Arrendamientos agrícolas: los propietarios de la tierra deben estar involucrados en el cuidado del suelo

En Uruguay, cerca del 70% de las tierras destinadas a la agricultura están bajo régimen de arrendamiento, pero en su mayoría los contratos siguen siendo de renta fija. Esta modalidad, todavía dominante, plantea interrogantes sobre cómo se reparte la responsabilidad en el uso y la conservación de los suelos.
Sebastián Mazzilli, director del Sistema Agrícola Ganadero en INIA y profesor adjunto en la Facultad de Agronomía (Udelar), planteó en una reciente publicación en LinkedIn la necesidad de revisar el modelo vigente. Según explicó, en los contratos actuales “el trabajo y el riesgo recaen casi por completo en el arrendatario, mientras que el propietario de la tierra permanece muchas veces al margen”.
Para Mazzilli, los propietarios rara vez participan de los debates ambientales o de las decisiones tecnológicas, lo que genera una alianza incompleta: “Quien cultiva pone el trabajo, quien posee pone el suelo, pero ambos deberían aportar responsabilidad”. A su entender, esa desconexión limita las oportunidades de mejorar el manejo en muchos ambientes productivos.
Recordó que la implementación obligatoria del Plan de Uso y Manejo de Suelos en 2013 fue un gran paso, pero advirtió que hoy no alcanza: “Con nuevas tecnologías, desafíos climáticos y presión sobre los ecosistemas, necesitamos más diálogo, más compromiso compartido y contratos que reflejen esa nueva realidad”.
Entre las propuestas, planteó generar mecanismos que inviten a los propietarios a involucrarse en la planificación del sistema productivo, discutir prácticas como rotaciones y cultivos de cobertura, y avanzar hacia la incorporación de “cláusulas verdes” en los contratos de arrendamiento.
“La pregunta incómoda es: ¿podemos proteger verdaderamente el agroecosistema si solo hablan quienes lo trabajan, y no quienes lo poseen?”, señaló Mazzilli. Y concluyó: “No es un tema nuevo, pero sí cada vez más urgente: que los dueños de tierra dejen de ser espectadores y pasen a formar parte de la conversación. Solo así construiremos una sostenibilidad real, donde el cultivo deje generaciones de productividad, no solo una renta temporal”.