Agricultura

La colza crece no solo en superficie sino también en productividad

21 de enero de 2022

Para seguir sumando rinde, Barraca Erro lanzó el nuevo híbrido invernal Phoenix CL, que en las primeras experiencias alcanzó promedios de hasta 3.600 kilos por hectárea.

En Uruguay el cultivo de colza crece no solo en superficie cosechada sino también en rendimiento promedio (1.800 kilos por hectárea), destacó a VERDE el ingeniero agrónomo Marcelo Ferreira, gerente de Semillas de Barraca Erro. Este nuevo aumento del rendimiento por hectárea “consolida el rumbo que está tomando el cultivo a nivel país y valida el avance que se observa zafra tras zafra”, valoró. 

Allí se destacó ajustes de manejo con alto impacto, como la elección de chacra, fecha de siembra, herbicidas previos y su persistencia en suelo, criterios en la fertilización nitrogenada y azufrada, calidad de siembra de la mano de las plantadoras, así como el momento y tipo de fungicidas a aplicar. Al tiempo que “se ajustó el tipo y momento oportuno de cosecha para evitar pérdidas de kilos  y porcentaje de aceite cosechado”, señaló.

Esa evolución permitió “levantar restricciones”, y el productor comenzó a ver los resultados mediante un incremento de los rindes. “Le tomó confianza al manejo del cultivo”, dijo. Eso ha llevado a que un porcentaje creciente de agricultores “esté logrando una productividad entre un 30% y 40% por encima de la media nacional”. 

En ese perfil de productores que sigue avanzando en el  manejo, “la elección del material a sembrar es una variable de gran peso, donde los híbridos juegan un papel clave, porque vienen de la mano de un gran avance genético y nuevas tecnologías que logran aumentar el potencial de rendimiento pero también aportan velocidad de implantación, control de malezas, sanidad, uniformidad de cosecha y porcentaje de aceite. Todo eso se traduce en una mejora del negocio para el agricultor” acotó.

Ferreira consideró que “hay un convencimiento del productor” a la hora de planificar el cultivo en el área total de invierno, que “en muchos casos pasó de ser un cultivo de prueba a tener una importancia igual o mayor que la cebada y el trigo”.

Indicó que “existe más demanda de información” por quienes lideran el manejo. “Esa tendencia creciente explica el aumento de los híbridos, que hoy ya ocupan aproximadamente un 15% del área total de colza. En los productores de punta, esa participación es aún mayor”, afirmó el gerente de Semillas. 

Apuntando a esa demanda, y “para seguir sumando rinde”, Barraca Erro lanzó el nuevo híbrido invernal Phoenix CL. Ferreira recordó que hace unos 10 años “testeamos y sembramos híbridos invernales, le vimos más rendimiento que las variedades que se estaban sembrando, pero finalmente su participación no creció, porque el área era muy incipiente. Había muchos ajustes para realizar en el manejo y no había opciones para sembrar temprano”.

En cambio, “en este momento están las condiciones para avanzar”, y por eso se ejecutó un plan piloto con el nuevo híbrido Phoenix CL, de unas 800 hectáreas en diferentes zonas del país y con varios productores. En la mayoría de los casos se sembró en chacras con más de 100 hectáreas, allí se logró el objetivo de alcanzar y superar los 3.000 kilos por hectárea (kg/ha)”. 

Explicó que Phoenix CL “es un híbrido invernal cuya fecha óptima de siembra va del 15 de marzo al 20 de abril. Cuenta con un altísimo potencial de rendimiento y tiene un explosivo crecimiento vegetativo previo a la llegada del invierno. Se destaca por su gran tolerancia a la sequía y al calor, sobre todo en la etapa final del ciclo. Su fecha de cosecha se estima para la primera semana de diciembre”.

Ferreira consideró que, con el incremento del área de maíz de primera, “vemos un espacio bien interesante para posicionar la siembra de este híbrido como también después de una cosecha temprana de soja”.

Cuenta con dos tecnologías, “una es la CL (Clearfield) que da seguridad frente al carry (residuos) de herbicidas; y aporta al control de malezas de hoja ancha por la tolerancia a los herbicidas de la  familia de las imidazolinonas. Una segundad tecnología es la llamada Pod-SahtterResitance (PSR), que le incorpora menor dehiscencia de las silicuas y tolerancia al desgrane, permitiendo cosecha directa y sin la necesidad de herbicidas previo a la recolección del cultivo”, informó. 

