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Agricultura

La acidificación de los suelos es un problema emergente en Uruguay, señaló Esteban Hoffman

29 de marzo de 2024

Una de cada cuatro hectáreas ya está en un ambiente acidificado; la respuesta que surge del proyecto liderado por la AAD arroja un incremento destacado de la productividad

Cuando un suelo se acidifica “hay que encalar, y el problema en general no se arregla con dos toneladas por hectárea cada cuatro o cinco años”, enfatizó el ingeniero agrónomo Esteban Hoffman, director general de Unicampo Uruguay, la empresa responsable del área técnica (*) del Proyecto Encalado que lleva adelante la Asociación Agropecuaria de Dolores (AAD).  

En diálogo con VERDE agregó que “la información que surge del proyecto nos está diciendo que con eso no se frena el problema cuando estamos en valores bajos de pH en suelo”. Y aclaró que “en base a los primeros resultados del proyecto, serían necesarias de 4 a 5 toneladas de cal para realmente sacar chacras de una situación de pH ácido”. 

En el primer cultivo “después de tres meses de encalado, no en micro parcelas sino en grandes franjas, en chacras que funcionan como campos experimentales portantes, los resultados para cultivos de soja mostraron que en la mitad de esos campos, cuando el pH estaba por debajo 5.4 hubo una respuesta en promedio de 25% en el rendimiento. Con lo cual aproximadamente 1.000 kilos (kg) de grano estarían dejando de ser producidos en cultivos sin grandes limitantes hídricas, cuando se cultivan en ambientes acidificados”. 

La respuesta “es increíble; el primer tiro al arco fue al ángulo”. A su vez, mencionó que en el segundo cultivo la respuesta también fue “increíble”. En el 86% de los campos la respuesta en cultivos de invierno fue de 30% más de grano por encalar.

El proyecto de la AAD comenzó en setiembre de 2021. “Es un gran proyecto, a cinco años, que tiene ocho campos donde se busca evaluar el impacto del encalado, hasta llegar a la posible fase de reencalado”. A Unicampo Uruguay “le han estado llegando trabajos sobre esa temática y hoy estamos trabajando en cinco proyectos vinculados al encalado, fundamentalmente evaluando fuentes, pero la iniciativa madre es la que lleva adelante con la AAD”.

Comentó que en 2021 la AAD “hizo una convocatoria a varias empresas para comenzar a trabajar en este tema. Se logró un gran apoyo económico, sin el cual no se hubiera podido generar la información que se está generando, dado que son proyectos muy costosos, por el peso del muestreo y los análisis químicos”. Las empresas que participan son: Agroterra, ADP, Ambev, Cargill, Cementos del Plata, Erro, Grupo Macció, Goyaike, Maltería Oriental, MegaAgro, Lage-Lallemand, Nutrien, Resiter, Tafirel y la empresa contratista de Andrés Sosa.

El investigador explicó que el proyecto contempla situaciones donde el pH no es ácido, para poder evaluar que realmente el problema está cuando el pH está por debajo de 5,4, así como el impacto del encalado. 

ESTADO DE SITUACIÓN

Hoffman indicó que “una de cada cuatro hectáreas en Uruguay, el 25% del área, está en un ambiente que se puede considerar ácido”. La información surge de un trabajo llevado adelante en conjunto con el Laboratorio Analítico Agro Industrial (LAAI), Unicampo Uruguay y de la Red Agrícola Uruguay, donde se configuró una base de datos de dos zafras consecutivas, 2021-2022 y 2022-2023, donde hay 16.909 muestras purificadas, que contemplan todos los departamentos del Uruguay, que reflejan la magnitud del problema”.

Aclaró que esta información “casi no considera los suelos naturalmente ácidos, sino que concentra datos de los departamentos con uso más intensivo del suelo. En Paysandú, Río Negro, Soriano, Colonia, Flores, Florida y San José, un 27% de las chacras está con 5,4 de pH o menos, y en el promedio de esas chacras el suelo tiene un valor de pH de 5,2. Definitivamente un ambiente acidificado”. 

