Para la próxima siembra se prevé un incremento del área a sembrar, impulsado por los resultados de la zafra pasada y las expectativas que genera el negocio agrícola
Si bien aún es prematuro para “ponerle un número al área de la próxima zafra”, es evidente el entusiasmo que hay por los cultivos de invierno, dijo a VERDE el gerente de Cargill Uruguay, Gabriel Di Giovannantonio. A propósito, agregó que el trigo “es sumamente necesario para todo el negocio agrícola, por la distribución del riesgo y la dilución de costos a lo largo de toda la cadena”.
La superficie en el ejercicio pasado estuvo en torno de las 225.000 hectáreas y “pensar en un crecimiento de un 30% no sería algo alocado”, consideró el ejecutivo. Agregó que habrá que ver cómo culminan los cultivos de verano, pero estimó que “el objetivo país debería ser recuperar las 300.000 hectáreas de trigo”.
El trigo ha mostrado una suba de precios explicada por problemas productivos en varios países exportadores y movimientos de la demanda por el lado de importadores acompañando la suba de otros granos. “Uruguay tuvo una excelente campaña de invierno. El trigo y la cebada pudieron capitalizar buenos precios y muy buenos datos de rendimiento, acompañado de una buena calidad”, acotó.
La zafra anterior, de acuerdo a los datos oficiales, tuvo un rinde promedio cercano a los 4.200 kilos por hectárea (kg/ha), y el gerente de Cargill Uruguay estimó un saldo exportable que estaría en el eje de las 450.000 toneladas.
En relación a los mercados, indicó que Brasil es un destino muy importante, “pero no es el único. Se ha comercializado a Chile y este año en particular Argelia, que será un destino importante, pese a tener algunos requerimientos de calidad física especiales, que requieren de un trabajo de segregación”.
Consideró que Uruguay “tiene que seguir trabajando en la búsqueda de destinos, porque al ser un país exportador que no está siempre en el mercado, los comparadores no nos tienen tan presente”.
A propósito, dijo que se está trabajando con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) “para seguir afianzando los requerimientos fitosanitarios y poder exportar a más destinos en el Sudeste Asiático, como Blangadesh; y a otros mercados de América, sobre el pacífico, como Ecuador. Este es un mercado que tiene algunas particularidades, pero alguna mejora en los acuerdos fitosanitarios nos permitirá exportar”.
Di Giovannantonio señaló que, del saldo exportable, entre 60% y 70% ya tiene precio. “La mayoría del trigo se va a comercializar antes de que arranque la cosecha de soja, aunque existe la posibilidad que quede algo una vez que se exporte la soja. Dependerá del mercado, pero la realidad es que los precios han sido muy buenos. Tiene que haber un incentivo claro para llevar el trigo hasta después de la soja, cuando entran otros orígenes a competir, como el trigo de Rusia”.
Recordó que en el trigo, desde 2013 o 2014 hacia la fecha, “vemos que se concretan muy pocos negocios previo a la cosecha, algo que se explica en gran medida por la incertidumbre que genera la calidad, algo que queda claro una vez que arranca la cosecha”.
Comentó que “en la zafra pasada el productor logró rendimientos altos y buen precio, por encima de los U$S 200 por tonelada, y eso hizo que los márgenes mejoraran notoriamente, superando lo presupuestado, y eso hizo que las ventas fueran muy aceleradas”.
Agregó que a Uruguay le cuesta vender su trigo al exterior. “En el pasado se cometieron errores que aún influyen en los importadores, aunque también nos ha costado mantener una oferta estable en volumen y calidad”, y eso motiva que la venta al exterior no tenga el dinamismo deseado, explicó.
Valoró que “se ha ido colocando nuestro trigo de una manera satisfactoria”, pero reconoció que “nos falta el dinamismo que tenemos con otros granos”.
TRIGO PLUS
Desde hace varias zafras Cargill lleva adelante el programa Trigo Plus, propuesta que es “un caballito de batalla de la compañía”, dijo Di Giovannantonio. “Fuimos uno de los pioneros en poner el tema calidad de trigo nuevamente sobre la mesa. Cargill sigue apostando fuerte y ahora estamos buscando un recambio varietal, algo que siempre es necesario, ya que es muy importante contar con una paleta de variedades para los distintos modelos productivos”, explicó el ejecutivo.
En la zafra pasada “se tuvo buena calidad” a nivel general, pero “los trigos que están dentro del programa se destacan, principalmente por sus niveles de proteína y fuerza panadera (W)”. Todo eso nos da un espaldarazo, porque al mirar los datos vemos que en Uruguay se siembran más variedades que aportan calidad, algo que perseguimos cuando presentamos Trigo Plus”, acotó.
Para la próxima zafra triguera, Trigo Plus ofrece determinadas variedades y un sobreprecio por el grano producido. con un sobreprecio. Esto requiere de un fuerte trabajo de segregación, en función de las variedades y calidad. En la campaña anterior ocupó 7% del área del cultivo a nivel nacional.
CANOLA
La canola es un cultivo que cada vez está tomando más importancia. El área viene de alcanzar las 100.000 hectáreas y Di Giovannantonio considera que “puede haber un incremento”, aunque “dependerá del final que tenga la zafra de soja, de los rastrojos y de cuánta área nueva se destine al cultivo”.
Destacó que la canola “está calzando muy bien en la rotación, con distintos planteos tecnológicos, y los productores destacan el tándem soja-canola”.
Resaltó que permite maximizar el uso de la maquinaria, “se arranca la siembra de soja de primera, luego viene la canola y, por último, la soja de segunda, luego de trigo o cebada. Lo mismo con la cosecha; y al igual que los otros cultivos de invierno diluye riesgos y eficientiza a todo la cadena”.
Desde el punto de vista comercial tiene una referencia en el mercado de MATIF, en Francia, “lo que brinda al negocio una transparencia tremenda. Europa es el mercado que debemos cuidar”, sostuvo el gerente de Cargill Uruguay.
De cara a la próxima zafra, señaló que “estamos trabajando con Cargill Europa para definir un programa más importante que el del año anterior”. Recordó que en la zafra pasada “tuvimos un volumen muy importante, que superó lo que marcaba el plan, pero igual se pudo colocar”.
También repasó que la canola, “si bien no pudo concretar todo el potencial de rendimiento por los problemas, principalmente de heladas, los rindes fueron buenos y los precios también”.
Valoró que en muchos casos “los seguros trabajaron de muy buena forma y el productor pudo compensar los kilos perdidos”. El manejo productivo, “ya sea de alta o de baja tecnología, va evolucionando y se nota, y el cultivo está encontrando su nicho”, subrayó el gerente de Cargill Uruguay.
