Agricultura: El rol de la tecnología en la productividad
Protagonistas de distintos sectores analizaron los factores que podrían impulsar el desarrollo productivo y económico del país
Una de las ventajas competitivas del sector productivo uruguayo es su capacidad de adopción de tecnología, destacó el empresario Jorge Erro, director de Barraca Erro, durante la conferencia denominada “La agricultura uruguaya y su proceso de consolidación e integración productiva”, organizada por VERDE, en la Expo Prado 2022.
Allí, Erro también advirtió que Uruguay tiene una estructura que resulta cara frente a la de países competidores, como Paraguay, Brasil o Estados Unidos. Pero valoró el muy buen nivel de interacción entre productores y técnicos que hay en Uruguay, que logra sorprender a los especialistas extranjeros que visitan el país. “Tenemos un intangible en el sector y no nos damos cuenta, no tenemos que dejarlo pasar, y abrirnos a la adopción de nuevas tecnologías validadas”, sostuvo.
En tal sentido, destacó que se están cumpliendo 25 años de una herramienta que están usando 17 millones de productores en el mundo: la biotecnología, que “en Uruguay fue importantísima”.
El panel que cerró esta conferencia estuvo integrado, además, por el subsecretario del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Juan Ignacio Buffa; Marcelo Secco, director ejecutivo de Grupo Marfrig en Uruguay; Daniel Rubio, directivo de la Asociación Rural del Uruguay (ARU) e integrante de Regadores Unidos del Uruguay; y Felipe Algorta, director de UTE. Previamente expuso el consultor Sebastián Mazzilli, sobre “La evolución de los sistemas agrícolas. De la expansión a la diversificación ecoeficiente”; Fabián Dávila, de la Dirección de Recursos Naturales del MGAP, sobre “El valor de la información en la política de seguros agrícolas”; y Bernardo Mendiola, asesor de empresas ganaderas, sobre las oportunidades de la interacción agrícola-ganadera.
Erro consideró que “vendrán cosas nuevas y más rápido, como las ediciones génicas”. Y destacó que la tasa de aporte de tecnología ha servido para crecer 2% o 3% anual. “Si no adoptamos esas nuevas tecnologías perdemos competitividad frente a los otros países”, dijo.
Advirtió que podría llegar el momento en que los mercados “se saturen”, y que “la demanda se tranquilce”, y en ese momento “tenemos que ser competitivos”, para que “nadie se funda o la pase mal”. Sintentizó que “hoy lo que pongas sobre la mesa te lo llevan, pero las épocas cambian”, y “debemos prepararnos”.
El riego como elemento dinamizador
Daniel Rubio destacó el importante crecimiento productivo en agricultura y ganadería. Pero señaló que “ninguno de los cultivos actuales puede generar tasas de crecimiento por encima del 5%”, lo que daría bienestar al conjunto de la economía.
Agregó que las proyecciones no marcan que la economía pudiera crecer a más del 3%, que la forestación tuvo ese impacto y lo tendrá aún más con la segunda planta de celulosa de UPM, que “será una contribución muy significativa”. Pero “vemos que no tenemos herramientas a simple vista para superar esa situación. El riego es el driver que permite generar un segundo plan forestal, por su impacto económico, y en todo sentido, y permite medir e intuir el retorno de la inversión. Ese es un gran desafío”, planteó Rubio.
Según FAO, en Uruguay se pueden regar 1,6 millones de hectáreas. Rubio afirmó que la tecnología se puede extender a 300.000 hectáreas, “sin violentar principios ambientales”. Enseguida planteó que “si hay otras opciones que permitan ese crecimiento, además del riego, serán bienvenidas; pero no las veo”.
Señaló que “los modelos que estamos trabajando implican pasar de 30.000 a 300.000 hectáreas de riego, con una inversión de US$ 1.000 millones. Y si los predios ganaderos de 1.000 hectáreas incorporan 100 hectáreas de riego, serían otros US$ 1.000 millones de inversión. Esos US$ 2.000 millones de inversión generarían una multiplicación de US$ 6.000 millones en la economía. Además de los incrementos de la productividad, que serán muy relevantes. Por eso justifica una política de Estado, que involucre a UTE y al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF)”.
El productor también calificó como “imprescindible” la presencia de la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones (Comap) y créditos de largo plazo. Como la inversión es muy alta, requiere de financiación; pero enfatizó que “es muy rentable”.
