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Agricultura

Oswaldo Ernst: Uruguay y la oportunidad que genera la valoración global que existe sobre el ambiente

28 de noviembre de 2022

El desarrollo de tecnologías sostenidas sobre el conocimiento de procesos agroecológicos “es totalmente viable y se puede implementar” en los sistemas agrícolas más tradicionales

La valoración que hoy tienen los impactos ambientales se podría transformar “en una oportunidad para el país”, sostuvo Oswaldo Ernst, docente de la Facultad de Agronomía. Al ser consultado por VERDE recordó que Uruguay se planteó hace 10 años alimentar a 50 millones de personas, “cuando somos 3 millones y se producía para 10 millones” de personas. Y dijo: “estamos cerca” de esa meta. 

Agregó que ahora el mundo “exige alimentos más sanos y que la producción cuide el ambiente. Podemos reaccionar, porque estamos convencidos de que ese es el camino. Uruguay tiene muchas herramientas e indicadores que ya podrían estar utilizándose, que servirían para mostrar lo que se hace”. Para certificar procesos productivos, “todo lo que se ha hecho debe ser reconocido por quienes certifican”. 

Recordó que cuando se fundó la Asociación Uruguaya Pro Siembra Directa (AUSID) esa tecnología “no generaba buenos resultados, había una pérdida de 15% a 20% de rendimiento”. Sin embargo, se generó información y tecnología “hasta que se ganó su lugar”, remarcó. 

Dijo que funcionó porque “el objetivo era controlar un mal mayor: la pérdida de suelos por erosión y la degradación, algo que los productores no querían seguir admitiendo. Hoy es indiscutido el aporte de la siembra directa”.

Además, señaló que los números de Fucrea demuestran que hay respuesta económica cuando se hacen las cosas bien. Y consideró que se debería agregar “un enfoque holístico, que supone mirar todo el predio y lo que hacemos durante todo el proceso de producción. No solo mirar la chacra, un cultivo o la forma de fertilización”, ejemplificó.

Consideró que más allá de la discusión que se genera entre las producciones agroecológicas, orgánicas y tradicionales, “necesitamos sacarle las emociones” a esos debates, porque existen “conceptos y componentes” de la agricultura tradicional que “pueden formar parte de un manejo más cercano al agroecológico”. 

Afirmó que hay “muchas cosas” de las que se hablan, que si se aplican “calzan perfectamente dentro de sistemas de producción sustentados por la agroecología”. Sostuvo que los conceptos agronomía y agroecología “están muy cerquita”. Aclaró que agronomía es “manejo de procesos, no compra de insumos”, y allí es donde Ernst señala que “se genera el debate entre un punto y el otro”.  

“Estoy convencido de que el desarrollo de tecnologías sostenidas sobre el conocimiento de procesos agroecológicos es totalmente viable y se puede implementar en los sistemas más tradicionales y con mayor carga química. Eso supone una transición, pero hay información y se puede transitar”, aseveró.

En el Encuentro Nacional de Agricultura Sostenible, Ernst sostuvo que los procesos de intensificación que han ocurrido en los últimos años “han generado una degradación de los suelos, que en algunos casos son importantes y en otros no”. Pero eso “se está corrigiendo con más nutrientes”, lo que implica que “aumenten los riesgos ambientales”, que resultan de “la forma en que se manejan los recursos que se asignan a los cultivos”, dijo. Si todo “lo que agregamos no es utilizado por el cultivo y se va al agua o el aire, tenemos un problema”, reconoció.

Ernst consideró que “muchos de los temas que hoy abordamos no tienen nada que ver con las situaciones que discutíamos hace 20 años. Son problemas emergentes que van surgiendo a partir de la forma en que se implementan los sistemas de producción y la valoración de los impactos ambientales, que vienen desde fuera del sector y que deben ser atendidos”. 

La sostenibilidad tiene implícito el tiempo y la evolución de las cosas. Al comparar lo que pasaba cuando se fundó AUSID y lo que sucede hoy, “hay muchos casos que eran problemas relevantes y hoy están en vías de solución o se han solucionado”. La erosión de los suelos “que hoy existe no tiene la magnitud que tenía en aquel momento, pero si olvidamos eso, y se vuelve a mover el suelo, queda atrás la razón de todo lo que hicimos” para mejorar, dijo.

En esa línea, resaltó que “la situación está bastante mejor” frente a lo que sucedía hace 10 años, “cuando tuvimos el pico del problema”. Porque en verano “se producía solo soja y en invierno prácticamente nada”, en medio de una expansión de la superficie agrícola “muy importante”, recordó. Pero ahora el sistema cuenta con más opciones de cultivos, rotaciones diversas y el regreso a los suelos marginales de las rotaciones agrícolas pastoriles”. 

A partir del análisis de una base de productores, Ernst explicó que el balance aparente de nutrientes es positivo para fósforo y nitrógeno. “Estamos fertilizando con más nutrientes de lo que extrae el grano que producimos, eso es un potencial problema”, advirtió. 

Por eso dijo que es clave “aumentar la precisión de lo que se agrega. Hay que fertilizar con las formas y en los momentos que hace falta”. Para eso “hay que trabajar más, hay que aplicar más tecnología, tener indicadores objetivos que nos muestren cuál es la necesidad del cultivo y agregar lo necesario. Cuando el suelo da todo, trabajamos poco y se toman pocas decisiones. Cuando el suelo no tiene un suficiente suministro de nutrientes, empiezan los problemas”, planteó.

Nota de Revista Verde N°104

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