En 2020 hubo un incremento en la demanda de semillas forrajeras

By Vanessa Falero,

El departamento de Insumos de Zambrano & Cía observó un crecimiento de 20% en las ventas, motivado por las buenas perspectivas que visualizaba la ganadería en el otoño

La demanda de semillas forrajeras creció 20% respecto al año pasado, confirmó a VERDE Alberto Cruces, integrante del departamento de Insumos de Zambrano & Cía. “Fue un año bastante movido, una zafra forrajera más intensa que la de años anteriores”, dijo el ingeniero agrónomo. Agregó que la ganadería venía con números “muy interesantes”, y que “el posicionamiento de la carne uruguaya en el mundo hace mirar con optimismo el futuro del rubro, y eso motivó a que se moviera la demanda de semillas de pasturas”.

Dijo que este año se sembraron pasturas en zonas donde no se estaban sembrando, y algunos sectores como la ganadería de cría, que tenían números que no alcanzaban para realizar inversiones, han cambiado su situación y pudieron invertir en producción de forraje.

Reconoció que “los sistemas ganaderos ya no son los mismos. Hoy la ganadería es bastante más intensiva, estamos faenando animales más jóvenes, estamos teniendo mejores niveles de producción de terneros”.

A propósito, señaló que “las opciones de mercados para los terneros cambiaron las formas de producir, hay que tener ganancias de peso importantes para que los terneros lleguen en tiempo, forma y calidades que exige la cuota 481, así como otros mercados como la exportación de ganado en pie”.

Consideró que todo esto hace que los productores estén más atentos a la forma de producir, y busquen alternativas más eficientes.

Pero también planteó que “hay un desafío muy importante en manejar muy bien los recursos naturales que tenemos”. En tal sentido destacó que “se ha vuelto a hacer mejoramientos en muchos lugares, a cuidar los aspectos de manejo de nuestras pasturas naturales, que son el sustento de la ganadería. El desafío de manejar los campos naturales adecuadamente sigue estando vigente”.

Además, subrayó que “el mix con la agricultura es un cambio que se ha venido dando intensamente en los últimos tiempos. Hoy se ven animales en zonas donde era difícil verlos. En el litoral la agricultura y la ganadería están teniendo una simbiosis positiva muy interesante. Y también en zonas donde se hizo agricultura y ya no se está haciendo hubo un aprendizaje en el uso de tecnología, de maquinaria, donde no había cultura agrícola”.

También mencionó a quienes en sus rotaciones forrajeras están incluyendo alguna parte del campo con agricultura, de forma de iniciar una rotación, limpiar algún campo y generar algún ingreso adicional.

Cruces comentó que “en las zonas no agrícolas primero hubo una tendencia muy importante a sembrar verdeos anuales, pero eso ha cambiado y se está volviendo a las rotaciones con praderas permanentes, buscando rotaciones de dos a cinco años. Hay una mayor presencia de especies como dactylis, festuca, gramíneas, lotus, trébol blanco, además de especies nuevas que se fueron agregando”.

Señaló que también hay una gran oferta de raigrases, de distintos ciclos, que permiten “él equilibrio que cada establecimiento debe tener, con herramientas que se adecuen de la mejor forma posible a las potencialidades de cada empresa, desde el punto de vista de los suelos, de las posibilidades de capital, de los recursos humanos, que llevan a definir las estrategias”.

Cruces destacó que “este año vimos el caso de algún productor que hizo una parte de trigo con pradera, algo que hace muchos años no veíamos”.

Política comercial de Zambrano Insumos

Zambrano Insumos trabaja con varias marcas proveedoras, atendiendo las distintas demandas de sus clientes.

Además, la empresa cuenta con un área de semilleros de las variedades públicas, en predios de productores. “Les damos la posibilidad de calzar su producción ganadera y de semillas con un sistema de cuenta corriente, brindándoles los insumos que necesiten. Es una herramienta que ha ido creciendo, que se ha consolidado, y nuestros agentes del interior lo sumaron a su trabajo”, comentó Cruces.

Agregó que esa política permitió que la empresa llegue a nuevos clientes, y fue una de las razones que le permitieron incrementar las ventas este año.

Por otra parte, el ingeniero agrónomo señaló que el clima no permitió hacer toda el área de semilleros que se pretendía, pero se llegaron a sembrar unas 800 hectáreas.

“Veníamos bien con el clima, pero la situación actual (mediados de noviembre) es preocupante, en la medida que uno mira los pronósticos extendidos y no son nada alentadores. Los productores se ponen ansiosos en la medida que pasan los días y faltan las lluvias. No tuvimos una primavera tradicional, por un lado falta el agua y por otro las temperaturas han estado más bajas de lo normal. Por lo tanto, el volumen de crecimiento no es normal para esta época del año”, planteó.

El integrante del departamento de Insumos de Zambrano & Cía señaló que los campos se ven verdes, pero que los volúmenes “son muy pobres en relación a lo que suele haber en la primavera”.

Esa situación genera que los productores traten de hacer más área de forrajeras de verano, como sorgos forrajeros, moha, sorgo granífero, “como no se había hecho en años anteriores. Este crecimiento trata de generar granos para alimentar a los ganados, además de un volumen de materia seca para el verano”, señaló el integrante de Zambrano & Cía.

Pero insistió en que “las miradas están atentas a lo que pasará en verano”, porque sembrar un sorgo con suelo seco, esperando que lleguen las lluvias es algo que podría hacerse, pero advirtió que “no sería lógico hacerlo con otras especies” como la soja.

También señaló que hubo muchos productores que sembraron maíz.

Retorno agrícola

“Hay clientes del escritorio que han incluido en su área algo de producción agrícola, y esa gente está con una expectativa muy interesante, porque los precios han cambiado sustancialmente”, destacó Cruces.

El ingeniero agrónomo recordó que “hubo productores que en la zafra pasada vendieron su soja a precios que se ubicaron entre US$ 290 y US$ 340 por tonelada, en el mejor de los casos, y hoy está con precios de más de US$ 400. Es un número muy interesante, pero si no cambia la situación del déficit hídrico no parece lógico ponerse a sembrar”.

Sobre la venta de semillas de soja dijo que, a diferencia de años anteriores, cuando los productores tomaban decisiones con bastante anticipación, “este año están esperando hasta último momento”.

Comentó también que hay productores agrícola-ganaderos cosechando cebada, enfardando las colas de cosecha, “la gente que tuvo lluvias está haciendo fardos de lo que sea, pensando en el panorama que se viene. Todos los veranos son complicados, y este tiene el pronóstico de falta de lluvias, y hay productores con bastante carga de ganado en sus establecimientos”.

Fardos y raciones

Consultado sobre el mercado de fardos, Cruces explicó que “se mueve mucho a nivel local”, y que para ese producto lo que se realiza desde la empresa es algún contacto entre productores, generando los vínculos para que los ganaderos puedan acceder a ese insumo.

Estimó que si la falta de lluvias se extiende, “habrá una demanda adicional, y tenemos una relación bastante fluida con empresas racioneras, para abastecer a los clientes del escritorio, para que sus ganados no retrocedan en su estado corporal”.

Centros logísticos

Zambrano Insumos cuenta con un centro logístico ubicado en Camino Mendoza y ruta 102 (Perimetral), que cuenta con dos galpones, uno de 400 metros cuadrados y otro de 1.800 metros cuadrados. Allí la empresa está asociada con Julio González, quien además de ser el propietario del predio, se encarga de realizar el transporte de la mercadería.

Y en los últimos años también se sumaron centros logísticos de Zambrano Insumos en diferentes ciudades y regiones del país, como Salto, Paysandú, Sarandi del Yi (Durazno), Minas (Lavalleja) y Artigas.


Revista VERDE Nº 89

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Aplicaciones aéreas para el control de las enfermedades de fin de ciclo

By Vanessa Falero,

Por el Ing. Agr. Víctor Piñeyro, Director del Observatorio de Comunicación de Agronegocios

Un avión agrícola puede llegar muy rápido, no tiene que esperar condiciones de piso para ingresar al lote, y su capacidad de trabajo permite aplicar en unas 150 ha/hora

Los márgenes de resultado económico proyectados para la campaña de soja 2020/21 en Uruguay muestran escenarios interesantes, aunque aún esté en duda el componente climático y su impacto en el rendimiento. Pero cada año las llamadas enfermedades de fin de ciclo (EFC) condicionan la posibilidad de capturar los rindes potenciales. Sin embargo, con el precio de la tonelada de soja por arriba de los US$ 400 –por primera vez en los últimos seis años–, la campaña 2020/21 ofrece la oportunidad de verificar el control oportuno y eficaz de la aplicación aérea.