En ese sentido, enfatizó que “es importante aportarle información a los productores, que piensan que el riego le puede traer dolores de cabeza”. Y sostuvo que el gran desafío “es para UTE”, al tener que “darle soporte a un crecimiento de esa magnitud, que multiplicaría sus problemas”.
Rubio destacó “una actitud muy abierta” de parte del ente, pero también lamentó que recientemente hubo un aumento de 18% en la tarifa de la potencia contratada. “Son costos fijos” que significan “un tiro en el pie”, algo “contradictorio”, señaló.
Rubio comentó, además, que este proceso de inversión en riego en Uruguay le generaría US$ 45 millones de recaudación extra a UTE, algo que “justificaría levantar las restricciones”. Además, planteó que no deberían tomarse decisiones cada año, como el descuento del 15%, sino que la empresa estatal tendría que apuntar al mediano y largo plazo, y tomar decisiones alineadas con una política de Estado.
UTE y el sector regante
Algorta destacó que desde que asumió el actual gobierno, UTE se propuso buscar las maneras de potenciar la producción. Dijo que tras mantener reuniones con el sector regante, entre otros, el año pasado se aprobó el riego productivo, quitando el horario de punta.
“Era algo que la Asociación Cultivadores de Arroz venía reclamando desde hace un largo tiempo. En ese intento de ser socios, en una relación ganar-ganar, seguimos trabajando con los técnicos del sector. Vimos que había posibilidades ciertas de sacar el horario de punta, que dicho por el presidente de ACA, fue la medida de impacto más importante para el sector arrocero el año pasado”, comentó Algorta.
Antes de eso, los productores se veían obligados a apagar bombas, y eso afectaba el nivel de tensión de energía en ciudades y pueblos de la zona, señaló el director de UTE. “Ahora estamos en vísperas de análisis de esta medida, pero creo que ha sido excepcional para el sector. Entendemos que hay que hacer algunos ajustes, como solicitarle a algunos productores que, por ejemplo, dejen conectados los condensadores al apagar motores, porque de lo contrario se generan problemas”, explicó.
De todos modos, Algorta afirmó que “trataremos de renovar, porque ha sido una medida muy beneficiosa”.
Semestre histórico para la carne
La propuesta de VERDE en la Expo Prado también tuvo espacio para la carne. Por esos días justo ocurrió una baja muy importante del precio del ganado para faena, motivado por una escasa demanda de carne por parte de China. Marcelo Secco comentó que “nos mal acostumbramos al ciclo del primer semestre de este año”, por la demanda firme y precios récord; pero aseguró que “el panorama sigue siendo muy bueno”.
Comentó que Uruguay sigue siendo un país productor de muy poco volumen, con necesidad de foco en nichos y temas de agenda en los que se está trabajando. “El Poder Ejecutivo tiene muy claros esos problemas, que le permitirían a Uruguay eliminar restricciones para mejorar su nivel de acceso”, comentó.
El industrial también reconoció la gran dependencia de un solo mercado (China), con sus vaivenes. Pero analizó que, en general, el escenario y la capacidad de poder potenciar los sistemas ganaderos, “siguen siendo muy buenos”. Agregó que la relación de precios es “muy cuidadosa” y que en la producción de carne a grano “se trabaja mucho sobre el riesgo”.
Aporte agrícola a la producción de carne
El director ejecutivo de Marfrig Uruguay reconoció que la agricultura permite acelerar la producción ganadera. Analizó que este aspecto, así como el mercado, “fueron los elementos dinamizadores más fuertes de la ganadería. Nos permitió acceder a ligas donde no estábamos, tener una competencia frontal con Australia, sin ventajas arancelarias, posicionando productos de primera línea en Japón y Europa”.
“No tengo dudas de que hay que seguir trabajando en la conjunción de ese matrimonio (agricultura-ganadería), que vino para quedarse y que tiene un desafío agrícola y de interacción, en un país que tiene un potencial de crecimiento muy interesante”, afirmó.
Sobre los beneficios de esta sociedad entre ambos rubros, destacó que “hay un crecimiento intrínseco, una aceleración de la recría, buen destete precoz. Herramientas que la agricultura permite y que son muy interesantes. Incluso hay un elemento de homogeneización en el uso de concentrados, algo muy importante para lograr el producto final”.
