La marca argentina, con 97 años de trayectoria, se prepara para competir con grandes compañías en su mercado, luego de que el gobierno de Milei abriera las importaciones.
La marca de tolvas Cestari cumplió 30 años en el mercado uruguayo, donde trabaja representada por Corporación de Maquinaria (Comasa). La compañía argentina, con 97 años de trayectoria, se destaca por productos “de calidad” que sobresalen por su “muy buena capacidad de descarga”, comentó a VERDE su director, Néstor Cestari. El empresario también se refirió al momento de la política argentina y a la apertura de la economía, que lo obligará a competir con productos de grandes compañías en el mercado interno.
“Es un orgullo para nosotros estar desde hace 30 años en Uruguay. Fue nuestro segundo destino de exportación, el primero fue Paraguay, y enseguida Uruguay. Permanecer 30 años en Uruguay fue un desafío importante, porque el productor uruguayo está acostumbrado a la tecnología, porque desde el primer día importa del primer mundo, y es muy exigente”, destacó Cestari.
El empresario le agradeció a Comasa por el trabajo de estos 30 años, y sostuvo que “el vendedor representa un 50%” del éxito, y el otro 50% “es el producto”. Afirmó que “podés tener un buen vendedor y un mal producto, y no funcionará, y si tenés un mal vendedor y un buen producto tampoco funciona”.
Las tolvas Cestari tienen fuerte presencia en los cultivos de secano y están incursionando en el arroz, aunque “es muy difícil”, admitió el empresario argentino. Explicó que la tolva “es un producto secundario” respecto a una cosechadora, un tractor, un pulverizador autopropulsado o incluso una sembradora, que “son actores protagónicos” del parque de maquinaria. Sin embargo, la tolva “es un producto que acompaña a esa tecnología”. Comentó que en el caso del sector arrocero en Uruguay “está muy metido el producto brasileño, porque en general se trabaja cerca de la frontera con Brasil”.
Agregó que si bien Cestari tiene un buen producto y no está tan mal en precio para competir, el arrocero “está muy acostumbrado a productos brasileños”.
Señaló que tiene tolvas para arroz y planteó que la cosecha de ese cereal tiene una exigencia que “es el doble que en la agricultura de secano” y “se tira con tractores de mucha potencia”, por lo tanto los acoplados “son cada vez más grandes, la torsión es más grande y si no son de buen material se termina arrancando la estructura. Allí Cestari hace la diferencia”.
Productos con “muy buena descarga”
Cestari destacó que “mecánicamente tenemos un producto que tiene una muy buena descarga, con bajas revoluciones, menos desgaste, menos rotura de granos, que es totalmente abulonado, se puede cambiar parte por parte”.
Dijo que hay marcas que tienen tolvas que “succionan del medio, que son más baratas, porque evitan un cierre de piso”, pero “la nuestra lleva hacia adelante” la carga de granos y luego la levanta. “Eso hace que sea mucho más rápida para descargar, y que la máquina sea más eficiente“, porque las cosechadoras “van creciendo de manera importante”, comentó.
El industrial recordó que “antes teníamos máquinas más chicas, con tractores más chicos, pero las cosechadoras y los tractores van creciendo cada vez más, también van creciendo las potencias de tirado, crecen los kilos que llevan en la tolva y la fuerza”.
Destacó que las tolvas que fabrica son “totalmente abulonadas, para tener torsión”. Sostuvo que “si no cambias la manera de descargar y te adaptas a ser un cadete de la máquina, más eficiente, esta pierde productividad, porque está parada hasta que la tolva llega y se demora descargando”. Señaló que eso “es algo que lo podemos demostrar, lo ve la persona que hace muchas hectáreas”.
Explicó que “no podés pasear tantos kilos dentro del campo, pero sí podés ser más eficiente a la hora de descargar”. Señaló que “no importa cuántos kilos llevas, sino en cuánto desagotas a la cosechadora para que siga trabajando, ese es nuestro objetivo”.
Dijo que hay empresas que pretenden hacer tolvas de 60.000 kilos y tener el récord de la tolva más grande, pero “lo que se necesita es una tolva que aporte eficiencia a la cosechadora, cuanto menos pare la máquina y menos tiempo pierda, más logras el objetivo”.
La industria argentina
Cestari comentó que Argentina “siempre se caracterizó por tener muchas fábricas de máquinas de menor escala, mientras que Brasil tuvo menos fábricas de mayor escala”, sin embargo Brasil es cuatro veces más grande y “la posibilidad de trabajo es bastante más amplia”.
Ante la inminente apertura de la economía argentina, que llevará a que la industria local tenga que competir con productos importados, analizó cómo están posicionados los diferentes rubros de maquinarias para esa competencia. Señaló que “hay máquinas que están más obsoletas y otras que están actualizadas”. Planteó el ejemplo de las cosechadoras. “En los años 60 las mayores fábricas de cosechadoras de Sudamérica estaban en Argentina, hoy tenemos algo pero no está a la altura de competir con lo que se fabrica en el mundo; y en tractores tampoco tenemos la tecnología que hoy se ofrece”, dijo.
Pero, por otro lado “hay máquinas como las de embolsar, las sembradoras y las tolvas, donde podemos competir”. Destacó que Cestari hace siete años que expone en Agritechnica (Alemania) y en EIMA (Italia). “Ahí vamos a competir. Empezamos a exportar tolvas a Europa en 1999. En esa época no había tolvas, se manejaban los granos de otra manera. Hoy tenés que competir con Estados Unidos, con Francia, con Alemania, con Italia”, dijo.
Si bien admitió que el productor europeo prefiere una tolva alemana o inglesa, “tenemos unos cuantos años de trabajo, de presentar credenciales y mostrarnos, hay gente que confía en lo nuestro, y hay clientes de muchos años”, destacó el fabricante.
También señaló que un productor europeo cosecha 350 hectáreas por año con su cosechadora, mientras que en Argentina un contratista hace 6.500 hectáreas por año. “Nuestras tolvas están probadas en estructura, en agilidad, en resistencia”, enfatizó.
Apertura a las importaciones
Sobre la apertura de las importaciones por parte del gobierno argentino, dijo que “es como agarrar un león doméstico y largarlo a la selva”. Consideró que el país “va a sufrir mucho esa apertura, porque no está acostumbrado a recibir competencia”, ya que no son muchas las fábricas que se dedican a exportar.
Advirtió que “no solo van a competir con las multinacionales conocidas”, sino también con productos “chinos y turcos, que valen la mitad”. “Si tenés materias primas más caras, una alta carga impositiva, si estás en el sur del sur, tenés un flete caro para llegar a Europa, no tenés el ejercicio firme de exportación. Es como un equipo que está acostumbrado a jugar el campeonato regional que lo manden a jugar en la Champions League, seguro que se va a golpear”, analizó.
Los 97 años de Cestari
Cestari cumplió 97 años. “Mi abuelo fundó la empresa en 1927, mi padre pasó de taller a una fábrica, y yo, como ocurre en toda empresa familiar, me tuve que buscar un lugar, porque mi padre era el mandamás y hacía todo”, recordó Néstor Cestari. Así fue que desarrolló el área comercial de la empresa, “dejando de esperar que la gente venga acá” y saliendo a vender, comentó.
“A los 19 años empecé a andar en la calle, recorrí la Argentina agrícola, empecé a buscar vendedores, distribuidores, y en 1993 o 1994 empezamos a exportar. En 1999 llegamos a Europa, después a Australia y Nueva Zelanda, también fuimos a Rusia y Centroamérica, con tolvas más chicas”, describió.
La empresa produce alrededor de 30 tolvas por mes. “Si logramos exportar 90, 100 o 110 tolvas es asegurarle trabajo para nuestra gente durante tres o cuatro meses”, explicó. También señaló que la empresa es la “única del mundo” que se dedica exclusivamente a hacer tolvas autodescargables. “Es muy difícil vivir de un solo producto, esa es la contra que tenemos, pero la ventaja es que nos esforzamos mucho para salir de Argentina. Tal vez una debilidad nos dio una fortaleza”, analizó.
