La industria cárnica uruguaya atravesó varios problemas en este año, primero el golpe del coronavirus en China que perjudicó los negocios en esa nación asiática y luego, el impacto de la pandemia en otros mercados como la Unión Europea.
“Es un año atípico por los problemas con China y Europa, y la demanda del mercado internacional no termina de acomodarse”, declaró el director del frigorífico Copayan, Fernando González, el martes 4 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.uy.
Consultado sobre la competitividad de las exportaciones cárnicas uruguayas a partir del tipo de cambio real, el empresario dijo: “No hemos podido diluir los costos, pese a la mejora en el precio del dólar, debido a la menor operativa de la faena en un contexto de oferta acotada de vacunos”.
Para González la situación actual del sector de los frigoríficos comprende “una sumatoria de factores”, que al inicio de 2020 se debió a que no se logró el nivel de actividad deseado cuando había mercado, luego surgió el covid-19 en China que también afectó la colocación de carne en el mercado europeo.
La problemática de la industria frigorífica está asociada al factor volumen de animales para faena, por el impacto de la exportación de ganado en pie en años recientes, lo que lleva a una oferta menor en relación a la capacidad instalada que venía siendo utilizada, consideró.
Copayan trata de mantener los clientes locales e internacionales, con un ritmo de tres faenas. Indicó que la empresa fluctúa entre 50% y 60% de colocación de carne en exportaciones y el resto en el mercado interno.
Y se mostró optimista respecto a que si no existe ningún quiebre en la demanda mundial espera que se pueda afirmar el negocio y “si eso se viene acompañado con mejores precios mucho mejor”.
Hoy el desvelo de la industria frigorífica pasa por colocar el volumen producido de carne, enfatizó.
Copayan, que está instalada en Rocha, tiene los principales mercados aprobados para exportar, principalmente en China que quedó habilitado en abril de 2019.
Escuche la entrevista completa a Fernando González.
Pasan los años y la situación sigue incambiada, el grueso de las exportaciones uruguayas se concentran en mercados que requieren el pago de millones de dólares en concepto de aranceles, porque Uruguay no concreta acuerdos comerciales para mejorar su inserción internacional.
Al respecto, el consultor en asuntos internacionales, Gonzalo Oleggini, analizó en profundidad ese asunto este jueves 30 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.uy.
Las señales de la historia reciente, como pueden ser los últimos 15 años, no fueron muy positivas, ya que Uruguay no firmó o ratificó prácticamente ningún acuerdo comercial relevante”, criticó.
Comparó que mientras sucedía eso “el mundo avanzó en decenas de tratados comerciales y nosotros hicimos muy poco dentro del Mercosur”.
“Lo que tenemos en puerta como es el caso del acuerdo comercial entre ese bloque regional y la Unión Europea (UE) va a ser un año que se cerró el texto y no ha habido ninguna novedad de entrar al proceso de ratificación”, subrayó.
Admitió que “el nuevo gobierno uruguayo está tratando de impulsar las negociaciones comerciales pero Uruguay depende del bloque que integra, como es el Mercosur, y las velocidades de las tratativas siempre las impusieron Argentina o Brasil”.
“La negociación UE-Mercosur terminó cerrándose porque el ex presidente argentino, Mauricio Macri, se la puso al hombro”, acotó. Y dijo que en otros momentos lo ha hecho el gobierno brasileño.
“Para Uruguay tener la iniciativa en ese sentido con el poco peso político que tiene por las razones obvias de tamaño, puede empujar pero los que más avanzaron son los grandes vecinos”, analizó.
Oleggini declaró: “Sinceramente cada vez pierdo más esperanzas en el Mercosur”. “Uruguay necesita otra velocidad para, entre otras cosas, reducir los aranceles aduaneros pagados en concepto de exportaciones”, destacó.
Sostuvo que “el tiempo del Mercosur se está terminando”, por lo que “no sé si salirse, está la opción de pasar a una zona de libre de comercio sin salir del Mercosur y tener otro forma comercial, manteniendo las tarifas aduaneras que tenemos con Brasil, Argentina y Paraguay”.
En la década de los ochenta las exportaciones de Uruguay representaban el 0,06% del total de esos negocios en el mundo, y actualmente las ventas al exterior de productos uruguayos comprenden el 0,03% del total, advirtió.
