Diego Martínez Bernié: “Uruguay debe relocalizar algunas de sus embajadas hacia el sudeste asiático”
El empresario informó que se instalarán oficinas para desarrollar acciones concretas en esa región, con base comercial en Filipinas y base operacional en Kuala Lumpur, Malasia
El futuro “está en la región de los países que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean)” y el gobierno uruguayo “debe relocalizar algunas de sus embajadas hacia los países del sudeste asiático”, sostuvo el presidente de la Cámara de Comercio Mercosur-Asean por Uruguay, Diego Martínez Bernié.
En esta entrevista con VERDE, el empresario dijo que “no podemos seguir especulando con la firma de un tratado de libre comercio (TLC) del Mercosur con la Unión Europea o con otros mercados, cuando podemos hacer un esfuerzo para encontrar nuestros propios mercados, que están ahí”. Adelantó que la cámara trabaja para instalar una base comercial en Filipinas y una operacional en Kuala Lumpur, Malasia. “El mundo se mueve y ese es el lugar más dinámico”, subrayó.
Entre los días 21 y 31 de mayo una misión empresarial realizó una gira por Malasia, Tailandia y Filipinas, con el objetivo de ampliar el relacionamiento con los países integrantes de la Asean. El bloque está integrado por 10 países: Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanmar.
¿Qué balance realizan de la misión comercial al sudeste asiático?
Muy positiva. En los tres países que visitamos se asentó el relacionamiento con los gobiernos, que en todos los casos hicieron un esfuerzo para recibirnos y asegurarnos que la misión fuera fructífera. Además de los privados que nos recibieron, nos ofrecieron cosas, se interesaron, nos preguntaron e informaron.
¿Cómo puede ser el flujo comercial en el corto y mediano plazo?
Tenemos una gran oportunidad, porque son mercados que requieren lo que tenemos. Nos pueden enseñar sobre sus hábitos de consumo y productos que no tenemos. Nos dan la oportunidad de presentarnos en medios diferentes, alternativos y muy abundantes en términos de consumo. Ya tenemos casos de empresas que, por estar ahí, de alguna forma salieron de la zona de confort (siempre iban a la misma feria a promover sus productos) y encontraron canales alternativos de comercialización que están trabajando. O sea que hay oportunidades, y el trabajo lo estamos haciendo. Como en cualquier emprendimiento empresarial con países extranjeros, necesitamos el trabajo del Estado, y Uruguay no está presente en todos los países. Es diferentes cuando hay una embajada. Vinimos a contar qué encontramos, cuáles son las oportunidades, qué hay de verdad en estos mercados alternativos, capaz que no necesitamos un TLC con China para sobrevivir. Quizás lo que necesitamos antes son algunas cosas aprobadas, de bastante menos complejidad que un TLC. No podemos seguir especulando con la firma de un TLC entre el Mercosur y la Unión Europea, o con otros mercados, cuando hay otras cosas para hacer antes. Podemos hacer un esfuerzo para encontrar nuestros propios mercados, que están ahí.
¿Cuán importante es el Mercosur para esa expansión?
Esta pregunta merece dos respuestas. Cuanto más lejos estás, más chiquito sos. Por lo que más importante se hace el Mercosur. Sobre todo cuando no hay una embajada de Uruguay y las otras embajadas, en particular la argentina, está ahí para ayudarte. Hacés más ruido con el Mercosur que solo como Uruguay. Pero una vez que tenemos los contactos y las relaciones, como uruguayos les podemos vender.
¿Cómo ven el trabajo del gobierno uruguayo en el sudeste asiático?