Agregó que los elementos de crecimiento “no son antagónicos”, y que la relación grano-carne en el mundo “es permanente”.
Por otra parte, se refirió al “desafío del costo de acceso diferencial”, y planteó que “hay una oportunidad de crecimiento implícito en los sistemas esencialmente forrajeros, con el aporte de la suplementación”.
“Estamos transitando procesos de ajuste en la relación grano-carne en el mundo. Lo geopolítico pasó a tener un papel preponderante. Son momentos de transición. Uruguay tiene demanda asegurada y hay un camino interesantísimo. Recuerdo reuniones como esta hace 15 o 20 años atrás, cuando los temas eran otros”, recordó Secco.
De la agricultura destacó el profesionalismo y la gestión por indicadores, algo que debería imitar la ganadería.
Parámetros de gobierno
Por su parte, Buffa, sostuvo que en un contexto de volatilidad, como el actual, es más importante tener parámetros claros desde el gobierno. “Este gobierno tomó la decisión macroeconómica de cuidar cada peso que el Estado gasta. Y eso es condición trascendental para generar competitividad. La competitividad que no va a erosionar los aspectos macroeconoómicos tiene que ser velada por el Estado, con una conducta fiscal como la de esta administración. Esto cruza a todos los sectores de la economía”, sostuvo.
A continuación, planteó que “la segunda dimensión son las cosas que tiene que hacer el Estado, vinculado con la agricultura, con una firme promoción de inversiones. En junio de 2020 se generó una modificación del decreto de la Comap, con 960 proyectos, bajo condiciones de inversión promovida, que significan US$ 560 millones, el 80% de ellas asociadas al riego. Esto es algo que Uruguay debe seguir apuntalando para aumentar la productividad”.
A propósito, agregó más adelante que un productor que tributa por Imeba, con la firma del MGAP, puede descontar el IVA en todo proyecto de inversión en agua. Aclaró que ese beneficio no solo está disponible para los productores que tributan por IRAE.
El jerarca también sostuvo que “el acceso a mercados es ineludible para el MGAP”, al que “nadie lo puede sustituir en su rol, catalizado por el sector privado, con esfuerzos que sean significativos para el sector”. En tal sentido, destacó “un fuerte impulso de esta administración, con la exportación de colza a Europa, que promovió un crecimiento espectacular” de ese cultivo, gracias a “una articulación público-privada muy fuerte”.
También dijo que se busca la apertura de mercados alternativos, como México, y que China “está por firmar el protocolo de sorgo”, la que sería “una gran oportunidad para los grandes campos overos, que tendrían “una alternativa más”.
Comentó que “cuando la agricultura se queda sin alternativas es un problema, pero hoy tiene alternativas en verano y en invierno”.
El integrante del Poder Ejecutivo también destacó que en esta gestión se puso sobre la mesa la mejora de los seguros de rendimiento, en acuerdo con el sector privado. En ese sentido, recordó que la variable que faltaba era la información, y con ese foco se empezó a trabajar.
“Así se generó este sistema de apoyo a los productores, para que accedan a un seguro de rendimiento a través de los aglutinadores, que son quienes negocian las condiciones con las aseguradoras, y aportan información”, señaló.
“Queremos llegar a 300.000 hectáreas de seguro”, afirmó, pero sostuvo que “no vamos a avanzar sin la información” que aporten los productores. “Una vez que tengamos la información analizaremos cómo escalarla y masificarla para todos los productores. Lo estamos haciendo con el compromiso de todo el sector y un fuerte apoyo económico”, remarcó.
Por otra parte, Buffa destacó que la agricultura tiene un entramado social en los pueblos, “que queremos proteger como herramienta”.
Acumulación institucional
Buffa destacó que en Uruguay “se nota la acumulación institucional”, y que “se ve claramente en el MGAP”. Dijo que cada gobierno podrá poner más énfasis en algún tema específico, pero que el acceso a mercados desde el punto de vista sanitario “es algo heredable y recurrente”.
Comentó que se está trabajando en la exportación de soja a China y a Bangladesh, temas que son parte de la agenda medular de la Dirección General de Servicios Agrícolas (DGSA). Y también comentó que se está tratando de sumar algún otro mercado para el trigo.
Por otra parte, afirmó que la productividad “está en el cerno de la gestión de todo el gobierno”, y destacó que “cuando el sector agropecuario plantea algo al MGAP se lo plantea al gobierno, porque se trata de articular con otros organismos del Estado”. En tal sentido, planteó el ejemplo del trabajo con UTE.
