Ganadería

Certificación de predios ganaderos para adelantarse a la demanda

10 de junio de 2021

Los consumidores de los mercados de alto valor, a los que apunta Uruguay, son cada vez más exigentes en aspectos vinculados a la inocuidad, sustentabilidad y bienestar animal

Los consumidores de los mercados más exigentes suelen ser los que están a la vanguardia en la demanda de distintas certificaciones vinculadas con la inocuidad, la sustentabilidad ambiental, el respeto a las normas laborales y el bienestar animal, entre otras. Algunos países proveedores de alimentos, como Nueva Zelanda, ya recorren el camino de la certificación, para demostrar que sus productos respetan todos estos aspectos, y hay quienes sostienen que Uruguay no puede quedarse atrás.

Patricia Rovella es doctora en medicina veterinaria, trabaja como ejecutiva de negocios, y referente técnica de bienestar animal para la empresa LSQA, un organismo de certificación internacional, que tiene su casa matriz en Uruguay.

Consultada por VERDE sobre este tema, dijo que esos consumidores o nichos de mercado a los que Uruguay apunta y que son muy exigentes, aún no están demandando una certificación concreta, “pero cada vez están cuestionando más cómo se realizan las prácticas de manejo a nivel de campo y de transporte, y ya no solo a nivel industrial”.

“Entiendo que hoy un productor debe empezar a pensar en estos temas. Uruguay ya no puede ser transparente en algunas prácticas a nivel de campo, porque no son las que tiene por ejemplo un competidor como Nueva Zelanda. Allí entran temas técnicos de bienestar animal como la castración, el descorne o el sacrificio de los animales a nivel de campo”, detalló. 

Rovella aseguró que en Uruguay existen “actividades que se realizan en el campo y que no cumplen con los lineamientos de bienestar animal”. Por lo tanto, planteó que Uruguay, como país exportador de carne, “va a tener que empezar a poner estos temas en su agenda, para demostrarle al mundo que está cambiando, porque es lo que los consumidores exigen”.

Señaló, por ejemplo, que Nueva Zelanda ya prohibió la exportación de ganado en pie, “porque esta actividad no está bien vista en términos de bienestar animal”. 

La profesional consideró que “Uruguay tiene mucho para trabajar”, tanto a nivel de campo como institucional, para “generar reglas claras, legislación robusta en términos de bienestar animal, que se cumpla y que se controle. No es solo pensar en la certificación, sino en requisitos reales, que ayuden a los productores a tener reglas claras sobre las prácticas que están prohibidas y las que se permiten, y por qué. Justificaciones técnicas, sólidas, con base científica, en términos de bienestar animal”. 

Afirmó que “todavía hay mucho por mejorar si queremos posicionarnos como un país de referencia en exportación de carne. Hay que cambiar paradigmas, y eso implica un cambio cultural a nivel de campo, que no ocurre de un día para el otro. Eso va a requerir de concientización y capacitación. Los animales ya no se pueden castrar a los seis meses, sin anestesia y sin analgesia; lo mismo el descorne o un animal que se degüella a campo sin previa insensibilización (pérdida de conciencia). Son cosas que están mal, no se pueden permitir y hay que cambiarlas”.

De todos modos, admitió que “esto no quiere decir que todo lo que se está haciendo esté mal. Hemos mejorado mucho con respecto al manejo del ganado con banderas, instalaciones, personal capacitado en los beneficios del adecuado manejo. Pero todavía queda mucho trabajo por realizar si queremos seguir posicionándonos en el mercado internacional de la carne bovina”.

Rovella advirtió que “tenemos que tener cuidado, porque si los consumidores empiezan a hilar fino, y a querer entender cómo se hacen estas prácticas, podríamos poner en riesgo todo nuestro sistema productivo”.

Mencionó experiencias en otros rubros, como en la agricultura, en la lana y hasta en el de gallinas ponedoras. “Los consumidores se preocupan, por ejemplo, de que los huevos provengan de granjas certificadas en bienestar animal. Es el caso de nuestro mercado interno, porque Uruguay prácticamente no exporta huevo fresco”, destacó.

