Syngenta y Grupo Macció realizaron una capacitación técnica focalizada en sanidad y nutrición de los cultivos, donde expusieron Carlos Pérez y Esteban Hoffman
En Uruguay “hay un problema con el zinc; tenemos niveles muy bajos, algo que no esperábamos”, admitió el ingeniero agrónomo Esteban Hoffman tras participar de una capacitación técnica focalizada en nutrición de cultivos, organizada por Syngenta y Grupo Macció.
Hoffman dijo a VERDE que “la respuesta a zinc puede ser muy importante”, y que se pueden perder “desde 600 hasta 1.000 kilos de soja” por hectárea y otro tanto de maíz, “sin darnos cuenta”, enfatizó.
Agregó que en esos ambientes, “hay respuesta segura si se utilizan las fuentes que contribuyen a corregir la problemática”. Por eso, dijo que “el objetivo es acercar la mayor y más fehaciente información sobre una situación relativamente nueva, para lo cual es súmamente importante actuar con conocimiento”.
Recordó que “hace cuatro años no hablábamos de zinc, es un tema que apareció de golpe”.
Dijo que en Argentina “se venía alertando sobre lo rápido que venían cayendo los niveles, pero acá los suelos son más arcillosos y con más materia orgánica, por eso se pensaba que no era un tema para nosotros. La realidad es que teníamos un problema y no lo sabíamos”.
En la actividad se mostró la información de un gran muestreo realizado por Unicampo Uruguay, de casi 700 chacras que conforman “un área bien importante”, que comenzó en 2017. “Los resultados fueron una gran sorpresa, ya que el 85% de las chacras estaba con niveles de zinc en suelo por debajo de lo que reporta la bibliografía como un valor crítico”, sostuvo Hoffman.
Recordó que el zinc es un micronutriente que tiene una dinámica muy particular con el fósforo en suelo, y también es particular adentro de la planta. “La sintomatología típica no puede ser utilizada como un elemento de diagnóstico, porque cuando la ves llegaste tarde. Además, podemos estar perdiendo kilos sin la sintomatología típica a nivel de hoja, en estos casos se habla de hambre oculta. Es un nutriente que no muestra las deficiencias como lo hacen otros. Cuando aparecen bajos valores de zinc la respuesta es segura, así lo señala la información generada por Unicampo”, sostuvo.
Como consecuencia de la caída en los niveles críticos de zinc, varias empresas comenzaron a evaluar sus fuentes de fertilizantes con zinc. “Por eso, en 2018/19 y 2019/20 se creó una red de evaluación de fuentes comerciales de distintas empresas donde se evaluaron todos los fertilizantes”, comentó.
En esos dos años, “la respuesta media se ubicó en casi 16%, tanto en soja como en maíz. Son datos que coinciden con los generados en Argentina, mientras que en México la respuesta puede llegar a 20%”, acotó.
Pero esto “es difícil de ver. Cuando vemos la sintomatología típica en soja ya es tarde para aplicar”, señaló. Además, dijo que “es importante mencionar que no todas las fuentes funcionan bien, no alcanza con que una fuente de fertilizante tenga zinc para asegurar la corrección en un ambiente deficiente”.
Hoffman consideró importante marcar que Unicampo Uruguay “no es INIA ni Facultad de Agronomía”, sino que es un equipo multidisciplinario, con un área de evaluación que trabaja con productores y empresas que buscan evaluar sus productos.
“En este trabajo la película empezó de atrás para adelante, porque comenzamos con la evaluación de fuentes foliares de zinc. Observamos que se agregan cantidades muy bajas por hectárea cuando ingresa por hoja. Los fertilizantes foliares a utilizar deben ser quelatados, para que el zinc ingrese rápidamente a la planta. Un cultivo se puede arreglar con 250 o 300 gramos de zinc por hectárea, y por eso estas fuentes de adaptan muy bien”, explicó.
Además, “debe tenerse en cuenta que estos productos no pueden caer al suelo, porque la eficiencia de uso disminuye de forma importante. Si bien el producto que cae se aprovecha, no tiene el mismo impacto que al llegar a la hoja. Porque para ser absorbidos por la raíz, las dosis tienen que ser mucho más grandes. Por eso la aplicación debe ocurrir cuando el surco se está cerrando”.
Consultado sobre los momentos de aplicación, Hoffman indicó que la información marca que la corrección tardía es la foliar, la temprana es con la semilla o con los fertilizantes basales. “Cuando hay ambientes muy deficientes, es clave la corrección temprana”, subrayó.
Hoffman afirmó que “es más confiable el fertilizante basal que la aplicación vía semilla, pero es importante recalcar que no sirve cualquier fuente de zinc para mezclar con un fertilizante basal que será absorbido por las raíces. Hay fuentes de zinc que tienen muy baja solubilidad, en cuanto a lo que entregan y pueden absorber los cultivos. Hay algunas fuentes que se aplican y el cultivo no se entera que hay zinc. Eso se puede utilizar para levantar los niveles, pero no para corregir una deficiencia. Sin embargo, recalcó que “hay fuentes muy efectivas”.
Las tendencias de la fertilización
Felipe Foglino, de Grupo Macció, dijo a VERDE que en los últimos 15 años la empresa ha ido superando los desafíos que plantea la demanda de nutrientes en la agricultura uruguaya, que ya “ha pasado con varios y hace un tiempo apareció el zinc”.
“Partíamos de fórmulas de macroelementos de nitrógeno, con foco en potasio, luego ganó terreno la relación de nitrógeno-azufre, también el azufre o el calcio cuando se dejó la fase de pastura, y desde hace un par de años se viene evidenciando la deficiencia de zinc, que nos llevó a generar datos de calidad en cuanto a las respuestas y fuentes”, repasó.
Foglino indicó que esta situación “nos brinda la gran oportunidad de trabajar, generar información y que nuestros clientes puedan acceder a ella, para tener mejores resultados”.
“Hoy tenemos la posibilidad de agregarle zinc a todas las mezclas que se están utilizando como fertilización basal de los cultivos; y después, ante una deficiencia severa, tenemos la oportunidad de poder corregir o tener respuesta, en ambientes que estén por debajo de una parte por millón de zinc en el análisis”.
