La agricultura está recalculando su destino y también su camino

En la 24ª jornada anual de Barraca Erro, Federico Bert, de AACREA, concluyó que los agricultores deberán producir más, a un menor costo y con menor impacto ambiental
La agricultura y los agricultores “están recalculando el destino y también recalculando el camino”, dijo el director de Investigación y Desarrollo de AACREA (Asociación Argentina de productores CREA), Federico Bert, en la 24a jornada anual de Barraca Erro, que se desarrolló el 30 de julio, de forma virtual.
El investigador señaló, en primer lugar, que la humanidad sigue creciendo sin parar y evoluciona. “Y en esa evolución crece y cambia lo que la humanidad le demanda a la agricultura”.
Por otro lado, “los sistemas agrícolas van mostrando algunos indicadores de agotamiento. Las cosas como las venimos haciendo no dan los mismos resultados de hace algunos años”. Y en tercer lugar, “tal como pasó en otros ámbitos de la vida, las tecnologías irrumpen y nos obligan a cambiar”, explicó.
Bert indicó que, según algunas investigaciones, “desde 1980 y hasta la fecha, el consumo per cápita a nivel global de 14 cereales y oleaginosas, sin contemplar a China y a los biocombustibles, no ha tenido cambios importantes”.
Pero “el resultado cambia cuando se los contempla. Allí la foto es totalmente distinta, porque se nota que a partir del año 2000 aumenta notablemente el uso de estos cereales y oleaginosas per cápita. Eso se da por la evolución de la población de China y también por la gran cantidad cereales y oleaginosas que empezaron a usarse para la producción de biocombustibles”.
Señalo que “hoy, en muchos países importantes como Estados Unidos o países de la Unión Europea, Argentina y principalmente Brasil, más del 10% y en algunos casos de hasta el 30% del combustible que usamos en el día a día, viene de biocombustibles”.
Además, en la actualidad, “vemos que en los países desarrollados hay un auge de sitios donde se ofrece comida orgánica o comida natural. Esto claramente refleja un cambio en los hábitos de consumo”.
Agregó que el mercado de alimentos orgánicos “no para de aumentar, y representa unos U$S 100 mil millones por año. El incremento más fuerte se observa en Europa y en América del Norte, fundamentalmente en los países altamente desarrollados”.
Consideró que se va a un destino que está más lejos, porque hay necesidad de producir más y distinto, por los nuevos hábitos de consumo y el uso de productos. La demanda cambia y se segmenta. No solo crece en los países emergentes, por el aumento de la población, sino que se buscan productos distintos.
“Claramente la humanidad cambia los hábitos alimenticios y genera una demanda mucho más segmentada hacia la agricultura. Hay una tendencia creciente hacia el consumo de alimentos más saludables desde todo punto vista. Se suman sectores de la sociedad con mayor poder adquisitivo que valoran y están dispuestos a pagar por alimentos producidos de una manera distinta y cuidando el ambiente”.
No hay área agrícola suficiente para crecer
Bert señala que para producir más y distinto, puedo expandir el área agrícola y/o mejorar la productividad. Pero, recordó que la FAO muestra que la expansión del área cultivable manteniendo estándares ambientales, es limitada. “Queda espacio para el crecimiento en partes de África y en menor medida en algunos países de América del Sur”, dijo.
Este trabajo señala que aquellos países que producen mucho, como Estados Unidos, Brasil, o Australia, tienen pocas chances de expandirse. El promedio global de expansión de área agrícola marcado por FAO llega aproximadamente a 25%, “no es poco, pero no es suficiente para atender la evolución del crecimiento proyectado de la humanidad”, afirmó.
Consideró que el otro camino es disminuir la brecha productiva. “Hay una gran diferencia entre los rindes que se logran y los que potencialmente podríamos alcanzar con las herramientas que están disponibles”, dijo.
“Tanto en Uruguay como a nivel global, hay una brecha importante y los rendimientos se pueden aumentar con un mejor manejo, más preciso, para sacarle todo el potencial a la genética. La brecha para Uruguay se ubica entre 30% y 40% en maíz, entre 20% y 30% en soja y entre 50% y 60% en trigo. A nivel global hay consenso en que el camino para satisfacer la demanda viene por el aumento de la productividad y no tanto por la expansión del área agrícola”, explicó.
Recalculando y definiendo el camino para llegar al nuevo destino, aparecen restricciones. “No se puede tomar cualquier camino”, sostuvo el integrante de AACREA. Consideró que la restricción más importante es el reclamo que hace la sociedad, porque “está reclamando que tomemos el camino más seguro para la salud y el ambiente”.
Señaló que la sociedad se expresa en tres niveles: por el conflicto, las normativas y el mercado. “El conflicto es el más primitivo, luego vemos que la legislación restringe o regula la forma en la que se produce pensando en el ambiente. En esa línea, tendremos cada vez más normativas. Y, posiblemente, la expresión más evolucionada como sociedad apunte a los mercados, que resulta de las decisiones que tomamos como individuos. La sociedad comienza a valorar los procesos productivos, que respetan el ambiente. Un ejemplo son los envases de los productos que informan su huella de carbono o algún otro indicador ambiental”.
