Agricultura

Sistema arroz-soja crece por beneficios mutuos

14 de marzo de 2022

Las rotaciones con ambos cultivos generan más productividad, menos costos, frenan malezas y permiten diversificar el negocio

La inclusión de la soja en las chacras arroceras del este de Uruguay generó importantes beneficios en las empresas del rubro. Al haber solucionado algunas limitantes, como el drenaje en los suelos bajos, la oleaginosa aporta varias soluciones a problemáticas agronómicas y económicas del arroz. 

En primer lugar, permite diluir costos, además de aumentar la productividad del arroz, impidiendo el desarrollo de malezas y diversificando el negocio. Las empresas que además incluyen las pasturas y la producción de carne en el sistema logran aún mejores resultados, los que son alentados por la investigación y por la industria molinera, que destacan sus beneficios. 

Avanza la incorporación de tecnologías que mejoran la eficiencia del sistema, donde el riego aporta un salto a la productividad de soja. En Brasil van un paso adelante con estas experiencias, que sirven de referencia para seguir avanzando en Uruguay.

Geonivelación y riego

La región este de Uruguay tiene varias características particulares, desde los suelos, que son de topografía plana y relativamente poco profundos, hasta la disponibilidad de agua y la cultura de riego, que a través del arroz es bastante generalizada. 

Roberto Lima, integrante de Consultora del Este, dijo a VERDE que “la preocupación de nuestro grupo de trabajo, que involucra a varios agrónomos, productores, empresas y también al Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), es encontrar distintas modalidades que aporten riego a la soja y con ello sustentabilidad al sistema”. 

Para un agricultor del este uruguayo la soja de secano a veces es una complicación, porque está acostumbrado a manejar el riego en el arroz y a tener estabilidad, alcanzando un potencial de rendimiento alto. “Sobre esa base estamos tratando de llevar los distintos sistemas de uso del agua al cultivo de soja”, señaló. 

En Arroyito, zona de Vergara, “estamos con una experimentación a escala comercial, comparando soja con y sin geonivelación, también con y sin riego, con resultados que han sido muy buenos, obteniendo sojas de más de 3.500 kilos por hectárea, con estabilidad, que es el cometido”. Por otro lado, “vemos que el sistema tiene un efecto benéfico en el arroz”.

Para Lima “la piedra angular del sistema, tanto para drenaje como para riego, es la geonivelación”, una tecnología para corregir los relieves naturales de los suelos, eliminando las zonas altas y bajas, para que el movimiento superficial del agua no se interrumpa.   

Esa tecnología de geonivelación, apoyada en RTK, posibilita trabajar sobre terrenos con una pendiente suavizada, respetando la pendiente general y natural. “Con poco movimiento de tierra se consiguen excelentes condiciones, tanto para drenaje como para riego, levantando escalones de productividad”, afirmó. 

Informó que “la inversión en geonivelación va de US$ 150 a US$ 200 por hectárea” y permite trabajar “en muy buenas condiciones durante cuatro años. Luego, con leves retoques, se puede seguir con ese sistema durante más tiempo”, sostuvo.

En esa rotación pueden entrar arroz, soja y pasturas. “Ya tenemos ejemplo. En los tres casos se refuerza el sistema, más allá de la sinergia de esa integración. Esta tecnología permite tener el 100% del terreno cubierto con el cultivo que corresponda, logrando que la soja, el arroz y las praderas sean mucho más uniformes, porque los pozos o malos drenajes son un problema para la implantación y buen desarrollo de los cultivos o praderas. El drenaje es de los primeros beneficios y de los más impactantes de esta tecnología”, afirmó. 

Destacó que la productividad del arroz tuvo un incremento de 5% o 10 bolsas, pero aclaró que esos sistemas ya estaban produciendo más de 10.000 kilos por hectárea. “En carne estamos trabajando con productores que producen más de 250 o 300 kilos”, agregó. 