“En el ciclo 2020/21 teníamos varios desafíos muy importantes: el crecimiento de 50% en el área, productores entrando al sistema en un cultivo que tiene ciertas particularidades, el volumen a recibir que demanda una logística acorde con una necesidad de acondicionamiento que es mucho más compleja que en otros granos y no todas las plantas de acopio se adecuan”, repasó.
También señaló que estaba planteado el cumplimiento de los requisitos de Europa y la comercialización de un volumen de canola nunca visto en Uruguay. “La realidad marca un balance muy positivo en todos los niveles”, consideró.
Sobre las necesidades de Europa, destacó el trabajo conjunto del sector público-privado. “Veníamos trabajando con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) en la búsqueda de las mejores prácticas, que permitiera exportar un producto que cumpliera con las exigencias europeas”.
El MGAP difundió la importancia del correcto uso de desecantes sin prohibirlos, “porque todavía se necesitan para el control de malezas en barbecho, y se hizo una campaña muy importante del correcto uso de los herbicidas”, destacó.
En tanto, el sector comercializador montó un programa de auditoría de chacras y “entre las principales empresas que exportamos a Europa empleamos a más de 50 agrónomos para controlar cada uno de los cultivos que iban a ser cosechados”, informó.
Di Giovannantonio resaltó que fue algo sin precedentes en la agricultura. “Hubo todo un monitoreo chacra a chacra y cuando informamos en Europa sobre los controles a realizar, el destino final nos dio un voto de confianza para agrandar el programa. Pudimos maximizar la pequeña escala de Uruguay, haciendo una trazabilidad desde la chacra hasta el destino final, y quedar muy bien posicionados”, subrayó.
Agregó que Uruguay tendrá un saldo exportable de unas 100.000 toneladas de canola, y que “estamos pasando a ser un jugador importante en el comercio mundial. Además jugamos en Europa, que es la liga mayor. Tenemos que seguir trabajando y apostando a ese mercado, para posicionarnos como un origen confiable, ya sea para el consumo humano como para la producción de biocombustibles”.
Sobre el aspecto comercial, informó que en torno del 98% de la producción ya está comercializada. El precio local copió la curva de valores que tuvo MATIF, por lo cual el rango se ubica entre US$ 370 y US$ 430 por tonelada, más bonificaciones.
Consideró que al cumplirse con los principales desafíos que presentaba la zafra pasada, quedaron los cimientos para la nueva campaña.
CLIMA DE NEGOCIOS
Gabriel Di Giovannantonio aseguró que Cargill sigue apostando a Uruguay. “Desde sus inicios ha realizado varias inversiones y las sigue haciendo”, sostuvo. Recordó que el año pasado “inauguramos una nueva planta de fertilizantes en Nueva Palmira (Colonia), con el objetivo de brindar un mejor servicio a nuestros productores. Se trata de una planta de primera línea, con varias ideas tomadas de Cargill Canadá, que son expertos en fertilizantes”.
Informó que aporta alta eficiencia en la recepción de fertilizantes que llegan de los buques, y además “cuenta con un sistema de desterronado, zaranda y de mezclado de primera generación, acompañado de un embolsado que busca satisfacer la necesidad del productor en el pico de la demanda”.
Además, señaló que “se han mejorado nuestras plantas de acopio. Hace dos años mejoramos todo el servicio de calado y recepción de Nueva Palmira, adecuándonos a los nuevos requerimientos. Ahora estamos instalando un nuevo calador para afrontar la cosecha de soja con más agilidad. También incrementamos los servicios para los camioneros en nuestras playas de estacionamiento”, acotó.
Cargill “sigue apostando fuerte a Uruguay porque creemos mucho en el país y en los productores”, sostuvo el gerente.
A nivel general, “el clima de negocios muestra un optimismo interesante y estarían las condiciones para consolidar un pequeño crecimiento agrícola en invierno y en verano, algo que ayudaría a diluir el costo de estructura de las distintas empresas, y que pese menos por tonelada producida y exportada”, planteó.
Dijo, además, que aunque “Uruguay es un país caro comparado con la región, estamos esperando un ajuste en el costo de los combustibles, que si bien en dólares han bajado, esperamos que sea mayor. El precio del gasoil es una variable que tiene un impacto mayúsculo en la producción agrícola y en toda la cadena asociada, porque se usa para mover granos, insumos, siembra, cosecha, pulverización, fertilización, todo”, enfatizó.
El sector agrícola ha estado estancado desde 2014, cuando cayeron los precios de las materias primas. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) prevé que los ingresos de los productores de maíz, soja, ganado y cerdos serán de US$ 111.400 millones.
La cifra se ubica 20% por encima del promedio de los últimos 10 años y US$ 20.400 millones por encima de la del año 2020, a pesar de una fuerte reducción de los subsidios federales.
El año pasado los pagos federales directos a todo el sector productivo fueron récord: US$ 46.300 millones. Las exportaciones agrícolas estadounidenses alcanzarían un récord de US$ 157.000 millones, en 2014 al final del auge de los commodities, Estados Unidos exportó US$ 152.300 millones.
Los ingresos agrícolas y el valor de la tierra aumentaron en los últimos meses de 2020, impulsados por precios más altos de las materias primas y los grandes pagos federales. Además, se espera que persista el repunte de las materias primas, motivando un buen escenario para la economía agrícola, luego de varios años, según los bancos regionales de la Reserva Federal en Chicago, Kansas City y Mineápolis
“En general, las condiciones agrícolas en el primer trimestre de 2021 son las mejores desde 2013”, dijo la Reserva Federal (Fed) de Kansas City en su informe trimestral.
La Fed de Mineápolis estima “un mayor crecimiento en los ingresos e inversiones agrícolas”; y la Fed de Chicago dijo que los precios de las tierras agrícolas del Medio Oeste subieron 6% en 2020, “la mayor rentabilidad desde 2012”. También señalo que las tasas de reembolso de los préstamos mejoraron y menos prestatarios necesitaron extensiones o renovaciones, según reportó agricutlure.com.
“Los pagos del gobierno brindaron un amplio apoyo durante todo el año y, junto con los recientes aumentos de precios, las perspectivas a corto plazo para el sector agrícola mejoraron drásticamente”, dijo la Fed de Kansas City. Fue un cambio radical “después de casi ocho años de deterioro”.
“Por primera vez desde el primer trimestre de 2011, la mayoría de los integrantes de los banqueros que integran dicha institución estimaron que los valores de las tierras agrícolas subirían”, dijo la Fed de Chicago.
En el distrito de Kansas City, que cubre Nebraska, Kansas, Oklahoma, Wyoming, Colorado y partes de Missouri y Nuevo México, el valor de la tierra aumentó 4% en comparación al de hace un año. Se trata del “aumento promedio más alto en todos los tipos de tierra en cualquier trimestre desde 2014”.
