Jorge Erro: “hoy se siembran cinco cultivos de secano, eso brinda estabilidad productiva y mejora la estructura de costos de toda la cadena”
Este año la compañía con sede en Dolores cumple 75 años y, además de celebrar, es momento de reflexionar sobre la trayectoria, el presente y el futuro de la actividad
En agosto de 1947 Jorge Walter Erro fundó Barraca Erro, en la ciudad de Dolores (Soriano), para dar servicios de secado de granos, procesamiento de semillas y comercialización de cereales y oleaginosos. En el año 1975 se incorporaron a la empresa Jorge y Ramón Erro, sus actuales directores. En 2022 la empresa cumple 75 años y con ese motivo VERDE entrevistó a Jorge Erro.
¿Qué implica para Barraca Erro cumplir 75 años?
Es un aniversario importante, sin dudas. Es un mojón, un momento para analizar lo hecho, saber diferenciar lo que se hizo bien de lo que no fue tan bueno, seguir corrigiendo. Así luego podremos proyectar mejor el futuro. Como empresa familiar es necesario tener un camino proyectado para las próximas generaciones. Es un buen momento para que lleguen nuestros agradecimientos a toda la gente que hizo posible que hoy podamos estar festejando el 75 aniversario. Clientes, proveedores, autoridades, a todos, gracias por la confianza depositada durante tantos años. En un capítulo aparte, nuestro más profundo agradecimiento a todo el personal de la empresa, que siempre está a la altura de las circunstancias, en los buenos momentos como en los no tan buenos. Es muy reconfortante saber que hay un equipo comprometido y que siempre trata de dar lo mejor. Es el momento de recordar al fundador de la empresa, Jorge W. Erro, mi padre, que en el año 1947 comenzó con muy pocos recursos. Lo más importante que incorporó a la empresa, desde el primer día, fueron los valores: integridad, honrar la palabra empeñada, compromiso, ética. Lamentablemente falleció muy joven, a los 46 años, dejando a su esposa y tres hijos. Un infinito reconocimiento y agradecimiento a ella, mi madre, quien hasta hoy, con sus 94 años, ha sido siempre un faro guía y custodio de los sueños de mi padre. Siempre está presente para darnos el aliento de todos los días. Para ella lo mejor. Mi corazón late por ella. Con mi hermano Ramón llegamos muy jóvenes a la empresa, con muchas ganas y rebeldía pudimos ir sorteando los desafíos diarios que una empresa demanda. Ha sido un compañero de ruta inseparable en los últimos 46 años, y mi hermana apoyando siempre.
¿Qué comentarios le merece el actual escenario?
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Estamos en una situación bastante compleja. Comenzamos hace dos años con una pandemia, nadie imaginó las consecuencias que luego traería. Una fue la disminución de la producción de algunos insumos básicos para el agro, principalmente productos fabricados en China. Se le agregó la suba de los fletes oceánicos y la consecuencia fue un incremento de precios importante en algunos insumos, llegando puntualmente en algún caso a máximos históricos. Paralelamente, la relación stock-consumo mundial de soja comenzó a descender desde enero de 2019 a la fecha. En esta zafra se sumó la sequía en América del Sur, que redujo la producción de soja en aproximadamente 35 millones de toneladas frente a las expectativas previas a la siembra. Ahora algunos analistas del mercado están proyectando una disminución de los stocks mundiales entre 10% y 12% para el final del ciclo 2021-22. Cuando pensábamos que habíamos visto todo, Rusia invadió Ucrania. Estos dos países sumados participan del mercado mundial con el 26% del trigo, el 51% del aceite de girasol y el 16% del maíz. Todo esto sumado derivó en la suba del precio de los granos. Por otro lado, aparecieron las sanciones económicas a Rusia, que hacen desaparecer del mercado a un proveedor importante de algunos fertilizantes para muchos países. Además, la suba del petróleo disparó los precios de la urea y de los fletes. Hoy tenemos muy buenos precios de granos, pero también precios históricamente altos en la mayoría de los insumos de los cultivos. Hay mucha volatilidad en el mercado diario de granos y alta incertidumbre en los operadores. Pensando en las siembras de invierno el único resumen que puedo hacer de esta situación es que se debería tener una planificación del cultivo a implantar que me asegure una alta productividad, estar cubierto lo mejor posible en la relación precio del grano versus costo de los insumos, tratando de tener una buena cobertura de la producción.
