En la 24ª jornada anual de Barraca Erro, se presentaron los lineamientos para achicar esa diferencia, que puede superar el 30%; además presentaron nuevos materiales.
Achicar la brecha productiva en el cultivo de soja y seguir incrementando la productividad, son objetivos que se ha trazado Grupo Don Mario (GDM). Jerónimo Costanzi, gerente de Desarrollo de la compañía, dijo a VERDE que “para eso se abordan tres pilares fundamentales: la mejora genética y tecnología, las prácticas agronómicas y el entendimiento del ambiente”.
Indicó que al diagnosticar la Red Don Mario MAS (Red DMMAS) “podemos observar una brecha de rendimientos entre los medios y los máximos explorados en cada región, que va desde 22% a 33%, respectivamente”. Mientras que en “Uruguay podemos precisar una brecha de 33% frente a la mejor combinación de genética, manejo y ambiente”.
“Con el objetivo de seguir creciendo y evolucionando día a día en la forma que seleccionamos y recomendamos nuestros productos, y de explotar al máximo los rendimientos y reducir las brechas productivas, estamos realizando en cada una de las localidades DM MAS una caracterización bien exhaustiva del ambiente. La finalidad es poder definir la mejor combinación de genética, practicas agronómicas y ambiente, maximizando la productividad, eficientizando los recursos y acortando las brechas”, señaló Costanzi.
Agregó que, “partiendo de mediciones y muestreos de suelo en la red, podemos acceder a un gran número de capas de información que nos ayudan a entender el comportamiento de las distintas variedades en las diferentes zonas, años y la interacción con las variables”.
Identificar la “mínima unidad agronómicamente manejable” dentro de cada lote, permite una adecuada optimización de la genética por manejo, mediante un uso eficiente de los recursos, permitiendo maximizar la productividad de cada sitio”.
Dijo que, con una “estrategia mutiplataforma”, Don Mario “puede contar con un portafolio de productos sumamente competitivo en las diferentes tecnologías que consideremos que aportan valor al agricultor”.
Sostuvo que hace más de 10 años se incorporó la tecnología Enlist al germoplasma Don Mario. “Eso, sumado a nuestro programa de Investigación y Desarrollo (I+D), que es versátil, dinámico y eficiente, nos permitirá llegar al momento del lanzamiento con un portafolio de variedades con destacado potencial de rendimiento frente a los testigos más representativos en cada grupo de madurez”, planteó.
Las sojas Enlist de Don Mario van desde el grupo 3 largo al 6 medio y suman tecnología STS, “con lo cual tenemos una excelente conjunción de germoplasma elite y biotecnología”, remarcó el gerente de Desarrollo de GDM.
Por otra parte indicó que, debido a la problemática de malezas de difícil control en cada una de las regiones, “se encarecieron los sistemas de control, que van desde US$ 70 a US$ 140 por hectárea en las situaciones más complejas. Pero también varias de ellas dejaron de ser eficientes. Por ese motivo, la genética Don Mario con tecnología STS y biotecnología Enlist es una muy buena combinación para poder contrarrestar la problemática que el productor enfrenta a diario”.
Costanzi adelantó que GDM está trabajando en un proyecto global denominado Optimus. “Se trata de un motor de recomendación, que a partir de la información generada por GDM y terceros, nos permitirá a través de modelos estadísticos y conocimiento agronómico potenciar la manera de recomendar y posicionar nuestros productos”, detalló.
Informó que Optimus, como motor de recomendación, estará vinculado con una herramienta digital que será el nexo entre los técnicos de GDM y el cliente, “permitiendo que la gestión de operación agronómica esté orientada a la agricultura por ambientes. Al conocer y entender las características productivas de cada lote y al sumar los algoritmos de ambientación y prescripción de Optimus, GDM ofrecerá las mejores prescripciones”.
Resaltó que “contribuir con la combinación de una genética elite, prácticas agronómicas e identificación de características ambientales, permitirá incrementar la productividad en cada una de las regiones sojeras, sobre la base de un marco de sustentabilidad y sostenibilidad de los sistemas productivos”.
GDM posee “uno de los tres programas de mejoramiento de soja más grandes del mundo, a lo que agrega escala global, porque opera en 16 países”, explicó el gerente de Desarrollo.
Agregó que GDM invierte en I+D el 12% de su facturación anual. “Cada año evaluamos en parcelas más de 1,4 millones de variedades en 15 países, aplicando tecnologías de vanguardia y de última generación. El banco de germoplasma es la base de un programa de mejoramiento, Nuestra presencia mundial nos permite aprovechar al máximo la diversidad genética. Esa escala amplia y globalizada nos permite entender y conocer cada ambiente y la interacción con nuestra genética”, concluyó.