BIOCOMBUSTIBLES
Golpeada por la pandemia, la industria del etanol de Estados Unidos se autodenominó como el combustible de automóvil ecológico del futuro. Las autoridades dijeron que podría pasar un año antes de que las rezagadas ventas de biocombustibles se recuperen por completo del coronavirus.
“El etanol de maíz sin emisiones de carbono está por llegar”, dijo Geoff Cooper, director ejecutivo de la Asociación de Combustibles Renovables. “Pero se necesitarán políticas y regulaciones inteligentes para lograrlo, y de creatividad y determinación para garantizar que se permita que el etanol alcance su potencial”, sostuvo.
El etanol produce la mitad de gases de efecto invernadero que el combustible fósil, dijo, y con un uso más amplio reduciría las emisiones de carbono del sector del transporte, responsable del 28% de las emisiones estadounidenses.
La EPA “debería eliminar las barreras para producir E15, una mezcla al 15% de etanol en gasolina, que reemplace a la mezcla tradicional al 10%”, indicó Cooper.
La adopción de un estándar de combustible bajo en carbono a nivel nacional o un requisito de combustibles de mayor octanaje, sería el siguiente paso junto con la producción de vehículos de combustible flexible, capaces de quemar mezclas más altas de etanol, como el E85. En la actualidad, solo el 9% de los automóviles y camionetas en las carreteras de Estados Unidos están aprobados para mezclas más ricas en etanol.
“Eso significa que necesitaremos un compromiso serio de los fabricantes de automóviles o, más probablemente, nuevas medidas de política para garantizar que la producción de vehículos de combustible flexible aumente rápidamente para hacer un uso más amplio de mezclas más altas con combustibles”, dijo Cooper.
El director ejecutivo de la Asociación de Combustibles Renovables dijo que el Congreso tendría que promulgar un estándar de combustible bajo en carbono.
Manuel Artigas, responsable del área Semillas de ADP, repasó cuáles son las principales recomendaciones a tener en cuenta para la próxima campaña de trigo, cebada y colza
Si bien se puede considerar que es temprano para pensar en la zafra de invierno, “es necesario empezar a proyectar la estrategia a seguir”, dijo a VERDE el ingeniero agrónomo Manuel Artigas, responsable del área de Semillas de Agronegocios del Plata (ADP).
Destacó que “el escenario es especial, con expectativas y realidades muy diversas, y no sabemos qué pasará, porque son muchos los factores sobre la mesa”. Pero sí dijo que se pueden “tomar los aprendizajes de campañas anteriores, que sirven de guía para las decisiones”.
Precios y clima
Analizó que, “quizás el factor más conversado y atractivo sea el precio, que nos aporta más optimismo y podemos proyectar un negocio más factible en el Excel. Pero nunca se puede perder la objetividad y, más allá de lo que pase, hay que ser muy criteriosos al tomar decisiones”.
Agregó que “si se presta mucha atención al precio podemos cometer errores que perjudiquen al negocio (malezas, patógenos y demás)”.
Señaló que “ya están los primeros modelos predictivos sobre las condiciones climáticas para la próxima campaña, sin mucho consenso entre los centros de investigación. Si bien la capacidad predictiva puede ser cuestionada, es información disponible para tener presente”.
El sistema
Artigas señaló que los cultivos de invierno se han convertido en una herramienta funcional al sistema, más que en un importante negocio per se. “Poco a poco han ido madurando para sostener rotaciones sustentables, aportando materia orgánica a los sistemas, cubriendo el suelo, rotando nutrientes y ayudando a diluir costos. En las rotaciones participan alternadamente distintas especies, que se vuelven más productivas y estables. Permiten diluir el riesgo global del sistema y aspirar a conseguir un margen económico”, comentó.
Agregó que “en la coyuntura actual aparecen nuevas señales que pueden inducirnos a desear aprovechar las oportunidades que otorga el mercado, pero hay que ser prudentes”.
Se proyecta que el área de invierno crecerá, “eso es muy importante para el sector, pero debe mantener el criterio para no descuidar el sistema. Para tener trigos o cebadas rindiendo más de 6.000 kilos, como pasó en la campaña pasada, es necesario además de buenas condiciones climáticas, realizar buenos manejos”.
Sostuvo que “paulatinamente han ido desapareciendo las siembras fuera de fecha, el trigo sobre trigo, el carry de herbicidas, entre otras. Los cultivos de invierno hicieron sus aportes al sistema, y hoy está la expectativa de que también aporten más desde lo económico”.
Insistió en que “la experiencia generada permite resaltar medidas de bajo costo y alto impacto, evitando situaciones que normalmente tienen consecuencias negativas sobre los cultivos de invierno y el sistema”.
Evitar fechas tardías
Artigas llamó a evitar fechas tardías, y enfatizó que la elección del cultivar adecuado para cada fecha de siembra es de suma importancia, no solo para ese cultivo sino también para el siguiente. “Al analizar la información de varias campañas, vemos que las siembras en fecha terminan rindiendo muy por encima de las que se realizan fuera de fecha, por ser demasiado tempranas o demasiado tardías”, afirmó.
Agregó que “si bien en las primeras cada cultivar tiene su fecha óptima de siembra, es un riesgo por las heladas en períodos sensibles de los cultivos, algo que representaría un riesgo menor que una siembra demasiado tardía, ya que no sólo se estaría exponiendo al cultivo de invierno a peores condiciones de llenado de grano, consumiendo más agua de lo normal, sino que además está comprometiendo el balance hídrico y, por ende, el éxito del cultivo siguiente. Por eso, es importante saber qué sembrar y hasta cuándo”, dijo.
Evaluar si es conveniente repetir especies
El integrante de ADP llamó a evaluar muy bien la conveniencia de repetir especies. “Aunque es un concepto muy abordado, sobre todo el famoso trigo sobre trigo, muchas veces las situaciones de oportunidad hacen que, para aprovechar una coyuntura, se arriesgue más de la cuenta. Si bien es verdad que en algunas situaciones ha sido un buen negocio, la realidad es que se trata de una estrategia que acarrea un nivel de riesgo muy alto”, aseveró.
Explicó que “la mayoría de las experiencias de colza sobre colza han sido malas y muy malas. Por eso, tal como lo afirma la literatura en general, es conveniente esperar bastante más que un par de ciclos de cultivos para repetir la especie en el mismo potrero”, sostuvo.
Para el caso de los cereales, dijo que “las experiencias nos llevan a pensar que entre un invierno o dos sin presencia de la especie son suficientes para evitar sembrar en situaciones de alto riesgo de incidencia de enfermedades. Se puede repetir siempre y cuando se entienda que el riesgo de tener un problema es alto, y para solucionarlo habrá que invertir más, y habrá situaciones sin solución”.
