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Un solo Uruguay se propone llegar al Parlamento y promover cambios

15 de mayo de 2023

El movimiento que representa al sector empresarial del interior, confirmó que recorrerá el camino electoral para lograr soluciones de fondo a los problemas que afectan al país 

El movimiento Un Solo Uruguay buscará llegar al Parlamento Nacional para generar los cambios que entiende necesarios, confirmó a VERDE uno de sus voceros: Federico Holzmann. Si bien el dirigente consideró que el movimiento ha sido una gran herramienta para nuclear la preocupación de toda la sociedad, “desde la tribuna no se puede modificar el resultado del partido”, sostuvo.

El empresario de Paysandú analizó que el sector agrícola atravesó diferentes crisis en su proceso de desarrollo, que comenzó en el año 2004. Estas no solo fueron provocadas por factores climáticos y correcciones en los precios, sino porque la economía uruguaya no supo acompañar el desarrollo del sector. 

En tal sentido, aseguró que cada vez que la agricultura buscaba ser más eficiente “el Estado nos volvía a meter la mano en el bolsillo, y nos hacía otra gran extracción”, y eso le impedía capitalizar el desarrollo del sector. 

Holzmann consideró que si bien el movimiento “es una herramienta fantástica” que “mantendremos y cuidaremos”, no alcanza para lograr los cambios que busca, por lo cual “estamos abocados a abrir todas las puertas posibles para tener representación parlamentaria”. 

Aún no está definido si el movimiento se unirá a un partido o creará uno nuevo, pero Holzmann adelantó que “hemos visto que es bastante complejo depender de los partidos políticos”. Remarcó que muchas veces existen buenas ideas y proyectos que no se pueden concretar por compromisos políticos partidarios. 

“Creemos que se ha creado una industria política, que ha generado ciertos chalecos”, que no permiten llevar adelante buenas ideas o no condenan lo que está mal. “Hemos visto cómo esos sucesos terminan perjudicando a la sociedad”, dijo. A propósito puso como ejemplo lo que ha ocurrido con inversiones extranjeras: con el afán de que se cumplan, se asumen compromisos económicamente insostenibles para la sociedad, a su entender, desmereciendo la producción nacional.

El fundador de Un solo Uruguay dijo que a futuro ve un mundo muy complejo, que cambia constantemente, generando gran incertidumbre. A esto, sostuvo, se suma la industria política, cargada de “clientelismo, generando problemas que son muy difíciles de resolver”. 

A su vez, llamó a los gobiernos a tener cuidado con los compromisos que se asumen, como los ambientales, ya que entiende que reducir las emisiones de metano, por ejemplo, implicaría una reducción del stock ganadero, algo que para un país tan chico y dependiente como Uruguay “sería nefasto”.

Evolución de la agricultura 

Las transformaciones que ha tenido el sector agrícola en Uruguay han sido muy significativas, convirtiéndose –con el tiempo– en un rubro que brindaba muchas oportunidades. Holzmann recordó que cuando egresó de la escuela agraria era difícil conseguir trabajo, sobre todo un trabajo “medianamente bien” remunerado, con un salario que le permitiera lograr un desarrollo personal y diseñar un proyecto de familia. 

Comentó que comenzó como tractorista, pero en aquel entonces la situación era muy distinta. Con el correr de los años comenzó a desarrollarse el mercado, incorporándose tecnologías y nuevas oportunidades para la agricultura. Con la llegada de inversores extranjeros, a partir de los años 2003 y 2004, y tras atravesar la crisis financiera de 2002, se dio en una primera instancia un fuerte desarrollo en el sector forestal, y fueron surgiendo empresas nuevas. 

También se movilizó el negocio de compraventa de campos, que inyectó mucho dinero en la economía nacional. “Vimos que campos que antes valían US$ 300 por hectárea pasaron a valer US$ 1.000”, recordó.  Holzmann señaló que esto trajo cambios muy vertiginosos en el sector, que el productor supo capitalizar. “Fue la primera incursión de rentabilidad, permitiendo la incorporación de nuevas tecnologías en los distintos rubros”, agregó.

La llegada de las grandes empresas agrícolas a Uruguay hizo crecer los servicios y el parque de maquinaria. “La incursión de productores argentinos con otras tecnologías y formas de producir diferentes a las que estábamos acostumbrados ayudaron mucho al desarrollo del sector”, señaló, lo que llevó a producir de manera mucho más intensiva. 

Sin embargo, en 2008 el sector sufrió sus primeros golpes, tras la crisis financiera internacional, que provocó –entre otras cosas– una fuerte caída de los precios de los granos cuando los costos de los insumos eran muy elevados. 