Actualmente sus cuatro hijos trabajan en la empresa, y son la cuarta generación de Cestari. “Lo hacen porque les gusta, porque si en la vida no haces lo que querés estás complicado”, concluyó el empresario.
La inversión privada más grande de Paraguay, específicamente en el sector forestal y celulósico, tendrá algunas derivaciones en Uruguay, como es el caso de la instalación de una terminal portuaria en Soriano y la probable participación de inversionistas uruguayos, en la producción de madera para ese emprendimiento.
El proyecto en cuestión corresponde a la empresa Paracel, que está integrada por el grupo paraguayo Zapag y Girindus Investment, de Suecia, entre otros inversores internacionales, y prevé la construcción de una planta de producción de pasta de celulosa en el departamento de Concepción, a unos 400 kilómetros de la capital paraguaya de Asunción.
El emprendimiento ya está en marcha y las obras se mueven en el terreno físico y en el de los mercados de capitales, para lo cual diferentes actores realizan gestiones y movimientos en busca de potenciales proveedores de masa forestal.
Para este proyecto los costos totales estimados, incluidos costos financieros, gastos de capital de la planta y de forestación, se ubican en unos US$ 3.600 millones, según datos de BID Invest, miembro del grupo Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Este organismo prevé que el financiamiento se concretará con una “combinación de capital y deuda de largo plazo”, y en este sentido autorizó un “préstamo de US$ 200 millones” a Paracel, con el objetivo de otorgarle “financiamiento para la construcción de un proyecto de planta de celulosa integrada verticalmente, la plantación de eucaliptos renovables y la generación de energía con biomasa”.
La cartera de tierras de Paracel comprende una extensión total de “190.000 hectáreas de antiguas fincas ganaderas” en suelo guaraní, que concretamente están ubicadas en los departamentos de Concepción y Amambay, que serán “parcialmente convertidas” en plantaciones forestales, para proveer de madera a la fábrica en los próximos años, y “el resto se conservará”, indica BID Invest.
La empresa proyecta la producción de 1,8 millones de toneladas de celulosa anualmente, la plantación de 162 millones de árboles (hasta marzo de 2024 se plantaron 46.829 hectáreas), la generación de 8.000 empleos indirectos durante el pico máximo de construcción de la planta industrial y de 4.000 empleos directos en los componentes forestal, industrial y logístico, según lo que divulgó la compañía en su sitio web.
Para tener una idea de la dimensión de este emprendimiento resulta oportuno cotejar los datos con los correspondientes a las plantas de pasta de celulosa que operan en este momento en Uruguay, que tienen una capacidad de producción de 3,4 millones de toneladas anuales en el caso de UPM (1,3 millones en Fray Bentos, Río Negro y 2,1 millones en Paso de los Toros, Tacuarembó) y de 1,4 millones de toneladas anuales en el caso de Montes del Plata.
Terminal Portuaria.
Con un monto de inversión que está previsto sea de “US$ 250 millones”, Paracel tiene decidida la instalación de una terminal portuaria en Soriano, que generará una “importante” demanda en mano de obra para la construcción, señaló el intendente departamental, Guillermo Besozzi, en el programa Punto de Equilibrio, que se transmite por Carve y verdenews.com.uy.
Se refirió a algunas “novedades” sobre este proyecto porque se realizó un “llamado” a empresas interesadas en realizar las labores de “movimiento de tierra” en el predio, y complementariamente “la Intendencia de Soriano presentó un proyecto al Ministerio de Transporte y Obras Públicas”, para hacer trabajos de arreglo de la caminería rural.
Esta Intendencia debió hacer una “recategorización de la tierra” porque el predio “era rural y si era rural no se podía llevar adelante el emprendimiento”, se tuvo que “transformar” mediante un trabajo que se hizo en conjunto con Ordenamiento Territorial, comentó.
El jefe comunal se mostró optimista respecto al avance del emprendimiento en cuestión, al señalar que “esta carpeta (de este proyecto de inversión) anda muy bien” y “en dos años vamos a tener una nueva terminal portuaria” que será “la primera”.
La ubicación prevista del puerto a construir está a entre “dos a tres kilómetros de la playa de la Agraciada al norte”, donde “hay dos proyectos en marcha”, éste de Paracel y otro de la firma PTP, sostuvo Besozzi.
Y consideró que Paracel prevé producir celulosa en Paraguay, transportar la producción de la misma en barcazas hasta el nuevo puerto en Uruguay y desde allí exportar, además de embarcar otros productos desde territorio guaraní.
PTP Group, que es un holding de capitales privados que opera en servicios lógisticos en la región, solicitó la concesión de una “zona franca” en su predio para la exportación de productos, y en caso de ser otorgada la autorización sería la “primera” en Soriano, aseguró.
A partir de 2019 esa empresa tiene permiso para realizar actividades en el puerto comercial más importante de Uruguay, el de Montevideo, otorgado por la Administración Nacional de Puertos.
Esta película ya la vimos.
Además del proyecto de inversión para instalar un puerto en las costas del río Uruguay, concretamente a unos tres kilómetros de la playa de la Agraciada, donde desembarcaron los 33 Orientales, el emprendimiento de la firma sueco-paraguaya tendrá otras implicancias para Uruguay.
Eso es lo que visualizan algunos empresarios de ambos países, considerando el interés de seguir de alguna manera el modelo de desarrollo forestal y la posibilidad de captar interés de eventuales inversores uruguayos, para forestar en campos paraguayos.
De hecho, hay más de un millón de hectáreas en Paraguay que son propiedad de capitales uruguayos, principalmente en la región Occidental o Chaco de ese país.
“Imaginamos el Uruguay de hace 30 años” cuando arrancó el proceso de desarrollo de la forestación, aunque “ahora con otra tecnología, con plantas modernas”, graficó el empresario uruguayo radicado en Paraguay hace unos 25 años, Rodrigo Artagaveytia, quien es director de Everdem.
Esta firma que opera en el rubro agropecuario de ese país organizó una conferencia titulada Nuevos rumbos para la inversión en Paraguay, realizada el jueves 9 de noviembre en una de las salas del Movie Montevideo.
“La forestación (en el agro paraguayo) recién está comenzando”, hay “muchas hectáreas para plantar, por encima del millón, millón y medio de hectáreas” y algunos “hablan hasta de dos millones de hectáreas”, dijo este empresario en el programa Punto de Equilibrio, que se transmite por Carve y verdenews.com.uy.
Respecto al proyecto de Paracel y a las inversiones uruguayas en el agro guaraní, Artagaveytia sostuvo que “las oportunidades están y lo que en su momento fue la atracción por invertir en tierras y en ganadería”, luego se fue “diversificando con un aumento de la inversión en agricultura que a su vez potencia a la ganadería”, y “ahora la forestación” se presenta como un “rubro nuevo”.
Respecto al desarrollo forestal “sabemos lo que pasa”, porque “ya vimos la película acá” en Uruguay y además “Paraguay tiene potencial de producción”, por lo que “nos parecía que aquellas personas que tienen la posibilidad (de invertir) puedan ver de primera mano las oportunidades” que hay en este país de la región, comentó sobre la conferencia.
Sostuvo que en las tierras paraguayas hay un “interesante” resultado en productividad de madera para celulosa, ya que al comparar que hay índices de “28 metros cúbicos de madera en Uruguay” mientras que en Paraguay es de “35 metros cúbicos y llega hasta 50 metros cúbicos”, además hay otros factores favorables se vinculan al “costo país” y al “menor valor” de los campos agropecuarios.
“La forestación está caminando, la planta de celulosa está en proceso de construcción y la productividad está demostrada” al igual que la “competitividad” del país, por lo que se trata de un “tren que ya está marchando”, enfatizó.
Recalcó que “Paraguay es un país de oportunidades y lo seguirá siendo” en este rubro con una “enorme cantidad de hectáreas de altísima fertilidad”, que es un “león que tiene memoria” y “se va recuperando cada día más”.
Artagaveytia tiene una vasta experiencia en los negocios agropecuarios, especialmente en la captación de inversores uruguayos en la compra de tierras en el Chaco paraguayo y en el desarrollo de planes productivos en ganadería y en producción agrícola, algo que en su momento generó un boom de llegada de capitales de Uruguay en el agro guaraní.
