Proquimur presentó AcelanPRO, para el control de chinches en soja

En la jornada virtual Directo al Grano, se explicaron detalles del producto; y el experto argentino Roberto Peralta, brindó detalles para la estrategia de control de esta plaga
Proquimur realizó el lanzamiento de AcelanPRO, un producto diseñado para el control de chinches en soja, que une los activos Acetamiprid (neonicotinoide) y Bifentrin (piretroide). El producto se presentó en la jornada denominada Directo al Grano, actividad virtual, organizada por la empresa.
Lorena Caamaño, responsable de Investigación y Desarrollo de Proquimur, comentó a VERDE que hace algunos años observaron que comenzaban a haber restricciones de algunos neonicotinoides en la Unión Europea, “y consideramos que era necesario empezar a trabajar en una alternativa que tuviera un perfil ecotoxicológico más adecuado que el de los productos que se estaban utilizando para el control de chinches”.
Así surgió AcelanPRO, producto que ya está disponible comercialmente en Uruguay.
Caamaño detalló que se trata de un producto que “logra un rápido volteo, la velocidad de acción que se requiere para el control de chinche, que es una plaga que hace un daño directo sobre los cultivos y el grano. Necesitamos un producto que actúe rápido, acompañado de otro activo que le dé residualidad, para lograr controlar los nacimientos en los días posteriores a la aplicación”.
Aquellas restricciones europeas empezaron a regir el año pasado en Uruguay, y se empezó a exigir receta profesional para la venta de esos productos, pero “para AcelanPRO no es necesario”, comentó.
El rango de dosis recomendado es de 300 a 350 centímetros cúbicos. “La dosis recomendada en la mayoría de las situaciones es de 350 centímetros cúbicos, aunque depende del momento y de la presión de la plaga. Pero con esa dosis los controles son muy buenos, y la residualidad es muy alta”, señaló Caamaño.
Comentó que el producto pasó por varias fases: primero fue el desarrollo de la fórmula química, que se realizó en Uruguay; después fueron verificadas las especificaciones físicas y químicas; luego se pasó a una fase de validación a campo, en diferentes localidades, con diferentes dosis en áreas experimentales, con técnicos externos de referencia en área de entomología.
Y el año pasado se llevó a cabo la segunda fase de desarrollo, de validación a campo, pero a gran escala. Se realizaron aplicaciones demostrativas a nivel comercial, a grandes escalas y con equipos de aplicación convencionales, para reproducir las condiciones normales en chacra, considerando también las condiciones ambientales, de distintas especies y zonas, describió.
En esta última etapa de desarrollo “nos acompañaron técnicos y clientes, para validar el producto”, señaló Caamaño.
Sostuvo que “el objetivo principal de Proquimur, y de quienes trabajamos en el área de Desarrollo, es tratar de lanzar nuevas alternativas, acompañando los desafíos que se presentan en el manejo de los cultivos desde el punto de vista sanitario y adelantándonos a los futuros problemas que pueden ocurrir. No es un trabajo sencillo, porque además de acompañar las situaciones actuales hay que tratar de mirar más allá de lo que está pasando hoy. Hay que imaginarse posibles escenarios. Tratamos de estar en la vanguardia e innovar con nuevas soluciones”.
Persiguiendo ese mismo objetivo fue que surgió Único, una mezcla de Protioconazole con Piraclostrobin, fungicida lanzado para la campaña de invierno de 2019. Y en el verano pasado Proquimur también lanzó otro producto específico para chinche, Bacco Power, una mezcla de Dinotefuran con Bifentrin.
Diagnóstico y estrategia
El ingeniero agrónomo Roberto Peralta, asesor privado en Córdoba, Argentina, participó de la jornada virtual de Proquimur, e hizo hincapié en diagnosticar bien el problema de las chinches antes de realizar las aplicaciones.
“El primer objetivo fue dar a conocer la dinámica de las poblaciones de chinches en el cultivo de soja, para un manejo eficiente a la hora de hacer un control”, dijo después de la actividad a VERDE.
Señaló que “muchas veces se piensa en el control, sin pensar en cómo manejar la plaga, pero la base para manejarla es conocer la dinámica a lo largo del ciclo del cultivo. Esta es una especie que está siempre dentro del cultivo, por más que muchas veces la vemos al final”.
Indicó que “cada chinche tiene tres o cuatro generaciones. Si conozco esa dinámica, hago un monitoreo y sé cuáles son los momentos puntuales en que se expresan, y sé cuál es la dinámica del cultivo, sé realmente cuándo hacer el control”.
Agregó que “esa dinámica poblacional depende fundamentalmente de dos ambientes: el climático y el que le genero al lote. No es lo mismo siembra convencional que directa, tener cultivos de invierno que barbechos, lotes enmalezados o lotes sin malezas”.
Y si bien no se puede manejar la condición ambiental, sí la microambiental, a nivel de lote, “que influye muchísimo”, aseguró.
Por lo tanto, se puede generar un ambiente que evite la generación de chinches. Y muchas veces, “dependiendo del ambiente que tenga, puedo saber qué tipo de chinche voy a tener”, afirmó el especialista.
En cuanto al ambiente climático, comentó que “un año lluvioso favorece la presencia de chinches, principalmente en las especies que causan más daño en soja”.
Subrayó que la primera condición para la aplicación es conocer la población. “No podemos dejar de medir poblaciones, algo que tenemos prohibido es decir que hay mucho, porque para una persona mucho puede ser determinado número y para otra no. En el momento de decidir intervenir con el control químico, si no conozco la población no conozco su evolución”, sostuvo.
