Agricultura

Deficiencia de zinc: problema que se lleva hasta 1.000 kilos de soja/ha

30 de septiembre de 2020

Syngenta y Grupo Macció realizaron una capacitación técnica focalizada en sanidad y nutrición de los cultivos, donde expusieron Carlos Pérez y Esteban Hoffman

En Uruguay “hay un problema con el zinc; tenemos niveles muy bajos, algo que no esperábamos”, admitió el ingeniero agrónomo Esteban Hoffman tras participar de una capacitación técnica focalizada en nutrición de cultivos, organizada por Syngenta y Grupo Macció.

Hoffman dijo a VERDE que “la respuesta a zinc puede ser muy importante”, y que se pueden perder “desde 600 hasta 1.000 kilos de soja” por hectárea y otro tanto de maíz, “sin darnos cuenta”, enfatizó.

Agregó que en esos ambientes, “hay respuesta segura si se utilizan las fuentes que contribuyen a corregir la problemática”. Por eso, dijo que “el objetivo es acercar la mayor y más fehaciente información sobre una situación relativamente nueva, para lo cual es súmamente importante actuar con conocimiento”.

Recordó que “hace cuatro años no hablábamos de zinc, es un tema que apareció de golpe”.

Dijo que en Argentina “se venía alertando sobre lo rápido que venían cayendo los niveles, pero acá los suelos son más arcillosos y con más materia orgánica, por eso se pensaba que no era un tema para nosotros. La realidad es que teníamos un problema y no lo sabíamos”.

En la actividad se mostró la información de un gran muestreo realizado por Unicampo Uruguay, de casi 700 chacras que conforman “un área bien importante”, que comenzó en 2017. “Los resultados fueron una gran sorpresa, ya que el 85% de las chacras estaba con niveles de zinc en suelo por debajo de lo que reporta la bibliografía como un valor crítico”, sostuvo Hoffman.

Recordó que el zinc es un micronutriente que tiene una dinámica muy particular con el fósforo en suelo, y también es particular adentro de la planta. “La sintomatología típica no puede ser utilizada como un elemento de diagnóstico, porque cuando la ves llegaste tarde. Además, podemos estar perdiendo kilos sin la sintomatología típica a nivel de hoja, en estos casos se habla de hambre oculta. Es un nutriente que no muestra las deficiencias como lo hacen otros. Cuando aparecen bajos valores de zinc la respuesta es segura, así lo señala la información generada por Unicampo”, sostuvo.

Como consecuencia de la caída en los niveles críticos de zinc, varias empresas comenzaron a evaluar sus fuentes de fertilizantes con zinc. “Por eso, en 2018/19 y 2019/20 se creó una red de evaluación de fuentes comerciales de distintas empresas donde se evaluaron todos los fertilizantes”, comentó.

En esos dos años, “la respuesta media se ubicó en casi 16%, tanto en soja como en maíz. Son datos que coinciden con los generados en Argentina, mientras que en México la respuesta puede llegar a 20%”, acotó.

Pero esto “es difícil de ver. Cuando vemos la sintomatología típica en soja ya es tarde para aplicar”, señaló. Además, dijo que “es importante mencionar que no todas las fuentes funcionan bien, no alcanza con que una fuente de fertilizante tenga zinc para asegurar la corrección en un ambiente deficiente”.

Hoffman consideró importante marcar que Unicampo Uruguay “no es INIA ni Facultad de Agronomía”, sino que es un equipo multidisciplinario, con un área de evaluación que trabaja con productores y empresas que buscan evaluar sus productos.

“En este trabajo la película empezó de atrás para adelante, porque comenzamos con la evaluación de fuentes foliares de zinc. Observamos que se agregan cantidades muy bajas por hectárea cuando ingresa por hoja. Los fertilizantes foliares a utilizar deben ser quelatados, para que el zinc ingrese rápidamente a la planta. Un cultivo se puede arreglar con 250 o 300 gramos de zinc por hectárea, y por eso estas fuentes de adaptan muy bien”, explicó.

Además, “debe tenerse en cuenta que estos productos no pueden caer al suelo, porque la eficiencia de uso disminuye de forma importante. Si bien el producto que cae se aprovecha, no tiene el mismo impacto que al llegar a la hoja. Porque para ser absorbidos por la raíz, las dosis tienen que ser mucho más grandes. Por eso la aplicación debe ocurrir cuando el surco se está cerrando”.

Consultado sobre los momentos de aplicación, Hoffman indicó que la información marca que la corrección tardía es la foliar, la temprana es con la semilla o con los fertilizantes basales. “Cuando hay ambientes muy deficientes, es clave la corrección temprana”, subrayó.

Hoffman afirmó que “es más confiable el fertilizante basal que la aplicación vía semilla, pero es importante recalcar que no sirve cualquier fuente de zinc para mezclar con un fertilizante basal que será absorbido por las raíces. Hay fuentes de zinc que tienen muy baja solubilidad, en cuanto a lo que entregan y pueden absorber los cultivos. Hay algunas fuentes que se aplican y el cultivo no se entera que hay zinc. Eso se puede utilizar para levantar los niveles, pero no para corregir una deficiencia. Sin embargo, recalcó que “hay fuentes muy efectivas”.

Las tendencias de la fertilización                                                                      

Felipe Foglino, de Grupo Macció, dijo a VERDE que en los últimos 15 años la empresa ha ido superando los desafíos que plantea la demanda de nutrientes en la agricultura uruguaya, que ya “ha pasado con varios y hace un tiempo apareció el zinc”.

“Partíamos de fórmulas de macroelementos de nitrógeno, con foco en potasio, luego ganó terreno la relación de nitrógeno-azufre, también el azufre o el calcio cuando se dejó la fase de pastura, y desde hace un par de años se viene evidenciando la deficiencia de zinc, que nos llevó a generar datos de calidad en cuanto a las respuestas y fuentes”, repasó.

Foglino indicó que esta situación “nos brinda la gran oportunidad de trabajar, generar información y que nuestros clientes puedan acceder a ella, para tener mejores resultados”.

“Hoy tenemos la posibilidad de agregarle zinc a todas las mezclas que se están utilizando como fertilización basal de los cultivos; y después, ante una deficiencia severa, tenemos la oportunidad de poder corregir o tener respuesta, en ambientes que estén por debajo de una parte por millón de zinc en el análisis”.

En otro orden, agregó que Grupo Macció está trabajando con otras fuentes de fósforo, buscando atender las demandas productivas de los agricultores. “Se está evaluando el fósforo líquido, no para sustituir al sólido sino de forma aditiva, para buscar otro techo de rendimiento en planteos de alta tecnología y productividad. En ese planteo ingresamos con el orthofosfato”, señaló.

“Hasta ahora veníamos trabajando con pentóxido de fósforo (P2O5), entonces los niveles críticos del cultivo y la fertilización están en función de eso. Ahora aparece el polifosfato, el orthofosfato y tenemos que generar nueva investigación, nuevos niveles críticos de respuesta y sobretodo tener datos que le permitan al productor una ecuación económica favorable, para que pueda invertir y tener un retorno”, comentó.

Foglino señaló también que “la empresa busca estar a la vanguardia, y aportar soluciones, partiendo de lo que se observa en otros mercados y de la tecnología que el productor está utilizando, entendiendo los niveles de rendimiento que necesitan los cultivos para generar margen”.

En la actualidad, “vemos que nitrógeno, fósforo, azufre y potasio son nutrientes que se manejan muy bien, aspecto que ha impactado favorablemente en los rindes”.


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