Respecto a la promoción comercial, el consultor en negocios internacionales dijo que “Uruguay debe revisar su estrategia porque hoy muchos países tienen un instrumento específico para realizar esa tarea, que está alineado a los ministerios de Relaciones Exteriores, pero que no está a cargo de esa cartera de Estado”.
“Acá tenemos el instituto Uruguay XXI pero ahí hay que hacer mucho trabajo, porque debemos crear las capacidades para la promoción comercial”, planteó. Consideró que una posibilidad es “reestructurar” y “fortalecer” ese organismo.
Cuestionó que “con la China dependencia estamos camino a producir y vender exclusivamente commodities”.
La idea fue transmitir la estrategia de trabajo de la Cancillería con el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), que pasa por “poner foco en los mercados donde Uruguay tenga interés económico” y “buscar acuerdos comerciales que generen un impacto en la economía uruguaya”, dijo a revistaverde.uy el jueves 30 el presidente de la Cámara Mercantil de Productos del País (CMPP), Eduardo Díaz, al referirse a una reunión mantenida ayer (miércoles 29) con las jerarquías de esos ministerios.
Contó que en ese encuentro, en el que además participaron empresarios de las diferentes cadenas agroexportadoras, la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, les comunicó la intención de “trabajar fuertemente para darle competitividad” a esos sectores. “De nada sirve tener acuerdos comerciales si la producción local no es competitiva”, les señaló esa jerarca, comentó Díaz.
Respecto al grado de participación de los privados en esa estrategia, el titular de la CMPP indicó que ambos ministerios están abiertos a escuchar lo que le interesa a los empresarios exportadores, por lo que el insumo que utilizará la Cancillería para cerrar acuerdos será dado por el sector privado.
Otra de las prioridades en esa línea de la política exterior es que en el corto plazo se pueda cerrar el acuerdo Mercosur-Unión Europea, principalmente por la importancia para el sector de la carne vacuna uruguaya.
“La ministra dijo que era consciente de la falta de competitividad y en algún momento transmitió que era muy importancia que las tarifas públicas tenían que dar el contexto para que las cadenas productivas sean competitivas”, comentó.
Planteó además la necesidad de simplificar los procesos para favorecer la producción, como por ejemplo bajar el nivel de burocracia.
En lo personal, Díaz, quien además es gerente general de la empresa Cargill, dijo que en comparación al relacionamiento que tienen hoy con el Poder Ejecutivo y al que tenían con la administración del Frente Amplio, en la anterior había un vínculo con los ministerios pero “en el caso del Ministerio de Economía había respuesta de muy baja sensibilidad ante los problemas del sector agropecuario”.
Valoró que “hoy en el MEF hay una mayor conciencia de que se necesita reactivar la economía y que el agro es el sector importante para lograr eso, lo que genera una expectativa y uno debe confiar en lo que transmite la ministra”. Reconoció que para alcanzar esa meta los procesos no son rápidos.
Sobre la concentración de las exportaciones agropecuarias, Díaz destacó que “si China representa el 80% de la demanda mundial de soja es muy difícil salirse de esto, pero también es cierto que hay otros mercados”.
Cabaña Macedo insemina 3.100 vacas a tiempo fijo y 1.400 vaquillonas a celo fijo, produce unos 3.200 terneros y terneras, los que son recriados a corral en invierno
En el departamento de Artigas, Cabaña Macedo, el establecimiento de Gustavo Riani y familia, se apoya en la genética y en toda la tecnología disponible para apretar el acelerador a fondo en su sistema de producción de cría y recría. El ganadero norteño analizó el actual contexto productivo y comercial, y comentó las distintas estrategias que impulsa para lograr la mayor eficiencia.
“El mercado está difícil. Se comercializa, pero los precios han bajado por los problemas del coronavirus en el mundo. De todos modos, lo bueno es que la actividad sigue funcionando”, dijo el empresario al ser consultado por VERDE sobre su visión sobre el negocio.
También advirtió que es importante la competencia de Brasil y Argentina, con las devaluaciones que han tenido sus monedas, lo que les permite vender su carne a menores precios respecto a Uruguay.
En este contexto, “nuestras inversiones están un poquito más frenadas. Hicimos comidas y estamos con un corral, que de momento lo utilizamos para la recría. Manejamos los ganados, los dejamos prontos para la primavera, y tratamos de producir lo que más podemos, sacando la mayor cantidad de terneros posible para salir de la mejor forma de esta situación”.
