Seguros agrícolas: del desinterés a ser una necesidad para el productor

By Vanessa Falero,

El corredor Jorge Eluén, enfatizó que cada cobertura debe cubrir las necesidades de cada sistema de producción y, por lo tanto, es importante determinar cuál es la adecuada

Los seguros pasaron de ser un producto que no generaba ningún interés en los productores, a una herramienta de suma necesidad para las empresas agrícolas. Jorge Eluén director de Eluén Seguros, dijo a VERDE que los seguros agrícolas comenzaron hace varios años. “Cuando se empezó a abrir el mercado, las empresas privadas trabajaron fuerte en esa área. Pero al principio ibas a hablar de un seguro con un productor agropecuario y no quería saber de nada”, recordó.

Señaló que el sector arrocero contaba con  el seguro mutual, “que no es un seguro sino un acuerdo donde los productores se cubren entre sí. Al principio se consideraba que uno sustituía al otro, pero en realidad son complementarios. Pasaron los años y hoy vemos a muchos clientes asumiendo que el seguro es una necesidad, dado que se ha podido comprobar que funciona muy bien”.

“Este año la demanda por seguros de rendimiento aumentó sensiblemente. Ya el año pasado se incrementó la demanda por los seguros multiriesgo para cultivos específicos, como la soja. Pero a esto hay que tomarlo con cautela, lo que sirve para un fondo de inversión o una gran empresa no necesariamente le sirve al productor, o viceversa. Estos productos, si bien se han perfeccionado, siguen teniendo sus particularidades y no se adaptan a todos los productores. Lo importante es identificar qué debe cubrir el productor”, aclaró.

Contra sequía, Eluén se refirió a los seguros de índice, que “si bien están evolucionando en todo el mundo para diferentes actividades, al de sequía en Uruguay le falta algo más de desarrollo. Somos conscientes de que se han hecho grandes esfuerzos, eso es innegable, y se han buscado soluciones, pero están faltando algunos ajustes y, en algunas zonas, tienen un costo tan elevado que nos deja fuera de competencia”.

Sobre la demanda de los seguros, Eluén señaló que “no es solo sequía, hay coberturas que se han afianzado y realizan un gran aporte, como: granizo, incendio, viento, falta de piso, entre otras”. Agregó que “en el Este del país también va tomando más importancia y de forma incipiente la soja con riego”.

“Hoy el perfil del productor agropecuario es claramente el de un empresario, y la mayoría se maneja como tal. En ese perfil, el seguro forma parte de la ecuación de costos, porque si hay complicaciones el seguro responde; aunque obviamente que hay casos donde al seguro se lo ve como un gasto. Hemos tenido años con bajos precios de los commodities y como probablemente tendría poca rentabilidad, el productor decidía no contratar un seguro. Pero el razonamiento debería ser al revés, porque cuando el margen es menor, en caso de siniestro es pérdida segura. Entonces, allí es donde pueden jugar un papel clave la cobertura de granizo, viento y falta de piso. Generalmente, en los años complejos es cuando sobresalen las ventajas”, explicó Eluén.

En los seguros agrícolas, “lo que es bueno para un productor no siempre lo es para otro. Los productos de las empresas tienen cierta similitud, pero marcan el perfil en una cobertura o en otra. Y si bien el seguro funciona bien, es muy importante aclarar que cada cobertura debe cubrir las necesidades de cada sistema de producción. La especialización es fundamental, para ofrecer las herramientas adecuadas y que el productor decida”.

Destacó el avance de las buenas prácticas agrícolas en la agricultura de secano y en el arroz. “El cambio ha sido impresionante en los últimos años, el productor es cada vez más profesional, los equipos más modernos, más grandes y se contratan seguros no solo en la chacra sino también coberturas de responsabilidad civil, por los daños que pueda causar con los equipos o el seguro de los equipos”, valoró.

Destacó que en Uruguay “hay coberturas muy valiosas, prácticas, útiles para el productor y con costos muy competitivos”.

La empresa

Eluén Seguros nació en Lascano (Rocha), y opera fundamentalmente al sur del río Negro. “La verdad arrancamos casi sin quererlo, empezamos a hacer cursos y a especializarnos en seguros, por otra actividad en la que estaba y, a medida que fuimos avanzando, llegó un momento en que tenía mucha información. Así fue que comencé como corredor del Banco de Seguros del Estado, hace más de 25 años. Seguimos preparándonos, tratando de informarnos, especializarnos en las diferentes áreas, siempre apuntando un perfil más técnico y no tanto comercial, buscando brindar asesoramiento”, señaló.

Informó que en la actualidad “ya hay otra generación que viene empujando, está mi hija María Noel, que es contadora y además tiene dos masters en seguros. Continuamos la línea de la capacitación y profesionalización”.

Eluén Seguros trabaja con todas las compañías, y ofrece toda clase de coberturas y para todos los rubros. “Las empresas aseguradoras especializadas en agro no son tantas y trabajamos con todas. Las coberturas para la agricultura en Uruguay son herramientas que funcionan y es algo que puede verse todos los años porque, lamentablemente, si no te tocó a ti le tocó a un vecino. En agricultura de secano o arroz, el seguro funciona y es confiable”.

Sobre las coberturas, detalló que además de las utilizadas en la chacra, están las que cubren riesgos (como viento o incendio) en todo tipo de instalaciones (galpones, silos, entre otros) y maquinaria. “Si hubo algún inconveniente en una planta de acopio, se puede cubrir el lucro cesante. Eso significa que mientras la planta no opere por algún siniestro, la compañía aseguradora paga los gastos de funcionamiento. Silobolsas también se aseguran”.

Confirmó que crecen los seguros de responsabilidad civil de los establecimientos agropecuarios. “No tiene sentido no tenerlo, o sea, se te escapa un animal porque cruzó un alambrado, o porque dejaron la portera abierta, y se puede generar un problema enorme”, advirtió.

Por otra parte, los seguros de caución y fianza “facilitan muchas operaciones. Se utiliza mucho con el de riego con bombas eléctricas, porque se evita realizar un depósito de garantía para instalar la corriente eléctrica. Y un seguro de fianza garantiza el cumplimiento del contrato que está asumiendo”.

También hay herramientas para la ganadería; se destacan los seguros de semovientes. “Crece la demanda para asegurar corrales de engorde y se comienza a visualizar seguros contra abigeato. Pero esta es una cobertura que tiene complicaciones, porque ese animal no debería desaparecer. Te cargan un camión, se van, y si no quedó ninguna huella es difícil comprobar que fue un robo”, explicó.

Eluén indicó que “es importante el asesoramiento para determinar las necesidades de cada productor y que quede muy claro qué está cubriendo. De esa manera, frente a un siniestro, no habrá sorpresas”.


Revista VERDE Nº 90

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El sector cárnico sintió la pandemia, pero no paró y tiende a recuperarse

By Vanessa Falero,

Un mayor stock ganadero y una menor actividad de la exportación de ganado en pie permitirían que la faena vuelva a crecer en 2021 y 2022, según estimaciones del INAC

El balance del negocio del sector cárnico uruguayo en 2020 es negativo en los indicadores de las exportaciones y la baja en los precios del ganado para los productores, al comparar con el año pasado.

Pero al pasar raya a los números de la producción y la comercialización de carnes, los empresarios pueden notar que pudo haber sido más grave, considerando el impacto negativo de la pandemia Covid-19.

Además, hay que tener en cuenta que 2019 fue un año en el que los precios y la demanda fueron excepcionalmente altos en relación a otros años, principalmente por parte del mercado chino.

En ese sentido, el gerente de Información del Instituto Nacional de Carnes (INAC), Jorge Acosta, señaló a VERDE que este año “pintaba mal y fue peor, pero no tanto”, como indicaban las previsiones de ese organismo.

El INAC, como todos los años, realizó una evaluación de los principales datos del sector, y divulgó algunas proyecciones.

Los resultados de las exportaciones del sector cárnico no se alejaron de los promedios marcados en años recientes, “incluso fueron mayores a los registrados en 2017”, ya que el monto de esos negocios cerrará en unos US$ 1.900 millones. Aunque eso significará casi US$ 300 millones menos de ingresos de divisas por exportaciones cárnicas frente a 2019.

Estimó que la faena de bovinos será de alrededor de 2 millones de cabezas este año, 10% inferior a la de 2019. “La caída más importante se dio en el primer y segundo trimestre de 2020, en el tercero comienza a recuperarse y en el último trimestre la faena fue mayor al del mismo periodo de 2019”, acotó.

Para Acosta los datos proyectados son “más optimistas” que los previstos por ese organismo en setiembre, cuando presentó algunas informaciones en el marco de la Expo Prado.

