Al Grano

Urraburu: “Uruguay sufre un atraso cambiario que afecta la rentabilidad de sectores vitales”

31 de julio de 2024

Ángel Urraburu, presidente de la Bolsa de Valores de Montevideo sostuvo que la debilidad del dólar “viene de Estados Unidos”, y aseguró que “no hay que estar cerrado a la intervención del mercado de cambios”

Uruguay “sufre un atraso cambiario que afecta la rentabilidad de sectores vitales para la economía del país, como el agro”, sostuvo el presidente de la Bolsa de Valores de Montevideo, Ángel Urraburu. En esta entrevista con VERDE, el director de Urraburu e Hijos Corredores de Bolsa, consideró que esta situación “desincentiva la inversión y limita un crecimiento económico que ya venía diezmado”. A su entender, la debilidad del dólar en Uruguay “viene de Estados Unidos”, y aseguró que “no hay que estar cerrado a la intervención del mercado de cambios” para brindar señales.  

¿Cómo está viendo el clima de negocios en Uruguay?

La situación en el país no es la mejor. Creo que no podemos cargarle el pequeño trancazo que vemos en el proceso de inversión en Uruguay al año electoral. Ya hace unos meses que estoy encontrando algún indicio de saturación del mercado inmobiliario. Creo que acá se ha construido mucho, se han logrado índices de ocupación del sector de la construcción altísimos, y saludo eso, que la gente tenga trabajo creo que es lo más saludable. Pero cuando uno produce un bien que está pasándose del límite de la demanda y sigue produciéndolo, puede llegar un momento de saturación del mercado. 

¿Es una especie de burbuja?

No sé si es una burbuja. El metro cuadrado construido en Montevideo es el más caro de Sudamérica. El sector de la construcción no tiene conflictos, porque es uno de los sectores donde es más fácil traspasar el aumento de salarios al precio de venta. Hubo una Ley de promoción social para la construcción de viviendas, que para mí fue muy bien ideada y generó un boom de la construcción. Aunque no sé si al final esas viviendas llegaron al destino planteado en la Ley, pero en definitiva se construyó mucho, se dio trabajo y se dio movilidad en la sociedad, cosa que saludo absolutamente. Vemos propaganda permanentemente de empresas de la construcción. Hubo un problema con un emprendedor en Canelones, lo que genera un pequeño manto de duda, sobre todo en un sector que estaba creciendo mucho a partir de la venta en pozo, la cual tiene un riesgo porque no está hecha la vivienda. Por lo tanto, la construcción para mí está mostrando algún indicio de saturación del mercado, ojalá que no se concrete, porque es en cualquier economía uno de los motores más importantes para el empleo y para la demanda. El producto bruto interno (PBI) del Uruguay en el primer trimestre del año subió 0,6%, y en 2023 fue 0,3%, también casi nada. Por lo tanto, el país está sin crecimiento, por no ponerle otras palabras. Hay un atraso cambiario que es evidente y que el propio Banco Central del Uruguay (BCU) reconoce. Ese atraso cambiario provoca que la rentabilidad de los sectores básicos de la economía esté dañada seriamente.

¿Eso frena el crecimiento?

Seguro. Primero porque desincentiva la inversión en los sectores. Pienso en el agro, que fue, es y será el motor de la economía en el Uruguay. Más allá de que haya otros sectores pujantes, el agro es el rubro básico en un país como el Uruguay. La lechería, la ganadería y la agricultura tuvieron en los últimos dos años dificultades notorias, ya sea climáticas, de mercados, de precios o por falta de instrumentos a la hora de financiar la producción, que tampoco los hay en forma fluida. Por lo tanto, la ecuación económica los sectores exportadores en su totalidad –del agro y otros– está dañada, y no solamente por el teórico el atraso cambiario del 15% que reconoce el BCU.  Si la rentabilidad de los sectores básicos de la economía está dañada, esto inmediatamente se transmite en el crecimiento de la economía en su totalidad, por lo tanto, estamos en problemas. Un inversor que mire al Uruguay, verá un país con las características de siempre: respeto a los contratos, disciplina fiscal –aunque no la prometida, pero disciplina fiscal al fin–, seriedad en el manejo de las cuentas públicas, un país serio, con la mejor nota de calificación de riesgo en América Latina. Todo esto no es poca cosa, es mucho, hace que el inversor mire al Uruguay con afinidad, con simpatía y con cercanía. Pero este es un país que no ofrece rentabilidad. 