Es numerosa la bibliografía que explica el mecanismo con que este grupo de EFC afecta los rendimientos de soja. Pero, en general, la característica necrofítica de la mayoría de los agentes etiológicos desata un proceso que puede sintetizarse en: parasitismo, clorosis, necrosis, senescencia y por último defoliación.

El Índice de Área Foliar (IAF), y su duración, se ve sensiblemente afectado cuando la capacidad del cultivo de reponer nuevas hojas es muy reducida o nula, por lo cual la menor disponibilidad de fuentes de asimilados impactará sobre la supervivencia de flores y, por lo tanto, producirá menor cantidad de vainas y granos.

Al mismo tiempo, algunos de los patógenos de este grupo de enfermedades también afectan vainas y semillas, impactando en la calidad del grano.

La bibliografía reporta que el daño promedio causado por las EFC es de entre 8% y 10%, alcanzando un máximo de 30% de pérdida del rendimiento potencial.

El monitoreo y decisión de control no es sencillo, ya que las observaciones visuales de incidencia y severidad ocultan infecciones sin síntomas que, si las condiciones predisponentes prosperan, pueden manifestarse en el fin de ciclo, cuando ya es tarde para que el cultivo compense el daño.

Los trabajos que mejor ajustan la decisión de aplicación de funguicidas y el efectivo control del daño hacen referencias a las condiciones de precipitación entre R3 y R5. En ese periodo los modelos de decisión de aplicación recomiendan medir los milímetros de precipitación caída y compararlos con los umbrales sugeridos, o decidir la aplicación en base a pronósticos de precipitación firmes y más o menos seguros.

Este ambiente y manejo donde se desarrollan las EFC hacen de la oportunidad de la aplicación del funguicida un elemento clave.

La aviación agrícola de Uruguay dispone de una valiosa caja de herramientas para aportar valor al productor en los procesos de siembra, aplicaciones y fertilización. Sin duda, ante la necesidad de contar con variantes efectivas en el control de EFC, tiene mucho para ofrecer.

Una vez tomada la decisión de avanzar con una aplicación de rescate o preventiva, el avión agrícola puede llegar muy rápidamente, no tiene que esperar condiciones de piso para ingresar al lote, y su capacidad de trabajo permite aplicar aproximadamente 150 hectáreas/hora.

Por otra parte, hay estudios que demuestran las ventajas de la aplicación aérea en cuanto a la dinámica del flujo de aire durante el vuelo, que puede favorecer la configuración de la gota y la llegada efectiva hasta el blanco objetivo, distribuyendo mejor la dosis dentro del canopeo, especialmente en estratos inferiores.

No pisar y no producir daño mecánico sobre el cultivo, evitando la compactación por el paso de maquinaria terrestre, puede hacer perder aproximadamente 3% del rinde.

A tener en cuenta

Hay cuestiones a tener en cuenta a la hora de evaluar la aplicación aérea. Pueden haber limitaciones logísticas, como la presencia de condiciones climáticas que pueden afectar el vuelo, superficies mínimas que no justifiquen la operación desde el punto de vista económico, o dificultades para acceso a infraestructura de pista e instalaciones de carga.

Otra limitante puede ser el costo de la aplicación aérea, que por hectárea es mayor que la aplicación terrestre y, si bien puede generar una ventaja económica, también requiere un desembolso financiero más exigente.

El proceso de control de adversidades no empieza en el momento de la aplicación, sino que depende de una compleja interacción de variables como: la elección de las variedades, el manejo agronómico, las rotaciones, el clima, la cantidad y calidad del monitoreo, los criterios de decisión y productos elegidos para el control y, por último, un mecanismo aceitado de vínculo con los contratistas de la aplicación, ya sea terrestre o aérea, para así lograr una respuesta oportuna.

La correcta articulación, así como la integración criteriosa de los diferentes factores, puede definir la suerte de un control efectivo de las EFC.

Solo como modelo de un ejercicio borrador, proyectamos los beneficios potenciales por no pisar el cultivo y actuar oportunamente ante las EFC y, descontando los costos adicionales de la aplicación aérea, encontramos oportunidad de beneficios de entre US$ 15 y US$ 116 por hectárea, según incidencias e impacto potencial de la enfermedad.

De todos modos, este artículo no pretende plantear dicotomías entre los distintos sistemas de aplicación, sino el uso complementario de todas ellas.

La diversidad de situaciones de los sistemas de producción y las distintas realidades de los productores, sumadas al desafío que tiene la agricultura de producir cada vez más y de manera más sustentable, requiere que tengamos a mano todas las tecnologías disponibles.


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Biodigestores aportan energía, fertilizantes e impacto ambiental

By Vanessa Falero,

La empresa brasileña Sansuy desarrolló un modelo adecuado a los sistemas productivos de Uruguay, que ya funciona en un predio lechero en el departamento de San José

Varias fueron las interrogantes planteadas antes de producir este artículo: ¿qué tan importante es para el productor agropecuario el uso de sistemas de ahorro de energía y generación de fertilizantes?, ¿cuáles son las ventajas de instalar un biodigestor en un predio rural?, ¿qué grado de expansión tuvo ese tipo de tratamientos de residuos en el agro brasileño? Para responderlas, VERDE consultó al desarrollador de la tecnología de biodigestores en Brasil, Jorge Lucas, de la Universidad Estadual Paulista, y consultor de la empresa Sansuy.

A inicios de la década de 1980 Lucas realizó un doctorado sobre los residuos en producción animal e industrial, como los del ganado, la producción de leche, carne, aves y porcinos. “En ese momento había pocos profesionales dedicados al estudio del problema de los desechos en la actividad productiva e industrial”, relató el consultor brasileño.

Contó que, por esos años, algunos estudiaban la generación de compost para la producción de biofertilizantes. También se refirió a un primer proyecto en Brasil, en 1975, vinculado a la selva amazónica, que luego se paró.

Destacó que las ventajas del uso de biodigestores comprenden aspectos energéticos y ambientales, señaló.

Confirmó que se verifica una eficiencia de eliminación de orgánicos que debe ser superior a 60% de patógenos, llegando a 99% de eliminación de patógenos orgánicos, así como la reducción en el número de moscas en los sistemas de producción, ya que en los biodigestores cerrados no hay un atractivo para esos insectos.

“El excedente de materia orgánica puede ser utilizado como un buen fertilizante, siempre y cuando se sigan los preceptos ambientales en cuanto a la ganancia en energía, en abono y en la reducción de olores”, explicó.

Acotó que en el año 2000 comenzó a estudiarse en Brasil la reducción de las emisiones de gas metano, porque tiene impacto en el efecto invernadero y en el calentamiento global. “El metano tiene un efecto mucho mayor que el dióxido de carbono en el calentamiento del medio ambiente”, sostuvo Lucas.

Expansión

En la producción agropecuaria brasileña hay 4.000 biodigestores instalados, de los cuales Sansuy desarrolló 3.000. Pero, ¿cómo se llegó a esa expansión del sistema?

Al respecto, el consultor relató que la instalación de pequeños biodigestores de origen chino e hindú, para emprendimientos de lotes chicos de animales como cerdos y bovinos en Brasil, comenzó en 1973. Luego del año 2003 se iniciaron proyectos vinculados con el mercado de carbono, para la reducción del efecto invernadero, mediante la utilización de un nuevo tipo de biodigestores.

Fue en ese momento que la firma Sansuy le pidió a Lucas realizar una consultoría, para desarrollar un modelo que se adaptó a las necesidades del mercado de carbono.

Tras la expansión de ese tipo de soluciones para los residuos en la producción agropecuaria, el profesor brasileño indicó que actualmente pasó a una siguiente fase, en la que se sumó la instalación de biodigestores en la agroindustria, así como para el tratamiento de la basura y de los lodos de aguas negras.

La mayor parte de los biodigestores instalados en Brasil por Sansuy fue en convenio con una firma de Canadá, lo que llevó a un número estimado de unos 4.000 sistemas de ese tipo que hoy están operativos, señaló.

Potencial uruguayo

Actualmente, en la producción agropecuaria uruguaya hay un solo biodigestor instalado por Sansuy, ubicado en el predio lechero del empresario Pablo Pérez, en San José. Se trata de un modelo adecuado a los sistemas productivos locales, desarrollado por la empresa brasileña.

El productor uruguayo “está muy contento” con los resultados y el desempeño del biodigestor que tiene operativo en su establecimiento, afirmó Lucas, tras una recorrida realizada por ese y otros predios locales.