Se percibe que el camino por el que veníamos se está “rompiendo”, y “los sistemas muestran síntomas de agotamiento, aumentaron las malezas tolerantes y resistentes en los últimos años y tenemos más de 400 especies y biotipos resistentes, por lo menos a un principio activo. Es la reacción de la naturaleza a la forma en la que venimos haciendo las cosas. Eso motiva aumento de costos, más fitosanitarios con el impacto que tienen en el ambiente. Es el momento de repensar el camino”.
Opinó que la buena noticia es que “los agricultores siempre estamos en movimiento, buscando superarnos y solucionar cualquier problema que nos aparece. En ese recalculando hay un intento de resolución de los problemas que aparecen. A través de los cultivos de servicio se incorpora carbono al suelo, se cortan ciclos de malezas, todo eso es muy positivo. Pero entiendo que no será suficiente”.
El rol de las tecnologías
Para el director de Investigación y Desarrollo de AACREA, se debe apuntar a las tecnologías digitales. “La tecnología cambió absolutamente nuestras vidas en los últimos 10 o 15 años. Pasamos de la era del autógrafo a de la selfie; se captura muchísima más información, que además se puede compartir, y eso causa una revolución”.
Dijo que las tecnologías digitales “han cambiado mucho más nuestra vida cotidiana que la agricultura, que va un paso atrás frente a otros sectores de la economía”.
Recordó un trabajo de la consultora McKinsey sobre la adopción de tecnologías, que señala que la salud, construcción, seguros, turismo, avanzaron fuerte para mejorar muchos procesos de producción y comercialización, mientras que el agro en ese análisis aparece al final de la tabla.
Bert entiende que ese análisis lo hace una consultora muy seria pero tiene una visión muy general; de todos modos no significa que esté muy alejada de la realidad. “Hay una ola de nuevas tecnologías, principalmente digitales pero es muy bajo su uso; la oferta sobra. Sin embargo, en Argentina, cuando vamos al detalle, nos encontramos que la startup más exitosa no penetra en más del 10% del área o de los productores”, indicó.
A propósito, agregó que “nunca tuvimos tantas tecnologías digitales pero, sin embargo, la adopción todavía es muy baja, le estamos sacando muy poco jugo a la disponibilidad tecnológica. En el Censo Nacional Agropecuario de 2018, realizado en Argentina, se observa que el nivel de adopción de la agricultura de precisión, uno de los indicadores de la agricultura digital, no llega al 20%”.
Las tecnologías digitales y la digitalización de la agricultura “son elementos clave para mejorar la productividad y la eficiencia”. Pero Bert considera que “son más promisorias para conectar la oferta y la demanda”.
Explicó que “es la digitalización la que nos brinda la posibilidad de entender en tiempo real lo que el consumidor quiere, valora, no valora, y en función de eso reacomodar o ajustar nuestras cadenas de producción o nuestras cadenas de valor, para enfocarla 100% en ese objetivo. Esto es lo que se conoce como transformación digital”, resaltó.
El peso del consumidor
Consideró que los productores de commodities “siempre estuvimos muy enfocados en la oferta”, y no se observó lo que buscaba la demanda. “Eso no será así en el futuro y significa un cambio en la cultura productiva, que estará enfocada en las necesidades e intereses del cliente, y allí la transformación digital juega un papel mucho más profundo”.
Bert, que además de técnico es productor en el norte de la provincia de Buenos Aires, sostiene que se debe prestar mucha atención a la evolución del cliente, a la demanda. “Es indispensable que veamos como adaptamos nuestra gestión física y económica para cumplir con las normativas, las exigencias de los mercados, como las que tiene la colza en Europa”, señaló.
También agregó que en las cuestiones ambientales, “las normativas serán cada vez mayores y es indispensable que quienes toman las decisiones políticas lo hagan sobre la base de buena información, y entendiendo bien todas las problemáticas del productor agropecuario. Nadie mejor que un productor o un técnico para contar lo que sucede”
Pensando desde el lado productivo, “apuntaría a transitar un proceso de intensificación tecnológica, con el objetivo de liderar por costo y por bajo impacto”. Si bien la demanda avanza y se vuelve más sofisticada, eso no significa que no haya espacio para la producción de commodities. Por eso, para competir hay que liderar por bajo costo, mediante la eficiencia, porque si vendo commodities no defino precio”.
Bert explicó que liderar por bajo impacto apunta distinguirse en lo que se hace, buscando llegar a una demanda más específica, y que “la sociedad valore en términos económicos el proceso productivo”.
“Buscar nichos para desarrollar nuevos negocios que sumen valor al producir y vender commodities. Quizás sean los mismos productos, pero producidos con procesos distintos, que me permitan generar u obtener un mayor valor”, concluyó.