La ejecutiva de negocios de LSQA dijo que “tenemos que ver qué ofrecen nuestros competidores en el mercado, para no quedarnos atrás. Uruguay es un país exportador de carne bovina y no puede quedarse sin escuchar lo que el mundo demanda, porque automáticamente quedamos fuera del mercado”.

Normas nacionales e internacionales

Hay muchas normas internacionales en bienestar animal. El Instituto Nacional de Carnes (INAC) tiene sus propios programas como, por ejemplo, carne natural certificada con reconocimiento del USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos), y también programas específicos de bienestar animal. 

Sobre este último aspecto, INAC desarrolló tres programas: uno a nivel de predio; otro para las empresas de transporte (en Uruguay existen varias empresas transportistas certificadas en bienestar animal con este programa); y otro en plantas frigoríficas.  

Rovella señaló que “en las plantas frigoríficas de Uruguay existen certificaciones en bienestar animal desde hace muchos años”, pero insistió en que “toda la cadena deber estar certificada”, ya que “no basta sólo con demostrarlo en una etapa de la cadena cárnica”. Consideró que “por suerte ahora se suman las empresas de transporte, que son un eslabón fundamental, e indefectiblemente luego seguirá a nivel de campo”

Después, se refirió a otras normas internacionales, como Certified Humane, en la que la empresa Ingleby Farms se certificó el año pasado en ganadería de carne en Uruguay (ver páginas 34 y 35). “Es una norma con requisitos muy exigentes, que abarca todos los temas, desde el nacimiento del animal, incluyendo todas las etapas productivas, hasta el momento del sacrificio”, indicó. 

La integrante de LSQA también dijo que existen otros programas, no específicos de bienestar animal, que refieren a sistemas de producción y que también son certificaciones muy demandadas. Una de ellas es Never Ever (nunca jamás en inglés), que refiere al no uso de antibióticos en toda la vida del animal, porque “cada vez hay más conciencia de que los antibióticos generan problemas de resistencia en la salud humana”. 

“Tenemos que ser muy responsables en el adecuado uso de antibióticos en la ganadería. En Uruguay, afortunadamente, no se usan antibióticos indiscriminadamente en los animales. Solo se usan en situaciones puntuales, cuando un animal está enfermo, cuando lo indica el médico veterinario, y eso es correcto. En estos casos, se debe identificar a los animales que por alguna razón recibieron antibiótico, para que en el momento del embarque a frigorífico sean segregados del resto de la tropa, ya que no serían animales Never Ever”, detalló.

En ese sentido, la doctora remarcó la importancia de tener sistemas de segregación y de trazabilidad muy bien implementados a nivel de campo y que deben mantenerse en las siguientes etapas (transporte y planta).

Sobre Never Ever, dijo que “hay que tener cuidado con los animales en corrales, donde a veces se utiliza monensina en las raciones, como coccidiostático, o coccidicida para controlar diarreas. Dicho uso sería correcto si fuera necesario, pero la monensina también tiene un uso como antibiótico y/o promotor de crecimiento, dependiendo la dosis, y en este caso estaría prohibido para esa certificación”.

Por otra parte, se refirió a otra certificación que también es muy demandada: Grass Fed, que refiere a la alimentación a pasto, que puede ser en el 100% de la vida del animal o en un 80%, dependiendo del programa. 

Rovella puso el ejemplo de Conaprole, que el año pasado desde LSQA realizó una certificación Grass Fed para sus tambos, para demostrar en sus mercados que la leche proviene de animales con dietas basadas en 80% de cosecha directa de pasturas o sus derivados, sin granos.

Certificación lanera

Otra norma es RWS (Estándar de Lana Responsable, por su sigla en inglés), que aplica a ovejas y a la industria textil. “Lo que se busca es garantizar no solo los temas relacionados con el bienestar animal, que son muy exigentes en el manejo de los ovinos a campo, sino también temas de responsabilidad social, en cómo están los trabajadores en el campo, uso del suelo y de la tierra, cuidado del medio ambiente, el manejo de la biodiversidad y la preservación de los recursos naturales”, detalló.