Planteó que el criador tiene que hacer un esfuerzo muy grande en materia de alimentos, manejo y sanidad, para lograr buenos resultados. “Hubo una seca importantísima en el verano acá en el norte, si bien se habló más de otras zonas del país, los ganados de acá sintieron. Pero seguiremos produciendo lo más posible, aprovechando todos los ganados que estén en condiciones de inseminar o entorar, apostando al trabajo y a la producción, porque hay que seguir”, dijo.
Riani cuenta con un sistema de cría en dos establecimientos, donde la producción se desteta temprano, y esos animales se envían al corral de la empresa, que tiene capacidad para 2.600 terneros y terneras. Las hembras salen del corral en setiembre, pesando 290 kilos, y se llevan a un campo de mejor calidad, con praderas, para inseminarlas al final de la primavera, cuando están con un peso de 300 a 320 kilos.
Los machos recriados se venden a invernadores, al precio del mercado al salir del encierro, y las negociaciones se inician unos 30 días antes de terminarse el proceso de recría.
Sobre el alimento que se utiliza en el corral, Riani comentó que producen el maíz en un área de 170 hectáreas, bajo riego con pivot. “Hicimos los granos de maíz, e hicimos micropicado, todo en Artigas, y anduvo bien; también se planta sorgo en secano y se pica. Lo único que se compra es la proteína, usamos DDGS de maíz y expeler de girasol y el premix”, detalló.
El empresario sostuvo que está conforme con los resultados de estas inversiones en la producción de alimento para el ganado porque, entre otras cosas, ha posibilitado aumentar la cantidad de vientres. “Es totalmente diferente a hacer un ciclo completo, veremos si después seguiremos con la producción de novillos gordos para frigorífico. Es el segundo año del corral, y todo dependerá de los precios y de cómo se presente el negocio”, comentó.
La producción anual del establecimiento es de unos 3.200 terneros y terneras, y se va ampliando, porque aumentó la cantidad de hembras. “Retenemos más hembras, vendimos mucho y ahora apostamos a las hembras de producción propia. Tenemos un rodeo de cría de 4.500 vacas para entorar, aparte de terneras y vaquillonas”, informó Riani.
En Cabaña Macedo se venden todas las hembras que no quedan preñadas. El establecimiento realiza dos remates, uno en primavera, donde vende toros y vientres, y otro en otoño, solo de vientres. La edición de este año no se pudo realizar por la Emergencia Sanitaria, pero esos ganados se vendieron de forma particular.
La última producción de terneros de la firma “fue muy buena”, admitió Riani, pero no superó a la del año anterior. Los últimos diagnósticos de preñez confirmaron 72%, y en el año anterior se aproximó al 80%.
En el establecimiento se insemina el 100% del rodeo de vacas de cría a tiempo fijo (3.100 cabezas), y 1.400 vaquillonas a celo visto. El semen que se utiliza es de los toros cabeza de remate de la própia cabaña. Consultado sobre el anuncio de la Unión Europea de prohibir la importación de carne de animales que hayan sido tratados con la hormona Estradiol para la sincronización del celo, el productor respondió que “eso nos incomoda, pero nos adaptaremos a la nueva situación; esperamos que surja algún protocolo alternativo”.
Reconoció que eso implicará más trabajo, más tiempo y dedicación, pero que los resultados “no van a variar mucho”. Comentó que las principales ventajas de la inseminación a tiempo fijo son la agilidad en la tarea, que se realiza en menos tiempo, y que a través de esa técnica se logra una producción más pareja.
Sanidad
Consultado sobre los problemas sanitarios en la zona, admitió que “nos está dando mucho trabajo la garrapata; hay remedios que son eficientes y otros que no. Pero debemos realizar los tratamientos durante un tiempo y después replantearlos, tenemos que trabajar mucho con el manejo”.
Comentó que en el establecimiento se está trabajando en un proyecto de erradicación de la garrapata, donde se están tomando medidas, con asesoramiento profesional. “Aquí no entra ganado de afuera, solo trabajamos con ganado propio, veremos si lo podemos lograr, porque la sanidad es un costo importantísimo en la empresa; la lucha contra la garrapata tiene un costo muy alto, es un tema muy complicado”, remarcó el ganadero.
Ovinos
Riani también produce lana fina y carne, a través de la cría de ovinos de la raza Ideal. Todos los machos, después de ser esquilados, se engordan en praderas y se embarcan a frigorífico.
