El ambiente y su impacto en la variación del rendimiento en soja

Los ensayos de Erro y Don Mario Semillas muestran grandes diferencias, marcadas por la compactación de suelos, el nivel de materia orgánica, de fósforo o por la rotación
El departamento de Desarrollo de Don Mario Semillas y Erro ya no solo trabaja con la estructura de cultivos –elección de la fecha de siembra, por grupo de madurez, densidad, distribución, distanciamiento– sino también con variables ambientales, «porque el ambiente también explica alrededor del 60% de la variación del rinde entre un lote y otro», dijo a VERDE Rodrigo Iglesias, gerente de I+D de Don Mario Semillas.
Se empezaron a identificar unas cuarenta variables climáticas, químicas y de manejo de los sitios, con el objetivo de identificar cuáles son las que más impactan en el rendimiento del cultivo de soja, además del agua, para así realizar un mejor posicionamiento de la genética Don Mario y también una mejor selección, explicó.
Puso como ejemplo el efecto de los suelos con calcáreos, que es una variable más. «Hay un porcentaje de suelos calcáreos en Uruguay (tosquilla) que no es despreciable y conocer el comportamiento de las variedades en esos suelos es muy importante”.
«Hoy queremos ponerle un número a esas variables. Estamos viendo en muchos ensayos, con la situación de las últimas dos campañas, que en suelos que están compactados y en suelos que no están compactados hay diferencias de más de 400 kilos de rendimiento», señaló.
Agregó que en materia orgánica ocurre lo mismo, con diferencias de 200 kilos; entre suelos con más de 10 partes por millón de fósforo y suelos que tienen menos de ese nivel se registraron diferencias de más de 300 kilos por hectárea.
Estos son resultados de ensayos de brechas de rinde que Don Mario ha realizado en Argentina y que esta campaña se comenzó a replicar en Uruguay. «Veíamos que el efecto de la rotación y de los cultivos de servicio durante las cuatro campañas que lleva el ciclo aumenta el rinde de la última soja entre 500 y 800 kilos por hectárea», destacó.
De esa forma se comprobó la hipótesis de que las brechas de rendimiento se daban por suelos apretados, falta de rotación, por hacer mucha soja o por falta de nutrición.
«Desde Don Mario generamos información para tomar decisiones de corto plazo, cuándo siembro, qué variedad, qué grupo, decisiones cero costo o con un costo relativamente bajo; pero tomar decisiones sobre las variables ambientales, que impactan en los resultados del cultivo de soja, son trabajos de mediano y largo plazo, y no toda la sociedad está acostumbrada a planificar a mediano y largo plazo. Ese tiene que ser un gran cambio. Si se hace algo ahora no hay que esperar resultados en la campaña que viene, sino pensar en tres o cuatro campañas. Hay gente que lo está haciendo, pero no es la mayoría», dijo. Admitió también que esto está atado al régimen de uso de la tierra, «es un gran desafío», planteó.
El gerente de I+D de Don Mario Semillas analizó que la zafra de verano pasada en Uruguay, donde se almacenan de 50 a 70 milímetros de agua útil, con déficit hídrico, en enero, febrero y marzo, con temperaturas que en el verano estuvieron entre 1 y 2 grados por encima de la media, no hay estrategia para sobrellevar esa situación.
«Los resultados fueron muy planos, el golpe fue duro, aquellos ambientes que estaban mejor rotados o mejor manejados pudieron hacer alguna diferencia, pero el agua sigue siendo el factor más importante», señaló Rodrigo Iglesias durante su conversación con VERDE.
En el departamento de I+D de Don Mario y Erro se viene tomando desde hace más de siete campañas la información del comportamiento de las variedades en diferentes fechas de siembra, y se obtuvieron distintas conclusiones.
“El grupo 6 largo sembrado a partir del 20 de octubre presenta mejores rindes medios. En la fecha media (del 10 al 25 de noviembre) el grupo 5 largo aparece mejor posicionado con rindes medios o con los mejores rindes. A la vez que se observa que en los pisos de rinde, el 5 largo y 6 largo están parejos. Para las fechas tardías de siembra, el grupo 5 largo se considera una buena estrategia; mientras que empieza a aparecer el 5 corto con los mejores rindes”, explicó.
Agregó que en el caso de que quede un lote bueno, si el año pinta bien y no se pudo sembrar antes, el ciclo 5 corto es recomendado como una buena estrategia.
Dijo que tener el dato de la variedad y su comportamiento en diferentes fechas de siembra es una herramienta que no tiene costo para el productor pero genera alto impacto.