En otro orden, agregó que Grupo Macció está trabajando con otras fuentes de fósforo, buscando atender las demandas productivas de los agricultores. “Se está evaluando el fósforo líquido, no para sustituir al sólido sino de forma aditiva, para buscar otro techo de rendimiento en planteos de alta tecnología y productividad. En ese planteo ingresamos con el orthofosfato”, señaló.
“Hasta ahora veníamos trabajando con pentóxido de fósforo (P2O5), entonces los niveles críticos del cultivo y la fertilización están en función de eso. Ahora aparece el polifosfato, el orthofosfato y tenemos que generar nueva investigación, nuevos niveles críticos de respuesta y sobretodo tener datos que le permitan al productor una ecuación económica favorable, para que pueda invertir y tener un retorno”, comentó.
Foglino señaló también que “la empresa busca estar a la vanguardia, y aportar soluciones, partiendo de lo que se observa en otros mercados y de la tecnología que el productor está utilizando, entendiendo los niveles de rendimiento que necesitan los cultivos para generar margen”.
En la actualidad, “vemos que nitrógeno, fósforo, azufre y potasio son nutrientes que se manejan muy bien, aspecto que ha impactado favorablemente en los rindes”.
Academia Rainbow es una propuesta de capacitación en línea, que permite a técnicos y productores adquirir conocimientos, con videos breves de referentes en cada materia
“El campo no para”, fue una frase repetida durante la pandemia del Covid-19, para remarcar que, a pesar de las dificultades que ha generado el coronavirus a nivel de la salud, la sociedad y la economía, la producción de alimentos siguió adelante. Y lo mismo tenía que suceder con el conocimiento asociado al sector. De las camionetas y las recorridas en los campos se pasó a estar frente a la laptop.
Al mismo tiempo, la oferta de actividades en línea se disparó. En ese marco, Rainbow pulió la plataforma a medida que ya venía preparando, y presentó su academia para productores, técnicos y asesores. Este es el primero de una serie de pasos que desde la empresa se vienen planificando para la producción y transmisión de contenidos hechos a demanda del público interesado en la materia.
A los productores o técnicos la plataforma les permite acceder cuando y como quieran, sin tener que atenerse a horarios, con contenidos cortos y concentrados. Algo que ya destacaron los usuarios de la Academia Rainbow, la primera de las iniciativas que lanzó la empresa este año.
La academia es un centro de entrenamiento técnico, fue creada por Rainbow, en un formato 100% digital y totalmente gratuito, y los interesados pueden acceder a través de la web de la empresa (www.rainbowconosur.com).
En los videos un especialista expone sobre una temática específica, con una duración de entre 10 y 12 minutos. Al terminar el video, el usuario debe responder a un cuestionario de múltiple opción, en línea, y si aprueba podrá acceder al siguiente video. Al terminar el módulo los participantes recibirán un diploma certificado (ver foto).
En 2020 se presentó el módulo Estrategias de Manejo para el Control de Malezas, donde se subieron tres videos. El primero fue sobre Control Cultural, que incluye la elección de cultivares junto a rotaciones, fecha y densidad de siembra, además de cuidados en la limpieza de los equipos. El profesional a cargo fue Mauro Mortarino, técnico argentino de la consultora Ojos del Salado.
El segundo se concentró en cultivos de servicio y coberturas, y estuvo a cargo del reconocido técnico Eduardo Peña, de Bolivia.
Y el último –hasta el cierre de esta edición– contó con la participación del referente en malezas del INTA Oliveros, de Argentina, Juan Carlos Papa. En esa instancia el tema fue el control químico responsable, que se enfocó en combinación y alternancia de los distintos modos de acción.
En lo que resta del año se completarán los módulos sobre malezas, y para 2021 y 2022 el foco estará en el control y manejo de la problemática de insectos, así como en las principales enfermedades que afectan a los cultivos.
“A poco más de un mes de su lanzamiento, y con más de 2.000 usuarios registrados, Academia Rainbow ya se perfila como un éxito y refleja la necesidad de la comunidad del agro regional de recibir capacitación y contenidos de calidad”, afirmó Alejandro Crespo, gerente regional de Negocios de Rainbow Conosur.
“Con una presencia sólida en la región y más de cinco años de trabajo cerca del productor, encontramos un espacio de contacto y comunicación, acercándoles soluciones a sus problemáticas diarias. Y lo hacemos con el acceso a los más destacados referentes, para poder seguir potenciando juntos los resultados del agro”, expresó el ejecutivo.
“Dinámica espectacular”
La investigadora Amalia Belgeri, de Agroterra, una de las principales referentes locales en malezas, remarcó tanto la presentación de los contenidos como la practicidad y comodidad de la plataforma.
Si bien es una especialista en el tema, Belgeri resaltó el nivel del contenido técnico y acceder a presentación de especialistas internacionales. “Permite ver la experiencia en otros países, ya que algunas veces estamos con el diario del lunes en materia de resistencias y, contar con elementos que pasan fuera del país, permite adelantar estrategias”, señaló la investigadora.
Con la lógica de la nueva normalidad y el surgimiento de muchas actividades en línea, Belgeri marcó la diferencia que da la academia. “La dinámica es espectacular. Son charlas cortas, a las que se puede entrar y oirlas cuando quiera”, remarcó.
En el mismo sentido se expresó Christian Decker, técnico comercial de Agrofuturo, quien también completó los tres primeros videos del módulo sobre malezas. “La experiencia con la plataforma de la academia fue muy positiva. Se puede acceder rápido y cuando tenés tiempo”, dijo; y consideró que se trata de una herramienta “interesante” para los productores.
Lo que se viene
El técnico de Agrofuturo destacó el “potencial” que tiene la plataforma de Rainbow hacia adelante. Sugirió ir a contenidos diferenciados de acuerdo a los conocimientos y el tipo de especialización de los usuarios.
Esto es algo en lo que ya está trabajando Rainbow, para presentar cursos u otro tipo de contenidos más especializados, ya sea para técnicos y/o investigadores, según adelantaron desde la empresa.
La academia es el puntal de la plataforma, para la cual ya se están analizando nuevas dinámicas como, por ejemplo, ofrecer a socios estratégicos o clientes de Rainbow la producción y ejecución de los contenidos que ellos requieran.