“Las ovejas están preñadas, muy buenas, el verano ayudó y esperamos tener una buena producción de corderos”, dijo el productor, mientras espera una recuperación del mercado lanero, uno de los sectores de la agropecuaria que más sufre la recesión por el Covid-19.
“Espero que tras la pandemia, cuando aparezca la vacuna, se normalicen los mercados y se estabilice la economía en el mundo”, comentó Riani.
A nivel local, consideró que el gobierno y el sistema financiero “deberían ayudar a los productores chicos, con plazos para que sigan trabajando y se recuperen. Los productores más grandes tienen espalda financiera y pueden seguir en estos momentos complicados, pero para el chico es más difícil”.
Centro genético
En Cabaña Macedo se viene trabajando desde hace 15 años en genética, criando y seleccionando animales de las razas Angus y Brangus. Gustavo Riani, principal del establecimiento ubicado en el departamento de Artigas, destacó que los resultados obtenidos hasta ahora “fueron muy buenos”.
Agregó que “siempre se mejora con la selección genética, haciendo un seguimiento de los toros, seleccionando por fertilidad y cuidando la sanidad; hay que trabajar permanentemente y no llegar a un estancamiento, siempre hay algo que mejorar, sobre todo en el trabajo genético, fenotípico y en la fertilidad. Se hace difícil cuando se llega a un rodeo muy parejo, pero venimos bien”, comentó.
En Macedo se instalará una central de vacas donantes de distintas razas, de cabañas referentes del norte del país. La parte técnica estará a cargo de la empresa Origen.
Gabriel Riani, director de Cabaña Macedo, informó que desde hace un año la firma exporta embriones de la raza Brangus a Centroamérica, todos producidos por aspiración folicular. “Se obtuvieron excelentes niveles de preñeces allá, cerca del 50%, lo que colmó las expectativas de los clientes y aumentó la demanda para este año”.
En las últimas tres ediciones de la Expo Prado, Cabaña Macedo obtuvo las tres grandes campeonas en la raza Brangus, y en la edición 2019 también obtuvo el Gran Campeón.
“Esta genética la vamos a ofrecer en nuestro local, en Artigas, el sábado 10 de octubre, en nuestro remate anual de primavera”, anunció Gabriel Riani, encargado de los aspectos técnicos de la empresa.
Actualmente el Fondo para el Desarrollo de la Actividad Lechera tiene una deuda de unos US$ 2 millones con la empresa Estancias del Lago, que es propiedad del empresario argentino Alejandro Bulgheroni, en concepto de la retención realizada por el fideicomiso lechero.
El presidente de esa firma, Adolfo Storni, habló sobre ese tema el miércoles 29 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.uy y estimó que si se mantiene ese esquema la deuda ascendería a US$ 6 millones.
Para no llegar a un litigio judicial la empresa acordó con el fondo que el Banco República (Brou) le conceda un préstamo a modo de compensación por el endeudamiento acumulado. Sería como tomar un préstamo de nuestro propio dinero, graficó el ejecutivo.
En cuanto a temas productivos, Storni señaló que “Estancias del Lago llegó a su nivel de producción ideal, para consolidarse en cantidad de vacas en ordeñe que está casi en el objetivo previsto”. El 80% de las ventas de esa firma se concentran en la leche en polvo, dijo.
Se refirió también a “situaciones imprevistas” como la pandemia covid-19, que no afectó tanto por cuestiones sanitarias sino porque “hubo una guerra de devaluaciones de las monedas en muchos países”.
“Uruguay no devaluó tanto lo que dificulta y hace más pesada las ventas”, sostuvo. Afirmó que para esa empresa el precio piso de la leche en polvo para que sea rentable el negocio es de US$ 3.000 la tonelada.
“No está ayudando el tipo de cambio y el costo de la alimentación es más alto en Uruguay respecto a Argentina”, comentó. Más allá de eso, Storni aseguró que “el negocio es rentable y la empresa está generando caja para pagar los costos operativos y atender la deuda”. “El margen es muy finito, aunque es mejor que antes, pero falta para terminar de consolidar el negocio”, indicó.
Respecto a la operativa en el mercado loca, el ejecutivo contó que Estancias del Lago “hace más de un año viene abasteciendo a otras industrias”. El objetivo de esa firma es llegar producir 20.000 toneladas de leche en polvo, ahora está en 18.000 toneladas.
José Palma, gerente general de Louis Dreyfus Company (LDC) en Uruguay, señaló que los mejores precios por la soja están en China y todo indica que la demanda se mantendrá; explicó la estrategia de la empresa para llegar al consumidor.