Agregó que otro 25% de las chacras tienen valores entre 5,4 y 5,7 de pH y “seguramente se vayan acidificando lentamente, dado que la tendencia no tiene ninguna perspectiva de cambiar. La mediana arroja un valor de pH de 5,7 mientras que hace 25 años era de 6,2 a 6,3”, explicó Hoffman.

EL PROCESO 

El director de Unicampo señaló que se le empezó a llamar proceso de acidificación o suelos acidificados “para separarlo de lo que le pasa a Brasil y Paraguay, donde ya se convive con suelos que son naturalmente ácidos, y donde es muy conocido que si no los encalan no pueden producir.  Este no es el caso de Uruguay, que tiene suelos que son naturalmente ácidos, en Rivera, en Tacuarembó, en parte de Cerro Largo, Artigas y Salto, pero allí hay poca agricultura de secano”. 

Explicó que una baja lenta del pH “no hay que pensarlo como el resultado del mal uso del suelo, sino al uso intensivo”. En Unicampo Uruguay “se muestrea el 100% de las chacras desde hace más de 20 años y siempre incorporamos el dato de pH, porque los valores nos pueden obligar a cambiar el diagnóstico de las necesidades de fósforo y potasio. Desde 2013 se comenzó a observar una frecuencia, al comienzo baja, de chacras con pH bajo, tendencia que crecía lenta pero sistemáticamente”. 

En 2015, a partir de los datos de los clientes directos e indirectos, “ya teníamos entre 13% y 14% de las chacras por debajo de 5,4 de pH, un valor que la literatura universal considera ambiente ácido. Con escasa información contemporánea, en realidad no estábamos haciendo nada en cuanto al encalado”, comentó el ingeniero agrónomo.

“Desde hace unos cuatro años comenzó a ser llamativo el nivel de pH que mostraban las chacras. La información que teníamos fue generada básicamente en Facultad de Agronomía, por Omar Casanova, quien desarrolló los trabajos hace más de 20 años, sobre todo en el sur del país, centrado en la alfalfa, un cultivo muy sensible a los niveles de pH del suelo”, recordó.

Puntualizó que “durante todo el siglo XXI la acidificación de los suelos no fue un problema serio de la agricultura uruguaya”. Pero hace cuatro años “comenzamos a discutir cada vez más fuerte este tema, y fueron surgiendo preguntas vinculadas con los impactos y las pérdidas, preguntas que no podíamos responder porque incluso la información era escasa, inclusive ausente para algunos cultivos”, reconoció Hoffman.

Las chacras con bajos niveles de pH “fueron creciendo y es por esto que la necesidad de generación de información, desemboca en el oportuno proyecto de la AAD”, resaltó el director general de Unicampo Uruguay.

LOS MOTIVOS 

El proceso de acidificación se origina por “la intensidad agrícola y por la muy fuerte extracción de bases que lleva la agricultura, con cultivos anuales de elevada productividad como los que tenemos en Uruguay. Esto va seguir aumentando lentamente, aunque creo que mucho más rápido de lo que la mayoría piensa, y es por eso que llegó la hora de ocuparnos de un problema que consideramos emergente”, advirtió.

Hoffman consideró que “en un sistema de agricultura intensivo, si no contemplamos esa situación y no hacemos cosas específicas para sortear y detener la caída del pH, va a continuar cayendo. Para frenar esa caída, detener la baja de materia orgánica en el suelo es clave, algo que no se está dando a nivel general”. 

Agregó que “sí ocurre en esquemas muy intensivos de agricultura con riego, con altos niveles de productividad, pero en los esquemas de agricultura con niveles de productividad que no son elevados, aún con riego, está pasando lo contrario”. 

El director general de Unicampo Uruguay consideró que en primera instancia “se podría empezar con estrategias, no del encalado típico, que capaz es el que se está imaginando mucha gente, también pueden ser enmiendas de menor volumen, que evitan entrar en la zona de encalado convencional”.

(*) Nicolás Cortazzo, Alejandra Vulliez, Federico Rovegno, Fabricio Dutra y Esteban Hoffman.

Nota de Revista Verde N°113

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