Sigue creciendo el área de colza en Uruguay

En la zafra 2019/20 se llegó a 100.000 hectáreas, con un rinde promedio de 1.800 kilos por hectárea, según el Observatorio de Oleaginosos
De acuerdo al Observatorio de Oleaginosos Uruguay, de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos y la consultora Exante, el área de colza y carinata en la zafra 2020/21 siguió creciendo y llegó a 111.241 hectáreas, de las cuales unas 100.000 fueron de colza.
El trabajo señala que el rinde promedio se ubicaría en 1.800 kilos por hectárea, y también destaca que los precios de la exportación y de ALUR aumentaron sensiblemente. En la zafra anterior el precio promedio fue US$ 352 por tonelada, y pasó en esta zafra a US$ 408 por tonelada. Esos indicadores permiten calcular que el margen del cultivo antes de pagar arrendamiento llegaría a US$ 211 por hectárea.
En la zafra 2019/20 se habían sembrado entre ambos cultivos algo más de 70.000 hectáreas, mientras que el rendimiento promedio se había ubicado en torno de los 1.500 kilos por hectárea.
Los aspectos agronómicos de la zafra fueron analizados por el Observatorio de Oleaginosos, donde el ingeniero agrónomo Sebastián Mazzilli –de la Facultad de Agronomía– dijo que el área resembrada fue de 12% frente al 7% de la zafra 2018/19. En la zafra 2019/20 se utilizaron 7,8 kilos de semilla por hectárea (fueron 4,8 kilos por hectárea en la zafra 2018/19), mientras que no se reportó área bajo riego.
Mazzilli señaló que se observa un inicio de siembra y cosecha cada vez más temprano. Del 21 al 30 de abril de 2019 se sembró el 95% del área, y del 11 al 20 de mayo se sembró el 4% restante. Más adelante, el 95% de la cosecha comenzó entre el 21 y 31 octubre de 2019, y el restante 4% comenzó entre el 1° y el 10 de noviembre de ese año.
En esa zafra también se constató un aumento en los niveles de fertilización respecto al precedente en nitrógeno, fósforo, potasio y se mantuvo el nivel de azufre.
Pablo Uteda, director de IPB Semillas, vaticinó de cara a la zafra 2021/22 un crecimiento del área. “El piso estará en las 130.000 hectáreas”, dijo a VERDE.
El empresario consideró que la última zafra “fue buena”, y a la hora de analizar entendió que el cultivo de colza tiene dos perfiles de productores bien marcados: “por un lado están los agricultores que están entrando al cultivo, que lo toman como una cobertura que se cosecha; y por otro, los que ya tienen un manejo más ajustado y que apuntan con la colza a lograr la mayor productividad posible. Este año, a pesar de las heladas, se obtuvieron rindes de 2.200 a 3.200 kilos por hectárea”.
Indicó que en ese último perfil de productores “están los nuevos híbridos, que están demostrando una diferencia sanitaria y genética importante”. Mientras que los que arrancan con colza “siembran variedades más antiguas y, en la medida que van conociendo el cultivo, van incorporando más tecnologías y los nuevos materiales”.
“Hay casos de productores que sembraron con Altina y están cosechando de 1.200 a 1.400 kilos, y también alcanzan un número interesante por el costo incurrido en el cultivo, que es mucho más bajo”, señaló.
Para Uteda “hay un círculo virtuoso, porque los productores que tienen en cuenta todas las medidas de manejo siguen ajustando y mejorando, mientras que los que comienzan con una colza como cobertura van entendiendo al cultivo, les gusta y también van sumando medidas de manejo y la tecnología disponible”.
Sostuvo que en la última zafra “hubo chacras con 20% o 30% de daño por heladas, y rindieron 1.800, 2.200 y algún kilo más por hectárea también. Los materiales híbridos están demostrando su performance productiva y, con esos rindes, el número es atractivo”.