¿Cómo calza todo ese escenario en un año electoral?

No podemos cargarle al año electoral todos los problemas del país, porque seríamos muy injustos. Estuve en un evento dentro de la Semana Conaprole, escuchando varias conferencias y dialogando con muchos productores. El gran problema en este momento, como si no fueran pocos, es el endeudamiento que generaron los tambos por la sequía del año pasado. Eso es una mochila pesadísima, que está presente y que no podemos desconocerla. La agricultura también tiene que haber salido endeudada de la sequía, porque no se logró cosechar ni cerca de lo que se pretendía. La ganadería va flotando con un precio del ganado que subió un poco en este último mes y medio, pero que en los últimos 7 u 8 meses no tuvo valores maravillosos. Si a todo esto le agregamos el atraso cambiario, la ecuación es muy limitada. Por lo tanto, si soy inversor y miro a Uruguay veo todas las ventajas macro, que no son poca cosa, pero también veo que la rentabilidad en este momento está seriamente dañada. Además, estamos en un año electoral y hasta ahora los candidatos no están hablando del sector productivo. No escuché a nadie que esté pensando en el crecimiento de la economía. A algunos los escucho hablar permanentemente de la redistribución, como si la redistribución no fuera una consecuencia del crecimiento, pero no hablan del crecimiento. ¿Cómo vamos a lograr el crecimiento? ¿Cómo vamos a levantar el atraso cambiario? ¿Cómo vamos a nivelar el déficit fiscal? ¿Cuál será nuestra política salarial? La respuestas a esas preguntas no las encuentro. A esto le agregamos que hay un plebiscito que genera una aventura en Uruguay, un país que es ampliamente democrático y participativo, que permite estas cosas, porque es una verdadera aventura y un salto a lo desconocido, algo totalmente negativo. Tenemos al sector productivo con dificultades en la línea de rentabilidad y un año electoral con más sombras que luces, con muy pocas propuestas vinculadas a lo productivo, lo que provoca que no estemos encontrando grandes procesos de inversión en este momento en el país, salvo los que se realizan a través de Comap (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones), pero son emprendimientos que ya están instalados.

¿Cuál es su visión del atraso cambiario?

El atraso cambiario no es algo que dependa exclusivamente del Uruguay. En estas últimas semanas se está dando un ejemplo contundente de lo que vengo diciendo desde hace mucho tiempo, y es el caso de Brasil. Allí está subiendo el dólar de forma casi sistemática. Lo está haciendo porque el presidente Lula (Luiz Inácio Lula da Silva) se está portando mal –y lo digo entre comillas– desde el punto de vista de la ortodoxia económica. Brasil tiene un déficit fiscal claramente superior al de Uruguay, de cerca del 8% del PBI brasileño. Lula aflojó el presupuesto del Estado para lograr más gastos en otras áreas. Esos gastos generan inflación y deben financiarse. Brasil no tiene grado inversor, y por lo tanto la deuda que toma es claramente más cara que en Uruguay. Las tasas de interés allí están infinitamente más desalineadas que en el Uruguay. En Brasil tienen una inflación de 3,8% o 3,9% y tasas de interés del 10,5%. Acá tenemos una inflación de 4,5% y una tasa de referencia de 8,5%. Esto fue muy criticado en Uruguay. Pero al atraso cambiario en el Uruguay hay que deducirle la baja de la inflación, porque en definitiva lo que tenemos que analizar es el tipo de cambio real, que bajó porque lógicamente perdimos el 15%, pero la inflación también lo hizo y eso se ganó en competitividad, lo que para el país es positivo. A veces hay que sacrificar mucho para lograr poco, pero hay que lograrlo. Para analizar el precio del dólar en un país hay que hablar del mundo, no solamente de ese país, a menos que el presidente se esté “portando mal”, como es el caso de Lula. Acá se están portando relativamente bien. Por otro lado, hay un aumento de la base monetaria en Estados Unidos, que fue terrible a partir de la pandemia del 2020, ya que la cantidad de dólares emitidos más que se duplicó. Es decir, que hay muchos más dólares, pero esos dólares no quedaron en Estados Unidos sino que se repartieron por el mundo. En este momento el dólar muestra debilidad frente al euro, al yen, al USDX, al real hasta el último mes, y frente a las principales monedas del mundo, incluyendo los pesos colombiano, chileno, uruguayo y mexicano. Pero esa debilidad viene de Estados Unidos, donde se emite el dólar. 

