Los integrantes de la empresa repasaron la trayectoria e inauguraron la ampliación de su planta, proyectando el futuro sobre los valores que instauraron sus fundadores.
La empresa semillerista Greising y Elizarzú (GyE) celebró 50 años de trayectoria y en ese marco inauguró la ampliación de su planta, ubicada en Tarariras, Colonia. Allí, una de las directoras de la compañía, Carolina Gaising, repasó la trayectoria de GyE, enfatizando el legado que instauraron sus fundadores. Por su parte, el gerente de la firma, Carlos Dalmás, comentó que si bien hace cinco años que forma parte del equipo, conoce a la empresa desde hace muchos años y “siempre me preguntaba cómo hacían para ser tan eficientes, cómo siendo pocas personas y con instalaciones pequeñas lograban posicionarse en el mercado y competirle a empresas grandes, con mayor infraestructura”.
Luego, al conocer más de cerca la compañía, concluyó que eso se debía a “un juego de equipo, donde todos se complementaban perfectamente, y eso arrancaba desde arriba”. Destacó que los dueños de la empresa, “sin saberlo, hacían un juego de equipo perfecto”, y “el legado que había dejado Freddy Elizarzú y Don Julio Greising, había permeado en las nuevas generaciones”.
Cinco pilares
Dalmás enumeró “cinco pilares sobre los que la empresa ha hecho base, que han permitido transitar estos 50 años y nos impulsarán hacia adelante”. El primero dijo que consiste en “tener claro lo que somos y lo que hacemos”. Señaló que la misión de GyE “es sencilla y clara: entregar a los productores de semilla de máxima calidad”. Agregó que eso fue algo que “estuvo claro desde el día cero”, y que “no solo fue un objetivo, sino un sueño, ser reconocidos por la calidad de nuestra semilla”.
Destacó que la empresa “siempre ha estado innovando y buscando constantemente nueva genética, nuevos productos”, y actualmente cuenta con un campo experimental dedicado a investigación y desarrollo.
GyE tiene su propia marca: Semillas Cardinal, y es “segunda en ventas de semillas de soja y líder en el mercado de semillas de cebada forrajera, teniendo una de las variedades de cebada más sembradas del Uruguay, y también somos líderes en el mercado de semillas de trigo”, destacó.
Dalmás también remarcó que las semillas de la compañía son sembradas por “más de 600 productores en los 19 departamentos”. Y agradeció a los proveedores de genética, “que nos ayudó a posicionarnos de gran forma en el mercado”.
Indicó que el segundo pilar es “el servicio”. Valoró que “nos desvivimos por darles a los productores el mejor servicio. Si pido semilla en GyE la voy a tener cuando la necesite, me van a cumplir con lo pactado. Si tengo que descargar en la planta de GyE va a ser rápido. Si me pasa algo voy a tener una respuesta. Es la cercanía que solo una empresa familiar puede dar. Un trato humano y directo”.
Al referirse al tercer pilar de la empresa, Dalmás dijo que es “cumplir con lo pactado”. Afirmó que “cuando llega la fecha acordada se cumple con lo pactado”, y que “eso ha sido así a lo largo de la historia, aún en momentos difíciles”.
Mencionó que el cuarto pilar consiste en “no olvidar a quiénes nos debemos”. El gerente de GyE sostuvo que “en esta empresa todos sabemos quiénes son los protagonistas, nos debemos a los productores agropecuarios, ellos son los que nos pagan el sueldo”.
Y el quinto pilar posicionó a “la gente”, en referencia a las 64 personas que trabajan en la empresa. “Detrás de cada semilla que sale de nuestros galpones está el esfuerzo de una cantidad de gente que pone lo mejor de sí mismo para que el productor reciba la mejor semilla, el mejor servicio y la mejor atención”, destacó
Sostuvo que “no perder de vista lo importante que es el trabajo de cada uno y entender que cada persona de la empresa nos trajo hasta aquí nos va a permitir seguir creciendo”. Afirmó que “el mayor valor de esta empresa es la gente”. Y consideró que “se puede tener la mejor genética y las mejores instalaciones, pero si no tenés a las personas que lo hagan funcionar no sirve de nada”.
Trayectoria
Carolina Gaising destacó en su discurso que la trayectoria de la empresa familiar “también habla del desarrollo agropecuario del departamento, nos habla de la vida de la población de Tarariras y sus alrededores, pero por sobre todo de su gente”.
Recordó los orígenes de GyE, que tiene “un pasado de inmigrantes”, ya que los Elizarzú y los Greising “llegaron a este país donde todo estaba por hacerse”. Describió que Félix Elizarzú se subió a un barco “abandonando su País Vasco natal” y “se enamoró de Edoní durante la larga travesía” y “no se imaginaba que el destino de una parte de su descendencia se iba a vincular con otra familia de inmigrantes, los suizo-alemanes, fundadores de la vecina Colonia Suiza, Nueva Helvecia, la familia Greising”. Y enfatizó que algo que los vinculó “fue el trabajo, la visión en un futuro promisorio y los granos”.
Describió que el nexo de aquella relación fue la casa Guillermo Greising SA, donde en la década del 30 del siglo pasado “ya trabajaba en el rubro granos Don Nicolás Elizarzú (Sansón), hijo de Félix y Edoní, y padre de uno de los protagonistas centrales de esta historia: Fredy”.
El otro protagonista de GyE fue “Don Julio Greising, un emprendedor inquieto de la actividad comercial, que también lo llevaba en la sangre, por lo que le transmitieron sus padres Guillermo y Ana. Él era uno de los propietarios del comercio”.
El 1° de noviembre de 1974, en galpones que arrendaron a la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE), Fredy y Don Julio comenzaron GyE, y a los pocos meses ya habían recibido 6.000 toneladas de trigo. “Es fácil imaginar, pero no ponerse en el lugar de aquellos trabajadores que embolsaban los granos, los hombreaban, estibaban y maquinaban”, comentó la actual directora de la empresa.
Agregó que por mucho tiempo la actividad se centró en recibir granos, básicamente cebada y trigo, limpiarlos y guardarlos. El año 1980 “fue el disparador de todos los cambios que iban a venir en las siguientes décadas, cuando se sumaron nuevos protagonistas: Miguel, Gustavo, Alejandra Elizarzú y Yuli Greising”. En ese momento “se decidió dar el primer paso en la transformación”, al comprar un predio donde funcionaba un tambo, “una zona rural muy difícil de imaginarse por el crecimiento urbano de Tarariras”, dijo.
Allí se construyó el primer galpón de 1.000 metros cuadrados, con la incorporación de numeroso personal. También se construyeron las oficinas, se incorporó la segunda balanza, la primera digital con los que las corridas se terminaron, y comenzó la actividad del laboratorio.