Los veranos siempre son críticos para las pasturas, porque “el arrocero comienza a hacer laboreos y achica el área; o los propios suelos entregan mucho menos forraje por su escasa profundidad. Con la seca de este verano las praderas de esta zona parecían quemadas con glifosato. En la medida de que se integre el riego a las pasturas y aplique una visión de sistema en el uso del agua, también ingresarán en otros niveles de producción, elevando las productividades de carne”, sostuvo. 

En soja se están evaluando dos caminos tecnológicos sobre terrenos geonivelados. Uno con la soja sobre camellones, “que requiere de algunas pequeñas adaptaciones de maquinaria, que no implican grandes costos. En este caso se busca tener rendimientos consistentes, de más de 3.000 kilos por hectárea, y el riego es clave para alcanzar ese objetivo”, señaló Lima.

Y el otro camino consiste en aprovechar la cultura de taipas y drenajes de la región, pero en soja, utilizando la maquinaria del arroz. 

En este caso el objetivo es tener al riego como un recurso de resguardo, para mantener y estabilizar un rendimiento en el eje de 2.500 a 3.000 kilos. “Esas situaciones parecen mucho más amigables con la cultura del arrocero. Creemos que esto puede evolucionar bastante rápido”, planteó.

Lima informó que esas líneas de acción se llevan adelante en Agropecuaria El Tero, Casarone, La Mini (Hugo Manini), Labrustar y otros establecimientos que ya tienen entre 20% y 30% del área de soja con riego en esas dos modalidades. “En Brasil ya es una realidad. Ahora estamos en la etapa de escalar las experiencias, porque la soja regada no llega al 10% de la superficie total en suelos arroceros”, señaló.

La investigación

El ingeniero agrónomo José Terra, director del Programa Arroz de INIA, comentó a VERDE que la interacción arroz-soja “es interesante”. Recordó que “comenzó hace algunos años con productores innovadores y se siguió colando de a poco”, ya que “la oleaginosa le deja ventajas y alternativas a la rotación arroz-pasturas, que es muy amplia y heterogénea”.

Dijo que “la soja es un muy buen antecesor para el arroz. En experimentos confirmamos que la productividad del cereal sobre rastrojo de soja se incrementa 15%; es muy similar o incluso superior a un antecesor de pasturas”.

También valoró que la oleaginosa “ayuda a diluir los costos de producción, porque asume la preparación de suelos”, además de ventajas para el control de malezas difíciles como el arroz rojo o la echinocloa.

La limitante para la soja en los suelos bajos es el drenaje cuando hay excesos de agua, y luego también inciden los periodos secos. “Es clave adaptar ciertas tecnologías para mitigar esos problemas. El desafío es estabilizar los rendimientos”, afirmó

INIA tiene dos vías de investigación sobre este tema. Por un lado, se incluye a la soja en rotaciones arroceras de largo plazo, evaluando diferentes intensidades de uso del suelo arrocero. En algunos casos sustituye a las pasturas y en otros las integra, así como al arroz, evaluando los efectos productivos y ambientales de estos sistemas.

Por otro lado, hace tres años que INIA y el sector privado evalúan las prácticas de manejo y tecnologías que deben considerarse para incluir a la soja en la rotación. Allí se focaliza en la sistematización, nivelación de los suelos, la eventual utilización del riego en soja y la fertilización.

Con las nuevas tecnologías de la información y la geotecnología es posible mejorar la nivelación, el drenaje, para bajarle el riesgo al cultivo de soja, tanto por excesos como regando cuando hay déficit hídrico, señaló Terra.

Potenciar los sistemas

El ingeniero agrónomo Daniel Gonnet, gerente agronómico de Casarone, dijo a VERDE que la empresa promueve estos sistemas de producción, ya que “tener un esquema en base a un solo rubro tiene debilidades económicas y agronómicas”. En ese sentido, destacó que la integración de la soja en los sistemas de producción del este de Uruguay “levanta restricciones de los modelos de negocios basados exclusivamente en el arroz”. 

