El doble cultivo representó el 79% de la superficie agrícola de Fucrea en el ejercicio 2024/2025

El relevamiento de Fucrea en la zafra 2024/2025 abarcó 73 empresas y más de 2.700 chacras agrupadas en 10 grupos CREA, en su mayoría agrícola-ganaderos y marca que el 79% de la superficie estuvo en doble cultivo.
Desde que Fucrea comenzó a relevar datos agrícolas en 2006 la superficie incluida creció de forma sostenida, con aumentos tanto por expansión agrícola como por la incorporación de más empresas al registro. En los últimos cuatro o cinco años, el doble cultivo se mantuvo por encima del 50%, afirmó el ingeniero agrónomo Gonzalo Invernizzi, al repasar los resultados de la anterior zafra de verano.
El rendimiento promedio de la soja de primera en la zafra 2024-2025 fue de “3.299 kg/ha”, un valor estable respecto a las últimas dos décadas, y muy similar al de la campaña 2018-2019. Invernizzi destacó que es posible dividir la serie de rendimientos de Fucrea en dos tramos: de 2006 a 2015, con valores estables, y desde entonces, alternando años de rindes altos y otros afectados por sequías, con mayor variabilidad.
El mapa de distribución mostró contrastes marcados. En Flores, norte de San José, Colonia y oeste de Soriano se superaron los 3.500 kg/ha; en el centro del país se registraron valores intermedios, y en el litoral-norte hubo un área extensa que quedó en rojo intenso, con rindes muy bajos debido al granizo de febrero. Este evento afectó unas 8.000 hectáreas, el 6% del área de soja de Fucrea, distribuidas en 14 campos. Allí, los rindes cayeron 1.000 kg/ha en promedio, tanto en riego como en secano.
La pérdida económica estimada por granizo en soja de primera y de segunda, sumando riego y secano, fue de unos US$ 6 millones para el área relevada por Fucrea. Al descontar el efecto del granizo, el promedio aritmético de soja de primera subió a 3.299 kg/ha. Las zonas más determinantes fueron las del litoral-sur y centro, que promediaron 3.565 kg/ha, mientras que el litoral-norte quedó en 2.932 kg/ha, aún sin daño directo.
En el litoral-norte la falta de lluvias en enero y en marzo redujo los rendimientos, mientras que en el litoral-sur y centro las precipitaciones abundantes entre enero y marzo permitieron promediar 3.300 kg/ha. El análisis por rangos de lluvias mostró que, en esas zonas, menos de 370 milímetros en el trimestre dejó rindes cercanos a 3.300 kg/ha, y más de esa cantidad los elevó a unos 3.700 kg/ha, señaló el técnico.
Otras variables también influyeron: en áreas con menos lluvias el material sembrado fue clave, así como el potasio en el suelo, que actúa como indicador de calidad. Niveles altos permitieron explorar potenciales más altos, sobre todo en zonas con buena pluviosidad.
La heterogeneidad de precipitaciones determinó que dentro de un radio de 200 a 300 kilómetros se registraran entre 0 y 200 milímetros en un mismo mes. En enero las mejores zonas fueron Flores y Colonia, con lluvias abundantes que coincidieron con los máximos rendimientos.
Para la soja de segunda el promedio general fue de 3.189 kg/ha. De 3.364 kg/ha en litoral-sur y centro, y de 2.821 kg/ha en litoral-norte. Por primera vez se rompió el techo de 3.000 kg/ha. Al aislar el efecto del granizo, la variable principal volvió a ser la zona, pero en segundo lugar apareció la fecha de siembra como factor determinante: las implantaciones anteriores al 15 de diciembre rindieron 483 kg/ha más que las posteriores.
La soja de segunda mostró un comportamiento muy similar al de la de primera en cuanto a distribución de rendimientos. Las zonas de Flores, norte de San José, Colonia y oeste de Soriano registraron los valores más altos; mientras que el litoral-norte presentó cifras más bajas y áreas puntuales afectadas por granizo.
En el litoral-norte, las lluvias moderadas de febrero se asociaron con los mayores rendimientos (3.067 kg/ha) en siembras de la primera quincena de diciembre. En el litoral-sur y centro las siembras previas al 19 de diciembre alcanzaron 3.568 kg/ha.
El análisis conjunto de soja de primera y segunda confirmó un patrón histórico: en las siembras a partir del 16 de noviembre el rendimiento disminuye 11 kg/ha por cada día de atraso. Este valor, relativamente bajo en comparación con otros años, se explica por un marzo con buena lluvia y radiación.
El potasio en suelo también tuvo un rol relevante. Aproximadamente el 50% del área cuenta con análisis, y dentro de esa superficie, un 20% supera el nivel crítico de 0,5 meq/100g, con rendimientos superiores al promedio. Niveles altos se asocian a suelos con buena capacidad de intercambio catiónico, menor historial agrícola y otras características favorables.
