Agricultura

El cultivo de camelina, una oleaginosa invernal, que emerge para la producción de diésel renovable

11 de diciembre de 2023

Desembarcó en la región por un acuerdo entre LDC y Global Clean Energy Holdings; este año se sembró por primera vez en Argentina, evalúan lanzamiento en Uruguay

Ruben Silvera – ruben@infoagro.com.uy

El auge del diésel renovable está provocando inversiones millonarias en la industria de los combustibles y los biocombustibles, en infraestructura y en la búsqueda de nuevas materias primas para satisfacer una demanda creciente. En ese contexto, Louis Dreyfus Company (LDC) y Global Clean Energy Holdings (GCE) acordaron promover el cultivo de camelina en Argentina, Paraguay y Uruguay. 

GCE es una empresa de combustibles renovables, integrada verticalmente, que cuenta con refinería de combustibles renovables en Bakersfield, California, que antes refinaba petróleo y se reconvirtió para trabajar con materias primas sustentables, proceso que demandó una inversión de US$ 400 millones. Allí produce diésel renovable, que es químicamente idéntico al diésel de petróleo, pero con un 80% menos de emisiones de carbono. 

Las variedades de camelina patentadas por la compañía son las únicas materias primas renovables no alimenticias del mercado que han sido certificadas por el estándar de combustible renovable de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, y el estándar de combustible bajo en carbono de California, estado referente a nivel global en esa temática.

A través de Sustainable Oils, GCE venía trabajando con el cultivo de camelina desde 2013. A fines de 2021, para ampliar su base genética, adquirió a la española Camelina Company, que se había fundado en 2010 ante las mayores exigencias que impuso la Comisión Europea en términos de sustentabilidad de las materias primas para biocombustibles. 

Su objetivo fue impulsar el cultivo de camelina, una oleaginosa de invierno que actualmente se siembra fundamentalmente en España, Francia y Estados Unidos, y que se sigue expandiendo a otras latitudes. Este año GCE sembró por primera vez en Argentina y próximamente llegará a Uruguay. 

El empresario español Yuri Herreras, cofundador de Camelina Company, comentó a VERDE que en 2010 percibieron que no habría suficiente materia prima para abastecer la demanda de biocombustibles avanzados y si se incrementaba el volumen de los cultivos oleaginosos tradicionales “se generarían problemas”. Fue así que se plantearon encontrar una nueva fuente de materia prima, que fuera sustentable y que no le quite área a ningún cultivo con destino alimenticio.

Herreras señaló que el productor no tenía un cultivo de ciclo suficientemente corto para introducirlo en su rotación y que esa es una de las características de la camelina, porque “encaja muy bien”, al ser un cultivo muy “resiliente” debido a “su eficiencia con el agua, su tolerancia a la sequía y no tener problemas de plagas y enfermedades”.

El objetivo es “generar una cadena de valor que sea lo más transparente posible para todos los eslabones, para el productor, el crusher (industrial) y el off-taker (comprador), que es el demandante del aceite. La idea es que todo esté acompasado y que la producción forme parte de una cadena, para que el cultivo termine como biocombustible sustentable”, explicó. 

Se estima que en Argentina el área potencial es de entre 10 y 15 millones de hectáreas. “Miramos el área disponible en invierno, sin emplear las áreas ya dedicadas a otros cultivos, principalmente trigo y cebada, porque no se quiere competir con ningún cultivo alimentario que ya esté instaurado. De la superficie disponible cruzamos los mapas para ver dónde se dan las condiciones climáticas para cultivar camelina”, comentó el empresario. 

Sobre sus posibilidades en Uruguay, dijo que “puede tener su espacio”, porque “hay zonas donde se necesita un cultivo más corto “para liberar antes” las chacras que luego van a cultivos de verano”.

Herreras consideró que la demanda por la camelina “es ilimitada”, porque los volúmenes que se precisan para reemplazar con diésel renovable o biocombustibles para aviación (SAF, por sus siglas en inglés)” son muy altos, por lo cual hay mucho por recorrer”. Además, ahora se nota una “demanda tremenda” por parte de las compañías petroleras, tanto estadounidenses como europeas.