A propósito, indicó que en Uruguay hay muchos campos con certificación RWS, a solicitud de las industrias laneras. “Las industrias laneras que exportan desde Uruguay necesitan demostrar a sus compradores que sus lanas provienen de establecimientos certificados”, señaló. Y agregó que “también existen procedimientos de trazabilidad establecidos, para asegurar el manejo de la lana a nivel de la industria”.

Los consumidores más exigentes

Consultada sobre cuáles son los mercados más exigentes en certificaciones, Rovella respondió que son la Unión Europea y Estados Unidos. Advirtió que “China todavía no lo está pidiendo, pero el mercado asiático se está tornando cada vez más exigente, con más controles. Es un mercado que está creciendo exponencialmente, y puede suceder que en el corto plazo empiece a requerir este tipo de certificaciones”.

Por otra parte, planteó el ejemplo de McDonald´s, que tiene su propio estándar de certificación y se lo exige a todos sus proveedores de restaurantes en todo el mundo. Dicho estándar refiere a la materia prima para hamburguesas, a bienestar animal y a temas relacionados con la inocuidad alimentaria y control de encefalopatía espongiforme bovina (vaca loca) en plantas de faena. “Pero McDonald´s ya quiere ir un paso más adelante, y va a requerir certificaciones a nivel de campo”, comentó. 

La integrante de LSQA insistió en que “los productores deben de estar preparados, porque va a llegar el momento en que el mundo empezará a requerir no solamente la certificación en los frigoríficos, sino en el eslabón anterior de la cadena. Lo que pasó en el rubro ovino con la lana RWS, también sucederá en la ganadería de carne. Los productores tienen que empezar a entender esto, e implementar a nivel de campo los cambios culturales que conllevan estas certificaciones, para que el día que se requiera, rápidamente puedan certificar sus establecimientos agropecuarios y dar garantías a través de una tercera parte independiente de cómo trabajan porteras hacia adentro”.

Sobre LSQA

Desde Uruguay, LSQA gestiona, emite y mantiene todas las acreditaciones necesarias para la emisión de certificados en sus oficinas distribuidas por todo el mundo. Rovella trabaja fundamentalmente en los programas de certificación relacionados con producción primaria e industrias de alimentos.

Los frigoríficos exportadores de Uruguay reciben anualmente auditorías muy exigentes, en aspectos de inocuidad alimentaria, legalidad, autenticidad del producto, calidad, y bienestar animal. 

“Realizo auditorías anuales de bienestar animal en esas plantas, donde básicamente se controlan los aspectos relacionados con la compra y recepción del ganado, la gestión sobre las empresas de transporte, el manejo de los animales en corrales y durante la entrada a cajón, la insensibilización, el degüelle, sangrado, hasta el momento de la muerte. Una vez que el animal muere, termina el sangrado y empiezan las operativas de faena, en ese momento termina la auditoría en bienestar animal en el frigorífico”, detalló. 

LSQA obtuvo recientemente una acreditación para el estándar ISSC, que refiere, en grandes términos, a la sustentabilidad en producción primaria. “Las empresas se preocupan cada vez más por los efectos medioambientales. Acá entran temas como huella de carbono, el uso de recursos naturales, la preservación del suelo, las buenas prácticas agrícolas, entre otros. Es una norma muy exigente, que en LSQA ya podemos ofrecer para la certificación en sistemas agrícolas y su cadena de custodia”, informó.

A continuación, comentó que “hay muchas empresas que ya están trabajando en la implementación de esquemas como este, para demostrar que son sustentables. Esta norma no solamente establece lineamientos sobre cómo deben realizarse las buenas prácticas agrícolas, sino que también deben fijarse indicadores muy estrictos, y se deben realizar monitoreos constantes, que demuestren la mejora continua. Es por ello que una certificación de este tipo ayuda a las organizaciones a ser más rentables y eficientes”.

Rovella planteó que “algo importante es que se tiene que mantener la trazabilidad de los cultivos certificados en todas las etapas de la cadena agroindustrial, algo que en nuestro lenguaje llamamos: certificación de la cadena de custodia. Por lo tanto, la certificación no termina cuando los camiones levantan el cultivo en la chacra, sino que se mantiene en las siguientes etapas”.

Nota de Revista Verde N° 93

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