Certificación de predios ganaderos para adelantarse a la demanda

By Cristina Fumero,

Los consumidores de los mercados de alto valor, a los que apunta Uruguay, son cada vez más exigentes en aspectos vinculados a la inocuidad, sustentabilidad y bienestar animal

Los consumidores de los mercados más exigentes suelen ser los que están a la vanguardia en la demanda de distintas certificaciones vinculadas con la inocuidad, la sustentabilidad ambiental, el respeto a las normas laborales y el bienestar animal, entre otras. Algunos países proveedores de alimentos, como Nueva Zelanda, ya recorren el camino de la certificación, para demostrar que sus productos respetan todos estos aspectos, y hay quienes sostienen que Uruguay no puede quedarse atrás.

Patricia Rovella es doctora en medicina veterinaria, trabaja como ejecutiva de negocios, y referente técnica de bienestar animal para la empresa LSQA, un organismo de certificación internacional, que tiene su casa matriz en Uruguay.

Consultada por VERDE sobre este tema, dijo que esos consumidores o nichos de mercado a los que Uruguay apunta y que son muy exigentes, aún no están demandando una certificación concreta, “pero cada vez están cuestionando más cómo se realizan las prácticas de manejo a nivel de campo y de transporte, y ya no solo a nivel industrial”.

“Entiendo que hoy un productor debe empezar a pensar en estos temas. Uruguay ya no puede ser transparente en algunas prácticas a nivel de campo, porque no son las que tiene por ejemplo un competidor como Nueva Zelanda. Allí entran temas técnicos de bienestar animal como la castración, el descorne o el sacrificio de los animales a nivel de campo”, detalló. 

Rovella aseguró que en Uruguay existen “actividades que se realizan en el campo y que no cumplen con los lineamientos de bienestar animal”. Por lo tanto, planteó que Uruguay, como país exportador de carne, “va a tener que empezar a poner estos temas en su agenda, para demostrarle al mundo que está cambiando, porque es lo que los consumidores exigen”.

Señaló, por ejemplo, que Nueva Zelanda ya prohibió la exportación de ganado en pie, “porque esta actividad no está bien vista en términos de bienestar animal”. 

La profesional consideró que “Uruguay tiene mucho para trabajar”, tanto a nivel de campo como institucional, para “generar reglas claras, legislación robusta en términos de bienestar animal, que se cumpla y que se controle. No es solo pensar en la certificación, sino en requisitos reales, que ayuden a los productores a tener reglas claras sobre las prácticas que están prohibidas y las que se permiten, y por qué. Justificaciones técnicas, sólidas, con base científica, en términos de bienestar animal”. 

Afirmó que “todavía hay mucho por mejorar si queremos posicionarnos como un país de referencia en exportación de carne. Hay que cambiar paradigmas, y eso implica un cambio cultural a nivel de campo, que no ocurre de un día para el otro. Eso va a requerir de concientización y capacitación. Los animales ya no se pueden castrar a los seis meses, sin anestesia y sin analgesia; lo mismo el descorne o un animal que se degüella a campo sin previa insensibilización (pérdida de conciencia). Son cosas que están mal, no se pueden permitir y hay que cambiarlas”.

De todos modos, admitió que “esto no quiere decir que todo lo que se está haciendo esté mal. Hemos mejorado mucho con respecto al manejo del ganado con banderas, instalaciones, personal capacitado en los beneficios del adecuado manejo. Pero todavía queda mucho trabajo por realizar si queremos seguir posicionándonos en el mercado internacional de la carne bovina”.

Rovella advirtió que “tenemos que tener cuidado, porque si los consumidores empiezan a hilar fino, y a querer entender cómo se hacen estas prácticas, podríamos poner en riesgo todo nuestro sistema productivo”.

Mencionó experiencias en otros rubros, como en la agricultura, en la lana y hasta en el de gallinas ponedoras. “Los consumidores se preocupan, por ejemplo, de que los huevos provengan de granjas certificadas en bienestar animal. Es el caso de nuestro mercado interno, porque Uruguay prácticamente no exporta huevo fresco”, destacó.

La ejecutiva de negocios de LSQA dijo que “tenemos que ver qué ofrecen nuestros competidores en el mercado, para no quedarnos atrás. Uruguay es un país exportador de carne bovina y no puede quedarse sin escuchar lo que el mundo demanda, porque automáticamente quedamos fuera del mercado”.

Normas nacionales e internacionales

Hay muchas normas internacionales en bienestar animal. El Instituto Nacional de Carnes (INAC) tiene sus propios programas como, por ejemplo, carne natural certificada con reconocimiento del USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos), y también programas específicos de bienestar animal. 