¿El peso más importante del atraso cambiario para usted está ahí?

Una economía sin déficit fiscal como la de Milei (Javier Milei, presidente de Argentina) no la comprendo y no sé si existe en algún lugar. Estados Unidos tiene un déficit fiscal superior al 6,5% del PBI, y Uruguay tiene 4,3%, o sea que estamos mejor en ese aspecto.

¿El financiamiento de ese déficit fiscal no impacta en la cotización del dólar?

No. El financiamiento del déficit fiscal no se da a través de las Letras de Regulación Monetaria (LRM), sino a través de la deuda que se emite en el exterior y a más largo plazo. Las LRM regulan la cantidad de dinero que circula. El déficit fiscal tiene alguna incidencia, pero es marginal. Y planteo este escenario de acá hasta fin de año. La Reserva Federal de Estados Unidos está anunciando desde hace varios meses una baja en la tasa de interés, que la han ido aplazando, que será de menor magnitud y más diluida en el tiempo. Pero esa baja tiene que venir, porque con 5,5% de tasa Estados Unidos no puede mantener el nivel de actividad. La pregunta es qué pasará con el dólar cuando empiecen a bajar las tasas. Cuando el dólar afloje, porque bajaron las tasas que vinculan al dólar con la inversión, ¿vamos a culpar al nivel de tasas de las LRM? No digo que no haya que tocar nada respecto de las tasas que tienen las LRM, pero soy crítico cuando dogmáticamente me dicen que el BCU no puede intervenir en el mercado de cambios. Los dogmatismos nunca me gustaron en ningún lado. La última intervención del BCU en el mercado de cambios fue en agosto del 2021, hace tres años, y no intervino más. A veces el BCU debe intervenir. No digo de forma sistemática ni en el largo plazo, pero creo que debe intervenir para dar señales. Las mismas señales que se tratan de dar cuando se reúne el Comité de Política Monetaria (Copom) para fijar las tasas de referencia que afectan las expectativas de los agentes que son formadores de precios en la economía. Esas mismas expectativas deberían llevar al BCU a realizar ajustes en momentos de bajas coyunturales, como las que tuvimos hace tres meses cuando el dólar llegó a $ 37,20, porque ese valor tampoco era real. Que el BCU comprara US$ 10 millones a $ 37,50 no afectaba a nadie, y daba una señal, era como decir: hasta acá te dejo llegar. El BCU no puede comprar todos los días porque empieza el carry trade, vienen de afuera y se termina generando una política monetaria para el exterior, donde me venden los dólares y me colocan los pesos, con todo lo que eso conlleva. Pero me parece que no se debe estar tan cerrado a la intervención en el mercado de cambios. 

¿Y las tasas de las LRM?

El nivel de interés de las LRM quizás se puede bajar un poco más, pero ojo que la inflación en Brasil y en Uruguay en los últimos 12 meses subió un poquito. Ahora se esperan tres meses más de suba en Uruguay. En Brasil también subirá por el incipiente descontrol en el gasto y las inundaciones, que son inflacionarias porque se perdieron alimentos, entre otras cosas. Los bancos centrales de Brasil y Uruguay en las últimas reuniones del Copom interrumpieron el proceso de baja de tasas. Ahora la pregunta es: ¿las tasas se mantendrán o empezarán a subir de vuelta? Es muy difícil de pronosticar. Lo que sí está más claro es que cuando la tasa de interés en Estados Unidos baje, eso impactará en el dólar. Y allí quiero saber cómo la gente que sostiene que el dólar está flojo por el nivel retribución de las LRM justificará el nuevo nivel del dólar en el mundo, no solo en Uruguay. Si me hablan del precio del dólar me están hablando de la moneda mundial, entonces no puedo limitarme a decir que se debe a que en el Uruguay suceden determinadas cosas, porque también bajó en otros países del mundo. Los desvíos del dólar no están vinculados a los niveles de tasas locales; en Brasil subió porque el presidente está apuntando a más gasto.

Usted mencionó el tema del financiamiento para el sector productivo, ¿es posible crear algún mecanismo a través de la Bolsa de Valores?