Surco Seguros destaca su propuesta, que incluye un sistema de peritaje innovador y transparente, obtenido de información que llega directamente desde la cosechadora
Surco Seguros ofrece al mercado un seguro de rendimiento mínimo garantizado para los cultivos de soja y maíz. “Su nivel de objetividad es único en el mercado, tanto en Uruguay como en la región. Se utiliza tecnología para el peritaje, la transmisión y acceso de información, desde la cosechadora a la mano del productor y la compañía aseguradora”, dijo a VERDE, el asesor comercial agrícola de Surco Seguros, Pablo Quintana.
Mediante sensores ubicados en cada cosechadora, se registra la producción de la máquina a la vez que se transmite esta información a las manos del productor y la aseguradora, lo que permite monitorear los resultados en tiempo real.
Indicó que “esta innovación garantiza seguridad, dado que estos procedimientos están habilitados y auditados por el LATU, a la vez que permite generar un historial de rendimientos de cada productor. Esto permitirá que en el futuro se puedan ofrecer coberturas totalmente personalizadas, y así acceder a mejores productos”.
Esta es la tercera zafra en que la compañía pone a disposición del mercado esta herramienta, y Quintana señaló que “la demanda por seguros de rendimiento es creciente”.
En ese sentido, recordó que en 2018 se desarrolló un plan piloto en conjunto con la Agencia Nacional de Innovación e Investigación (ANII), “una herramienta que cubriera los rendimientos mínimos para soja”, y actualmente también está disponible para maíz.
Pero, a su vez, esta novedad también incluye los seguros básicos nominados como la resiembra, daño por granizo, incendio, viento, helada y cosecha descartada.
Quintana explicó que “lo novedoso de este seguro de rendimiento es la forma de peritarlo”. Para ello Surco “utiliza mucho la tecnología, como el monitor de rendimiento”; de esta manera “vemos lo que está cosechando en el mismo momento que el productor”, destacó.
En el monitor de rendimiento se coloca un chip –proporcionado por Surco–, que aporta los datos de cosecha minuto a minuto. Así, “al cerrar la chacra se obtiene el promedio de lo cosechado y se evalúa si el seguro se activa o no, de acuerdo a la cobertura contratada”.
Por eso, asegura que “en Surco el sistema de peritaje es totalmente tecnológico y esa es una diferencia que tenemos en relación a otras compañías”, ya que de esta manera “el riesgo de tener un error se minimiza mucho”.
Funcionamiento
Las especificaciones del seguro mínimo de rendimiento se basan en una tabla que indica cuántos kilos se pueden asegurar, dependiendo del departamento y la zona donde esté ubicada la chacra de soja o maíz. Ese rango de cobertura va desde los 1.000 kilos hasta 1.800 kilos por hectárea en soja, y desde 3.500 kilos hasta 5.000 kilos por hectárea en maíz (dependiendo si es de primera o de segunda).
A modo de ejemplo, Quintana explicó que “en el departamento de Soriano y para el cultivo de soja hay cinco opciones de cobertura: de 1.000, 1.200, 1.400, 1.600 o 1.800 kilos (por hectárea)” y que “cada una tiene una prima de seguro distinto”.
Subrayó que “la compra del seguro incluye los riesgos nominados del inicio; si el productor debe resembrar se paga la resiembra, si hay un evento de granizo también se paga”.
En esos casos, “se corrige la cantidad de kilos asegurados, a través de un cálculo del porcentaje de daño, y se descuentan los kilos de acuerdo a los eventos que generen daño”.
De no tener ningún evento de ese tipo, en la etapa de llenado de grano o floración, cuando se percibe que hay un potencial de menor productividad que los kilos que se aseguró, “se denuncia esa situación para activar el seguro de rendimiento”.
La misma metodología también está disponible para maíz, con la diferencia de que los rendimientos para el cereal van hasta los 5.000 kilos.
Cuando el productor realiza la denuncia a Surco Seguros, la compañía envía un perito para comprobar que la potencial baja de rendimiento que se calcula no sea por factores agronómicos. Así se descarta que la caída del rendimiento no esté asociada a un “mal manejo de malezas, de fertilización o enfermedades”.
Seguridad que vino para quedarse
En 2019 pese a no haber tenido denuncias, Surco instaló el chip en algunas cosechadoras para demostrar la calidad de la información que se generaba y se podía enviar. De esa forma, se simuló una denuncia “y el resultado fue excelente”, dijo Quintana. Agregó que “el productor ve a este seguro como una herramienta que vino para quedarse, porque le da más estabilidad y seguridad al negocio”.
Además, sostiene que “con esta herramienta logramos cubrir lo que antes no se cubría, porque los seguros anteriormente cubrían caída de rendimiento por granizo o viento, pero nunca por sequía, que es lo que lamentablemente pasa en diferentes niveles”.
Enfatizó que “esto te da la seguridad de que, si estás haciendo las cosas bien pero hay 20 días de déficit hídrico que generan un perjuicio de rendimiento y se registra una pérdida de 800 o 1.000 kilos por hectárea, se puedan recuperar con un seguro”.
Se adapta a cada necesidad
Aparte de la tabla rígida que Surco Seguros utiliza para determinar los kilos de rendimiento por hectárea que cada productor puede cubrir, dependiendo de cada cultivo y de la zona donde esté ubicada la chacra, Quintana explicó que en la compañía “tenemos la posibilidad de cotizar un seguro de rendimiento a la medida de cada productor”.
Indicó que si el agricultor “tiene una base de datos de los últimos cinco años, potente y auditable, que nos permita conocer el rendimiento exacto de esa chacra en ese tiempo, podemos personalizar el seguro a los kilos que precisa o que creemos que le podemos cubrir”.
De esta manera, se puede acceder a una cobertura que no tiene que estar necesariamente topeada en 1.800 kilos para soja y 5.000 kilos por hectárea para maíz.
Quintana aseguró que desde julio “tenemos muchos llamados y muchas reuniones con productores que nos consultan en qué consiste la cobertura”.
Agregó que “otros agricultores ya nos proporcionan su registro histórico de rendimientos y nos piden que adaptemos el seguro a sus necesidades”, mientras que enfatizó que “la demanda es creciente”.
La experiencia comenzó en 2018, con un plan piloto que llegó a cubrir 3.000 hectáreas de soja; y en 2019 la herramienta fue lanzada oficialmente al mercado, llegando a cubrir 20.000 hectáreas, en varios departamentos.