Y actualmente con la forestación reconoció que es un “proceso similar” al que ocurrió en el campo uruguayo, desde la aprobación de la ley 15.939 a fines de 1987, que dispuso una serie de beneficios e incentivos a las plantaciones de bosques para su posterior transformación.
En esta conferencia también expuso el presidente y cofundador de Paracel, Per Olofsson, quien se refirió al potencial de crecimiento forestal paraguayo y avizoró que la celulosa pasará a ocupar el primer lugar en el podio del ranking de rubros de exportación de Paraguay en unos 10 a 15 años.
En tanto que el economista paraguayo Hugo Royg, a su turno, habló del peso proyectado que tendrá esta inversión en el Producto Interno Bruto de Paraguay y de algunos indicadores favorables como la inflación controlada y al grado inversor alcanzado por este país, entre otros factores.
Por otra parte, en 2022 Paracel firmó un contrato con el gobierno paraguayo para la instalación de una zona franca, como parte de la “inversión privada más grande de Paraguay”, de unos US$ 4.000 millones, según la empresa.
Señala que entre los principales grupos inversores de esta compañía figura Heinzel Holding, que tiene su sede en Viena y que es líder en la industria de la celulosa y el papel, con centros de producción en Austria, Alemania y Estonia, además de contar con una red de ventas global especializada en los mercados emergentes.
En el caso del grupo Zapag se trata de un conglomerado empresarial paraguayo que es líder en el sector de la distribución de combustibles, la producción de etanol, la logística fluvial y el negocio inmobiliario, indica.
El desarrollo de emprendimientos agropecuarios, industriales y logísticos derivaron en fenómenos dinámicos en la economía uruguaya, que significaron transformaciones en el paisaje rural y en la conformación de la estructura productiva.
Es por eso, que resulta probable que la apuesta forestal y celulósica en Paraguay de alguna manera busque replicar ese mismo camino, pero para eso se requerirá la superación de varias etapas y años de trabajo.
Redacción: Mauro Florentín – Nota de Revista Verde N°119
La tecnología ya no se discute y afirman que “se aprendió mucho”; actualmente se irrigan unas 80.000 hectáreas e inversores buscan campos con capacidad de riego.
Uruguay “tiene buenas condiciones para regar” y “en casi todas las fincas se puede construir un reservorio con mejor o peor eficiencia” para el uso de agua en la producción agrícola, y esto permite almacenar agua, dijo a VERDE el director de HG2, Gabriel Baccino. El empresario agregó que otro aspecto a destacar es que entre soja y maíz se cultivan alrededor de 1,4 millones de hectáreas y “cuando se diseñan los proyectos de riego se observa que entre el 35% y el 40% del área de cada finca es apta para ser regada”.
Indicó que en el país “hay una superficie potencial de riego por pivot de unas 500.000 hectáreas agrícolas”, y que actualmente se riegan unas 80.000 hectáreas con esa tecnología y, por lo tanto, “el potencial es enorme”.
Baccino también destacó que “cambió la concepción acerca del riego” y hoy “no tiene discusión”, a diferencia de lo que sucedía anteriormente, cuando “se hablaba mal del riego y se decía que no servía”. En la actualidad “muchas de las fincas son buscadas por los empresarios en función de si se pueden regar o no”, afirmó.
Agregó que en Uruguay “se sabe regar, se aprendió mucho de la mano de técnicos especialistas” y recordó que la Facultad de Agronomía siempre ofreció la materia de forma opcional. “Todos los años, casi el 80% de los estudiantes toman esta opción”, lo que implica que salen con buena formación, valoró.
En una reunión con clientes, Baccino informó que HG2 lleva desarrollados proyectos de riego para 75 empresas, correspondientes a 98 establecimientos de diferentes puntos del país.
País pujante
“Uruguay ha sido un país muy pujante, con un gran crecimiento en los últimos cinco años”, destacó a VERDE Luis Méndez, gerente para América Latina de la compañía estadounidense Lindsay Corporation, que representa HG2. Si bien consideró que “se esperan años complicados”, por los precios de los commodities, “tenemos confianza en el país, por el empuje de los empresarios y los beneficios” que tiene la tecnología a la hora de invertir.
Agregó que “la construcción de los equipos ha llegado a un nivel óptimo, y desde hace 10 años el foco de la compañía está en la tecnología y la conectividad de los equipos, buscando que sean cada vez más autogestionados, mediante sensores que aportan información para la toma de decisiones a distancia”.
Méndez también destacó que técnicas como el riego de precisión o fertirriego permiten incrementar la producción y, por ende, aumentar la rentabilidad, ya que logra “distribuir los recursos de mejor forma”.
Aplicación de agua más uniforme
Nelson Irrigation Corporation es otra empresa estadounidense que trabaja con HG2 y que está presente desde los inicios del riego en Uruguay, aportando soluciones como fabricante de algunos de los elementos esenciales para distribuir el agua, como aspersores, cañones, válvulas de control, entre otros accesorios que forman parte del riego por pivot. Ignacio del Campo, responsable técnico-comercial para Latinoamérica, destacó a VERDE que “en los últimos 10 años hemos mejorado entre 10% y 15%, ya que el foco principal de la compañía ha estado en hacer más uniforme la aplicación del agua al suelo”.
Señaló que el cultivo “toma el agua del suelo” para poder expresar su máximo potencial y, por lo tanto, “la forma en que se pone el agua en el suelo es muy relevante”. Sostuvo que “debe ser uniforme” para que el agua se infiltre correctamente en el perfil del suelo, y que no se escurra, se pierda y provoque degradación.
Del Campo agregó que herramientas como el fertirriego son “muy relevantes”, ya que los aspersores del pivot no solamente ponen agua en el suelo, sino que están acompañados de un programa nutricional. Por lo tanto, “tienen que estar en óptimas condiciones para entregarlos de manera precisa”, dijo.
La experiencia de regar
En 2013 Ingleby Uruguay presentó al directorio de la empresa “un ambicioso proyecto” para implementar un sistema de riego con un objetivo claro: superar las limitantes de rendimiento y estabilizar la producción.
“Con suelos de alta calidad agrícola y con la posibilidad de crear una fuente de agua eficiente en uno de los establecimientos, el plan consistió en aprovechar los excesos de lluvia, almacenarlos en represas y distribuirlos durante el verano mediante sistemas de riego, recordó a VERDE el ingeniero agrónomo Rafael Leguisamo, quien en ese momento lideraba la gestión de la empresa en Uruguay.
La meta inicial para el maíz bajo riego era alcanzar un rendimiento promedio de 10.500 kilos por hectárea (kg/ha), en aquel entonces “un objetivo que parecía ambicioso”. Sin embargo, “el tiempo demostró que no solo era alcanzable, sino que se podía superar”. En la actualidad el rendimiento promedio ronda los 12.500 kg/ha, con áreas que superan los 14.000 kg/ha o más, explicó.
El riego permitió aprovechar al máximo el potencial genético de los cultivos. “Nuestra combinación de clima, suelos y luz, al eliminar la restricción de agua, permite obtener rendimientos mayores y de manera consistente”, destacó. Además, afirmó que ese nivel de estabilidad “es clave para cualquier empresa agropecuaria”, ya que “reduce la incertidumbre climática y garantiza resultados de forma sistemática”.
A partir de esa experiencia exitosa, la superficie bajo riego en Ingleby Uruguay fue creciendo progresivamente. Se sumó una segunda represa y continuó expandiendo el riego en otros campos. Actualmente la empresa riega aproximadamente el 40% de su superficie agrícola. “Se llegó a ese nivel por las condiciones de cada campo y la disponibilidad de agua”, acotó Leguisamo.
El ingeniero agrónomo admitió que la inversión en riego “es importante y requiere un período de amortización prolongado, por lo que siempre debe evaluarse en un contexto de largo plazo”, así “cómo se inserta en el flujo de fondos de la empresa”.
De cara al futuro la tecnología del riego en Uruguay promete seguir evolucionando, hoy existen desarrollos avanzados, como los sistemas de pivotes con dosis variables de agua, según la capacidad productiva de cada parte de la chacra, aunque “aún son tecnologías costosas, apuntan a una mayor eficiencia en el uso del agua”, comentó.