Surgió como la fusión de 11 empresas de diferentes zonas, con pocos recursos, y creció impulsando alianzas en distintos rubros, diversificando los negocios para sus socios
El caso de la Cooperativa Agraria Nacional (Copagran) es, sin dudas, una experiencia de éxito que vale la pena repasar en el marco de su 15° aniversario. En la actualidad la cooperativa tiene una facturación que se ubica entre US$ 130 y US$ 140 millones, “dependiendo de los precios, pero fundamentalmente del resultado físico de las cosechas”, comentó a VERDE el gerente general de Copagran, Gustavo Flores.
La empresa tiene una influencia cercana al 7% de la agricultura de secano que se desarrolla en Uruguay, en torno de las 80.000 hectáreas, sumando cultivos de invierno, verano y la producción de semillas forrajeras, ya sea gramíneas como leguminosas.
“Incluso cuando se achicó el área, crecimos en la participación, porque nuestros productores están insertos en la zona agrícola tradicional, donde la agricultura forma parte de las rotaciones y es el modo de producción”, explicó el gerente general.
Flores agregó que el área de doble cultivo es muy importante, “siempre ha sido un objetivo, dado la red de infraestructura que posee la cooperativa, y entonces tenemos el compromiso de administrarla lo mejor posible. Es una de nuestras fortalezas estar cerca de la producción para brindar soporte logístico. No hemos aumentado la capacidad estática pero se ha mejorado la infraestructura de recibos, con más servicio. Se apuntó a integrar rubros, por eso se amplió la fábrica de alimentos balanceados y se crearon dos plantas de semillas de última generación, porque precisamos generar trabajo e ingresos todo el año”.
Señaló también que se trata de buscar acuerdos que “nos permitan llegar con buenos negocios a nuestros productores”, y eso no es solo para los cultivos de verano sino también para los de invierno.
Copagran es distribuidor de Ambev y también de Maltería Oriental, con lo cual “estamos originando cerca del 17% de la cebada nacional. Hemos fluctuado siempre junto al área de cebada. En los últimos años el cultivo ha tenido una expansión y nuestra participación ha crecido”, destacó.
Mientras que con el trigo “se han seguido los movimientos del área en Uruguay. Se aumentó el área de colza y la superficie de avena, raigrás y leguminosas, entre otras”.
Copagran le produce forrajeras a terceros, además de los materiales propios luego de adquirir licencias al Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), “algo que ocurre cuando los materiales licenciandos se adaptan a las condiciones de las zonas donde operamos”, detalló.
En estos 15 años la cooperativa enfrentó con éxito a la situación económica y financiera que le dio origen, pero también invirtió más de US$ 10 millones en infraestructura.
“Tenemos dos formas de devolverle al socio su condición de tal, los beneficios tienen que ser para el socio. Se entendió que un camino era ofrecer un pool de negocios alternativos para conformar la mejor combinación para cuando el productor tenga que tomar decisiones. Ponemos los huevos en diferentes canastas y aconsejamos que nuestros productores también lo hagan”.
El otro camino fue capitalizar la cooperativa. “Si vamos generando nuevos negocios, el objetivo es reinvertir para mejorar los procesos, para tener más escala y buscar productos de mejor calidad. En definitiva, al final del día el socio tiene una empresa de mayor valor y más competitiva para mejorar su propia actividad”, consideró Flores.
Al comienzo de Copagran el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) le transfirió los silos de las cooperativas fundadoras, y “ahora estamos finiquitando el cierre de esa etapa. Ya tenemos gran parte capitalizada, más del 84%, y queremos ver si podemos culminar este proceso para que todos los activos que administramos sean en un 100% de la cooperativa”, explicó.
Los productores
Copagran tiene unos 850 productores socios, de diferentes rubros productivos, de los cuales entre 250 y 300 realizan agricultura. La empresa cuenta con cinco unidades de negocios: granos, semillas, insumos, negocios ganaderos y nutrición animal.
Flores explicó que “se busca velar por la rentabilidad, trabajar con eficiencia. Los directivos y socios han tomado conciencia de que no se puede sostener negocios que no contribuyan al conjunto de la actividad, porque el deterioro de la empresa es el deterioro de los propios activos”.
A propósito, dijo que “la cooperativa es de los socios y, más allá de que se pueda repartir dividendos o no, en Copagran existe un sistema para repartir utilidades en función del volumen del trabajo que tiene cada socio. Pero independientemente de eso, si la cooperativa es fuerte, es valiosa, ya tiene su valor económico para el socio”, acotó.