Insistió en que “el riesgo es mayor en colza que en cebada y trigo. Si bien hay cultivares que se adaptan mejor, o activos que funcionan muy bien, no creo que sean suficientes en caso de que las condiciones sean predisponentes”.
Evaluar el carry de herbicidas
Una amplia gama de activos han sido aplicados para afrontar la compleja situación de malezas. Cada herbicida tiene particularidades sobre su actividad en el suelo y persistencia, y esta depende de muchos factores. “De algunos activos tenemos más información acumulada, pero de otros muy poca. La recomendación es consultar a los especialistas en la materia. Sabemos que el efecto del carry presenta daños clínicos y subclínicos de importante magnitud, por lo que es importante analizar cada situación para evitarlo”, dijo Artigas.
Señaló que “hay cultivos que son más resistentes a determinados activos, por lo que se puede usar este criterio para ayudar a asignar las especies a los distintos antecesores”.
Evaluar la siembra en suelos bajos
Para el responsable del área de Semillas de ADP, ese es un punto clave a la hora de planificar el sistema. “Tras varios años de acumulación de información vemos que los cultivos de invierno sembrados en zonas bajas, salvo puntuales excepciones, son superados por los sembrados en topografías más altas”, sostuvo.
Planteó que “esto tiene varias explicaciones, ya que los cultivos de invierno en las zonas bajas son expuestos a condiciones más extremas. Cuando se siembran los bajos, los cultivos pasan más tiempo encharcados, es donde generalmente golpean más las heladas, tanto por su posición topográfica como por la acumulación de residuos de cultivos anteriores. El riesgo es doble, ya que las heladas tardías pueden disminuir considerablemente la población de plantas, y afectar la fijación y llenado de granos”.
Indicó que “desde hace un tiempo practicamos y sugerimos la separación de los bajos del campo. De esta manera evitamos un fracaso productivo en invierno y aprovechamos un excelente ambiente para cultivos de verano. Un ejemplo son los maíces de alto potencial”.
Evaluar el riesgo de heladas tempranas
Artigas sostuvo que los cultivos de invierno “generalmente soportan muy bien el efecto de las heladas”, y es consistente que “los inviernos más heladores (fríos y secos) son muy buenos” para estos cultivos. Pero advirtió que “el efecto puntual de la helada puede ser algo difícil de cuantificar cuando evaluamos su impacto en chacras enteras”.
A propósito, dijo que “vemos que cuando el año es muy frío la sobreproducción en la ladera compensa con creces la merma de producción de los bajos, y muchas veces pasa desapercibido, porque hablamos del promedio de la chacra y no de la dispersión de rindes en las chacras”.
Por lo tanto, detalló que “cuando profundizamos en el análisis de los mapas de rendimiento, se puede corroborar que el daño está, es medible y en ocasiones es importante”. De todos modos, reconoció que “hay situaciones en que el daño de la helada temprana ocurre en toda la chacra”.
“Generalmente las chacras que sufren daño se caracteriza por muerte de plántulas, vienen de soja de segunda y mantienen una alta cantidad de rastrojo en superficie. El cultivo que sufre más este problema es la colza, pero puede pasar en cierta medida también en cereales. Es ahí donde podemos actuar y utilizar algunas estrategias que permiten evitar el problema”, señaló el ingeniero agrónomo.
Entre otras, recomendó “anticipar la fecha de siembra, para tener plantas más desarrolladas y menos sensibles a las heladas. Es imprescindible elegir bien el ciclo del cultivar a sembrar. Usar barrerastrojos para desplazar el colchón del surco de siembra, o usar alguna herramienta mecánica que permita incorporar al suelo la excesiva acumulación de residuos en superficie”.
Sostuvo que “estas medidas, bien aplicadas pueden significar un impacto positivo importante sobre la tasa de implantación y posteriormente sobre el rinde”.
Las opciones para sembrar en el invierno
El invierno presenta varias opciones productivas, pero “lo importante es conseguir herramientas adecuadas para articular de manera óptima el plan de siembra”, dijo el responsable de Semillas de ADP, Manuel Artigas.
La empresa cuenta con una amplia gama de productos. En canola destaca la variedad Igranola 103. “Este cultivar de ciclo primaveral ha demostrado su adaptación a nuestras condiciones, así como una elevada plasticidad en fechas de siembra. Puede sembrarse desde fines de abril hasta principios de junio, siempre teniendo en cuenta los riesgos en ocurrencia de heladas en los periodos susceptibles, en las fechas extremas”.
En trigo ADP presenta una paleta diversificada. Curupay es un cultivar de ciclo largo, que “se caracteriza por combinar de buena manera estabilidad productiva, potencial de rendimiento y calidad de grano. Es un material de calidad superior, que otorga muy altos valores de proteína y peso específico, y está clasificado como Urutrigo”, destacó.
Destacó que “es resistente a roya anaranjada y de tallo, y de aceptable comportamiento a roya estriada. En términos de rendimiento, dijo que tiene potencial productivo medio, pero una muy interesante estabilidad a través de los distintos ambientes.
En el segmento de ciclo medio, señaló: Guayabo y Jacarandá. “Están consolidados, demostraron un potencial productivo muy elevado y un completo paquete sanitario“, valoró.
Guayabo tiene un ciclo más largo que Jacarandá. Se puede sembrar del 10 de mayo hasta principios de junio, mientras que Jacarandá se recomienda desde el 15 de mayo hasta 15 de junio.
“En ambos materiales hay que manejar la calidad, con mucha precisión, para lograr cultivos que rindan mucho y a su vez tengan calidad. Es indispensable hacer manejos con niveles de nutrientes adecuados y cosechar sin demoras cuando el cultivo esté pronto”, sostuvo.
En ciclo corto, ADP realiza el prelanzamiento de un nuevo cultivar Olivo. “Este material viene a ocupar un lugar muy interesante en la paleta, ya que desde hace mucho tiempo no teníamos novedades en este ciclo. Es de alto potencial, con un perfil sanitario muy completo, demostrando excelente comportamiento al complejo de royas y manchas foliares. En términos de calidad tiene muy buen peso específico y alcanza valores de proteína muy buenos, siempre que se lo acompañe con un manejo nutricional adecuado”, detalló.
Artigas declaró que “la paleta de productos de ADP apunta a ofrecer una amplia gama de herramientas que permitan enfrentar la próxima campaña de la mejor manera”.
Los proyectos que se presenten antes del 31 de marzo de este año, y cuya ejecución sea por lo menos del 75% antes del 31 de diciembre, aumentarán la bonificación en un 20%
Las empresas que sean contribuyentes del Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas (IRAE) y tengan ingresos gravados por ese impuesto, pueden acceder a importantes beneficios fiscales por las inversiones que realicen, siempre que se cumplan con determinados requisitos.