Destacó el trabajo de Alejandra Elizarzú en el laboratorio, “una mujer que hoy en día es referencia local e internacional como analista de semillas”. “Gracias a ese trabajo profesional y serio, en 2010 la empresa logró la acreditación del Instituto Nacional de Semillas (Inase) para la producción certificada de forrajeras y cereales, tanto para los procesos de campo como para los de la poscosecha”, subrayó.
Luego el desarrollo de la empresa necesitaba de nuevos espacios para recibir, acondicionar y almacenar los granos de cereales y oleaginosas. Y en 1996 hubo “otro mojón”, la construcción gradual de la infraestructura actual, a partir de un convenio con Maltería Oriental SA, en “un vínculo que lleva 40 años”, señaló la empresaria.
GyE también comenzó a participar en proyectos de inversión para ampliar la planta, realizar mejoras e incorporar nuevas balanzas, llegando a obtener premios.
Y la empresa tuvo un giro radical en 2005, volcándose más a la actividad comercial y no solo al servicio de procesamiento de semillas para productores. Roberto Robino fue el protagonista en la incorporación de genética de calidad, que terminó en GyE y en Semillas Cardinal.
En 2019 hubo “un cambio generacional importantísimo a todo nivel, de la mano de Carlos Dalmás, pero esto ya no es historia, es el futuro de GyE”, afirmó Carolina Gaising.
El organismo internacional estima que las compras del gigante asiático crecerán 10% y el estadounidense prevé 30%, pero el gobierno de Xi Jinping proyecta una caída del 20%.
China es considerado el principal importador mundial de alimentos y commodities agrícolas, y desempeña un papel central en el comercio internacional de estos productos. El marcado crecimiento económico del gigante asiático ha fortalecido la demanda de muchos productos de origen agropecuario en las últimas décadas, dada su importancia en el comercio internacional de productos del agro y su relevancia.
Los planes de China de incrementar su producción agrícola y sus potenciales objetivos de autoabastecimiento hacen aún más relevante analizar las perspectivas de ese país asiático en la próxima década, señala un análisis publicado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), elaborado por Natalia Marín, Guido D’Angelo y Emilce Terré.
Allí se destaca que en 2023 el área sembrada en China alcanzó 119 millones de hectáreas y la producción de granos totalizó 695 millones de toneladas (Mt), de acuerdo con información que publicó el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China, a través del Sistema de Monitoreo Agrícola y Alerta Temprana de China (Cames). No obstante, se espera que la producción de granos alcance 704 Mt en 2024, más de 738 Mt en 2028, y que supere los 766 Mt en 2033.
El consumo de granos en 2023 totalizó 817 Mt. El de maíz aumentó casi 3%, y el de soja 2,5%. Por su parte, las importaciones de granos crecieron 11% el año pasado, alcanzando 163 Mt, volumen que representa el 20% del consumo total de granos. Los principales productos importados fueron: soja (61%), maíz (16,6%), trigo (7,4%), cebada (6,9%), sorgo (3,2%) y arroz (2,3%).
El Cames anticipa que habrá una disminución en el comercio total de granos hacia China entre los años 2024 y 2033. Se espera que las importaciones de granos del gigante asiático disminuyan desde un estimado de 141 Mt en 2024 a 116 Mt en 2028 y 110 Mt en 2033, lo que representa una reducción del 30% en la próxima década.
SOJA
El gobierno chino proyecta que la producción de soja en el gigante asiático llegue a 21,5 Mt en 2024, totalizando 29,4 Mt en 2028 y 35,6 Mt en 2033, lo que representaría un aumento del 50% en la próxima década. En contraste, se espera que el consumo de soja crezca a un ritmo mucho más moderado, pasando de 110 Mt en 2024 a 112 Mt en 2028 y 113 Mt en 2033, con una modesta tasa de crecimiento proyectada del 0,3% anual.
Con este escenario de crecimiento en la producción nacional y estabilidad en el consumo, el Cames espera una reducción en las importaciones de soja, de 91 Mt en 2024 a 81 Mt en 2028, y 79 Mt en 2033. Esto representaría una caída de 20% en la próxima década.
Sin embargo, las proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés), y por otra parte el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) resultan menos optimistas en cuanto a la autosuficiencia de China en la producción agrícola, y anticipan un crecimiento continuo en las importaciones. El contraste entre ambas proyecciones puede radicar en la consideración del objetivo del gobierno chino de aumentar la autosuficiencia en granos, acota el informe.
No obstante, alcanzar esas proyecciones está sujeto y limitado a los recursos de tierra y agua, la frecuencia creciente de eventos climáticos extremos y el aumento en el consumo de carne, que impulsa las importaciones de granos para consumo animal.
Más aún, el desempeño de los sistemas productivos de China será esencial para definir los niveles de importación que cubrirán el remanente de consumo. Para ello serán necesarios saltos de productividad y crecimiento en la incorporación de tecnología.
Otros factores también son relevantes a la hora de definir estas proyecciones: la declinación demográfica de China, el calentamiento global, potenciales tensiones geopolíticas y restricciones comerciales, cambios en dietas, entre otros (Rouzi, 2024).
En 2023 las exportaciones de soja a China alcanzaron un récord, acercándose a 100 Mt. La relación entre Brasil y China ha mostrado una tendencia de fortalecimiento, con el gigante asiático absorbiendo más del 70% de las exportaciones de soja de Brasil. Esto representa un desafío competitivo para otros exportadores.
Resulta importante destacar que los principales proveedores de soja del país asiático son Estados Unidos y Brasil, seguidos por Argentina. En los últimos años Brasil ha mostrado un crecimiento significativo en su producción de soja, aumentando fuertemente su participación en el mercado chino.
La expansión del comercio mundial de soja está directamente vinculada con el menor crecimiento previsto de la molienda en China y sus importaciones, que se prevé que crecerán 0,8% anual hasta llegar a cerca de 110 Mt para 2033 (por debajo del 2,8% anual en 2014-2023), es decir, cerca de 61% de las importaciones mundiales de soja, señala el análisis de OCDE-FAO. A la vez, el USDA proyecta que la demanda china llegará en 2033 a 138 Mt.
Brasil es el mayor exportador mundial de soja, con un crecimiento estable de su capacidad exportadora, y se prevé que represente 56% del total de exportaciones mundiales en 2032.
CARNE VACUNA
Las perspectivas del Cames proyectan que la producción total de carne en China alcanzará 96,7 Mt en 2024. Del total de la producción cárnica china, 59% es porcina, 27% aviar, 8% bovina, y el 6% restante corresponde a otras carnes.
Mientras tanto, el consumo de carne espera elevarse a 101 Mt, de acuerdo con datos oficiales del gobierno chino. Con esta perspectiva productiva y de consumo, las importaciones de carne se acercarían a 6 Mt este año. Y el consumo de carne vacuna se acercaría a 10,2 Mt, mientras que las importaciones totalizarían 2,7 Mt en 2024.
