Agricultura

La colza en Uruguay brilla por su presencia; el volumen de producción superó las 500.000 toneladas

13 de enero de 2023

La oleaginosa de invierno pinta de amarillo el campo uruguayo; pasó a ser el segundo principal cultivo y explora más mercados

Redacción: Mauro Florentín |Producción: Ruben Silvera

Al contrario de lo que sucede cuando se emplea la expresión popular “brilla por su ausencia”, en el caso de los campos agrícolas de Uruguay, debido a la expansión del cultivo de colza –o canola–, el color amarillo brilla por su creciente presencia. Hace 10 años la superficie de este cultivo era de unas 10.000 hectáreas; hace cinco años creció a unas 50.000 hectáreas; y en la zafra 2019/20 arrancó su fuerte expansión, y la superficie prácticamente se duplicó cada año. 

En la zafra 2022-23 el área de siembra de colza llegó a casi 345.000 hectáreas. La mitad se encuentra en los departamentos de Soriano (23,1%), Río Negro (14,6%) y Colonia (14,3%). El litoral-oeste abarca 66% y la zona sur el 37% del total del cultivo. Esos son algunos de los principales datos de la Asociación Civil Uruguaya para la Protección de los Obtentores Vegetales (Urupov). 

Con esa superficie, el volumen de producción país estará por encima de las 500.000 toneladas, considerando un rinde promedio aproximado de 1.700 kilos por hectárea. En la zafra 2021/22 la producción de colza en Uruguay se ubicó en unas 300.000 toneladas.

Gabriel di Giovannantonio, gerente general de Cargill, dijo a VERDE que hubo un “récord absoluto” en el volumen total de producción. La productividad promedio estará en torno de los 1.700 kilos por hectárea. En la zafra pasada el rendimiento se ubicó en 1.800 kilos por hectárea. La oleaginosa que este año registró un aumento “exponencial” en el área sembrada, determinó que los controles se vuelvan “más complejos”, pero afirmó que “se está trabajando fuerte en eso, para generar más información sobre la segregación y el mapeo” de las chacras.

Aludió a ese tema por la importancia que tiene el cumplimiento de las exigencias en el principal mercado de la colza uruguaya, que es Europa. La demanda de ese grano este año es “activa”; si bien “no es la misma” que en 2021, ahora se piden más datos sobre el cultivo y las características del grano, afirmó.

Se refirió a la importancia de diversificar los mercados para la canola uruguaya, que en esta zafra arrancó con valores cercanos a los US$ 800 por tonelada y en cosecha se comercializó en torno de los US$ 500. El crecimiento productivo de Canadá y Europa, y el tipo de cambio euro-dólar, fueron elementos determinantes en el comportamiento de los precios.

LOS RIESGOS: COLZA SOBRE COLZA Y LA COSECHA

“El principal riesgo es que el productor siembre colza sobre colza”, ya que “hay unas 300.000 hectáreas” y es preciso “armar muy bien la secuencia” de cultivos, dijo a VERDE el investigador de la Facultad de Agronomía y director del sistema agrícola ganadero del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Sebastián Mazzilli.  

Enfatizó que “no se puede repetir” la siembra de “colza sobre colza”, porque “va a salir mal”. Recomendó “dejar al menos uno o dos años sin sembrar” esa oleaginosa en una misma chacra, y sembrarla en un lugar que “no tenga herbicidas residuales”. Remarcó que esas “son las principales limitantes para un segundo año de expansión de la colza en la agricultura uruguaya”.

Otro tema de preocupación planteado por Mazzilli es el manejo de la cosecha. Al respecto dijo que, hasta ahora “se dieron años relativamente sencillos”, porque no ha llovido en cosecha, pero “con tanta área eso es un riesgo; una primavera con lluvias puede ser un desafío”, advirtió.

Sobre las posibilidades de incrementar los rindes, el investigador aseguró que “la brecha es enorme”, porque hay potenciales de “4.500 a 5.000 kilos” por hectárea. Y destacó que “hubo chacras que lograron 3.500 a 4.000 kilos” por hectárea de colza.

En tal sentido, el investigador se refirió a algunas “claves” para avanzar. Para los materiales primaverales recomendó que la fecha de siembra no sea muy temprana, debido al riesgo de heladas, ni muy tardía porque “se acorta el ciclo”; entonces, planteó como límite mediados de mayo.

Como segundo punto se refirió a la población. Dijo que esta no es tan relevante, porque “hay un rango enorme en el que el cultivo no se afecta”, pero advirtió que “si hay zonas sin plantas o con menos de 30 plantas”, se puede generar “un problemón”.