El riego se complementa con prácticas de agricultura de precisión, como el manejo localizado de malezas y la fertilización por zonas específicas, maximizando los resultados. “También abre nuevas oportunidades de negocio, como la producción de semillas y cultivos de mayor valor. Al garantizar la disponibilidad de agua, se asegura el cumplimiento de contratos y se incrementa la rentabilidad del negocio”, puntualizó.
Debut con buenos resultados
Tomás Molina, director de Agrícola TM, incorporó al riego en el ejercicio 2021-2022, luego vino la zafra de la seca, y regó por primera vez en el verano pasado. “Los resultados fueron muy buenos. El maíz alcanzó unos 11.000 kg/ha, y la soja tocó los 4.000 kg/ha”, comentó el agricultor.
El área de riego frente al área total de la empresa representa un porcentaje menor, pero “se piensa seguir creciendo para darle estabilidad” al negocio, señaló el agricultor, ya que “es la forma de ponerle un piso y darle sustentabilidad económica a la empresa”.
El empresario también valoró que en la actualidad “existen herramientas que permiten tener un riego eficiente más rápido”, ya que “hay mucha investigación y técnicos trabajando en el tema”.
Por último, Molina comentó que en campos propios tiene “tres proyectos en marcha” y espera que en 2025 puedan empezar a regar. Admitió que “aún es una dificultad el riego en campos arrendados, ya que los contratos deberían ser más largos para solventar la inversión”.
El objetivo de elevar el promedio nacional del cultivo se puede lograr en base a estas herramientas, según planteó el responsable de I+D de Erro Semillas, Fernando Segú.
Aplicando tecnologías, utilizando híbridos adecuados y ajustando el manejo se puede mejorar el rendimiento promedio nacional de la colza, dijo a VERDE el responsable del área de Investigación y Desarrollo (I+D) de Erro Semillas, Fernando Segú. A su entender, “aún existe una brecha genética entre lo que puede dar la colza y lo que obtiene el productor, por lo que aún hay muchas mejoras posibles para influir en la productividad”.
Actualmente el rendimiento promedio a nivel nacional se ubica entre 1.500 y 1.600 kilos por hectárea (kg/ha), con algunas excepciones donde se logran hasta 3.000 kg/ha con primaverales. “En nuestros ensayos, así como en los ensayos oficiales de Inase (Instituto Nacional de Semillas), observamos que la productividad de la colza podría ser mayor”, afirmó.
Segú señaló que “muchas veces ese potencial genético no se refleja en el rendimiento”, y “es necesario identificar cuáles son las deficiencias que estamos teniendo, ya sea en la siembra, en el manejo del nitrógeno-azufre, la cosecha o en el uso de herbicidas residuales en todo el sistema de producción, que puedan estar afectando silenciosamente la producción de colza”. Con eso resuelto, “podremos aprovechar al máximo el potencial genético de los híbridos”, afirmó.
Si bien, como se mencionó, a nivel país el rendimiento “está estancado en 1.500 o 1.600 kg/ha, seleccionando las chacras, los híbridos y el manejo adecuado, se podría aspirar aumentar el rendimiento nacional en 200 o 300 kg/ha y, a su vez, que sea estable durante los años”. Por eso, plantéo que “debemos seguir trabajando y ajustando para ir reduciendo la brecha existente”.
El responsable del departamento de I+D de Erro Semillas consideró que en colza el potencial genético “está marcado por los híbridos” y “sobre todo por las tecnologías asociadas a esos híbridos”, que permiten mitigar y enfrentar varias problemáticas que afectan a los productores en sus chacras.
Puntualizó que esos rendimientos no contemplan las colzas invernales, que brindan otro nivel de productividad, pero “tienen otra ubicación geográfica en el país, un nicho reducido dentro de los planes de siembra, y el área de siembra es significativamente menor que el de las primaverales”.
Investigación y Desarrollo
Sobre el trabajo que realiza Erro en su área de I+D, Segú sostuvo que desde hace años la empresa evalúa la línea de híbridos con genética Advanta, de origen australiano, que tiene “muy buena adaptación a estas latitudes”. Además, comentó que se trabaja con genética europea de DSV. “Los dos semilleros año a año realizan una evaluación y selección de los híbridos que mejor se adaptan a las regiones donde se siembra colza en Uruguay”, señaló.
En las líneas invernales, en las que han incursionado desde hace algunos años y que tienen un nicho muy específico en Uruguay, el portafolio de Erro contempla dos híbridos: Beatrix CL y Duke.
A su vez, destacó que está trabajando en cruzas de híbridos invernales con primaverales. “Los vamos a presentar en la zafra que viene”, adelantó, destacando que “vienen con muy buenos” resultados. De esa forma “podemos aprovechar toda la tecnología que nos brinda un híbrido invernal sobre resistencia a phoma, desgrane en la cosecha, aporta la tecnología Clearfield y suma atributos de un híbrido primaveral, como una menor exigencia al frío”, describió.
Segú también explicó que eso “es fundamental”, dadas las condiciones agroclimáticas de Uruguay, ya que ofrece “mayor estabilidad y seguridad al productor a la hora de brindar una recomendación”.
En esa línea, destacó que Apolo CL es un híbrido invernal-primaveral con todos estos atributos, pensado para siembras en abril y con el “requerimiento de frío ya cuantificado para posicionarlo y darle seguridad al productor a la hora de sembrarlo”.
Además, informó que se lanzaran dos nuevos híbridos primaverales de la genética Advanta. Se trata de los materiales Equinox CL, de ciclo intermedio, para siembras a partir del 5 de mayo; y Continuum CL. Ambos con tecnología Clearfield.
“Necesitábamos un reemplazo genético para Hyola 575 CL, que es muy conocido, pero ya tenía varios años en el mercado. Con este nuevo material con tecnología Clearfield, mantenemos y sumamos el potencial de rendimiento frente a Hyola 575”, detalló.
También adelantó que dentro de las líneas convencionales se lanzará Hyola 130, que ofrece “un muy buen potencial de rendimiento y está destinado a aquellos productores que no necesitan utilizar la tecnología Clearfield”.
Segú destacó que estos lanzamientos implican una “renovación importante” del portafolio, con materiales que “superarán a los que teníamos disponible, cubriendo todo el rango óptimo de fechas de siembra, tanto para colzas invernales como para primaverales”.
En una jornada sobre manejo del maíz bajo riego, el experto argentino Gabriel Espósito abordó la importancia del pH de los suelos en la biodisponibilidad de nutrientes.
El nivel de acidez que están mostrando los suelos “es como el cáncer, un problema que no se ve a simple vista, progresa silenciosamente y cuando se detecta el daño puede ser casi irreparable”, dijo a VERDE el doctor Gabriel Espósito, docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto en Córdoba (Argentina) en una jornada de campo organizada por Deltariego, en el establecimiento San Benito, en Durazno, actividad que estuvo focalizada en el manejo de maíz bajo riego.
Espósito también planteó que en muchas regiones del mundo “encalar el suelo es como sembrar, acá tenemos que empezar a acostumbrarnos”. Consideró que es “crucial” monitorear los suelos para mantenerlos en un rango adecuado. “Si el pH del suelo está entre 6,5 y 7, se tiene la máxima biodisponibilidad de nutrientes. Si baja de 6 hasta 5,7 o 5,8 es una señal de advertencia, y si el pH cae por debajo de 5,5 la luz es roja y hay que intervenir de inmediato”, detalló.
En Uruguay y en la región pampeana argentina “una alta proporción de suelos ya está en el nivel de luz roja”, aseguró. Y sostuvo que la intervención “debe comenzar con la corrección del pH, lo que implica reponer calcio o una combinación de calcio y magnesio”.
Explicó que el carbonato de calcio (calcita) o el carbonato de calcio y magnesio “tienen una percolación lenta en el suelo, lo que marca un desafío importante si queremos mantener la siembra directa y evitar el laboreo”.
En esos casos dijo que “puede ser necesario combinar con sulfato de calcio, que es más soluble y acelera su ingreso al suelo”. También dijo que, “en donde sea posible se puede mover ligeramente el suelo para facilitar la incorporación del carbonato de calcio, o aplicar métodos que semiincorporen el material”.
