Agricultura

La edición génica: el traje a medida para productores y consumidores

28 de noviembre de 2022

La tecnología se posiciona para revolucionar los procesos productivos de la agricultura, ya que mejorará características específicas de las especies a partir del objetivo buscado

La edición génica fue unos de los temas centrales del 8° Congreso de Semillas de las Américas, realizado del 26 al 28 de setiembre en Punta del Este, con la organización de la Asociación de Semillas de las Américas (SAA) y sus asociados en Uruguay: la Cámara Uruguaya de Semillas, la Asociación Uruguaya de Obtentores Vegetales (Urupov) y la Asociación Nacional de Productores de Semillas (Anaprose).

En ese marco, Miguel Sánchez, de ChileBio, describió a VERDE que la edición génica es una tecnología que gana cada vez más fuerza en los programas de mejoramiento de distintas especies vegetales. “Hace 5 o 6 años estas tecnologías no existían y en la actualidad hay 18 países con marco normativo. También hay muchos países que están definiendo el camino a seguir y hay dos productos comerciales que han surgido a partir de la edición génica”. 

En esa línea, indicó que Japón es el país más avanzado en esa área, y que cuenta con un tomate al que se le apagaron dos genes para que acumule aminoácidos. “Con ese proceso el tomate previene la hipertensión arterial y tiene beneficios para el consumidor. Se trata de un desarrollo que realizó una universidad japonesa”, indicó. 

Y el otro producto, también pensado para la alimentación humana, es una soja enriquecida en ácidos grasos de omega 9, a la que además se le redujeron otros que no son de interés. “Si uno va al nutricionista y le pregunta qué consumir para prevenir enfermedades cardíacas o cerebrovasculares, la recomendación es alimentarse con alimentos ricos en omega 9”, resaltó el ejecutivo de ChileBio.

 Actualmente, en un contexto internacional marcado por el cambio climático y la guerra, este tipo de tecnología contribuye a generar alternativas para combatir la inseguridad alimentaria. “Cada país tiene su problema, que puede ser la sequía, salinidad, plagas, entre otros. Por eso hay iniciativas que están apuntando a cultivos con tolerancia a la sequía y específicamente en América se está avanzando en cultivos adaptados a la salinidad y también al calor”, indicó Sánchez. 

 En ese marco cada país define hacia dónde o en qué cultivos poner énfasis a partir de las necesidades. “Lo importante es que existen actores públicos y privados trabajando con distintos materiales y también con cultivos huérfanos, que son los que están olvidados. Son iniciativas pensadas para ayudar a los pequeños, medianos y grandes agricultores para que la adaptación de las diferentes especies genere mejores resultados”, dijo. 

Para Sánchez uno de los elementos más importantes de la edición de genes es que permite la democratización de la tecnología, al ser más económica que la ingeniería genética tradicional, que produce los organismos genéticamente modificados (OGM) y, por tanto, permite que más actores participen en la generación de las innovaciones. 

“La simplicidad tecnológica versus las otras tecnologías ha permitido ampliar el horizonte de productos en los cuales se está trabajando y prácticamente en el cultivo que tú pienses va a haber alguna iniciativa a nivel global”, afirmó.

Otro beneficio de la edición génica es la velocidad con la cual se obtienen resultados. “Un producto puede demandar cuatro, cinco o seis años en llegar al mercado. Con los programas de mejoramiento tradicional una especie puede demorar hasta 10 años. En el caso de los frutales podemos pasar hasta 30 años”, señaló. 

Sánchez destacó el impacto en el mejoramiento genético, pero además el avance fenomenal en el conocimiento técnico y científico sobre los genes de las plantas y las proteínas que producen. 

Valoró que “los científicos y expertos cuentan ahora con esta información y pueden empezar a montar programas de desarrollo, y no solo de investigación, para mejorar distintas características de interés. Tenemos toda la información y las herramientas tecnológicas necesarias para adaptarnos a los desafíos, y la edición de genes promete ser una de las principales herramientas para revolucionar los procesos productivos en función de los objetivos buscados”.