Mencionó como tercer punto la fertilización nitrogenada o azufrada. Dijo que se está aplicando más nitrógeno que antes, pero “muchas veces se aplica tarde”. Por lo tanto, planteó que “lo apropiado es fertilizar con nitrógeno y azufre lo más temprano posible”.

Consultado sobre las perspectivas del cultivo, el coordinador agrícola-ganadero de Fucrea, Nazar Rodríguez, dijo que “mantenerse ya es una buena decisión”. Agregó que dado el “envión” de estos años, debido al incremento de la superficie sembrada, el mejor manejo y los buenos resultados, la tendencia puede seguir “al alza”.

Consideró que “si se confirmara el mantenimiento de un tercio del área, tanto a nivel nacional o de esa proporción que tienen algunas empresas en los cultivos de invierno, sería muy bueno y saludable”. Y agregó que “el desafío hacia adelante radica en que ya hay una gran proporción de productores que incorporaron” la colza.

Rodríguez dijo que el cultivo “tiene muchas ventajas, no solo en la diferenciación sino en la complementación con la soja y maíz de segunda, fechas de siembra, entre otras alternativas”. Y consideró que “si no caen los precios o algo similar”, el área de siembra de colza “se mantendría o aumentaría”.

El ingeniero agrónomo admitió que “siempre hay cosas para mejorar, pero el ajuste de cultivo se viene dando muy bien”. Destacó que “se ha mejorado mucho en las debilidades que existían, sobre todo en siembra y en cosecha”.

Agregó que “más allá de los temas climáticos de cada año, el cultivo ha sido bien adaptado a los diferentes sistemas. Hubo muchos aportes de Facultad de Agronomía, INIA y de empresas que han trabajado para que el cultivo se desarrolle. Y tecnológicamente, las formas de trabajo se vienen incorporando de una manera interesante, lo que permite tener un cultivo disponible para todo el sector”, acotó.

LA INFORMACIÓN Y SU IMPORTANCIA

Basándose en la “mala experiencia” que hubo en el campo argentino con el cultivo de colza, donde se dieron recomendaciones sin contar con datos de respaldo, el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Daniel Miralles, señaló a VERDE que los factores clave pasan por “entender la duración de los ciclos, saber las fechas óptimas, cómo con cada diferencia de latitud se va cambiando la fecha de siembra”. Y destacó la gran expansión del cultivo en Uruguay.

Como parte de un trabajo en conjunto con instituciones como INIA y la Universidad de la República (Udelar), se han diseñado “modelos predictivos” para saber cuándo es la “fecha óptima de siembra y los estadíos fenológicos” para diferentes cultivos. 

Ahora, con Barraca Erro, se está encarando un proyecto que persigue los mismos objetivos, pero enfocado específicamente en colza y carinata, explicó Miralles en una jornada de actualización técnica a campo, que organizó Erro en octubre. Allí, el investigador marcó la importancia de los “ensayos fenológicos” que se mostraron para ver cómo el cultivo se va adaptando a las diferentes zonas productivas.

“Dominan los materiales primaverales pero a los invernales, que representan entre 15% y 20% del área en Uruguay, hay que manejarlos con un grado de precisión muy alto, porque tienen requerimientos de horas de frío”, enfatizó.

Miralles aconsejó “sembrarlos muy temprano, a fines de marzo y abril, para evitar los riesgos de heladas”. También advirtió que hay que tener “mucho cuidado con el volumen de rastrojo”, porque “en un tamaño de semilla que es una décima parte de lo que pesa una de trigo, motiva que la emergencia sea más difícil. En la medida que se pueda, hay que utilizar barre rastrojos y dejar la línea de siembra libre, para que emerja rápidamente”.

Planteó que en el caso de los primaverales “el riesgo siempre es el mismo: que se hielen en roseta temprana”. Entonces, “hay que sacarlos de ese riesgo y llevarlos a siembras un poco más tardías”, recomendó. Eso implica sembrar cuando el riesgo de helada “disminuye un 20%”, argumentó. Acotó que luego puede haber heladas en floración, que “van a dañar un poco las flores y el cultivo se va a poder ir recuperando; en cambio, si pierdo la planta, no tengo mucha chance de recuperarla”.

LAS COLZAS INVERNALES

Germán Bremermann, gerente comercial de Barraca Erro, se refirió a una tendencia creciente: la apuesta del productor a las colzas invernales. Si bien sigue siendo colza, el material invernal es un cultivo diferente, por la fecha de siembra, algo que “debe respetarse muchísimo”, porque no “debemos pasarnos del 30 de abril”, puntualizó. Dado su ciclo, “la cosecha comienza a fines de noviembre y principios de diciembre”, indicó.