Ferreira dijo que “los beneficios de la colza en nuestros sistemas de rotación, sumados a las fortalezas de su comercialización, motivaron que se gane su lugar dentro de los cultivos de invierno y sea una opción validada dentro de los planes de siembra. Hoy tenemos el desafío de seguir aumentando los kilos y el porcentaje de aceite cosechados”.

Manejo nutricional

El ingeniero agrónomo Esteban Hoffman, director de Unicampo Uruguay, dijo a VERDE que el programa nutricional de Phoenix CL tenía como objetivo minimizar las restricciones nutricionales, “el ajuste y el diagnóstico se hizo por zona, lo que terminó con un desempeño excepcionalmente bueno, a pesar de que muchas chacras sufrieron un marcado déficit hídrico tardío”. 

Adelantó que surgirá información de calidad sobre lo que fue la media de aplicación de los diferentes nutrientes, fundamentalmente nitrógeno (N) y azufre (S), en los cuatro momentos: siembra, roseta y dos en elongación. 

Hoffman indicó que la canola de alta productividad es presa del manejo nutricional, “con lo cual hay que agregar lo que se debe agregar y no lo que pienso que se debe agregar”. 

En tal sentido, explicó que las colzas invernales y primaverales “tienen que salir con los niveles de fósforo (P), potasio (K), N y S muy bien corregidos desde la siembra. Luego, en un paso intermedio, a los 30 o 35 días, en roseta, es necesario chequear los niveles de nitrógeno en el suelo”.

También dijo que la nutrición en elongación debe ser monitoreada y diagnosticada mediante las curvas de dilución de N y S (en la cual trabajó la Facultad de Agronomía), que es la herramienta para ajustar la fertilización. 

Hoffman dijo que la diferencia que tiene este tipo de híbridos de ciclo largo “es que la fase que va de roseta hasta la verdadera elongación es muy larga, tanto o más del doble que en las colzas primaverales”. 

El período de crecimiento vegetativo de Phoenix CL es muy largo, y tiene un nivel de producción de biomasa “realmente impresionante, a pesar de estar lejos de la elongación. Por eso fue necesario realizar dos chequeos de biomasa de N y S en planta, uno a la mitad del camino (entre roseta y elongación) y otro en elongación”. 

“El primero de los muestreos se hizo con tres o cuatro toneladas de biomasa y muy lejos de elongación. En muchas chacras si no hubiéramos hecho eso, llegábamos a elongación con un cultivo desnutrido, en particular de S”, explicó.

Rinde promedio de 3.600 kilos

El ingeniero agrónomo Nicolás Naredo, técnico de Austrey (empresa que opera en Durazno), dijo a VERDE que la colza Phoenix CL fue sembrada el 15 de abril, con una plantadora John Deere con barre rastrojo, a 38 centímetros de distanciamiento. El antecesor fue un maíz. 

En la siembra se agregaron 40 kilos de pentóxido. “Los niveles de K en el suelo eran muy buenos, pero de todas formas le agregamos 100 kilos de cloruro de potasio”, señaló. 

En cuanto al N, “aparte del que se agregó con el arrancador, se sumaron 220 kilos (kg) en tres aplicaciones, la primera en roseta, y luego en diferentes momentos de elongación. De S se aplicaron 45 kg en cada uno de los cuatro momentos de aplicación”, describió.

Naredo señaló que se realizaron dos aplicaciones con fungicidas y se cosechó de forma directa. Se utilizó un desecante en precosecha, sin goma, ya que este tipo de colza no tiene dehiscencia; la cosecha fue lenta”.

“Para alcanzar el rinde promedio de 3.600 kg/ha, corregidos a seco, con picos por encima de 4.000 kg, el cultivo largo debe acompañarse de un manejo de fertilización acorde. A este material lo posicionamos, en ambientes muy buenos, que vengan de maíz temprano, para poder sembrarlo en fecha óptima”, dijo Naredo.