El especialista afirmó que “en cualquier caso hay que hacerlo” y que “en muchos casos las aplicaciones pueden superar las 2 toneladas por hectárea, dependiendo de las características de cada lote”.
Para Espósito esta “es una tarea ineludible para evitar daños mayores”, porque “si un suelo no tiene suficiente calcio o atraviesa un proceso de acidificación muchos nutrientes dejan de estar disponibles” para las plantas. Señaló que “uno de los más afectados es el fósforo, que se inmobiliza en suelos ácidos”. A la vez, el zinc (Zn) mejora su biodisponibilidad en estos suelos, pero el boro “la empeora”, lo que genera “un desbalance de nutrientes, que afecta gravemente al cultivo”. Planteó que “eso es lo grave, porque el cultivo necesita una nutrición balanceada”.
El calcio es el principal responsable de la floculación, un proceso físico-químico que le permite al suelo agregarse y estructurarse. Al perder calcio se afecta la formación de macroporos, responsables de que el agua de lluvia ingrese. Por eso, mantener un nivel adecuado de calcio “es vital para conservar la estructura del suelo y su funcionalidad”, enfatizó.
FECHA DE SIEMBRA VARIABLE
En Uruguay y en gran parte de Argentina “los suelos son muy variables y presentan diferentes capacidades” productivas, comentó. Detalló que en los años Niño “la siembra temprana funciona bien, mientras que en años Niña no es la mejor opción”. Mientras que en años normales definir la mejor fecha de siembra del maíz “es complejo” y la clave está en “analizar la calidad del suelo”.
Un suelo más profundo, fértil y con mayor capacidad productiva “permite una siembra temprana” para maximizar el rendimiento, indicó. Mientras que en suelos de menor calidad la siembra tardía “resulta más adecuada”, dijo. En ese contexto, “dividir el lote y sembrar en dos fechas distintas se convierte en una estrategia interesante”, tanto desde el punto de vista económico como productivo, explicó Espósito.
En Argentina, según los datos estudiados, la fecha de siembra variable genera una mejora del margen de US$ 100 y hasta US$ 300 por hectárea, dependiendo de factores como la magnitud del rendimiento, la calidad y la territorialidad de cada ambiente. “Por eso es fundamental realizar estudios de todo lo que marca la agricultura de precisión”, indicó.
La densidad de siembra está directamente vinculada al rendimiento objetivo, que depende de la calidad del ambiente o de la disponibilidad de agua, indicó. Por eso, dijo que “el primer paso es definir el nivel de rendimiento esperado del maíz”, y a partir de esa decisión, y de la genética del maíz que se utilice, se determinará la cantidad de plantas necesarias para alcanzar ese objetivo, detalló.
Luego, se considera la distancia entre hileras, un factor que influye en la eficiencia y disposición del cultivo. “Ese enfoque jerárquico permite adaptar las prácticas de manejo a las condiciones ambientales y los recursos disponibles, optimizando así el rendimiento del cultivo”, sostuvo.
FERTILIZACIÓN
El principal problema del nitrógeno (N) es la pérdida de eficiencia al realizar la aplicación acorde a la demanda del cultivo en una sola dosis, algo que impacta en la productividad del maíz e influye directamente en la economía, “ya que maximizar la eficiencia de uso equivale a optimizar la rentabilidad del fertilizante”, señaló. Además, dijo que “el N que la planta no absorbe se queda en el ambiente, con el riesgo de contaminar el agua, el suelo o el aire”.
En los planteos bajo riego la utilización del fertirriego para dosificar el N maximiza la eficiencia, mejora la renta y reduce el impacto ambiental. También permite la distribución en cinco, siete y ocho aplicaciones a lo largo del ciclo del cultivo, “garantizando eficiencia y un manejo sanitario adecuado para maximizar el potencial productivo”, afirmó.
Espósito indicó que los nutrientes esenciales, como fósforo (P), azufre (S) y Zn “tienen la ventaja de depender más del suelo que del rendimiento objetivo del cultivo”, pero “su ausencia puede impactar gravemente en los niveles productivos”. Por eso, sostuvo que “es fundamental realizar análisis de suelo y diagnósticos precisos, utilizando modelos calibrados para cada región, para ver si los niveles de P disponible están por encima o por debajo de los niveles críticos”.
Agregó que el azufre es “especialmente” limitante, debido a la pérdida de materia orgánica en los suelos agrícolas. Las curvas de saturación han demostrado en Argentina “respuestas positivas” a aplicaciones de 15 a 20 kilos de S. Sin embargo, “el continuo deterioro de la materia orgánica sugiere que será necesario aumentar las dosis para satisfacer las necesidades del cultivo”, sostuvo.
Señaló que el Zn es otro “nutriente crítico”, cuya deficiencia es común en muchas regiones. La estrategia óptima sería incorporarlo al suelo con la sembradora, porque si eso no ocurre “el manejo del Zn dependerá mayormente de fertilizantes foliares y probablemente en más de una aplicación”, comentó.
Afirmó que el Zn “es un nutriente esencial”, por su papel en la producción de la hormona de crecimiento, que actúa como la “usina” de desarrollo de la planta; una planta deficiente en Zn no crece. Otra función vital del Zn “es la participación en la producción de enzimas asociadas al metabolismo del oxígeno, cruciales para afrontar condiciones de estrés, ya sea hídrico (por exceso o déficit), de temperatura o de radiación”, explicó.
Por lo tanto, si la planta no dispone de suficiente Zn, no puede metabolizar estos problemas, haciéndola mucho más sensible al estrés y aumentando la probabilidad de pérdida de producción.
Otro nutriente fundamental es el potasio (K), sobre el cual el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), con aportes destacados de la doctora Mónica Barbazán, “avanzó significativamente”, señaló. El manejo del K “está estrechamente” ligado a las condiciones físicas del suelo, explicó. “Si hay compactación, la deficiencia se agrava, porque ese nutriente migra hacia capas más profundas, donde el maíz no puede recuperarlo”, dijo, y por lo tanto “hay que combinar estrategias de fertilidad física y química”.
Una renuncia fiscal a partir de los 2,3 millones de bovinos faenados permitiría incrementar en 500.000 cabezas la actividad y exportar 100.000 toneladas más.
El Instituto Nacional de Carnes (INAC) propone incentivar el aumento de la faena neutralizando aranceles. Para mejorar los resultados de las empresas, se necesita una mejor inserción internacional, con más cuotas y menos aranceles. Dado que esto llevará tiempo, INAC plantea que se deben evaluar mecanismos de estímulo para expandir la faena y las exportaciones, buscando un aumento en la productividad nacional del 20% al 25%. Para lograrlo, el camino posible es generar estímulos al desarrollo.
En ese sentido, presentó un mecanismo que consiste en neutralizar los aranceles adicionales al ingresar a una colocación sin preferencias, permitiendo una faena adicional de cerca de 500.000 animales, equivalentes a más de 100.000 toneladas de carne para la exportación. Esto se lograría mediante una renuncia fiscal a los impuestos directos adicionales generados por el aumento de actividad.
Desde la visión fiscal de Uruguay, la recaudación no se vería afectada, ya que el régimen actual se mantendría para la actividad básica. La renuncia fiscal se aplicaría solo al nivel adicional de actividad, lo que exigiría mayor eficiencia en los servicios públicos no transables. La recaudación podría incluso aumentar por los efectos multiplicadores del incremento de actividad en sectores asociados. En el conjunto de la Economía del Uruguay, el impacto sería cercano a 1,5 puntos en el PBI como efecto estático, sin considerar efectos dinámicos.
Esta dinámica se trasladaría a todos los estamentos de la cadena. Un mayor nivel de actividad de faena y exportaciones generará mayor empleo y demanda de ganado, destaca INAC, aunque los precios finales dependerán de la respuesta de la oferta.
También se explicó que, en la medida que el país obtenga ventajas arancelarias nuevas este sistema de neutralización dejaría de operar. El sistema propuesto debe evaluarse a la luz de otros mecanismos de estímulo, como los de la Comap (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones), que también buscan estimular el mayor nivel de actividad, empleo y exportaciones. INAC entiende que esta propuesta es complementaria y pone foco en un problema: la imposibilidad de bajar aranceles en el corto plazo y cómo esto limita el crecimiento de la faena de bovinos.
