad del negocio. En otros países eso existe. Acá no lo hemos podido lograr. Eso se debe a la baja sensibilidad hacia la actividad productiva. Entiendo, que frente al déficit fiscal el gobierno tenga una posición más dura frente a renuncias fiscales, pero en el caso de UTE, esto no cambiaría.
– ¿Qué reflexión le merece está situación?
– La realidad es que el gobierno no puede hacerse el distraído. La mayoría de las empresas que prestan los servicios a los privados son públicas. Si no hay sensibilidad frente a esto es difícil que tengamos una perspectiva positiva. Aquellos que hemos estado realizando ajustes, que tratamos de competir, de generar fuentes de empleo, que esas fuentes de empleo sean de la mayor calidad, se pregunta ¿cómo acompaña el sector público en eso? Hoy vivimos en un mundo globalizado y donde se compite por los mercados. Cuando un productor o industrial uruguayo exporta, el que exporta es el país. El poder exportar una tonelada más de carne, de soja, de arroz, etc., es mejor para todos. Las exportaciones cayeron de US$ 10.600 millones en 2013 a US$ 8.600 millones en 2016. Es claro que la salida de Uruguay o el bienestar, está en poder exportar al mundo productos donde tenemos ventajas competitivas. Los empresarios o industriales pedimos condiciones para crecer, lo cual impacta positivamente en toda la sociedad. Ese es el gran desafío.
Lea la nota completa en: Revista Verde N° 59