La expectativa de importaciones de carne vacuna es optimista de manera unánime. Sin embargo, entre proyecciones hay diferencias en los niveles de crecimiento. Las importaciones de carne vacuna a China esperan ser 16% más altas en 2033, desde los niveles de 2023, de acuerdo con los datos del Cames, para llegar a 3,1 Mt. No obstante, las perspectivas de la OCDE–FAO y del USDA proyectan tasas de crecimiento más amplias, de 48% y 44%, para llegar a 4 Mt y 3,9 Mt en 2033. Al igual que en el mercado de la soja, los principales exportadores son Brasil y Estados Unidos.
UN CONSUMO MÁS DIFERENCIADO
Está en marcha una creciente “descomoditización” del intercambio global de agroalimentos. Ya hay más de 70.000 empresas estadounidenses invirtiendo y operando en China, y de ellas más de 20% son agroalimentarias, señala un análisis de Jorge Castro, en Clarín Rural.
Allí marca que ADM es una de las cuatro grandes transnacionales del comercio mundial de granos, y en esa condición es una de las principales exportadoras al mercado chino, que constituye el eje del intercambio global de commodities agrícolas.
ADM vende granos a China a través de dos modalidades: en forma directa, transportando las cargas desde Estados Unidos a la República Popular, o mediante acuerdos estratégicos con grandes empresas importadoras, que luego los venden y los distribuyen en su gigantesco mercado interno, cuyos centros de consumo están desplegados a lo largo y ancho de su inmenso territorio de más de 9 millones de kilómetros cuadrados.
En los primeros nueve meses del año ADM suscribió acuerdos con grandes importadores por más de U$S 3.000 millones, que se duplicarían en los próximos seis meses.
Castro agregó que la trasnacional estadounidense advirtió que el mercado chino de consumo cambió de naturaleza, y que irrumpió una poderosa clase media de unos 500 millones de personas que disponen de ingresos comparables a los norteamericanos (de U$S 35.000 a U$S 45.000 anuales), y eso modifica las pautas de consumo del mayor mercado del mundo.
Lo que está en marcha, en suma, es una creciente “descomoditización” del intercambio global de agroalimentos, y la aparición en gran escala de un mercado de productos diferenciados, de elevados precios, y preferentemente de marcas.
Ahora ADM, y las otras grandes trasnacionales de los alimentos, se dirigen a satisfacer este nuevo mercado de consumo, y disponen para eso de una pluralidad de marcas –ya sean propias o adquiridas– en el mercado global. Esa es la tendencia de fondo del mercado chino en los próximos 10 o 15 años.
Conviene advertir que hay más de 70.000 empresas norteamericanas invirtiendo y operando en China, y de ellas más de 20% son agroalimentarias, muchas pequeñas y medianas, que venden productos como tomates secos, aceitunas y cerezas frescas, y lo hacen con sus propias marcas.
En el mercado chino, debido a sus gigantescas dimensiones, el concepto de nichos debe ser utilizado con un criterio restrictivo. Por ejemplo, los tomates secos tienen un mercado potencial de 70 a 80 millones de consumidores, y la principal limitación de una compañía pequeña o mediana suele ser la falta de capacidad productiva suficiente para atender a la demanda.
En 2019, el año previo a la pandemia, China tuvo el mayor nivel de consumo del mundo (US$ 7,9 billones); y luego, con el Covid-19, cayó a menos de la tercera parte.
Castro remarca que el dato estratégico a retener es que mantuvo intacta su fenomenal tasa de ahorro doméstico del tipo individual, que ascendió a U$S 4,2 billones; y con posterioridad este ahorro individual comenzó a volcarse nuevamente al consumo, en un proceso de creciente movilización que todavía está en marcha.
El consumo de la nueva clase media crece al mismo ritmo que el alza del ingreso per cápita (8,1% anual), pero con la particularidad de que su capacidad de gasto libre –después de satisfacer la necesidades de vivienda, alimentación y salud– se expande 15% por año. Esto es lo que convierte a China en el principal mercado de consumo del mundo, sobre todo en materia de agroalimentos.
Los biocombustibles renovables pueden contribuir de forma significativa a la mitigación del cambio climático y a la salud pública, señalaron diferentes actores en la COP29.
El director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Manuel Otero, subrayó la importancia de instalar el tema de los biocombustibles en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y se refirió a la significación económica y social que tienen para distintos países latinoamericanos. “La agricultura hoy es clave para la seguridad energética global”, indicó Otero al abrir una mesa de intercambio organizada por Solutions from the Land en la Casa de la Agricultura Sostenible de las Américas, el pabellón que el IICA instaló por tercer año consecutivo en el mayor foro global de discusión ambiental realizado en Bakú, Azerbaiyán.
El conductor fue Ernie Shea, presidente de Solutions from the Land, cuyo equipo está formado por líderes de la industria y académicos expertos en agricultura, forestación y conservación. Su misión es favorecer la implementación de soluciones basadas en la naturaleza para la seguridad alimentaria, el desarrollo económico, la mitigación del cambio climático y la conservación de la biodiversidad.
Shea hizo hincapié en que, más allá de la reducción de gases de efecto invernadero, uno de los focos recientes de los beneficios de los biocombustibles renovables es la salud pública. “Los combustibles renovables hacen una contribución decisiva también a la reducción de la contaminación y las oportunidades de la producción agropecuaria son múltiples”, dijo.
En tanto, Linda Schmid, de la Asociación de Productores de Granos de Estados Unidos (U.S. Grains Council), llamó la atención acerca de que el etanol debe ser considerado por los países como parte de sus compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en el marco del Acuerdo de París.
“En Estados Unidos hemos disminuido en 140 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente en los últimos años gracias a un corte con etanol del 10% en los combustibles derivados del petróleo. Hay muchos caminos para contribuir con la mitigación del cambio climático y los formadores de políticas públicas deben prestar atención a los biocombustibles renovables”, afirmó.
Gail Dennison, científica del Instituto Hormel, que funciona en la Universidad de Minnesota, dio detalles de las investigaciones que esa institución académica viene realizando con distintos socios en los Estados Unidos en los últimos dos años. Y reveló que los combustibles fósiles tienen un impacto en la progresión y los tratamientos del cáncer, de acuerdo a datos que se publicarán próximamente.
A la vez, el productor lácteo Michael Crinion, presidente de la organización US Farmers and Ranchers in Action (Usfra), señaló que él y otros productores han sido especialmente activos en la reducción de la huella de carbono de su actividad. “En nuestro establecimiento hemos bajado 19% las emisiones y el uso de recursos con respecto al promedio, a través de diferentes prácticas”, aseguró.