Sobre este último aspecto, INAC desarrolló tres programas: uno a nivel de predio; otro para las empresas de transporte (en Uruguay existen varias empresas transportistas certificadas en bienestar animal con este programa); y otro en plantas frigoríficas.  

Rovella señaló que “en las plantas frigoríficas de Uruguay existen certificaciones en bienestar animal desde hace muchos años”, pero insistió en que “toda la cadena deber estar certificada”, ya que “no basta sólo con demostrarlo en una etapa de la cadena cárnica”. Consideró que “por suerte ahora se suman las empresas de transporte, que son un eslabón fundamental, e indefectiblemente luego seguirá a nivel de campo”

Después, se refirió a otras normas internacionales, como Certified Humane, en la que la empresa Ingleby Farms se certificó el año pasado en ganadería de carne en Uruguay (ver páginas 34 y 35). “Es una norma con requisitos muy exigentes, que abarca todos los temas, desde el nacimiento del animal, incluyendo todas las etapas productivas, hasta el momento del sacrificio”, indicó. 

La integrante de LSQA también dijo que existen otros programas, no específicos de bienestar animal, que refieren a sistemas de producción y que también son certificaciones muy demandadas. Una de ellas es Never Ever (nunca jamás en inglés), que refiere al no uso de antibióticos en toda la vida del animal, porque “cada vez hay más conciencia de que los antibióticos generan problemas de resistencia en la salud humana”. 

“Tenemos que ser muy responsables en el adecuado uso de antibióticos en la ganadería. En Uruguay, afortunadamente, no se usan antibióticos indiscriminadamente en los animales. Solo se usan en situaciones puntuales, cuando un animal está enfermo, cuando lo indica el médico veterinario, y eso es correcto. En estos casos, se debe identificar a los animales que por alguna razón recibieron antibiótico, para que en el momento del embarque a frigorífico sean segregados del resto de la tropa, ya que no serían animales Never Ever”, detalló.

En ese sentido, la doctora remarcó la importancia de tener sistemas de segregación y de trazabilidad muy bien implementados a nivel de campo y que deben mantenerse en las siguientes etapas (transporte y planta).

Sobre Never Ever, dijo que “hay que tener cuidado con los animales en corrales, donde a veces se utiliza monensina en las raciones, como coccidiostático, o coccidicida para controlar diarreas. Dicho uso sería correcto si fuera necesario, pero la monensina también tiene un uso como antibiótico y/o promotor de crecimiento, dependiendo la dosis, y en este caso estaría prohibido para esa certificación”.

Por otra parte, se refirió a otra certificación que también es muy demandada: Grass Fed, que refiere a la alimentación a pasto, que puede ser en el 100% de la vida del animal o en un 80%, dependiendo del programa. 

Rovella puso el ejemplo de Conaprole, que el año pasado desde LSQA realizó una certificación Grass Fed para sus tambos, para demostrar en sus mercados que la leche proviene de animales con dietas basadas en 80% de cosecha directa de pasturas o sus derivados, sin granos.

Certificación lanera

Otra norma es RWS (Estándar de Lana Responsable, por su sigla en inglés), que aplica a ovejas y a la industria textil. “Lo que se busca es garantizar no solo los temas relacionados con el bienestar animal, que son muy exigentes en el manejo de los ovinos a campo, sino también temas de responsabilidad social, en cómo están los trabajadores en el campo, uso del suelo y de la tierra, cuidado del medio ambiente, el manejo de la biodiversidad y la preservación de los recursos naturales”, detalló.

A propósito, indicó que en Uruguay hay muchos campos con certificación RWS, a solicitud de las industrias laneras. “Las industrias laneras que exportan desde Uruguay necesitan demostrar a sus compradores que sus lanas provienen de establecimientos certificados”, señaló. Y agregó que “también existen procedimientos de trazabilidad establecidos, para asegurar el manejo de la lana a nivel de la industria”.

Los consumidores más exigentes

Consultada sobre cuáles son los mercados más exigentes en certificaciones, Rovella respondió que son la Unión Europea y Estados Unidos. Advirtió que “China todavía no lo está pidiendo, pero el mercado asiático se está tornando cada vez más exigente, con más controles. Es un mercado que está creciendo exponencialmente, y puede suceder que en el corto plazo empiece a requerir este tipo de certificaciones”.