Detalló que el arroz tiene una estructura de costos “relativamente alta” y  una dependencia de la relación con el dueño del campo, que es “determinante para estabilizar los rendimientos”. Y dijo que la principal desventaja para la soja en los sistemas arroceros del este es la dependencia muy fuerte de la calidad de drenaje.

Al evaluar sistemas integrados, Gonnet destacó que “los cultivos salen ganando”, porque “el arrocero es un profesional del riego y drenaje”, y además es “líder de equipos de trabajo multidisciplinarios”. Sostuvo que “la soja se viabiliza en esos sistemas cuando es sembrada por un arrocero”, además de levantar problemas del arroz cuando se hace como único rubro. 

Informó que “en el este hay unas 110.000 hectáreas de arroz, y algo más de 30.000 están en rotación con soja. Hay mucho potencial, pero un primer escalón debería ser duplicar el área, con el objetivo de diluir los costos de los dos cultivos”.

Por otra parte, Muzzio Marella, gerente agrícola de Saman, dijo a VERDE que a la soja en los sistemas arroceros se la observa como “una herramienta potenciadora del arroz”. Informó que en el este “el 30% del área de arroz ya está en rotación con la soja o sorgo”, y que en la zona centro y norte “también se la está incluyendo, pero por suelo y clima va muy de la mano del riego”.

Señaló que en el este se empieza a regar de forma incipiente, pero que “hay para avanzar con soja de secano, sobre todo en el macro drenaje de la zona arrocera y el micro drenaje en la chacra de soja, que cambió la realidad de esos campos”. 

El departamento técnico de Saman también impulsa la inclusión de la soja en los sistemas arroceros, “acercando tecnología y articulando algunos negocios, donde la empresa arrienda el campo, potenciando los sistemas de riego y armando la rotación arroz-soja para que los productores la exploten. Estamos jugando un papel importante en el desarrollo de esa rotación, porque potencia al arroz, que en definitiva es el negocio de Saman”, explicó el ingeniero agrónomo.

También se considera importante que los productores puedan incorporar la ganadería. “Es muy bueno que estén las tres patas en los sistemas arroceros, para tener empresas más estables. Con eso se potencia el arroz, la soja y la carne”, concluyó.

El área

Rodrigo Aiello, integrante de Barraca Erro, dijo a VERDE que la empresa estima en 130.000 hectáreas la superficie de soja en el este de Uruguay, y que en esta zafra hubo un aumento del 25%, aproximadamente; y el 30% del área total de soja en el este se hace en rotación con arroz o en campos bajos.

“En Erro buscamos los materiales que más se adapten a ese esquema de problemas de drenaje y suelos con baja capacidad de retención de agua”, señaló. En tal sentido, se avanzó en materiales como DM Garra, que “por su comportamiento ocupa gran parte de las áreas de campos bajos o arroceros”. 

Desde hace 13 años el área de investigación y desarrollo (I+D) de Erro realiza evaluaciones, en tres o cuatro localidades por año. “Llevamos más de 50 ensayos que tienen como objetivo detectar las variedades que mejor se adaptan a los campos bajos y laderas”, destacó. 

“Ese trabajo es permanente y se están buscando materiales que superen a los que hoy están en el mercado. Allí aparecen DM 60i62 y DM 66R69 STS, que han mostrado muy buena adaptabilidad a esos ambientes”, agregó. 

Barraca Erro participa del proyecto que INIA, consultora del Este y otros actores llevan adelante, para potenciar al cultivo en las diferentes situaciones del este.

La experiencia en chacra

Fernando Rizzo, del establecimiento La Catumbera, ubicado en Treinta y Tres, dijo a VERDE que la soja entró al sistema arrocero en 2008, “primero por los precios, pero calzó perfecto en la rotación. No conocíamos el cultivo, y luego, a pesar de la caída de los valores, la soja siguió en la rotación, porque nos viabiliza el rastrojo para arroz y la limpieza de campos”. 

Comentó que en el establecimiento principal siembran el 100% del arroz sobre soja, y en algún caso entra un puente verde, que aporta dos meses y medio de pastoreo. 