Toda la vida fue nuestro sueño, pero depende 100% del sector productivo y del sector privado. Acá no hay ninguna institución pública que se pueda dedicar a eso. Me parece que, con la figura legal del fideicomiso y con sus tres formas, se puede trabajar, porque hay flujos en el agro que son suficientemente importantes y predecibles para alimentarlo y al mismo tiempo, en la otra punta, emitir papeles contra esos flujos. El instrumento está, el tema es generar las condiciones para que algún privado, como Capital Oriental que ha mostrado interés, puedan crear alguna propuesta. 

¿Y el inversor está dispuesto a invertir en el agro mediante estos mecanismos?

Me gusta llamarlos ahorristas, porque en el Uruguay los grandes inversores son extranjeros que ya vienen con el financiamiento del exterior. Pero creo que hay una gran cantidad de ahorristas que se volcaron a las empresas ganaderas que ofrecen rentabilidad a través del ganado. Si a esas empresas, con los controles que aplica el BCU en el mercado de valores, se les genera la figura del fideicomiso y se pone al lado de esas propuestas o de otras que se puedan generar, fortalezco muchísimo el sistema. Siempre a través de la Bolsa de Valores y cumpliendo con los controles del BCU, que le dan seguridad al ahorrista, generando además una cultura de la información que es necesaria e imprescindible. No solamente para las empresas del sector productivo, sino también para las empresas públicas, que es lo que falta en este país. Si se juntan las empresas que se dedican a captar inversores para negocios ganaderos, con la figura de un fideicomiso, con todos los mecanismos de regulación que el país tiene y que deben ser respetados, se podrían lograr cosas importantes.

¿En qué quedó la iniciativa que estaba dentro de la LUC de poder abrir el capital de las empresas propiedad estatal?

No se pudo avanzar nada. He tenido algunas reuniones con actores del gobierno y no han avanzado. Acá es necesaria una decisión política para poder llevar esa iniciativa adelante, que no pasa por un artículo de la LUC (ley de urgente consideración). Esto quedó en la letra fría de la ley, quizás sea porque el costo político que eso podría implicar respecto de la izquierda se valoró como demasiado alto. No lo sé, pero la verdad es que hubiera sido para el país un paso hacia adelante muy fuerte, muy importante, sobre todo a la hora de generar esa transparencia y esa información tan necesaria en un país oscuro, en un país que no logra niveles de participación de los ahorristas por la oscuridad. Si todos cotizaran en la Bolsa de Valores y estuvieran presentando información trimestral al BCU y a la Bolsa de Valores, habría mucha más inversión productiva en el país a través de los ahorristas. Los inversores son fuertes, se manejan con otros criterios, pero cada vez más se van a ir acercando a estos procesos, porque a ellos también los fortalece. Esta iniciativa de emisión de acciones de Zorzal Inversiones Tecnológicas quizás se pueda replicar en el sector agropecuario. Es una alternativa que voy a tratar de promover a través del sector privado que la está encabezando. 

¿Ese “lado oscuro” que le señala a Uruguay lleva a que los ahorristas direccionen sus inversiones a otros mercados?

Sin duda, y eso es lo que más me lastima, pero que a veces es inevitable. No solamente se da por la oscuridad que hay sino por el importante desfasaje impositivo. Cuando se saca el dinero del país el argumento que se le ofrece a la gente es que en el exterior no se paga IRPF (Impuesto a la Renta de las Personas Físicas). Y eso es cruel, porque está poniendo en pie de desigualdad las inversiones en el exterior con las inversiones locales, lo que favorece la salida del dinero. Lo he hablado con gente del gobierno, no con la ministra de Economía (Azucena Arbeleche), porque ya es hora de tomar una resolución política que genere transformaciones, pensando en que las inversiones locales, los papeles locales que se ofrecen a los ahorristas, que son muy pocos al cabo del año, estén exonerados de IRPF. La renuncia fiscal que implicaría esa medida no supera los US$ 15.000 por año, es muy poco, y puede ser una herramienta promocional que junte más gente y que nos permita presionar a todos para que el oscurantismo desaparezca de nuestras empresas productivas.

TARJETA PERSONAL

Ángel Urraburu tiene 70 años, desde 1985 es director de Urraburu Corredores de Bolsa, empresa que fue fundada por su padre en 1975. Desde 2017 es presidente de la Bolsa de Valores de Montevideo –antes fue presidente en tres períodos consecutivos de 2005 a 2011–. Además, es empresario agropecuario y lechero en el departamento de Florida, por esa razón está de lunes a miércoles en Montevideo y el resto de la semana en el campo.

Nota de Revista Verde N°115 – Sección Al Grano

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