Uno de los países que lidera y cuenta con un marco normativo es Estados Unidos, que tiene 90 productos que “han pasado exitosamente las regulaciones”, según datos del Departamento de Agricultura (USDA, por su sigla en inglés). En Latinoamérica, si bien los datos no son tan accesibles como los de Estados Unidos, Sánchez hizo una recopilación y señaló que en Chile hay 18 productos analizados por los reguladores, en Argentina 14, en Brasil cinco, en Colombia tres y en Honduras hay dos. “Esto ya despegó, avanza y será un elemento clave para que la agricultura sea más sustentable”, dijo.

LAS DIFERENCIAS CON LOS OGM

Sánchez explicó que los OGM, conocidos como transgénicos, están definidos internacionalmente de acuerdo al Convenio de la Biodiversidad Biológica, que establece las bases para que los países definan su marco regulatorio. El convenio sostiene que un producto debe cumplir con dos requisitos para ser considerado un OGM: haber sido obtenido con ingeniería genética y contener ADN proveniente de otro organismo. 

Los materiales con edición génica y los OGM son obtenidos a partir de ingeniería genética, pero los productos editados no contienen material genético de otros organismos vivos. “Por eso es muy fácil determinar si es o no un OGM, y si tiene que someterse o no a una regulación específica”, acotó. 

Los 18 países que cuentan con marco regulatorio para la edición génica “se basan en saber si un producto tiene o no ADN proveniente de otro organismo. Si lo tiene sigue la regulación de los OGM, pero si no lo tiene sigue la exigencia de un cultivo tradicional para llegar al mercado. Por lo tanto, la edición génica no está regida por las mismas normas que los transgénicos”, explicó Sánchez

LA REGULACIÓN EN URUGUAY

El subsecretario del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Ignacio Buffa, dijo en Punto de Equilibrio, de radio Carve y revistaverde.com.uy, que “Uruguay está en proceso de evaluación” del camino que adoptará para regular las especies vegetales que surjan de la edición génica. 

En esa línea, Buffa informó que el mensaje del Poder Ejecutivo en la Rendición de Cuentas apunta a la creación de una comisión específica para que determine si un material deberá ser analizado como un evento transgénico por el Gabinete de Bioseguridad, o si pasará directamente a la Evaluación de Cultivares del Inase. El subsecretario consideró que “se le deben generar elementos técnicos a los legisladores”, sobre una temática que es poco difundida en ámbitos parlamentarios.

Por su parte, Diego Risso, director ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Obtentores Vegetales (Urupov), dijo a VERDE que desde la industria semillerista están alineados con el gobierno en que exista una regulación de esta tecnología. “No nos olvidemos que Argentina, Brasil, Paraguay, Chile, Colombia, Estados Unidos y Canadá ya lo tienen regulado, mientras que Uruguay está quedando atrás. Por eso, vemos con buenos ojos esta iniciativa del MGAP”.

Según lo informado, las autoridades nacionales piensan en una propuesta regulatoria muy similar a la de los demás países de la región. “Lo vemos como una opción muy pragmática´, sin descuidar la ciencia, la seguridad y la evaluación de riesgo. Para nosotros es muy importante que la base científica esté bien establecida, que se puedan hacer todas las evaluaciones por parte del cuerpo técnico, y que a nivel político se tomen las decisiones”, indicó el directivo de Urupov. 

En tanto, Agustín Damboriarena, gerente de la Cámara Uruguaya de Semillas (CUS), dijo que “Uruguay está un poco rezagado” porque aún no cuenta con un marco normativo vinculado a la “edición génica”. Sin embargo, “valoramos muy que este tema ya se esté tratando a nivel regulatorio”.

“Desde la CUS compartimos lo propuesto por el MGAP de crear un comisión interinstitucional de expertos, que determine si un material es un OGM o no, y en caso de serlo deba solicitar su estudio y aprobación por el Sistema Nacional de Bioseguridad”, resaltó. 

Asimismo, Rodolfo Fonseca, gerente de la Asociación Nacional de Productores de Semillas del Uruguay (Anaprose), dijo a VERDE que la gremial está a favor del uso de estas nuevas tecnologías y de su regulación. “Estamos trabajando con la CUS y Urupov para que la regulación de todo lo que se ha logrado por edición génica sea acorde, y no genere sobrerregulaciones que no lo ameriten. Estamos de acuerdo con el planteo del gobierno; la idea es trabajar para avanzar y que Uruguay pueda tener marco normativo en esa materia”, sostuvo.

Nota de Revista Verde N°104

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