Los clientes hacen mayor hincapié en cuestiones de bioseguridad y aparecen oportunidades de buscar un deferencial, señaló el gerente general de Louis Dreyfus Company (LDC) en Uruguay, José Palma, en esta entrevista con VERDE. El ejecutivo consideró que el país puede alcanzar ese objetivo, porque tiene una muy buena interacción público-privada. “Todas las empresas de trading se han ido integrando más a la cadena con el objetivo de llegar al consumidor final”, sostuvo.
Además, sostuvo que existen varias oportunidades de mejora en diferentes ámbitos, que impactarían de forma positiva en la competitividad de la cadena agrícola.
Destacó el apoyo del gobierno y las gremiales del rubro para que las exportaciones no se detuvieran durante la Emergencia Sanitaria; consideró que el área agrícola de Uruguay se mantendrá en dimensiones similares a la actual para los diferentes cultivos; repasó las ventajas y desventajas del país para captar inversiones; descartó que haya una oleada de inversiones argentinas como la de 2002 a 2009.
El gerente de LDC en Uruguay también se refirió a las estrategias de la compañía para las diferentes líneas de negocios, más allá del trading de granos, con el objetivo final de convertirse en una cadena de valor que llegue al consumidor final.
¿Cómo observa el panorama agrícola?
En el contexto actual, en un mundo golpeado por la pandemia, el impacto en el sector agropecuario no fue tan drástico, porque es la base de la cadena de la producción de alimentos, algo esencial en todo el mundo. En Uruguay, particularmente, se ha trabajado muy bien, hemos tenido mucho apoyo desde el gobierno y todas las gremiales relacionadas al rubro para que el movimiento entorno a las exportaciones no se detuviera. Gracias al trabajo conjunto, hubo fluidez desde la cosecha hasta la carga de barcos y su salida al mundo.
¿Y qué comentarios surgen de la actividad en sí misma?
Según nuestras estimaciones, las áreas agrícolas en Uruguay se van a mantener similares a las actuales. Podría llegar a haber oscilaciones cercanas al 5%, dependiendo del escenario de precios para los diferentes cultivos, pero no creemos que se den cambios significativos. Si bien Uruguay tiene muchísimas condiciones muy buenas como la transparencia institucional, la posibilidad de invertir y donde se puede trabajar con tranquilidad, es un país que sigue siendo poco competitivo.
¿Por qué es poco competitivo?
En primer lugar, es un país con mucha variabilidad a nivel de suelos, lo que genera condiciones diferentes dependiendo de las zonas. Los más óptimos para los cultivos están en el litoral y cerca de los puertos y, a medida que nos alejamos de los mismos, algunos costos se incrementan. Los fletes en Uruguay son 50% más caros del que tienen nuestros competidores, debido a los costos que deben afrontar los transportistas. A modo de ejemplo, solo el gasoil es 30% más caro que en el resto de la región. A eso hay que sumarle que Uruguay registra un atraso cambiario muy importante; si bien durante los últimos meses el tipo de cambio recuperó terreno, los demás países del mundo también ajustaron y, por tanto, volvimos a quedar desfasados. Hay que buscar soluciones para reducir esos costos y generar más eficiencias a lo largo de toda la cadena productiva.
¿Cómo está el país en los costos vinculados a logística portuaria?
Si miramos la región, Brasil mejoró muchísimo e invirtió para tener puertos mucho más operativos y eficientes, con menos tiempos de espera. En Rosario, Argentina, el costo portuario está entre US$ 5 y US$ 6 por tonelada, mientras que en Uruguay es de US$ 9 a US$ 10 por tonelada. Por otro lado, tenemos algunas asimetrías dependiendo si las exportaciones se hacen por zona franca o no. Quien exporta por zona franca no puede deducir ese costo del IRAE (Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas), lo que genera un costo adicional. Si bien nuestros puertos han mejorado muchísimo su capacidad, en parte porque hay menos volumen exportable, el acceso a los puertos impacta. En Nueva Palmira hay cuellos de botella que se están tratando de solucionar, pero no dejan de representar ineficiencias y, por ende, costos adicionales. Otro ejemplo de las carencias en infraestructura es el puente de la ruta 21, en la ciudad de Dolores, que no está en buenas condiciones, y por allí pasa la mitad de los granos que Uruguay exporta. La lista de oportunidades de mejora en esta materia es larga.