LDC está impulsando el cultivo en la agricultura uruguaya, para atender la demanda de la producción de biocombustibles sostenibles; se sembraron 4.380 hectáreas este año.
En la primera zafra de camelina en Uruguay se partió de la base de contar con “semillas para unas 4.500 hectáreas”, y por densidad de siembra fue necesario “ajustar” esa área, y se terminaron “sembrando alrededor de 4.380 hectáreas”, de las cuales “hubo unas 100 hectáreas que se perdieron por tema de implantación y anegamiento, para finalmente cerrar el plan con 4.200 hectáreas”, informó a VERDE el líder comercial de Macro Seed – la marca de semillas de LDC– en Uruguay, Luis Morales.
Comentó que “estamos muy orgullosos con el desempeño” del cultivo, “la entrada al país y cómo se ha desarrollado de norte a sur y de oeste a este, desde Salto hasta Canelones y de Soriano hasta Rocha”. Y destacó que hubo 55 productores que sembraron el cultivo.
Valoró que se realizó la primera jornada de camelina con el “cultivo en pie” en Uruguay. En ese ámbito se hizo foco en el cultivo, la propuesta técnica, el negocio y las perspectivas. La actividad se desarrolló en una chacra ubicada en Flores, de la empresa Agrícola TM.
Sobre la fijación del precio y las condiciones a cumplir por parte del productor, el líder comercial de Macro Seed dijo: “intentamos llegar con una propuesta lo más transparente posible, desde el inicio”. Sostuvo que “este es un circuito cerrado, donde se le entrega la semilla al productor, se siembra y la cosecha es adquirida por LDC”, con entrega en el acopio en Montevideo. Explicó que la fijación del precio es la posición de soja enero en Chicago, más una prima de US$ 50 por tonelada.
También indicó que la idea es “industrializar ese grano en Uruguay y exportarlo como aceite a distintos destinos”. Por un lado “tenemos el aceite, materia prima para el combustible sostenible de aviación, que se está demandando bastante a nivel global”, y “como subproducto tenemos un alimento muy rico en proteína”, que “puede llegar a servir para la elaboración de raciones”, dijo. La idea inicial es intentar colocar ese subproducto en el mercado uruguayo.
Comentó que se cumplió el objetivo de siembra para este primer año, y que incluso fue “superado”, ya que hubo “productores que no llegaron a sembrar porque no teníamos más semilla”. Dijo que “siempre fuimos muy conservadores, intentando ir a la mayor cantidad de productores posible en bajas áreas”. Acotó que el propósito era tener “distintas experiencias” en un cultivo que es “nuevo” y que “el aprendizaje sea continuo, año a año con el productor”.
Ahora el plan de LDC de cara a 2025 es “intentar duplicar o hasta triplicar el área” de siembra de camelina, para lo cual se tendrá en cuenta “la opinión del productor, cómo le va con la cosecha y el recibo”, pero “entendemos que es un cultivo que vino para quedarse”, consideró.
MEJORAMIENTO GENÉTICO
Morales comentó que, “este año, cuando empezamos a desembarcar en Uruguay, nos juntamos con el Instituto Nacional de Semillas (Inase) y con la Cámara Uruguaya de Semillas (CUS), para comentarles sobre el desarrollo de la camelina y la introducción de los nuevos materiales”, entre otros asuntos. Agregó que ambas instituciones tuvieron una “muy buena respuesta” y “pudimos desembarcar sin problema” en el mercado uruguayo.
En esta etapa hay dos variedades en Uruguay. Matías Asinari, responsable de desarrollo de producción de Camelina Company, señaló que la camelina es una crucífera, “prima hermana de la colza y la carinata”. A propósito, planteó que para posicionar el cultivo hay que considerar tres aspectos diferentes a colza y carinata, que son: tolerancia a heladas, plasticidad en fecha de siembra –de mayo a agosto– y genética.
Camelina Company tiene 20 variedades registradas, con las que va “explorando zonas y ambientes”, donde “el mejoramiento genético es el puntapié para el avance” del cultivo en Uruguay. Sobre el manejo, indicó que “es bastante sencillo”, y que es importante seleccionar la chacra considerando que “no sea anegable”, porque el cultivo “es sensible” al anegamiento.
Explicó que se trata de una semilla chica, se siembra con máquinas convencionales, y que cuando llegó a Uruguay “la charla con el productor apuntó a la fertilización”, porque “ya se conoce la siembra y la cosecha por la experiencia que se tiene en colza y carinata”, relató.
Asinari comentó que “se está proponiendo una fertilización de reposición con 40 kilos de nitrógeno, 30 kilos de fósforo, 30 kilos de potasio y 10 kilos de azufre”, dado que “eso se lleva” una tonelada de camelina. Sostuvo que “el secreto es una buena implantación, que acá se logra muy bien, porque conocen la semilla chica; y después es la fertilización a base de fósforo en el arranque y una nitrogenada en roseta, aunque si se puede incorporar antes es mejor”. Además, informó que “hasta el momento no se detectaron plagas ni enfermedades”.
Agregó que la camelina es un cultivo doble propósito, de renta y de servicio. La densidad apunta a 8 kilos de semilla por hectárea para lograr de 200 a 250 plantas por metro cuadrado. “Con eso competimos muy bien frente a las malezas, porque arranca muy rápido. La chacra debe arrancar limpia, con un reseteo de hasta 10 días antes de la siembra, ya sea con glifosato o 2,4D”, indicó. En caso de contar con malezas gramíneas, “arriba del cultivo se pueden aplicar germinicidas”, explicó.
El responsable de desarrollo de producción de Camelina Company mencionó que la empresa tiene ensayos del cultivo donde se registraron rindes de 2.000 y 3.000 kilos por hectárea (kg/ha). “Queremos ser cautelosos en este desarrollo. Nuestro presupuesto siempre fue con una tonelada de camelina (por hectárea), que creemos que es lograble cuando se implanta bien, y cuando no aparece nada raro en el cultivo”, comentó.
Aseguró que en Argentina hay “casos de productores en grandes superficies de 2.500 kg/ha, 1.800 kg/ha, 1.600 kg/ha”, y se va “apuntando a un potencial mayor”. También informó que Camelina Company cuenta con un centro de mejoramiento en Pergamino, Buenos Aires, donde “estamos haciendo pruebas con distintas variedades, apuntando a estabilizar rindes y explorando nuevas zonas con variedades de ciclos corto, largo e intermedio”.
Acotó que “estamos trabajando en variedades que sean más tolerantes al anegamiento y que sumen tolerancia a ciertos herbicidas, eso será clave para el manejo de malezas que no sean de hoja fina”.