De todas formas, Holzmann consideró que más allá de esta situación la economía uruguaya no supo acompañar el crecimiento del sector, y eso terminó provocando que muchos de los que habían apostado a la agricultura sufrieran consecuencias importantes. 

“Aquellos que después de la crisis de 2002 habían intentado reconvertirse, pocos años más tarde encontraron que se habían endeudado nuevamente”, remarcó. A su entender, las políticas económicas no habían sido favorables para acompañar esos procesos de cambios que se habían llevado adelante en el sector. “El gobierno no supo dar las condiciones para cristalizar las oportunidades a nivel interno”, dijo.

Sin embargo, con el tiempo los precios de los granos se recuperaron, hasta que en 2014 volvió a ocurrir una fuerte caída a nivel internacional. En ese momento, la soja que en Uruguay se había sembrado con costos de US$ 500 por tonelada se vendió a US$ 350 por tonelada. 

“Además había una situación interna muy cuesta arriba, con gran inflación en dólares”, puntualizó Holzmann. Recordó que también se dieron cosechas complicadas, debido a factores climáticos como altas temperaturas y exceso de agua en meses claves de los cultivos. “A los precios más bajos se asociaron problemas productivos, justo cuando precisábamos mayores rendimientos”, señaló. 

Por otro lado, el negocio ganadero estaba cambiando, con precios más favorables, impulsando a muchos productores a la diversificación. “Los productores agrícolas entendieron que era bueno incorporar la ganadería. Muchos se empezaron a reconvertir, teniendo otras producciones que les permitieran mitigar los vaivenes de precios”, valoró. 

Eso, a su vez, trajo aparejados cambios. El productor pasó a tener una visión más empresarial, lo que implicó también un cambio de paradigma importante. 

Holzmann recordó que en 2018 se volvieron a presentar problemas climáticos, que afectaron la producción, y nuevamente se sumaron dificultades internas, por los altos costos de producción. “Cada vez que intentábamos ser más eficientes nos encontrábamos con que el Estado nos volvía a meter la mano en el bolsillo, y nos hacía otra gran extracción que no nos permitía capitalizar esa cintura empresarial que estábamos tratando de desarrollar”, lamentó. Aspectos como los altos costos de los combustibles, la baja cotización del dólar y la carga impositiva eran considerados los principales problemas que impedían el crecimiento del sector. 

La influencia de Un solo Uruguay

A partir del primer acto realizado el 23 de enero de 2018, se evidenció que esas preocupaciones eran comunes en muchos sectores de la sociedad y podían ser nucleadas a través de Un Solo Uruguay. “El movimiento capitalizó la preocupación de todo un país que estaba resentido económicamente, llevando a generar una conciencia que muchos dudaban que fuera a ocurrir, pasándole factura al que era partido de gobierno (Frente Amplio)”, analizó el fundador de Un solo Uruguay.

A pesar de las transformaciones que ha tenido el movimiento en el correr de estos años, el dirigente asegura que Un Solo Uruguay “ha tratado de conducir todo ese caudal de afinidad de la gente, incorporando gremiales e instituciones que apoyaron aquel grito que dijo basta”. 

Luego hubo un cambio de gobierno, “que muchos anhelaban por la necesidad de cambio que había”, dijo el vocero. Y el movimiento continúo su proceso de transformación, retomando temas en los que ya se había trabajado, como la necesidad de mitigar los efectos del clima y el análisis de los destinos de los impuestos, “siempre con el afán de lograr la mejoría que se requería para llevar adelante el desarrollo de cada familia”, dijo.

Inversiones en infraestructura

Holzmann comentó que, si bien se hicieron inversiones importantes en infraestructura, “pasamos 50 años sin tener obras”; y consideró que “en poco tiempo el país tendrá que volver a tomar medidas para adaptarse a las nuevas necesidades”. 

Si bien reconoció que hoy las rutas permiten una mejor circulación, “nos encontramos que están saturadas de camiones con madera, granos o ganado, y vemos que no tenemos un país pensado en el desarrollo”, lamentó. 

Para Holzmann los cambios se generan “a demanda”, pero no pensando en el largo plazo. “Creemos que falta una planificación estratégica desde el gobierno, con una apertura regional más importante para optimizar las oportunidades”. 

Agregó que muchos de los servicios que el Estado no puede brindar terminan generando costos indirectos a las empresas, las que se traducen en menor rentabilidad. “Tenemos que pensar cómo poner a funcionar correctamente el aparato del Estado a 30 o 50 años, pero hasta ahora no hemos podido lograr ese debate”, sostuvo.

Nota de Revista Verde N°107

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