Otro resultado destacado es que las exportaciones de carne a China se reducen 30%, pero en contrapartida aumentan 40% las colocaciones en el Nafta, principalmente en Estados Unidos. “Esto fue fruto de todo el trabajo realizado por diferentes actores del sector privado, tanto de los productores que tuvieron complicaciones climáticas como de los industriales que registraron problemas de mercado, influenciados por la pandemia”, dijo Acosta.

Analizó que los contingentes arancelarios de carne vacuna este año mostraron comportamientos dispares.

Hubo una mayor utilización de la cuota para exportar a Estados Unidos, la que se cumplió antes de finalizar el plazo correspondiente. En tanto, las colocaciones del cupo europeo Hilton en la primera parte de 2020 no fue posible completar, lo que generó un saldo del 30% sin utilizar, recordó Acosta. Valoró que al comienzo del ciclo 2020/21 hubo un ritmo de utilización superior al de 2019, completando el 50% del total, similar a lo que ocurrió en años anteriores, cuando se completó el contingente.

El ingreso medio de exportaciones de carne bovina llegó a casi US$ 3.800 por tonelada peso canal, lo que representa un 2,3% por debajo del registrado en 2019, según datos de INAC.

El gerente de Información comentó que el precio promedio de la carne bovina uruguaya en China fue de US$ 4.200 la tonelada peso embarque, unos US$ 1.200 por debajo del promedio de 2019.

Destacó que este año el precio promedio de la tonelada de carne vacuna exportada a Estados Unidos fue de unos US$ 6.200 por tonelada, lo que significa unos US$ 1.000 por debajo del registrado de 2019, pero el volumen de las exportaciones de carne creció casi 40% este año comparado con el pasado.

En el mercado europeo los valores fueron relativamente similares a los de 2019, aunque ese destino tuvo oscilaciones en la demanda debido al impacto del Covid-19.

Acosta también se refirió a la creciente faena de vacunos provenientes de corrales de engorde, que se reflejó principalmente en una mayor participación de novillos, con un total de 280.000 vacunos, abarcando 14% de la faena total, cuando en 2019 fue 12%.

INAC proyectó un incremento de 2,2 millones a 2,3 millones de cabezas en la faena de bovinos de 2021, y en 2022 se podría incluso superar ese volumen. “Esto se sustenta en un mayor stock, y no se visualiza un fuerte ritmo de exportación en pie, lo que permitiría recuperar la participación de los novillos en la faena. Esto ocurrirá luego de que en los últimos años la faena haya estado en niveles muy bajos”, indicó.

De todos modos, Acosta aclaró que “son proyecciones que parten de supuestos que pueden variar”. En cuanto a los precios de la carne vacuna, señaló que “no se esperan grandes cambios”, porque si bien “hay demanda global, en 2021 habrá más desafíos en el ingreso a mercados importantes”.

 

Prevenir y controlar

Ante el creciente registro de casos de operarios de la industria frigorífica con coronavirus, el gobierno estableció recomendaciones sanitarias para la prevención y control en la industria frigorífica y demás ramas de la industria cárnica.

Debido a la pandemia Covid-19, la Organización Mundial de Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), han publicado directrices sobre esta enfermedad y la inocuidad de los alimentos para las empresas alimentarias, que sirven de orientación para la aplicación de medidas de control y prevención adicionales, basados en evidencias científicas, que permitan garantizar la seguridad de los alimentos y proteger la salud y la seguridad de todas las personas que trabajan en la industria alimentaria,

En Uruguay dicho trabajo de recomendación ha sido elaborado por la Dirección General de la Salud del Ministerio de Salud Pública, con el aporte del Grupo Asesor en Salud Ocupacional, el Departamento de Salud Ocupacional de la Facultad de Medicina, la Sociedad de Médicos del Trabajo del Uruguay y el aval de los ministerios de Ganadería Agricultura y Pesca y de Trabajo y del Instituto Nacional de Carnes (Inac).

De acuerdo al comunicado divulgado por INAC a fines de diciembre, el ámbito de aplicación de las recomendaciones comprende el procesamiento, preparación y conservación de carne, matanza de ganado vacuno, ovino, porcino, equino, pollos, gallinas, otras aves y ñandúes en frigoríficos y abasto. Además de la elaboración de fiambres y chacinados, así como el procesamiento y conservación de pescados, crustáceos y moluscos.

Señala que los frigoríficos cumplen con elevadas exigencias de limpieza y desinfección, que permiten, entre otras medidas, garantizar la seguridad de los alimentos.

Determinadas condiciones de trabajo, como las bajas temperaturas, la cercanía física entre los trabajadores, la carga física y aumento de la frecuencia respiratoria, o la presencia de ruido en determinados sectores, que propicia que los trabajadores eleven el tono de voz para comunicarse entre ellos, podrían favorecer la transmisión del SARS-CoV-2, indicaron.

Y considera que se deben tener en cuenta las interacciones de los trabajadores que pudieran producirse fuera del horario laboral, como la posible convivencia entre ellos o el desplazamiento en grupos al lugar de trabajo, ya sea compartiendo sus propios vehículos o en vehículos facilitados por la empresa.

En cuanto a las responsabilidades de los empresarios del sector, el MSP dispuso que deben “evaluar el riesgo de exposición y seguir las recomendaciones que sobre el particular emita el Servicio de Prevención y Salud en el Trabajo y las comisiones bipartitas de seguridad y salud, siguiendo las pautas y recomendaciones formuladas por los ministerios de Salud y de Trabajo”.

La elaboración de un plan de contingencia dirigido a sectorizar todos los procesos de trabajo y de protocolos de actuación ante casos sospechosos o confirmados de Covid-19, también es responsabilidad de la empresa, según el documento.


Revista VERDE Nº 90

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El trigo rompió todos los récords, alcanzando 4.181 kilos de promedio

By Vanessa Falero,

Uruguay se consolida como el país donde el cereal tiene la mayor productividad por hectárea en la región; se proyectaron los mejores márgenes en 10 años

La producción total de trigo de la zafra 2020/21 fue estimada por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA), del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), en 936.000 toneladas, 20% superior a la del año anterior, cuando se alcanzaron 776.000 toneladas. El rendimiento promedio a nivel nacional se estimó en 4.181 kilos por hectárea (kg/ha), 28% más que en la zafra anterior, confirmándose como el rendimiento máximo histórico relevado por la DIEA.

La superficie sembrada con trigo mostró una leve caída, cercana al 6%, alcanzando en la zafra 2020/21 unas 224.000 hectáreas, frente a las 237.000 hectáreas de la zafra 2019/20.

“Hace varios años que no se tenía una zafra como la reciente de cultivos de invierno con rendimiento, en líneas generales, buena calidad –algo que no es menor en trigo y en cebada– y precio”, dijo German Bremermann, integrante de la dirección de Barraca Erro, el viernes 18 de diciembre en el programa Punto de Equilibrio, de Carve y revistaverde.uy.

Resaltó que esa combinación significa “números muy interesantes, con una buena rentabilidad, y brinda optimismo hacia adelante”.

En esa línea, la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa), del MGAP, estimó para esta zafra un incremento de 50% en los ingresos brutos respecto a la zafra anterior. Esto ocurriría como consecuencia de la mejora de 26% en el precio que recibiría el productor, y de los excelentes rendimientos promedios esperados. En el momento de la confección del Anuario de Opypa, la estimación marcaba un rinde promedio de 3.900 kg/ha, que marcarían un nuevo récord para el cultivo, superando ampliamente el rendimiento de equilibrio de 2.900 kg/ha, sin considerar renta.

Esto se acentuaría con el descenso previsto de los costos medidos en dólares, cercano a 10%, producto de una caída en el precio de la urea y la mejora en el tipo de cambio. Por eso los márgenes (ingresos brutos menos costos) pasarían a ser positivos y estarían, en promedio, en torno de los US$ 200 por hectárea, siendo de los mayores márgenes del cultivo en los últimos 10 años.

Fue un “año histórico” para el trigo, destacó Andrés Nogueira, representante técnico comercial de Nidera en Uruguay. Señaló que  en las zonas donde el clima acompañó, hubo rendimientos que fueron “desde los 5.000 y hasta los 7.000 kg/ha, y con buena calidad”.

Dijo que hasta resulta “sorprendente” el volumen cosechado en algunas zonas del litoral-oeste y sur, donde se concentra la producción agrícola en Uruguay.

Para Nogueira, “el manejo agronómico en las chacras, el avance genético y el factor climático, con un invierno frío y lluvias oportunas, explican en mayor parte esa situación”.

Bremermann valoró, además, que el productor de trigo tiene claro que hay un paquete tecnológico asociado para lograr rendimiento y calidad, además del cambio importante en genética. “Hay variedades de trigo que pueden dar el máximo de rendimiento y una buena calidad, específicamente las de Urutrigo”, acotó el integrante de la dirección de Barraca Erro.