Agregó que, “más allá de los precios, hemos estabilizado el sistema. Eso nos permite permanecer en el tiempo y no andar con altibajos, sobre todo teniendo en cuenta que estamos a 400 kilómetros del puerto de Montevideo”. 

Señaló que en soja la media de los últimos años está en torno de los 2.500 kilos. “Es un rendimiento muy bueno, teniendo en cuenta la calidad de los campos”, consideró. 

En arroz el promedio se acerca a los 10.100 kilos por hectárea. “Hemos podido estabilizar los rindes. Ahora estamos encalando, calificando los campos por los años de agricultura. Siempre hay cosas por ajustar. Tenemos el campo, que es algo importante para poder planificar, porque los buenos precios ganaderos hacen que esa actividad también compita por las rentas”, comentó.

Rizzo agregó que la empresa tiene en rotación con arroz unas 700 hectáreas de soja y afirmó: “no vemos el negocio sin esa rotación”. 

Destacó que se han podido bajar los costos del arroz, porque la soja deja el campo pronto y permite optimizar la fecha de siembra, además de los beneficios en el manejo de malezas. “Estimamos que la soja reduce el costo entre US$ 250 y US$ 300 por hectárea”, indicó. 

Por otra parte, comentó que se están haciendo drenajes con tecnología RTK. “Siempre tratamos de ajustar el manejo. Cuando llueve mucho en poco tiempo no se da abasto, y en algunos casos hay pérdidas de chacras. El año pasado se perdió el 10%; este año no fue tanto”, relató. A propósito, explicó que “si la soja queda menos de 36 horas bajo agua se recupera”.

Agregó que “se viene realizando mucha sistematización, muchas obras de excavadoras. Hoy todo eso nos permite regar, pero por las condiciones climáticas de estos dos últimos años no se ha hecho”.

“Estaríamos en condiciones de regar el 50% de la soja que se hace en rotación con arroz. Eso requiere de un trabajo bastante artesanal, pero al tener el agua disponible hay que utilizarla. Además, las medias de UTE viabilizaron la posibilidad de regar más”, valoró.

Por su parte, el ingeniero agrónomo Eduardo Apolinario, asesor de La Mini, comentó que en el establecimiento empezaron a sembrar soja en el año 2012, en 20% del área. “Hoy arroz y soja están cabeza a cabeza en la rotación. Sin reducir el área ocupada por el arroz, llevamos adelante un sistema intercalado de soja-arroz por unos cuatro años, y luego se pasa a otros cuatro años de pasturas”. 

Enfatizó que “la soja en los campos planos requiere de buen drenaje interno en la chacra, apoyándose en herramientas modernas, de georeferenciación, y en la limpieza de los drenajes principales. Eso es clave para la soja, porque siempre hay períodos de exceso hídrico”. 

Dijo que “también hay que perderle el miedo a regar la soja en los campos bajos. Hace unos años venimos con un sistema de riego por surco, en un área que ronda entre 20% y 30% de la soja. Son dos aspectos claves para la estabilidad productiva de ese cultivo”.

La empresa pudo estabilizar los rendimientos en unos 2.500 kilos por hectárea, salvo en el año 2017/18, cuando hubo una sequía extrema. El ingeniero agrónomo señaló que, en la medida que avance el riego, el objetivo es superar los 3.000 kilos de soja por hectárea.

En cuanto al arroz, dijo que “está ampliamente demostrado y estudiado que luego de una soja hay un incremento importante en el rendimiento del arroz, en torno al 10%. Lo notamos. Veníamos con rendimientos de 8.500 a 9.000 kilos por hectárea, y luego de tres o cuatro zafras de soja estamos alcanzando los 10.000 kilos”. 

Subrayó que se trata de un vínculo ganar-ganar, porque la siembra de soja frena la aparición de problemas graves de malezas para el arroz, así como el arroz inundado también es un impedimento para que prosperen malezas problemáticas para la soja. 

La ganadería, por su parte, permite renovar nutrientes, y los cultivos de retorno sobre pradera también tienen un plus. “Se diversifica el negocio con estos tres componentes, incrementando además el movimiento de servicios y mano de obra en la región”, enfatizó.