Bremermann dijo que, en la medida que se logre una buena implantación y un buen manejo nutricional, se levanta de forma importante la productividad. “Hay un salto en rinde, y materiales que cuentan con tecnología que permite la cosecha directa”, destacó.

En alusión a la reciente cosecha de estos materiales de colzas invernales, indicó que en promedio pueden lograr entre “500 y 1.000 kilos más” por hectárea en relación a las colzas primaverales. Y confirmó que la expectativa de la colza invernal es obtener rindes superiores a 3.000 kilos por hectárea.

UN MERCADO FUERTE, A TENER CUIDADO

La alternativa de mercados para la exportación de colza es uno de los principales desafíos para esa oleaginosa. “El mercado fuerte es Europa”, que tiene importantes exigencias en relación a la inocuidad, dijo el gerente de Louis Dreyfus Company (LDC), Martín Mendoza, en el programa Gente de Campo, de Teledoce.

Enfatizando el concepto de que la colza “no es un commoditie”, como puede ser la soja o el trigo, el ejecutivo advirtió: “hay que tener mucho cuidado, porque antes de embarcar ese grano hay 660 principios activos que analizan los europeos, con tolerancias prácticamente nulas, que están dentro de lo que se conoce como límites máximos de residuos (LMR).

Comentó que “Uruguay no es muy conocido” en el viejo continente, donde pisan fuerte países como Canadá y Ucrania. “Es el mejor mercado que hay, al que se le agregan temas de certificación y sustentabilidad. Si tenés certificada la colza podés jugar ese partido con más clientes”, acotó.

Los ministerios de Relaciones Exteriores y de Ganadería, Agricultura y Pesca están trabajando en la apertura del mercado de México para la colza, que además no tiene las exigencias de Europa y compra unos 2 millones de toneladas cada año, valoró. Aludió, además, a que Arabia Saudita e Israel son otros mercados alternativos, cada uno con sus exigencias.

OPORTUNIDAD TRASANDINA

En noviembre la empresa Fadisol inició la exportación de colza uruguaya a Chile, donde es utilizada para la elaboración de aceites y para la alimentación de salmones. Esa firma prevé exportar entre 5.000 y 6.000 toneladas este año al mercado chileno. 

“Los negocios de colza hacia Chile siguen las cotizaciones del mercado de Matiff (Francia), pero con la referencia de Ombúes de Lavalle y no en los puertos, como tienen otras propuestas comerciales”, dijo a VERDE el director de Fadisol, Juan Foderé.

Informó que hay dos etapas en esa operativa de negocios, primero por vía terrestre, con camiones, y el próximo año será por vía terrestre y marítima. Adelantó que en 2023 está previsto exportar un mayor volumen de colza, para lo cual se realizarán “algunos acuerdos” con otras empresas del sector. Los embarques saldrán de la planta Ombúes de Lavalle y desde el puerto de Nueva Palmira, indicó.

CONSUMO HUMANO EN EEUU

La exportación de colza para consumo humano hacia Estados Unidos (EEUU) es otro emprendimiento surgido en el mercado uruguayo, por parte de la empresa Garmet. Dicha compañía inició un plan de negocios “hace unos cuatro años” junto a un socio, y la idea es “seguir creciendo” en un “mercado de nicho”, dijo a VERDE su gerente comercial, Santiago Morelli.

Comentó que la canola destinada a ese negocio debe ser “hilerada o cosechada directamente” y “lo más importante es que no puede tener ningún tipo de desecante, ni glifosato, ni diquat” y “libre de todo tipo de fitosanitarios clorados o fosforados, y de semillas transgénicas”. “En Uruguay todas las semillas (de colza) son convencionales”, valoró.

Indicó que el precio de esa canola para exportar a EEUU, tiene un plus y este año en cosecha se comercializó entre los US$ 570 y US$ 580 por tonelada, por ser una “specialty” tiene un adicional en los valores respecto a otras propuestas comerciales. La canola para ese negocio se realiza bajo contratos de producción y tiene una trazabilidad específica. 

LA NUEVA DEMANDA 

Otro factor a considerar es que la actual tendencia en la producción de diésel renovable en Estados Unidos (EEUU) puede generar un impacto similar a lo que ocurrió con el etanol, con un “cambio drástico en el comercio y en la industria aceitera, y eso en Uruguay se reflejará en más área de canola”, vaticinó el director de Agronegocios del Plata (ADP), Marcos Guigou, en declaraciones a VERDE.