Tras el auge que llevó el área triguera a superar las 600.000 hectáreas, el cultivo perdió fuerza y atractivo, cayendo a unas 200.000 hectáreas. Pero “el trigo tiene para crecer y están dadas las condiciones para que haya un incremento de la superficie destinada a ese cultivo”, planteó Bremermann. Agregó que, “en el corto plazo, deberíamos apostar a estar algo por encima de las 300.000 hectáreas”.

Destacó que el volumen de producción de trigo cosechado permitirá contar con una oferta exportable de 400.000 a 500.000 toneladas, dependiendo de la demanda interna.

Opypa, en su Anuario, señaló que el consumo local durante el ciclo 2019/20, estuvo en unas 470.000 toneladas, y proyecta un crecimiento para el ejercicio 2020/21, sustentando en la demanda de los sectores ganadero y lechero, por el déficit hídrico.

Presentación de Urutrigo a Brasil

Con el objetivo de analizar la comercialización de trigo uruguayo a Brasil, así como de plantear las condiciones de producción del cereal, se realizó una reunión entre exportadores de Uruguay y el titular del MGAP, Carlos María Uriarte, con directivos de la Asociación Brasileña de la Industria del Trigo (Abitrigo).

El presidente de la Cámara Mercantil de Productos del País, Eduardo Díaz, señaló que se trató de una teleconferencia, con la participación de todos los actores de la cadena triguera uruguaya, en la que se mostró que el trigo local tiene buena calidad y que este año habrá unas 500.000 toneladas para exportar.

En ese marco, se presentó a los brasileños, el trabajo Urutrigo que comenzó hace tres años, y apunta a mejorar y a estabilizar la calidad del trigo uruguayo. “Se viene trabajando desde hace varios años junto a la investigación, molinos, panaderos, semilleristas, gobierno y exportadores, en mejorar la calidad del cereal. En la actualidad, 28% del área de trigo se siembra con variedades Urutrigo. Eso implica que, realizando un manejo acorde, se puede tener la calidad requerida por los demandantes”.

En la edición de abril de 2020 de VERDE, el químico farmacéutico Daniel Vázquez, del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), e integrante de Urutrigo, informaba que dicha iniciativa trabaja en tres grandes componentes: Fusarium, evaluación de la calidad de cosecha en Uruguay y la fuerza panadera de las distintas variedades.

“Se ha definido seguir trabajando en la caracterización de variedades por su fuerza panadera. Para eso se ha contado con el apoyo de la Cámara Uruguaya de Semillas (CUS), y todas las empresas semilleristas de trigo. Hemos podido diferenciar las mejores variedades que se producen en Uruguay y se decidió llamarlas Urutrigo. Esta pasó a ser una marca, y ya está en el mercado”, comentó Vázquez.

“La clasificación de las variedades Urutrigo es sencilla. Todos los países del mundo que exportan trigo tienen una caracterización de sus cultivares. Los que tienen más tradición, como Canadá y Australia, cuentan con una serie de requisitos muy elevados y complejos, que si los seguimos nos llevará muchos años dar un paso adelante. Por lo tanto, decidimos simplificarlo, y tomar la característica más importante que diferencia al trigo uruguayo: la fuerza panadera”, señaló.

El investigador sostuvo que la característica clave para lograr una alta calidad panadera, además de la genética, es que el trigo tenga un alto contenido de proteína. Y para eso, tiene que tener una buena disponibilidad de nitrógeno. Por eso, insistió en que es muy importante la refertilización, o fertilización tardía, porque es el momento en que se define la cantidad de proteína que tendrá el trigo a fin de año.

Vázquez  aclaró que las variedades Urutrigo, al tener mejor calidad, no necesariamente rinden menos. “Muchas veces se cree que el rendimiento va en contra de la calidad, y no es el caso. En la página web se ve claramente que hay muchos cultivares que también son muy buenos agronómicamente”, afirmó.

EN URUGUAY

Opypa informó que la comercialización de la cosecha 2019/20 se inició en noviembre de 2019, con menos de 80.000 toneladas de existencias, proveniente de zafras anteriores. Los usos alternativos observados en 2020 contribuyeron a una reducción progresiva de la oferta de trigo, lo que permitió que en el período comercial noviembre 2019 – octubre 2020, a pesar de los problemas de calidad de la pasada cosecha, las existencias remanentes se mantuvieran en niveles mínimos. Al 31 de octubre de 2020 el stock de trigo en depósitos alcanzó 87.000 toneladas, similar al existente un año atrás, y el segundo menor volumen de los últimos 10 años.

En el período noviembre 2019 – octubre 2020 las exportaciones de trigo alcanzaron  326.000 toneladas, apenas 2% por debajo del volumen exportado en los 12 meses previos (332.000 toneladas). El valor total de las exportaciones se ubicó en torno de los US$ 70 millones, 5% por debajo de los US$ 73 millones.

El precio medio de las exportaciones alcanzó US$ 213 por tonelada FOB, que si bien representa un deterioro de 3% respecto de los US$ 220 registrados un año antes, acompaña la dinámica de los mercados externos, con caída durante el primer semestre del año, como consecuencia de Covid-19 y la alta incertidumbre generada, y notable recuperación al finalizar el año, agregó Opypa en su informe anual.

En el último año, el 82% del trigo exportado por Uruguay fue a Brasil (267.000 toneladas); 9% a Mauritania (30.614 toneladas); 8% a Chile (25.868 toneladas); y 1% a Taiwán (2.806 toneladas). Argelia desapareció como destino en este periodo, cuando en la zafra anterior su participación alcanzó 42% del volumen total exportado (140.000 toneladas), indicó Opypa.

Oferta y demanda mundial

En su último reporte de oferta y demanda mundial, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) estimó la producción de trigo para el año 2020/21 en un nuevo récord global de 773 millones de toneladas (Mt), superando los 772,38 Mt de la estimación publicada en el mes de noviembre.

El consumo, en tanto, se ubicaría en torno de las 750 Mt, también récord absoluto. El USDA estimó las existencias finales en 316,50 Mt, frente a las 320,45 Mt del reporte de noviembre, y a las 321,14 Mt esperadas por los analistas. “Sin considerar a China, los stocks quedarían en 155,32 Mt”, dijo Esteban Dotti, de Agrohedge.

La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) indicó en un análisis presentado en diciembre que “datos de oferta y demanda del trigo toman gran relevancia cuando se considera al cereal como alimento para la población mundial, con interés estratégico, especialmente en países con limitaciones productivas y alta población”.

Con ese marco, la BCR agregó que el comercio mundial de trigo también se situará en valores máximos registrados, con exportaciones mundiales que alcanzarán los 190,8 Mt, mientras que las importaciones totalizarán 187,6 Mt. “Cabe aclarar que esta diferencia entre importaciones y exportaciones se debe a la metodología utilizada, ya que las exportaciones consideran el equivalente en grano de harina exportada, mientras que las importaciones no lo hacen”, puntualizó Dotti.

También señaló que “China importaría 8,5 Mt, frente a 5,38 Mt del año pasado, y consumiría 134 Mt, 8 Mt más que hace un año. El gigante asiático pasó de producir 116 Mt en la campaña 2010/11 a un estimado de 136 Mt para la actual campaña”.

Ese país lleva siete licitaciones, desde inicios de noviembre, a la espera de controlar los precios internos y de renovar parte de sus stocks. A pesar del aumento en los stocks globales, Rusia le puso incertidumbre al mercado, luego de que el gobierno de esa país impuso  aranceles a las exportaciones de trigo”, indicó.

Agregó que Ucrania también tiene en funcionamiento un sistema de cuotas para la exportación, “más allá que lo maneja en función del stock disponible, y puede excederse, como ocurrió hace un año”.

La BCR indicó que, “mientras la producción creció 2% anual promedio en las últimas 20 campañas, las importaciones crecen 3% anual en igual período. Las proyecciones para la campaña 2020/21 muestran una oscilación mucho más tenue, con subas de la producción del 1% y del comercio del 1,3%”.

“Egipto se reafirma nuevamente como el primer importador mundial de trigo, con cerca de 13 Mt en la campaña actual. En segundo lugar se ubica Indonesia, con 10,8 Mt. Sin embargo, entre ambos países apenas se acercan al 13% de las importaciones mundiales del atomizado mercado mundial de trigo”, describió.

China se posiciona como el tercer mayor, importador de trigo del mundo, y luego viene un grupo de países con importaciones de entre 5 y 7 Mt, que están cerca al podio de importadores netos. “Aquí incluimos, en orden descendente, a Turquía, Filipinas, Argelia, Brasil, Bangladesh, la Unión Europea, Japón y Nigeria. Este diverso grupo concentra el 27% de las importaciones mundiales”, señala la BCR.