Al ser consultado sobre el reparto de dividendos, el gerente general manifestó que tiene que haber un resultado acumulado positivo. “Un año puede ser muy bueno, pero el anterior puede haber sido complejo”, explicó.
En Copagran “hemos tenido resultados positivos en casi todos los años, pero el más duro fue el 2018, por la seca. Cuando no hay resultados negativos acumulados los dividendos se reparten en función de las unidades de actividad, que son dólares por año (US$/año), y se hace una ponderación de la actividad en los tres años anteriores, para velar por el productor consecuente que siempre está. De repente tiene menos volumen, pero todos los años comercializa con Copagran”, señaló.
Más allá de eso, agregó que “lo más importante es que la cooperativa sea fuerte, porque en la medida que sea fuerte y pueda seguir invirtiendo, creciendo y cumpliendo siempre sus compromisos, el productor no solo tendrá una empresa que es de él, que vale más, sino que al final del día estará contribuyendo a la creación de nuevas alternativas comerciales para continuar en el circulo virtuoso”.
La Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) presentó los resultados del procesamiento de las operaciones de Arrendamiento de tierras para uso agropecuario, realizadas entre los meses de enero y junio del año 2020. La información de base la proporcionó la Dirección General de Registros (DGR), del Ministerio de Educación y Cultura, y comprende el registro de todas las operaciones concretadas de 10 o más hectáreas.
En el primer semestre del año 2020 se realizaron 968 contratos de arrendamiento, 5% más que los celebrados al mismo periodo del año anterior. Por su parte, la superficie arrendada superó las 380.000 hectáreas, presentando un aumento de 31% respecto al periodo antes mencionado.
El monto total de las operaciones concentradas en el semestre ascendió a casi US$ 37 millones, con un precio promedio de US$ 97 por hectárea al año (ha/año), lo que muestra una caída de 6% con respecto al precio medio de los contratos inscriptos en el primer semestre del año 2019.
El segundo trimestre (abril-junio) fue el que concentró el mayor número de operaciones, superficie arrendada, y monto total operado; con un precio promedio trimestral de US$ 101/ha/año.
Los contratos para ganadería, agrícola-ganadero y agricultura de secano sumaron algo más de 353.000 hectáreas, lo que equivale a 93% del área arrendada en la primera mitad del año. Los valores medios de dichas rentas fueron de US$ 69, US$ 117 y US$ 200/ha/año, respectivamente. Estos rubros acumularon US$ 33 millones, representando 90% del monto total transado en el semestre.
Los departamentos con más superficie arrendada fueron: Salto, Artigas y Paysandú, con una presencia importante de operaciones enfocadas a la ganadería, que ocupan 85% del área. Los contratos de estos departamentos acumulan 135.000 hectáreas (36% del área arrendada total), por un monto que superó los US$ 10 millones.
Soriano, Canelones y San José, departamentos con importante presencia de producción agrícola, registran los precios medios de renta más altos: US$ 178, US$ 168 y US$ 160/ha/año, respectivamente.
En el otro extremo, los contratos que se acordaron a menores valores correspondieron a los departamentos de Maldonado (promediando US$ 55/ha/año), seguido por Rivera (US$ 63/ha/año).
El mayor número de operaciones y superficie arrendada se registra en el tramo entre US$ 50 y US$ 100/ha/año (precio de renta asociado en un 90% al destino ganadero), acumulando casi 228.000 hectáreas, lo que equivale al 60% de la superficie total arrendada en la primera mitad del corriente año.
En la 24ª jornada anual de Barraca Erro, Federico Bert, de AACREA, concluyó que los agricultores deberán producir más, a un menor costo y con menor impacto ambiental
La agricultura y los agricultores “están recalculando el destino y también recalculando el camino”, dijo el director de Investigación y Desarrollo de AACREA (Asociación Argentina de productores CREA), Federico Bert, en la 24a jornada anual de Barraca Erro, que se desarrolló el 30 de julio, de forma virtual.
El investigador señaló, en primer lugar, que la humanidad sigue creciendo sin parar y evoluciona. “Y en esa evolución crece y cambia lo que la humanidad le demanda a la agricultura”.
Por otro lado, “los sistemas agrícolas van mostrando algunos indicadores de agotamiento. Las cosas como las venimos haciendo no dan los mismos resultados de hace algunos años”. Y en tercer lugar, “tal como pasó en otros ámbitos de la vida, las tecnologías irrumpen y nos obligan a cambiar”, explicó.
Bert indicó que, según algunas investigaciones, “desde 1980 y hasta la fecha, el consumo per cápita a nivel global de 14 cereales y oleaginosas, sin contemplar a China y a los biocombustibles, no ha tenido cambios importantes”.