En relación a la competitividad, Buffa planteó que la agricultura “necesita de un activo importante: la capacitación. La Dirección General de Servicios Agrícolas dictó más de 600 capacitaciones en todo el país, con la ayuda del sector privado, y estamos haciendo punta de lanza en eso”.
Gestión de la información
El subsecretario advirtió que “cuando las discusiones no se dan sustentadas en ciencia, se dan a partir de creencias, y eso es lo peor que le puede pasar al sector agropecuario. Porque los relatos no están respaldados en datos, que es a lo que tenemos que abrazarnos”.
Señaló que “casi todos los rubros tienen una agenda para aumentar su volumen de producción, mejorando su competitividad. Un segundo escalón es mejorar los atributos del producto. Y el tercer agregado de valor es lo intangible, la institucionalidad, la forma en que hacemos las cosas, donde el potencial es enorme”.
A propósito, sostuvo que la discusión ambiental “en el fondo es de gestión de la información. Tenemos que poner en valor lo que hacemos. Cuando tenemos un Plan de uso y manejo de suelos renovado, más amigable con los usuarios, el plan piloto de los seguros. Con los sistemas de información sabemos cómo producimos, avanzamos con la ciencia, ponemos en valor ambiental a partir de los sistemas de información, y eso nos da los bienes públicos de carácter general”.
Valoró que Uruguay, al ser “un país muy chico”, puede tener una plataforma donde todos los productores estén integrados, y agregar valor sobre una base común. “Estos elementos llevan a tener sistemas de información a los que todos los productores accedan, y agreguen valor ambiental o del tipo que sea”, propuso.
Aprobación de nuevos eventos
Buffa admitió que en biotecnología “seguimos rezagados” en relación a los demás países de la región, pero destacó que la mitad de las aprobaciones de nuevos eventos biotecnológicos corresponden a esta administración.
En relación a los registros de agroquímicos, dijo que “estamos dando una batalla para darle celeridad a las aprobaciones”, pero sostuvo que el proceso “es un bien público que tenemos que cuidar”. A propósito, dijo que “no podemos flexibilizar” el proceso de aprobaciones, porque “tenemos que tener todas las salvaguardas que garantizan que lo que se aplica cuenta con estudios previos que son serios”.
Agregó que “hay una nueva agenda que está en plena discusión parlamentaria, donde el sector tiene que estar presente. Esta administración no se va a cercenar ninguna posibilidad de mejorar la competitividad, mientras se cumplan los aspectos de seguridad que deben darse”.
Buffa planteó que “para que aumente la productividad se tienen que dar cuatro cosas a la vez: previsibilidad, “Uruguay hizo de una cultura la previsibilidad, que es un sello que lo distingue”, dijo el gobernante; en segundo lugar tienen que haber relaciones de precios atractivas; la tecera es un panorama tecnológico superador; y la cuarta es la gente.
Sobre este último punto, el subsecretario dijo que “si los actores no quieren cambiar, no habrá estímulo que lo cambie”, tanto desde el sector privado como desde el público, para catalizar esas inversiones. Por último, Buffa sostuvo que “nuestro insumo de trabajo son las críticas”, animando a que los productores realicen sus planteos a los gobernantes.
Impacto del agro en la economía del país
Un estudio realizado por la consultora Exante, a iniciativa de la dirección de Estudios Agronómicos de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), confirmó que el valor de producción de los agronegocios ascendió a unos US$ 11.000 millones en 2021, de los cuales US$ 6.600 millones corresponden a valor agregado directo (en el agro o la agroindustria).
El informe indica que al considerar los impactos directos, indirectos e inducidos, el agro contribuye con US$ 12.400 millones de valor agregado a la economía uruguaya, lo que equivale a más de 20% del producto interno bruto (PIB) del país. A la vez, el impacto del sector es particularmente importante para la economía del interior, donde es la base de casi 40% del PIB total.
Daniel Rubio, directivo de ARU e integrante de Regadores Unidos del Uruguay, dijo en la conferencia organizada por revista VERDE en la Expo Prado, que a partir del agro “se generan unos 270.000 empleos, que es 17% del total. Por cada unidad de valor agregado en el campo se generan otros dos en la economía. Cada dólar que se invierte en los predios, se multiplica por 3 en la economía. Esto es más de lo que multiplica la construcción, hotelería y demás. Aporta US$ 1.900 millones a la recaudación tributaria y tiene una multiplicación de 2×1 sobre el empleo. Eso muestra el resultado de invertir en el agro como política pública”.