Por otra parte, planteó el ejemplo de McDonald´s, que tiene su propio estándar de certificación y se lo exige a todos sus proveedores de restaurantes en todo el mundo. Dicho estándar refiere a la materia prima para hamburguesas, a bienestar animal y a temas relacionados con la inocuidad alimentaria y control de encefalopatía espongiforme bovina (vaca loca) en plantas de faena. “Pero McDonald´s ya quiere ir un paso más adelante, y va a requerir certificaciones a nivel de campo”, comentó. 

La integrante de LSQA insistió en que “los productores deben de estar preparados, porque va a llegar el momento en que el mundo empezará a requerir no solamente la certificación en los frigoríficos, sino en el eslabón anterior de la cadena. Lo que pasó en el rubro ovino con la lana RWS, también sucederá en la ganadería de carne. Los productores tienen que empezar a entender esto, e implementar a nivel de campo los cambios culturales que conllevan estas certificaciones, para que el día que se requiera, rápidamente puedan certificar sus establecimientos agropecuarios y dar garantías a través de una tercera parte independiente de cómo trabajan porteras hacia adentro”.

Sobre LSQA

Desde Uruguay, LSQA gestiona, emite y mantiene todas las acreditaciones necesarias para la emisión de certificados en sus oficinas distribuidas por todo el mundo. Rovella trabaja fundamentalmente en los programas de certificación relacionados con producción primaria e industrias de alimentos.

Los frigoríficos exportadores de Uruguay reciben anualmente auditorías muy exigentes, en aspectos de inocuidad alimentaria, legalidad, autenticidad del producto, calidad, y bienestar animal. 

“Realizo auditorías anuales de bienestar animal en esas plantas, donde básicamente se controlan los aspectos relacionados con la compra y recepción del ganado, la gestión sobre las empresas de transporte, el manejo de los animales en corrales y durante la entrada a cajón, la insensibilización, el degüelle, sangrado, hasta el momento de la muerte. Una vez que el animal muere, termina el sangrado y empiezan las operativas de faena, en ese momento termina la auditoría en bienestar animal en el frigorífico”, detalló. 

LSQA obtuvo recientemente una acreditación para el estándar ISSC, que refiere, en grandes términos, a la sustentabilidad en producción primaria. “Las empresas se preocupan cada vez más por los efectos medioambientales. Acá entran temas como huella de carbono, el uso de recursos naturales, la preservación del suelo, las buenas prácticas agrícolas, entre otros. Es una norma muy exigente, que en LSQA ya podemos ofrecer para la certificación en sistemas agrícolas y su cadena de custodia”, informó.

A continuación, comentó que “hay muchas empresas que ya están trabajando en la implementación de esquemas como este, para demostrar que son sustentables. Esta norma no solamente establece lineamientos sobre cómo deben realizarse las buenas prácticas agrícolas, sino que también deben fijarse indicadores muy estrictos, y se deben realizar monitoreos constantes, que demuestren la mejora continua. Es por ello que una certificación de este tipo ayuda a las organizaciones a ser más rentables y eficientes”.

Rovella planteó que “algo importante es que se tiene que mantener la trazabilidad de los cultivos certificados en todas las etapas de la cadena agroindustrial, algo que en nuestro lenguaje llamamos: certificación de la cadena de custodia. Por lo tanto, la certificación no termina cuando los camiones levantan el cultivo en la chacra, sino que se mantiene en las siguientes etapas”.

Nota de Revista Verde N° 93

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Las fortalezas de una agricultura integrada

By Cristina Fumero,

En zonas de mayor potencial la soja sufrió la seca; y las subas de precios se reflejan en las exportaciones de granos de invierno

La producción de soja en la zafra 2020/21 se ubicaría en torno de los 2 millones de toneladas. El ciclo del cultivo atravesó una situación climática que afectó fundamentalmente a la región que suele elevar la media productiva en Uruguay. En este marco, el asesor y productor Matías Cafaro calculó que el rinde promedio de la oleaginosa estará por debajo de 2.000 kilos por hectárea (kg/ha), más próximo a los 1.800 kg/ha.

Comentó que, exceptuando la zafra 2017/18, cuando la seca se llevó dos terceras partes de la cosecha y el rinde promedio estuvo en 1.100 kg/ha, “es muy difícil recordar zonas de Soriano y Colonia con rindes de 400, 500 o 600 kg/ha de soja”.

En esa línea, Alfonso Álvarez, de Agrofocus, dijo que el rendimiento promedio de soja se ubica por debajo de 2.000 kg/ha, “posiblemente de 1.700 a 1.800 kg/ha”, calculó.

