Verano con lluvias por encima de lo normal pero desparejas en Uruguay
El meteorólogo Eduardo Sierra proyectó precipitaciones importantes en enero, más “tranquilas” en febrero y una “normalización” en marzo, pero con disparidad regional
El fenómeno de El Niño “ha venido luchando contra la herencia provocada por el proceso anterior, de tres años marcados por La Niña, que dejó invitados impropios que son los vientos polares”, comentó a VERDE el especialista en agroclimatología y asesor de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Eduardo Sierra. Agregó que “a partir del año 2007 se activó mucho la circulación polar, dando un gran contraste entre invierno y verano”, con “veranos tórridos e inviernos gélidos”. Esto “se está dando en el hemisferio Norte”, donde después de un verano que “fue terrible” ahora está entrando un invierno muy marcado, y acá se da una situación parecida en sentido contrario, ya que “estamos entrando a un verano que viene muy perturbado”.
Comentó que a principios de diciembre, a tres semanas del ingreso del verano, se registraron temperaturas que “no son propias” de esta altura del año. Eso hace notar la presencia de vientos polares que provocan grandes distorsiones en las precipitaciones, porque los vientos polares no permiten que el aire húmedo que viene del trópico avance hacia el sur y lo concentran en el nordeste argentino, parte de Paraguay y Brasil. Por eso “las lluvias se concentran entre la provincia argentina de Misiones, la región Oriental de Paraguay y el Planalto brasileño”, que comprende los estados de Paraná, Santa Catarina y el norte de Rio Grande do Sul, “y a Uruguay van llegando por el norte, y ya se han producido tormentas fuertes que provocaron inundaciones y anegamientos”.
Indicó que El Niño alcanzará su plenitud en el verano, como lo señala la fuerte anomalía positiva de las aguas del Pacífico Ecuatorial, pero “desafortunadamente” sus efectos positivos sobre el Cono Sur son perturbados por una fuerte interferencia de los vientos polares, que impulsan hacia el norte las corrientes frías de Humboldt y Malvinas, a las que se suma la corriente marina fría de Benguela, de África, enfriando el litoral marítimo sudamericano.
En el verano 2023/24, cuando el fenómeno de El Niño alcance su plenitud, “se impondrá en mayor medida a los vientos polares, mejorando la llegada de humedad al área agrícola, activando las lluvias y moderando el régimen térmico. Eso determinará que en el centro del norte argentino, en el sur del Brasil, gran parte de Uruguay y el sur de la Mesopotamia podrían ser afectados por lluvias intensas, con riesgos de desbordes de ríos y arroyos. Las precipitaciones sobre las altas cuencas de los ríos Paraná y Uruguay se moderarán, atenuando las crecidas.
LAS PRECIPITACIONES
La serie de episodios de lluvias focalizados en los departamentos del norte y parte del sur uruguayo durante los primeros días de diciembre, no seguirá siendo “tan generosa para Uruguay en lo que queda de diciembre”, porque “toda la mitad sur y sudeste no sumaría más de 50 a 75 milímetros”, aunque durante ese mes “habrá una reposición de humedad en las zonas que venían con más dificultades”, pronosticó.
Para enero consideró que “hay posibilidades de tormentas fuertes, en febrero no tanto pero sigue lloviendo mucho, y marzo tendrá lluvias normales”. Al ver la anomalía estival de Uruguay da un 50% por arriba de lo normal en precipitaciones en la mayor parte del territorio, indicó.
Sierra también pronosticó que “en enero las lluvias más fuertes serán sobre el centro del territorio uruguayo, con tormentas de más de 200 milímetros” y algunas “hasta de 300 milímetros, pero toda la periferia hacia el sur, oeste y este registrarán entre 150 y 200 milímetros”, que también son valores “excesivos”.
Sobre la distribución, explicó que en enero es probable que se registren pocos episodios de lluvias, pero con grandes volúmenes, focalizados sobre los primeros y los últimos días de ese mes, mientras que las semanas centrales serán “más de playa”, aunque reconoció que en esa temporada la proyección es “muy hipotética”, porque “no tenemos una predictibilidad en detalle” y “no me atrevería a dar mucha precisión”.
Sostuvo que las lluvias “se tranquilizarán en febrero y se normalizarán en marzo, lo que implica que al momento de la cosecha de cultivos de verano no se darían esas situaciones extremas de lluvias. Para abril hay un panorama más suave con las lluvias, aunque la posibilidad de darse algunos registros importantes no está descartada del todo, porque el centro y norte del Uruguay podrían tener lluvias por encima de lo normal y en el sur “no tanto”.
En esa línea, consideró que hacia el otoño 2024 El Niño “comenzará su disipación, al tiempo que los vientos polares volverán a avanzar, incrementado las áreas con precipitaciones bajo la media en el centro y norte de Paraguay y zonas cercanas al “cerrado” de Brasil, el sur del Uruguay y gran parte del centro y el sur de la región Pampeana.
Además, proyecta “un incremento” de las temperaturas, aunque “no serán elevadas” como en temporadas anteriores, porque “el fenómeno de El Niño trae humedad a los suelos y no vamos a tener esa franja seca que hubo el año pasado y en los primeros meses de este año”. Si bien “es posible que la temperatura no levante tanto localmente, llegará el calor del norte”, pero al estar “todo el sur brasilero con buena humedad, al igual que Mesopotamia argentina, entonces es probable que no llegue el calor de años anteriores”, detalló.
En el informe de diciembre de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Sierra concluyó que “se trata de una temporada en la que se notarán grandes contrastes regionales, con marcadas anomalías de signos contrarios, que hará necesaria una gran dosis de previsión y un cuidadoso uso inteligente de la tecnología para superar los desafíos que se presentan, aunque algunas zonas no lograrán una recuperación completa”.
PERSPECTIVAS DE MEDIANO PLAZO
Sierra recordó que en 2007 “se ingresó a una fase negativa, luego de una etapa positiva bastante larga, de unos 30 años, que había comenzado en la década de 1970 y que culminó de forma abrupta en 2007”. Desde entonces “los años La Niña son más frecuentes, vinieron tres en patota como pasó ahora”, remarcó. En tanto, los años El Niño “son más raros”, dijo. En definitiva, planteó que“probablemente la mitad de los próximos años sean La Niña y habrá un año El Niño cada cinco años”, mientras que los neutrales se presentarán en “uno de cada tres años”.
“Estamos en un escenario que recuerda mucho a los años 50”, dijo. Para Uruguay el cambio de fase “no sería tan grave”, pero durante la última temporada y hasta hace pocas semanas “se tuvo una sequía muy grande”, afirmó. Aunque aclaró que el país “no está en una zona tan sensible como el sudeste de la región pampeana”.
Al proyectar un análisis de cara al futuro y “haciendo de la madre María climatológica o el curandero (risas)”, indicó que la campaña 2024/25 “puede llegar a ser otro año El Niño, mejor que el actual”. A la vez, el ciclo 2025/26, 2026/27 y 2027/28 “serían neutros”, y “es muy probable” que más cerca del año 2030 “vuelva otra racha de tres fenómenos La Niña y si no estamos preparados nos volverá a revolcar”.
Por lo tanto, llamó a planificar una “ganadería con amplias reservas de forraje y una agricultura dispuesta a no arriesgarse a generar voladuras de campos en años secos”.
Nota de Revista Verde Nº111