La experiencia se lleva a cabo en Treinta y Tres, en un sistema que integra pasturas y soja; el cereal requirió de una inversión entre 20% y 30% inferior al sistema tradicional
Por primera vez en Uruguay se está llevando a cabo un proyecto de validación de producción de arroz regado por aspersión. El proyecto de dos años, de los cuales ya transcurrió el primero, mostró que los costos totales de producción del cereal podrían disminuir respecto al sistema tradicional, con riego por inundación
El experimento incluye una rotación con soja y pasturas, y su objetivo es maximizar la producción y rentabilidad todo el sistema en su conjunto.
Gonzalo Zorrilla, responsable técnico del trabajo de validación, dijo a VERDE que se ha cerrado la zafra 2019/20 de arroz y de soja y aún falta cerrar el ciclo ganadero. Explicó que el experimento “deja mucha información de un sistema de rotación arroz, soja y pasturas regadas por pivot”.
En el caso del arroz se sembraron dos variedades de INIA: Olimar y Merín, y los rendimientos de arroz sano, seco y limpio fueron de 7.400 y 9.300 kilos por hectárea (kg/ha), respectivamente.
Señaló que “nuestra meta mínima era alcanzar 7.500 kg/ha” y, por eso, confirmó que “los resultados superaron la expectativa”.
El proyecto de validación es liderado por la empresa uruguaya GND-BR SRL, representante de los equipos de riego Krebs en Uruguay, en alianza con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), la empresa de maquinarias y equipos Aramis SRL y el apoyo técnico de la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria (EMBRAPA), algo que “nos ha ayudado mucho, porque en cada paso que damos tenemos a quién consultar”, dijo Zorrilla.
Además, se cuenta con la financiación parcial de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).
Otro aspecto importante de este proyecto de validación fue el referido a los costos. En ese sentido, Zorrilla señaló que “la hipótesis que se maneja es que uno puede alcanzar los rendimientos normales que obtienen en la producción de arroz por inundación, pero disminuyendo significativamente los costos y ese era un punto clave”.
Confirmó que, aunque falta realizar un estudio comparativo más exhaustivo, “el cultivo en su conjunto tuvo una reducción sustancial de los costos, al comparar los costos de producir arroz por inundación”.
Explicó que “tuvimos un costo de US$ 1.250 por ha para la variedad INIA Merín y de US$ 1.223 por ha para la variedad INIA Olimar”, cuando normalmente el costo variable de producir arroz inundado está en torno de los US$ 1.700 por ha. “Estos son números iniciales que deberemos confirmar en la próxima zafra, pero se aproximan mucho al 20% o 30% de reducción de los costos que señalan las experiencias de Brasil”, señaló.
En estos cálculos incluyen los costos directos del cultivo, la energía y costos de funcionamiento del riego, un canon por el uso del agua, cosecha, transporte, secado y renta de la tierra”.
Zorrilla aclaró que en esta etapa no se considera la inversión del pivot, porque para ello “queremos tener también los resultados de la soja y la ganadería”.
Agregó que “modelando un sistema de riego de dos pivot de 70 ha de arroz y 70 ha de soja, el costo de la inversión en el sistema de riego es de US$ 126 por ha al año. Ese costo es el que deberemos contrastar luego con los ingresos y márgenes netos de todo el sistema”.
Las variedades sembradas
Zorrilla admitió que “no sabíamos cuál iba a ser el comportamiento de las variedades” y que por eso se definió “sembrar un ciclo corto, para disminuir el costo del riego”. Pero al mismo tiempo “teníamos los datos de Brasil, de que las variedades de ciclo largo se comportan mejor, y eso fue lo que pasó”.
Agregó que la decisión de sembrar la variedad INIA Olimar fue también para comprobar “cuántos problemas de enfermedades podíamos tener, pero no tuvimos ningún problema”.
En base a estos resultados, confirmó que “la variedad INIA Merín se adaptó mucho más al sistema que la variedad Olimar. Y, por otra parte, se confirmó algo que nos decían desde Brasil: que las mejores variedades para riego por aspersión son aquellas que están bien adaptadas al sitio para sistemas de riego por inundación común”.
Señaló, además, que no hubo problemas de malezas. El único problema fue “al momento de la siembra, por las precipitaciones que se registraron”, lo que produjo una lenta instalación y baja población de plantas.
Por otra parte, detalló el manejo de herbicidas: “el plan fue realizar una aplicación pre siembra de glifosato, otra pre emergente de glifosato y clomazone, y luego una aplicación pos emergente de clomazone, propanil y furoxipil”. Para la variedad INIA Olimar se aplicó un fungicida preventivo, a pesar de que nunca se observó presencia de bruzzone. En INIA Merín no se utilizó ningún fungicida”.
Aumentó el uso de fertilizantes
Si bien disminuyó el uso de herbicidas, Zorrilla señaló que “sí hay un incremento del uso de fertilizantes”, porque “no tenemos la inundación que favorece la liberación de nutrientes del suelo”. Por eso, “tuvimos altas aplicaciones de potasio (110 kilos), fósforo (90 kilos) y nitrógeno (180 kilos).
Además, “tuvimos un costo extra de encalado pre siembra, porque el PH era 4,8 y no teníamos la inundación que nivela el nivel de PH. El costo del encalado se distribuye en cinco años, que es lo que se estima dura una aplicación de caliza de 2.400 kg/ha”.
Para definir el criterio de fertilización, Zorrilla comentó que se realizaron “análisis de suelos y nos basamos en las recomendaciones de EMBRAPA, ya que no tenemos datos nacionales para un sistema como este”.
Otro de los datos fundamentales fue la cantidad de riego necesaria. Mientras que “los datos de investigación señalan que se utilizan entre 600 milímetros (mm) y 700 mm de riego en sistemas como este”, aquí “fueron 824 mm para la variedad INIA Olimar y 924 mm para la variedad INIA Merín”, porque “fue un año extremadamente demandante de agua. Y “a partir de fines de diciembre tuvimos que regar todos los días prácticamente”, dijo Zorrilla.
De todas maneras, advirtió que “son niveles interesantes, pero siguen estando por debajo del volumen de agua que se usa por inundación, en donde se estiman unos 1.200 mm, pero seguramente en esta zafra se utilizó bastante más”.
Por eso, subrayó que “se gasta menos agua y el rendimiento es muy similar”, al tiempo que “los costos son menores”.
Otro de los aspectos importantes que se confirmó en este sistema es que no hay “problemas de arsénico ni metales pesados en los granos, un tema que ha generado problemas en mercados”.