Como privado a uno le gustaría poder hacer todo sin tener que pedirle al Estado o al gobierno, pero con la ayuda del gobierno hay una diferencia. Esta misión fue una inversión de privados, costó US$ 250.000. No tuvimos ningún soporte ni subsidio de nada, y está bien que así sea. Pero también es cierto que a donde fuimos y había presencia de nuestro gobierno, en particular en Malasia, las cosas fueron mucho más fluidas y fáciles, porque estuvo el soporte de una embajada. En especial de esta embajadora (Valeria Csukasi), que es muy proactiva y hace su trabajo con todas las letras, allí se nota la diferencia. En Filipinas no hay embajada de Uruguay. Ese es un país super importante, con 120 millones de habitantes y con una cultura que se siente absolutamente vinculada a la nuestra, a tal punto que en una reunión empresarial de la Cámara China nos pusieron (la canción) Despacito, cantada por una filipina. Allí tampoco tenemos nuestros productos habilitados. Me parece mucho más importante un país con casi 114 millones de habitantes y 99% de importación de lácteos que un país pequeño de Europa donde tenemos embajada. Deberíamos hacer cambios apuntando para donde va el mundo, porque el 60% de la población del mundo está ahí. Están cambiando sus hábitos de consumo, comiendo más carne, más lácteos, porque están logrando acceder a eso. Como privados entendemos que no es un abrir y cerrar de ojos, que depende de la burocracia, de las aprobaciones, pero el objetivo está ahí. Estamos enfrentando a una cantidad de mercados saturados, donde nos ponen condiciones para entrar, nos ponen cuotas y acá está todo para ganar.
¿Tiene que haber una reorganización de la inserción internacional del Uruguay, con relocalización de embajadas en función de la demanda?
No tengo dudas. Hace falta dar un golpe de timón y mirar con realismo al mundo y ver ese 60% de la población mundial, la clase media que está ahí, es donde está el futuro. Ves la actividades, ves la gente, el patrón de consumo, lo que quieren, es gente joven. Hasta para la exportación cultural hay oportunidades en Filipinas. Hay una cantidad de servicios que no necesitan ningún TLC. La base debe ser Filipinas. Ya estamos pensando en una oficina de privados. Ellos recuerdan la ruta de los galeones, algo que no nos enseñaron en historia. Era la ruta entre Filipinas y México, una vinculación permanente de la colonia española. Ellos tienen eso en la sangre y te lo hacen ver. Lo más exótico que tienen para mostrarte es la ciudad vieja, que se llama Intramuros. Todo eso tiene que ver con nuestra historia y nuestro origen.
¿Están pensando instalar una oficina en Filipinas y desde ahí atender al resto de los países que integran la Asean?
Sí, porque ahí hay muchas cosas para hacer. Hay cosas que no tienen que ver con TLC sino con servicios. No es fácil, pero es un camino por andar y una posibilidad enorme.
¿Las oportunidades son importantes para los bienes que Uruguay produce?
Claro. Puedo mencionar lácteos, granos, carne, vinos, aceite de oliva. Podemos colocar allá todos nuestros productos. Pero además servicios: artísticos, profesionales, financieros y tecnología de la información. Hay muchas empresas uruguayas que pueden complementarse con las filipinas en términos de tecnología de la información, y ofrecer servicios para Estados Unidos o para el resto de Asia.
¿Cómo está el intercambio comercial con esa región del mundo?
El más importante es con Tailandia; está todo por hacer. Es como una zona desconocida para nosotros, pero no es más lejos que China.
¿Entre los países que integran Asean hay perfiles diferentes?
Sí. Aprendieron a convivir y permiten que uno firme un TLC sin que los otros lo firmen. Hay países musulmanes, católicos como Filipinas, hay países como Tailandia o Vietnam que son budistas. Hay una buena mezcla. Los musulmanes son los más difíciles en términos de la certificación halal, y Malasia hace mucho énfasis en eso, no solamente para la carne sino también para otros productos. Pero para Uruguay es algo que no puede postergarse. Además, en esos países hay comunidades chinas importantes y otras que no son musulmanas y no consumen productos halal. No es un problema. Hay hotelería donde perfectamente pueden consumir nuestra carne, vinos y otros productos.
¿Qué país del Mercosur tiene mayor penetración en esos mercados?