“Para los ambientes de mejor productividad, con siembras de precisión (con plantadoras), con distanciamientos más reducidos, se puede bajar la densidad de siembra; y en las situaciones donde se espera menor rendimiento se debería aumentar la densidad”, concluyó.
Investigación y Desarrollo generan información de alto valor
Lucía Camelo, responsable del área de I+D de Barraca Erro, dijo que en Investigación se evalúan 150 variedades (grupos 5 cortos a 6 largos) en 900 microparcelas y de acuerdo a su performance pasaran a integrar la red de Desarrollo para los próximo años.
En el área de Desarrollo se validan las variedades en chacra y con manejo del productor, se hicieron 17 Ensayos Comparativos de Rendimiento (ECR) que incluyeron 20 variedades comerciales, experimentales, testigos y próximos lanzamientos, como por ejemplo la DM 66R69 STS.
Recordó que el último fue un año muy complejo, pero igual permitió generar buenos datos. Por ejemplo, en rendimiento se observaron promedio de ensayos de 750 kilos por hectárea en Dolores, de 1.400 kilos por hectárea en Cerro Largo, y del entorno de 4.000 kilos por hectárea en Libertad, San José.
Indicó que DM 6.2i STS demostró su comportamiento en los suelos calcáreos, donde DM 67i70 IPRO STS también mostró un muy buen comportamiento; y en los suelos arroceros DM Garra IPRO STS tuvo excelente adaptación.
Se evaluó el impacto del carry de herbicidas ALS, aplicados en el invierno precedente, y se notó claramente la respuesta diferencial de las variedades STS frente a las que no poseen esa tecnología.
Agregó que en el grupo 6 está DM 60i62 IPRO, que en las tres últimas zafras supera 6% en rendimiento a DM 59I58 IPRO, «lo que no es poco, ya que es una variedad muy sembrada por su potencial y estabilidad y buena sanidad en chaucha y calidad de cosecha», destacó.
DM Garra IPRO STS, un grupo 5 largo, es considerado un todo terreno. «Es un material para comenzar siembras, entre fines de octubre y principios de noviembre. Viene con tres zafras evaluadas y ha consolidado superioridad en rendimiento frente a DM 6.8 en un 6%. Aporta mucha estabilidad en su ciclo, tiene buen desempeño en campos bajos, buen porte de planta y no se vuelca”, indicó.
El nuevo lanzamiento es DM 67i70 IPRO STS, un grupo 7.0, dos días más largo que DM 6.8i, “ideal para comenzar la siembras de fines de octubre, evaluada en dos zafras, en ensayos de Uruguay y Entre Ríos, donde ha demostrado superar a 6.8 en un 8%”, comentó. Señaló que a esta variedad se la puede exigir un poco más, pudiéndose sembrar en ambientes más restrictivos desde el punto de vista productivo.
Dijo que ambas variedades tienen un crecimiento inicial importante, porque cierran antes el surco que DM 6.8i y eso ayuda mucho a potenciar el control de malezas. Para ambas se recomienda una población de entre 26 y 28 plantas por metro cuadrado a cosecha.
Camelo señaló que para la próxima zafra se presentará la variedad DM 66R69 RR1 STS, que aporta esa tecnología al nicho de 6.8, agregando un plus de rendimiento y mejorando el porte y estructura de planta de 6.8. Además, para el nicho de los grupos 5 corto cuenta con la variedad DM 52R19, con tecnología RR1.
En el grupo de 5 corto, “la variedad 50I17 IPRO STS viene demostrado un muy buen comportamiento en suelos con mayor capacidad de almacenaje de agua o para opciones bajo riego”, indicó.
Camelo señaló que se continúa con los ensayos de selección y validación de promotores de crecimiento, que se testearon 12 bioestimulantes y sus combinaciones, que a futuro podrán formar parte del tratamiento profesional de semilla Q-Pro. Además, indicó que la aceptación y demanda de los productores por dicha tecnología es muy fuerte.
«A nivel comercial hoy tenemos Q Pro Vigore, que incluye la semilla con un fungicida de acuerdo al lote y zafra más un bioestimulante –promotor de crecimiento– y un polímero de terminación. Eso nos permite una mayor velocidad de implantación, homogeneidad, mejor desempeño de las raíces, que ayuda en las situaciones de estrés, terminando en mayores rendimientos”, afirmó.
Otro producto es el Q Pro Plus, que además de un fungicida y polímero se le suma un inoculante larga vida, de 30 días, que responde a una necesidad del productor de facilitar y ahorrar en logística, garantizando la inoculación e implantación, concluyó Camelo sobre los datos más destacados en I+D.