Sistemas agrícolas: de la expansión a la diversificación ecoeficiente
“La evolución de los sistemas agrícolas; de la expansión a la diversificación ecoeficiente”, se denominó la presentación de Sebastián Mazzilli, consultor privado, en la conferencia organizada por VERDE en la Expo Prado 2022.
El ingeniero agrónomo describió que este año se sembraron cantidades similares de trigo y cebada, y aumentó el área de colza y brásicas. Recordó que cuando comenzó a investigar en colza, en la zafra 2008-09, no había mercado para el cultivo, y luego se presentó la demanda de ALUR. “Hoy tenemos tres cultivos de invierno, de forma importante, y son de renta”, destacó.
Sobre los cultivos de verano, señaló que el área de maíz pasó de 90.000 a 150.000 hectáreas; que la soja se estabilizó entre 900.000 y 1 millón de hectáreas; y que se riegan unas 3.000 hectáreas de estos cultivos. Valoró que en la actualidad “hay mejores herramientas” para que los agrónomos puedan armar “secuencias de cultivos”.
Recordó que en los primeros años de este nuevo ciclo de la agricultura en Uruguay la intensidad era de 1,5 cultivos por año, dominada por trigo y soja, algo que “era poco sostenible por un tema sanitario”.
Esa situación se mantuvo por un período largo, bajando incluso a 1,3 cultivos por año, considerando la rotación de soja con cultivos de cobertura o de servicio, para la fijación biológica de nitrógeno.
“Me gusta más una rotación agrícola, con dos cultivos por año, para cosechar de forma más frecuente, con una serie de ventajas agrícolas. Por eso hoy la situación es mejor que la de hace unos años”, consideró.
Sobre la colza, dijo que mantiene rendimientos bajos y estables, mientras crece el área. Dijo que “el potencial es mucho más alto”. Analizando la correlación energética entre trigo y colza concluyó que “el rendimiento medio de colza podría ser el 50% del trigo”.
Y agregó: “No pongamos en un presupuesto 3.000 kilos de colza por hectárea, porque si no se sacan 6.000 kilos de trigo, no es algo consistente. Es un tema de la energía capturada en el período”.
Mazzilli sostuvo que “hay variabilidad y cambio climático”. Advirtió que “la temperatura va a subir y eso implica que nuestros sistemas tengan que adaptarse”.
En tal sentido, dijo que hay que usar toda la información disponible, “para ser parte de la mitigación, logrando capturar más carbono del que emitimos. Eso hay que medirlo, primero adaptarse, medir y después intentar capturar. Debemos demostrar que hacemos las cosas bien, medir y comunicar”.
La degradación de los suelos y la disminución de la capacidad productiva de los sistemas son problemas que siguen existiendo, pero que ahora ocurren de forma más lenta.
Llamó a “pensar en cómo manejar malezas, plagas y enfermedades”, y a usar las herramientas sin considerarlas como una solución definitiva a los problemas. Porque “los problemas vienen cada vez más rápido y las soluciones son más complejas”, por eso la diversidad de cultivos de Uruguay “puede ser una fortaleza en ese sentido”.
También planteó que es necesario el conocimiento para lograr el desarrollo sostenible del sistema agrícola nacional; conocer los factores que determinan las brechas de producción; y los impactos ambientales y sociales asociados al cierre de esas brechas de rendimiento.
Así como la generación de información tendiente a la mitigación del impacto de la variabilidad climática (manejo de cultivo, diseños de seguros y demás).
Sostuvo que “no hay relación entre el impacto ambiental y la alta productividad, según un estudio realizado hace algunos años por INIA y Fucrea.
Explicó que los sistemas más productivos, con más cultivos, dejan escurrir menos agua, y eso es importante ambientalmente. Dijo que hay que esforzarse más en la transferencia de conocimiento, considerando que cada productor puede tener un potencial, en función de su zona.
“Con la energía disponible podemos aumentar entre 1.500 y 1.600 kilos por hectárea el potencial de rendimiento en 10 años aproximadamente”, sostuvo.