¿La agricultura podrá capitalizar la obra portuaria para UPM en Montevideo?
Considero que esa obra representa una oportunidad para la exportación de granos, porque podríamos aprovechar el mayor calado que tendrá ese muelle respecto al actual, lo que permitiría cargar mayores volúmenes y, por tanto, reducir costos. Hoy contamos con un muelle con 12 metros de calado, que permite que los barcos carguen entre 58.000 y 60.000 toneladas. Si ese calado tuviera un metro más se podrían cargar 10.000 toneladas adicionales, que implicarían una reducción de unos US$ 500.000 por barco. Al tema del calado se le agrega que las tarifas de la Administración Nacional de Puertos (ANP) son diferentes. La exportación de mercadería de origen Uruguay paga el doble que los tránsitos. Además, al costo de la carga se le suma otra tarifa de 0,3% que los exportadores pagamos para destinar al Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU); eso representa unos US$ 3 millones por año. Sin embargo, considero que la cadena agrícola dista de recibir una contraprestación acorde por parte del LATU. Esto fue señalado al gobierno anterior y, recientemente, al actual, que mostró una apertura para tratar de encontrar soluciones. Entendemos que con el déficit fiscal de 5% no habría mucho margen, pero sabemos que si estas cuestiones se solucionan habrá un impacto positivo en todo el país, porque se le reducen costos a la producción. Estas son algunas de varias oportunidades de mejora. Entre todos, privados y gobierno, hay que buscar las líneas de acción que tengan más impacto y atacarlas, para darle un impulso a la competitividad del sector.
¿Cuánto implican esas ineficiencias?
Todos esos elementos deberían superar los US$ 6 por tonelada. Ahí también está incluido el protocolo con China. Hemos ido sumando costos a lo largo de la cadena. Con 2,5 millones de toneladas de soja (en un año normal), son varios millones que se pierden e impactan en la competitividad del sector.
La diversificación en la agricultura, con un área de invierno en crecimiento, ¿es circunstancial o estructural?
Se está tratando de ir hacia ese esquema. No vemos que el cultivo de trigo vaya a crecer mucho como sí lo está haciendo la colza, pero hay que ver si mantiene ese ritmo. Son alternativas que se están buscando para diversificar la actividad. En nuestro caso, buscamos crear negocios de cebada forrajera, pero es difícil lanzar programas que estimulen la siembra, porque cada productor tiene su impronta, algunos toman más riesgos que otros. Los programas para captar área tienen que tener una contrapartida como una referencia clara de precio, como sucede con la colza y cebada. Eso, en otros cultivos de invierno, no es tan sencillo de lograr. Lo que sí observamos es que ha crecido el mix ganadería-agricultura, sobre todo en las zonas más alejadas del litoral, con una base ganadera para tener flujo y alcanzar una mejor ecuación. En esos esquemas productivos, si bien ya no están las grandes empresas que estuvieron en nuestro país algunos años atrás, se comienza a notar un nuevo interés de productores argentinos en Uruguay.
¿Qué puede pasar con Argentina?
Es muy difícil proyectar lo que puede suceder. Hay interés de muchas personas para comprar campos en Uruguay, afín a invertir y defender su capital. Si se concreta la llegada de esas inversiones, se verá un crecimiento de la agricultura.
¿Por ahora solo es interés o ya hay negocios concretados?
A nivel general veo mucho interés. Pero también veo dificultades para encontrar en qué invertir en Uruguay, aunque la tierra siempre es un activo interesante. No me imagino una oleada como la que recibimos entre 2002 y 2009. En aquel momento había un desfasaje importante en el precio de los campos entre Argentina y Uruguay, y los costos de Uruguay eran otros.
¿Cómo se adaptó LDC al nuevo escenario de la agricultura uruguaya?