Dijo que por esos factores los cultivos de invierno tienen una “oportunidad de crecer de manera intensa; poner más agricultura en el invierno, capturar más agua y hacer más aceite de colza, que es el mejor aceite como precursor y un excelente aceite para consumo humano directo”.

Consideró que “la razón por la cual crecerá el área de canola, y tal vez acompañen trigo y cebada, es que hay casi 1,4 millones de hectáreas de cultivos de verano” y se generan más espacios. “Si los aceites valen, la colza será la reina”, avizoró.

Crece la incidencia de las exportaciones

Entre las principales empresas que participan del negocio de exportación de colza uruguaya figuran ADM Uruguay, Barraca Erro, Cargill, LDC, UPM Biofuels y Granicor, según datos del instituto Uruguay XXI, solicitados por VERDE.

Al considerar los montos y volúmenes de las exportaciones de 2021 y de 2022 (hasta noviembre), las estadísticas marcan ventas a Reino Unido (79%), Emiratos Árabes Unidos (7%), Francia (6%), Países Bajos (3%) y Finlandia (3%). Otras empresas que también incursionaron en esos negocios son Panisal, Stabril, Mintrela, Fadisol y Gresing & Elizarzú, aunque en menor cantidad respecto a las firmas mencionadas anteriormente. En estos casos, los destinos de la colza fueron Estados Unidos, Chile y Bélgica. 

Uruguay XXI indica que en 2021 el monto (FOB) y volumen de exportación de colza de los principales jugadores del negocio fue: Cargill US$ 62,7 millones por 126.000 toneladas, Barraca Erro US$ 29,8 millones por casi 50.000 toneladas, LDC Commodities US$ 12,7 millones por 17.000 toneladas y ADM US$ 9,4 millones por unas 13.000 toneladas.

Mientras que de enero a noviembre de 2022 el monto y volumen de los envíos de esa oleaginosa al exterior fue: Cargill US$ 58 millones por unas 93.800 toneladas, LDC US$ 21,7 millones por 40.500 toneladas, ADM US$ 16,3 millones por 30.000 toneladas, Barraca Erro US$ 10,5 millones por 13.766 toneladas, UPM Biofuels US$ 10,1 millones por 13.686 toneladas y Granicor US$ 3,2 millones por casi 5.000 toneladas, informó Uruguay XXI.

Además, en noviembre de 2022 Fadisol exportó colza a Chile por un monto de US$ 1,9 millones y un volumen de 3.000 toneladas. Es importante marcar que la exportación “fuerte” de colza comienza en el mes de diciembre.

A la vez, la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) del MGAP, informó en su anuario que en 2022, “al eliminarse la mezcla mínima obligatoria de 5% de biodiésel en el gasoil, ALUR creció en la exportación de biodiésel y aceites producidos con base en materia prima nacional”. Citando cifras de la Dirección Nacional de Aduanas, el anuario marca que hasta noviembre las ventas de aceite de colza al exterior alcanzaron a 16.000 toneladas, por un valor (FOB) de US$ 56 millones, lo que representa un incremento de 51% respecto a los US$ 17 millones del año anterior. El precio medio resultó en US$ 1.609 por tonelada, el mayor de los cuatro años con registros en el país. 

En cuanto a las empresas exportadoras de este producto, si bien ALUR comercializó el 50% del volumen exportado desde Uruguay, otras compañías aparecen en la lista: Cargill, Smart Commodities, Cousa y AAK Latin América.

En cuanto a los destinos, el 44% del volumen de aceite exportado fue a Chile, el 28% se envió a Países Bajos, el 9% a República Dominicana, el 3% a Brasil y 3% a España.

ALUR como opción comercial local

La empresa estatal Alcoholes del Uruguay (ALUR) decidió comprar un volumen de entre 80.000 y 100.000 toneladas de colza, que será procesado para aceite comestible y biodiésel para exportación a Europa. Así lo anunció el presidente de Alur, Alfredo Fernández, a fines de noviembre, en declaraciones divulgadas en el portal de Presidencia.

Dijo que la colza puede ser cosechada en Uruguay “a contraestación”, que “un 40% puede ser convertido en aceite” y que “el producto tolera temperaturas inferiores a los 10 grados, por lo que es muy requerido en el hemisferio norte”.

La infraestructura de la que dispone esa empresa, que es propiedad de Ancap, es “adecuada”, aunque “en la medida que esta unidad de negocios crezca como se espera, será necesario disponer de un mayor número de tanques en la refinería de La Teja y una bomba de mayor caudal”, señaló.

Nota de Revista Verde N°105

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