Brasil, porque es un país grande, necesita mover sus productos y ha hecho un trabajo grande en todo este tiempo. Brasil es poderoso ahí y lleva ventaja. Esa es una región conformada por casi 700 millones de personas y los países más poblados son Indonesia –que es como si fuera Brasil pero musulmán–, Filipinas y Vietnam –que tienen más de 97 millones de personas–, y después Tailandia –que tiene más de 70 millones–. Hay cuatro países menos desarrollados: Brunei Darussalam –que es un sultanato–, Camboya, Laos y Myanmar. Son países más pobres pero que están en proceso de crecimiento. Laos, que es un país budista y muy influido por China, tiene una inversión creciente.
¿Cuáles de esos países son los más avanzados y con economías más potentes?
El país con mayor producto bruto interno (PBI) per cápita es Singapur. Es un país más pequeño que Montevideo, el segundo puerto de Asia. Malasia es una máquina de trabajar, es increíble lo moderno y potente que es, un país con 33,5 millones de habitantes. Otro país de los que más rápido crece es Vietnam, al igual que Singapur y China, con una forma de gobierno dirigido; no son claramente democráticos, tienen un solo partido. Después están creciendo a velocidad más moderada Tailandia y Filipinas, y los otros vienen atrás. Indonesia es enorme y muy difícil de descifrar, pero tiene muchas posibilidades. Uruguay tiene embajada en Vietnam, Malasia e Indonesia.
¿Los menos desarrollados están en un proceso similar al de China en los años 80 y 90, captando inversiones, cambiando los hábitos de trabajo y hasta alimenticios?
Sí, eso se está dando. Hay inversiones y tercerizaciones de China en esos países; van fábricas. Ese es el lugar más dinámico del mundo. Está en un andarivel de funcionamiento a velocidad, no están con problemas religiosos o raciales, van para delante. En Singapur, Kuala Lumpur, Bangkok o Yakarta ves ciudades con un modernismo que no se ve en otras partes. Una arquitectura y empuje que no ves en Europa. También es de destacar que se sienten cómodos negociando con nosotros, se sienten de igual a igual, y eso es algo muy profundo. Y lo exteriorizan, como la forma en que la gente de Bangladesh celebró el campeonato del mundo de Argentina.
¿Eso podría darle velocidad a cualquier tipo de expansión comercial?
Totalmente, porque el concepto es que acá hay un diálogo sur–sur, que no necesitamos intermediadores del norte. No necesitamos a las viejas potencias ni a los países que tienen controles de algunos parámetros en el mundo. Esto permite otro tipo de diálogo.
¿Cómo son las influencias de Europa, China, Estados Unidos o de Australia en la zona?
Depende de los países. En Filipinas vi una influencia norteamericana muy fuerte, como cuando uno estaba en el Panamá de los años 90. Más ahora, esos países terminan siendo como un collar rodeando a China. Si bien tienen una gran interacción con China, que es un país grande, poderoso, que tiene sus bases militares allí, va un poco a contramano del interés que tiene China de tenerlos bien relacionados. Y la contrapartida es, en particular, Estados Unidos o países como Australia, Nueva Zelanda, Canadá o India, que es un rival de China. Esos países son parte de un equilibrio delicado. La influencia está, pero creo que hay una oportunidad muy grande para América Latina. Vamos a empezar con algunas iniciativas concretas de integración. Estamos cerrando una organización de profesionales en Asia, que va a estar vinculada con nosotros y con todos esos países. Iniciaremos el desarrollo de oficinas de negocios de nuestros empresarios para posicionarse de manera activa y concreta en esos países. Tendremos actividades de vinculación y de recepción de misiones y de funcionarios de esos países en los próximos meses. En mayo de 2024 vamos a volver a la región a visitar los otros tres países, con la posibilidad de volver a uno de estos que ya fuimos, porque tenemos contraparte, tenemos oficinas e intereses. Esto continúa, no es una cuestión aislada. Mantengo reuniones virtuales con el sudeste asiático todas las semanas. Esto está bajo el paraguas de la Cámara Mercosur–Asean. La base comercial debe estar en Filipinas, y la base operacional en Kuala Lumpur, Malasia.
Nota de Revista Verde N°108 – Sección Al Grano