Dicho trabajo agrega que “el importante crecimiento económico y el continuo ascenso del nivel de vida de gran parte de la población china motivan la demanda. Si bien en muchas familias el consumo de trigo se puede reducir por la incorporación de más carnes, en una proporción mucho mayor de la población se observa la salida de la pobreza y la pobreza extrema, incrementando el consumo de productos derivados del trigo”. Algo similar también ocurre en varios países del Sudeste Asiático, que hace 10 años no aparecían en los primeros lugares de la lista de los mayores importadores mundiales.

La BCR indica que en China “no debe dejarse de lado la base geopolítica de la soberanía alimentaria. Si bien el país se autoabastece de trigo, ha duplicado sus importaciones en la última campaña. Se estima que esto se hizo con el fin de asegurar sus importantes stocks, que son cerca de la mitad del stock global y alcanzan para más de un año de consumo interno”.

A nivel regional, “las previsiones para el ciclo 2020/21, marcan que la producción conjunta de los cuatro países (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) alcance 25 millones de toneladas, 6,6% por debajo del volumen producido en el ciclo previo. De todas formas, la producción superaría largamente al consumo regional, estimado en 20,4 millones de toneladas. Eso implica que el excedente para la región sería de 4,6 millones de toneladas, 24% menos que en el ciclo previo. La región será excedentaria en trigo, por sexto año consecutivo”, indicó Opypa.

Por ese motivo, sobre principios de diciembre el ministro Uriarte le planteó a la ministra brasileña de Agricultura, Tereza Cristina, la preocupación de Uruguay porque Brasil suspendió temporalmente el Arancel Externo Común para importar trigo de otros países que no integran el Mercosur. En ese sentido, el presidente de la Cámara Mercantil de Productos del País, Eduardo Díaz, advirtió la incertidumbre que genera en el mercado regional esa clase de resoluciones.


Revista VERDE Nº 90

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Los suelos agrícolas deberían estar siempre sembrados con un cultivo

By Vanessa Falero,

El empresario agropecuario Alfonso Cortabarría defendió la producción de granos en invierno, y destacó el crecimiento del área de colza y de maíz en las rotaciones

Si el suelo es agrícola siempre tiene que tener un cultivo, y trato de que sea un cultivo y no un puente verde”, comentó el empresario agropecuario, ingeniero agrónomo Alfonso Cortabarría. En diálogo con VERDE insistió en que “si el campo es agrícola hay que hacer agricultura, y por eso es alto el peso del doble cultivo en las áreas agrícolas de la empresa”.

Detalló que “el maíz ingresa luego de un trigo o cebada forrajera. Después del maíz de segunda que se cosecha en junio, que al no permitir un cultivo de invierno, hace que vayamos a soja o maíz de primera”.

Previo a esta situación de diversidad de cultivos y planteos, se vivió el quiebre de precios de la zafra 2014/15, para el que “no estábamos preparados”, dijo Cortabarría. Recordó que el año siguiente a ese fue el más complejo, “hubo un desánimo importante y, por un año o dos pasamos el 50% del área a ganadería. Nos acomodamos y vimos que la agricultura en los campos óptimos siempre gana”.

Para eso, “renovamos la rotación, que hasta ese momento era soja, puente verde, soja y poco invierno, y apuntamos al doble cultivo, incorporando el maíz y otros cultivos. Vamos aprendiendo violentamente a medida que la realidad nos marca el camino”, comentó.

Con casi 20 años vinculado a la agricultura, el productor señaló que “hay que estar preparados para los cambios, tener la cabeza abierta, ser muy dinámico, porque los cambios serán permanentes”.  Sostuvo que “la idea es crear una rotación agrícola a partir de la calidad de los suelos, pero sin estar estructurados, porque todos los años vamos a tener algún ajuste”.

Además, dijo que “debemos estar abiertos a enfrentar un cambio de precios o tecnológico, y si ocurre ajustamos algo”.

Para el ejercicio 2021/22 “teníamos previsto que determinados campos ingresaran a la fase de pasturas y si el plan de uso lo permite, con estos precios de la soja, voy a estirar un año más ese pasaje a la ganadería. Aunque en otros suelos no puedo hacer eso”.

Recordó que el comienzo con la actividad agrícola se dio luego de la aftosa, en el año 2001 cuando decidió con su familia ir a vivir al campo. En ese entonces “comenzó el avance agrícola, sustentado en un cambio tecnológico de siembra directa, soja resistente a glifosato y la llegada de productores argentinos”.

En ese contexto, adquirió maquinaria para brindar servicios y luego comenzar su propio desarrollo agrícola.

El inicio de su historia con la agricultura se dio con un planteo productivo que incluía a la soja-cultivos de invierno o soja-puente verde-soja. “Eso cambió cuando primero subieron los costos, cayeron los precios del trigo y luego los de la soja, que pasaron de casi US$ 500 a US$ 350, para luego acercarse más a los US$ 300. A partir de ese momento se han registrado cambios importantes”.

Agregó que así, hace cinco años, comenzó con la rotación con pasturas y la inclusión del maíz. “No me animaba a sembrarlo y no lo tenía en consideración”, reconoció.

Cortabarría dirige una empresa familiar integrada por cinco hermanos, ubicada al Norte de Florida, cerca de Goñi, donde realiza agricultura, ganadería y forestación. Además, está vinculado a otras empresas ubicadas en Cololó (Soriano) y Soca (Canelones), que realizan agricultura, y en Salto hace la cría. También administra un establecimiento ganadero en Batlle y Ordoñez (Lavalleja).

Si bien en Goñi y en la zona centro al maíz le ha costado entrar,  “en nuestro caso hace tres años empezamos a incorporar mucho maíz a la rotación y, en la actualidad, ocupa el 30% del área de verano. La colza también viene entrando fuerte”, agregó.

La rotación incluye: soja de primera, colza, soja, trigo, algo de cebada forrajera y maíz. Por lo general después del trigo va maíz, “para evitar las complicaciones con la colza en la siembra de invierno posterior, si se hace con Altina”. Con la inclusión del maíz, “hemos notado más estabilidad en los rindes, más allá del efecto año que siempre incide”.

Admitió que el avance tecnológico en maíz también fue importante, “llegaron y llegarán nuevos eventos biotecnológicos y uno tiene que estar preparado para aceptarlos, acompañado de un manejo de alta tecnología”.

Cortabarría consideró que el maíz es el cultivo que más avance ha tenido. “El conocimiento que tenemos del maíz es impresionante si lo comparamos con el que había hace cinco o 10 años. Se metió muy bien en las siembras de segunda, por la estabilidad que otorga, hay mucha información que nos permite tener un manejo correcto”.

En Goñi, del área total de maíz, el 90% lo hacemos de segunda”, y la producción se comercializa en la zona, lo que consideró como “un elemento importante”.

La colza

En colza “pasamos de 0 a 700 hectáreas en la última zafra y nos ha dejado muchas enseñanzas. La siembra la hicimos con la tecnología Altina y con sembradora, a partir de allí surgieron algunas conclusiones para ir mejorando el manejo”, comentó.

En la última zafra este cultivo ocupó unas 100.000 hectáreas en Uruguay, y cada vez son más los productores que la incluyen en sus sistemas. “Pero hasta hace poco tiempo no era considerado un cultivo de invierno por los propios planes de uso y manejo de suelos”, acotó Cortabarría.

Agregó que la colza “es una excelente herramienta para el sistema por varios motivos: nos corta las enfermedades de trigo o cebada, nos da una mano con el raigrás resistente a glifosato, entre otros. Tuvimos rindes que fueron desde 800 a 1.800 kilos (por hectárea); hubo una helada en octubre que la afectó”.

Al marcar los aspectos de manejo, indicó que la siembra de abril puede ser muy peligrosa por las heladas, y que “apuntaría a sembrarla en mayo”. Sostuvo que la colza sembrada como cobertura, con Altina, previo a la cosecha de soja, al mes sufre mucho el pisoteo de la maquinaria y eso se lleva muchos kilos. Por más que tenga un costo muy bajo y la cosecha dependa de su evolución durante el ciclo, eso es una trampa al solitario, porque si la siembro quiero tener un cultivo. Por lo tanto, la siembra con sembradora aparece con ventaja”.

También señaló que sembró materiales viejos, pero entiende que “los híbridos pueden ser muy interesantes y realizar un gran aporte. Para la zafra que viene vamos a incluirlos en el plan de siembra”. Además admitió que “debemos ajustar el manejo de herbicidas en los cultivos antecesores, para evitar inconvenientes, y un año antes tenemos que tener claro la chacra a dónde irá la colza”.

