Propuestas para poder capturar la variabilidad climática y producir más

¿Qué significa para el productor encarar el negocio de producir pasto en estos últimos años climáticamente tan contrastantes?, pregunta el autor en este artículo para VERDE
Por el Ing. Agr. Ignacio Goicoechea – Productor Agropecuario
Venimos de un ejercicio 2022-2023 con la seca más grande de la historia, y abordamos este 2023-2024 con una baja de 40% del precio del ganado, aspecto que repercute y multiplica los efectos nocivos de los costos extra y la menor producción de pasto dentro de los establecimientos, donde no todos pudieron capitalizar la oportunidad de primavera y otoño.
Por si esto fuera poco, se nos plantea un escenario de evolución de la temperatura del océano Pacífico, que compromete la probabilidad de lluvias normales en la siguiente primavera en Uruguay. ¡Tenemos los pronósticos de los modelos para primavera con una desviación histórica nuevamente hacia año Niña!
Aquí es donde las diferentes opiniones en el “boliche” productivo, que no es ni más ni menos que lo que pasa en las cabezas de los productores, que están –sin temor a equivocarnos, en su gran mayoría– sin saber qué pensar y cómo enfocar muchos de los rumbos.
Diferentes estrategias son: vender animales, arrendar, regar, hacer reservas, comprar grano, o simplemente tratar de dejar algo de liquidez financiera para encarar la sequía. Frente a este panorama desafiante y dominado por la incertidumbre, analicemos algunos números.
Los datos de la Figura 2 corresponden al establecimiento Doña Teresa (de 600 hectáreas, Índice Coneat 63, en Cerro Colorado, Florida) que dirige el Ing. Agr. Santiago Scarlato.
#Capturemoslavariabilidad
Hoy estamos en medio del barro y cruzando cañadas que ya llevan acarreado el triple del agua que hubiéramos necesitado el año pasado para no tener la mayor crisis de disponibilidad de agua potable de la historia del Uruguay.
En el ejercicio 2022-2023 la producción de pasto del campo natural en el país no superó los 2.500 ± 1.000 kilos de materia seca por hectárea (MS/ha/año). Esto no permite nutrir adecuadamente siquiera a una vaca de cría cada 2 o 3 hectáreas.
De ahora en más lo llamaremos capacidad de carga en año Niña (CC-Niña). Contrariamente, durante el ejercicio que está por finalizar, el campo natural creció 4.500 ± 1.500 kg MS/ha/año. Esta producción permite nutrir muy adecuadamente algo más que una vaca de cría por hectárea. De ahora en más lo llamaremos capacidad de carga en año Niño (CC-Niño).
Imaginemos el Uruguay ganadero por un momento frente a este escenario; esta dicotomía del triple o el tercio de carga animal, representa para el Uruguay que sus pasturas alcancen para 14 millones o 5 millones de vacas.
Las pasturas y verdeos en el ejercicio 2022-2023 produjeron 4.500 ±1.000 kg MS/ha/año. Sin contemplar la variación intraanual, esto alimentaría a 0,7 vaca de cría por hectárea. Siendo esta para pasturas sembradas, la CC-Niña y contraponiendo de la misma forma que lo planteado con el campo natural, en el ejercicio en curso las pasturas sembradas produjeron 8.800 ± 2.200 kg MS/ha/año, lo que permitiría alimentar a 1,5 vacas de cría por hectárea.
La variabilidad entre años en la producción de pasto no es novedad para el Uruguay, pero en este nuevo escenario de cambio climático mundial este panorama de constante cambio e incertidumbre se agudiza aún más. La variabilidad fue, es y será la norma de nuestros sistemas productivos a cielo abierto, por lo que lejos de ignorarla, minimizarla o rendirnos frente a ella, debemos pensar e implementar estrategias que la incorporen como un elemento más a manejar en nuestros sistemas productivos.
Es en este marco que nace el lema “capturemos la variabilidad”. El desafío parece obvio: utilizar lo que sobra en años con CC-Niño, y sostener eficientemente los sistemas frente a los déficits en los años CC-Niña.
Marcación promedio país según año
Cuando uno analiza la tasa de marcación o destete país, variable central al momento de definir la capacidad de producción y extracción del Uruguay ganadero, encuentra paradójicamente un comportamiento establemente malo. Apenas 60 terneros se destetan de cada 100 vacas de cría, un desempeño productivo más cercano a una manada silvestre que a un rodeo que pretende ser manejado por el ser humano.
Lejos de copiar la variabilidad entre años climáticamente buenos y malos, el desempeño reproductivo del rodeo uruguayo parece comportarse constantemente como CC-Niña. Parece ser que la variabilidad termina siendo una aplanadora de nuestros sistemas ganaderos.
Imaginemos un negocio de venta de commodities donde un año se dispone la mitad y al otro deberá vender el doble de mercadería. ¿Cómo uno podría estabilizarlo? Una respuesta posible es resignarse y conformarse con una pobre performance promedio (ver figura 2).
Como concepto central detrás de “capturemos la variabilidad”, es tan importante sostener los indicadores en momentos de crisis como mejorarlos en momentos de abundancia. Partiendo de la base de que los resultados de nuestros sistemas a cielo abierto van a ser variables de por sí, debemos desafiarnos a que dicha variabilidad fluctúe siempre entre resultados buenos y excelentes, en función del año Niño/Niña, y no entre malos y aceptables.