Agregó que IPB Semillas posee una alianza estratégica con la australiana Nuseed, y “eso nos permite contar con una oferta genética de primera línea, que llega desde Australia”.
Comentó que desde hace algunos años comenzó “un fuerte trabajo de desarrollo”, dado que no es un cultivo como el sorgo que “hace años que forma parte del portafolio de nuestra empresa y con el que jugamos de memoria”.
Por eso, todo el trabajo de desarrollo de colza tendrá el sustento de Unicampo Uruguay. “Estamos realizando una evaluación de datos muy importante. IPB Semillas y Unicampo Uruguay están monitoreando unas 30.000 hectáreas de colza. El objetivo es la construcción de una robusta plataforma de información. Estamos haciendo algo que en la región no existe, porque Uruguay es el país con más superficie de colza de Sudamérica”, destacó.
Dijo que eso muestra que el cultivo se adapta a las condiciones de Uruguay. “La zona núcleo de Argentina es mucho más fría y las heladas son más fuertes y más secas, eso dificulta el desarrollo de la colza. Las condiciones climáticas que ofrece Uruguay para las brassicas no las tiene Argentina ni Brasil, que tiene el clima pero la presión de enfermedades es muy alta”, detalló.
El director de IPB semillas resaltó las ventajas agronómicas que ofrece la colza a la rotación y la transparencia comercial, los que “son elementos destacados”, acotó.
Agregó que las principales empresas exportadoras “están jugando un rol muy importante, y les dan sostén al sistema”.
“El productor confía tanto en el sistema que no firma contratos de producción. La mayor parte se comercializa en el mercado spot, porque hay un canal comercial claro”, sostuvo.
Heladas y Paraquat
La zona centro fue una de las más afectadas por las heladas, y el ingeniero agrónomo Nicolás Martínez –director de Agromotora Flores– estimó que el rendimiento estuvo en torno de los 1.500 kilos por hectárea. “Pero pese a esa situación, resaltó la importancia de ese cultivo en la diversificación y en la rotación de la producción agrícola, por lo cual es probable que el área mantenga la tendencia alcista en esta región”, comentó.
Previo a la cosecha, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) emitió una advertencia por desvíos de uso de Paraquat en colza, y recalcó que Diquat es el único ingrediente activo registrado como herbicida/desecante en colza con registro y autorizado.
La cartera de Estado, a través de la Dirección General de Servicios Agrícolas (DGSA), hizo hincapié en que los usuarios deben consultar las etiquetas (intervalo precosecha y dosis), para que su uso no implique incrementos en los residuos detectables en el grano cosechado.
La DGSA evaluó la situación del Paraquat con diferentes actores y, finalmente, se definió que continuará permitido su uso con los recaudos ya conocidos.
En ese momento el director de la DGSA, ingeniero agrónomo Leonardo Olivera, recalcaba que todo Paraquat que ingrese a Uruguay y se comercialice, deberá tener registrado al distribuidor, para luego poder cotejar con la receta profesional (documento que habilita su venta) y los stocks que se van comercializando. “Con la receta profesional se sabe quién adquirió y donde se aplicó”, sostuvo.
El jerarca subrayó que la normativa prevé sanciones para el aplicador y el ingeniero agrónomo si no se cumplen con las exigencias que marca el MGAP sobre el uso del producto.
Además, se creará un plan de vigilancia, a través del cual el MGAP toma muestras en las chacras, para verificar el estado sanitario de los granos destinados al mercado interno y para exportación. «Hasta ahora, luego de hacer más de 100 muestreos en campos, recibos y acopios, no hemos encontrado Paraquat», informó Olivera.
La exportación de colza a la Unión Europea y la importancia de adoptar medidas preventivas para evitar la contaminación de dicho grano con algunos productos fitosanitarios, “es un tema que nos preocupa mucho”, admitió Olivera. Agregó que “el área de colza creció de forma importante, y es necesario cuidar los diferentes mercados para que continué su desarrollo en los sistemas agrícolas”.