A su vez, el sistema de riego por aspersión permite utilizar esta tecnología para la aplicación de fertilizantes y agroquímicos, lo que será utilizado en la próxima zafra y puede reducir algunos costos.
Sobre la diferencia en los costos, Zorrilla considera que “el gran impacto se genera en la eliminación de los movimientos de tierra, se aplica glifosato y se hace 100% de siembra directa”.
Los números finales
El responsable técnico del trabajo de validación destacó que “la calidad del arroz fue excelente y los rendimientos más que atractivos, al tiempo que no hubo problemas de enfermedades”.
En relación al resultado económico, dijo que teniendo en cuenta el precio provisorio actual del arroz, de US$ 10,30 por bolsa, la variedad INIA Merín registró US$ 1.910 de ingreso bruto por ha, con un margen de US$ 660 por ha, “lo que es excelente en cualquier realidad”. Para la variedad INIA Olimar el número es la mitad, “pero también un muy buen resultado”, señaló.
Como reflexión de este primer año de experiencia, Gonzalo Zorrilla cuenta que la meta del proyecto es generar coeficientes técnicos que permitan a los interesados analizar adecuadamente la factibilidad de un sistema de este tipo en sus establecimientos.
“Es claro que para producir de esta manera se necesitan productores que tengan en sus manos todos los factores de producción y propietarios de la tierra o con arrendamientos de largo plazo”, comentó.
De todas maneras, sostuvo que “es interesante, porque habilita el uso del agua en áreas que no estaban previstas” y, en este caso, ya que se sembró arroz “en zonas de lomadas que estaban dedicadas a la ganadería y a la soja”.
La ganadería y la soja
El sistema de rotación con pasturas permite la recría de terneros en raigrás que se regó dos veces, “lo que generará un ingreso extra”, pero “además deja un rastrojo para el cultivo que le sigue que será mucho mejor de lo que había”, destacó Zorrilla.
Los terneros ingresaron al sistema con 170 kilos, a principios de junio y la expectativa es que logren una producción por encima de los 100 kilos de carne por hectárea.
La soja en este sistema rindió 3.050 kg/ha y ya se hacen planificaciones de ajuste de manejo para aumentar ese rendimiento, a “por lo menos 3.500 kg/ha”. El costo de la soja fue de US$ 900 por ha, incluyendo el costo de riego correspondiente.
Esta iniciativa se está llevando adelante en el establecimiento El Arroyito, de Ramiro y Martín Gigena –en la zona de Vergara, Treinta y Tres–, que son los que llevan adelante todo el sistema productivo bajo riego por aspersión,
El proyecto cuenta con el apoyo de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), la Gremial de Molinos Arroceros (GMA) y la empresa de bioinsumos Lage-Lallemand.
Se trata de un producto de la compañía Lesaffre, de Francia, y llega al país con 11 años de evaluación ininterrumpida, e impactos destacables en rinde y calidad de grano
CPY Agronegocios lanzó al mercado uruguayo Smartfoil, un bioactivador orgánico en base a metabolitos de levaduras. “Es un producto para la agricultura extensiva, creado por la compañía francesa Lesaffre. Permite incrementar el rendimiento entre 6% y 12%, dependiendo del cultivo, suelo y año. Además, genera impactos positivos en la calidad del grano, algo que ya se pudo obervar en las chacras uruguayas”, dijo a VERDE Julián Capandeguy, director de CPY Agronegocios.
Agregó que Smartfoil es un bioactivador que permite incrementar el rendimiento del cultivo, mitigando el efecto de los factores abióticos, estimula el metabolismo interno de los cultivos y promueve la eficiencia en el uso de los nutrientes. “Este tipo de productos es muy utilizado en Europa, pero en Sudamérica es innovador en cultivos extensivos. Aporta cuatro tipos de respuestas: genómica, metabólica, celular y fisiológica”, detalló.
Agregó que el producto “tiene una fuerte presencia global, con más de 11 años de ensayos con diferentes instituciones (INTA, Universidades y grupos CREA de la región) y los técnicos referentes de cada país, dándole una consistencia mucho mayor al producto, diferenciándose del resto”.
Por otra parte, Capandeguy recordó que “Lesaffre realizó una inversión de US$ 20 millones solo para llegar a los estándares, donde estos metabolitos de levadura son concentrados 11 veces para obtener un producto de calidad y homogeneidad”.
Destacó que “el productor quedó muy conforme con los resultados de la pasada campaña de invierno, con los cultivos de trigo, cebada y colza, y eso motivó a que se volviera a utilizar el producto en la campaña 2019/20 en soja, maíz y pasturas. Allí los resultados fueron similares e incluso mejores a los de los ensayos y evaluaciones, dejando normalmente una diferencia de US$ 60 a US$ 90 por hectárea, descontado el producto”.
En rubros intensivos, como la viticultura, el empresario destacó que “se trabajaron con muchos viñedos, ubicados desde Colonia –donde se encuentra la ruta del vino–, hasta Maldonado. Entre las más reconocidas aparecen Bodega Traversa –de Grupo Traversa– y Bodega Garzón, considerada la segunda mejor bodega del mundo por el ranking The World´s Best Vineyards”, indicó Capandeguy. Y afirmó que en ese rubro, “los resultados fueron acorde a lo esperado”.
Informó que “este año también sumamos otro rubro para Smartfoil: el arroz, en la zona Este, Noreste y Norte de Uruguay, donde el producto tiene evaluaciones muy destacadas, además de los ensayos de alta consistencia que se realizaron en Brasil”.
Capandeguy adelantó que en arroz “vamos a trabajar en conjunto con la empresa Zagro, del ingeniero agrónomo Felipe Lago, quien tiene vasto conocimiento en el rubro”.
CPY Agronegocios cuenta también con tres unidades de negocios adicionales: “un novedoso sistema de dietas líquidas, semilla fina para exportación –en alianza con Agropick– y compra-venta de ganado, así como capitalización de haciendas”, señaló Capandeguy.
Finalmente, confirmó que “hay conversaciones con empresas para comercializar productos fitosanitarios orgánicos”.
A propósito, el empresario comentó que se observa una demanda de los productores “hacia una senda verde”, por lo que el desafío es tener una paleta de productos que aporten mejores resultados, que sean fáciles de adquirir y orgánicos.