Expansión internacional

Camelina Company tiene su base de mejoramiento genético en Madrid, España, y Sustainable Oils en Montana, Estados Unidos. Al ser parte de Global Clean Energy Holdings, “esos dos programas se unificaron en 2022”, y este año se instaló un programa de mejoramiento genético” en Pergamino, Argentina, además de culminar la alianza con LDC para el desarrollo del cultivo en la región, dijo Herreras.

La compañía forma parte de varios consorcios de investigación y ensayos en prácticamente todos los países de Europa, donde el cultivo viene ganando su espacio. “En Estados Unidos estamos produciendo sobre todo en el estado de Montana, pero poco a poco estamos bajando hacia Kansas y Colorado, incrementando hectáreas. Y se está comenzando un trabajo de investigación en Australia”, informó.

Cuando el cultivo comenzó a sembrarse en España, hace siete años, rendía 800 kilos por hectárea. En los primeros tres años hubo un incremento hasta 1.200 kilos, gracias a un mejor manejo agronómico; y “con nuestras nuevas variedades el rinde subió a 1.500 o 1.600 kilos de media por hectárea”, acotó. Sin embargo, “el potencial del cultivo es mayor, ya que se han alcanzado rindes de más de 2.500 kg/ha en esta misma región con nuestras nuevas variedades”. 

El trabajo de investigación y desarrollo en Sudamérica comenzó hace dos años, tanto en Argentina como en Uruguay, con 20 variedades, buscando las de mejor performance para cada región. En 2023 también se iniciaron ensayos en Brasil.

Lanzamiento en Argentina

Este fue el año de lanzamiento comercial de la camelina en Argentina, donde se sembraron 5.000 hectáreas. “Aspirábamos a más, pero debido a la sequía de verano tuvimos que dar de baja lotes que venían con (herbicidas) preemergentes, que no son recomendables para el cultivo. Quisimos quedarnos con las chacras que nos brindaban seguridad. Tenemos que hacer mucha docencia y estar encima de los lotes para tener una buena experiencia junto al productor, que nos permita crecer de cara al futuro”, comentó a VERDE el líder de desarrollo de producto de LDC Argentina, Juan Lavagnino.

LDC y Camelina Company entregaron la semilla sin costo a los productores y el precio de la camelina copia el 100% de la soja posición noviembre del mercado de Chicago, más una prima de US$ 100 por tonelada. El productor tiene la posibilidad de fijar parte de su producción durante el cultivo, desde la implantación, hasta 500 kilos por hectárea, considerando un techo de rendimiento de 1.000 kilos por hectárea, “para evitar que se comprometa más de lo que finalmente se pueda entregar”, acotó. 

La camelina se siembra bajo contrato y LDC compra el 100% de la producción. La operativa de entrega “es muy sencilla”, ya que “solo se controla humedad y materia extraña”, señaló. El máximo de humedad de recibo es de 8%, “aunque no debería tener más, porque si el cultivo cuando está húmedo es muy complicado cosechar”, sostuvo Lavagnino. 

Y el umbral de tolerancia de materia extraña es 2%. Si supera ese porcentaje la producción tendrá un descuento en relación 1 a 1, “eso quiere decir que si hay 10% de materia extraña se descuenta 8% del precio”, detalló. 

Consideró que la lógica del negocio en Uruguay puede ser parecida a la de Argentina, aunque “es algo que hay que trabajarlo”. Sostuvo que el objetivo es desarrollar el cultivo, y para eso le tiene que servir al productor y el modelo de negocio se tiene que adaptar al país, porque las condiciones no son las de Argentina. “En Uruguay se siembra más colza que en Argentina, y están los cultivos de cobertura, que en Argentina no están impuestos”, planteó. 

Los aspectos técnicos de la camelina

Darío Girotti, de Camelina Company, detalló aspectos técnicos del cultivo de Camelina, destacando que “calza muy bien en las rotaciones de los productores, sin reemplazar los cultivos principales”. Comentó que las variedades que hoy están en Argentina son primaverales, y las fechas de siembra recomendadas son entre el 15 de junio y el 15 de julio. El cultivo tiene un ciclo de entre 110 y 120 días, dependiendo de la zona y de las temperaturas, indicó. 