El programa de camelina con genética de Camelina Company proviene de España y de Sustainable Oils de Estados Unidos, compañías que son propiedad del grupo estadounidense Global Clean Energy Holdings (GCE), que acordó con LDC la promoción del cultivo en Sudamérica.
“DESCOMODITIZACIÓN”
La gerente de Sustentabilidad de Cereales y Oleaginosas de LDC para Latinoamérica sur y oeste, Victoria Capalbo, comentó a VERDE sobre la relevancia del lema de la “innovación sustentable” y el “compromiso enorme” de tener un “rol intermediario en la cadena”, con la posibilidad de “unir tanto la oferta como la demanda” y estar “siempre buscando innovación”.
Profundizó que esa búsqueda de innovación se relaciona con “lo que tiene que ver con sustentabilidad, que son temas que hoy están presentes en la compañía y atraviesan todos los negocios y todas las plataformas”, donde LDC “es pionero”.
Destacó que el cultivo de camelina tiene “innumerables beneficios”, y que “se van encontrando mercados que están dispuestos a comprar esos productos que generan nuevas oportunidades”. Señaló que “la tarea es la descarbonización del planeta” y el “reemplazo de los combustibles fósiles con los biocombustibles renovables, que son más amigables con el medio ambiente y generan menores emisiones de carbono”.
Capalbo agregó que la compañía tiene un programa relacionado con soja sustentable que “es súper amplio”, con “más de 15 años en la región” y con diversas certificaciones: ISCC, RTRS, 2BSvs, EPA, entre otras. Al tiempo que la empresa trabaja en tener huella de carbono medida en soja, maíz y empezando a evaluar planes para trigo.
También destacó la idea de “influir positivamente hacia arriba y hacia abajo en toda la cadena de valor”, y lograr entre todos hacer una “cadena de favores, donde cada uno desde su lugar busque ser más eficiente y disminuir su huella de carbono”.
Hizo hincapié en la Plataforma de Agricultura Regenerativa de LDC, que fue una “decisión natural relacionada con el camino hacia la transición energética que tiene planteado la compañía, con objetivos globales”. El programa está operativo en Estados Unidos, Brasil, Argentina y se está evaluando en Australia y otros países.
Explicó que en Argentina se lanzó este año, con el objetivo de 10.000 hectáreas, pero para 2030 la meta es llegar a unas 200.000 hectáreas, para lo cual LDC se asoció con distintos stakeholders (partes interesadas, en inglés) de la cadena, para generar un ecosistema en el que el productor obtenga diversos beneficios”.
Capalbo señaló que proveer productos que sean libres de deforestación, con una huella de carbono medida o provenientes de la agricultura regenerativa, “es algo relevante”, pero puntualizó que “actualmente el grado de exigencia depende de los destinos y clientes”
A propósito, dijo que hay exigencias regulatorias por parte de los destinos demandantes, y demandas de empresas que compran los productos que surgen a partir del interés del consumidor. Confirmó que Europa “marca el camino en estos temas”, pero también “se empieza a notar en Estados Unidos, en el sudeste asiático y en empresas privadas chinas”.
“Claramente vamos a la trazabilidad y a la descomoditización de los productos primarios, lo que permitirá permanecer en el mercado y se transformará en la base para seguir operando”, concluyó.
MV Asociados, empresa importadora de las marcas Krone, Bogballe y Bertini, viene operando en el mercado uruguayo con productos que brinden calidad y alta durabilidad. Fernando Calimaris director de MV Asociados señaló a VERDE que desde hace algunos años la empresa “está focalizada en la calidad de los equipos”, esa es “la norma y el espíritu de MV”. Explicó que se apunta a atender la demanda del productor que “quiere tener una marca y una representación que maximice sus productos”.
En esa línea, destacó que Krone es una marca líder a nivel mundial, cuya línea de trabajo “se sustenta en la calidad y durabilidad” de sus productos. “Es muy reconocida” por los productores uruguayos, dado que las enfardadoras “sobresalen fuera de las condiciones de confort” de cualquier máquina enfardadora, allí es “donde más se luce y donde mejor anda”.
El mundo Krone de enfardadoras se divide entre las máquinas de barra y las de correa. Las de barra “tienen prestaciones que generan una mayor adaptación a situaciones más complejas, ya sea para cola de cosecha en pleno verano, con altas temperaturas, o para cuando el forraje tiene más humedad”, explicó. En tanto, las de correa “son relativamente nuevas en Uruguay y cuentan con prestaciones excepcionales”, dijo. “Tenemos una máquina para cada tipo y necesidad del productor”, afirmó.
En cuanto a las segadoras de disco, sostuvo que trabajan con éxito con máquinas de 3 y 4 metros de ancho, de tres puntos y “creemos que el próximo paso para el mercado uruguayo es la máquina autopropulsada, el modelo Big M, que tiene hasta 10,50 metros de ancho de corte, con acondicionador y acumulador de hilera, con motor de 500 hp”. Destacó que “es un equipo con gran rendimiento en horas y cantidad de hectáreas”.
Adelantó que en los próximos dos años llegará la enfardadora Big Pack, “de fardo cuadrado gigante”, para “bajar el costo” del flete. “Los fardos son hechos a la medida de la caja del camión, maximizando el área de superficie de carga, abaratando el transporte, tanto del forraje húmedo como del seco”, señaló.
Sobre los servicios y repuestos, Calimaris resaltó que Krone es una marca “poca repuestera”, de todos modos “se cuenta con stock propio y dos veces al año se realizan preventas, lo que permite a los productores acceder a valores muy interesantes”.
El director de MV Asociados anunció que la empresa acordó con Krone desarrollar el mercado de usados. “Hicimos un acuerdo y Krone nos provee para el mercado uruguayo equipos con muy poco uso, de 1.000 a 2.000 fardos de uso, y la idea es no sobrepasar los 7.000 u 8.000 fardos de uso”.
Dijo que para una máquina Krone esa cifra “es muy baja”, ya que el recambio de un equipo usado bien mantenido por uno nuevo se suele realizar a los 70.000 fardos. “Esto nos permite colocar máquinas con muy poco uso a precios muy interesantes, con un tiempo de amortización larguísimo”, destacó.
FERTILIZACIÓN Y SIEMBRA
MV Asociados sigue trabajando con Bogballe, “una marca líder, que tiene la mejor calidad de distribución a nivel mundial”, resaltó. A la vez, se introdujeron marcas complementarias en fertilización de origen europeo, que cumplen especificaciones muy buenas, sobre todo en calidad de distribución y ancho de trabajo, pero que “también son más competitivas en precios que Bogballe”, acotó el empresario.
Calimaris dijo que en Uruguay también se está trabajando con Bredal, una marca de Dinamarca, asociada con Bogballe, que “nos aporta equipos de arrastre de 5 a 26 metros cúbicos, de mono eje a cuatro ruedas, totalmente automatizadas, que trabaja con mandos satelitales, que permite el encalado localizado por sinfín o a granel por disco”.