El ingeniero agrónomo Bernardo Mendiola, asesor de varias empresas ganaderas, analizó la tendencia de los sistemas productivos que logran los mejores números económicos
A pesar de las circunstancias de bajas de precios y problemas comerciales que se generaron con el coronavirus, “se nota a nivel productivo que hay un clima de empuje, inversión, ganas de hacer cosas, de buscar estrategias para maximizar los resultados económicos”, dijo a VERDE el asesor ganadero Bernardo Mendiola.
El ingeniero agrónomo analizó que un enfoque más empresarial “se empezó a ver más claramente primero en la agricultura y después en la ganadería. Vemos cada vez más que el productor está preocupado por maximizar los resultados y busca las estrategias para lograr la mayor rentabilidad posible”.
Eso lo lleva a “incorporar cada vez más tecnología, a afinar procesos, a buscar mejorar las distintas etapas y optimizar por todos lados, buscando rentabilidad y mejorar el ingreso económico”, destacó el profesional.
También puntualizó que el aumento del valor de la tierra y el incremento de los costos fijos hacen que “la vara del rubro esté bastante más alta que la de hace 10 o 20 años atrás”.
A propósito, agregó que “si comparamos lo que valía un arrendamiento hace 20 o 25 años, y lo que valían los costos fijos de cualquier estructura ganadera, vemos que estamos en un escenario que nos obliga a pensar en la forma de producir para enfrentar estructuras de costos que son cada vez más altas”.
Consideró que eso “se está logrando, y es la razón por la que encontramos sistemas criadores que incorporan cada vez más tecnología, que buscan maximizar índices de preñez, de procreo, etc. Sistemas de recría que incorporan pasturas, suplementos, que buscan maximizar la producción de carne por hectárea, cuidando los costos. Los sistemas de engorde lo mismo, hasta el corral de engorde que como negocio involucra costos altos, pero que también tiene sus beneficios, que acelera los ciclos y permite también optimizar esquemas de producción”.
De la soja a las pasturas
Sobre los cambios más notorios que se observan en los sistemas productivos, Mendiola respondió que lo primero y más importante es que “la caída del precio de la soja hace bajar el área del cultivo y deja lugar para incluir una ganadería basada fundamentalmente en pasturas sembradas. Es decir, que el área de soja que queda libre, pasa a la producción de pasto”.
Y planteó dos situaciones en el país. Por un lado, la zona de los campos de mayor aptitud agrícola, donde la soja continuó siendo un buen negocio, pero la tendencia a la sustentabilidad hizo incluir rotaciones con pasturas.
Allí la ganadería entraría como un socio de la soja, o un medio para que el cultivo sea rentable y sustentable desde el punto de vista del cuidado del suelo.
Por otro lado, la situación de los campos más marginales, donde la soja entró cuando los precios del grano superaban los US$ 400 o US$ 500 por tonelada, y fue desplazada casi definitivamente por sistemas ganaderos, con un componente de pasturas sembradas.
“En esos casos muchas veces se incorporaron, además, como cabeza de rotación o para limpiar campos que continúan en esquemas de pasturas, cultivos forrajeros como el sorgo, el maíz o eventualmente soja y así reciclar el esquema pastoril”, señaló Mendiola.
El ingeniero agrónomo agregó que se ven fundamentalmente dos o tres años de cultivos, donde entran por lo menos dos años de soja, a veces alguna gramínea de verano, como maíz, y después tres o cuatro años de pasturas, fundamentalmente festuca, trébol blanco, lotus; o festucas puras; y en algunos casos también pasturas en base a alfalfa.
Comentó también que en algunos casos se ven sistemas con fase de pasturas más cortas, donde se prioriza la fase agrícola, y allí se dan rotaciones basadas en pasturas de dos años, sobre todo cebadilla, trébol rojo o raigrás.
Durante la fase agrícola también se incluyen cultivos de invierno, como trigo, cebada y colza.
Estos sistemas, por el tipo de pasturas que incluyen, van directamente a recría o engorde. Fundamentalmente recría, son machos o hembras con destino posterior a engorde para faena, donde se arranca con un ternero en otoño, de 160 o 180 kilos, y llega hasta los 350-400 kilos, indicó.
Los destinos finales son invernadas; pueden ser a corral o engorde en base a pasturas. Los sistemas de engorde son básicamente desde 350 hasta los 500 kilos, con destino a faena.
En muchos de esos casos de recría también se incluye la suplementación estratégica del ternero, “para sostener carga y buenas ganancias en el primer invierno. En general se suplementa con energía a base de granos forrajeros, subproductos o raciones balanceadas. Y después, en los sistemas de engorde, se busca muchas veces sostener cargas en el invierno, adelantar o acelerar ganancias, para lograr retornos o extracciones más rápidas de los animales en terminación”, detalló Mendiola.
Comentó que el corral también está presente en estos sistemas, sobre todo en los que incluyen rotaciones con cultivos forrajeros (maíz, sorgo o cebada), que generan una oferta de granos que permiten validar esquemas de confinamiento.
Esos sistemas muchas veces tienen base pastoril, que se generan o destinan fundamentalmente a la recría, llegando a los 380 o 400 kilos. Esos animales se terminan en corrales del mismo establecimiento, que están en el esquema de producción, con granos producidos en la misma rotación agrícola / forrajera.
Por otra parte, en los sistemas más agrícolas, si bien la ganadería puede generar retornos similares a los de la agricultura medidos en dólares por hectárea por año, fundamentalmente comparados con los cultivos de soja o la rotación, demanda un capital mayor de inversión por hectárea, y también más trabajo y esfuerzo para lograr ese retorno, señaló.
Por lo tanto, es “menos atractivo, pero es una especie de socio necesario, para tener una agricultura sustentable en el tiempo. En ese tipo de sistemas la ganadería es un negocio interesante, pero comparado con la agricultura demanda más capital y, en algunos casos involucra un poco más de riesgo”, advirtió.
El corral
Una vez que el animal llega a los 350-400 kilos, con un resultado en la etapa pastoril, se evalúa la conveniencia o no de seguir adelante con una ganancia de otros 100 o 150 kilos en el corral. Todo dependerá del margen que genere el encierro, explicó Mendiola.
Agregó que en la mayoría de casos pasa que hay un margen adicional que se suma al que viene de la etapa pastoril.