Pero “el resultado cambia cuando se los contempla. Allí la foto es totalmente distinta, porque se nota que a partir del año 2000 aumenta notablemente el uso de estos cereales y oleaginosas per cápita. Eso se da por la evolución de la población de China y también por la gran cantidad cereales y oleaginosas que empezaron a usarse para la producción de biocombustibles”.
Señalo que “hoy, en muchos países importantes como Estados Unidos o países de la Unión Europea, Argentina y principalmente Brasil, más del 10% y en algunos casos de hasta el 30% del combustible que usamos en el día a día, viene de biocombustibles”.
Además, en la actualidad, “vemos que en los países desarrollados hay un auge de sitios donde se ofrece comida orgánica o comida natural. Esto claramente refleja un cambio en los hábitos de consumo”.
Agregó que el mercado de alimentos orgánicos “no para de aumentar, y representa unos U$S 100 mil millones por año. El incremento más fuerte se observa en Europa y en América del Norte, fundamentalmente en los países altamente desarrollados”.
Consideró que se va a un destino que está más lejos, porque hay necesidad de producir más y distinto, por los nuevos hábitos de consumo y el uso de productos. La demanda cambia y se segmenta. No solo crece en los países emergentes, por el aumento de la población, sino que se buscan productos distintos.
“Claramente la humanidad cambia los hábitos alimenticios y genera una demanda mucho más segmentada hacia la agricultura. Hay una tendencia creciente hacia el consumo de alimentos más saludables desde todo punto vista. Se suman sectores de la sociedad con mayor poder adquisitivo que valoran y están dispuestos a pagar por alimentos producidos de una manera distinta y cuidando el ambiente”.
No hay área agrícola suficiente para crecer
Bert señala que para producir más y distinto, puedo expandir el área agrícola y/o mejorar la productividad. Pero, recordó que la FAO muestra que la expansión del área cultivable manteniendo estándares ambientales, es limitada. “Queda espacio para el crecimiento en partes de África y en menor medida en algunos países de América del Sur”, dijo.
Este trabajo señala que aquellos países que producen mucho, como Estados Unidos, Brasil, o Australia, tienen pocas chances de expandirse. El promedio global de expansión de área agrícola marcado por FAO llega aproximadamente a 25%, “no es poco, pero no es suficiente para atender la evolución del crecimiento proyectado de la humanidad”, afirmó.
Consideró que el otro camino es disminuir la brecha productiva. “Hay una gran diferencia entre los rindes que se logran y los que potencialmente podríamos alcanzar con las herramientas que están disponibles”, dijo.
“Tanto en Uruguay como a nivel global, hay una brecha importante y los rendimientos se pueden aumentar con un mejor manejo, más preciso, para sacarle todo el potencial a la genética. La brecha para Uruguay se ubica entre 30% y 40% en maíz, entre 20% y 30% en soja y entre 50% y 60% en trigo. A nivel global hay consenso en que el camino para satisfacer la demanda viene por el aumento de la productividad y no tanto por la expansión del área agrícola”, explicó.
Recalculando y definiendo el camino para llegar al nuevo destino, aparecen restricciones. “No se puede tomar cualquier camino”, sostuvo el integrante de AACREA. Consideró que la restricción más importante es el reclamo que hace la sociedad, porque “está reclamando que tomemos el camino más seguro para la salud y el ambiente”.
Señaló que la sociedad se expresa en tres niveles: por el conflicto, las normativas y el mercado. “El conflicto es el más primitivo, luego vemos que la legislación restringe o regula la forma en la que se produce pensando en el ambiente. En esa línea, tendremos cada vez más normativas. Y, posiblemente, la expresión más evolucionada como sociedad apunte a los mercados, que resulta de las decisiones que tomamos como individuos. La sociedad comienza a valorar los procesos productivos, que respetan el ambiente. Un ejemplo son los envases de los productos que informan su huella de carbono o algún otro indicador ambiental”.
Se percibe que el camino por el que veníamos se está “rompiendo”, y “los sistemas muestran síntomas de agotamiento, aumentaron las malezas tolerantes y resistentes en los últimos años y tenemos más de 400 especies y biotipos resistentes, por lo menos a un principio activo. Es la reacción de la naturaleza a la forma en la que venimos haciendo las cosas. Eso motiva aumento de costos, más fitosanitarios con el impacto que tienen en el ambiente. Es el momento de repensar el camino”.
