Agricultura

Altos rindes y menores costos en la primera zafra de arroz con pivot

28 de septiembre de 2020

La experiencia se lleva a cabo en Treinta y Tres, en un sistema que integra pasturas y soja; el cereal requirió de una inversión entre 20% y 30% inferior al sistema tradicional

Por primera vez en Uruguay se está llevando a cabo un proyecto de validación de producción de arroz regado por aspersión. El proyecto de dos años, de los cuales ya transcurrió el primero, mostró que los costos totales de producción del cereal podrían disminuir respecto al sistema tradicional, con riego por inundación

El experimento incluye una rotación con soja y pasturas, y su objetivo es maximizar la producción y rentabilidad todo el sistema en su conjunto.

Gonzalo Zorrilla, responsable técnico del trabajo de validación, dijo a VERDE que se ha cerrado la zafra 2019/20 de arroz y de soja y aún falta cerrar el ciclo ganadero. Explicó que el experimento “deja mucha información de un sistema de rotación arroz, soja y pasturas regadas por pivot”.

En el caso del arroz se sembraron dos variedades de INIA: Olimar y Merín, y los rendimientos de arroz sano, seco y limpio fueron de 7.400 y 9.300 kilos por hectárea (kg/ha), respectivamente.

Señaló que “nuestra meta mínima era alcanzar 7.500 kg/ha” y, por eso, confirmó que “los resultados superaron la expectativa”.

El proyecto de validación es liderado por la empresa uruguaya GND-BR SRL, representante de los equipos de riego Krebs en Uruguay, en alianza con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), la empresa de maquinarias y equipos Aramis SRL y el apoyo técnico de la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria (EMBRAPA), algo que “nos ha ayudado mucho, porque en cada paso que damos tenemos a quién consultar”, dijo Zorrilla.

Además, se cuenta con la financiación parcial de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).

Otro aspecto importante de este proyecto de validación fue el referido a los costos. En ese sentido, Zorrilla señaló que “la hipótesis que se maneja es que uno puede alcanzar los rendimientos normales que obtienen en la producción de arroz por inundación, pero disminuyendo significativamente los costos y ese era un punto clave”.

Confirmó que, aunque falta realizar un estudio comparativo más exhaustivo, “el cultivo en su conjunto tuvo una reducción sustancial de los costos, al comparar los costos de producir arroz por inundación”.

Explicó que “tuvimos un costo de US$ 1.250 por ha para la variedad INIA Merín y de US$ 1.223 por ha para la variedad INIA Olimar”, cuando normalmente el costo variable de producir arroz inundado está en torno de los US$ 1.700 por ha. “Estos son números iniciales que deberemos confirmar en la próxima zafra, pero se aproximan mucho al 20% o 30% de reducción de los costos que señalan las experiencias de Brasil”, señaló.

En estos cálculos incluyen los costos directos del cultivo, la energía y costos de funcionamiento del riego, un canon por el uso del agua, cosecha, transporte, secado y renta de la tierra”.

Zorrilla aclaró que en esta etapa no se considera la inversión del pivot, porque para ello “queremos tener también los resultados de la soja y la ganadería”.

Agregó que “modelando un sistema de riego de dos pivot de 70 ha de arroz y 70 ha de soja, el costo de la inversión en el sistema de riego es de US$ 126 por ha al año. Ese costo es el que deberemos contrastar luego con los ingresos y márgenes netos de todo el sistema”.

Las variedades sembradas

Zorrilla admitió que “no sabíamos cuál iba a ser el comportamiento de las variedades” y que por eso se definió “sembrar un ciclo corto, para disminuir el costo del riego”. Pero al mismo tiempo “teníamos los datos de Brasil, de que las variedades de ciclo largo se comportan mejor, y eso fue lo que pasó”.

Agregó que la decisión de sembrar la variedad INIA Olimar fue también para comprobar “cuántos problemas de enfermedades podíamos tener, pero no tuvimos ningún problema”.

En base a estos resultados, confirmó que “la variedad INIA Merín se adaptó mucho más al sistema que la variedad Olimar. Y, por otra parte, se confirmó algo que nos decían desde Brasil: que las mejores variedades para riego por aspersión son aquellas que están bien adaptadas al sitio para sistemas de riego por inundación común”.

Señaló, además, que no hubo problemas de malezas. El único problema fue “al momento de la siembra, por las precipitaciones que se registraron”, lo que produjo una lenta instalación y baja población de plantas.

Por otra parte, detalló el manejo de herbicidas: “el plan fue realizar una aplicación pre siembra de glifosato, otra pre emergente de glifosato y clomazone, y luego una aplicación pos emergente de clomazone, propanil y furoxipil”. Para la variedad INIA Olimar se aplicó un fungicida preventivo, a pesar de que nunca se observó presencia de bruzzone. En INIA Merín no se utilizó ningún fungicida”.