El asesor consideró que “el corral es una herramienta que vino para quedarse. Lo veo como una opción más en los sistemas ganaderos. En nuestros sistemas de producción hay lugar para animales engordados a corral y también a pasto. Es necesario tener determinadas condiciones para que el corral sea un negocio rentable y poder ser llevado a cabo en un contexto para generar beneficios claros”.
Planteó que Uruguay, además, incrementó significativamente su producción de granos, y tiene una oferta importante de granos forrajeros producidos en el país, a los que se suman los importados de la región y subproductos.
“El corral ha demostrado ser un negocio rentable, asociado a los esquemas pastoriles, genera beneficios, no solo como un negocio en sí mismo sino también transfiriéndolos hacia la etapa pastoril, permitiendo manejar más eficientemente la carga a quienes disponen de un corral al final del ciclo”, subrayó.
También señaló que Uruguay se está posicionando en la oferta de carne de corral. “Tenemos la ventaja de tener un tipo de producción a corral que es libre de hormonas y de antibióticos, y eso nos hace diferentes de los grandes productores de corral, como por ejemplo Estados Unidos y Australia. Ahí también veo una oportunidad de colocación, que ya se está dando”, afirmó.
Las zonas más ganaderas
Por otro lado, hay sistemas más ganaderos, donde la soja entró más ocasionalmente, producto del precio. Son los que están en las zonas centro, este, sur o norte del país, con niveles de productividad en pasturas sembradas inferiores a los de las zonas más agrícolas.
“Ahí hablamos de 400 o 450 kilos de carne por hectárea de pastura sembrada, pero los valores de arrendamiento de esas tierras o su costo de oportunidad es mucho menor, entonces ahí la ganadería pasa a ser considerada de una manera diferente. Pasa a ser un negocio que, con esos niveles de productividad y la inversión que demanda, es bastante más atractivo, porque el costo de oportunidad es mucho más bajo que el de una renta agrícola del litoral o un ingreso agrícola en el litoral”, indicó el agrónomo.
Señaló que el negocio agrícola sigue siendo una referencia para quienes en algún momento arrendaron dichas áreas para agricultura. “Esa renta cambió o el agricultor se fue, pero se sigue considerando esa referencia. El propietario recuerda que en esos campos ganaba US$ 150 o US$ 200 por hectárea sembrada, y ahora la ganadería tiene que correr con ese desafío, de al menos cumplir con esa renta y poder generar un margen por el capital que se le asigna a ese nuevo negocio”, comentó.
Actualmente se toma como referencia para el valor de arrendamiento unos 300 o 400 kilos equivalentes de soja, o sea US$ 100 o US$ 130 por hectárea de tierras sembrables.
Además, “la ganadería es vista más como un negocio en sí mismo. En general esas áreas de mayor potencial están asociadas a extensiones mayores de campo natural. Son esquemas donde puede funcionar la recría o engorde sobre pasturas sembradas, pero a su vez hay áreas de campo natural donde hay un sistema de cría, que provee parte de la reposición”, señaló.
Sobre las áreas de pasturas sembradas, se producen unos 400 o 500 kilos de carne por hectárea, y en los campos naturales entre 70 y 90 kilos. “La producción total dependerá de la proporción de pasturas sembradas y campo natural”, indicó el asesor.
Puso como ejemplo un esquema ganadero que venía funcionando exclusivamente a campo natural, con una productividad de 70 u 80 kilos de carne por hectárea, que podría pasar a unos 120, 130 o 160 kilos, considerando parte de esa área que vuelve de la agricultura y se incorpora como pastura sembrada.
“Hay años en que se hace soja, como para limpiar los campos y seguir en ganadería. Ahí la rotación está mucho más enfocada en la ganadería y la fase de pasturas. Como el cultivo de verano no es tan rentable, lo que se busca es maximizar la etapa de pasturas, buscar la mayor longevidad de esa pastura, de modo de poder amortizar el costo inicial de implantación en una mayor cantidad de años posibles, y ahí la etapa de cultivos pasa a cumplir un rol fundamental de control de malezas, y poder reciclar la chacra para volver a instalar una pastura en condiciones”, detalló.
En esos casos se ve algo de soja en algunos campos, pero también se cambió mucho el cultivo para limpiar o como cabeza de rotación a un cultivo forrajero, como sorgo o maíz para la producción de grano o planta entera, agregó.
Analizó que, en muchos de esos sistemas, en la medida que se empiece a incrementar el área de pasturas de invierno, el verano pasa a ser una limitante en la producción de forraje, ya que fundamentalmente la festuca baja mucho en su producción y hay que liberar dichas áreas. “Se necesita disponer de un área de verdeo de verano, frecuentemente entra el sorgo forrajero tratando de cubrir esa necesidad de pasto en verano, o en algunos casos también entran otras alternativas”, indicó.
Ganaderos se enfocan en la recría
Mendiola observó la tendencia de que muchos productores se enfocan más en la recría y dejan la invernada a los corrales. “Hay relaciones de precios que se están dando entre el ternero y un novillo de 350 o 400 kilos para corral, versus la relación de precios de ese ternero con un novillo gordo. Esas relaciones hoy favorecen al negocio de recría, además de que por sus características biológicas, ser más eficiente y generar menores costos en la etapa de producción. Todo eso hace que se estén volcando algunos sistemas que terminaban en un novillo gordo a pastura, a producir un novillo liviano, de 350 o 400 kilos, con destino a un corral de engorde”, comentó.
Agregó que esa tendencia responde a la conveniencia del negocio, porque son negocios más cortos, y también a un mercado fluido, que demanda ese novillo para corral.
“Entiendo que estos sistemas de engorde intensivos a pasto que generaban extracciones en plena poszafra son los más sustituidos hoy por la recría. Por otra parte, los ganados gordos de corral se concentran más en la primera etapa de la poszafra, y generan un bache hacia la segunda parte de la poszafra, hacia el final del invierno y principio de la primavera”, concluyó el asesor.
Greising y Elizarzú apunta a seguir creciendo en Uruguay, con delivery, seguro y una inversión de US$ 400.000 en silos; además está evaluando variedades en Brasil
Sojas Cardinal, la marca de semillas de Greising y Elizarzú (GyE), cumple 10 años en el mercado uruguayo y se posiciona como “la marca nacional con mayor participación del mercado, y en la última zafra nos posicionamos como la segunda empresa con más venta de semillas de soja”, destacó a VERDE el gerente comercial de GyE, ingeniero agrónomo Vittorio Riani.