Más allá de estos conceptos teóricos, contamos afortunadamente con numerosos ejemplos reales de productores ganaderos y lecheros que han avanzado en este camino de despegarse del promedio, que llevan muchos años creciendo en el rubro, manteniendo familias enteras y demostrando que es posible alcanzar nuevos niveles de desempeño productivo y económico (ver figura 3).
¿Cómo levantar el promedio?
Si bien aún existe mucho para seguir investigando y aprendiendo de nuestros sistemas pastoriles, debemos partir de la base de que afortunadamente contamos con abundante información técnica sólida para mejorar la performance de nuestros sistemas productivos.
Pero entonces, ¿por qué aún tenemos una enorme brecha de mejora de nuestros sistemas productivos?, ¿dónde está el problema? En primer lugar es necesario mejorar la adopción de conocimientos y técnicas básicas, que resultan claves para entender y manejar los sistemas productivos. Pero a su vez, dada la complejidad de los sistemas pastoriles, existe una enorme dificultad para entender qué y cómo priorizar al momento de tomar las decisiones de manejo y uso de tecnologías. Esto aplica no solo a productores, sino también muchas veces además a los técnicos.
La dificultad para priorizar y jerarquizar el uso de distintas tecnologías a nivel de cada sistema constituye, sin lugar a dudas, una de las grandes limitantes para el crecimiento de nuestros sistemas. La incorrecta identificación de los problemas, base de un sistema productivo, puede llevar incluso a enormes fracasos de algunas tecnologías, no porque tengan un bajo impacto per se, sino por aplicarse sin solucionar los problemas de base reales del sistema.
En tiempos en los que tanto productores como técnicos somos “bombardeados” por información acerca de numerosas alternativas técnicas, nuevos productos, tecnologías de última generación, se hace absolutamente necesario bajar la pelota al piso, pensar, entender y priorizar.
En esta línea, planteamos una forma de visualizar la necesaria priorización y jerarquización de las tecnologías para, al fin y al cabo, capturar la abundancia de años buenos y soportar las crisis de los años malos.
Resumen de priorización tecnológica
La enorme mayoría de productores ganaderos y lecheros del Uruguay son de base pastoril, por lo tanto, la mejora en la producción de pasto debe ser el norte continuo de la toma de decisiones. Esto no es ni más ni menos que apuntar a sostener una masa densa de hojas que permita que las pasturas hagan fotosíntesis en los momentos del año en que la lluvia efectiva y condiciones ambientales nos permita acumular sucesivos crecimientos.
¿Podemos plantearnos pasar a escalones de mucho impacto, pero de alto costo económico? La respuesta es sí, pero sobre la base de previamente lograr altísimo uso e impacto de los primeros escalones tecnológicos planteados.
Tomemos en este caso el ejemplo del riego de pasturas. ¿Es una tecnología a implementar masivamente a nivel de los productores? Claramente, para sistemas que hayan logrado altos desempeños productivos y económicos sobre la base de ser excelentes al manejar pasturas, control del consumo y reservas corporales de animales y las reservas forrajeras, constituye un paso por demás interesante. Ahora bien, pretender compensar con riego los malos resultados obtenidos por un mal manejo de pasturas y animales puede agudizar el mal desempeño económico de estos sistemas.
Por otro lado, concluir que la tecnología del riego no genera impacto, a partir del análisis de sistemas de riego mal manejados es, como mínimo, injusto. También en el riego la mala gestión enturbia los conceptos, las opiniones y resultados. Esto lo vamos a seguir profundizando, ya hay suficiente información en Uruguay, por suerte, falta incrementar la gestión, la motivación, el desarrollo y masa crítica.
El cuadro que acompaña este artículo, con un resumen las prioridades tecnológicas, no en vano deja afuera a los diferentes cultivares y a la genética de las pasturas. Con los resultados a la vista –y con el respectivo respeto por este importante tema– considero que a veces es un grave error de priorización que los productores hacemos, llevados por el marketing de las empresas. El lema “capturemos la variabilidad” pretende poner sobre la mesa esto que es bastante más importante.
Comentarios finales
Uruguay enfrenta el enorme desafío de incrementar y sostener en el tiempo su capacidad de producción de carne y de leche, además de minimizar el impacto en el ambiente en un contexto de cambio climático. El impacto económico y social a escala país de fluctuar su desempeño, y por ende su aporte al producto bruto interno (PBI) nacional en función del año Niño o Niña, son un problema a atacar de forma urgente.
Ya disponemos de tecnologías para afrontar un cambio de paradigma productivo en cuanto a pasturas en el Uruguay, con el que “capturemos la variabilidad”. Estas tecnologías permitirán estabilizar en otro nivel la base productiva del país y atenuar el efecto de las crisis forrajeras.
Traducir a escala país el conjunto de conocimientos y tecnologías disponibles a procesos de innovación real en los sistemas productivos es aún un desafío a encarar.
De todas maneras, donde los primeros escalones tecnológicos fueron asumidos y tenemos los resultados, debemos avanzar en el desarrollo de las siguientes tecnologías, debido a que nuestro promedio está muy por debajo de nuestras posibilidades.
Además, también cabe señalar que en muchos casos se está haciendo un uso ineficiente de los recursos, erosionando suelos y contaminando innecesariamente, a la vez de que no le permitimos a las pasturas hacer lo que mejor saben: fijar carbono a nuestros suelos y conservar la biodiversidad.
Nota de Revista Verde N°115