Opinó que la buena noticia es que “los agricultores siempre estamos en movimiento, buscando superarnos y solucionar cualquier problema que nos aparece. En ese recalculando hay un intento de resolución de los problemas que aparecen. A través de los cultivos de servicio se incorpora carbono al suelo, se cortan ciclos de malezas, todo eso es muy positivo. Pero entiendo que no será suficiente”.
El rol de las tecnologías
Para el director de Investigación y Desarrollo de AACREA, se debe apuntar a las tecnologías digitales. “La tecnología cambió absolutamente nuestras vidas en los últimos 10 o 15 años. Pasamos de la era del autógrafo a de la selfie; se captura muchísima más información, que además se puede compartir, y eso causa una revolución”.
Dijo que las tecnologías digitales “han cambiado mucho más nuestra vida cotidiana que la agricultura, que va un paso atrás frente a otros sectores de la economía”.
Recordó un trabajo de la consultora McKinsey sobre la adopción de tecnologías, que señala que la salud, construcción, seguros, turismo, avanzaron fuerte para mejorar muchos procesos de producción y comercialización, mientras que el agro en ese análisis aparece al final de la tabla.
Bert entiende que ese análisis lo hace una consultora muy seria pero tiene una visión muy general; de todos modos no significa que esté muy alejada de la realidad. “Hay una ola de nuevas tecnologías, principalmente digitales pero es muy bajo su uso; la oferta sobra. Sin embargo, en Argentina, cuando vamos al detalle, nos encontramos que la startup más exitosa no penetra en más del 10% del área o de los productores”, indicó.
A propósito, agregó que “nunca tuvimos tantas tecnologías digitales pero, sin embargo, la adopción todavía es muy baja, le estamos sacando muy poco jugo a la disponibilidad tecnológica. En el Censo Nacional Agropecuario de 2018, realizado en Argentina, se observa que el nivel de adopción de la agricultura de precisión, uno de los indicadores de la agricultura digital, no llega al 20%”.
Las tecnologías digitales y la digitalización de la agricultura “son elementos clave para mejorar la productividad y la eficiencia”. Pero Bert considera que “son más promisorias para conectar la oferta y la demanda”.
Explicó que “es la digitalización la que nos brinda la posibilidad de entender en tiempo real lo que el consumidor quiere, valora, no valora, y en función de eso reacomodar o ajustar nuestras cadenas de producción o nuestras cadenas de valor, para enfocarla 100% en ese objetivo. Esto es lo que se conoce como transformación digital”, resaltó.
El peso del consumidor
Consideró que los productores de commodities “siempre estuvimos muy enfocados en la oferta”, y no se observó lo que buscaba la demanda. “Eso no será así en el futuro y significa un cambio en la cultura productiva, que estará enfocada en las necesidades e intereses del cliente, y allí la transformación digital juega un papel mucho más profundo”.
Bert, que además de técnico es productor en el norte de la provincia de Buenos Aires, sostiene que se debe prestar mucha atención a la evolución del cliente, a la demanda. “Es indispensable que veamos como adaptamos nuestra gestión física y económica para cumplir con las normativas, las exigencias de los mercados, como las que tiene la colza en Europa”, señaló.
También agregó que en las cuestiones ambientales, “las normativas serán cada vez mayores y es indispensable que quienes toman las decisiones políticas lo hagan sobre la base de buena información, y entendiendo bien todas las problemáticas del productor agropecuario. Nadie mejor que un productor o un técnico para contar lo que sucede”
Pensando desde el lado productivo, “apuntaría a transitar un proceso de intensificación tecnológica, con el objetivo de liderar por costo y por bajo impacto”. Si bien la demanda avanza y se vuelve más sofisticada, eso no significa que no haya espacio para la producción de commodities. Por eso, para competir hay que liderar por bajo costo, mediante la eficiencia, porque si vendo commodities no defino precio”.
Bert explicó que liderar por bajo impacto apunta distinguirse en lo que se hace, buscando llegar a una demanda más específica, y que “la sociedad valore en términos económicos el proceso productivo”.
“Buscar nichos para desarrollar nuevos negocios que sumen valor al producir y vender commodities. Quizás sean los mismos productos, pero producidos con procesos distintos, que me permitan generar u obtener un mayor valor”, concluyó.
Bayer apuesta a una gran transformación digital interna y externa, para que los datos y recomendaciones de manejo estén disponibles para los agricultores lo antes posible
El tiempo que demanda un híbrido para su lanzamiento comercial se viene acortando. Hoy está entre siete y ocho años, pero “con las tecnologías disponibles y la que viene, ese tiempo se reducirá prácticamente a la mitad, con lo cual la ganancia genética llegará al mercado el doble de rápido de lo que llegan en la actualidad, al igual que el resto de las soluciones”, aseguró el ingeniero agrónomo Martín Medina, head of Hybrid Breeding de Bayer Crop Science en Estados Unidos.