En el presente análisis se abordará el caso concreto de una empresa agropecuaria, comentando a qué beneficios puede acceder, cuáles son las inversiones que puede considerar y con qué debe cumplir para poder obtener dichos beneficios.
Inversiones comprendidas
Pueden considerarse todas las inversiones en bienes muebles corporales que integren el activo fijo, excepto los de casa habitación y los vehículos no utilitarios (algunos eléctricos sí).
También pueden incluirse las inversiones en obra civil (construcción de bienes inmuebles) y mejoras fijas en inmuebles.
Se considera inversión elegible los plantines y costo de implantación de árboles y arbustos frutales plurianuales. Los activos biológicos en general no pueden considerarse.
A modo de ejemplo, una empresa agropecuaria puede considerar como inversión maquinarias en general, mejoras fijas como bebederos, comederos, alambrados, piso y techo para encierro de ganado, construcción de galpones, vehículos de carga, entre otros.
Se pueden considerar las inversiones ya realizadas en el ejercicio fiscal o en los últimos seis meses antes de presentar el proyecto, y las inversiones a realizar a futuro, con un máximo de 10 años.
Beneficios fiscales
A continuación se detallan los beneficios fiscales a los que pueden acceder estas empresas. En la exoneración de IRAE se establece un porcentaje sobre el monto de la inversión que puede descontarse como exonerado de IRAE. Esta exoneración puede ir desde 34% hasta 100% del monto invertido. Cabe destacar que este beneficio aplica también para empresas que liquiden el IRAE de forma ficta.
En cada ejercicio, la empresa podrá descontar el menor del beneficio otorgado por la resolución; es decir, el porcentaje sobre la inversión comprometida que se hubiera obtenido. El monto total invertido hasta el vencimiento de la presentación de la declaración jurada de IRAE; 90% del IRAE del ejercicio (previo a la deducción del IMEBA y de los anticipos efectuados).
El menor IRAE implicará en algunos casos una reducción en el pago del impuesto y en otros el aumento de los créditos por IMEBA, anticipos e IVA, que la empresa podrá utilizar para el pago de BPS o eventualmente solicitar certificados de crédito de libre endoso, los que pueden usarse para pagar a cualquier acreedor.
Exoneración de Impuesto al Patrimonio de las inversiones efectuadas, por toda la vida útil para los bienes muebles y por ocho o 10 años para las inversiones en obra civil en Montevideo y en el interior, respectivamente.
Devolución del IVA por las compras en plaza de materiales y servicios de la obra civil y de los bienes muebles incluidos en el proyecto.
Exoneración de los tributos que gravan la importación a todos los bienes del proyecto que sean declarados no competitivos con la industria nacional.
Qué hacer para obtener los beneficios
La empresa que solicita los beneficios fiscales debe comprometerse en el cumplimiento de algunos de los indicadores establecidos, en función de los mismos, obtendrá determinado porcentaje de exoneración de IRAE y plazo para utilizarlo. Los indicadores son: generación de empleo, aumento de exportaciones, descentralización (alcanza a todos los proyectos), tecnologías limpias, investigación, desarrollo e innovación y sectoriales.
Para proyectos agropecuarios se puede optar entre los siguientes indicadores sectoriales: inversiones en adaptación al cambio climático (riego, bebederos, alambrados, terrazas, entre otros). Certificaciones de calidad, encalado de suelos, contribución a las exportaciones, inversiones en energías renovables.
Beneficios adicionales transitorios
Todos los proyectos que se presenten antes del 31 de marzo de este año, y cuya inversión sea ejecutada por lo menos en un 75% antes del 31 de diciembre, el beneficio que corresponda aumentará en un 20%.
Por otra parte, todas las inversiones realizadas entre el 1º de abril de 2020 y el 31 de marzo de 2021 computará en un 150%. En la práctica esto implica que el beneficio para las inversiones ejecutadas en dicho período se incrementa en un 50%.
Estos beneficios pueden acumularse y, por lo tanto, si una empresa presenta un proyecto y además invierte antes del 31 de marzo, obtendrá ambos beneficios adicionales.
Si la exoneración según la matriz es del 40%, por la aplicación de estos dos beneficios adicionales pasará a ser del 72%, por el hecho de realizar la inversión en el corto plazo.
Ejemplo
Una empresa agropecuaria ubicada en el departamento de Tacuarembó invirtió US$ 200.000 en enero de 2021. Las inversiones realizadas fueron en maquinaria y mejoras en el campo, entre las que se encuentran bebederos y una represa por un total de US$ 40.000.
En su proyecto de inversión el productor no asume más compromisos que invertir en esos bienes.
Según la matriz de indicadores se obtendría una exoneración del 51%. Sin embargo, al presentar el proyecto y realizar la inversión antes del 31 de marzo de 2021, le corresponden los dos beneficios adicionales transitorios, que hacen que el beneficio real ascienda a US$ 184.000, lo que representa un 92% de la inversión.
Por lo tanto, además de los indicadores, incide en el beneficio fiscal la fecha en que se realiza la inversión. En el cuadro adjunto se expone el resumen de datos, considerando las cifras del ejemplo y exponiendo cuánto sería la exoneración según cuándo se ejecuten dichas inversiones.
En resumen: es importante que las empresas agropecuarias evalúen la opción de solicitar beneficios fiscales por proyectos de inversión, dada la importancia que tienen los mismos.
Debe tenerse en cuenta que se han creado recientemente nuevos indicadores y opciones para poder solicitar los beneficios.
Cra. Cynthia Carballo. Contable & Fiscal de Bragard (www.bragard.com.uy)
Tornometal destacó que el stock de productos fue clave para atender al mercado y sortear múltiples inconvenientes que género la pandemia en la fabricación y logística
La demanda de neumáticos agrícolas en Uruguay se mantiene en un buen nivel, confirmó a VERDE Gabriel Muñoz, gerente de Neumáticos de Tornometal. “El año fue bueno, a pesar de que en marzo pensamos que la falta de movimiento plantearía un escenario complejo. Sin embargo, el agro empujó mucho, y eso repercutió favorablemente en la demanda”, comentó.
Por otra parte, admitió que el área de neumáticos para automóviles “fue la que más se enlenteció, pero de a poco comenzó a mejorar, y en el sector transporte se trabajó muy bien”.
El año pasado, cuando ocurrió el parate de fletes y fábricas a nivel mundial “nos encontró con stock de productos, buenos precios y condiciones comerciales. Eso fue clave para el desempeño de la empresa en 2020. Sobre fin de año, para la zafra de invierno, el panorama a nivel global ya se había perfilado mejor, y la colocación de neumáticos también fue buena”.