Crecen las exigencias globales sobre los temas ambientales y de inocuidad ¿Uruguay está preparado para enfrentar esas demandas?
Este es un buen punto. Al hablar de inocuidad pienso en colza. ¿Estamos preparados?, creo que sí. Hoy la colza es unos de los cultivos que mejores márgenes le aporta al productor. Ha venido creciendo en área todos los años, pero cuidado, si miramos a donde está el destino de este grano, vemos un solo mercado, que es Europa. Hoy es el único destino que paga los precios que tenemos. Tomemos en cuenta que es un destino que hasta hoy no ha mostrado un límite en la demanda, ha estado todos los años en el mercado y se arbitra a través de una pizarra de futuros. Quiero subrayarlo, tenemos un solo destino que permite los precios que hoy se tienen. Tenemos una amenaza. Si por cualquier razón se perdiera este mercado, en los otros posibles destinos no se conseguirían los valores que hoy tenemos y seguro tendríamos una pérdida en el precio. No nos pasa esto, por ejemplo con la soja, ni con el trigo o la cebada. En estos otros granos hay diferentes destinos en los mismos valores. Europa es un mercado que tiene reglas muy exigentes de inocuidad. Debemos tener un plan para afianzar lo logrado y mejorarlo. En inocuidad hay que seguir mejorando las buenas prácticas agrícolas y aplicarlas a rajatablas, para asegurar la calidad que la demanda busca comprar. No hay misterio ¿queremos los mejores precios para nuestros granos? En este caso solo lo vamos a lograr si cumplimos con las exigencias de Europa. Una es la inocuidad, lo que llamamos Límites Máximos de Residuos (LMR), para agroquímicos y metales pesados. Eso implica que debemos agregar una trazabilidad integral. Nos exige tener mucha dedicación y poner foco cuando usamos productos fitosanitarios sobre el cultivo, cuando tratamos la semilla previo a la siembra, cuando tratamos los cultivos linderos a la colza y además cuando la transportamos y luego la almacenamos. Nuestra empresa hace un seguimiento del cultivo de colza, acompañando al productor para ayudarlo en las decisiones sobre los productos y las dosis que debe usar para evitar productos prohibidos o que puedan dar niveles por encima de lo permitido. Luego el grano, debería estar dentro del rango que marcan los LMR. Es por esa razón que nuestra empresa solo exporta el grano al que se le ha hecho un seguimiento con contrato de producción. Aún estamos en la curva de aprendizaje, lejos de aflojar el músculo. Siguen apareciendo situaciones que nos preocupan mucho, y si se diera en más casos realmente sería un caos para el cultivo, lo que generaría grandes pérdidas para el productor y las empresas exportadoras, afectando el origen uruguayo. Para evitarlo se debería incentivar a las personas que estén a cargo de los tratamientos o supervisores a lograr como meta: cero residuos. O tener al menos un plan de mejora continua en los procesos productivos que nos aseguren estar dentro de los LMR. Tampoco debemos olvidarnos de la inocuidad en referencia a hongos y bacterias que también tienen sus límites. Europa no solo es inocuidad, tiene otras preocupaciones, que juegan a favor del productor. Hay momentos en que el mercado paga un pequeño premio si logramos ciertas certificaciones, como por ejemplo la 2BSvs. Se trata de un estándar voluntario para la certificación de sustentabilidad en los biocombustibles. Hemos logrado esta certificación y se ha realizado un esquema chico de clientes, que salió muy bien. Europa, en forma escalonada, comenzó a exigirlo para la venta de los biocombustibles en todos los países. La preocupación principal es que los granos oleaginosos que se usen para la producción de biocombustibles hayan sido producidos en campos que ya son agrícolas desde hace unos años, y que no se hayan deforestado. Como sabemos, la nueva preocupación del mundo actual es el calentamiento global. Ya veremos diferentes propuestas sobre este tema, que serán oportunidades para agregarle valor al grano. Todos los granos de una u otra manera exigen un mínimo de inocuidad, pero sin dudas las condiciones particulares que tiene el cultivo de colza lo hacen especial frente al resto. Pasando a lo ambiental, en la empresa estamos trabajando mucho en la fertilización. Hemos hecho acuerdos de intercambios de técnicos con empresas, que son referentes; son propuestas de trabajos muy avanzadas en técnicas de fertilización y que tienen como principal objetivo el cuidado del medio ambiente. A modo de ejemplos, la ultralocalización del fertilizante para evitar pérdidas por el lavado, evitando la contaminación de napas y acuíferos, y el mismo camino en la fertilización líquida. Hoy tenemos fertilizantes fosfatados de alta adherencia a las partículas del suelo y de alta disponibilidad para el cultivo. En foliares y coadyuvantes estamos con productos que son 100% biodegradables.