La variabilidad y la heterogeneidad de la cosecha de soja en el ciclo 2020/21, motiva que sea difícil marcar la cifra justa sobre el rendimiento país en este ejercicio. Por eso, habrá que esperar información oficial proporcionada por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA), del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). En la zafra precedente, el rinde país fue de 2.171 kg/ha, en la de 2018/19 fue de 2.928 kg/ha y en 2017/18, cuando hubo una seca importante, fue de 1.214 kg/ha.

En el ciclo 2020/21 se registró una importante suba de precios. La siembra comenzó con valores cercanos a los US$ 320 por tonelada, y en la cosecha lo precios estuvieron por encima de US$ 500, con picos cercanos a los US$ 550 por tonelada. Pero muchos productores comenzaron a vender a precios de entre US$ 340 y US$ 380 por tonelada. Esa situación, sumada a la faltante de kilos, no permitió una total capitalización del escenario de precios, e incluso hubo contratos de ventas que los productores no pudieron cumplir.

Las exportaciones de soja muestran que entre enero y abril de 2021 se exportó 45% menos que hace un año atrás, lo que se explica por el retraso en la cosecha y por la menor producción. El precio de exportación, en tanto, refleja el incremento de los valores en el mercado internacional, y el promedio se establece en US$ 457 por tonelada FOB durante ese periodo, reflejando un aumento de 33% interanual.

Al analizar el momento y marcar las fortalezas del sistema para enfrentar la situación que deja la zafra de soja, Mauricio Oyharzabal, agricultor de la zona de Dolores (Soriano) –una de las más afectadas por la sequía–, destacó a VERDE “la dinámica y el perfil del productor para innovar en tecnología, en diversificar cultivos y rotaciones, en la utilización de las herramientas disponibles, como los seguros de rendimiento y las coberturas de precio”.

Sobre los seguros de rendimiento dijo que se trata de “una herramienta fundamental y es un insumo más dentro de la planificación. Siempre hemos usado las coberturas clásicas y desde hace cuatro años incluimos el seguro de rendimiento, pero esta es la primera vez que lo activamos”.

Oyharzabal dijo que la diversificación de los cultivos es importante, porque impacta favorablemente en el aspecto financiero de la empresa. Este año, “más allá de que fue un verano particularmente seco y todos los cultivos anduvieran por debajo de lo esperado, la rotación amortigua el golpe frente a lo que podría ocurrir en un escenario de más soja y con un sistema sin sustento agronómico”, destacó.

Recordó que en el período de “precios magros de los granos, y más que nada de la soja”, se registró un “rediseño de la cartera productiva de las empresas”. Consideró que eso “es muy bueno desde todo punto de vista. Los suelos empezaron a recibir otro tipo de rotación y manejo. Apareció el maíz de segunda y el sorgo en el plan de siembra, en áreas importantes; y el año pasado arrancó el girasol, aunque en un área menor. Ese ajuste en la rotación le ha bajado el riesgo al maíz, al disminuir el área de primera”. 

Se estima que la superficie de cultivos de invierno en el ejercicio agrícola 2021/22 superará las 600.000 hectáreas (ver VERDE N° 92). Oyharzabal destacó que en invierno, “aumentó el área de colza, y el abanico se amplió. Ahora hay trigo, cebada, avena, y la colza está afianzada en la rotación de invierno. Todo esto le ha ganado espacio a los cultivos de cobertura”. 

 “En nuestra empresa estamos convencidos de que el sistema debe funcionar dentro de las tolerancias agronómicas correctas y mantener el mayor régimen productivo en los campos. Con la rotación correcta, pero siempre tratando de hacer un cultivo de invierno. Tenemos un alto porcentaje de cultivos de segunda. Esa intensidad es una fortaleza del sistema y nos permite tener una revancha rápida, diluir costos que Uruguay son altos, ya sea de cultivos, estructura, logísticos y de rentas. Nos brinda la posibilidad de mantener la máquina marchando”, concluyó Oyharzabal.

Por su parte, Franco Malán, gerente técnico de Cradeco, dijo a VERDE que el sistema agrícola “encontró un nuevo equilibrio”, en función de los valores de los granos luego de la zafra 2014/15 (en torno de U$S 350 para la soja y U$S 170 para el maíz).

En una zona donde el doble cultivo ocupa entre 70% y 80% del área total, “los márgenes agrícolas fueron bajando y los establecimientos de la zona incorporaron una rotación algo distinta a la que se hizo en los momentos de auge de la soja. También se comenzó a rotar con pasturas en los campos de menor aptitud”, señaló, aunque no descartó que “si los precios actuales se mantienen, es probable que vuelvan a la agricultura”.

Agregó que en esa zona de Colonia “la soja de primera nunca fue un cultivo muy atractivo, porque no existe la opción de dejar un campo de soja, hacer un puente verde y que pase nuevamente a soja, como pasó en otras zonas donde hubo una menor intensidad en el uso del suelo”. 

