Agricultura

La receta de diversificación, no solo de cultivos sino también en zonas

4 de enero de 2021

Francisco de los Santos, con su socio Enrique Martínez Haedo, siembra hace 14 años en campos arrendados en los departamentos de Soriano, Río Negro, Durazno y Florida

Francisco de los Santos y Enrique Martínez Haedo crearon hace 14 años una empresa focalizada en el negocio agrícola, que siembra en campos de terceros, ubicados en Soriano, Río Negro, Durazno y Florida. Apuntan a sistemas intensos, con mucha agronomía, planteos de alta tecnología, y para tareas específicas cuentan con maquinaria propia. Sostienen que la premisa básica es estar cerca de la chacra y el negocio.

La receta para haber resistido en la agricultura durante los últimos cinco años, que fueron muy difíciles, fue diversificar la siembra en cultivos y zonas, explicó a VERDE el ingeniero agrónomo Francisco de los Santos.

Recordó que hace tres años hubo una importante sequía en Soriano, que permitió cosechar apenas 800 kilos de soja por hectárea, sin embargo, “en Florida sacamos 2.800 kilos en soja de primera y 3.000 en segunda, porque recibieron más agua. Ese mismo año cosechamos maíces de 7.000 kilos, que se vendieron a US$ 230 por tonelada, a levantar. Por lo tanto, la diversificación de cultivos y de zonas nos ha servido”, sostuvo.

Si bien en su etapa de estudiante le gustaba más la ganadería, el destino lo llevó hacia la agricultura. “Tenemos muy poco ganado, solo 100 cabezas en un bajo. Manejamos mucha área separada, de 200 o 300 hectáreas, y es muy difícil hacer un plan ganadero en esas condiciones y, además, lleva tiempo”, explicó.

El área total donde siembran De los Santos y Martínez Haedo es de unas 3.300 hectáreas.

De los Santos comentó que fue asalariado, cerca de Nuevo Berlín. “Era encargado de producción de semillas híbridas de sorgo y maíz, que luego se exportaban a Europa”, recordó. Pero luego tuvo la oportunidad de emprender, y en 2007 comenzó a hacer agricultura con su socio.

Admitió que “los últimos cinco años fueron duros para la agricultura. Cuando arrancamos era una época de bonanza, porque los costos eran muy bajos, y tuvimos el precio de la soja a US$ 400 o US$ 450 por tonelada. Aunque se habla de US$ 500, nosotros solo una vez vendimos a ese precio”.

Pero reconoció que, si bien por un lado es bueno tener precios altos, eso también hace subir los costos de las rentas y de los insumos, y el margen se achica. Cuando el precio de la soja se ubicó en torno de los US$ 350 por tonelada, “el negocio fue interesante, porque se mantiene un equilibrio de precios”, sostuvo.

Sin embargo, también recordó que hubo momentos de precios muy bajos, de US$ 270 por tonelada, y ese “fue un momento duro, que lo fuimos llevando con rendimiento. Nos basamos en tratar de sacar rendimiento. A veces el tiempo nos ayuda y a veces no. Pero al estar diversificados, en algunos lugares llueve y en otros no”.

Rotaciones

De los Santos recordó que en 2010 llegaron a la conclusión de que no podían seguir haciendo soja-puente verde-soja. Entonces, “cuando venimos de rastrojos de soja tratamos de sembrar cultivos de invierno, pero a veces llueve mucho y no podemos sembrar”.

Explicó que hablaron con los dueños de los campos, sobre todo en el sur, que eran en aquel momento los que estaban más dispuestos a asociar precio de la renta con las rotaciones. “Les explicamos que nuestra idea era plantar sorgo, y cuidar el campo, y aceptaban la propuesta; a diferencia de lo que ocurría en el litoral, donde nos decían que querían cobrar tantos kilos de soja por hectárea y no estaban dispuestos a negociar”, comentó.

Pero el sorgo perdió lugar en las rotaciones porque “quedaba caro, competía con la cosecha y fletes de la soja, y eso hacía que se incrementaran los costos. También estaba el problema de la lluvia con el cultivo pronto, o las palomas”, explicó.

En ese contexto fue que la empresa comenzó a sembrar maíz. “Es algo más caro, pero no tiene los problemas de la negociación, de la espera, del flete, porque lo cosechamos después de la soja”, señaló.

De los Santos agregó que el cereal se incluyó en todas las chacras que opera la empresa, sin importar el departamento o la región donde esté ubicada, porque “le vemos beneficios para el suelo, para las malezas, para diferir la cosecha, para la siembra”.

Sobre los cultivos de invierno dijo que se pone una fecha límite para la siembra, que es el 15 de junio, pero no para los de verano.

“Cuando se ha complicado por el clima, hemos sembrado soja, pero sobre todo maíz, hasta el 15 de enero. Estas decisiones se toman porque tenemos una rotación armada, que nos puede dar una mano en una situación compleja”, aseguró.

Recordó que el año pasado, por ejemplo, “teníamos unos rastrojos de maíz preciosos, y terminamos sembrando soja a fines de diciembre y primeros días de enero, porque no llovía. Un vecino sembró sin lluvias y sacó 1.000 kilos por hectárea, y nosotros 2.300, a veces hay que saber esperar”.

Actualmente la rotación que plantea la empresa que lideran De los Santos y Martínez Haedo empieza con soja, cebada o trigo, maíz y también incluye semilleros de raigrás o de avena. Dependiendo de cuándo se trille el maíz, “también se siembra un verdeo de invierno, más guerrero, como un raigrás o una avena”, detalló el agricultor.