Dijo que “Uruguay está avanzando rápidamente en dirección de mejoría de la economía circular y ambiental, y hay una nueva conciencia en cuanto al cuidado del medio ambiente y al ahorro de energía”.

Las alternativas de mayor potencial para el desarrollo de nuevos biodigestores en el mercado uruguayo están enfocadas en “la producción de pollos, de gallinas ponedoras y principalmente de cerdos, que genera una de las mejores aguas residuales para la producción de energía”, advirtió.

Respecto al impacto de esos sistemas en el factor fertilizantes, Lucas sostuvo que “en Brasil la inversión en la instalación de biodigestores se repaga en un 50%, por la energía generada, y el otro 50% por el fertilizante obtenido”, que favorece el incremento de la productividad.

“En Uruguay debemos verificar eso, porque los precios al productor rural son diferentes a los registrados en el mercado brasileño, pero el biofertilizante tiene la misma importancia que el ahorro de energía”, afirmó el consultor en su visita al país.


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“El negocio del corral asegura producción e independiza a la ganadería del clima”

By Vanessa Falero,

Fernando Indarte se mostró convencido de que el mercado tendrá una sobrecorrección de precios al alza, y advirtió que en verano escasearán los ganados gordos especiales.

En esta entrevista con VERDE, Fernando Indarte destacó que el negocio del corral asegura producción e independiza a la ganadería del clima. Se mostró convencido de que el mercado tendrá una sobrecorrección de oferta después de esta importante baja de las últimas semanas, aunque advirtió que en verano escasearán los ganados gordos, porque no hubo engorde de primavera.

Manifestó su optimismo para el próximo año, y enfatizó que es importante trabajar en la base forrajera para potenciar el stock de 3 millones de terneros. Consideró que el mundo seguirá consumiendo carne, más aún como la que produce Uruguay, y destacó que el sector fue de los que menos sufrió por la pandemia.

¿Cómo analiza el cierre de 2020?

Estamos terminando el año con déficit hídrico, nada muy diferente a lo que nos ha pasado en varias oportunidades. El otro día veía el catálogo de Plaza Rural y hacía 10 años que el negocio ganadero no tenía una corrección fuerte, mientras que otros rubros sí lo han tenido, como la lechería o la agricultura. La agricultura tuvo fuertes problemas de precios y de mercados, además de años de excesos de lluvias, cuando no se pudo cosechar y en el otro extremo déficit hídrico en momentos críticos de los diferentes cultivos, que llevaron a tener rendimientos que no alcanzaban ni para pagar los costos. Ahora, la ganadería está atravesando esta etapa de déficit hídrico, y hay una corrección de precios a la baja, que es importante en todas las categorías. Pero siempre hay un componente de realidad, y otro que es de expectativa y de imaginación. En este momento están jugando los dos, porque la gente piensa que el precio va a bajar más, entonces tiene que vender, y que no va a llover nunca más. Pero nunca pasó eso. Hoy hay un montón de tecnologías, que no teníamos ni siquiera hace 10 años. La gente del norte, por ejemplo, está usando la tecnología solar. Tienen unas vertientes, arman una pantalla solar, una bomba y unas baterías y ponen unos bebederos. Así transforman esas vertientes en bebederos como si hicieran un pozo. Eso es algo que no existía. La tecnología cambió, mejoró y se abarató. La gente ha ido invirtiendo, y las sequías ya no causan el impacto que causaban. Además, se masificó el uso del destete precoz, racionar el ganado hoy en día es algo normal, además de los fardos. Ahora hay una corrección de precios algo exagerada. Pero siempre insistimos en que los precios los tienen que poner la oferta y la demanda. A veces nos gusta y a veces no, dependiendo del lado del mostrador en que estemos. Pero cuando hay más oferta los precios bajan, y suben cuando hay menos; y al contrario cuando hay demanda. Pero desde el punto de vista de la demanda mundial, la carne fue un producto que salvó el examen de la pandemia con sobresaliente. Porque tuvimos una complicación en abril, y después hubo vaivenes. Pero la tonelada de carne uruguaya vale lo mismo que el año pasado, y hay pocos productos que pudieron mantener eso. Por lo tanto, desde el punto de vista económico, hay que pensar en los sectores que realmente están sufriendo, como el turismo, la hotelería, los salones y servicios de fiestas; esos sí que están sufriendo.

¿Qué espera del negocio en 2021?

Estamos con un mercado climático. No son precios reales, de largo plazo. Estos precios tienen que ver con la falta de lluvias, y en un negocio que es a cielo abierto, cuando no hay condiciones para tener ganados hay que venderlos. Pero creo que el negocio ganadero seguirá siendo interesante. El precio de la tonelada de carne de exportación vale lo mismo que el año pasado. No tenemos un problema de mercado, que es mucho peor que una seca de tres o cuatro meses. El problema sería que la gente deje de comer carne. Todos sabemos que en algún momento las secas se terminan, pueden ser más o menos agudas. Pero es difícil que se reviertan en diciembre, enero o febrero; en general se revierten en otoño. En el catálogo de Plaza Rural también se puede ver que a los tres o cuatro meses de las bajas de precios, estos se revierten e incluso hay una sobrecorrección al alza. Así como el mercado sobrecorrige los precios a la baja, también lo hace a la suba. A veces es por problemas en el exterior, las expectativas son malas, y otras es por un tema climático. Esos cambios se dan en meses. Las noticias dicen que las vacunas contra el Covid-19 están, tendremos que esperar un tiempo para que se pueda inmunizar la población mundial. Pero en plena pandemia Uruguay pudo sostener el precio de la tonelada de exportación. El mercado chino, que se llevó todo el año pasado, este año llevó bastante menos, pero se sustituyó con el Nafta. Se pudo faenar y vender todo lo que teníamos. Así que lo único que podemos esperar para el año que viene es que todo mejore. Que la población de los países de más riesgo se pueda vacunar e inmunizar, que llueva y así volveremos a la normalidad. No me queda ningún tipo de duda.

Se habría alcanzado la cifra de 3 millones de terneros ¿Es verdad que cuantos más terneros se producen menos valen?

Esa lógica se dio durante muchos años en Uruguay, pero estábamos en otra coyuntura, en otra realidad de país, con muy pocos mercados. Eso ocurría cuando había una separación entre los mercados aftósicos y no aftósicos, por ejemplo. En aquel momento había un incentivo a no producir más, pero ahora no damos abasto para atender la demanda. Hoy tenemos frigoríficos globalizados, que tienen sus representantes en todo el mundo, que se han preocupado por vender la carne uruguaya. Hubo políticas de Estado que promocionan nuestras carnes en el mundo, que trascendieron gobiernos. Eso cambió totalmente. Si la base forrajera acompaña, esos 3 millones de terneros son una gran noticia, porque se van a faenar más animales, y por lo tanto vamos a exportar más, va a entrar más dinero genuino al país, habrá más trabajo, se van a diluir costos fijos. Es una buena noticia. Pero lo que tiene que acompañar es el forraje, no solo el clima, sino hay que sacarle más pasto al campo. Hay mucha tecnología. El mejoramiento genético de pasturas ha sido impresionante. Las variedades nuevas son de mayor calidad. El control de malezas ha sido impresionante. Por otra parte, los agricultores que piensan en el largo plazo dicen que es inviable hacer agricultura continua y que se necesitan praderas. Y esas praderas que vienen atrás de la soja tienen una productividad infernal, porque no tienen malezas y dejan fertilizado el suelo. Pero hay que tener una buena base forrajera, porque no se puede tener más carga si no se mejora la disponibilidad de pasto. En resumen, los 3 millones de terneros son una gran noticia, pero tenemos que tener en cuenta que nuestra producción es a cielo abierto y, por lo tanto, tenemos que mejorar nuestra oferta forrajera y la cosecha debe ser mejor manejada, porque la demanda está asegurada.

¿Cómo ve la interacción agrícola-ganadera en este momento?

Los campos agrícolas de punta, que en Uruguay son pocos, han hecho una rotación agrícola con gramíneas. Le agregan cada tanta soja, algún sorgo, maíz y en invierno incluyen trigo, cebada, colza y algún puente verde, que es fundamental para la conservación del suelo. Y en el resto ha ido avanzando enormemente la alianza de una serie de cultivos, que dependen del tipo de campo y del productor, pero siempre terminan en una pradera de alta producción, que dura un poco más o un poco menos. Está comprobado, no solo a nivel de ensayos sino también a nivel productivo, que los cultivos rinden más si esos campos quedan un tiempo con pasturas. Por lo tanto, hay una sinergia muy importante entre los dos rubros. Es fundamental para nuestros suelos que siga habiendo una interacción fuerte entre pasturas, ganadería y agricultura.