A propósito, agregó que allí la primera opción es el doble cultivo, donde en invierno se hace trigo o cebada y en los últimos años se incorporó la canola. La secuencia de doble cultivo es la que le asegura un máximo retorno al productor”.

Sobre la colza, señaló que hace unos 10 años comenzó a sembrarse “como novedad, a prueba y tímidamente”, pero en los últimos cuatro años “se transformó en una opción válida para el invierno, donde llega a ocupar entre el 20% y 25% del área invernal”. 

Dicho cultivo encuentra su sustento en la diversificación, no solo productiva, sino porque también permite ampliar la ventana de siembra. “La colza se arranca a sembrar más temprano y eso brinda la posibilidad de ir avanzado en fechas óptimas. Antes, cuando no estaba la colza, las siembras de invierno arrancaban a fines de mayo, y si llovía bien. Eso te anulaba la posibilidad de sembrar un área importante en fechas aceptables. El sistema estaba demasiado frágil en ese sentido, porque muchas veces terminábamos sembrando cebada en agosto, por atraso en el cumplimiento de los programas de siembra”, recordó.

Malán también señaló que algo similar ocurre con la cosecha de invierno. Dijo que la colza es un cultivo “muy positivo para que el productor pueda avanzar en siembra o en cosecha con su maquinaria, sin necesidad de contratar servicios. En ese esquema de trabajo es un cultivo que calza muy bien. Incluso, en muchos casos el precio de los productos pasa a tener un plano secundario”. 

“Cuando un grano anda bien, generalmente el resto de los productos acompaña. Pesa más la lógica agronómica y la capacidad operativa y humana de los establecimientos para incorporar cultivos que tengan diferentes fechas de siembra y cosecha, de una forma más prolongada en el tiempo, lo que brinda mayor seguridad de cumplir las tareas en tiempo y forma”.

Agregó que la zona es “históricamente maicera”, pero con el avance de la soja el cereal perdió protagonismo. “Luego del cambio de precios de la oleaginosa, sumado a la necesidad de rotar, el área de maíz empezó a crecer fuerte y de forma sostenida. En los últimos tres años la tasa de crecimiento anual estuvo por encima del 20%”, destacó. 

Allí “el maíz se introduce en planteos de primera, pero también en siembras de segunda. En los últimos años la ecuación ha sido positiva, en términos generales, con márgenes muy competitivos, igualando o incluso en algunas situaciones superando a la soja”.

Reflejo en las exportaciones

El proceso de diversificación en la agricultura, el movimiento de los precios y la buena zafra de invierno se ven reflejados en las exportaciones del primer cuatrimestre del corriente año. En el caso particular del trigo, el volumen exportado ascendió de 78.000 a 328.000 toneladas, y el precio FOB se incrementó 21%, pasando de US$ 208 a US$ 252 por tonelada, según datos de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA) del MGAP.

Los principales destinos fueron: Argelia (38%) –reapareció como destino– y Brasil (34%), seguidos por Egipto, Mauritania y Chile, con participaciones que rondan el 7% cada uno.

OPYPA informó que en el caso de la cebada grano, se multiplicó por más de cinco, alcanzando las 153.000 toneladas, un registro histórico. El precio FOB por tonelada se incrementó de US$ 179 a US$ 276, y las exportaciones totalizaron US$ 42 millones. 

Por primera vez aparece China como destino, a donde se dirige 36% del volumen de cebada exportada, aunque a un precio unitario 42% inferior al recibido por las exportaciones con destino Brasil. 

El volumen de malta exportada mantuvo un registro similar al del cuatrimestre del año anterior, en torno de 78.000 toneladas, incrementándose 8% el valor FOB de la tonelada exportada, que pasó de US$ 523 a US$ 565. El 82% del volumen exportado tuvo como destino Brasil, 11% fue a Paraguay y el restante 7% tuvo como destino Argentina, Bolivia y Perú.

OPYPA destaca que la duplicación del área sembrada de colza durante el invierno 2020 permitió el incremento de las exportaciones valor FOB de crucíferas, de US$ 20 a US$ 60 millones. El precio medio de la tonelada creció 6%, pasando de US$ 413 a US$ 438, y el volumen exportado alcanzó a 135.000 toneladas, frente a las 47.000 exportadas en el primer cuatrimestre de 2020. El 97% del volumen exportado tuvo como destino Europa (Reino Unido y Francia) y el restante 4% se exportó a Estados Unidos. 