Tornometal tiene consolidadas las marcas BKT y Alliance, que llegan desde India, y también importa desde China. “Anexamos a Marcher, una fábrica china para abastecer al mercado uruguayo con algunos productos de buena calidad a un precio inferior. Apuntan a los productores que no le dan un uso tan intenso a la maquinaria y reponen con neumáticos de buena calidad a un precio menor”.
Sobre el dinamismo de las importaciones en 2020, señaló que “algunas fábricas de China tuvieron una demora, mientras que en India a nivel industrial no se sufrió tanto la pandemia”. Además, destacó que en Tornometal “siempre tenemos un muy buen stock, tanto en cantidad como en variedad de medidas, marcas y tipos de neumáticos. El año 2020, particularmente, nos encontró muy bien parados, y eso fue clave para enfrenar las demoras que se presentaron en algún momento en las fábricas, y la dinámica de los fletes marítimos”.
“El stock es clave. Somos el mayor importador de neumáticos agrícolas del país y, al importar de India y China, desde que hacemos el pedido hasta que llega la mercadería pasan de 90 a 120 días. Esto nos obliga a planificar y contar con disponibilidad para al menos seis meses y en todas las medidas. Esto no es algo sencillo, porque manejamos más de 1.000 productos. Pero las máquinas no pueden estar paradas. Si se rompe un neumático antes de las 24 horas debe estar la reposición en cualquier punto del país”.
Señaló que sobre fines de 2020 hubo movimientos en los precios, “pero es algo que está fuertemente influenciado por el incremento del costo de los fletes de China, por la falta de contenedores, y eso impacta en los valores”. En tanto, lo que llega de India “no ha tenido movimientos fuertes, ya que el tema de los fletes es de menor magnitud que en China”.
El gerente de Neumáticos de Tornometal destacó que la empresa tiene una participación muy importante en el agro. “Somos la empresa que más neumáticos comercializa para el sector, y las cubiertas agrícolas representan más del 35% de nuestras ventas. Uno de nuestros diferenciales es tener una muy buena atención en todo el país, con un extenso equipo de ventas y altamente capacitado”.
A pesar de las distorsiones que generan en el mercado las políticas aplicadas por el gobierno que encabeza Alberto Fernández, la suba de precios genera expectativas
A pesar de las dificultades que enfrenta el sector productivo argentino, se estima que el área agrícola se mantendría en el ejercicio 2021-22, dijo a VERDE Teo Zorraquin, de la consultora argentina Zorraquin + Meneses. “Mi impresión es que, salvo campos muy marginales o en zonas muy alejadas de los puertos, el área no debería caer, aunque podría cambiar la proporción. Esa proporción se define un poco más adelante”, comentó.
A propósito, agregó que “no estamos viendo una caída importante ni en trigo, ni en soja, ni en maíz, pero si el gobierno interviene el mercado del trigo, que es el próximo cultivo a sembrar, es probable que haya una caída, como ocurrió varias veces”.
Confirmó que en Argentina más del 60% de la agricultura se hace sobre campos alquilados. “Este año se alquiló todo, y si a estos precios razonables le sumamos la lluvia, la intención de siembra va a estar al 100% de la superficie. Por eso no veo caídas de área”, explicó.
De todo modos, advirtió que “si se le sigue metiendo mano al trigo y al maíz, en algún momento veremos la sojización, que es lo que el gobierno decía que no quería. Hoy todavía no lo estamos viendo, y espero que no lo veamos, porque en los ambientes del Norte argentino, sobre todo, que son de suelos mucho más frágiles, se genera un deterioro ambiental y de condición de rendimiento muy alta”.
Zorraquin destacó que el sistema “está muchísimo más equilibrado, desde 2016, período del gobierno anterior. Tanto es así que hay un reclamo de la industria que procesa soja, porque le está faltando materia prima. El año pasado Argentina produjo 50 millones de toneladas de maíz, la misma cantidad que de soja, algo que nunca había ocurrido”.
Sostuvo que para que Argentina tenga bien cubierta toda su demanda de soja, necesitaría “unos 60 millones de toneladas. Se está trayendo algo de Paraguay, pero hay una especie de lucro cesante en la soja. Es natural que ocurra si a un cultivo le ponés el 33% de retenciones (soja) y a su competidor directo (maíz) le ponés el 12%; obviamente que terminará cerrando mejor la cuenta del maíz. No hay nada inventado. El productor es bastante racional a los estímulos equivocados, y responde de la mejor forma que puede para zafar con su propia economía”.
De todos modos, comentó que “todavía es temprano para estimar qué ocurrirá con el área de maíz. En marzo empezamos a cerrar los primeros planes para arrancar las siembras en mayo o junio; pero en principio tratemos de sostener superficie sembrada y equilibrio en la rotación”.
Planteó que si el gobierno interviene fuertemente, y al maíz de U$S 200 por tonelada lo lleva a U$S 150, para favorecer a los productores de proteína animal, “vas a tener una respuesta directa de caída en la superficie”.
Insumos
Consultado sobre la evolución de precios de los insumos, respondió que la cotización del dólar en Argentina hace que el mercado de los insumos se distorsione. “Los fertilizantes están subiendo, como suben en el mundo, pero se empieza a ver una inflación en dólares de los productos”, advirtió.
Pero destacó que en Argentina hay buena competencia en el mercado de insumos, y eso hace que las subas no sean tan violentas.
Previó que lo que puede generar alguna variación sería la falta de dólares en el país, y que el gobierno restrinja la importación de determinados productos. De todos modos, señaló que “las compañías ya compraron mucho para la campaña que viene, y no es probable un escenario de faltante de producto”.
Seguir a pesar de todo
Zorraquin comentó que “en Argentina pareciera que tenemos un anticuerpo más elevado que el resto, porque si mirás objetivamente es una locura, y decís que acá no se pueden hacer negocios. Sin embargo, hasta se puede hacer negocios en países que están en guerra, y Argentina tiene una especie de guerra interna entre lo de un sector del país que están de acuerdo con la producción y otra parte que no, y que habla mal de la locomotora del país, que es el agro”.
Informó que en estos años hubo inversores extranjeros y se han ido. “Nos dicen que no entienden el sistema, porque quieren sacar su plata y no pueden, quieren entrar con su plata y tienen complicaciones, les ponen impuestos que no estaban previstos. Todas esas incertidumbres hacen que le pidas a tus negocios rentabilidades más altas”.
Explicó que al planificar una zafra, a la planilla Excel para hacer agricultura sobre campo alquilado hay que exigirle 20% de rentabilidad en dólares. “Si te da el 4% o el 5%, que sería una renta normal en cualquier país del mundo, corremos el riesgo que me lo cambien en una tarde, con una disposición del gobierno”, señaló.