La productividad

Cortabarría dijo que en el establecimiento de Goñi se definió que en los suelos agrícolas se hace agricultura y en algunos casos se incluyen pasturas; en los suelos forestales se hace forestación; y en el resto ganadería.

En la rotación agrícola-ganadera la empresa utiliza 1.500 hectáreas, 450 en forestación con Montes del Plata y hay 1.000 hectáreas de bajos. “La ganadería va a los bajos o a las pasturas, el ganado no entra a las chacras. Aquí se hace recría e invernada”, acotó. El plan de siembra en Goñi consiste en unas 800 hectáreas de soja y 400 de maíz; mientras que en Soriano se realizan 650 hectáreas de soja y 350 de maíz.

En cuanto a los rindes, dijo que “en soja venimos con el efecto serrucho. Después de la seca grande tuvimos un año excepcional, de 3.300 kilos (por hectárea). La zafra pasada, que tuvo mejor precio, fue buena. Alcanzamos 2.800 kilos (por hectárea) en Goñi. En otras regiones la falta de lluvias impactó. En Soca, donde fue nuestra primera siembra, llovieron apenas 50 milímetros entre el 1° de noviembre y el 1° de marzo. La soja no se cosechó, y luego se sembró una colza temprana”.

Agregó que “en maíz se estuvo cerca de 8.000 kilos base seca, y en Soriano nos rindió cerca de 9.000 kilos (por hectárea)”.

Al analizar los márgenes, señaló que el número ganadero no se compara con el que tiene la agricultura, pero destacó otras ventajas del rubro pecuario, que van más allá de la rentabilidad. “En ganadería uno proyecta de tres a cinco años, y en agricultura tenemos una historia diferente cada seis meses. En el último ejercicio cerrado, la actividad ganadera nos dejó un margen neto de unos US$ 85 por hectárea y la agricultura se acercó a los US$ 300 por hectárea”, comentó.

Cortabarría indicó que, así como no siguió el cultivo de soja en Soca por la falta de lluvias, también deberá parar el plan de siembra y no sembrar si se fue la fecha óptima sin la humedad necesaria. “Es preferible saltearse ese cultivo para no seguir sumando costos, porque vamos a perder más que dejando de sembrar. Es una decisión muy dura, porque tenemos todos los insumos, maquinaria, pero debemos tener mente fría”, sostuvo.

Muchas luces y la sombra de la seca

Sobre el panorama general de este año, el empresario agropecuario consideró que, “si no fuera por el panorama climático”, que ha sido muy dispar y que ha llevado al gobierno decretar nuevamente una emergencia agropecuaria, “seria espectacular”. A propósito, agregó que “hay ánimo, hay precios, la forestación está creciendo, la ganadería está empujando, pero tuvo que enfrentar la seca. En octubre la gente se dio cuenta de que estaba pasada de ganado y empezó a vender, y eso influyó en los precios”.

Agregó que en agricultura “venimos de una zafra de cultivos de invierno que fue histórica, y si el clima estuviera acompañando de forma más pareja a nivel país, estaríamos frente a la mejor zafra de verano en mucho tiempo. El tema ha sido el comportamiento de las lluvias”.

A nivel general, opinó que el cambio de gobierno y un mensaje diferente hacia el sector agropecuario “animó al productor, pero el freno lo pone el clima”. Sin embargo, destacó que “hay capacidad de inversión, el sector tiene financiación, hay seguros, se usa cada vez más tecnología y se le está sacando el jugo”.

El empresario consideró que el campo se separó de otros sectores en la pandemia, “porque no paró, y eso ha sido muy importante. Se pudo cosechar muy bien la zafra de verano pasada, y lo mismo ocurrió en invierno. Con la siembra fue similar. En líneas generales, en el campo se tomó conciencia de la pandemia. Pero, además, en el trabajo diario en la mayoría de los casos hay distancia entre las diferentes personas. Haber podido mantener la actividad fue muy importante”.

Los cambios de agricultores

Cortabarría confirmó que el cambio de agricultores en la zona centro de Uruguay ha sido muy dinámico. “Después del año 2002  empezó a sembrar mucha gente y diferentes empresas, pero luego del ajuste de precios se redujo la cantidad; y desde hace algunos años se mantiene el perfil y la cantidad de agricultores”.

En el auge agrícola se creó un mercado de arrendamientos de campos que no paraba de crecer. “Hoy, en los campos arrendados que operamos (50% del total aproximadamente), tenemos acuerdos a porcentaje variable en función del rendimiento obtenido. Es lo más justo para todas las partes, y es la forma de evitar macanas”, planteó.

En su momento, y por el nivel de precios, “el negocio tuvo un proceso inflacionario muy fuerte. Ahora veremos cómo evoluciona en función de los precios actuales. Pero los que estamos sembrando hoy ya sabemos quiénes somos”, comentó.

Sobre la evolución de los seguros de rendimiento, Cortabarría dijo que “es una demanda importante del sector. Desde la zafra pasada hay empresas proveedoras de insumos y aseguradoras que están ofreciendo seguros de rinde para el funcionamiento. Eso nos da una tranquilidad para trabajar”, concluyó.


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La cebada llegó a una cifra histórica, rindió 4.791 kilos por hectárea

By Vanessa Falero,

La cadena exportó más de US$ 200 millones, y Uruguay está entre los exportadores de malta más importantes, detrás de la UE, Canadá, Australia, EEUU, Argentina y China

La cebada tuvo una productividad récord en la zafra 2020/21, alcanzando un rendimiento de 4.791 kilos por hectárea (kg/ha), mientras que la producción país llegó a 888.798 toneladas. En tanto, el área se ubicó en 185.000 hectáreas, 12% por encima de la zafra precedente, de acuerdo a la información proporcionada por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA).

El gerente agronómico de Maltería Oriental SA (MOSA), Bruno Maneiro, dijo a VERDE que la cosecha de cebada fue “fugaz”, dado que sobre el 10 de diciembre estaba prácticamente liquidada, mientras que en otros años a esa fecha quedaba por cosechar entre 20% y 25%.

Confirmó que el rendimiento fue “espectacular”, considerando que los datos manejados “en octubre, en el análisis previo a la cosecha, nos daba unos 4.300 kilos por hectárea”. Pero, finalmente, ese nivel de rendimiento se consolidó en planta. “Estamos con un promedio de 4.230 kilos por hectárea, lo que significa que en las chacras el resultado productivo fue más alto que ese volumen”, comentó.

Señaló que hubo un alto volumen de rechazo, del 55%, por calibre bajo en los cultivos cosechados en Río Negro y Paysandú. En esos departamentos el área de cebada de MOSA no es tan grande, y esa situación se fue diluyendo al ir bajando en el territorio hacia Mercedes. Mientras que en la zona sur, en las chacras de Colonia y San José, prácticamente no hubo rechazos. El promedio de rechazo fue de 12% este año, algo superior al registrado en años anteriores, cuando estuvo en 8%, indicó.

Maneiro informó que la cebada recibida tiene un calibre promedio que se acerca a 90%, en el caso de la proteína llega a 10,7% de promedio. “Son valores muy buenos, que se sustentan en la muy buena performance de las regiones centro y centro-sur”, comentó.

En la última zafra, el área de MOSA llegó a cerca de 59.000 hectáreas, y recibió unas 260.000 toneladas de cebada. Considerando que las necesidades de MOSA comprenden unas 160.000 toneladas, quedarán cerca de 100.000 toneladas de saldo exportable como cebada cervecera o forrajera.

Maneiro sostuvo que el 65% de lo recibido tiene un valor promedio de fijación que se ubica en US$ 208 por tonelada.

Maneiro recordó que sobre marzo o abril de 2022 MOSA estará inaugurando una nueva torre de producción, que demandará unas 300.000 toneladas de cebada. “Eso requerirá que tengamos una superficie de 90.000 hectáreas, aunque la superficie objetivo para este año se definirá en los primeros meses de 2021”, cuando se determine qué ocurrirá con el excedente de la producción recibida.

Los márgenes del cultivo

De acuerdo a los datos de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa), los contratos de producción que tiene la cebada con las malterías (Ambev y MOSA), determinan las condiciones para la formación del precio de compra con paramétricas que utilizan como referencia la evolución del precio del trigo en el mercado de futuros de Chicago y, eventualmente, ofrece la venta a un precio fijo de una parte de la cosecha.

“A partir de allí puede estimarse que el productor recibirá un precio cercano a US$ 210 por tonelada, 8% más que en el ciclo previo”, señala Opypa.

Los  ingresos  brutos  de  los  agricultores  “serían los mayores obtenidos en los últimos 10 años. Esta mejora en los ingresos (19%), se presenta como consecuencia directa de una mejora en el precio recibido y los altos niveles de productividad (al momento de la realización del trabajo, Opypa realizó el análisis con una productividad de 4.000 kg/ha)”.