Si hay algo que caracteriza a LDC en Uruguay y en el mundo, es su capacidad de adaptación a los cambios. No en vano es una compañía con casi 170 años de historia, en un negocio cuya naturaleza conlleva una cuota de incertidumbre casi constante. Aun así, la compañía siempre ha tenido una mirada de largo aliento, y se apoya en su red global y su vasta experiencia para llevar adelante todos sus negocios. En Uruguay tenemos equipos preparados para adaptarnos a los distintos escenarios. Nuestro principal negocio es la soja, el maíz y el trigo, pero hemos adaptado nuestros acopios para acondicionar cebada y, en los últimos años, incorporamos la carinata, todo un desafío por ser un cultivo nuevo en el país y que requirió adaptar equipamiento y capacitar al equipo. Estamos intentando mejorar cada vez más la matriz logística, jugando más con costos variables que con costos fijos. Si bien desde hace varios años estamos en el negocio de insumos con marcas propias: semillas Macro Seed, agroquímicos Macro Protect y fertilizantes Macro Fertil, estamos dándole un nuevo impulso a esos negocios, apuntando a incrementar volúmenes para crecer en participación de mercado. Desde el punto de vista del trading de granos, eje central de nuestro negocio, como empresa tenemos la capacidad de comercializar los flujos que tomamos y tomar posiciones. A medida que el mercado registra movimientos, podemos captarlos, cosa que a otras empresas les resulta más difícil. Una de nuestras principales fortalezas es que todos los días podemos darle a los productores y al exportador local el precio del mercado. Eso es fruto de nuestra capacidad de analizar qué va a pasar con el mercado y del soporte de nuestra red global. Si bien la compra y la venta no se hacen en el mismo momento, el productor y el exportador local necesitan tener un precio todos los días, para poder minimizar el riesgo de su negocio. Otra de nuestras fortalezas es, justamente, el manejo de ese riesgo.
¿Cómo es la competencia en Uruguay?
Uruguay cuenta con varios jugadores a nivel local, que compiten por un volumen relativamente acotado. Hoy se produce por debajo de la capacidad logística instalada. Esto quiere decir que, si se pierden volúmenes por cuestiones climáticas, por ejemplo, es difícil recuperarlos. Esto hace que el mercado sea más competitivo. Es allí donde el productor debe evaluar bien las condiciones planteadas y toda la información disponible para una mejor toma de decisiones.
¿Preocupa la dependencia de China que tiene la producción de soja?
La dependencia de un solo destino, ya sea para compra o venta, es una preocupación. Y es por eso que en LDC siempre estamos tratando de diversificar destinos, y venimos haciendo un buen trabajo en ese sentido. Si bien por lo general el 10% de la soja va a destinos que no son China, este año –a la fecha– se lleva exportado 40%. Aunque considero que al final del año estos otros destinos terminarán representando no más de 25%. Aun así, vale aclarar que los mejores precios están en China y todo indica que la demanda se mantendrá, por lo tanto allí hay que vender. Tras la firma del protocolo para la exportación de soja a China, cuyo procedimiento criticamos desde la Asociación de Comerciantes de Granos, Uruguay desempeñó un buen papel y todos los participantes de la cadena acataron e hicieron bien sus deberes, más allá de los costos extras que ello implicó. Por esa ágil respuesta, hoy vendemos soja de buena calidad, garantizando la mayor seguridad para que nos sigan comprando.
¿Cómo visualiza los movimientos de la demanda hacia el futuro?
Los clientes hacen cada vez más hincapié en cuestiones de bioseguridad, y la pandemia aceleró ese proceso. En tal sentido, Uruguay debería buscar la forma de diferenciar sus alimentos mediante la trazabilidad, a fin de que los compradores valoricen ese producto y paguen más. De esta manera, podemos aprovechar a ratificar que la soja producida en Uruguay se hace en tierras aptas para la agricultura y, por tanto, en zonas no deforestadas.
¿Hay una oportunidad en ese sentido?
Sí, hay oportunidades, pero debemos movernos rápido. Uruguay lo puede hacer porque tiene una muy buena interacción público-privada. Puede, por ejemplo, pensar en una soja que demuestre la forma en que fue producida, esas alternativas tienen un consumo creciente.
¿Cuánto cambia el negocio para LDC si se pasa de un commodity a una especialidad?
Todas las empresas de trading se han ido integrando más a la cadena. La gran experiencia de las traders pasaba por analizar los fundamentos del mercado y tomar una posición comercial. Eso cambió, llegaron al mercado los fondos financieros, que se alejaron de las finanzas y comenzaron a tomar posiciones que nada tienen que ver con los fundamentos del mercado agrícola. Eso determinó que las empresas de trading tuviéramos menos ventanas para tomar oportunidades, y por eso tuvimos que buscar otras opciones.
¿Cómo cuáles?