Además, OPYPA señaló que en 2020 las exportaciones de arroz presentaron un comportamiento diferente al de años anteriores debido al efecto de la pandemia provocada por el COVID-19. 

Hacia fines de 2020 ya se había vendido prácticamente todo el saldo exportable de la zafra 2019/20, quedando uno de los menores stocks de los últimos años para exportar en los primeros meses del año 2021. 

Otro efecto fue el incremento de los precios de exportación, después de varios años, a partir del primer semestre de 2020, cuando el precio de la mayor parte de los granos había caído. 

Si se comparan las exportaciones en valor y volumen en el período enero-abril 2021 respecto a un año atrás, se observa que a pesar del incremento de 25% del valor que pasó de US$ 409 a US$ 512 por tonelada, el volumen exportado descendió 31%. 

Esto se debió, en parte, a que el saldo exportable de la zafra 2019/20 fue de los menores de los últimos años (alrededor de 62.000 toneladas base cáscara), debiéndose esperar el ingreso de grano de la nueva cosecha para cumplir con los negocios de exportación. 

Los principales destinos de las exportaciones de arroz durante el primer cuatrimestre del año fueron Irak, Perú, Brasil y México. Se destaca que los precios promedio pagados por Perú e Irak resultan 21% y 11% superiores al promedio del año 2020, respectivamente.

Los beneficios de la rotación arroz-soja

“Hoy no nos vemos haciendo arroz sin soja”, dijo a VERDE el productor agrícola-ganadero Fernando Rizzo, que produce en el establecimiento La Catumbera, ubicado en el departamento de Treinta y Tres, sobre el río Tacuarí y la laguna Merín. 

El productor comentó que la empresa  inició con el arroz y en el año 2007 se introdujo la ganadería. En 2008 arrancó a sembrar soja por los precios, y “luego vimos que calzaba perfecto en la rotación”. Desde esa fecha se mantiene en el sistema, ocupando unas 2.000 hectáreas, donde una parte se rota con arroz, y “eso nos viabiliza el rastrojo, el manejo del campo y sembrar en fecha”. Además, “permite bajar los costos del arroz, entre US$ 200 y US$ 300, dependiendo del año”, sostuvo. 

La soja también rota con praderas y raigrás, “lo que aporta una ganadería muy interesante”, dijo el productor de la zona Este.

En La Catumbera el área de arroz oscila en las 1.000 hectáreas, mientras que las pasturas y verdeos son unas 500 hectáreas. “La ganadería en verano tiene disponible los campos bajos, costeros del río Tacuarí, que en invierno generalmente se pierden. Por eso, en invierno vuelve al raigrás y a las praderas. Hacemos cría y puntualmente alguna invernada de vaquillonas. Estamos por arriba del 85% de preñez en un rodeo de 600 vacas. Esos campos bajos nos permiten hacer una muy buena cría en verano”, afirmó.

Rizzo dijo que “la productividad del arroz ha venido mejorando, producto del ajuste en el manejo y las nuevas variedades». Ya en soja, “somos más dependientes de las lluvias. Si en 15 días no llueve tenemos una seca y también están los excesos”, explicó el agricultor.

Agregó que “la soja se hace en campos con menos de 1% de pendiente. Hay varios niveles de sistematización para sacar el agua de la chacra y con la misma sistematización del arroz teníamos previsto comenzar a regar, pero este año llovieron 500 milímetros en 20 días. El cultivo de soja con este sistema viene mejorando, pero todavía hay mucho más por mejorar”.

Rizzo concluyó que “tenemos la posibilidad de manejar todo el campo y hoy no nos vemos haciendo arroz sin soja, porque viabiliza al sistema y cuando sube el precio, aporta otro plus”.

Invertir para diversificar e intensificar

Walter Hugo Abelenda es reconocido por su actividad de rematador y consignatario de ganado, pero también es productor ganadero-agrícola, con una fuerte incorporación de tecnología.

La diversificación productiva es fundamental en un escenario de inestabilidad constante en materia de valores, sumado a lo que implica la producción a cielo abierto. “Incorporé la agricultura al establecimiento, con el objetivo de incrementar la producción de carne. En 1997, con un grupo de productores de la zona formamos el grupo CREA Ganaderos de Florida. A partir de ahí, y con la incorporación de un agrónomo muy afín a la agricultura, comenzamos un proceso de reconversión incluyendo la agricultura como un rubro con mayor presencia en la economía de la explotación”, explicó Abelenda. 

