Agricultura

De la chacra a la góndola

31 de marzo de 2017

Néstor Britos y sus dos hermanos, Fernando y Miguel, integran una empresa familiar que se dedica fundamentalmente a la producción, logística y comercialización de papas, incluyendo acuerdos con las principales cadenas de supermercado de Montevideo. Pero la firma también diversifica con ganadería y agricultura de secano.

 

Néstor, Fernando y Miguel Britos son tres hermanos que llevan adelante la dirección de una empresa que se dedica principalmente a la producción, acondicionamiento, packaging, almacenamiento, distribución y comercialización de papas. Desde San José su producto llega a las góndolas de las principales cadenas de supermercados de Montevideo. Pero la firma también se dedica a la producción ganadera y agrícola en cultivos de secano, según explicó Néstor, al ser entrevistado por VERDE.

El hermano mayor es Fernando, quien se encarga de la comercialización de la producción de papas en Montevideo, y también gestiona el packaging y demás procesos del producto ya cosechado. Por otra parte, Miguel es quien controla los cultivos, quien está en las chacras; y Néstor se encarga de la logística, arrendamientos de campos y otros negocios de la empresa.

Toda la producción se desarrolla básicamente en el departamento de San José, con comercialización de su producción en Montevideo. Aproximadamente el 50% de la facturación de la empresa corresponde a la papa y la otra mitad se divide entre agricultura y ganadería.

Todo comenzó hace 20 años, cuando los hermanos trabajaban con su padre en un predio chico. Luego decidieron tomar su camino y crecer, “pero no era fácil hacerlo sin tierras, pero pudimos ir creciendo y se presentaron otros negocios y alternativas, así incorporamos la ganadería y luego hicimos algo de maíz y soja, en detrimento de la ganadería”, dijo Britos.

Solo un porcentaje pequeño del área de papa se hace en rotación con soja, sobre todo en el norte de San José, que no es una zona papera. Generalmente allí la empresa siembra papa, maíz y después realiza descansos con puentes verdes. La producción de papas maragata se concentra sobre la costa con el Río de la Plata.

Entre 50% y 60% del área que explota la empresa es arrendada. La ganadería se hace básicamente en campos propios que no son tan agrícolas y tienen riesgo de erosión. Britos explicó que los ganados terminan de engordarse en praderas y también con el remanente de la producción de papas, todo aquello que tiene problema de piel o de color, producto que es enviado a donde se realiza el packing y pasa a ser un ingrediente más de la dieta.

El productor indicó que los resultados son muy buenos, aunque no estables, porque no siempre se tiene ese subproducto. “Cuando tenemos papas le damos papas al ganado, sino debemos seguir suplementando con fardos”, comentó.

“Estamos en una zona muy agrícola, muy diferente a otras, tenemos altos potenciales de rendimientos. Pero lo complejo son los altos costos que nos presionan. Con los promedios de rendimiento y actuales costos es un negocio apretado. Los puntos de equilibrio están muy cercanos considerando el riesgo que se corre. En el clima está la diferencia”, reflexionó.

“Esperamos que en algún momento eso se revierta. No podemos tener los costos de una soja a US$ 500 por tonelada cuando el producto se vende a US$ 350 por tonelada. Pensábamos que iban a bajar los costos, sin embargo el precio del combustible subió”, dijo.

Señaló que una forma de minimizar los costos fue hacer inversiones pensadas en mejorar la eficiencia y así lograr un mejor equilibrio. En ese sentido la empresa adquirió maquinaria y actualmente todas las tareas se realizan con equipos propios. “Hay que invertir mucho más dinero para lograr tener un cultivo rentable. Hoy trabajamos con maquinaria propia, algo que permite bajar costos pero requiere mucha inversión, y cuando se llega a un negocio de escala es más fácil diluir los costos. Pero para un productor chico no es fácil”, reconoció Britos.

Agregó que los precios de los productos están atados a la oferta y demanda, y cuando la soja valía US$ 500 o US$ 600 se dispararon los costos, porque el margen alcanzaba para pagarlos. “Cuando el precio de la soja bajó el costo del fertilizante se adecuó a esa situación, sin embargo eso no ocurrió con el precio del combustible”, insistió.

Agregó que la soja se siembra en unas 3.000 hectáreas y el maíz ocupa entre 150 y 200 hectáreas. El Ingeniero Agrónomo que asesora a la empresa es un sobrino de Néstor, quien hace 4 años que está realizando esa tarea. “Siempre tratamos de incorporar genética nueva, buscamos maquinaria que siembren a la perfección, así como la mejor fertilización. Hacemos lo necesario para ganar unos kilos más por hectárea, el ajuste tecnológico es permanente. Se trata de bajar costos sin perder rendimiento. Es una estrategia continua de crecimiento. Nos está costando manejar el riego, porque hay costos altos. En papa sí lo podemos hacer, porque al ser un cultivo intensivo los costos altos se diluyen en el volumen de producción, porque se pueden producir 40.000 o 50.000 kilos. No es lo mismo que regar una soja que puede producir entre 2.000 y 5.000 kilos por hectárea”, dijo.

También señaló que la empresa está incorporando nueva tecnología para regar papas, todo el área por goteo. “Se usan unas máquinas que permiten que el agua se meta bajo la tierra. Eso luego se saca y no se puede volver a instalar porque es perforado por los insectos y espinas. Es una tecnología que viene de Israel e Italia”, indicó.


Lea la nota completa en: Revista Verde N° 59

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