También destacó que la camelina es muy tolerante a las bajas temperaturas en el período vegetativo, por eso esta fecha de siembra pone en la parte más fría del invierno esa parte vegetativa, que tolera muy bien, y el período crítico queda fuera de las fechas de heladas. 

Enfatizó que “lo principal es tener un lote que no tenga residualidad de herbicidas de la campaña anterior”, por lo que recomendó realizar análisis previo a la siembra. Agregó que se puede sembrar con “una sembradora de grano fino, es recomendable el cajón alfalfero, porque tiene la capacidad de dosificar mejor los 11 kilos de semilla que estamos recomendando. Y la incorporación de arrancador de fósforo, de 80 kilos por hectárea”. 

Girotti también dijo que “es muy importante la homogeneidad en la profundidad de las semillas, de 1 o 1,5 centímetros; que tenga una humedad relativa para que pueda germinar homogéneamente, implantarse”. Enfatizó que “en la siembra se juega muchísimo el resultado del cultivo, entre 50% y 60%, con buena competencia de malezas cuando se implanta y las plantas a cosecha que buscamos”. 

“Con 11 kilos de semillas sabemos que estamos poniendo muchas plantas por metro cuadrado. Es una semilla chica, como la de una pastura, un trébol o una alfalfa, que va a tener un coeficiente de logro un poco más bajo de lo normal. El objetivo es de 250 a 300 plantas por metro cuadrado. Para un cultivo de 800 o 1.000 kilos de rendimiento recomendamos 100 kilos de urea al preelongación del tallo, y el cultivo responde muy bien a los fertilizantes nitrogenados azufrados”, dijo. 

Explicó que la cosecha se realiza de forma directa, con plataforma trigo-soja, y que “no necesita tener el flexible suelto porque se cosecha al ras del suelo”. Consideró que “es una cosecha fácil, no hace falta hilerado previo. La cosechadora tiene que estar montada con el cóncavo, con la camisa de granos finos, las zarandas ajustables bien reguladas, aunque muchas cosechadoras traen el set electrónico para granos finos. Si es posible recomendamos una zaranda fija para la parte inferior de 1,5 milímetros o 3 milímetros, porque eso colabora mucho con la limpieza, y poca velocidad de viento, para no perder granos por la cola de la cosechadora. Como estamos cosechando con plataformas grandes no necesitamos ir muy rápido. Eso le permite a la máquina hacer una trilla y limpieza en perfectas condiciones. Algo de impurezas va a ir a la tolva. Recomendamos 4,5 o 5 kilómetros de velocidad de avance y contemplar entre 8% y 10% de impurezas”. 

Admitió que “el agua es un punto (a considerar) cuando el suelo se encharca, es importante elegir los lotes que no estén encharcados por más de dos o tres días, porque eso provoca pérdida de plantas”. Y destacó que “cuando la planta está madura para cosechar no tiene problema de recibir alguna lluvia, se seca muy rápido, la estructura de la planta permite la aireación fácil y enseguida pierde la humedad”. 

Consideró que “unos 250 milímetros de lluvia sería algo óptimo para el cultivo, en esta campaña tenemos un montón de lotes que tuvieron 70, 80 o 100 milímetros y el cultivo está muy bien”. 

Sobre el aspecto sanitario, dijo que “pueden aparecer focos muy aislados y puntuales de mildiu, no estamos considerando aplicaciones porque no se justifica para el control”, y que “en función de las condiciones ambientales podría hacerse algún control preventivo. Después no tenemos problemas ni de plagas ni de otras enfermedades”. 

Recomendó un herbicida preemergente, tipo trifluralina, y dijo que se puede hacer aplicación de algún graminicida de posemergencia, para el control de gramíneas. 

También señaló que “se está trabajando con tolerancia a dos modos de acción, con variedades que ya tenemos en el germoplasma: imidazolinonas del grupo 2 (ALS) y a los PPO, que son los herbicidas de residualidad más problemática en los lotes para camelina”. 

Nota de Revista Verde N°110

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