Agregó que, “a mayor riesgo hay más exigencia, y en algún caso termina reduciendo las inversiones, lo vemos en maquinaria, en activos fijos. No veo una reducción en tecnología, porque lo último que voy a hacer es afectar mi ingreso, entonces sigo fertilizando, aplicando los fungicidas correctos. Ya lo vimos de 2011 a 2015”.
Aseguró que todo esto “es una pelea permanente, que genera mucho desgaste, y eso hace que seamos peores de lo que deberíamos ser. Un agricultor o un empresario tiene que estar dedicado a producir y a manejar sus finanzas, no a estar además leyendo muchos reportes por día, previendo cambios de reglas o algo raro. Esa energía estaría mucho mejor aprovechada si se enfocara en producir 200 millones de toneladas, en vez de 130 millones”.
Intervenciones que afectan inversiones
El consultor sostuvo que la primera inversión que se afecta en agricultura es el grado de fertilización y el tipo de semilla, porque se compra una semilla más barata o se baja la fertilización al mínimo, para buscar alta eficiencia pero no máximo rendimiento”.
De todos modos, sostuvo que “esas dos cosas por ahora no se están viendo afectadas. Nadie deja de aplicar un herbicida, un fungicida o un insecticida. Porque son costos que se pueden ver, y el retorno está bastante medido”.
También dijo que otra inversión que se suele ver afectada es en el parque de camiones y maquinaria. “Se los hace tirar un año más, y eso reduce a la larga tu eficiencia. Tal vez no se note en el primer año, pero sí en el segundo o tercero”, dijo.
Empresas y escalas
El analista que dirige la consultora Zorraquin + Meneses señaló que “el cambio de la escala de productores se produjo en Argentina hace algunos años, cuando las empresas que apuntaban a sembrar 500.000 hectáreas se fueron y otras se redimensionaron”.
“Sacando dos o tres grupos que tienen tierra propia y siembran campo alquilado, sumando más de 100.000 o 150.000 hectáreas, hay muchos productores intermedios, que no necesariamente son dueños del 100% de la tierra, pero que siembran entre 5.000 y 10.000 hectáreas. Y hay un segmento intermedio de empresas, que siembran 50.000 o 60.000 hectáreas alquiladas”, detalló.
Afirmó que “cuando tenés escenarios de incertidumbre, los primeros que se ven afectados son los productores más chicos, los que supuestamente este gobierno dice defender. Son los primeros que salen del circuito. No tengo la estadística para demostrar que esto es realmente así, pero me consta que ocurre. Si no fuera por la suba de precios que estamos teniendo ahora, seguramente la crisis sería aún mayor”.
Caen rendimientos pero suben los precios
El consultor argentino Teo Zarraquin, director de la consultora Zorraquin + Meneses, destacó la suba de los precios de los granos. Recordó que cuando se hicieron los cálculos para la siembra, los valores eran mucho más bajos; y esa suba generó la posibilidad de obtener una rentabilidad superior a la prevista.
El factor que jugó en contra fue la falta de lluvias, que provocará que en algunas zonas los rindes de las cosechas de verano se vean afectados.
A propósito, dijo que “si bien no hay datos oficiales, podríamos pensar que tendremos 10% menos de lo presupuestado en gruesa (verano), y en trigo que habíamos estimado 21 millones de toneladas, ya se produjeron 17 millones, o sea que ahí perdimos 10% de la producción”.
De todas maneras destacó que, “aún con esa caída de rinde real o potencial, con estos precios el negocio es atractivo, pero después mete la mano el Fisco. Pero si uno tiene que hacer negocios en Argentina, más vale estar en algún eslabón de la cadena agroalimentaria”.
Advirtió que “lo que está ocurriendo ahora en maíz, trigo y carne, es que el gobierno está empezando a ensuciar el mercado. Se están repitiendo políticas aplicadas entre 2011 y 2015, que restan expectativas, desacoplan los precios de Argentina con los precios internacionales, más de lo que ya están por las retenciones”.
Detalló que en soja hay 33% de retenciones de derecho de exportación, en trigo y maíz 12%, además de otros productos. “Entre eso y un dólar que tiene un valor oficial y otro paralelo en sus distintas versiones, ese desacople existe. Todo ese ruido lo que hace es que, aunque ganes dinero, las expectativas, la confianza y la incertidumbre, son mucho mayores de las que serían en un escenario no tan intervenido”, aseguró el consultor del país vecino.
Ismael Turbán destacó que Uruguay tiene ventajas ambientales que pueden formar parte de la estrategia para transformar las eventuales dificultades en oportunidades
El ingeniero agrónomo Ismael Turbán es reconocido en el agro uruguayo y de la región por su vínculo durante años con el grupo agrícola El Tejar, en el que forjó una carrera profesional, principalmente en Uruguay y luego en Brasil. Ahora, el profesional se dedica a trabajos de gestión y asesoría en la gestión vinculada producción agropecuaria, tras su retorno al país.
Con la mirada en el presente y el futuro del negocio agrícola, Turbán habló con VERDE sobre los desafíos, las oportunidades, las dificultades y algunas estrategias para el desarrollo del sector productivo en Uruguay.
Advirtió que “si no seguimos el camino de la diferenciación y los mostramos en los mercados demandantes, podremos llegar a tener dificultades”; e incluso opinó que esa diversificación puede significar “una gran oportunidad” para el desarrollo del sector agrícola.
Otro asunto que está en la agenda a nivel mundial es el creciente requerimiento de los consumidores sobre el respeto y la preservación del medio ambiente y la biodiversidad.
A propósito, Turbán indicó que “hay varias vías para trabajar”, y planteó que “en algunas se está avanzando muy bien, específicamente en temas medioambientales, y allí puede ingresar la rotación de pasturas con agricultura, algo que podría llegar a ser un diferencial de la producción uruguaya”.
Todo lo vinculado a la huella de carbono puede ser una gran oportunidad para Uruguay, considerando principalmente la importancia de la forestación en el campo uruguayo, debido a la expansión de los bosques en el paisaje rural. “Uruguay debe mostrar un balance positivo en carbono”, propuso el asesor, considerando “la importancia de la siembra directa, el doble cultivo y la rotación agrícola en la captura de dióxido de carbono”.
Otra alternativa de negocios, como se ha hecho con la colza y la carinata, es la posibilidad de encontrar “nichos de mercado para la soja no transgénica”, señaló.
En los últimos años, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y actores del sector agrícola iniciaron gestiones para la colocación de ese tipo de granos en la Unión Europea y en China, y algunas empresas y productores ya comenzaron planes de producción de soja no transgénica.