Aumentó el uso de fertilizantes

Si bien disminuyó el uso de herbicidas, Zorrilla señaló que “sí hay un incremento del uso de fertilizantes”, porque “no tenemos la inundación que favorece la liberación de nutrientes del suelo”. Por eso, “tuvimos altas aplicaciones de potasio (110 kilos), fósforo (90 kilos) y nitrógeno (180 kilos).

Además, “tuvimos un costo extra de encalado pre siembra, porque el PH era 4,8 y no teníamos la inundación que nivela el nivel de PH. El costo del encalado se distribuye en cinco años, que es lo que se estima dura una aplicación de caliza de 2.400 kg/ha”.

Para definir el criterio de fertilización, Zorrilla comentó que se realizaron “análisis de suelos y nos basamos en las recomendaciones de EMBRAPA, ya que no tenemos datos nacionales para un sistema como este”.

Otro de los datos fundamentales fue la cantidad de riego necesaria. Mientras que “los datos de investigación señalan que se utilizan entre 600 milímetros (mm) y 700 mm de riego en sistemas como este”, aquí “fueron 824 mm para la variedad INIA Olimar y 924 mm para la variedad INIA Merín”, porque “fue un año extremadamente demandante de agua. Y “a partir de fines de diciembre tuvimos que regar todos los días prácticamente”, dijo Zorrilla.

De todas maneras, advirtió que “son niveles interesantes, pero siguen estando por debajo del volumen de agua que se usa por inundación, en donde se estiman unos 1.200 mm, pero seguramente en esta zafra se utilizó bastante más”.

Por eso, subrayó que “se gasta menos agua y el rendimiento es muy similar”, al tiempo que “los costos son menores”.

Otro de los aspectos importantes que se confirmó en este sistema es que no hay “problemas de arsénico ni metales pesados en los granos, un tema que ha generado problemas en mercados”.

A su vez, el sistema de riego por aspersión permite utilizar esta tecnología para la aplicación de fertilizantes y agroquímicos, lo que será utilizado en la próxima zafra y puede reducir algunos costos.

Sobre la diferencia en los costos, Zorrilla considera que “el gran impacto se genera en la eliminación de los movimientos de tierra, se aplica glifosato y se hace 100% de siembra directa”.

Los números finales

El responsable técnico del trabajo de validación destacó que “la calidad del arroz fue excelente y los rendimientos más que atractivos, al tiempo que no hubo problemas de enfermedades”.

En relación al resultado económico, dijo que teniendo en cuenta el precio provisorio actual del arroz, de US$ 10,30 por bolsa, la variedad INIA Merín registró US$ 1.910 de ingreso bruto por ha, con un margen de US$ 660 por ha, “lo que es excelente en cualquier realidad”. Para la variedad INIA Olimar el número es la mitad, “pero también un muy buen resultado”, señaló.

Como reflexión de este primer año de experiencia, Gonzalo Zorrilla cuenta que la meta del proyecto es generar coeficientes técnicos que permitan a los interesados analizar adecuadamente la factibilidad de un sistema de este tipo en sus establecimientos.

“Es claro que para producir de esta manera se necesitan productores que tengan en sus manos todos los factores de producción y propietarios de la tierra o con arrendamientos de largo plazo”, comentó.

De todas maneras, sostuvo que “es interesante, porque habilita el uso del agua en áreas que no estaban previstas” y, en este caso, ya que se sembró arroz “en zonas de lomadas que estaban dedicadas a la ganadería y a la soja”.

La ganadería y la soja

El sistema de rotación con pasturas permite la recría de terneros en raigrás que se regó dos veces, “lo que generará un ingreso extra”, pero “además deja un rastrojo para el cultivo que le sigue que será mucho mejor de lo que había”, destacó Zorrilla.

Los terneros ingresaron al sistema con 170 kilos, a principios de junio y la expectativa es que logren una producción por encima de los 100 kilos de carne por hectárea.

La soja en este sistema rindió 3.050 kg/ha y ya se hacen planificaciones de ajuste de manejo para aumentar ese rendimiento, a “por lo menos 3.500 kg/ha”. El costo de la soja fue de US$ 900 por ha, incluyendo el costo de riego correspondiente.

Esta iniciativa se está llevando adelante en el establecimiento El Arroyito, de Ramiro y Martín Gigena –en la zona de Vergara, Treinta y Tres–, que son los que llevan adelante todo el sistema productivo bajo riego por aspersión,

El proyecto cuenta con el apoyo de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), la Gremial de Molinos Arroceros (GMA) y la empresa de bioinsumos Lage-Lallemand.


Lea la nota completa en Revista Verde N° 87
SyngentaSyngenta
Erro GrapErro Grap
6 - 18:38