Privados piden reglas en la aprobación de transgénicos
En Uruguay hay 13 eventos en evaluación para aprobación y algunos hace 6 años que están siendo evaluados. Los empresarios señalan que el país se está retrasando respecto a la región y que uno de los perjudicados es el productor local, al no poder utilizar esas herramientas para enfrentar los problemas de malezas e insectos resistentes.
Los empresarios del rubro semillerista manifestaron su preocupación por el gran retraso que tiene Uruguay en los procesos de aprobación de algunos eventos biotecnológicos de soja y maíz. Existen trámites que se iniciaron hace 6 años. “Lo que más nos preocupa es que no tenemos una respuesta clara, no sabemos dónde estamos parados para promover la biotecnología y darle cabida a todo este tipo de herramientas. Esa situación de incertidumbre es la que nos complica”, dijo a VERDE el Ing. Andrés Arotxarena, Gerente de la Cámara Uruguaya de Semillas (CUS).
Actualmente hay 13 eventos biotecnológicos con aprobación pendiente en Uruguay, y gran parte de ellos están aprobados en los demás países de la región, aseguró Arotxarena. Esos países son además los que proveen de semillas y germoplasmas a Uruguay, con programas de mejoramiento sólidos, establecidos y por eso son considerados muy importantes para el país.
“Es un golpe muy duro porque tenemos menos renovación de materiales en el mercado, los productores tienen cada vez menos posibilidades de controlar insectos y malezas, con todas las consecuencias negativas en focos de resistencia que puedan llegar a aparecer. Algo de eso ya se está viendo, en malezas sobre todo”, sostuvo.
Hay varias solicitudes planteadas. “Son programas de mejoramiento, que vienen fundamentalmente desde Argentina. Germoplasma de punta, que va adaptándose mejor al ambiente e incorpora las ventajas que la biotecnología ofrece. Al no tener un sistema regulatorio que esté alineado con la región, no se puede acceder a ese germoplasma de alto nivel, nos limitamos a acceder a estas herramientas y uno de los perjudicados es el productor”
Uno de los más polémicos, por el tiempo que lleva para su aprobación, es el VT Triple Pro de Monsanto, que está hace unos 76 meses en el sistema regulatorio (se presentó en el año 2010). También las sojas Enlist de Dow y Xtend de Monsanto están en evaluación.
Pero no son los únicos eventos en esa situación. Productos de otras empresas como Syngenta o Bayer también se encuentran en trámites de evaluación desde hace 3 o 4 años. “Si no tomamos medidas tendremos un problema complicado de revertir”, afirmó.
Las últimas aprobaciones de eventos comerciales ocurrieron en octubre de 2012, con lo cual el período actual sin aprobaciones es más largo aún que la moratoria ocurrida entre 2005 y 2009.
Esos eventos de maíz y soja apuntan al control de malezas e insectos. Ofrecen distintas herramientas para planificar un buen control con agroquímicos. “Considerando la dinámica de los procesos biológicos que tocan al agro, contar con mayores herramientas biotecnológicas hace que los controles sean más efectivos al disponer de diferentes modos de acción”, explica.
“Aumentamos la presión de selección dado que al tener siempre la misma la tecnología, operamos bajo los mismos mecanismos de control, en forma sostenida. En este escenario presionamos a que algún material pueda ir perdiendo efectividad afectado también por la zona y por la interacción entre el genotipo y el ambiente. El resultado final de este proceso es un menor rendimiento. La biotecnología tenemos que cuidarla, son muchos los años invertidos en desarrollo e investigación que podemos desaprovechar al no tener condiciones favorables para el desarrollo de esta rama. La situación de hoy es muy compleja y se interpreta como una moratoria”, opinó.
Algunos de estos eventos “ya están aprobados en los países a los cuales exportamos”. El ejecutivo consideró que el razonamiento de la exportación puede ser cuestionado para el caso de la soja, pero no para el maíz. “El maíz es diferente, toda la producción queda en Uruguay. Si bien el país exportó algo, no es un porcentaje significativo. De todos modos, esos eventos en su mayoría están aprobados en los demás países de la región”, remarcó el gerente de la CUS.
Además, analizó que puede ocurrir que si se importa maíz con tecnología no aprobada en el país. “Es un tema delicado, es probable que entre al país a través de grano partido por ejemplo. Por eso hay que tener un sistema regulatorio que contemple estos casos; y la forma de adaptación de Uruguay a la región, exige que se encuentren soluciones”, expresó.
LA CONTRAESTACIÓN
La producción de semillas de contraestación es otro tema en el que la CUS viene trabajando hace tiempo. Es un negocio muy positivo para el país, sobre todo por el volumen de capital que mueve. Datos de la Oficina de Planeamiento y Política Agropecuaria (OPYPA) indican que se exportaron un total de US$ 6,5 millones y US$ 6 millones en el 2015 y 2016 respectivamente, provenientes de la producción de semilla de soja de contraestación.
“Desafortunadamente el área disminuyó 30% desde 2010, no son muchas hectáreas porque es un rubro que está muy acotado, con exigencias particulares, donde también está muy determinada la relación con el cliente”, lamentó Arotxarena.
El Gerente de la CUS agregó que no se le da un buen confort a este tipo de inversiones y proyectos, que apuntan a ampliar la producción de contraestación. “No hay señales claras de aliento, sino todo lo contrario”, afirmó.
Según Arotxarena dos factores claves limitan la producción e impiden que el área crezca. Por un lado están los costos regulatorios, excesivamente altos y que crean un escenario poco competitivo frente a Argentina, por ejemplo. Allí desde el cambio de gobierno se aplicó una política mucho más abierta a recibir este tipo de iniciativas.
Agregó que a todo esto hay que sumarle el costo país. “No es exclusivo de este rubro, porque perjudica a todos, pero no es un dato menor, hay que sumarlo. Argentina tiene un costo mucho más bajo para la producción de semillas de soja en este momento. En nuestro caso, si además de tener costos productivos más altos tenemos un costo regulatorio que también es más elevado, la producción de semillas está condenada a irse del país”, concluyó.