En el marco del lanzamiento, la campaña Dekalb 2020/21, organizada por Bayer y Agroterra, Medina dijo que los materiales Dekalb que está lanzando la compañía provienen del programa denominado: Breeding 3.0, que “agrega valor a través de la ganancia genética y la innovación tecnológica del programa”
Indicó que Bayer con Dekalb tiene tres pilares básicos: la innovación que aporta un programa más efectivo y eficiente para poder entregar productos superiores. La transformación digital interna y externa para llegar con datos y recomendaciones de manejo a los agricultores. Mientras que el tercer pilar apunta a nuevos estándares de sustentabilidad internos y también externos a la compañía.
Señaló que de allí surge el Modo Dekalb, que apunta a llegar con soluciones integradas al productor, mediante la genética, los eventos biotecnológicos, la protección de cultivos –tanto químicas como biológicas– y la agricultura digital con mayor precisión.
El acceso digital para poder integrar datos y las herramientas de inteligencia artificial nos permiten unificar toda la información, “eso es clave para poder entregar un nuevo concepto de producto”.
Además, ese híbrido “debe interaccionar con el resto de los componentes que integran las soluciones integradas Dekalb, para lo cual se debe entender la adaptabilidad a cada una de las condiciones, y poder realizar prescripciones de manejo de acuerdo con las necesidades que tienen los agricultores”
Destacó que Breeding 3.0 “nos permitió tener un programa de mejoramiento líder en la industria y con una altísima capacidad de seleccionar los mejores productos”.
Ahora el objetivo “es evolucionar de un programa enfocado a seleccionar lo mejor hacia diseñar lo mejor, porque ese híbrido debe cubrir las necesidades futuras que tendrá el agricultor”, y allí ingresa el avance tecnológico.
Según Medina, hace ocho años un mejorador en Dekalb manejaba cientos de miles de datapoints, que incluían todas las características sobre las cuales se tomaban decisiones, y hoy ese número es mayor a 10 millones de datapoints.
Informó que Bayer está desarrollando un centro de diseño de maíz 100% automatizado y la última tecnología disponible, que “nos permitirá pasar más de 100 hectáreas de trabajo de campo a 4 hectáreas bajo techo, lo que cambia el desarrollo de los productos, porque al no estar en el campo no estamos a merced del clima”. Eso permite “tener un uso eficiente de los recursos, agua, tierra e insumos, para darle velocidad al diseño de los productos”.
Indicó que se incrementará la cantidad y la calidad de semillas, con el objetivo de acelerar los tiempos de llegada de esos materiales a los ensayos de campo en las diferentes localidades, para seguir sumando elementos y marcar la adaptabilidad local.
Explicó que el programa de mejoramiento genético de Dekalb a nivel global apunta a maximizar el valor del germoplasma de Bayer y sus tecnologías: aplicación de marcadores moleculares, genómica, predicciones y analítica. Eso permite entender todo el germoplasma y cuáles son los productos que tienen la mayor probabilidad de tener éxito en el campo del productor y en las distintas regiones.
En la región
Martín Uribelarrea, Commercial Development Breeder de Bayer en Argentina, señaló que todo este universo de nuevas tecnologías es bajado al programa de mejoramiento que tiene Dekalb en Fontezuela (Argentina) desde donde se nutre de materiales a Uruguay.
Dijo que un programa debe ser exitoso en el corto plazo y garantizar una constante renovación de materiales, pero a la vez debe ser sustentable a lo largo del tiempo. “Los programas de mejoramiento de Dekalb en Argentina y Estados Unidos están entre los que tienen más años de historia”.
Uribelarrea dijo que “Dekalb apunta a que el productor pueda obtener en su chacra todo el potencial productivo del germoplasma independientemente del lugar donde se siembre”.
Además del rinde, explicó que surgen objetivos secundarios, como la sanidad. “Estamos trabajando desde hace 40 años en el mal de Río Cuarto, y es un pilar de imagen de la marca. También se trabaja en tolerancia a roya y tizón, que son enfermedades foliares, que si bien se pueden controlar con fungicidas, creemos que una buena base genética de tolerancia es clave para el éxito de los productos”, comentó.
El perfil agronómico del híbrido es otro elemento buscado. En esa línea “estamos trabajando en el quebrado del tallo, algo que los productores buscan cada vez más”, señaló.
Agregó que es sencillo seleccionar por un objetivo, “los desafíos aparecen cuando buscamos varios criterios, ahí es donde juega toda la innovación tecnología de la compañía”.