A su vez, este equipo permite el intercambio de disco para funcionar con urea o sólidos como fosfato de amonio, fósforo o productos microgranulados. “Hay un mercado muy interesante para productores que buscan calidad”, comentó.
Además, informó que está trabajando en “reintroducir fuertemente” la marca Bertini, que por razones de precios estaba siendo poco competitiva. “Se comenzaron a realizar algunos negocios. Es una marca muy buena y de mucha calidad de siembra”, subrayó.
Se está orientando al productor medio con los modelos 8000 y 10000, que van desde los 4 a 4,5 metros de ancho. A la vez, el nuevo modelo 40000 permite un ancho de trabajo que va desde 7 y hasta los 14 metros tándem. “Es una máquina que permite siembra de invierno y neumática en verano”, señaló.
Con el incremento del área de maíz se comercializaron “de muy buena forma los cabezales maiceros de origen argentino, marca Allochis, en aluminio y en acero”, comentó. Además, destacó las líneas satelitales de la marca Topcon, navegadores y pilotos, y la incorporación de una marca de origen china para ese segmento de mercado.
Los nematodos generan pérdidas de rendimiento y son un problema importante, al igual que la mala calidad de semilla que se puede llevar hasta un 35% de la producción.
Andreomar Kurek, director de Investigación de Soja para Brasil y Argentina en Stine Seed, fue uno de los protagonistas en la reciente edición del ADP Zone, encuentro anual organizado por la empresa ADP. Allí utilizó el concepto de “ladrones de rinde” para referirse a los factores que afectan la productividad del cultivo de soja. “Siempre buscamos el alto rinde, pero muchas veces se siembra una soja de baja calidad, ese es un ladrón de rinde. La calidad de semilla es parte de la cultura brasileña, por la dificultad que tienen los ambientes del país, que no permiten dar esas ventajas”, comentó.
Destacó que “Brasil tiene más del 80% de semilla legal, certificada”, y que eso se explica por la condición ambiental, que “no es buena”. Señaló que eso obliga a tener empresas “muy técnicas, desde la siembra y durante todo el proceso de producción de semillas. “La semilla tiene un costo más alto, por su contenido, calidad, por los tiempos de investigación que tienen, pero eso se traduce en rinde”, afirmó.
Recordó que “era común en Brasil hablar de soja con un 80% de germinación, no se hablaba de vigor, sí se consideraba el alto vigor en maíz, también alta germinación, muy próximo al 100%”. Pero “ahora eso pasa con la semilla de soja, que tiene que tener los mismos patrones de calidad del maíz, un nivel muy alto de germinación, estamos hablando de más del 95%, y vigor por encima de 90%, preferentemente arriba de 95%”, y eso “garantiza un rinde mayor por hectárea”.
Señaló estudios que indican que hasta 35% de pérdida de rinde por baja calidad en la semilla, “algo que para mí es poco, creo que una mala semilla puede ocasionar pérdidas aún mayores”, consideró.
Los nematodos son un problema importante en Brasil, del que en Uruguay casi no se habla. “En Brasil al principio no se hablaba, cuando la soja se sembraba en la región centro-sur, donde en general los suelos son mejores y hay buenas lluvias”, comentó Kurek.
Pero cuando se empezó a sembrar en la zona del Cerrado, al norte, en Mato Grosso, “percibimos esos ladrones de productividad y trabajamos cada vez más fuerte. Ahí estaban los nematodos”.
Destacó que la soja Stine “tiene resistencia a distintas especies de nematodos, y eso nos garantiza tener un mínimo de rendimiento, que otras variedades no van a alcanzar”.
Indicó que en un año de sequía es más visible la pérdida de rendimiento por nematodos. “Hace unos años un trabajo de Syngenta mostró que casi el 95% de las áreas tenían nematodos y muchos productores no sabían que lo tenían. Esas evaluaciones fueron desde Río Grande del Sur hasta el norte de Brasil, y el escenario es el mismo. Todas las zonas productoras de soja tienen presencia de nematodos”, señaló.
LA EVOLUCIÓN DE LA PRODUCTIVIDAD
El director de Investigación de Soja para Brasil y Argentina en Stine Seed repasó cuáles fueron los principales factores que permitieron aumentar la productividad de la soja en su país, donde el área crece de forma impactante año a año. Una de las claves mencionadas por Kurek fue el pasaje de sojas determinadas a indeterminadas, gracias a la investigación de empresas del rubro. “Se cambió una soja que estaba muy adaptada a la zona tropical, muy defensiva, que era la soja determinada, pero se necesitaba una soja de mayor rinde y que permitiera una siembra más temprana. Así se descubrió la soja indeterminada, que permitía tener una siembra más temprana, y hoy se siembra a principio de setiembre”, comentó.
Destacó que esto permite aprovechar mejor la luminosidad, la temperatura, la lluvia para el desarrollo de la soja en noviembre, diciembre y enero, y cosechar en enero y febrero, permitiendo la siembra de maíz.
“Esto también fue muy importante para el desarrollo de la cadena del maíz. En verano se sembraba la mayor cantidad de hectáreas de maíz en Brasil. Hoy el 20% se siembra en verano y 80% se hace en la segunda campaña, después de la cosecha de soja, en enero y febrero, para cosechar en mayo y junio. Con esto todo el sistema tiene mayores rindes por hectárea, tanto la soja como el maíz”, valoró.
Otros elementos se incorporaron a la producción agrícola brasileña, para incrementar y consolidar alta productividad con un crecimiento anual extraordinario de la superficie en los últimos 20 años. Según datos de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), en los últimos 40 años el área del cultivo en Brasil creció 322%. En la zafra 2024-2025 la producción de soja llegaría a 166,14 millones de toneladas, 12% más que en el ciclo anterior. El organismo agrega que la superficie creció 2,6% y llegó a 47,36 millones de hectáreas, y que la productividad crecería casi 10% para llegar a 3.500 kilos por hectárea.
Consultado sobre otros factores que permitieron impulsar los rendimientos de la oleaginosa, Kurek aclaró que en general los suelos brasileños “no tienen la calidad de los de Uruguay, Argentina y sobre todo de Estados Unidos”, ya que en Brasil “son suelos con más arena, de baja calidad”. Por eso, “el primer punto fue trabajar mucho con los suelos” y “al mismo tiempo con la siembra directa, cobertura con vegetal, incrementar la materia orgánica del suelo”.
Insistió en que hubo “mucha inversión en investigación, tanto pública como privada”, y que “todo eso permitió que creciera el área, pero mucho más el rendimiento, no solo de soja sino también de maíz”.