En la actualidad, en su establecimiento ubicado en Florida, cuenta con tres equipos de riego, que los utiliza fundamentalmente para la producción de maíz. “Regamos 30% del área dedicada exclusivamente a la agricultura, luego de cosechado el maíz, normalmente hacemos un puente verde con avena negra a la que últimamente le incorporamos vicia. El resto del área es 40% pradera (achicoria, lotus y festuca) y verdeos, y el resto campo natural mejorado con rincón y macu”, comentó. 

Este año, con riego, obtuvo más de 10.000 kilos por hectárea de maíz (base seco), y casi 40 toneladas por hectárea de maíz planta entera. Comentó que, al cosechar el maíz “estuvimos a punto de venderlo, porque valía mucho” y el negocio del corral no era claro, sin embargo, optó por seguir con el sistema.

Abelenda encierra ganado para terminación y envío a faena, y ganados de recría. “Compramos terneros y terneras, fundamentalmente, y les enseñamos a comer, lo que nos permite bajar la carga en invierno, para arrancar temprano la primavera, soltando los ganados del corral. También tenemos algunas ovejas para sacar corderos, pero sobre todo para el control de senecio en algunos campos”, dijo.

Destacó que este año la soja, a pesar de hacerla en secano, rindió casi 2.200 kilos de promedio. Informó que la de segunda igualó e incluso superó el rendimiento de la de segunda. “Vendimos una parte a US$ 420 por tonelada, nos pareció buen precio, y luego ya con las cartas vistas de lo que íbamos a producir acompañamos el mercado y seguimos vendiendo a US$ 500, US$ 550 y el saldo a US$ 544”, informó. 

Explicó que, cuando pudo comprar campo lo hizo, pero después optó por invertir sus ahorros porteras adentro, haciendo praderas y corrales (feedlot).

Por último, comentó que ahora se está sembrando cebada para utilizarla en los corrales, sembrada sobre rastrojo de soja de segunda, y sobre el rastrojo de soja de primera sembró pradera. El año anterior hizo trigo, con un resultado muy positivo gracias al clima. Además, señaló que la producción de carne por hectárea ganadera en los últimos 10 años estuvo promedialmente en el entorno de los 300 kilos.

Nota de Revista Verde N°93

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Los contratistas agrícolas lograron achicar deudas, pero precisan renovar la maquinaria, según Rostán

By Cristina Fumero,

En el tramo final de la cosecha de soja la evaluación indica que fue “un año raro y distinto”, considerando que por condiciones climáticas, fecha de siembra y variedad llegó a coincidir el momento de la trilla de la soja de primera con la de segunda.

Así lo señaló el presidente de la Cámara de Servicios Agropecuarios, Edgardo Rostán, el martes 25 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.com.uy.

Dijo que fue una zafra sojera de poco rinde, sin problemas de humedad y por eso fue muy rápida de levantar. “Las cosechadoras iban con un velocidad más alta de lo normal y al haber poco rinde siempre tuvieron siempre trabajando porque no hubo problemas con los camiones”.

Rostán comentó que el sector de los contratistas está bien, lo que quedó demostrado en la operativa desplegada en la reciente campaña de cultivos de verano.

Tras varios años de precios reducidos de los granos y la acumulación de endeudamiento, los prestadores de servicios agropecuarios pudieron “achicar las deudas” y registraron un “relevo generacional”, afirmó.

Se lamentó de la falta de créditos con condiciones acordes a la operativa de las empresas del sector, principalmente para la adquisición de maquinaria agrícola, que es una inversión “muy necesaria”.

Escuche a Edgardo Rostán

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En busca del “equilibrio” genético, la Sociedad de Criadores de Angus desarrolla dos consultorías especiales

By Cristina Fumero,

La Sociedad de Criadores de Aberdeen Angus tiene dos consultoría en curso vinculadas a la mejora genética y a la producción de carne de esa raza. En el primer caso se contrató a un genetista estadounidense y en el otro a un especialista uruguayo, ambos tienen experiencia en realizar investigaciones en esos temas, dijo el presidente de esa gremial, Diego Oribe, el miércoles 26 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.com.uy.

En las EPDs (Diferencias esperadas de progenie) se evalúan nueve características de la raza Angus, que muchas tienen que ver con el crecimiento, la calidad y la cantidad de carne, la idea es poder “agregarle características nuevas que tengan que ver con la parte reproductiva para que el criador y cabañero pueda contar con más información”, explicó.

Destacó que el objetivo es mantener un “equilibrio” entre los datos genéticos relacionados con la reproducción y con la calidad de la carne.

La otra consultoría busca interiorizarse más respecto a quienes están más cerca del mercado, como la industria, los brookers y proveedores de productos.