Experiencia en Brasil con estos sistemas

El ingeniero agrónomo Giovani Fernández trabaja como asesor técnico en la zona de Santa Vitória do Palmar, cuenca de la laguna Merín, en Brasil. Allí la soja se instaló en los sistemas arroceros, por la evolución del manejo de los drenajes y el avance de la tecnología que hace más eficiente el manejo del agua. “La soja se volvió más manejable. Avanza la soja regada y comienza a incluirse en la rotación el maíz sembrado en camellones.  Además, es cada vez más frecuente la siembra de trébol persa, solo o con raigrás cuando se pastorea, luego de la soja y antes del arroz. Hay cambios estructurales muy interesantes, que van muy rápido”, destacó.

El arroz se fue concentrando en las mejores zonas, creciendo con la soja. Va recuperando área al ser la cabeza de la rotación; y a partir de allí se hace un año arroz y otro soja. “Eso se va estabilizando. En las chacras de arroz había crecido el problema de malezas y la soja fue una solución”, agregó. 

“La ganadería también se va imponiendo, los puentes verdes en invierno crecieron 30%, y donde hay buen drenaje se siembra avena”, describió. 

Además, se trabajó “en suavizar los relieves, motivando que la superficie quede con una pendiente más controlada. Antes la nivelación era total y ahora permite hacer surcos para la siembra de soja”. 

La soja regada en esos sistemas ocupa entre el 15% y 20% del total, “consolidado rindes de 3.000 a 3.500 kilos por hectárea, mientras que en secano está en 2.500 kilos. Por el incremento de costos, la soja aporta al sistema y es rentable; eso debe ser estable y así gana terreno el riego”, consideró.

Fernández indicó que desde 2010 “la evolución fue muy importante. La soja hoy se hace como cultivo y no como accesorio del sistema. También se observa cómo el productor va armando equipos para la siembra de arroz y de soja, para aprovechar la mejor ventana de siembra de cada cultivo”.

En ACA aprueban la rotación arroz-soja

Alfredo Lago, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA), dijo a VERDE que en la institución consideran que la inclusión de la soja es una oportunidad para el productor arrocero, “por las ventajas agronómicas y la dispersión del riesgo, que posiciona mejor al productor”.

“El 70% de los productores es arrendatario, y las rentas arroceras están en los 500 kilos por hectárea. Hace 20 años la renta ganadera era  de US$ 20 por hectárea, pero hoy puede llegar hasta los US$100, cifra similar a la del arroz. Con otro cultivo, que tiene capacidad de mantener una buena renta, hay una oportunidad”, acotó.

Lago señaló que la soja permite compartir costos fijos y algunos variables. “Sin generar más inversión aumenta su negocio y hay otra posibilidad de relación con el dueño del campo. También le abre la puerta a la ganadería. Ese es un gran desafío que tiene el arrocero arrendatario, porque normalmente el dueño del campo es quien hace la ganadería”, comentó.

Dentro de las aristas positivas marcadas por el presidente de la ACA, aparece la mejora en la “capacidad de negociación”, por ejemplo de los fletes, porque “no es lo mismo mover solo arroz que sumarle soja, porque se le incrementa la zafra al transportista”, señaló.

Agregó que la soja en los planteos arroceros tiene cierta estabilidad productiva. Si bien no se logran los picos del litoral, los rindes de los últimos años “promedian 2.500 kilos por hectárea”, sin grandes variaciones. 

El productor consideró que el arroz seguirá creciendo hasta ubicarse en torno de las 200.000 hectáreas, aunque afirmó que no imagina un crecimiento mayor. Y planteó que el empresario arrocero “puede crecer más con la soja y tener un mejor negocio”. 

“El arroz ocupa en torno del 28% de la superficie sistematizada existente. Por lo tanto, la soja tiene un gran potencial  de crecimiento en rotación con el arroz”, sostuvo.

Nota de Revista Verde N°99

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