Señaló que hay una brecha por nutriente, que requiere agregar más potasio, fósforo, entre otros; y también hay una brecha de degradación de la tierra. “Agregar nutrientes mejora la eficiencia. Saber más de un sistema permite saber cuánto fertilizar para solucionar los problemas. La fecha de siembra también cambia el rendimiento y la fertilización”, señaló.
Mazzilli afirmó que “casi nadie piensa en el período crítico”, y planteó la importancia de diversificar las fechas de siembra. “Hay muchos modelos que permiten diversificar, la información de cultivar es muy útil pero hay que trabajarla, para elegir mejor”, planteó.
Dijo que no hay que apuntar al máximo de rendimiento sino al máximo ambientalmente sostenible. “Ver cómo ser más eficientes, hacer más con lo mismo. Hay una cantidad de nutrientes que no estamos utilizando, de feedlot, tambos, lodo de celulosa. Buscar alternativas de uso del fósforo, y cómo lo aplicamos”, comentó.
La oportunidad de la ganadería para aumentar la extracción
Hay “una oportunidad histórica para el negocio ganadero”, planteó Bernardo Mendiola, asesor de empresas ganaderas, al concluir su charla durante la conferencia organizada por VERDE en la Expo Prado. El ingeniero agrónomo señaló que “el rubro está atravesando un proceso de transformación, y hay un desafío de aumentar la extracción para aprovechar la oportunidad que genera la demanda y el mercado”.
Comentó que “los efectos de la agricultura se están alineando con las necesidades de una ganadería que necesita intensificar y aumentar la extracción”.
Destacó que “existe una complementariedad más clara entre rubros, áreas de pastoreo de calidad, fuente de alimento, promueve la intensificación en los sistemas y sustentabilidad. Hay oportunidades para que ambos rubros puedan capitalizar esta interacción, alejando los fantasmas de la competencia”.
Está claro el aporte de la agricultura a la producción ganadera, pero esta última le aporta a la producción de granos las rotaciones con pasturas, además de demandar sus productos. Por lo tanto, suma a favor de una agricultura más sustentable y brinda la posibilidad de diversificar ingresos.
Mendiola consideró que el corral “es un excelente socio”, y destacó su impacto sobre la variable de extracción. Señaló que hay países donde el ganado de corral tiene alta incidencia en el total de la faena. En Australia entre 50% y 55% de los novillos y vaquillonas faenados se remiten desde corrales y en Estados Unidos entre 90% y 95% .En Uruguay, según cifras del año pasado, alrededor del 15% de los animales se terminan en corrales.
Por otra parte, señaló que en 1 hectárea de pastura se pueden engordar entre 1,5 y 2,5 cabezas por año; mientras que a campo natural solo se pueden producir entre 0,5 o 1 cabeza por año.
Agregó que una hectárea de maíz, con un rendimiento de 6,5 toneladas, permite engordar cinco animales; un sorgo, con 5 toneladas de rendimiento, permite engordar cuatro animales; mientras que la cebada, con 4 toneladas por hectárea permite engordar tres animales.
Sobre el impacto del crecimiento de la agricultura en la ganadería dijo que “la primera impresión fue que la agricultura se quedó con 500.000 hectáreas, comparando la superficie agrícola del año 2000 con la de 2021; y la forestación y otras actividades 500.000 hectáreas más”.
Así fue que la ganadería se encontró con menos área y varios desafíos. “Pero las buenas noticias fueron que, a pesar de haber perdido 500.000 hectáreas por la agricultura, esta dejó mayor área de pasturas sembradas. De 2003 a 2020 hay un área 28% mayor de praderas y 10% más de verdeos”, remarcó.
Señaló que este fenómeno quedó claro con el avance y posterior repliegue de la agricultura en zonas tradicionalmente ganaderas; además de modelos de producción que involucran rotaciones de cultivos con pasturas.
La agricultura también aportó un aumento de la producción de granos forrajeros, promoviendo la producción a corral, como un actor fundamental para conectar las dos actividades, tanto en recría como engorde.
Ahora hay mayor disponibilidad de granos forrajeros en zonas tradicionalmente ganaderas, que se utilizan para suplementación sobre pasturas o en corrales, aumentando rápidamente el volumen de ganado a faena.
Por otro lado, ofrece la oportunidad de terminar animales a corral en un área limitada de pasturas, liberando pasturas sembradas para recría, lo que también permite acelerar ciclos, valoró Mendiola.
Nota de Revista Verde N°103