Plan estratégico
El plan estratégico del INAC propone un aumento en la producción de carne vacuna, con un incremento del 25% en el volumen físico, alcanzando hasta 750.000 toneladas equivalente peso canal. Se estima que este aumento contribuiría al crecimiento económico, generando un círculo virtuoso de estímulo, inversión, actividad y empleo.
El stock de bovinos en Uruguay ha oscilado por debajo de 12 millones de cabezas, con una extracción promedio del 22%. El plan estratégico propone elevar este porcentaje a 25%, alcanzando 3 millones de cabezas de extracción, con un stock de 12 millones.
Se espera una alta parición en el ejercicio 2024-2025, superior a 3 millones de terneros. Si la demanda interna no es suficiente, la alternativa será la exportación en pie de los terneros excedentes. Aunque esta opción ofrece señales de largo plazo al criador, el mercado es imperfecto y limitado, y el país pierde la oportunidad de agregar valor al engordar y faenar. Se requiere asegurar una buena demanda interna para las futuras pariciones.
En cuanto a la actividad comercial, los últimos 20 años muestran que el sector industrial exportador tiene dificultades para superar los 2,3 millones o 2,4 millones de cabezas faenadas debido a restricciones de oferta y aranceles altos en el mercado, y esto limita el crecimiento de los subsectores como la cría, recría y engorde.
Crecimiento económico y del empleo
El gerente de Estrategia e Innovación de INAC, Pablo Caputi, comentó en la jornada anual del instituto que para satisfacer las crecientes demandas de la sociedad uruguaya es necesario lograr un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) superior al 3%, y ello depende del nivel de actividad económica, que influye en la cantidad y calidad del empleo, los salarios y la productividad.
Detalló que el sector cárnico vinculado a los bovinos y ovinos “es un gran empleador”, con cerca de 90.000 puestos de trabajo, particularmente en el interior del país. Además emplea en el sector primario una fuerza laboral con menor escolarización y con mayor edad promedio, un sector con dificultad de encontrar empleos alternativos. Como referencia, mencionó que la construcción emplea a unas 55.000 personas de forma directa.
Los salarios mensuales generados, entre dependientes y no dependientes, totalizan US$ 64 millones, equivalente a la suma de los salarios de las actividades agrícola, forestal y láctea en conjunto. El gasto de esos salarios luego genera empleo inducido en el interior, fundamentalmente en el sector servicios.
Caputi agregó que la sostenibilidad del crecimiento requiere aumentar la inversión doméstica y externa, superando el 20% del PBI, lo que generaría un círculo virtuoso entre inversión, actividad y empleo. Sin embargo, Uruguay enfrenta vulnerabilidades debido a su mercado interno limitado y su exposición a las fluctuaciones de los precios internacionales de los commodities y las barreras comerciales.
El proteccionismo internacional está en aumento, y aunque Uruguay trabaja para mejorar el acceso a mercados, no se puede esperar una mejora rápida, especialmente para el sector cárnico. Esta situación limita el crecimiento de la actividad, la inversión y el empleo en todo el sector, advirtió.
Faena de bovinos en 2024
El gerente de Información del INAC, Jorge Acosta, realizó una puesta a punto de las proyecciones de cierre de año. Indicó que la extracción de bovinos en 2024 se ubicará en los niveles promedio.
A partir de características de demanda internacional y del clima, que fue algo más propicio de lo previsto al inicio del año, la actividad de faena cerrará en valores similares a 2023, pero con evoluciones. El primer semestre mostró una recuperación de la actividad del 7%, y el segundo semestre una caída del 8% respecto al año anterior.
Además planteó la incertidumbre sobre el nivel efectivo de actividad que se podrá cumplir, pero estimó que 2024 completaría una faena anual de 2,265 millones de cabezas bovinas. De verificarse esta reducción del 1,8% en la actividad, el año cerraría apenas por debajo del promedio de los últimos 10 años, que fue de 2,285 millones. Este nivel de faena implicaría una tasa de extracción anual cercana al 23%, si se agregan unos 320.000 animales exportados en pie.
En la composición de la faena se observó un comportamiento muy diferente al del año anterior en categorías y denticiones. La participación de los novillos creció 5% globalmente, superando 1,1 millones de cabezas, pero se constatan diferencias importantes en la dentición.
Los novillos adultos (de seis y ocho dientes), aumentan 32% respecto a 2023 y los jóvenes (diente de leche y de dos a cuatro dientes) disminuyen 5%. Estas denticiones de novillos alcanzan una proporción de 65% frente al pico observado en 2023 en la reducción de la edad de faena, cuando el 73% de los novillos eran jóvenes.
Las vacas disminuyen 9%, con comportamientos diferentes a lo largo del año. Hubo un aumento de 15% en el primer semestre y una disminución de 30% en el segundo. Por su parte, las vaquillonas muestran un comportamiento de la faena global 1,5% inferior, con una mayor participación de los corrales en esta categoría.
El peso promedio de los bovinos en 2024 fue similar al del año anterior, con canales que en promedio serán de 288 kilos en los novillos y de 240 kilos en las vacas. La faena de bovinos en corrales de engorde mostró cifras levemente inferiores a los niveles del año anterior y se estima cercana a los 340.000 animales, representando el 15,4% de la faena total.
El año cerrará con 3,3% menos novillos de corral faenados y 8,2% más vaquillonas, respecto al año anterior. El 25% de los novillos faenados se terminaron a corral y el 19% de las vaquillonas.
Faena de otras especies en 2024
La faena de ovinos en 2024 se reduce 33% y probablemente culminará el año por debajo de 1 millón de cabezas. Este comportamiento se observó a lo largo del todo el año y para todas las categorías, por lo cual cerraría con una tasa de extracción industrial del 18% o 19%, estimó Acosta.
Considerando además la faena predial y las exportaciones en pie, la extracción podría ubicarse en torno a 25% en comparación con el 30% de 2023.
La faena de aves en 2024 se ubicará cercana a los 35 millones, la mayor cifra desde que se llevan registros, con características de categorías similares y pesos levemente superior al de los últimos años.
La faena de equinos podría superar los 44.000 animales al cerrar el año, cifra que equivale a una reducción de más del 22% respecto a 2023. Esto se explica fundamentalmente por la exigencia de certificación requerida por la Unión Europea, que dificultó la comercialización en el primer semestre.
En el caso de porcinos se observa una faena 3,2% superior a la fecha del informe, con un total de 128.000 animales y una estructura similar a 2023 (59% cerdos, 26% cachorros y 14% lechones).
Los precios
La recuperación de valores de la hacienda, a partir de mejoras en los ingresos por las exportaciones de carne, muestran equilibrio en los indicadores. El crecimiento fue más o menos constante a lo largo del año. Las variaciones acumuladas a noviembre, observadas para el precio del novillo total fueron 23,7% superiores a 2023, reflejan el aumento del valor de la carne exportada de 23,1%, y de la media res al mercado interno de 20,7%. Esta evolución fue opuesta a la observada en 2022 y 2023.
En el caso de la vaca y vaquillona se observaron comportamientos similares. A pesar de esta evolución diferente de los precios, el Indicador RHE (relación hacienda/exportación) tuvo una evolución frente a 2023, pero terminó mostrando mayor equilibrio en la relación. El 46% de las semanas se ubicó por encima del promedio (0,933) favorable a la hacienda, a diferencia de 2023 (35%) y de 2022 (80%).
Por su parte, el Novillo Tipo 2.0 mostró un crecimiento de 20% a lo largo del año y el promedio ponderado a noviembre de 2024 fue de US$ 1.487 por cabeza, con un 74% correspondiente a la hacienda. El indicador muestra una participación algo menor que en el mismo período en 2023 (76%), pero dentro de un razonable equilibrio que determinó que el valor agregado industrial promedio de enero a octubre pasara de US$ 356 por cabeza en 2023 a US$ 386 por cabeza en 2024.