Un elemento que gana adeptos es el riego, ¿se imagina un avance importante?
Sí, sin dudas. Se ha invertido mucho en los últimos años y creo que seguirá así. La agricultura de secano se está transformando. En el país hay alrededor de 1.200 pivotes de riegos funcionando y eso nos da aproximadamente unas 75.000 hectáreas de cultivos bajo riego. Hay una tendencia a que la incorporación de los nuevos equipos es principalmente para el maíz, por ser un cultivo con un gran potencial productivo. Es el mejor cultivo para aportar una diferenciación bajo riego. Los factores del crecimiento han sido varios. Hubo un gran motor, que fue la Ley de Inversiones; otro factor es la aparición más frecuente del patrón de sequía; pero creo que por encima de todo está la decisión del productor de incrementar la productividad e intensificación por hectárea. Eso genera un volumen bastante estable de producción y minimiza quebrantos productivos. No debemos olvidar que hace unos años atrás, en Dolores, participamos con un grupo de productores para estudiar el tema del riego a mayor escala. Se llegó a tener el proyecto final con sus inversores, era sobre una parte de la cuenca del río San Salvador, se hacía una explotación de riego multipredial y cuando llegó la hora del cálculo de la energía eléctrica, hizo que no se pudiera concretar. Los números no cerraban por el precio de la energía. Entonces, para que el riego pueda afianzarse, tenemos algunos temas de fondo a resolver, como el acceso y costo de la energía, y el insumo agua, con sus regulaciones. Queda claro que hay una gran inversión ya hecha, pero hay un potencial importantísimo a desarrollar. Las nuevas tecnologías en las que estamos trabajando brindan la posibilidad de tener escala en riego, y manejarlo más eficientemente dentro de los sistemas de producción. Ya se está incorporado la telemetría de datos, estaciones meteorológicas, operación a distancia de encendido y apagado, fertirriego y distribuciones de efluentes de tambos y corrales de engorde. Además del acompañamiento al productor, indicando cuándo y cuánto regar a través de un software para riego.
¿Qué ventajas competitivas tiene el sector agrícola uruguayo y cuáles son los desafíos?
Desde la perspectiva logística, tenemos por un lado que la agricultura en Uruguay se desarrolla a un promedio de 250 kilómetros de distancia de nuestros puertos graneleros. Brasil, Argentina, Estados Unidos y Paraguay tienen distancias mayores. No obstante, hay que ver los costos finales. Nosotros tenemos todos los insumos logísticos en dólares americanos, mientras que Argentina y Brasil los tienen en moneda local, y en algunos momentos eso les compensa la mayor distancia. Hoy tenemos el puerto de Montevideo con una profundidad de 13 metros, lo que permite que los barcos carguen completos. Otras veces se carga todo lo que permite el canal Martín García en el puerto de Nueva Palmira, y se completa el buque en el puerto de Montevideo. Es un desafío tremendo tener el equilibrio justo en esa logística de carga, pero se mejoró bastante en los últimos años. Otro punto importantísimo es tener un volumen anual de granos de acuerdo a la estructura que se ha montado. Los activos en logística hay que rotarlos para estar competitivos. Ahí también estamos mejorando. Hoy en el país se siembran cinco cultivos de secano por año: colza, trigo y cebada en invierno; y soja y maíz en verano. Esta diversificación da más estabilidad en el volumen anual de granos, lo que impacta a favor en los costos fijos de logística. También es muy bueno para el productor porque baja el riesgo climático, se posiciona en cinco canastas productivas y mejora la estructura de costos fijos de todas las empresas de la cadena. Por último, la exportación tiene una cartera de cinco granos diferentes, para desarrollar más clientes en el mercado global. Esa es una ventaja competitiva. La mayoría de los demás países hace dos cultivos en rotación, y algunos como Paraguay siembra más veces en un período de dos años, pero el mismo cultivo, como es el caso del maíz. Pero cinco cultivos diferentes a escala, solo se siembran en Uruguay. Siempre hay que recordar que somos tomadores de precio, tenemos que competir con los demás países productores, sobre todo los de la región. El desafío pasa por tener una producción rentable, sustentable y cuidando el medio ambiente.
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Nota de Revista Verde N°100 – Sección Al Grano