¿Cuáles son las perspectivas del corral?

El corral es fundamental, porque asegura producción e independiza a la ganadería del clima. Cuando un frigorífico se compromete con un negocio necesita tener la materia prima sí o sí, no importa si el tiempo viene seco, llovedor, frío o caluroso. El corral da esa previsibilidad y, más allá o más acá, se podrá achicar un poquito, pero siempre va a tener su lugar. En los últimos años es de alrededor de 20% de la faena total. Además, es un negocio que brinda previsibilidad de precios, que es algo que siempre se pidió desde la producción ganadera. Es algo que se puede acordar, considerando el tipo de animal, la terminación y la fecha de entrega. Es el único negocio de la ganadería que tiene esas características, y no es algo menor.

¿Están haciendo negocios de ganados de corral que no tengan como destino la cuota 481?

Se hizo mucho este año, antes y después de la pandemia. Estamos en una zona de producción intensiva, donde hay mucho grano y predominan los corrales. En este momento hay muchas conversaciones para el año que viene, pero por la pandemia esas conversaciones de largo plazo se han acotado, ya que hay mucha variabilidad. Esta segunda ola de Covid-19 en Europa frenó los negocios por carne premium. Ahora se están empezando a conversar los negocios para las próximas ventanas, pero siempre estarán. El mundo va a comer carne siempre, y más aún carne como la que produce Uruguay, sin hormonas, controlada, con todas las virtudes que tiene el producto uruguayo. Hay momentos donde se demoran un poco más los negocios, como pasa en cualquier rubro, pero tenemos que mirar a la ganadería como una de las producciones más privilegiadas de la agropecuaria. Y también tenemos que ser justos en decir que estamos en un sector que fue de los que menos sufrieron esta distorsión de la pandemia.

¿Hay precios similares entre los ganados de corral de la cuota 481 respecto a los que no van para ese mercado?

En términos generales, el ganado no cuota 481 va atado al precio de la Asociación de Consignatarios de Ganado (ACG) más un premio. Los de la cuota 481, como es más predecible el negocio para el frigorífico, te pueden hablar de un rango de precios, atado a ACG más un premio, y pueden asegurar un piso si el productor está dispuesto a aceptar un techo. La lógica del frigorífico es cubrirse si se disparan los precios, como tiene la previsibilidad de cuánto va a vender no pierde. Pero también sabe que puede pagar un precio mínimo, y de esa manera quedan todos conformes. El ganado no cuota nunca tiene un precio fijo, el cuota sí lo tiene, por las características de cada uno.

¿Cuáles son las perspectivas de negocios de ganados gordos?

Hay muy poca oferta de ganado gordo. No sé de dónde van a salir los ganados de fin de año, enero y febrero, porque no hubo engorde de primavera. Por ahora se viene cargando a un ritmo mejor, producto de la faena de fin de año. Supongo que se van a faenar menos animales gordos especiales de campo. Después hay que ver si aparecen destinos para los animales que no tienen una terminación especial, pero no serán animales gordos como los que estamos acostumbrados a comercializar en Uruguay, sino de menor terminación, y obviamente que son para otros destinos.

¿Cómo ve el clima de inversión?

Lo que el productor sabe hacer es invertir en producción y, por lo tanto, sigue habiendo una inversión fuerte. También hay que recordar que el año pasado fue fabuloso para la producción ganadera, en todo sentido. Este año la gente no está tan afectada, porque el año pasado fue de valores excepcionales, y se está haciendo promedio. Hubo inversiones productivas que han permitido que, de alguna manera, este año se pueda pasar mejor. En materia de compra-venta de campos hemos concretado negocios. Hubo una oleada fuerte de llamadas al principio del año, sobre todo argentinos. Ahora, como se agravó la pandemia en Argentina, se tranquilizaron las negociaciones. Colegas coinciden en que hay pocos negocios concretados. Desde el sector inmobiliario, en Montevideo, nos dicen lo mismo. Estoy seguro de que volverá el interés el año que viene, una vez que llegue la vacuna, y se normalice todo en el mundo. También hay que tener en cuenta que hay muy poca oferta de campos en Uruguay, hay poca gente dispuesta a vender. Hay varias cosas que marcan que no habrá una estampida, como la hubo a principios de los años 2000. Por lo tanto, considero que habrá negocios, pero en menor cantidad.

¿Es atractivo Uruguay para invertir?

Sí, sin dudas. No solo es atractivo para los argentinos sino a nivel mundial. Cuando uno ve las noticias, Uruguay es un país que pudo manejar la pandemia. Es un país serio, donde se respetan las normas y las cosas se hacen bien. Los principales medios mundiales destacaron que Uruguay pudo manejar la pandemia, por lo que hizo el gobierno, pero también por el comportamiento de sus habitantes. Esa es la mejor publicidad que se puede hacer del país. ¿Dónde invertirías después que pase todo esto? En los lugares donde se pudo manejar la pandemia. Vamos a tener inversiones en Uruguay, y vamos a salir rápido, si Dios quiere, de esta distorsión.

¿Los precios de los campos tocaron piso?

Sí, tocaron piso en 2019 y no siguieron bajando en 2020. Los precios de los negocios que se hicieron este año son razonables. Se tiene una rentabilidad histórica porque los precios han venido bajando, pero nada sube indefinidamente ni baja indefinidamente. Los precios alcanzados eran tentadores para comprar, para un uruguayo o para un extranjero. El año pasado compraron los uruguayos. Hoy hay poco campo en oferta, y al ser poca la oferta no se podrá comprar barato. Pero tampoco subieron los precios. Los negocios que se hicieron este año fueron a precios muy razonables. La gente que quiso vender tuvo que aceptar esos precios más bajos. En este momento tengo varios pedidos de campos, y no los puedo conseguir. La demanda es apenas más fuerte que la oferta, pero no está dispuesta a pagar lo que no vale un campo en este momento.

 

TARJETA PERSONAL

Fernando Indarte tiene 47 años y es ingeniero agrónomo, egresado de la Facultad de Agronomía, de la Universidad de la República. Desde hace 25 años integra la empresa Indarte & Cia, firma dedicada a la intermediación en los negocios ganaderos y de compraventa y arrendamiento de campos. La empresa fue fundada por su padre, Horacio Indarte, y actualmente es dirigida por Fernando y por su hermano Gonzalo.


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Presión internacional por el origen sustentable de la soja brasileña

By Vanessa Falero,

Entre las principales preocupaciones está la desforestación ilegal para la producción de la oleaginosa, así como el impacto ambiental producido por las plantaciones

El mercado internacional aumenta su presión sobre el origen sustentable de la soja brasileña. Entre las preocupaciones está la desforestación ilegal y el impacto ambiental producido por las plantaciones. Pero en el país sudamericano no se quedan de brazos cruzados y trabajan con firmeza para revertir esa imagen.

La revista Globo Rural publicó un artículo que recoge el testimonio de Maria Vitória Constantin Vasconcelos, quien hace cuatro años y recién recibida como ingeniera agrónoma, se fue a trabajar en el establecimiento agrícola de su familia, en Rio Verde (Goiás), con el objetivo de implementar prácticas más sustentables.

“Mi padre (Luiz Henrique Vasconcelos) había iniciado un proceso de certificación con Cargill, y cuando asumí en la empresa, tuvimos que hacer muchos cambios, porque si no tenés lo básico exigido por ley, es difícil pensar en sustentabilidad. Fue un largo camino”, contó.

En la última zafra, el establecimiento Mata do Lobo (monte del lobo, en portugués), que tiene 2.500 hectáreas de soja, además de 700 hectáreas de monte, tuvo su producción certificada por la RTRS (Mesa Redonda sobre Soja Responsable, por su sigla en inglés), el principal programa de certificación de soja, y ya vislumbra un futuro de producción orgánica.

Maria Vitória, que vive en la propiedad con su esposo, un alemán formado en gestión ambiental, cuenta que el proceso incluyó una adecuación de las estructuras físicas, reformas en los alojamientos del personal, reducción de agroquímicos en la chacra, inversión en controles biológicos, seguimiento de la biodiversidad de la flora y fauna del establecimiento, donde hay muchos zorros Guará.

“Mi padre creía que era imposible producir bien reduciendo el uso de agroquímicos, pero a él también le picó el bichito de la sustentabilidad. Comenzamos por una parte, y el año pasado lo extendimos a todo el predio. Nuestros costos cayeron un tercio, y la productividad se mantuvo en 4.000 kilos por hectárea”. Además de la soja, la familia planta maíz, y desde 2008 café, dentro del sistema agroforestal.