En ese sentido, el ingeniero agrónomo planteó la idea de “avanzar en la trazabilidad del proceso logístico” ya que, a diferencia de otros países, Uruguay tiene trayectos relativamente “cortos” y, por lo tanto, es “medible y trazable”. Además, “se pueden explorar algunas certificaciones y pensar el blockchain (trazabilidad ampliada; incluye la producción, industrialización y logística, entre otros)”.
Varios de esos asuntos son compartidos entre los empresarios y técnicos del sector privado y del gobierno, pero “muchas veces se pierde tiempo en otras discusiones”, a la espera de resoluciones de los políticos, consideró Turbán.
Al analizar este tema volvió a tomar como referencia a Brasil, y recordó las gestiones y la determinación que tuvo la cadena algodonera brasileña para intentar el acceso de su producción al mercado asiático.
“Sin esperar nada del gobierno, los productores instalaron una oficina comercial en Singapur, que está a cargo del exsecretario técnico de la Asociación de Productores de Soja” , mediante la cual entablaron las negociaciones y la difusión requerida sobre el proceso productivo del algodón, resaltó.
Dijo que, “si bien es un emprendimiento relativamente nuevo, parece ser el camino apropiado para alcanzar objetivos de posicionamiento” para la mejora de los negocios.
Sostuvo que, de la misma manera, “Uruguay también tiene mucho para mostrar y generar atractivo sobre la producción” de granos, principalmente porque puede cumplir con las exigencias de los consumidores, aseguró.
En ese aspecto, Turbán reconoció que “Uruguay tiene ventajas en las condiciones ambientales de su producción”, por lo que la estrategia pasa por “transformar eventuales desafíos en oportunidades”.
Pero también advirtió que “una dificultad importante que tiene Uruguay es el tamaño del país y el volumen de producción, lo que le resta peso a la hora de negociar con otros países para el acceso a los mercados”.
Ante esa situación, el asesor planteó la idea de apuntar a “nichos de mercado más chicos, donde pueda tener una participación, especialmente recurriendo a una especialización y diferenciación” de los productos.
Sobre los cambios registrados en el sector agrícola local y la gestión del productor en la chacra, Turbán destacó que “hubo una transformación muy importante en el agro uruguayo, con una profesionalización y una intensificación relevante, además de contar con gente especializada, aunque está en un camino al que le queda mucho por recorrer y hacer. Hay que invertir más en innovación y tecnología y mostrarle a la sociedad todo lo que se ha hecho”.
Debido a la incorporación de tecnología y ajustes en el manejo agronómico, entre otros factores, el rendimiento agrícola en kilos por hectárea (kg/ha) aumentó en la última década y media.
Al comparar el rinde de los cultivos en la campaña agrícola 2004/05 con los registrados en la de 2019/20, se observa que en ese período el maíz pasó de 4.141 a 6.536 kg/ha, en trigo subió de 2.970 a 3.269 kg/ha, en cebada cervecera aumentó de 2.976 a 3.679 kg/ha, en soja se incrementó de 1.720 a 2.171 kg/ha y en arroz trepó de 6.600 a 8.620 kg/ha, según datos de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA).
Cabe acotar que, en ese lapso, hubo algunos altibajos que en ciertos años significaron una diferencia aún mayor en la productividad. Incluso, en la última cosecha de cultivos de invierno hubo un doble récord de rendimientos: en trigo con 4.181 kg/ha y en cebada de 4.791 kg/ha, según DIEA.
El sector agrícola uruguayo debe “reforzar su característica de producir y tener mucho ojo en la logística poscosecha” y ver “cómo bajar los costos que existen tras levantar cada cosecha”, planteó Turbán.
El MOMENTO
Respecto a la coyuntura actual, con una suba en los valores de los commodities agrícolas, con la soja a un precio en el entorno de los US$ 500 por tonelada, el ingeniero agrónomo consideró que “Uruguay puede capitalizar esta situación de precios favorables”. Sin embargo, sugirió que es “más apropiado trabajar y proyectar los planes de producción pensando en un precio de la soja en torno de los US$ 400 por tonelada que de los US$ 500”.
“Este año habrá una corrección de los valores de los insumos, por la propia demanda, presionados por el negocio, lo que genera un incremento de costos”, analizó.
Al respecto, agregó que las señales positivas de precios, por lo general, terminan incidiendo en un alza de los insumos y servicios relacionados a una actividad. Entonces, con el precio de la soja en aumento, seguramente determinará el encarecimiento de los fertilizantes, agroquímicos y el arrendamiento de tierras.
Atendiendo a la diversificación productiva, “no pensaría en desarmar las otras actividades que tiene el productor en su establecimiento y solamente concentrarse en la producción agrícola”, recomendó.
Señaló que seguramente habrá pasturas que pasarán a la agricultura y también se sembrará algo más en las zonas más lejanas a los puertos de salida de los granos. “No creo que sea sano un corrimiento mayor a eso, solamente en función de los precios de los granos”, dijo.
Se refirió también a la ecuación económica del sector. “Uruguay es un país caro, no solamente para la agricultura si no para todas las actividades”, enfatizó.
En ese sentido, dijo que además hay un factor vinculado a la “variabilidad productiva”, lo que determina que el sector agrícola tenga “años buenos y otros malos”, por lo que hay que “solicitarle mayores retornos”.
LA COMPETITIVIDAD BRASILEÑA
Valiéndose de su experiencia de los años recientes en el mercado brasileño, Turbán puso como ejemplo lo que sucede en Brasil, país que “crece cada año productivamente, porque aplica más tecnología, reduce costos, y aprovecha su mayor escala”.
Complementariamente, el país norteño tuvo un avance en el “desarrollo logístico, lo que también incide en el principal costo que allí tiene la producción agrícola”, comparó. Eso lleva a que “todos los otros costos se diluyan y puedan trabajar con márgenes diferentes” a los de la agricultura uruguaya.
Afirmó que Brasil tiene actualmente “políticas ambientales bastante estrictas” para el crecimiento del área agrícola, y que logró un “salto en productividad importante” en los últimos años.
Tiene, además, un “sostenido” aumento en su producción y los productores sojeros de Mato Grosso y otras regiones agroclimáticas similares “acortaron 30 días el ciclo productivo, eliminaron los problemas sanitarios de la roya de la soja y pudieron incorporar el maíz zafrinha (zafrita en portugués)”, valoró.
Acotó que la agricultura brasileña incorporó en esa misma superficie también el algodón al sistema productivo.
El resultado de esos cambios fue que la producción de soja brasileña pasó de 2.500 kg/ha a 3.000 kg/ha; y que en esa superficie también produce 7.000 kg/ha de maíz y 2.000 kg/ha de fibra de algodón, detalló.