Trabajar en obtener datos que estén vinculados a lo que les demanda el mercado, para poder incorporarlos como valor agregado a la certificación de la carne, comentó.

Escuche a Diego Oribe

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#verdeLIVE con Juan Radiccioni: “Taranis aporta tecnología innovadora para el agro, con inteligencia artificial”

By Cristina Fumero,

Con el respaldo de Lanafil se posiciona en Uruguay la tecnología Taranis, que comprende una plataforma de soporte técnico para la producción agropecuaria.

“Es una solución innovadora en cuanto a la adopción de tecnología para la explotación del agro y cuenta con varias capacidades que incluyen monitoreo de cultivos con el uso de imágenes satelitales e inteligencia artificial”. Así lo señaló el responsable técnico comercial de Taranis, Juan Ignacio Radiccioni, el viernes 21 en Punto de Equilibrio por Carve y revistaverde.com.uy.

Dijo que dicha tecnología sirve para reconocer malezas, enfermedades, deficiencias, entre otras cosas. La demanda de los servicios de Taranis ha tenido una evolución “creciente”, actualmente enfocada en el desarrollo de la zafra de cultivos de invierno y evaluando los resultados de la zafra de verano pasada, comentó.

Expresó: “Apostamos al productor y su conocimiento para llevar a la práctica con acciones concretas toda la información” generada con la tecnología de la Taranis.

Vea la entrevista completa a Juan Ignacio Radiccioni

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El avión es cada vez menos fumigador y crece en la demanda, dijo Bueno

By Cristina Fumero,

Como reflejo de la agricultura en el campo uruguayo, la actividad de las aplicaciones aéreas de productos fitosanitarios, fertilizantes y semillas se mueve en relación a la producción de granos.

“Es un termómetro de la situación” agrícola en Uruguay, aunque “se trabaja también en ganadería”, dijo el director de Bueno Servicios Aéreos, Oscar Bueno, el martes 18 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.com.uy.

Recordó que “hace unos cuatro años se sintió la crisis” que golpeó al sector y afectó a ese rubro de las aplicaciones, llegando a “reducir el área de actividad a la mitad”.

“Ahora estamos con otra expectativa de trabajo, a partir del protagonismo de los alimentos en la pandemia” Covid-19, señaló.

Ese empresario se refirió a la demanda del servicio de aplicaciones en la actualidad, que este año es similar a la de los anteriores, aunque hay una “mayor predisposición de los productores” a utilizar esa herramienta para realizar dicha tarea agrícola.

“La conciencia de cuidar el medio ambiente está más marcada hoy en comparación con años anteriores”, afirmó.

Dijo que con el avión se reducen los productos fitosanitarios utilizados a la hora de hacer aplicaciones, lo que permite ahorrar en costos.

En el caso de su empresa los fitosanitarios comprenden el 30% de las aplicaciones y el 70% se reparte en fertilizaciones y las siembras aéreas, aclaró.

Bueno señaló que se cree que “el avión es únicamente fumigador”, pero además de fertilizar y sembrar, en los últimos tiempos pasó a ser más utilizado en el “combate de incendios”.

“Para el sector arrocero el avión es imprescindible”, considerando que el cultivo se realiza sobre área irrigada, dijo.

Escuche la entrevista completa a Oscar Bueno

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Tambos registran una situación complicada en el arranque de la lactancia, según Aguerre (Base Pasto)

By Cristina Fumero,

En este año en lo climático “no tenemos mucha queja”, pero sí “está complicado en la producción, en el arranque de la lactancia”, dijo el integrante de la consultora Base Pasto, Martín Aguerre, el martes 18 en el programa Punto de Equilibrio en Carve y revistaverde.com.uy.

Comentó que “hay una combinación de factores”, por un lado “la producción de pasto estuvo por encima de los promedios favorecido por las lluvias, pero en algunas situaciones se llegó tarde a los pastoreos y las avenas que arrancaron con seca no estaban muy arraisadas y se pasaron un poco. Ahora estamos ingresando a pastoreo en pasturas muy frescas”, señaló.

Indicó que “cuando se hace la presupuestación de pasto en teoría daría para que las vacas cosecharan entre 13 y 14 kilos de materia seca, pero el nivel de agua de esas pasturas hace que en la realidad los animales tengan una fuerte limitación en el consumo”.

Se refirió a que “hay buenos niveles de sólidos y lactosas relativamente bajas”, en el entendido de que las vacas están perdiendo estado en algunos casos.

En ese tipo de situaciones los técnicos ajustan los niveles de suplementación, “asegurando una base con el silo y ahí empieza a aparecer un poco más de leche”, explicó.

Escuche a Martín Aguerre

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