Demanda internacional

La sostenibilidad en la producción de soja brasileña ha sido una demanda creciente de compradores internacionales. A finales de junio, activistas de Greenpeace bloquearon 50.000 toneladas de harina de soja del país durante 72 horas en un puerto de Francia.

La protesta tuvo como objetivo llamar la atención del gobierno francés para combatir la deforestación en el Cerrado brasileño, de donde proviene el 51% de la soja exportada por Brasil.

En julio, un artículo de investigadores brasileños, alemanes y estadounidenses, publicado en la revista Science bajo el título “Manzanas podridas de la agroindustria brasileña”, señaló que alrededor del 10% de las propiedades con soja en la Amazonía y el Cerrado deforestaron de manera potencialmente ilegal, sin respetar los porcentajes mínimos de reserva impuestos por el Código Forestal de 2008.

Para el jefe general de Embrapa Soja, José Renato Bouças Faria, esta presión se debe a que el país, en un corto período de tiempo, pasó de ser un importador de alimentos a un gran exportador, produciendo un volumen que puede alimentar a ocho veces la población de Brasil.

Estima que más del 90% de la soja brasileña se produce de manera totalmente sustentable, utilizando la tecnología y los preceptos de sustentabilidad, como la rentabilidad y preservación del medio ambiente para las generaciones futuras.

“Ninguna agricultura en el mundo tiene la preocupación ambiental que tiene Brasil. El productor ya maneja bien el suelo, utiliza sistemas de producción integrados, diversifica los cultivos y mejora la capacidad de recarga de agua”, aseguró.

Brasil es actualmente el principal productor y exportador de granos del mundo. La soja ocupa casi 37 millones de hectáreas en el país y lidera las exportaciones, generando ingresos anuales por US$ 34.000 millones al país.

Bartolomeu Braz Pereira, presidente de Aprosoja Brasil (Asociación Brasileña de Productores de Soja), coincide con el titular de Embrapa. “Nuestro papel es incómodo. Ningún país tiene producción agrícola como Brasil, utilizando solo el 8% de su territorio”, afirmó.

Según él, la soja es 100% sostenible, de acuerdo con el Código Forestal. “Puede haber otra irregularidad, pero no hay deforestación ilegal donde se siembra el grano. Tenemos la soja más nutritiva y sostenible del mundo”, dijo en un video disponible en portugués, inglés, alemán, francés y mandarín.

También informó que el 66% del bosque nativo se conserva, y que la soja se expande hacia las áreas de pastos, sin amenazar ningún bioma. Para Raoni Rajão, uno de los autores del estudio publicado en Science, el sector de la soja ha dado grandes pasos hacia la sostenibilidad en las últimas décadas.

“Mientras que en 2006 el 30% de la expansión se realizó en áreas boscosas de la Amazonía, con la Moratoria de la Soja bajó a cerca de 0%. Pero todavía tenemos desafíos importantes en la Amazonía y también en el Cerrado”, admitió.

Según una encuesta, hasta 22% de la soja que se exporta a la Unión Europea puede tener rastros de deforestación ilegal. La moratoria es un pacto ambiental entre industrias, exportadores, ONG ambientales y el Banco do Brasil, que veta el financiamiento y compra de soja de áreas deforestadas del bioma amazónico después del 22 de julio de 2008, fecha de referencia del Código Forestal.

El director ejecutivo de Abiove (Asociación Brasileña de Industrias de Aceites Vegetales), el agrónomo André Nassar, dice que las 90.000 hectáreas de soja ilegal en la Amazonía no entran en la cadena de afiliados. La entidad es uno de los signatarios de la Moratoria de la Soja.

Nassar explicó que los programas de certificación como Soja Plus, una asociación entre productores e industrias, atestiguan objetivamente la sostenibilidad de la producción, pero existen otros indicadores subjetivos, como la labranza cero, el aumento constante de la productividad, el bajo uso de nitrógeno (emisor principal gases de efecto invernadero), el sistema de dos cultivos y la integración cultivo-ganadería.

En cuanto a criterios sostenibles de respeto a las leyes laborales, almacenamiento de plaguicidas y maquinaria, Soja Plus muestra una alta adherencia, pero aún tiene productores que no cumplen y no conoce la legislación, reconoció.

«Ninguna agricultura en el mundo tiene la preocupación ambiental que tiene Brasil. El productor ya maneja bien el suelo, usa sistemas de producción integrados, diversifica cultivos y mejora la capacidad de recarga de agua», según José Renato Bouças Faria, jefe general de Embrapa Soja.

Señaló que la soja no tiene un programa de certificación a escala, como el algodón, pero la RTRS alcanza a 3,3 millones de toneladas y 212 productores. Por otra parte, Soja Plus garantiza la asistencia en un área de 3,5 millones de hectáreas, que produce 12,3 millones de toneladas. Y, además de Proterra y otros programas, el volumen sostenible es de 23,5 millones de toneladas (alrededor del 18% de la cosecha), recolectadas en 6,67 millones de hectáreas, según Abiove.

SLC Agrícola, uno de los mayores productores de granos de Brasil, también está asociado con la soja responsable.

Álvaro Dilli, director de Recursos Humanos y Sostenibilidad, dice que el 100% de la soja producida es sostenible, pero solo el 56% del volumen está certificado. La empresa podría tener el 88% si hubiera un mercado dispuesto a pagar por ello, aseguró.

SLC terminará este año una expansión de la siembra en áreas nativas. “Una empresa tiene un banco de tierra de 5.200 hectáreas para explorar. Esto representa el 1% del total que operamos en seis estados”, informó.

A partir del próximo año, el plan es crecer solo en áreas ya abiertas por proceso de arrendamiento, integración ganadera-forestal y joint ventures.

Un estudio realizado por la organización ambiental TNC (La Conservación Natural, por su sigla en inglés), en alianza con la consultora Agroicone, señaló que sería posible incrementar la producción de soja en el Cerrado sin deforestar la vegetación nativa, utilizando únicamente áreas de pasto subutilizadas.

Según la encuesta, hay más de 18,5 millones de hectáreas de pastos en el bioma aptos para la soja. El número representa el doble de los 7,3 millones de hectáreas estimados por las condiciones actuales del mercado para garantizar la expansión por al menos 10 años.

Nassar dice que los controles sobre la expansión de la soja en el Cerrado están aumentando, lo que molesta a los productores, pero niega la intención de extender la moratoria al bioma, que en los últimos 20 años pasó de 7,5 millones a 18,2 millones de hectáreas de soja.

Lisandro Inakake de Souza, coordinador de cadenas climáticas y agrícolas de Imaflora, dice que ninguna ONG nacional o internacional ha propuesto una moratoria en el Cerrado. Lo que existe, según él, es un diálogo intenso que involucra a más de 70 organizaciones brasileñas con los principales comerciantes de soja en Brasil para tratar de llegar a un acuerdo de conversión cero.

Souza destaca que es interesante que los propios productores luchen por la implementación completa del Código Forestal y por un sistema de asistencia técnica que llegue a todos y mejore como prácticas agrícolas.

“La sustentabilidad no es simplemente no deforestar más allá de lo que permite la ley. También significa cuidar el suelo cultivado, para no emitir gases de efecto invernadero, uso regular de combustible y maquinaria, cuidar el agua y tener una visión social de las fincas, donde viven comunidades tradicionales y locales que dependen de los mismos recursos naturales”, remarcó.

La empresa china Cofco International, uno de los signatarios de la Moratoria de la soja, tiene la intención de rastrear todas las semillas de soja compradas en Brasil en 2023.

Wei Peng, director de sustentabilidad global de la compañía, dice que ya se están rastreando 25 municipios en el Cerrado.

Consultado sobre si apoyaría la extensión de la moratoria al Cerrado, el ejecutivo dijo que «más eficiente que aplicar la moratoria es traer beneficios económicos al productor que lo incentiven a producir de manera sustentable».


Revista VERDE Nº 89

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Los seguros de rendimiento son la clave para estabilizar al sistema, dijo Alma Aznárez de Agroterra

By Vanessa Falero,

Agroterra y Seguros Sura avanzan en coberturas para soja y maíz, la iniciativa comenzó hace tres años y se basa en el historial que tiene cada chacra que opera con la empresa.

Agroterra y Seguros Sura comenzaron hace unos tres años con la implementación de un seguro de rendimiento de soja y maíz. “Se genera a partir del conocimiento que Agroterra tiene de los productores y de las diferentes zonas productivas. Es una herramienta muy sencilla de utilizar, un seguro de rinde chacra a chacra, que asegura kilos por hectárea y está disponible para los clientes de la empresa”, dijo a VERDE la gerente general de Agroterra, Alma Aznárez.