Los destinos
Este fue uno de los temas que se trataron en la jornada anual de Barraca Erro. Allí, Jorge Erro –director de la empresa–, remarcó que “los mercados están cada vez más exigentes, y eso se ha observado en cebada, trigo, canola y en el resto de los granos”.
Un destino importante de la colza es Europa. Erro señaló que ese mercado “tiene una legislación clara sobre el Límite Máximo de Residuos (LMR), que la cumple y quienes exportan hacia allí también la deben cumplir”.
Agregó que “Uruguay debe tener la calidad que los demás países productores tienen en todos los granos, porque competimos con esos exportadores”.
A propósito, el empresario comentó que “Europa es un comprador que adquiere volumen de colza, y acceder a ese mercado le sirve al productor, al exportador y a todo el sistema. En Europa tenemos la pizarra del MATIF, de Francia, que nos da transparencia, liquidez y permite planificar el aspecto comercial, ya que se pueden definir ventas anticipadas y tomar coberturas”.
Erro destacó que “es un destino que bonifica el aceite de colza, algo que repercute en la productividad, dado que entran en juego los nuevos híbridos que están viniendo desde Alemania al mercado local, y que posibilitan uniformidad en el manejo”.
Además, remarcó que “la colza nos da la chance de tener cinco cultivos, de diversificar la producción agrícola, que es muy sana para la rotación y para mantener el área del esquema productivo, algo que suma eficiencia al sistema productivo y logístico”.
Gabriel Di Giovannantonio, responsable de Originación de Cargill, dijo a VERDE que la cosecha tuvo resultados dispares, pero en líneas generales “hay expectativas y una mirada positiva sobre el cultivo”.
Agregó que “este año Uruguay hizo un cambio muy serio en la utilización de determinados productos, como los desecantes, y eso le aporta más tranquilidad a la hora de exportar hacia Europa”.
Afirmó que hubo una concientización muy importante en todo el sector, y se utilizaron distintas estrategias para la cosecha; siempre tratando de preservar calidad”, acotó.
El ejecutivo de Cargill destacó la demanda europea, y remarcó que “ese mercado también es el que nos da mayor liquidez, mejores precios y certezas. Hay que recordar que el programa de canola de Cargill se lanzó en pleno pico de pandemia y aun así se pudo lograr una formación de precios interesante”.
Consideró que la colza entró como “una muy buena solución” en el invierno, y que en la zafra 2021/22 “todos los cultivos de invierno deberían crecer en área”.
Valoró que primero “termina la cosecha de colza, luego sigue la de cebada y después la de trigo, y al mismo tiempo van avanzando las sembradoras. Hay eficiencia logística y una diversidad muy importante. Hay diversidad hasta en la formación de precios”.
Sobre los precios, dijo que este año hubo niveles interesantes, en torno de US$ 380 y en algún momento cerca de US$ 400 más bonificaciones. “Pero lo más destacable en la canola (como también se llama a la colza) es la certificación y la transparencia que está teniendo el negocio. Los precios son fáciles de seguir, hay una referencia clara, hay que cuidar mucho el capital que Uruguay viene logrando y consolidado en el mercado europeo”, enfatizó.
El responsable de Originación de Cargill índico que luego de atender la demanda local, el resto de la producción iría a Europa. “Este año Uruguay produjo en torno de las 170.000 toneladas, con lo cual vamos a tener un flujo exportador que superará las 100.000 toneladas. Debemos apuntar a un programa claro de exportación a Europa, también puede aparecer alguna otra demanda esporádica como Israel, Japón o Arabia Saudita. Pero es preferible Europa y hacer las cosas como se deben”, concluyó.
Zafra atípica, que “no debería desanimar”
Enrique Carlos Oyharzábal, agricultor de la zona de Dolores (Soriano), dijo a VERDE que la colza en su caso “es cabeza de rotación de los cultivos de invierno, no solo porque es el primero que se siembra, sino porque es el más importante en área y desde hace varios años”.