En esa línea, explicó que la variabilidad genética, surge de todo el germoplasma Dekalb en varias zonas del mundo y “sirve para seleccionar lo que se quiere tener en un híbrido, pero se debe separar el atributo buscado del resto, porque de otras regiones puedo traer tolerancia a enfermedades, insensibilidad o no al fotoperiodo, mayor porte o quizás más problemas agronómicos”, ejemplificó.
Luego del trabajo de mejoramiento, comienza la etapa de selección, “donde se separa lo que sigue y lo que no. Cuantos más individuos tengamos, mayor es la probabilidad de llegar al objetivo buscado, pero también es mucho más difícil la selección. Para eso es fundamental el Breeding 3.0, dado que nos permite triplicar la cantidad de individuos evaluados, con un costo menor y con más velocidad; así se pasa de un ensayo a campo de seis meses a uno de 15 días”.
“La segunda parte del foco del programa apunta al desarrollo de soluciones a nivel local. Ensayos tempranos para poder seleccionar rápidamente los materiales de mejor performance, la introducción de los eventos biotecnológicos a introducir, dependiendo de las necesidades locales, para luego pasar a una red de ensayos precomerciales, muy amplia, que nos permite tomar datos para acercar y entender cuáles son los productos más adaptados a las condiciones locales. Para ganarse el logo Dekalb, un material pasa cuatro años de evaluación a campo, con eso queda demostrado que tiene todo lo buscado”, remarcó.
Uribelarrea sostuvo que “con Breeding 3.0, la ganancia genética es 30% mayor a la obtenida con el mejoramiento tradicional, y nos otorga un mayor conocimiento para seleccionar mejor y con mayor precisión los productos, dejando una mayor diversidad genética”.
Portafolio en Uruguay
Para Mateo Peluffo, de Bayer Uruguay, “todo el robusto trabajo de mejoramiento y posterior validación a campo, nos permite ofrecer el portafolio más amplio y completo del mercado uruguayo, adaptado a todos los ambientes y niveles de inversión”.
“Híbridos para siembras de primera, de segunda o siembras tardías, para esquemas más agrícolas, planteos con riego, secano, para sistemas de producción lecheros y/o ganaderos. Híbridos que ya fueron probados comercialmente por productores, en diferentes zonas del país, con excelentes resultados”, describió.
“Por el foco en mejoramiento, hoy los híbridos Dekalb no solo se superan en rendimiento sino que son más tolerantes a enfermedades de hoja y tallo, algo importante a la hora de concretar rendimiento en siembras de segunda, y con la mayor tasa de secado del mercado, que repercute en cosechas más tempranas, con menor humedad. Eso equivale a menores costos y mejores oportunidades de negocios”, concluyó.
Trabajos de validación en trigo, cebada, maíz, soja y arroz confirman mejoras en los potenciales de rendimiento, señaló Martín Lage, integrante de Lage-Lallemand
Los productos biológicos avanzan a paso firme en todo el mundo, y cada vez se utilizan más en agricultura. Primero en sistemas intensivos, como la horticultura, en invernáculo, y más recientemente avanzan en el Mercosur, en cultivos extensivos.
El ingeniero agrónomo Martín Lage, integrante de Lage-Lallemand, comentó a VERDE que la tecnología se está utilizando mucho en Brasil y en Argentina, y que la compañía la está introduciendo en Uruguay.
Se trata de microorganismos, bacterias u hongos, para mejorar la performance de los cultivos, aumentando el rendimiento y controlando enfermedades y plagas. “Se trabaja muy fuerte en el mundo para tener una agricultura sustentable a mediano y largo plazo”, comentó.
Brasil lidera en la región. “Nuestra empresa trabaja varios productos allí. Es interesante ver cómo productores y técnicos de maíz, algodón, soja o caña de azúcar han incorporado estos productos. Están realizando un manejo integrado, sumado a productos químicos y al mejoramiento genético”.
Para Lage, Uruguay siempre tuvo una muy buena investigación, producción y uso de los inoculantes clásicos a base de rizobios. “Es referencia mundial, porque todas las praderas y la soja se siembran inoculadas, y todos los técnicos y productores conocen muy bien la Fijación Biológica de Nitrógeno”, destacó.
Agregó que “en otros productos biológicos Uruguay también avanzó mucho. Hace algunos años se creó una normativa específica en el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca para registro de productos biológicos, sean controladores o promotores de crecimiento”.
Planteó que “eso le da garantías al productor, porque el registro implica una validación de la calidad del producto y de la performance en campo, en las condiciones locales”.