Agregó que es una herramienta que “hace la diferencia, y eso lo muestra su evolución. “Hemos venido creciendo año a año y la respuesta del productor es muy buena. Pero entiendo que todavía hay muchísimo por trabajar, y estamos avanzando con herramientas para los cultivos de invierno”, anunció.

Señaló que “en un año como este la demanda se incrementa aún más. Hay muchas consultas, porque la amenaza de que las lluvias estén por debajo de los promedios o de lo esperado es algo latente”.

De todos modos, planteó que “debemos pensar un instrumento que se utilice siempre, que al productor le cierre, y que pase a ser parte de sus costos para poder seguir en actividad a lo largo del tiempo. En eso creo que todavía tenemos un debe, en el que tenemos que seguir trabajando”.

Recordó que “hace mucho tiempo que veíamos como fundamental trabajar en la generación de alguna alternativa que permitiera contar con un seguro de rendimiento. El objetivo estaba en poder contar con previsibilidad y lograr ese piso de rendimiento que se necesita para poder seguir trabajando a lo largo de los años. Es importante atenuar el efecto serrucho que se genera al pasar de un año espectacular a uno más difícil”.

La inclusión de seguros de rendimientos, además de aportarle más sostenibilidad al sistema, ofrece otro respaldo al momento del financiamiento. A propósito, Aznárez explicó que “ya sea utilizando nuestra línea de financiación, o la de instituciones financieras, el hecho de contar en el esquema de negocios con un seguro de rinde, ya nos brinda otra seguridad, otorga una robustez que es fundamental”.

Señaló que muchas veces, desde afuera, la agricultura se percibe débil, por la gran variabilidad de resultados. “Por eso creo que es relevante generar sistemas sanos”, insistió.

En Uruguay “los productores trabajan muy profesionalmente, utilizan las últimas tecnologías y realizan un manejo que busca el mayor rendimiento por hectárea, con lo cual al sumar un seguro de rinde obtienen una estabilidad muy bien valorada por todo el sistema. Estamos en un momento bisagra y los seguros vinieron para quedarse”.

EL MOMENTO

“Nadie hubiera pensado que podríamos tener en este momento el precio de la tonelada de soja por encima de U$S 400, y al maíz arriba de U$S 200 por tonelada. La expectativa de precios pone al productor en un panorama más alentador”, destacó.

Señaló que luego de los problemas productivos en Estados Unidos, “se comienza a salir de una cómoda relación de stocks-consumo, con China absorbiendo granos de forma importante y un panorama climático desafiante para Latinoamérica, que motivan esta fortaleza de los precios”.

Además, hay un ajuste a la baja en los costos para el cultivo de soja y maíz. “Han bajado los fertilizantes y el tipo de cambio ha mejorado, lo que nos da una mano. En la teoría el escenario es muy interesante, veremos si se puede capitalizar en resultados”, planteó.

Toda esa expectativa generada encuentra al productor trabajando en maximizar la rentabilidad, partiendo de sistemas estables y más diversos. “El productor agropecuario es un empresario muy resiliente, con empuje, innovador, que busca permanentemente alternativas de manejo para poder seguir trabajando y adaptándose a los múltiples desafíos que tiene la actividad. Tiene una visión de mediano plazo”, resaltó Aznárez.

Si bien es cierto que al analizar año a año, “vemos momentos duros, se han ido buscando diferentes caminos, como la diversificación, tanto en cultivos como rubros”.

Remarcó que “hoy existe una diversificación consolidada”, que incluye colza, cebada, trigo, soja, maíz, además aparece el girasol y la interacción agrícola-ganadera.

“Los números ganaderos pueden ayudar a la producción agrícola cuando hay precios bajos o una dificultad climática; pero también al contrario, ya que la agricultura suma a la empresa cuando los valores del ganado se resienten. La base está en buscar la estabilidad de los sistemas de producción, para que nos permitan trabajar a mediano plazo, maximizando la rentabilidad”, analizó.

Aznárez consideró que al mencionar elementos como el mediano plazo, rotaciones y sustentabilidad, “la rentabilidad tiene que estar. Eso no puede perderse de vista porque es el factor clave. Es fundamental que se sigan ajustando los costos, conseguir mercados para los diferentes productos, para tener más estabilidad y que aporte rentabilidad”.

Sostuvo que “en Agroterra estamos cerca del productor, acompañándolo y tratando de buscar soluciones innovadoras, que apunten a la seguridad y a mayores rendimientos. Al productor le tiene que ir bien para que a nosotros nos vaya bien. Esa es nuestra visión y es la estrategia que tenemos como empresa”.

“Estamos transitando un año muy excepcional, de pandemia, observamos como todas las economías del mundo están sufriendo pérdidas de producción, empleo, cierre de empresas, crisis sociales sin antecedentes en 100 años. También en Uruguay hay muchos sectores que lamentablemente la están pasando muy mal, pero el agro uruguayo, productor de alimentos, ha demostrado ser muy competitivo, manteniendo su nivel de actividad y de empleo; y nuevamente será un pilar fundamental para la esperada recuperación, una vez superada la pandemia”, acotó.

MAIZ Y SOJA

Aznárez consideró que el maíz se ha transformado en un cultivo relevante dentro de la rotación agrícola y de la diversificación que plantea el agricultor. “Es un cultivo que en los últimos años ha dado un buen resultado económico”, destacó.

“Cuando planificamos el año preveíamos un área estable o con un leve crecimiento del cultivo. El maíz de primera está todo sembrado. La planificación que tenía el productor se cumplió, se sembró y los maíces están bien implantados (la nota se realizó el 19 de noviembre). Ahora esperamos precipitaciones para no perder potencial”, comentó.

De cara a la campaña de segunda, analizó que “pueden haber oportunidades para el maíz, porque si falta el agua, luego de mediados de diciembre el productor posiblemente se vuelque más a una siembra de este cultivo que a una siembra de soja. Si bien los precios de la oleaginosa son interesantes, los del maíz también son muy buenos, y en esa fecha brinda otra estabilidad”.

Aznárez explicó que los materiales de Dekalb que están en el mercado “brindan una muy buena  sanidad, atributo fundamental para los cultivos de segunda, tolerancia al quebrado y vuelco con excelente caña. Esos aspectos le dan su característica estabilidad y lo destacan en rendimiento, transformándose en una excelente alternativa cuando nos vamos a una siembra tardía o de segunda, de fines de diciembre. Estamos muy entusiasmados, porque tenemos una muy buena propuesta para esa campaña de segunda que está comenzando”.

Para soja, en tanto, comentó que se estimaba un área similar a la del año anterior, entorno a 1 millón de hectáreas. “Habrá que ver las decisiones que irá tomando el productor, en función de su sistema y del clima. La soja de primera viene atrasada, en algunas zonas se sembró muy poco, también se ha sembrado en seco y en otros casos estuvo paralizada la siembra”, comentó.

Agregó que “el productor ahora está esperando, no se va a apurar, intentará aprovechar el agua que pueda caer, y de esa forma alejar el periodo crítico de enero”. En ese cultivo Agroterra ofrece las variedades Asgrow, “que han tenido un excelente resultado, destacándose particularmente la AW 5815 IPRO”.

De todas formas, la gerente general de Agroterra consideró que “el área final en ambos cultivos va a estar determinada principalmente por el factor climático”.

SIEMBRAS DE SEGUNDA

De cara a las siembras de segunda, el ingeniero agrónomo Gonzalo Reynoso, gerente comercial de Agroterra, señaló que “cuando uno piensa en siembras de maíz tardío o de segunda, la principal variable a tener en cuenta es la sanidad, porque es la que permite discriminar los híbridos que pueden ser sembrados en esta secuencia o que deben de ser descartados”.

Remarcó que en ese tipo de siembras “la presión de hongos sobre las etapas de floración o llenado de grano son muchísimo más altas” y, por lo tanto, “elegir materiales resistentes a tizón pasa a ser fundamental, sobre todo en las condiciones de producción de Uruguay”.

Agregó que la marca siempre insistió en que “tampoco se puede descuidar el Mal de Río IV, así como el resto de las enfermedades, como roya, enfermedades de espiga y de caña, que son muy importantes a tener en cuenta, sobre todo en los maíces que no solo se siembran tarde sino que también se cosechan tarde y deben de permanecer muchísimo tiempo en pie”.

La fortaleza de caña, así como la tolerancia al quebrado y al vuelco, “son importantísimos en la elección de los híbridos”, enfatizó.