Consumo
En 2024 hubo un nuevo aumento del consumo de carnes en Uruguay, que consolida una recuperación. En los en los primeros 10 meses creció 6,9%. La carne bovina aumentó 9,8% respecto a 2023, con un crecimiento más pronunciado en la carne nacional (+10,6%) con respecto a la importada (+7,7%).
La carne aviar continúa siendo la segunda proteína más consumida en el país, con una expansión que la ubica por encima de los registros históricos. Se destaca principalmente el aumento en el origen nacional (+7,6%) con retracción de la importada (-16.5%).
La carne porcina también crece a octubre (+2,2%) y lo hace en ambos orígenes (importación +1,9% y producción nacional +3,6%). Por su parte, la carne ovina muestra una retracción en los volúmenes comercializados (-16,4%).
Hasta octubre, el 31% de las proteínas consumidas son de origen importado, con un comportamiento similar al año anterior para las diferentes carnes: porcina representa el 83%, bovina el 26% y la aviar el 4%. El principal origen es Brasil: porcina 97%, bovina 81% y aviar 56%. Y este año aparecieron importaciones desde Argentina (32%), Estados Unidos (4%) y Chile (9%).
El consumo estimado de proteínas de origen animal en 2024 alcanzaría los 97,3 kilos por persona, 3 kilos más que el año anterior (+3,2%). Este es el mayor registro en el consumo de los últimos nueve años, pero con diferente comportamiento entre carnes.
La carne bovina llegaría a 46,9 kilos por persona, con un aumento de 1,6 kilos; la porcina crece a 22,5 kilos en el año; mientras que la carne aviar mostraría un crecimiento relativo de 5,7%, llegando a 25,4 kilos. En la carne ovina es esperable una reducción de unos 0,5 kilos, retornando a 2,5 kilos por persona al año.
Se observa un crecimiento relativo mayor en proteínas de monogástricos (aviar y porcina), de 4% frente a 2% de rumiantes (bovina y ovina), consolidando una estructura de consumo que evoluciona a los estándares internacionales.
Este crecimiento de consumo se da en un escenario con precios al público en crecimiento. El precio de la carne bovina crece por encima de la inflación, mientras que la aviar y porcina presentan un incremento inferior. La carne bovina muestra un aumento acumulado anual (a octubre) en pesos corrientes del 6,4%, la carne porcina 3,2%, mientras la carne aviar aumenta 4,8% en el mismo período.
Mercados de exportación
La reestructuración de mercados permitió mantener los niveles de ingresos de las exportaciones cárnicas, que en 2024 estarán cercanos a US$ 2.600 millones, un valor similar a 2023 y superior a los promedios históricos en valores corrientes.
El mercado de China mostró nuevamente una disminución importante, de 33% de los ingresos, y generará divisas totales que superarían los US$ 800 millones (32% del total). Esta nueva reducción significa US$ 400 millones menos que en 2023.
Como contracara, el mercado del Usmca (Estados Unidos, México y Canadá), crece su participación y alcanza el 30% de los ingresos totales, con un crecimiento de 31%, y quedaría cercano a US$ 800 millones. Por su parte, la Unión Europea crecería 17%, y llegaría a US$ 400 millones al cerrar 2024 (15% del total).
La carne bovina muestra en 2024 un volumen de colocación 0,3% inferior y una valorización promedio (IMEx-Ingreso Medio de Exportación) similar a 2023. Se alcanzarían unas 490.000 toneladas peso canal exportadas con un valor promedio de más de US$ 4.200 por tonelada. Las exportaciones de carne bovina volverán a estar por encima de US$ 2.000 millones este año.
China nuevamente redujo su participación del volumen en 30% y el precio promedio en 8%. Mientras que Estados Unidos lo compensó con un crecimiento de 64%, explicado por una duplicación respecto a 2023 de lo exportado extracuota, llegando cerca de 80.000 toneladas peso producto y con un precio total similar al de 2023. Por su parte, la Unión Europea aumenta 23% el volumen y con un precio total similar, apenas 1% superior al del año pasado.
Respecto a los principales contingentes arancelarios que dispone Uruguay para carne bovina, cabe mencionar que se han aprovechado en su totalidad, con precios superiores de 11% para el cupo Hilton y de 8% para cupo USA.
La carne ovina exportada disminuyó 34% en volumen respecto a 2023 y podría alcanzar 17.000 toneladas peso canal, con una reducción del 70% a China. El valor promedio del IMEx cerraría 2024 cercano a US$ 4.000 por tonelada, valor similar al año del anterior.
Brasil mantiene los volúmenes, pero crece en su participación al 28%, con valores por encima del promedio (US$ 5.420 por tonelada), mientras Usmca y la Unión Europea disminuyen nuevamente la participación, a 5% y 2% respectivamente, con valores de IMEx inferiores al promedio global.
La agricultura “es clave” para las empresas agrícolas-ganaderas, ya que ese es el rubro que “más determina el resultado final”, destacó el asesor CREA, Andrés Contatore.
La colza “es un ingrediente fundamental en los sistemas agrícolas del Uruguay”, dado que es una alternativa que “diversifica la rotación” y “genera márgenes interesantes” en invierno, a pesar de ser particularmente sensible al exceso hídrico y a las heladas tempranas, destacó el asesor de grupos CREA y director de Cuatro Hojas Asesoramiento Agronómico, Andrés Contatore. En el marco de la jornada anual de la Asociación Uruguaya pro Siembra Directa (Ausid), titulada Cosechando beneficios, sembrando diversidad, el ingeniero agrónomo con posgrado en Agronegocios, realizó la presentación Margen económico y riesgo de sistemas sostenibles.
El asesor presentó un análisis detallado sobre la influencia del antecesor en los rendimientos de cultivos, y mostró cómo varía el rendimiento de la colza dependiendo del cultivo anterior. Si en el invierno anterior a la colza se sembró cebada o trigo, el rendimiento es diferente en comparación con colza sembrada sobre un cultivo de verano de primera, como maíz o soja. La colza sobre un cultivo de primera tiene mejor media y menor variabilidad en comparación con aquellas sembradas sobre gramíneas de invierno.
Al analizar el rendimiento de equilibrio después de renta, Contatore explicó que si se hace cebada con antecesor cebada, “la mayoría de los rendimientos está más cerca de 2.000 kilos que de 4.000” kilos por hectárea. Señaló que la probabilidad de alcanzar 4.000 kilos por hectárea en ese caso “es del 34%”.
En cambio, si el antecesor es trigo, “la probabilidad sube al 51%”, mientras que con colza como antecesor, la chance de lograr 4.000 kilos de cebada por hectárea “es del 76%”.
Por lo tanto, la cebada con antecesor cebada tiene una media más baja, mientras que la cebada con antecesor trigo muestra una media más alta y mayor variabilidad, pero en niveles más altos. Sin embargo, cuando se utiliza colza como antecesor, se obtiene una media más alta y una menor variabilidad.
Sin embargo, sembrar soja de primera sobre soja ofrece rendimientos cercanos a 2.400 kilos por hectárea, “raspando el equilibrio”, advirtió. Mientras que sembrar soja de primera sobre maíz “permite alcanzar 2.700 kilos por hectárea, con menor variabilidad”, señaló.
La soja de segunda sembrada sobre trigo ofrece una media menor y una variabilidad similar a la de cebada. No obstante, la cebada tiene una media “un poco más alta”, y en relación a la colza mencionó que, “aunque tiene más variabilidad, en general su media es mayor”.
La base de datos de Fucrea establece que hasta 2014-2015 el sector atravesó un período de relativa estabilidad, a pesar de la caída de precios en 2014. Sin embargo, a partir de 2015-2016 y hasta 2023-2024 se observa un período de inestabilidad creciente. Durante este segundo período el margen neto promedio se redujo a US$ 45 por hectárea, con un coeficiente de variación de 778%, lo que refleja una mayor variabilidad e incertidumbre en comparación con los US$ 130 por hectárea de margen promedio del período anterior, cuyo coeficiente de variación era 140%.
La presentación también incluyó cómo se cuantifica el efecto del antecesor en una chacra que ha estado en agricultura continua, y cómo eso afecta al cultivo siguiente. Contatore afirmó que hacer trigo sobre trigo marca una reducción de rinde de 22%. “Este efecto mostró resultados consistentes año tras año”, acotó.