A propósito, remarcó la evolución comercial de estos productos, que “desde la primavera de 2010 hasta la fecha, han mostrado un crecimiento prácticamente continuo”.
Delivery Cardinal
El ingeniero agrónomo Carlos Dalmás, gerente general de esa empresa, dijo a VERDE que la compañía ha realizado desde el comienzo una fuerte inversión en logística para contar con un servicio de entrega de semillas de soja.
“Lo llamamos el delivery de Cardinal, que claramente es diferente en el mercado, porque logramos entregar nuestra semilla en tiempo y forma a productores ubicados en diferentes zonas de nuestro país y, en general, sin necesidad de reservar una cantidad mínima. Esto es un diferencial que tiene un costo extra, que asume GyE, y hay que considerarlo a la hora de ponerle el precio a la semilla. Prácticamente el 90% de la comercialización de sojas Cardinal sale vía delivery. Es un gran esfuerzo económico y logístico pero ha funcionado muy bien”, destacó.
Además, señaló que “una parte importante de nuestro negocio, y lo que nos ha permitido crecer, es la capacidad de brindar servicios diferentes al productor”.
En esa línea, Riani se refirió al seguro de resiembra de soja por 30 días, para enfrentar inclemencias climáticas. “Eso surge por un convenio con el Banco de Seguros del Estado, que ya tiene siete años. Es un seguro que ha funcionado muy bien, y hemos sido la única marca que tiene esta propuesta incluida en el costo de la semilla”.
Dalmás dijo que GyE es una empresa familiar, “lo que permite tener una atención personalizada, con un personal comprometido e involucrado en cada una de las áreas. Se toman decisiones rápidas y ágiles, y esa velocidad ayuda al ritmo y opciones de negocios”.
Las semillas de sojas Cardinal se comercializan con diferentes opciones: curadas o sin curar, inoculadas, “a pedido del productor”, comentó. También se realiza a demanda “algún otro tratamiento, como la inclusión de algún estimulante o nutriente dentro de la semilla”, indicó Riani, quien resaltó que “desde el comienzo las semillas tienen la posibilidad de salir curadas”.
Dalmás informó que GyE está sumando en su planta ubicada en Tarariras (Colonia) cuatro silos pulmón de 400 toneladas, totalizando 1.600 toneladas, “que le dan mayor versatilidad al recibo de semillas, que van a contribuir a una mejor calidad del producto final”. La inversión se ubica en torno de los US$ 400.000.
Portafolio
Riani señaló que en la actualidad, la empresa ofrece seis materiales: GE516, GE 616 IPRO, GE 642, GE 684, GE734 y GE 590. Esta última, “fue la variedad más vendida del mercado” en la zafra anterior, afirmó.
Sobre GE 590, explicó que “es un material muy conocido a nivel nacional, con muchas virtudes entre ellos el potencial, estabilidad y la posibilidad de utilizarse en siembras de primera como de segunda; el ciclo en eso ayuda mucho. Nos ha costado encontrar materiales que la superen. Si bien ya tiene sus años, es una variedad muy adaptada, que nos va a costar poder superarla en rendimiento y estabilidad”, indicó el gerente comercial.
Adelantó que se está evaluando un nuevo material, “que se multiplicará en la próxima siembra, y que viene con muy buenos datos al compararlo con GE 590. Pero tendrá que validarlos y demostrar en la cancha que realmente es superior, una tarea que será difícil”.
Investigación y desarrollo
Carlos Dalmás comentó que se está desarrollando una nueva línea de inversión en investigación y desarrollo (I+D).
“Estamos trabajando fuerte en nuestro campo experimental, que el año pasado fue ambientado por ProNutrition, así como en campos de clientes, con ensayos, probando población variable por ambientes, para detectar cuál es la mejor recomendación para nuestras variedades. Allí también se analiza el comportamiento de los materiales a suelos calcáreos y bajo riego”.
Remarcó que “nuestro enfoque apunta a la alta productividad como diferencial. Por eso, buscamos realizar las mejores recomendaciones para que el agricultor aumente su productividad”. Además, “otros ensayos en nuestro campo experimental están orientados a probar el comportamiento de nuestras variedades en diferentes ambientes productivos, comparándolas con las más sembradas del mercado”.
Dalmás dijo que hay poca información nacional sobre el manejo de densidad variable en soja. En esa línea, “el trabajo que se viene desarrollando apunta a manejar mayores poblaciones en ambientes de bajo potencial, porque dichos ambientes no le permiten a la soja la capacidad de compensar y ramificar”. En cambio, “sí se puede sembrar una menor población a la recomendada, o la población promedio, en ambientes de alto potencial”.
Indicó que “la población informada en el catálogo es la que se siembra en los ambientes de alto potencial y, en los de bajo potencial hay que subir el número de plantas”.
Estos ensayos “los estamos a desarrollando a nivel de chacra y algunas son grandes, con áreas mayores a 200 hectáreas El objetivo es seguir sumando información para ajustar el manejo del cultivo”.
Con ProNutrition se están manejando tres densidades diferentes, que varían según el ambiente en cuestión y también la variedad, “porque hay un componente varietal que modifica la población”, explicó Dalmás.
En general se maneja una población en un ambiente de bajo potencial, otra para un ambiente medio y otra en uno de alto potencial.
“Las poblaciones que se manejan en ambientes de potencial medio y alto son bastante similares y aumentan en los ambientes de bajo potencial. Nuestra idea es apuntar a la agricultura con ambientes, porque pensamos que tiene un diferencial. Como empresa estamos convencidos y estaremos acompañando al productor que quiera desarrollar la agricultura de esa forma, siempre acompañándolo con información validada a campo, más allá de la generada en parcelas”.
Brasil es un objetivo cercano para GyE
El gerente general de Greising y Elizarzú (GyE), ingeniero agrónomo Carlos Dalmás, dijo que cuatro variedades de sojas Cardinal se están evaluando en Río Grande del Sur (Brasil). “Cumplimos la primera evaluación en siete zonas diferentes de Río Grande del Sur, tenemos los resultados de las variedades RR y son muy buenos. Este año será el segundo de evaluación. Queremos tener toda la información posible sobre el comportamiento de las variedades para dar el próximo paso, que será comercializar los materiales en ese estado de Brasil”, informó Dalmás.