Y agregó que para esta campaña “los cinco materiales que tenemos disponibles pueden avanzar sin ningún problema para esta secuencia de siembra. Ellos son: DK 6910 VT3Pro, DK 7210 VT3Pro, DK 7220 VT3Pro, DK 7227 VT3Pro y  DK 7320 VT3Pro”.

Reynoso aseguró que “todos ellos tienen esa condición de sanidad en su máxima expresión, por lo que la protección del rendimiento está y eso es lo que les confiere la gran estabilidad que tienen para los distintos ambientes. Siempre asociados a nivel de rendimiento, son híbridos que se destacan, superadores a los materiales que veníamos manejando antes”.

Para soja, en tanto, el gerente comercial de Agroterra señaló que se cuenta con tres variedades disponibles en el mercado, con grupos de madurez que van desde el 5.7 al 6.2.

“Son variedades sumamente probadas comercialmente, estables y de excelente rendimiento, destacándose ampliamente la AW 5815 en las distintas situaciones productivas de Uruguay. Es una variedad que nos da la posibilidad de siembra de primera como de cerrar siembras de segunda, sobre todo a fin de año. Se adapta muy bien a esas condiciones, y tiene un porte de planta excelente, así como una sanidad muy buena”, afirmó.

Por otra parte, sostuvo que “tenemos una propuesta apoyada fundamentalmente en ajustar la densidad de siembra. Trabajamos con densidades objetivo, entorno a las 280.000 plantas, y eso desde el punto de vista de la productividad nos permite estar en los máximos rendimientos alcanzados”.

A propósito, remarcó que “al productor le significa un costo muy competitivo, ya que en muchos casos la siembra queda entre 50 y 60 kilos por hectárea”.

Y, por último, Reynoso destacó que “toda la semilla sale al mercado curada e inoculada y con seguro de reposición en caso de malas condiciones de implantación”.


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Sigue creciendo el área de colza en Uruguay

By Vanessa Falero,

En la zafra 2019/20 se llegó a 100.000 hectáreas, con un rinde promedio de 1.800 kilos por hectárea, según el Observatorio de Oleaginosos

De acuerdo al Observatorio de Oleaginosos Uruguay, de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos y la consultora Exante, el área de colza y carinata en la zafra 2020/21 siguió creciendo y llegó a 111.241 hectáreas, de las cuales unas 100.000 fueron de colza.

El trabajo señala que el rinde promedio se ubicaría en 1.800 kilos por hectárea, y también destaca que los precios de la exportación y de ALUR aumentaron sensiblemente. En la zafra anterior el precio promedio fue US$ 352 por tonelada, y pasó en esta zafra a US$ 408 por tonelada. Esos indicadores permiten calcular que el margen del cultivo antes de pagar arrendamiento llegaría a US$ 211 por hectárea.

En la zafra 2019/20 se habían sembrado entre ambos cultivos algo más de 70.000 hectáreas, mientras que el rendimiento promedio se había ubicado en torno de los 1.500 kilos por hectárea.

Los aspectos agronómicos de la zafra fueron analizados por el Observatorio de Oleaginosos, donde el ingeniero agrónomo Sebastián Mazzilli –de la Facultad de Agronomía– dijo que el área resembrada fue de 12% frente al 7% de la zafra 2018/19. En la zafra 2019/20 se utilizaron 7,8 kilos de semilla por hectárea (fueron 4,8 kilos por hectárea en la zafra 2018/19), mientras que no se reportó área bajo riego.

Mazzilli señaló que se observa un inicio de siembra y cosecha cada vez más temprano. Del 21 al 30 de abril de 2019 se sembró el 95% del área, y del 11 al 20 de mayo se sembró el 4% restante. Más adelante, el 95% de la cosecha comenzó entre el 21 y 31 octubre de 2019, y el restante 4% comenzó entre el 1° y el 10 de noviembre de ese año.

En esa zafra también se constató un aumento en los niveles de fertilización respecto al precedente en nitrógeno, fósforo, potasio y se mantuvo el nivel de azufre.

Pablo Uteda, director de IPB Semillas, vaticinó de cara a la zafra 2021/22 un crecimiento del área. “El piso estará en las 130.000 hectáreas”, dijo a VERDE.

El empresario consideró que la última zafra “fue buena”, y a la hora de analizar entendió que el cultivo de colza tiene dos perfiles de productores bien marcados: “por un lado están los agricultores que están entrando al cultivo, que lo toman como una cobertura que se cosecha; y por otro, los que ya tienen un manejo más ajustado y que apuntan con la colza a lograr la mayor productividad posible. Este año, a pesar de las heladas, se obtuvieron rindes de 2.200 a 3.200 kilos por hectárea”.

Indicó que en ese último perfil de productores “están los nuevos híbridos, que están demostrando una diferencia sanitaria y genética importante”. Mientras que los que arrancan con colza “siembran variedades más antiguas y, en la medida que van conociendo el cultivo, van incorporando más tecnologías y los nuevos materiales”.

“Hay casos de productores que sembraron con Altina y están cosechando de 1.200 a 1.400 kilos, y también alcanzan un número interesante por el costo incurrido en el cultivo, que es mucho más bajo”, señaló.

Para Uteda “hay un círculo virtuoso, porque los productores que tienen en cuenta todas las medidas de manejo siguen ajustando y mejorando, mientras que los que comienzan con una colza como cobertura van entendiendo al cultivo, les gusta y también van sumando medidas de manejo y la tecnología disponible”.

Sostuvo que en la última zafra “hubo chacras con 20% o 30% de daño por heladas, y rindieron 1.800, 2.200 y algún kilo más por hectárea también. Los materiales híbridos están demostrando su performance productiva y, con esos rindes, el número es atractivo”.

Agregó que IPB Semillas posee una alianza estratégica con la australiana Nuseed, y “eso nos permite contar con una oferta genética de primera línea, que llega desde Australia”.

Comentó que desde hace algunos años comenzó “un fuerte trabajo de desarrollo”, dado que no es un cultivo como el sorgo que “hace años que forma parte del portafolio de nuestra empresa y con el que jugamos de memoria”.

Por eso, todo el trabajo de desarrollo de colza tendrá el sustento de Unicampo Uruguay. “Estamos realizando una evaluación de datos muy importante. IPB Semillas y Unicampo Uruguay están monitoreando unas 30.000 hectáreas de colza. El objetivo es la construcción de una robusta plataforma de información. Estamos haciendo algo que en la región no existe, porque Uruguay es el país con más superficie de colza de Sudamérica”, destacó.

Dijo que eso muestra que el cultivo se adapta a las condiciones de Uruguay. “La zona núcleo de Argentina es mucho más fría y las heladas son más fuertes y más secas, eso dificulta el desarrollo de la colza. Las condiciones climáticas que ofrece Uruguay para las brassicas no las tiene Argentina ni Brasil, que tiene el clima pero la presión de enfermedades es muy alta”, detalló.

El director de IPB semillas resaltó las ventajas agronómicas que ofrece la colza a la rotación y la transparencia comercial, los que “son elementos destacados”, acotó.

Agregó que las principales empresas exportadoras “están jugando un rol muy importante, y les dan sostén al sistema”.

“El productor confía tanto en el sistema que no firma contratos de producción. La mayor  parte se comercializa en el mercado spot, porque hay un canal comercial claro”, sostuvo.

Heladas y Paraquat

La zona centro fue una de las más afectadas por las heladas, y el ingeniero agrónomo Nicolás Martínez –director de Agromotora Flores– estimó que el rendimiento estuvo en torno de los 1.500 kilos por hectárea. “Pero pese a esa situación, resaltó la importancia de ese cultivo en la diversificación y en la rotación de la producción agrícola, por lo cual es probable que el área mantenga la tendencia alcista en esta región”, comentó.

Previo a la cosecha, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) emitió una advertencia por desvíos de uso de Paraquat en colza, y recalcó que Diquat es el único ingrediente activo registrado como herbicida/desecante en colza con registro y autorizado.

La cartera de Estado, a través de la Dirección General de Servicios Agrícolas (DGSA), hizo hincapié en que los usuarios deben consultar las etiquetas (intervalo precosecha y dosis), para que su uso no implique incrementos en los residuos detectables en el grano cosechado.

La DGSA evaluó la situación del Paraquat con diferentes actores y, finalmente, se definió que continuará permitido su uso con los recaudos ya conocidos.

En ese momento el director de la DGSA, ingeniero agrónomo Leonardo Olivera, recalcaba que todo Paraquat que ingrese a Uruguay y se comercialice, deberá tener registrado al distribuidor, para luego poder cotejar con la receta profesional (documento que habilita su venta) y los stocks que se van comercializando. “Con la receta profesional se sabe quién adquirió y donde se aplicó”, sostuvo.