Sorprendió “gratamente”

El ingeniero agrónomo Rodrigo Fernández dijo a VERDE que la zafra pasada fue la primera experiencia con el cultivo de colza en la empresa familiar que opera en Corralito (Soriano). Fueron 70 hectáreas con materiales primaverales y 70 con Phoenix CL, sobre un maíz de primera. La fertilización basal llevó 140 kg de 7-40/40-0+5S+8Ca, se usaron disquera y rastras en la chacra, y la siembra fue el 26 de abril en una chacra “bien limpia”. 

Fernández agregó que en cuatro hojas se aplicaron lontreal y clethodim, “después no se usó más nada, ya que la colza tuvo un desarrollo abundante, que cubrió y compitió muy bien con las malezas”. 

En cuanto a la fertilización nitrogenada, “se hicieron muestreos de biomasa y realizaron tres aplicaciones de N. En la primera 130 kg de urea azufrada, en la segunda 150 Kg de urea azufrada y en la tercera se analizó S, y se decidió agregar una mezcla de 33 kg de N con 12 kg de S. Indicó que “siempre se vio una planta muy fuerte, de gran vigor y excelente desarrollo, y solo tuvo un fungicida antes de expandir el vástago para evitar phoma”. 

Recordó que en un momento era tanto el desarrollo que “nos hizo dudar mucho de cómo cosecharla. Optamos por cosechar directo, sin herbicidas, ya que no tiene dehiscencia. Al final, despacito y por las piedras, pudimos cosechar sin inconvenientes”.

Fernández dijo que “sorprendió gratamente” la productividad alcanzada, de “3.051 kg/ha, a pesar de haber recibido solo 10 milímetros de lluvias en octubre, sumado a las altas temperaturas”. La etapa poscosecha “también fue muy buena, ya que logró 42% de materia grasa, 0,45% cuerpo extraño y entre 6,8% y 8,2% de humedad”.

Picos de rinde “nunca vistos” 

El ingeniero agrónomo Santiago Saint Girons, integrante de Villa Trigo, dijo a VERDE que Phoenix CL fue sembrado el 16 de abril, en un rastrojo de maíz de primera, con una Great Plains con placa neumática y barrerastrojo a 38 centímetros. 

Sobre la fertilización, explicó que a la siembra se corrigieron los niveles de P, K y N, y que “esa chacra no llevó P y tampoco K”. En el caso de N, de arranque se aplicaron 40 kg y 10 de S, independientemente de los niveles que muestre el suelo; es una dosis para que llegue a cuatro hojas sin deficiencias”.

En ese momento se hizo un muestreo de suelo y se corrigieron los valores de N, ajustando a 14 o 15 partes por millón (ppm) de nitrato en suelo. 

“Cuando el cultivo estaba llegando a seis hojas, habiendo pasado 40 días del muestreo en suelo, realizamos el primer análisis de biomasa en planta. En función de eso aplicamos 50 kg de N y 10 de S. La colza invernal tiene un periodo vegetativo que es 30 o 40 días más largo que el de las colzas primaverales. Eso motiva a que después de la primera corrección en el suelo se hagan dos chequeos, uno en vegetativo y otro en inicio de elongación, para ver la disponibilidad de N en planta, y se volvió a corregir. En total demandó 180 Kg de N y 55 Kg de S, en una relación de tres a uno, que es bastante alta pero respondió a las necesidades del cultivo”, indicó.

Señaló que en cuatro hojas se aplicó clopyralid y un graminicida para matar los maíces guachos. De forma preventiva, llevó un fungicida (protioconazole con pyraclostrobin) para phoma; y no requirió control de insectos.

“Desde el inicio y hasta el final del llenado de grano, el cultivo pasó por un déficit hídrico marcado. Pensamos que le había quitado mucho más rinde, pero al final no fue tanto, aunque le faltaron entre 500 y 600 kg. En ese período, de 40 días, no llovió. La tolerancia al exceso hídrico del arranque fue muy buena, al igual que al déficit hídrico del final”.

Concluyó que el material tiene menor dehiscencia, por lo cual la cosecha fue directa y sin desecante, con 6% y 8% de humedad. “El rinde promedio fue de 3.000 kg/ha, con picos de 3.500 a 3.700 kg, algo que nunca habíamos visto en las primaverales”, destacó.

Nota de Revista Verde N°98

SyngentaSyngenta
Erro GrapErro Grap
4 - 19:41