En el extremo superior, valores mayores a 0,8 meq/100g –apenas 2% del área– alcanzaron 3.490 kg/ha; mientras que en el extremo inferior, por debajo de 0,3 meq/100g, los rindes fueron de 2.893 kg/ha.
La fertilización con potasio está presente en el 85% del área de soja, lo que reduce la diferencia atribuible exclusivamente a la práctica, y resalta el peso de la calidad intrínseca del suelo. En algunos casos, tipos de suelo que no se esperaría que tuvieran altos niveles de potasio, como suelos 5, mostraron buenos valores.
Efecto de los cultivos antecesores
El análisis histórico de Fucrea volvió a confirmar la importancia del antecesor en los rendimientos de soja, tanto de primera como de segunda. En la serie 2009-2024 la soja de primera sembrada después de maíz obtuvo en promedio 327 kg/ha más que la implantada sobre soja. En soja de segunda la ventaja fue de 188 kg/ha.
La colza como antecesor en los cultivos de segunda dejó en la zafra pasada 264 kg/ha más sobre trigo, una diferencia menor al promedio histórico de 359 kg/ha en los últimos 12 años. El antecesor cebada mostró un efecto positivo de 91 kg/ha de diferencia promedio en la serie histórica y 89 kg/ha en la zafra pasada.
Estos resultados, según Invernizzi, reafirman que “en un año bueno, las variables de manejo que venimos midiendo siguen teniendo los mismos plus de rendimiento que en años anteriores”, lo que incluye a la fecha de siembra, la elección del material y la rotación de cultivos.
Los resultados del maíz en 2024-2025
La superficie de maíz de primera en Fucrea, que había crecido durante tres campañas consecutivas, cayó en 2024-2025 a 3.000 ha, frente a casi 7.000 ha registradas en 2023. El maíz de segunda se mantuvo estable en torno a las 10.000 ha, y el área bajo riego continuó en aumento, alcanzando casi 7.000 ha.
El rendimiento promedio de maíz de primera fue de 6.056 kg/ha, sin gran variabilidad geográfica, y muy por encima de lo que se esperaba a comienzos de la campaña, cuando los modelos de predicción anticipaban valores cercanos a 5.000 kg/ha, por una Niña moderada y prolongada.
El análisis de rendimiento mostró que la variable más influyente fue el tipo de suelo. En suelo 11 el promedio fue de 6.798 kg/ha, 1.000 kg/ha más que el resto. La distancia entre hileras fue decisiva: siembras a 76 centímetros (cm) alcanzaron 8.268 kg/ha, mientras que a distancias menores –en su mayoría 52 cm– el rendimiento cayó unos 2.000 kg/ha.
En el resto de los suelos el patrón se repitió. Hileras más amplias mostraron un promedio de 6.000 kg/ha, contra 4.200 kg/ha en siembras más cerradas. El efecto suelo 11 en la serie histórica tiene un promedio 12% mayor que el resto, con un plus del 9% en la última zafra. El antecesor también influyó: los maíces implantados sobre soja mostraron comportamientos diferentes respecto a otros antecedentes, como praderas, campo natural o verdeos pisoteados, que en algunos casos elevaron los rindes.
El maíz de segunda en la zafra 2024-2025 promedió 6.668 kg/ha en el área ya cosechada, aunque aún falta completar el relevamiento de una parte importante de la superficie. El análisis de Fucrea, realizado sobre el 59% del área, mostró que la variable más influyente fue la lluvia acumulada en febrero y marzo.
En chacras que recibieron menos de 437 mm de lluvia durante ese período, los rendimientos se ubicaron cerca de 7.000 kg/ha, lo que marca un récord histórico. En cambio, excesos hídricos, especialmente en el litoral-norte, redujeron los valores y estuvieron asociados a problemas sanitarios que afectaron el llenado.
La segunda variable determinante fue la fecha de siembra. En la zafra pasada el maíz se implantó más temprano que en años anteriores, probablemente para reducir el riesgo de chicharrita. Sin embargo, sembrar mucho antes del 11 de diciembre implicó un costo: los lotes tempranos rindieron 6.335 kg/ha frente a 7.046 kg/ha en los posteriores. El adelanto excesivo puede desplazar el período crítico del cultivo hacia momentos de mayor riesgo de sequía.
En el análisis zonal, también surgió la importancia de las lluvias de diciembre para recargar el perfil, que se asocian a mejores desempeños en determinadas áreas. El granizo afectó de forma localizada a algunos lotes, aunque sin impacto generalizado como en soja.
Nota de Revista Verde N° 123