El jerarca subrayó que la normativa prevé sanciones para el aplicador y el ingeniero agrónomo si no se cumplen con las exigencias que marca el MGAP sobre el uso del producto.

Además, se creará un plan de vigilancia, a través del cual el MGAP toma muestras en las chacras, para verificar el estado sanitario de los granos destinados al mercado interno y para exportación. «Hasta ahora, luego de hacer más de 100 muestreos en campos, recibos y acopios, no hemos encontrado Paraquat», informó Olivera.

La exportación de colza a la Unión Europea y la importancia de adoptar medidas preventivas para evitar la contaminación de dicho grano con algunos productos fitosanitarios, “es un tema que nos preocupa mucho”, admitió Olivera. Agregó que “el área de colza creció de forma importante, y es necesario cuidar los diferentes mercados para que continué su desarrollo en los sistemas agrícolas”.

Los destinos

Este fue uno de los temas que se trataron en la jornada anual de Barraca Erro. Allí, Jorge Erro –director de la empresa–, remarcó que “los mercados están cada vez más exigentes, y eso se ha observado en cebada, trigo, canola y en el resto de los granos”.

Un destino importante de la colza es Europa. Erro señaló que ese mercado “tiene una legislación clara sobre el Límite Máximo de Residuos (LMR), que la cumple y quienes exportan hacia allí también la deben cumplir”.

Agregó que “Uruguay debe tener la calidad que los demás países productores tienen en todos los granos, porque competimos con esos exportadores”.

A propósito, el empresario comentó que “Europa es un comprador que adquiere volumen de colza, y acceder a ese mercado le sirve al productor, al exportador y a todo el sistema. En Europa tenemos la pizarra del MATIF, de Francia, que nos da transparencia, liquidez y permite planificar el aspecto comercial, ya que se pueden definir ventas anticipadas y tomar coberturas”.

Erro destacó que “es un destino que bonifica el aceite de colza, algo que repercute en la productividad, dado que entran en juego los nuevos híbridos que están viniendo desde Alemania al mercado local, y que posibilitan uniformidad en el manejo”.

Además, remarcó que “la colza nos da la chance de tener cinco cultivos, de diversificar la producción agrícola, que es muy sana para la rotación y para mantener el área del esquema productivo, algo que suma eficiencia al sistema productivo y logístico”.

Gabriel Di Giovannantonio, responsable de Originación de Cargill, dijo a VERDE que la cosecha tuvo resultados dispares, pero en líneas generales “hay expectativas y una mirada positiva sobre el cultivo”.

Agregó que “este año Uruguay hizo un cambio muy serio en la utilización de determinados productos, como los desecantes, y eso le aporta más tranquilidad a la hora de exportar hacia Europa”.

Afirmó que hubo una concientización muy importante en todo el sector, y se utilizaron distintas estrategias para la cosecha; siempre tratando de preservar calidad”, acotó.

El ejecutivo de Cargill destacó la demanda europea, y remarcó que “ese mercado también es el que nos da mayor liquidez, mejores precios y certezas. Hay que recordar que el programa de canola de Cargill se lanzó en pleno pico de pandemia y aun así se pudo lograr una formación de precios interesante”.

Consideró que la colza entró como “una muy buena solución” en el invierno, y que en la zafra 2021/22 “todos los cultivos de invierno deberían crecer en área”.

Valoró que primero “termina la cosecha de colza, luego sigue la de cebada y después la de trigo, y al mismo tiempo van avanzando las sembradoras. Hay eficiencia logística y una diversidad muy importante. Hay diversidad hasta en la formación de precios”.

Sobre los precios, dijo que este año hubo niveles interesantes, en torno de US$ 380 y en algún momento cerca de US$ 400 más bonificaciones. “Pero lo más destacable en la canola (como también se llama a la colza) es la certificación y la transparencia que está teniendo el negocio. Los precios son fáciles de seguir, hay una referencia clara, hay que cuidar mucho el capital que Uruguay viene logrando y consolidado en el mercado europeo”, enfatizó.

El responsable de Originación de Cargill índico que luego de atender la demanda local, el resto de la producción iría a Europa. “Este año Uruguay produjo en torno de las 170.000 toneladas, con lo cual vamos a tener un flujo exportador que superará las 100.000 toneladas. Debemos apuntar a un programa claro de exportación a Europa, también puede aparecer alguna otra demanda esporádica como Israel, Japón o Arabia Saudita. Pero es preferible Europa y hacer las cosas como se deben”, concluyó.

Zafra atípica, que “no debería desanimar”

Enrique Carlos Oyharzábal, agricultor de la zona de Dolores (Soriano), dijo a VERDE que la colza en su caso “es cabeza de rotación de los cultivos de invierno, no solo porque es el primero que se siembra, sino porque es el más importante en área y desde hace varios años”.

“En nuestra empresa es pilar de los cultivos de invierno”, afirmó.

Al ser consultado sobre la evolución de la productividad, señaló que como en todo cultivo, el efecto año juega su papel, pero “el aprendizaje es constante, continuo y año a año se van incorporando conceptos al manejo”.

También señaló que se extrapolan herramientas, “utilizamos mucha información australiana y canadiense. Hemos cambiando la fertilización, vamos sembrando mejor y estamos aprendiendo a cosechar la colza de otra forma”.

Destacó que “hubo una gran evolución de la mano de los mercados, que han venido apareciendo. Antes, cuando se vendía a un solo mercado que permitía el uso de desecantes, nos parecía que era la única opción para trabajar. Posteriormente empezamos a acceder a otros destinos, fundamentalmente a Europa, que tiene mayores exigencias, y la inocuidad del producto es clave. Aprendimos otras cosas que hoy en día resultan muy interesantes, y de ninguna manera volvería a lo anterior”, sostuvo.

Oyharzábal recordó que hace apenas tres años, no se utilizaban desecantes ni glifosato en la cosecha. “Eso nos ha permitido tener una cosecha mucho más homogénea y con menos pérdidas por dehiscencia, que es el mayor problema que tiene la canola”, señaló.

Agregó que en el caso de su empresa “hacemos cosecha directa, sin desecación, y la operativa es como en cualquier cultivo. La canola funciona igual, quizás puede haber algo de humedad, plantas verdes y plantas prontas dentro de un mismo potrero, pero eso pasa en cualquier cultivo”.

Afirmó que “venimos contentos con esa forma de cosecha, dado que no genera problemas, tampoco para los acopios que la reciben. Este año medimos pérdidas por debajo de 30 Kilos por hectárea, algo sumamente positivo”.

Sobre esta zafra, Oyharzábal comentó que ha sido “bastante atípico”, porque hubo mucho daño por heladas, no solo en planta sino también en silicua.

Señaló que “las heladas tardías, posteriores al 15 de septiembre, ocasionaron muchas pérdidas. Las colzas más tempranas tuvieron la mayor parte del daño en granos. A la hora de evaluar nos encontrábamos que en silicuas había 10% o 15%, pero cuando íbamos a evaluar granos nos encontrábamos con pérdidas de 75% y 80%, incluso en algún caso ese porcentaje era mayor. Eso fue causado pura y exclusivamente por las heladas tardías”.

Sobre los rindes, sostuvo que en las zonas donde se tuvo esa problemática, “quién logró entre 1.600 y 2.000 Kilos por hectárea tiene que estar muy contento, porque fue un año duro, cuando no se podían esperar grandes rendimientos”.

El invierno, “no tuvo exceso hídrico, algo que le pega y fuerte a la canola, la primavera fue muy interesante para el llenado de granos, porque fue muy fresca y con las aguas justas; pero las heladas tardías sí le pegaron. Mientras que, para trigo y cebada, el año fue para encuadrar”, destacó el productor.

Agregó que, en su caso, la canola se realiza con un planteo de alta tecnología, “no le hace falta nada. Eso a veces tiene sus implicancias, porque hay años cuando se hace una alta inversión y por el clima o el mercado no se cubren los costos. Pero el balance se hace con el tándem canola-soja, y esa dupla funciona muy bien, y otorga un resultado positivo”.

Oyharzábal consideró que la canola ha ido ganando su lugar, “sobre todo porque el agricultor le empezó a perder el miedo, y en la medida que se ven buenos resultados, otros productores se animan a meterle un poco más”

Si bien este año puede haber mucha gente desanimada, consideró importante recalcar que “fue duro para el cultivo”, pero normalmente “tiene una performance muy interesante, superior a esta y no hay que desanimarse”.


Revista VERDE Nº 89

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