“En nuestra empresa es pilar de los cultivos de invierno”, afirmó.
Al ser consultado sobre la evolución de la productividad, señaló que como en todo cultivo, el efecto año juega su papel, pero “el aprendizaje es constante, continuo y año a año se van incorporando conceptos al manejo”.
También señaló que se extrapolan herramientas, “utilizamos mucha información australiana y canadiense. Hemos cambiando la fertilización, vamos sembrando mejor y estamos aprendiendo a cosechar la colza de otra forma”.
Destacó que “hubo una gran evolución de la mano de los mercados, que han venido apareciendo. Antes, cuando se vendía a un solo mercado que permitía el uso de desecantes, nos parecía que era la única opción para trabajar. Posteriormente empezamos a acceder a otros destinos, fundamentalmente a Europa, que tiene mayores exigencias, y la inocuidad del producto es clave. Aprendimos otras cosas que hoy en día resultan muy interesantes, y de ninguna manera volvería a lo anterior”, sostuvo.
Oyharzábal recordó que hace apenas tres años, no se utilizaban desecantes ni glifosato en la cosecha. “Eso nos ha permitido tener una cosecha mucho más homogénea y con menos pérdidas por dehiscencia, que es el mayor problema que tiene la canola”, señaló.
Agregó que en el caso de su empresa “hacemos cosecha directa, sin desecación, y la operativa es como en cualquier cultivo. La canola funciona igual, quizás puede haber algo de humedad, plantas verdes y plantas prontas dentro de un mismo potrero, pero eso pasa en cualquier cultivo”.
Afirmó que “venimos contentos con esa forma de cosecha, dado que no genera problemas, tampoco para los acopios que la reciben. Este año medimos pérdidas por debajo de 30 Kilos por hectárea, algo sumamente positivo”.
Sobre esta zafra, Oyharzábal comentó que ha sido “bastante atípico”, porque hubo mucho daño por heladas, no solo en planta sino también en silicua.
Señaló que “las heladas tardías, posteriores al 15 de septiembre, ocasionaron muchas pérdidas. Las colzas más tempranas tuvieron la mayor parte del daño en granos. A la hora de evaluar nos encontrábamos que en silicuas había 10% o 15%, pero cuando íbamos a evaluar granos nos encontrábamos con pérdidas de 75% y 80%, incluso en algún caso ese porcentaje era mayor. Eso fue causado pura y exclusivamente por las heladas tardías”.
Sobre los rindes, sostuvo que en las zonas donde se tuvo esa problemática, “quién logró entre 1.600 y 2.000 Kilos por hectárea tiene que estar muy contento, porque fue un año duro, cuando no se podían esperar grandes rendimientos”.
El invierno, “no tuvo exceso hídrico, algo que le pega y fuerte a la canola, la primavera fue muy interesante para el llenado de granos, porque fue muy fresca y con las aguas justas; pero las heladas tardías sí le pegaron. Mientras que, para trigo y cebada, el año fue para encuadrar”, destacó el productor.
Agregó que, en su caso, la canola se realiza con un planteo de alta tecnología, “no le hace falta nada. Eso a veces tiene sus implicancias, porque hay años cuando se hace una alta inversión y por el clima o el mercado no se cubren los costos. Pero el balance se hace con el tándem canola-soja, y esa dupla funciona muy bien, y otorga un resultado positivo”.
Oyharzábal consideró que la canola ha ido ganando su lugar, “sobre todo porque el agricultor le empezó a perder el miedo, y en la medida que se ven buenos resultados, otros productores se animan a meterle un poco más”
Si bien este año puede haber mucha gente desanimada, consideró importante recalcar que “fue duro para el cultivo”, pero normalmente “tiene una performance muy interesante, superior a esta y no hay que desanimarse”.