En cuanto a los costos, “no se prevén mayores cambios respecto a la zafra anterior y, por lo tanto, se estima un margen promedio positivo, en el entorno de US$ 200 por tonelada, ya que se superaría el rendimiento de equilibrio de 2,9 t/ha. Este sería el tercer año consecutivo con márgenes positivos para el productor”.

Opypa indicó que, “si bien hubo algunas dificultades de calidad –principalmente en los parámetros de calibre y proteína–, y el volumen de cebada con destino a forraje sería importante, los altos precios y una firme demanda desde los tambos y establecimientos ganaderos por la falta de agua, junto a la excelente productividad, diluirían el efecto sobre el margen y estos productores con afectaciones de calidad”, pero “igualmente lograrían márgenes positivos”.

Exportaciones del complejo de la cebada

La fase industrial de la cadena mantuvo un buen nivel de actividad durante 2020, a pesar de la pandemia. Las exportaciones de malta del período noviembre 2019 – octubre 2020 alcanzaron 380.000 toneladas, 6% por debajo de las 402.000 toneladas exportadas durante los 12 meses previos. Por su parte, el valor de las exportaciones alcanzó US$ 195 millones, reduciéndose 9% respecto a los 214 millones del año anterior, con un precio promedio de la malta de US$ 512 por tonelada FOB, 4% por debajo del período previo, de acuerdo al trabajo de Opypa sobre dicha cadena.

Allí se agrega que “durante el mes de abril las exportaciones de malta se redujeron prácticamente a cero. En febrero y julio de 2020 el volumen de malta exportado se contrajo respectivamente 56% y 77% frente al del año previo. Este comportamiento es consecuencia directa de las variaciones de la demanda por parte de Brasil, principal destino, que vio alterado fuertemente su consumo doméstico de cervezas y, por lo tanto, repercutiendo en las necesidades de malta de su industria”.

Agregó que “las 380.000 toneladas de malta exportadas, equivalen al procesamiento de unas 550.000 toneladas de cebada. El carry over (salto exportable) de 217.000 toneladas disponible de la zafra anterior, permitió reducir las necesidades de importación. De ese modo la elaboración de malta con materia prima importada alcanzó apenas 5% del total”.

La participación relativa de las malterías en el comercio exportador “muestra el mantenimiento del liderazgo de Ambev”, que a través de sus dos principales malterías, CYMPAY –en Paysandú– y Maltería Uruguay (MUSA) en Nueva Palmira, “alcanzó 64% del volumen total. El restante 36% correspondió a MOSA (La Paz, Canelones)”.

Opypa informó que las exportaciones de cerveza entre noviembre 2019 y octubre 2020 totalizaron US$ 1,3 millones, 62% menos que el monto de US$ 3,6 millones exportados en los doce meses previos. Respecto a las empresas, si bien casi la totalidad de las exportaciones corresponden a FNC (Ambev), se destaca la creciente participación en el comercio de empresas elaboradoras de cervezas artesanales.

MOSA se consolida como la principal proveedora de malta a las cervecerías artesanales (Mastra, Davok, Volcánica, Cabezas Bier) que han tenido un gran crecimiento y demandan en promedio 700 toneladas anuales.

El comercio exterior de la cadena agroindustrial incluye las exportaciones de cebada (en grano), que en el período noviembre 2019 y octubre 2020 totalizaron 41.000 toneladas, por un valor FOB de US$ 8,7 millones, 34% por debajo del año previo. El precio medio de las exportaciones fue de US$ 212 la tonelada FOB, 25% por debajo del año precedente.

El 66% de dicha cebada fue a Arabia Saudita, Brasil redujo drásticamente su participación respecto al año anterior, de 80% a 33%. Rusia completa la lista de destinos con un 1%.

El valor total de las exportaciones de la cadena en 2019/20 (noviembre-octubre), sumando cebada, malta y cervezas, fue de US$ 205 millones, 13% menos que el año previo.


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Mejora de la eficiencia en corrales de engorde se consolidó en 2020

By Vanessa Falero,

Agrifirm monitorea unas 76.500 cabezas y confirma mejor conversión de alimento en kilos de carne, carcasas más pesadas de animales jóvenes y mayores rendimientos.

Al finalizar el año 2020 se observa una consolidación de la mejora en la eficiencia de los corrales de engorde, que se explica por varios factores, como una mejora continua en la infraestructura, en el mantenimiento de los corrales, en el tipo de animales a encerrar y en la dieta que se utiliza, dijo a VERDE el director técnico de Agrifirm, Alvaro Pastorini.

Destacó una eficiencia de conversión promedio de 7,7 kilos de alimento para producir 1 kilo de carne (7,7 a 1). “Esa relación promedio es muy buena. Hay tropas que están al mismo nivel de eficiencia de conversión que en los países donde estos sistemas funcionan hace muchos años”, destacó.

Recordó que en 2016 se quiso marcar la tendencia al mayor uso del maíz en la dieta, y que en aquel momento los corrales utilizaban más sorgo, algo de cebada y trigo, y también algo de maíz. Pero a partir de la incorporación del cereal en las dietas “notamos una considerable mejora de la eficiencia de conversión, y eso es algo que se ve hasta ahora”, sostuvo.

Agregó que se sigue “en la misma trayectoria, y eso es parte de lo que nos ha permitido una mejora continua, que es muy notable”.

Durante el año, Agrifirm monitorea más de 200.000 animales en confinamiento, de varias categorías, y en las de engorde son unas 76.500 cabezas.

En la evaluación de esos datos de monitoreo, la empresa confirmó que hay diferencias en las eficiencias de conversión dependiendo de la estación del año. “Para nosotros la primavera y el verano siguen siendo las estaciones en que se logran los mejores resultados”, señaló Pastorini.

A propósito, indicó que en 2020, se observó que “la eficiencia de conversión fue de 7,3 a 1 en primavera-verano, y de 7,9 a 1 en otoño-invierno”.

Esto fue así, a pesar de que en los meses fríos fue de pocas lluvias. El barro sigue siendo un problema en los corrales, y se estima que “se lleva 10% de la eficiencia de conversión”, dijo el director técnico de Agrifirm.

Pastorini sostuvo que la tendencia mundial es de premiar a las carcasas más pesadas, y que Uruguay no escapa a esa demanda. “Estamos con carcasas cada vez más pesadas, porque son las que mejores precios logran. En estos casos, lo destacable es que eso se logra con animales cada vez más jóvenes, y eso nos muestra que hemos mejorado mucho las recrías, entre otros factores”, remarcó.

En 2020, los animales monitoreados por Agrifirm salieron de los corrales con un peso promedio de 536 kilos y el rendimiento industrial fue 55,5%. Sin embargo, hace 10 años el peso promedio era de 508 kilos, y el rendimiento se ubicaba en 54,5% en cuarta balanza. “Ahora tenemos animales más jóvenes, mejor terminados, y con mejor conformación”, destacó el integrante de la empresa que integra el Grupo Royal Agrifirm.

El año 2020

Pastorini analizó que el año 2020 fue muy cambiante, debido a factores externos al negocio del corral. Comentó que, al ser relativamente seco, fue un buen año para los corrales, pero además destacó la mejora continua en las decisiones de inversión, y que es notoria la evolución a través de los años.

Por otro lado, señaló que se cayó el mercado europeo para la carne, porque cerraron los restaurantes como efecto de la pandemia, algo que “no es normal, ni frecuente que ocurra”.

Agregó que en el último trimestre de 2020 subieron los precios de los granos, y que durante todo el año hubo algún problema de seca en varias zonas del país. “Si bien esto no le pega directamente al negocio del corral, porque se sigue desarrollando muy bien con seca, los stocks de fibras en los campos se han visto menguados”, comentó.

De todos modos, admitió que estos problemas no tienen una relación directa con el negocio en sí mismo y, por eso, no hubo demasiados cambios con relación al año anterior. “Cuando comenzamos el año no teníamos ni idea de que todo esto iba a pasar. Se encerraron los ganados, como lo permitían los negocios proyectados, y fueron más o menos las mismas cantidades que en 2019”, explicó.

Al analizar la faena de animales de corral durante este ejercicio, Pastorini señaló que, si bien hubo un aumento en el número de cabezas, fue apenas superior al de 2019, entre 1% y 2%. Sin embargo, al considerar su participación en la faena total, se observa un incremento, en términos relativos, ya que la actividad industrial cayó 12% frente al año anterior.

El director técnico de Agrifirm también destacó la agilidad de la industria para buscar mercados alternativos cuando Europa no estuvo comprando. Así fue que parte de la producción se faenó con la certificación kosher, para colocar la carne en esos mercados, y otro tanto se comercializó a China.