Fungicida biológico
Lage-Lallemand trabaja con el fungicida biológico Trichosoil, para mejorar el control de hongos de suelo. “Vemos un problema cada vez mayor de hongos de suelo, en implantación, sobre todo en soja, y también de mortandad de plantas a lo largo del ciclo”, señaló.
Por lo general los hongos patógenos de suelo no son controlables con fungicidas químicos luego de la implantación. Herramientas como el Trichosoil, que cuando es aplicado en semilla se multiplica y coloniza el suelo, permite controlar ciertos hongos patógenos, que son los que producen las enfermedades, atacando la raíz de la planta o en algunos casos internamente a nivel vascular.
La empresa también trabaja con el Graminosoil, basado en la bacteria Azospirillum. “Lage lo viene trabajando desde hace algunos años, para uso a nivel de semilla, en maíz básicamente. Es un promotor de crecimiento que estimula la producción de raicillas en la planta. La bacteria produce fitohormonas, que provocan una mayor producción de pelos radiculares en la planta”, detalló.
Ahora el producto también se está promocionando para otras gramíneas. “Validamos la aplicación de Graminosoil de forma pulverizada en trigo, cebada y maíz. Recientemente obtuvimos el registro para la aplicación pulverizada en cultivos de invierno. Planteamos una aplicación que se pueda hacer durante macollaje, y demostramos que nos permite un aumento del potencial de rendimiento”, destacó.
El acuerdo se concretó entre la empresa Agrofin SA y el gobierno de la isla, mientras la empresa Origen se encarga de la ejecución; ya nacieron los primeros terneros Brangus
Empresas uruguayas participan de un negocio de exportación de genética bovina a Cuba, para la producción ganadera que pueda abastecer, de carne primero y luego también de leche, a hoteles cinco estrellas en Cuba.
La empresa Origen, dedicada a ofrecer servicios de reproducción animal en Uruguay, concretó la parte operativa de este proyecto que acordó la empresa Agrofin SA -propietaria en Uruguay de cabaña La Santina- con el ente cubano. En una primera instancia se enviaron embriones de la raza Brangus, que fueron implantados en vacas de la isla y que ya dieron sus frutos, con terneros nacidos en muy buenas condiciones.
El acuerdo se enmarca en un convenio mayor con el gobierno de la isla, que en los próximos meses se extenderá a la provisión de embriones Aberdeen Angus y de razas lecheras.
Patricio Cortabarría, uno de los directores de Origen, informó que “Uruguay es conocido desde hace muchísimos años con el eslogan Cabaña de América, y hoy esta tecnología nos ha permitido poder llegar a muchos países”.
El empresario especializado en genética bovina informó que el equipo de Origen fue a Cuba a implantar los embriones y luego a supervisar los nacimientos. “Llamamos a este tipo de proyectos llave en mano, logramos excelentes resultados y estamos muy conformes”, destacó.
Agregó que “lo interesante de todo esto es que, en vez de mandar a un animal que tiene que adaptarse a un ambiente, lo que mandamos es un embrión, que nace de una vaca ya adaptada y ese ternero nacido allí va a calostrar de esa vaca. Por lo tanto, termina repercutiendo de muy buena manera en la sanidad y vigor de ese ternero”. Comentó que se lograron muy buenos índices de preñez, en condiciones tropicales de producción.
Embriones congelados
Origen mantiene un convenio con la empresa Vytelle, de capitales ingleses pero que opera fundamentalmente en Estados Unidos, donde cuenta con cinco laboratorios.
“Utilizamos sus medios de producción de embriones, con una alianza estratégica que permite tener embriones congelados, para desestacionalizar la producción. Se pueden colectar embriones de una buena vaca a lo largo del año, y congelarlos para ser transferidos e implantados y que las pariciones se concreten en un momento de buena disponibilidad de pasto, por ejemplo en primavera”, explicó.
Esta tecnología ha permitido que Origen pueda realizar importantes operaciones comerciales en todo Uruguay y exportar a Cuba, a cabañas de Argentina, Paraguay y Brasil.
Origen es un centro de reproducción animal, enfocado en la producción de embriones a través de la fertilización in vitro, tecnología que en Uruguay y en el mundo se está adoptando cada vez más.
Se trata de “una tecnología muy amigable con la vaca donante, de alto valor. La idea de la fertilización in vitro es que esa vaca pueda tener más de un hijo por año, que es lo que permitiría la naturaleza, en condiciones normales. Un animal sometido a un proceso de aspiraciones frecuentes, durante un año, en vez de dar un ternero natural por año puede dar 30 o 40 terneros”, remarcó Cortabarría.