Aseguró que muchas veces se hacen aplicaciones sin medir bien la población desde un principio. “Tal vez había la cabecera de un lote con una gran población de chinche, con cuatro chinches por metro lineal. Aplico, hago un control y una semana después encuentro una chinche por metro lineal. Todo el mundo considera que hay una falla de aplicación, pero es falla de lo deseado no de aplicación, porque tuve 75% de eficiencia, que es un porcentaje altísimo”, explicó.
Por otro lado, dijo que hay que considerar el momento del día en que se va a medir, porque no es lo mismo medir de mañana temprano, que al mediodía o cuando está ventoso. El método para contabilizar las chinches es sacudir la soja con un paño vertical, indicó.
Después se pueden ajustar las técnicas de control, como elegir el tipo de pastilla, el tipo de gota, cómo aplicar, cómo penetrar y el coadyuvante, “que es algo que ayuda muchísimo. Pero si no tengo lo primero lo otro son discusiones muy vacías, porque no tengo un sustento de referencia para decir si algo funciona bien o mal”, insistió.
Remarcó que “en el caso de las malezas sé cuántas hay en un lote y su tamaño, y si será de difícil control o no. Con estos insectos pasa lo mismo, no es igual una densidad de población alta o baja. Teniendo en cuenta esa población sé cuánto le puedo exigir al control químico”.
Los daños
La chinche en soja causa, principalmente, aborto de vainas. “En la etapa inicial de formación de vainas no es tan grave, porque el cultivo seguirá produciendo otras, pero el inicio de formación de granos es el peor momento. Porque ahí ya concluyó el período de formación de vainas, y ese grano aborta, se descarta. Es algo que no se tiene en cuenta, porque no se ve en la tolva”, señaló Peralta.
Agregó que “cuando el grano está bastante desarrollado, la chinche hace daño en calidad, pero no tanto en kilos. Por lo tanto, en el inicio de formación de granos, la etapa R5, es el peor momento”.
Señaló que “las pérdidas pueden ir de 300 a 1.000 kilos por hectárea. Hay casos de pérdidas mayores, y otros extremos con lotes que se han abandonado, que no han tenido monitoreo, gente que se ha confiado y que ha tenido pérdida casi total. Pero en los últimos tiempos eso no pasa, porque el productor está arriba de los lotes”.
Venta de fitosanitarios con receta
La Dirección General de Servicios Agrícolas (DGSA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, “está tratando de hacer que la receta profesional se haga de la mejor manera posible, adecuada al producto, que se cumpla en base a lo que está indicado a la etiqueta”, dijo a VERDE la ingeniera agrónoma Natalia Queheille, Encargada de la División Control de Insumos de la DGSA.
Agregó que, “a raíz de la resolución 504, se está tratando de linkear la información de la receta, en cuanto a cantidad y uso indicado por el agrónomo, con el libro de compraventa que tiene el comercio y con los stocks”.
Queheille señaló que el pilar básico que se pretende cumplir con esa resolución es la trazabilidad de los productos comercializados. “Es la única manera que tenemos por el momento, con la colaboración que les estamos pidiendo a las empresas, importadores, fabricantes, distribuidores y consumidor final. A todos los actores de la cadena les pedimos que aporten información de cuánto tienen en stock, cuánto venden, ya sea materia prima o producto formulado. Luego, la DGSA realiza inspecciones en los comercios, y hace la verificación, considerando las recetas, libro de compraventa y stock”, explicó.
También se trabaja en crear un sistema informático, que permita gestionar de forma más eficiente esa información.
“Cuando desde la DGSA se comparó la cantidad importada y lo que se está recetando, y lo que supuestamente las empresas venden y hay en stock, los números no cierran”, advirtió la funcionaria del MGAP. Y explicó que fue por eso que surgió la resolución 504. “Hay baches que no pueden existir, o desvíos de uso que no se pueden dar”, sostuvo.
Puso el ejemplo del notorio desvío de uso de Paraquat. “Se está usando como desecante en colza y en Brassica Carinata, cuando ese uso no está autorizado para esos cultivos. Se está llevando adelante un monitoreo, con un muestreo en las plantas de recibo, de los viajes de los productores y silos para posterior análisis de residuos”, informó.
En caso de constatar un residuo positivo, “se va hacia atrás para ver qué productor lo usó y qué agrónomo lo recomendó”.
Señaló que la evaluación de riesgo de todos los productos, los registrados y los nuevos, es algo que se está por implementar a partir del próximo año en el Area de Registros de la DGSA.
La dirección está capacitando a todos los técnicos de los distintos sectores, a través de un curso que brinda la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a nivel regional.
“En base a esta evaluación se caracterizará el riesgo ambiental y de salud humana para determinar si el mismo es aceptable o requerirá medidas de mitigación o se rechazará”, comentó.
Una medida de mitigación que se considera es incorporar al producto a los que deben ser vendidos bajo receta profesional, y así tratar de controlar su uso.
“La premisa es que no se va a eliminar ninguna herramienta que al productor le sirva, siempre que tenga un nivel de riesgo aceptable o tolerable. En caso de que los productos presenten algún riesgo y que no tenga sustituto, una de las medidas que se puede plantear es que se venda con receta”, puntualizó.
Los productos que deben venderse con receta profesional son todos los categoría 1a y 1b, y los que contienen los ingredientes activos: clotianidina, tiamaetoxan, imidacloprid y clorpirifos.