“La industria estuvo ágil en la colocación de la carne de esos ganados, y probablemente le haya pasado muy mal, porque tenían previstos negocios que luego se afectaron”, comentó.

Pero esos contratiempos en los mercados también impactaron en los días de encierro. “En algunos lugares los ganados estuvieron más tiempo encerrados que en otros, pero en el global hubo unos 15 días más de corral. Lo normal son unos 105 o 110 días, y en este caso estuvieron 136 días”, informó.

Margen del negocio

En una comparación interanual, los márgenes de 2020 fueron cayendo con respecto al año anterior y al promedio de los últimos tres años, pero el resultado del negocio “fue razonable”, confirmó Pastorini.

Señaló que “hubo un momento peligroso, en el tercer trimestre, cuando venían subiendo juntos los precios del ganado gordo y de la reposición, y el precio de la comida venía más o menos estable. Pero después el precio del ganado gordo empezó a caer, y hubo cierto retraso en la alineación de los precios de la reposición. Eso hizo que una de las patas importantes del negocio, que es la compraventa, estuviera un poco más incierta y se corrieran más riesgos”.

Pero señaló que, “como en ese momento el precio de la comida aún no había subido, el margen de la alimentación fue positivo, y salvó ese margen rojo de la compraventa”.

En ese tercer trimestre del año, “el margen por cabeza quedó en unos US$ 10, fue casi un empate técnico, algunos casos quedaron por debajo de la línea de flotación y otros por arriba, con un escaso margen. La diferencia estuvo en quien pudo comprar la comida a un mejor precio”, informó.

En los demás ciclos hubo márgenes que consideró “interesantes”, con rentabilidades de “8% o 9% por ciclo. Fueron peores que el año pasado, pero razonablemente buenos”.

El margen del negocio en el primero y segundo trimestre fue de algo más de US$ 90 por cabeza, ya que esos ganados tuvieron como destino los negocios de la cuota 481, “que estaban pactados y que se respetaron. El tercero fue el más complicado”, sostuvo.

Según la información de Agrifirm, en 2020 el margen promedio del negocio de los corrales de engorde fue de U$S 80 por cabeza, y en 2019 el promedio se ubicó en U$S 108 por cabeza.

Pastorini planteó que los últimos tres años no fueron típicos, porque “la carne alcanzó un buen valor, el precio del dólar fue bueno, y la comida tuvo valores razonables”.

Perspectivas para 2021

Pastorini planteó que lo principal a tener en cuenta para el próximo año es “una relación compra-venta favorable, y un margen de alimentación negativo, al menos en este primer trimestre. Más adelante veremos cómo se define la zafra de granos de verano, que es la que establece los precios de las comidas en los trimestres siguientes”.

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“Sudamérica debe ver en la agroindustria y en la producción el agregado de valor”, dijo Aracre de Syngenta

By Vanessa Falero,

Antonio Aracre, director de Syngenta para Latinoamérica Sur, señaló que la producción de alimentos ha demostrado ser una de las actividades mejor preparadas para enfrentar una situación de pandemia como la actual

Antonio Aracre, director de Syngenta para Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia, señaló en una entrevista con VERDE, vía Zoom, que lo ocurrido con la compañía es reflejo del “constante devenir de las empresas, que evolucionan y se adaptan a la realidad del mercado y del mundo. Es todo muy promisorio”.

Syngenta tiene su origen en Suiza, y fue adquirida por ChemChina en 2017, por US$ 43.000 millones. En enero de 2020 se anunció la creación del Grupo Syngenta, luego de la fusión de la división agro de las compañías estatales chinas Sinochem y ChemChina.

En su página web señala que el Grupo Syngenta, ahora de capitales chinos, tiene sede en Suiza, y cuenta con cuatro unidades de negocios: Syngenta Crop Protection, con sede en Suiza; Syngenta Seeds, con sede en Estados Unidos; ADAMA, con sede en Israel; y Syngenta Group China, con sede en China.

Las ventas de Grupo Syngenta durante los primeros nueve meses del año 2020 llegaron a US$ 17.400 millones, mostrando un aumento de 3% frente al mismo periodo del año precedente. En 2019 había tenido ventas por US$ 23.216 millones. En la actualidad es unas las principales compañías del agronegocio a nivel global.

Aracre indicó que “cuando ves que las cosas se empiezan a concretar, te entusiasman e inspiran, porque pasan del orden aspiracional a convertirse en objetivos concretos, y resulta muy motivante para todas las partes involucradas”.

Describió el proceso de inversiones de la compañía a nivel regional que se focaliza en el área de semillas y, a la vez, destacó el trabajo en investigación y desarrollo (I+D), que se realiza en la región, tanto en semillas como agroquímicos, que demandan una inversión anual que supera los US$ 30 millones.

En otro de los puntos destacados de esta entrevista, Aracre sostuvo que en Sudamérica “hemos sido bendecidos con tantos recursos naturales, de todo tipo, que a veces nos conformamos, y no hacemos un esfuerzo adicional para imprimirle otro costado de desarrollo a estos recursos”.

¿Cómo está la compañía después de los cambios concretados en los últimos años y la creación del Grupo Syngenta?

Fue un proceso de cambio evolutivo, que se viene dando desde los últimos tres o cuatro años, desde la adquisición de Syngenta por parte de ChemChina. En ese constante devenir, propio de las empresas que evolucionan, y se adaptan a la realidad del mercado y del mundo. Es todo muy promisorio. Cuando ocurrió esto de la compra hace cuatro años, decíamos que sería estupendo contar con un portafolio más amplio, con una producción sumamente eficiente de las plantas, probablemente de las más eficaces del mundo en lograr costos competitivos en China, y a la vez poder conectar el mundo de los grandes compradores de granos con los grandes vendedores de commodities en la región. Pero lo veíamos más como algo aspiracional, o sea que podría significar una sinergia. Sin embargo, cuando ves que las cosas se empiezan a concretar, te entusiasman e inspiran, porque pasan del orden aspiracional a convertirse en objetivos concretos, y resulta muy motivante para todas las partes que están involucradas.

¿Eso qué implicó para la compañía?

Permitió tener una producción eficiente, en grandes plantas distribuidas en el mundo, pero fundamentalmente en China e India. Son muchos ingredientes activos que se producen de manera muy eficiente y competitiva, a los que tenemos acceso inmediato. Por otro lado, los contactos con los compradores de granos, que nos permiten actuar como enlace entre nuestros clientes, que son los productores, y evitar esa intermediación, que genera costos para ambas puntas. Con lo cual ahora los productores podrán tener acceso a números más competitivos en las operaciones de canje, de insumos por granos.

¿Cómo vienen evolucionando las cifras de la compañía?

Todavía no tenemos las cifras globales del año 2020, porque se conocerán sobre febrero, pero en Argentina esperamos un crecimiento significativo en ventas, cercano al 30%.

¿Cuál es el objetivo de las inversiones que vienen realizando?

Una de las cosas que comentaba cuando realizamos el acto en nuestra planta de semillas de Venado Tuerto (Santa Fé, Argentina), cuando fue el presidente (argentino Alberto Fernández), es que a veces hay una sobrevaloración de las inversiones en activos fijos. Anunciamos la inversión de US$ 25 millones en la remodelación de las dos plantas que tenemos, para aumentar la capacidad de producción de híbridos de maíz y girasol. Pero quizás haya una subvaloración de las inversiones que realizamos todos los años en I+D, en innovación, que son más de US$ 30 millones. Eso no se ve en una obra, pero sí en los técnicos, en los científicos, en los agrónomos que realizan actividades a campo, que descubren nuevas moléculas, verifican procesos nuevos para estar más cerca del cliente, ven qué productos funcionan mejor frente a una plaga u otra, en una localidad o en otra. A eso los contadores lo llaman gastos de I+D en lugar de inversión, y creo que es un gran error verlo de esa manera.

¿Cuánto juega todo eso en la agricultura de hoy, teniendo en cuenta las demandas existentes?

Mucho, porque la tecnología es la respuesta a la demanda creciente de una producción más sustentable. Imagino en un futuro, no muy lejano, que sobre los campos volarán drones, que en función de las imágenes satelitales recorrerán aquellas plantas que ameriten un tratamiento y una dosis específica de algún producto, para poder seguir desarrollándose adecuadamente. En vez de las clásicas avionetas realizando las aplicaciones masivas, como conocemos hoy. Todo eso por la investigación, la innovación y la tecnología.

¿Cómo se adapta Syngenta a todo esto?