Pero que se concrete esa planificación también depende del volumen producido. “En un año muy llovedor, cuando hay mucho maíz, se hace más difícil sembrar, por el nivel de rastrojo, y allí va a una soja de primera. El año pasado, por ejemplo, en zonas secas como Florida, los maíces respondieron y dieron 5.300 kilos de grano seco. No perdimos plata, apenas ganamos algo, pero como había poco volumen de rastrojo, hicimos cultivos de invierno, que están respondiendo muy bien; pero eso no es lo normal”, comentó.

También señaló que, “luego de un maíz temprano, estamos introduciendo el trébol alejandrino, una leguminosa que está aportando actividad orgánica y nitrógeno al suelo y este año sembramos girasol”.

Por otra parte, dijo que “hemos comprobado que en los campos que no son tan buenos el doble cultivo también funciona. Cuanta más intensificación tengamos, mejor para el suelo y para la empresa. En algunos campos también tenemos acuerdos con los dueños, y vamos rotando con pasturas. Esto viene bárbaro, porque sacan muy buenas praderas, y los cultivos que se siembran después tienen muy buena respuesta”.

Por otra parte, “en los campos donde tenemos agricultura continua, llegamos a la conclusión de que las gramíneas de verano, con la rotación que definimos, hicieron que los rendimientos aumenten y se estabilicen”.

Comentó, además, que en general hace más de 10 años que siembran en los mismos campos. “De vez en cuando alguno se vende, pero en la mayoría seguimos”, señaló.

Las áreas

En cuanto a la distribución de las áreas por cultivo de verano, el ingeniero agrónomo señaló que la planificación del ciclo 2020/21 cuenta con 900 hectáreas de soja de primera, 830 de maíz de primera y unas 100 de girasol, además de un semillero de sorgo forrajero. Indicó que este año sembraron cerca de 1.000 hectáreas de cebada y poco más de 100 hectáreas de trigo, mientras que en el área de segunda habrá soja, maíz y algún semillero de sorgo granífero.

Sobre los cultivos de invierno, dijo que “somos de hacer trigo y cebada, porque nos gusta el rastrojo que queda en la superficie, consideramos que para el suelo es mejor. Y somos más cebaderos que trigueros. Nacimos en una zona cebadera y nos quedó”, comentó, y agregó que no han sembrado colza.

A propósito, agregó que “sembramos cebada en todos lados. Si bien se dice que en Soriano es más fácil, es un departamento grande y muy heterogéneo en suelos. Allí estamos también en una zona de suelos arenosos, donde descubrimos que la cebada y el trigo no andan, y ahí hacemos semilleros de avena y raigrás, entonces vamos eligiendo los campos adecuados”.

Señaló que en Florida siembran en “campos buenos, suelos 10, que responden mucho al cultivo de invierno, aunque la trilla se va hasta los primeros días de diciembre”. Admitió que “se complica la segunda, pero se sacan buenos rendimientos”.

Afirmó que el clima “es fundamental” en los cultivos de invierno. “El año es clave, si llueve mucho, si no llueve, la temperatura”, sostuvo De los Santos.

En cuanto a los resultados de rendimiento, admitió que, “por lo general, estamos arriba de los grupos Crea y del promedio nacional; o sea que venimos bastante bien”.

Manejo, costos y precios

De los Santos cree que “es necesario conocer y manejar herramientas innovadoras para poder subsistir” en la agricultura.

Explicó que, si bien no realizan agricultura por ambientes, sí manejan poblaciones “adecuadas para los suelos y el clima uruguayo; lo mismo se hace con la fertilización”.

Puso el ejemplo del maíz, que lo siembran con “poblaciones normales a bajas, unas 55.000 plantas por hectárea. Con eso descubrimos que en años llovedores da buenos resultados, y en años secos también responde”.

Por otra parte, dijo que se trata de “que no vengan las malezas resistentes”, realizando medidas de manejo, rotaciones y aplicando productos químicos. “Nuestra estrategia es estar presentes, cerquita”, enfatizó.

“Este año el productor pudo hacer la diferencia”, admitió De los Santos, y explicó que eso se debió a que “tuvo costos relativamente más bajos, y precios altos. La rentabilidad dependerá de si sacamos kilos o no ahora en verano”. Agregó que los precios de los cultivos de invierno “son muy buenos”, y que “los costos fueron más bajos que en la zafra anterior. Ahora, el tema es sacar la calidad necesaria”, planteó el productor.

Consultado sobre el rendimiento de equilibrio para el maíz, respondió que está calculado “en unos 5.000 kilos el primera, y 4.000 kilos el de segunda”, estimación realizada considerando un precio de US$ 160 por tonelada, a levantar.

Pero recordó que la empresa maneja poblaciones bajas, además de ajustar el nitrógeno de acuerdo al número de plantas; “no echamos por echar”, dijo, y eso les permite bajar el costo del cultivo.

Reconoció que “el maíz de segunda está siendo un muy buen negocio. Hay que saber esperar y venderlo más tarde. Manejamos la misma cantidad de plantas que en maíz de primera, e incluso estamos pensando en bajar la población de segunda, porque la planta tiene más crecimiento”.

Para la soja estima un punto de equilibrio de 2.200 a 2.300 kilos por hectárea, “aunque con precios por encima de US$ 400, ese costo queda levemente por debajo de los 2.000 kilos”, consideró.

De los Santos reconoció que la reciente suba de los precios, “ese cálculo no está bien ajustado”, pero que ahora “la prioridad es tratar de sembrar lo mejor posible”.

Consultado sobre la estrategia comercial en este año, respondió que algo de soja ya se vendió a US$ 380 por tonelada, aunque fue poco y con el objetivo de cubrir el pago de alguna renta.

Por otra parte, comentó que siempre aseguran el 100% de los cultivos, tanto de invierno como de verano.


Revista VERDE Nº 89
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