Stine
Stine es una empresa estadounidense, con presencia global, “pionera en breading de soja comercial”, destacó Kurek. La compañía está en Argentina desde 2016 y en Brasil desde 2018. “En Estados Unidos teníamos un germoplasma de muy alto rinde, pero en Brasil se necesitan grupos 7, 8 y 9. En seis años hicimos toda esta selección, trayendo la fortaleza de Stine, que es rinde y muchas otras características, como la resistencia a nematodos y otras enfermedades”, comentó.
En Brasil Stine ofrece ocho variedades de soja, con las tecnologías Conkesta y Enlist. “Estamos creciendo año a año, con rinde, con calidad de semilla, lo mismo que pasa en Argentina y en todos los ambientes donde está Stine”, afirmó.
Kurek sostuvo que el diferencial de Stine “es su genética única, desarrollada por Harry Stine y todo el equipo de la compañía, durante muchas décadas”. Destacó que “tenemos una base de soja convencional, que no hay en otra empresa. El principal objetivo de Stine siempre es el rendimiento, nuestro eslogan es: Stine tiene rinde. En esto trabajamos todos los días, enfocados siempre en la semilla”.
Agregó que en Argentina “tenemos muchos datos de los últimos años de la Recso (Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja), donde hay muchas variedades de Stine que están muy arriba de los promedios de los ensayos. Muchas veces 7% a 10% y más productividad”.
Comentó que Harry Stine, fundador de la compañía, es un productor y “ese es un punto muy importante”, porque “comprende muy bien lo que pasa con cada chacra, con cada productor, las dificultades que tienen”. Aseguró que “sus dificultades y lo que él busca es lo mismo que busca un productor en cualquier parte del mundo”.
Por eso, explicó que “queremos tener un relacionamiento con el productor, desde una empresa que está enfocada en el negocio, que va a traer la mejor variedad. Harry siempre nos comenta que más temprano o más tarde el productor va a sembrar Stine, y es así. La empresa tiene más del 70% de participación en el mercado de Estados Unidos y es líder en genética Enlist. Entonces, tarde o temprano los productores de Argentina, Uruguay y Brasil van a sembrar Stine”.
Preocupa el estancamiento en Uruguay
En la reciente edición de ADP Zone, el director de ADP, Marcos Guigou, realizó una presentación donde hizo un paralelismo de la soja en Uruguay con una escena de la película Apolo 13, donde los técnicos de la Nasa realizaban una conexión y explotó un tanque, y la misión que tenían prevista debió reprogramarse. “En la soja hay aumento de costos, pero sin productividad, me da la impresión que no hay explosión”, dijo a VERDE.
Para Guigou el tema no se está abordando con la importancia que tiene, sin embargo, “miras a los competidores, principalmente a Brasil y Estados Unidos, y tienen mayores productividades, estables, con áreas que crecen de forma increíble”, planteó.
Recordó que “el girasol tuvo ese problema, no lo vimos y después se perdió el cultivo”. Y también se refirió al trigo, “un jugador del equipo al que no se le ha dado mucha importancia, que tiene números muy justos y siempre hay que buscar potenciales muy altos para llegar al equilibrio”.
Sin embargo, destacó que “el trigo ha despegado y su productividad ha mejorado”. De todos modos, admitió que “si se mira el trigo que hacemos ahora y el que hacíamos hace 10 años, no tiene nada que ver”. “Es trigo, pero la ubicación en la rotación, la cantidad de cosas que tenemos en cuenta, como no repetir trigo sobre trigo. Es un desarrollo muy distinto, y hay que buscar cosas similares para la soja. La soja ya no se arregla como sea, no es un yuyo que produce igual, es la que nos está generando más problemas de caja y de resultados”, enfatizó.
Valoró que el trigo uruguayo está “muy por encima en productividad media, y con tendencia a seguir creciendo en rinde” respecto a los demás países productores del continente. “Algo hicimos distinto en ese cultivo en relación con la soja”, afirmó.
En tal sentido, Guigou planteó que “hay que trabajar mucho en tecnologías de procesos y bajar un poco las revoluciones en las tecnologías de insumos, porque evidentemente apilar insumos y subir los costos no han permitido que el cultivo aumente la productividad; con eso es difícil ser competitivos”.
Buscando resolver esta limitante, ADP explora tecnologías como el encalado, porque “en la medida que suba el pH, la soja va a rendir más”, y otras más disruptivas, como “los microgeles”, para retener parte del agua de lluvia que se escapa. Además de la genética por ambientes y ciclos más cortos, porque con ciclos largos se corre el riesgo de llegar al período crítico sin agua, planteó.
Dijo que “no está medido” el impacto de sembrar soja sobre soja, “como sí lo está en otros cultivos”. Además señaló que se generan más enfermedades vasculares, y esos ciclos tienen más tiempo para que las enfermedades quiten rendimiento. “Quizá el 30% de tu campo, el de más potencial, tiene 1 metro o 70 centímetros más de suelo, son 140 o 200 milímetros más, y eso hace la diferencia entre una soja de rendimiento mediocre a una de altísima productividad”, dijo.
Agregó que si se siembra ese 30% de mejor área del campo con genética de ciclo más corto, pero de más potencial, “quizás te da 900 kilos más por hectárea y eso son 300 kilos más por hectárea en el promedio; eso es todo ganancia”.
Con relación a las malezas, recordó que en su momento disfrutó de la utilidad de la soja RR y del glifosato. “Fue muy sencillo el trabajo”, pero antes se “convivía con las malezas y teníamos umbrales, porque era muy caro combatirlas o había menos herramientas”. Entonces, en “muchas situaciones se evaluaba si valía la pena aplicar, dado el costo del producto y el impacto en el rendimiento”.
“El problema es que esa información hoy no está. No sé si vale la pena generarla, pero sí vale la pena tratar de ser racionales, entender que las chacras no van a estar inmaculadas, pero hay que tratar de medir y de hacer más con menos”, planteó.
Guigou analizó que si Regadores Unidos del Uruguay puede producir 6.000 kilos de soja por hectárea “ese es el techo”, y “sacamos 2.200 kilos por hectárea el año pasado, aunque sé que hubo productores que sacaron 3.000 kilos o más, pero estamos muy lejos del techo”.
Analizó que “la nutrición y el rhizobium tal vez no dé para esos potenciales, se necesitaría bastante nitrógeno en el suelo. Lo ponés como fertilizante o lo venías poniendo antes con una vicia en cobertura”.
La demanda internacional de arvejas viene creciendo desde hace 12 años, a una tasa del 7% anual, mientras que la producción crece al 2% o 3% anual, y esto “ha permitido mantener un soporte de precios”, señaló a VERDE Adrián Polleti, director de la consultora argentina en cultivos especiales Polleti y Asociados. El consultor participó de la jornada sobre cultivos de invierno de la empresa Greising y Elizarzú, en Tarariras, Colonia.