Creo que estas cosas son posibles de concretarse en el mediano plazo. Buscamos estar muy cerca del cliente, para entender sus necesidades. Ese es siempre nuestro móvil, escuchar al cliente y brindar permanentemente soluciones que mejoren su productividad. La otra es estar cerca de la sociedad y escucharla mucho, porque también tiene sus demandas, dudas y cuestionamientos. Sobre todo los más jóvenes, que nos interpelan, y nos hacen buscar permanentemente procesos más seguros, sustentables, tecnologías más limpias. Me gusta la palabra sustentable, porque la sustentabilidad es un concepto más holístico y abarcativo, que mira el cuidado del medio ambiente, la huella de carbono, las personas, el trabajo, el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Entonces, si miramos una sola parte de la ecuación, nos puede quedar desenganchada la otra parte.

¿Cómo enfrentan los cuestionamientos que van creciendo en parte de la sociedad?

En primer lugar está el debate constructivo, porque hay mucho relato y mito, cuando se construyen cosas en el imaginario popular, que no son correctas. Tradicionalmente nuestra industria ha estado lejos de esos debates constructivos, se ha manifestado más dentro del terreno de la ciencia o en el mismo campo, en un conversatorio endogámico, que no trasciende ni permea al resto de la sociedad. Hay que sentarse a dialogar, escuchar y construir un nuevo concepto, para que todo el mundo sepa que los productos que vendemos pasan por muchísimos años de estudio de distintos entes regulatorios, que los estudian profundamente y, cuando los aprueban, es porque saben exactamente lo que están haciendo. La segunda cosa es invertir mucho en tecnologías nuevas, que permitan lograr los mismos o mejores resultados de productividad. Porque el mundo va a comer cada vez más, hay más gente que se incorpora a una dieta proteica todos los años y hay crecimiento demográfico. Entonces, ese incremento productivo debe hacerse de una manera sustentable, para que el planeta no sufra.

¿Cómo cree que el sector debe comunicar todo esto?

Hay una cuestión evitativa, que no comprendo ni comparto. A todos nos han educado para ser muy eficientes, para mirar los aspectos económicos, para entender la eficiencia en los procesos de producción, y por ahí no nos sentimos tan cómodos en el debate, en el intercambio de ideas, frente a personas que tienen una manera de pensar distinta, y que en muchos casos nos interpelan, con cuestionamientos que en muchos casos son válidos. Me parece que no hay que tenerle miedo a eso, y hay que hacerlo bien, con respeto y humildad. En ese contexto se pueden construir acuerdos de consensos valiosos; no así en un contexto de agresión, donde la gente no se sienta a escuchar al otro sino a rebatir los argumentos, así se construye poco.

¿Cómo es el relacionamiento del sector privado con quienes toman decisiones políticas?

No hay muchos secretos. Es tratar de golpear puertas, ir con la voluntad de escuchar a la otra parte, prepararse bien para expresar cuáles son las oportunidades y las amenazas. Generalmente los altos funcionarios tienen poco tiempo, y uno tiene que aprovechar esas ventanitas de oportunidad para poder transmitir un mensaje que los inspire a seguir escuchando. Es un ejercicio que me parece valioso, que vale la pena y que hay que esforzarse para hacerlo.

¿Qué oportunidades ve para la agricultura de esta región?

Todas. Sudamérica, con Brasil a la cabeza, pero también con Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile y Bolivia, debe ver en la agroindustria y en la producción el agregado de valor. Como las carnes de alto valor, donde Uruguay tiene una trayectoria enorme. Para suministrar al mundo, no solo granos sino también productos con valor agregado, a partir de esos granos que sabemos producir de una manera muy eficiente y competitiva. Si no vemos ahí un futuro de desarrollo sostenible, no sé dónde lo veríamos. Hay otras oportunidades, como los servicios financieros, el turismo, las industrias del conocimiento. Pero también en las industrias del conocimiento pesan cosas que tienen mucho que ver con el campo, como la biotecnología, la edición génica, la agricultura de precisión. ¿Cómo no nos vamos a entusiasmar en Sudamérica con el campo si hemos sido bendecidos con la naturaleza? Lo único que tenemos que hacer es agregarle cabeza para poder sacar lo mejor de eso.

¿Y cuál es la principal limitante para capturar esa oportunidad con mayor velocidad?

Cuando Dios te bendice con un don, que es bastante autosuficiente en tu supervivencia, tenés que hacer mucho trabajo consciente para ver las oportunidades que además estás dejando de lado. Y en Sudamérica hemos sido bendecidos con tantos recursos naturales, de todo tipo, que a veces nos conformamos, y no hacemos un esfuerzo adicional para imprimirle otro costado de desarrollo a todos estos recursos. En cambio, otros países, como Japón, que no han sido tan bendecidos por la naturaleza, han tenido que realizar esfuerzos mucho más notables para desarrollar posibilidades de trabajo. Quizás les ha costado más trabajo pero les ha valido la pena, y quizás fue el estímulo que necesitaban para hacerlo.

¿Cuánto incidió la pandemia en la compañía a nivel global?

Creo que lo hemos podido manejar muy bien. En todos los países del mundo hemos sido una actividad esencial durante esta pandemia, y eso nos ha permitido seguir trabajando en los procesos que requerían de esa presencialidad, como la producción, la logística y algunas actividades de investigación. La producción de alimentos es de las pocas actividades que estuvo a la altura de las circunstancias. Quedó demostrado que es de las actividades mejor preparadas para enfrentar una situación de esta magnitud. En nuestro caso, y en líneas generales, no tuvimos falta de disponibilidad de productos y de materia prima en ninguna parte del mundo. Indudablemente hubo cuestiones que nos pusieron muchos desafíos, circunstancias de brotes en algunas plantas que quedaban inhabilitadas y teníamos que buscar alternativas, pero no pasó nada que no hayamos podido salvar y solucionar. Vimos que las personas se quedaron más en sus casas. La gente cocinó más, comió más, y eso hace que se vea una demanda sólida de alimentos en el mundo; por eso los precios de los principales commodities están muy bien, han crecido significativamente.

¿Qué tendencias tiene la producción de fitosanitarios? ¿Qué pasa con los productos biológicos?

Es una tendencia que vino para quedarse, los productos biológicos seguirán creciendo, en la medida que los frutos de la I+D demuestren su eficacia. El productor está dispuesto a abrazar las mejores tecnologías para producir, pero hay un tema de eficacia que es importante, y hay una curva de aprendizaje en eso, todavía no estamos en la madurez. Seguramente ocuparán un espacio mucho más significativo que el que tienen hoy, en los próximos 10 o 20 años, pero los fitosanitarios seguirán contribuyendo al proceso de desarrollo de la agroindustria en la región.

¿Cuánto invierte Syngenta a nivel global en rubros como la investigación y el desarrollo de productos?

Invierte entre 7% y 10% de las ventas, y se apunta a la innovación tanto en semillas como en agroquímicos.

¿Qué está proyectando la compañía pensando en su actividad de los próximos años?

Creo que la agricultura va a cambiar mucho, producto de la digitalización y de la precisión, que nos permitirán una verdadera revolución en la manera en que producimos en el campo, no tanto en lo que se produce sino cómo se produce. Se trabaja mucho para que esa revolución sea sustentable desde todo punto de vista, no solo en el cuidado del medio ambiente, sino también en la generación de nuevos trabajos, para que los jóvenes puedan inspirarse en el futuro del sector.

¿Vale la pena quedarse en el sector?

Sin dudas.

¿En qué consiste el acuerdo Syngenta-Sinograin?

Es un convenio para Argentina, Uruguay y Brasil, por el cual se comprometen a comprar una cantidad muy importante de soja en 2021, que irá evolucionando en los próximos años, para darle cabida a otros granos, que nos permita incluso seguir creciendo en ese proceso de desarrollo conjunto con China.

¿Hacia dónde apunta el negocio de semillas de la compañía con sus diferentes marcas?

Hacia los cultivos más relevantes en cada país y con fuerte trabajo en I+D. En Argentina el maíz es el cultivo más desarrollado desde el punto de vista tecnológico para las empresas de semillas, pero por supuesto que también son importantes la soja, el girasol y el trigo. En Brasil la soja es también muy importante. Hay un reconocimiento de la propiedad intelectual, que hace que el mercado tenga mucho más valor que en Argentina, donde el tema de la propiedad intelectual sigue siendo una asignatura pendiente. En Uruguay, maíz, soja, trigo y esperemos que se concrete con fuerza el retorno del girasol.

TARJETA PERSONAL

Antonio Aracre tiene 51 años, es argentino, contador público egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA). En la actualidad es director general de Syngenta para Latinoamérica Sur. Anteriormente en la compañía se desempeñó como director regional de Semillas para Latinoamérica, y antes fue gerente de Semillas en Argentina. En 2012 obtuvo el premio a la trayectoria profesional de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.


Revista VERDE Nº 90

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