Hace unos años que LDC definió su nueva estrategia de crecimiento, que involucra el aumento de su integración vertical –hacia los mercados consumidores–. La diversificación a través de productos de valor agregado, así como inversiones en innovación. La implementación de la estrategia incluye una mayor presencia regional a través de inversiones, asociaciones y joint ventures selectivas para acelerar el crecimiento, como inversiones en plantas de producción de alimentos para peces, ganado, aves y demás. Queremos llegar directamente al consumidor final, a la góndola.
¿Cuánto representó ese cambio en LDC?
Es difícil marcar un número, pero hace unos años el trading representaba el 100% de los ingresos de la compañía, hoy ese porcentaje es menor y comienzan a ganar terreno los otros negocios que están más orientados a la producción de alimentos, para llegar cada vez más al consumidor final. La visión de la empresa es alimentar al mundo desde el campo a la mesa. Hoy esto no pasa únicamente por el trading, sino más por entender mejor las tendencias de consumo y llegar a nuestros clientes con alimentos producidos sustentablemente, de manera confiable. Tanto nuestra estrategia global como las distintas inversiones que el grupo viene realizando, demuestran nuestro esfuerzo constante para convertirnos en la cadena de valor, agregando valor en todo el proceso, desde el origen hasta el consumidor final.
TARJETA PERSONAL
José María Palma tiene 61 años y es ingeniero industrial. Es CEO de Louis Dreyfus Company en Uruguay desde 2002. Paralelamente, también ocupó el rol de CEO adjunto de LDC Paraguay y de la Región West Latam, que abarcaba Colombia, Honduras, México y Perú. Se especializó profesionalmente en agronegocios, principalmente en comercialización de cereales y oleaginosas. En la actualidad preside la Asociación de Comerciantes de Granos.
Este año el gobierno uruguayo avanzará en una política exterior agresiva, que en el caso de la carne vacuna apuntará a los mercados asiáticos de Malasia, Indonesia, Singapur, Filipinas y Vietnam, dijo el presidente del Instituto Nacional de Carnes (Inac), Fernando Mattos, el miércoles 22 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.uy.
Adelantó que para analizar una “agenda muy importante y amplia” del sector cárnico referida al posicionamiento internacional, el próximo miércoles 29 autoridades del Inac mantendrán reunión con el nuevo canciller, Francisco Bustillo, y la ministra de Economía, Azucena Arbeleche.
Uno de los temas que genera preocupación entre empresarios ganaderos, de la industria frigorífica y del Inac es el costo que representa el acceso de la carne uruguaya en los mercados en concepto de aranceles.
“Solamente China significó el pago de US$ 140 millones de aranceles aduaneros para las exportaciones de carne uruguaya en 2019”, destacó Mattos. En total fueron casi US$ 220 millones los que se pagaron de aranceles.
Consideró que Uruguay tiene “deberes retrasados en cuanto a las condiciones de acceso en los mercados, no solo frente a Australia, Nueva Zelanda o Estados Unidos, también hemos ido perdiendo la ventaja que nos otorga el estatus sanitario con los países de la región que pueden ingresar a naciones del Sudeste asiático”.
Mattos señaló que Uruguay debe diversificar los mercados y no correr el riesgo de la concentración en un solo mercado. “China es muy importante y hay mucho por desarrollar, pero tenemos que tener alternativas para cuando los gigantes de la oferta invaden ese mercado en base a precio”.
El titular del Inac también habló de la situación de algunos de los principales destinos del tradicional producto pecuario, que fueron afectados por la pandemia del covid-19.
En el caso de Europa “liberalizó los movimientos (de la población), sin perjuicio de que tenemos noticias de España y otros países donde se registran rebrotes” de coronavirus, comentó.
Señaló que en ese mercado “hay una reactivación pero de niveles muy bajos” de demanda de la carne vacuna.
“Venimos con una reducción significativa de casi US$ 200 millones en el monto de las exportaciones” cárnicas en el primer semestre de este año, dijo.
Y reconoció que en China la menor participación de la carne uruguaya en las exportaciones se debe a “una cuestión de competitividad, por el precio del ganado que está por encima de los países de la región”.
“Lo positivo es que no tenemos la situación de otros competidores como Argentina que concentró casi el 90% de sus exportaciones de carne en China”, diferenció.
En contrapartida, Mattos valoró que hay algunos mercados con una participación creciente, especialmente Estados Unidos y Canadá, con una recuperación parcial de las exportaciones.
El caso de Brasil y Argentina registraron una baja en su mercado interno, debido a la recesión y el desempleo, entonces apuestan más a la exportación, opinó.
Escuche la entrevista completa con Fernando Mattos