Y también mostró resultados que respaldan la importancia del antecesor maíz en el rendimiento de la soja de primera, señalando que en la campaña 2021-2022 “hubo 417 kilos más de soja de primera” por hectárea al haber tenido maíz como antecesor.
El asesor también mencionó el “efecto chacra nueva”, indicando que los cultivos “se enteran si están en una chacra nueva o vieja” y expresan este conocimiento en el rendimiento. Analizó que, en general, “la agricultura se viene haciendo en chacras viejas” y que los productores mantienen las áreas agrícolas en su función original, “salvo una pequeña proporción” que ha cambiado de uso.
Sobre el origen de las chacras, el asesor mostró que “podemos ver claramente que hubo un período de expansión, que podríamos llamar colonización”, cuando se transformaron muchos campos naturales en áreas agrícolas.
Sin embargo, aclaró que este proceso ha disminuido en los últimos años, indicando que “alrededor del 10% del área proviene de campo natural”, mientras que el resto proviene de “praderas o verdeos”, áreas ya integradas en el sistema agrícola.
Contatore explicó cómo está compuesto el producto bruto de las empresas agrícola-ganaderas Crea. Comparó el escenario de 2004-2005, cuando “un poco más del 60% del producto bruto de las empresas era ganadero y un poco menos del 40% era agrícola”, con la situación actual, donde esa proporción ha cambiado significativamente. Señaló que en los últimos años entre 65% y 70% del producto bruto de las empresas Crea viene de la producción agrícola, mientras que esta actividad se realiza “solo en 40% del área”.
Según el ingeniero agrónomo, la agricultura “es clave” para las empresas agrícolas-ganaderas, ya que ese rubro “es el que más determina el resultado final”. Sin embargo, también se refirió a “los retos económicos”, ya que el productor tenía que pagar una renta de 700 u 800 kilos de soja por hectárea. Añadió que, aunque la tierra fuera propia, “debía pagar una renta de mercado”, además de cubrir el costo de oportunidad y de capital involucrado.
Pasturas en las rotaciones
“Las rotaciones aún se resisten a incorporar pasturas, a pesar de sus beneficios”, afirmó Contatore. Explicó que las empresas ya han decidido que el área agrícola se destine a la agricultura, porque es lo que genera más ingresos, algo necesario para pagar la renta y asegurar el futuro de la empresa. “El objetivo es transferir una empresa en funcionamiento, para que no venga el vecino y quiera arrendarla, porque paga más”, comentó.
En ese contexto, la mayoría del área agrícola “no está en rotación con pasturas”, sino que se encuentra bajo “agricultura continua o semicontinua”, basada principalmente en cultivos de renta anual.
Contatore subrayó que las empresas con mayor intensidad agrícola generalmente tienen mejores ingresos. E indicó que, aunque la intensidad agrícola era baja en años anteriores, aumentó desde 2017, hasta alcanzar 1,6 cultivos por año en la actualidad.
En cuanto a los cultivos de invierno, señaló que en 2009 trigo y cebada “se llevaban toda el área”, y a partir de 2015 las brásicas comenzaron a expandirse, hasta llegar a casi un tercio del área agrícola de invierno, junto con cebada y trigo. Contatore también mencionó la aparición de otros cultivos que aportan diversidad, como semilleros de raigrás, leguminosas, avena y centeno.
Destacó que, en lugar de los barbechos de invierno, “han crecido considerablemente las coberturas con gramíneas”, que le van ganando área al barbecho, algo que consideró una “muy buena noticia”. También observó un aumento de las brásicas y la aparición de leguminosas en los sistemas productivos.
En cultivos de verano el maíz tuvo un aumento en la proporción de área, alcanzando el 19%, la cifra más alta de toda la serie. Sin embargo, enfrenta muchos desafíos para mantener esa área.
Por otra parte, el área de girasol “es muy pequeña, casi ni se ve”, y refleja una “falta de diversificación en los cultivos de verano”, algo que a largo plazo “también se transmite en parte al riesgo”, sostuvo.
El director de Cuatro Hojas reflexionó sobre la importancia de pensar en cultivos de cobertura o de servicio dentro del sistema agrícola. Explicó que si se logra encontrar algún cultivo que genere diversidad y que, a su vez, potencie los rendimientos futuros del sistema, es probable que se adopte.
Dijo que el barbecho invernal se ha achicado “muchísimo y prácticamente ya no existe”. La pequeña área que queda de barbecho puede deberse a la expansión del maíz de segunda, al que no se le hace una cobertura, analizó.
Cultivos de cobertura
A propósito de los cultivos de cobertura, el ingeniero agrónomo resaltó la “necesidad de generar cultivos multiespecie, que aporten algún servicio ecosistémico que el sistema necesite”. Resaltó que esta diversificación de cultivos de invierno es cada vez mayor, y aunque la intensidad agrícola es de 1,6 cultivos al año, “casi toda el área tiene algo verde creciendo”.
La variabilidad de rinde casi ausente en los cultivos de invierno sí se ve en los cultivos de verano, especialmente en soja. Señaló que entre 2006 y 2015 existía mayor estabilidad de rendimientos, pero ahora se nota “un aumento importante de la variabilidad». En el primer período el coeficiente de variación de los rendimientos de soja era 12% para primera y 6% para segunda, mientras que entre 2015 y 2024 pasó a ser 36% en primera y 35% en segunda. En el caso del maíz la variabilidad no aumentó tanto, aunque también hubo un cambio, ya que pasó de 27% a 34% en maíz de primera, y de 17% a 34% en maíz de segunda.
Contatore continuó explicando el análisis de márgenes y la variabilidad de diferentes rotaciones, cuestionando el margen promedio y las posibilidades de, al menos, empatar en distintas secuencias agrícolas. Expuso que la secuencia soja de primera arroja un margen promedio de US$ 60, un valor que, según muchos productores, es preferible por la percepción de menor riesgo. Sin embargo, el ingeniero agrónomo señaló que la variabilidad de soja de primera es muchísimo más alta que en las alternativas con doble cultivo.
Detalló que las rotaciones con doble cultivo ofrecen mejores márgenes. En particular, trigo-soja de segunda y cebada-soja de segunda. Ambas presentan márgenes similares, aunque trigo-soja de segunda tiene un poco más de variabilidad. A su vez, colza-soja de segunda es la rotación con mayor margen y menor variabilidad, sostuvo.
Probabilidad de pérdida
En los sistemas con soja de primera en “un año se gana y en otro se pierde”, afirmó. En la secuencia trigo-soja la probabilidad de perder dinero es del 40%, agregó, mientras que en cebada-soja disminuye a 32%, y con colza-soja baja al 25%. “Para quienes pueden tolerar una pérdida de hasta US$ 100, esta probabilidad se reduce a 11% con colza-soja”, en comparación al “30% en soja de primera”, planteó.
Contatore mencionó que el maíz de primera tiene un margen promedio de US$ 176, pero presenta “mayor variabilidad”. En cambio, trigo-maíz y cebada-maíz tienen márgenes de US$ 150 y US$ 149 respectivamente, con un coeficiente de variación de alrededor del 200%. La probabilidad de pérdida con maíz varía entre 30% y 40%, una cifra que “no está tan lejos de la soja”, indicó.
Entre los beneficios de incorporar colza a las rotaciones, Contatore destacó que “mejora la media y baja mucho el coeficiente de variación”, reduciendo el riesgo de pérdida de “36% a 29%”. Y dijo que “al sumar maíz el rendimiento aumenta”. Dijo que ambos cultivos estuvieron en duda en los últimos años, especialmente después de la sequía de 2023. Y concluyó que el maíz “tiene un efecto positivo en el margen bruto”, pero la colza “es la que logra reducir el riesgo del negocio”.
Subrayó la importancia de una buena planificación de las secuencias agrícolas, y remarcó que al integrar maíz y colza en una rotación con soja el margen bruto puede aumentar un 80%, mientras que el riesgo de pérdida se reduce en un 20%. Argumentó que dedicarle tiempo a planificar tiene un impacto “significativo” en el margen y el riesgo del negocio.