En esa actividad se observaron las novedades en genética de la compañía francesa RAGT, que trabaja en Uruguay con Semillas y Cía y Greising y Elizarzú. Este año, además de focalizar en trigo, colza y cebada, apareció la arveja, un cultivo que va incorporando ensayos y comienza a llamar el interés de los agricultores en esa búsqueda cada vez más marcada de sumar diversificación.
Polleti hizo una descripción del escenario productivo y comercial para luego profundizar en temas de manejo y productividad. Al observar la “tira larga” de valores desde el año 2010, la base de precios “está casi al doble”, indicó. Este fenómeno se explica en gran medida por el “mayor consumo de China, el consumo creciente en India y al registrar más cantidad de usos como ingrediente, tanto para alimentación humana como para alimentación de mascotas y destino forrajero”.
El experto consideró que “las perspectivas son buenas”, particularmente en el sudeste asiático, una parte del mundo que “duplicará la demanda de proteínas durante los próximos 10 años”, siempre y cuando no se presenten “problemas geopolíticos complicados”. Por esa razón “las proteínas animales y vegetales jugarán un rol preponderante”. Dentro de este panorama, la producción de proteínas de alta calidad será crucial y allí aparece la arveja y luego el lupino.
Polleti informó que la arveja presenta “una proteína más eficiente” desde el punto de vista de la digestibilidad, lo que le amplia el uso en varias industrias alimenticias y se transforma en un ingrediente muy importante. Esta leguminosa, en comparación con el lupino, “tiene más calidad” y no presenta “factores antinutricionales” ni requiere procesos de calentamiento para alterar la proteína y hacerla asimilable. A la vez, contiene una «gran cantidad de albúmina”, algo que la convierte en un ingrediente “clave” como “ligante de pastas”, ejemplificó.
PAÍSES PRODUCTORES
Actualmente los principales productores son Rusia –que pasó a ser el principal exportador mundial–, Canadá, Francia, Australia y Estados Unidos. En la región comienza a sobresalir Argentina, que actualmente ocupa “el octavo lugar a nivel mundial” y es “el origen que más potencialidad tiene para crecer”, debido a “la cantidad de hectáreas que hay en barbecho químico, que se podría utilizar en la siembra de arvejas”.
Señaló que el primer objetivo para Argentina sería llegar a 500.000 hectáreas “sin demasiadas complicaciones”, dado que “el productor ya hace 500.000 hectáreas de vicia”. Consideró que “es posible lograr esa meta”, aunque “depende de articular comercialmente bien la oferta”.
Explicó que, con un volumen tan grande, en Argentina ya no solo participan compañías exportadoras pymes, sino también grandes cooperativas y exportadores medianos de trigo y cebada, que están ingresando al negocio de las arvejas debido a su infraestructura para carga a granel.
El rol de Uruguay
Polleti destacó que Uruguay “tiene una ventaja muy importante”, que es el concepto Uruguay Natural, que incluye “un sistema de rotaciones diverso” y el uso de “puentes verdes”, que lo diferencian para llegar a los mercados más exigentes. Según el especialista, a los europeos “les encanta eso”, y poder sumarle trazabilidad a ese sistema de producción “sería relevante”.
“Es algo que en Uruguay es mucho más fácil de hacer que en Argentina, y además puede avanzar ahora, desde cero, para agregarle valor al producto y generar una ventaja competitiva”, afirmó.
Consideró que la trazabilidad “es clave” para acceder al mercado europeo, y señaló que la forma de producción que tiene Uruguay “es muy valorada en Europa”. Aunque advirtió que “no te lo van a pagar mucho más de lo que vale”, pero sí le pueden dar prioridad o un premio adicional por demostrar la forma en que se produce.
Además planteó que Uruguay, aunque con superficies más contenidas, también “tiene un potencial importante para exportar productos como arveja verde” al mercado brasileño, y “arveja amarilla”, un producto que “los brasileños están empezando a consumir”.
Polleti también mencionó la creciente demanda en la región de África Atlántica, en países como Senegal y Angola, que están incrementando su consumo de alimentos. “Senegal es el tercer cliente de la Argentina”, junto con Venezuela y Brasil, y Europa sigue siendo un “destino clave”, afirmó.
LA PRODUCTIVIDAD
El potencial de rendimiento del cultivo de arveja en Uruguay en las variedades nuevas “debería estar muy cerca de poder mantener promedios firmes de 3.000 kilos” por hectárea, “con posibilidades de alcanzar rendimientos aún más altos”, estimó Polleti.
Informó que en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde está la mejor zona con potencialidad productiva de Argentina, “los rendimientos pueden ubicarse entre 4.500 y 5.000 kilos (por hectárea), sin problema”.
Señaló que la zona costera de Uruguay “tiene situaciones parecidas a esa región argentina, sobre todo cuando se registra el llenado del grano”. Indicó que el ciclo de la arveja “no depende tanto del fotoperiodo”, sino de la “acumulación de grados día”. Por esa razón, si se presenta una temporada de crecimiento promedio a fría, “el ciclo del cultivo tiende a alargarse, alcanzando el ritmo de una cebada”. En contraste, en condiciones más cálidas o ligeramente superiores a lo normal, “el ciclo se anticipa unos 15 días” y la cosecha puede darse “entre el 10 y el 15 de noviembre”, explicó.
Respecto a Uruguay, el ingeniero indicó que en la zona de Young (Río Negro) el ciclo “salió 15 días antes que en Libertad” (San José), aunque la diferencia en la fecha de siembra entre ambas regiones fue de apenas “una semana”. Este avance en Young no solo se reflejó en el tiempo de maduración, sino también en el “mejor rendimiento” obtenido.
FECHA DE SIEMBRA
Explicó que las fechas de siembra varían según la zona y el tipo de cultivo. Para las primaverales, indicó que “depende de la zona”. En Young recomendó comenzar a sembrar entre el 10 y el 15 de junio. Por su parte, para las regiones más cercanas a la costa, como Colonia o San José, “la segunda quincena de junio” es el momento adecuado para las siembras primaverales.
Si se siembran invernales, Polleti recomendó adelantarse 30 días con respecto a las primaverales, o 15 días en el caso de Young, lo que implica la “primera quincena de mayo”.
Las siembras invernales son una “muy buena alternativa” para las zonas “propensas a heladas”. La arveja invernal resiste bajas temperaturas, sin embargo una primaveral no, por lo que recomendó utilizar variedades invernales en zonas con “alto riesgo de heladas consecutivas”. Sin embargo, en ambientes costeros, como la ruta 1 hacia el río Uruguay, donde la “incidencia de heladas no es alta, una primaveral de punta ofrece más potencial de rinde”.