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Agricultura

Sector semillerista uruguayo agrega valor por unos U$S 70 millones

9 de diciembre de 2019

Un estudio de Deloitte, realizado en base a datos del ejercicio 2017/18, destaca el aporte del rubro a la economía, generando más de 3.000 empleos de forma directa e indirecta

El sector semillerista de Uruguay habría generado unos US$ 70 millones de valor agregado en la economía durante la zafra 2017/18, considerando impactos directos e indirectos, lo que equivale a unos US$ 580 por hectárea, de acuerdo a estimaciones realizadas en el marco de un estudio elaborado por la consultora Deloitte.

Se trata de un valor agregado por hectárea levemente superior al que se genera en la agricultura de secano y más que duplica el generado a nivel de la producción de carne.

El valor agregado total es muy similar en las semillas etiquetadas o de uso propio, declarado o no declarado, aunque los efectos indirectos son superiores en la semilla etiquetada, reflejando mayores encadenamientos.

El sector habría generado más de 3.000 empleos de tiempo completo en la zafra 2017/18, aunque la cantidad de personas involucradas a tiempo parcial sería superior, por la incidencia de actividades zafrales.

El trabajo se tituló Caracterización del sector semillerista en Uruguay, y se realizó entre julio de 2018 y junio de 2019, a iniciativa del Instituto Nacional de Semillas (INASE), la Cámara Uruguaya de Semillas (CUS) y la Asociación Nacional de Productores de Semillas del Uruguay (Anaprose), con el apoyo de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE).

El objetivo fue cuantificar el mercado total de semillas, considerando las principales especies de cereales y oleaginosos (soja, trigo, arroz, cebada, maíz, sorgo y colza), y las principales especies forrajeras, en gramíneas (avena, raigrás y festuca) y leguminosas (Lotus, trébol blanco, trébol rojo y alfalfa).

En ese sentido, cabe señalar que el mercado total de semillas incluye: semilla etiquetada, la que es adquirida por el productor a través de empresas comercializadoras; semilla de uso propio, generada por el productor, la que a su vez puede separarse entre de uso propio declarado –cumpliendo con el pago de regalías si aplica– o de uso propio informal –que incluye uso propio no declarado, evadiendo eventualmente la regalía –si aplica– y la venta ilegal a terceros, también llamada bolsa blanca.

“Estrictamente, se podría aducir que en una semilla se originan todas las cadenas productivas de base agropecuaria, pero sin ir a ese extremo, resulta indiscutible que la elevada y sostenida inversión en innovación y desarrollo en el sector semillerista, no sólo a nivel global sino también a nivel local, y la preocupación de toda la cadena por asegurar una oferta de semilla de calidad en el mercado, han permitido un fuerte crecimiento de la productividad, tanto agrícola como ganadera en las últimas décadas”, afirma el documento de Deloitte.

Y agrega que el cómputo de esos impactos podría ser motivo de otro estudio.

Allí se aclara que este trabajo se limitó a cuantificar los impactos económicos directos e indirectos de la actividad semillerista en Uruguay, contemplando el valor agregado y el empleo que se genera en el propio sector y en su cadena de valor, incluyendo proveedores y actividades de procesamiento y comercialización.

De acuerdo a las estimaciones de Deloitte, el mercado potencial de semillas de cereales y oleaginosos, incluyendo exportaciones, habría ascendido a unas 160.000 toneladas en el año 2017, equivalentes a más de US$ 150 millones (en función del precio de la semilla etiquetada).

De esos US$ 150 millones, la semilla etiquetada representó aproximadamente el 60% (unos US$ 95 millones). En la semilla etiquetada, el peso relativo de la soja se reduce a algo más del 40%.

Las estimaciones de consumo de semillas forrajeras revisten particular complejidad, debido a que existen distintos orígenes, así como usos y usuarios alternativos. En particular, los cultivos forrajeros tienen como destino fundamental la alimentación animal, a través de la implantación de praderas, mejoramientos y cultivos forrajeros anuales. A su vez, cada tipo de producción suele utilizar distintas especies, solas y en mezcla.

También se utilizan semillas forrajeras para la cobertura del suelo en el invierno, el llamado puente verde, tras el cultivo de soja de primera en el verano.

Adicionalmente, el estudio indica que la información pública disponible en relación a áreas sembradas con especies forrajeras resulta “escasa e incompleta”.

De acuerdo a las estimaciones alcanzadas en este trabajo, el mercado potencial de semillas  forrajeras, incluyendo exportaciones, habría ascendido a unas 68.000 toneladas en 2017, equivalentes a más de US$ 70 millones (a precio de semilla etiquetada).

La semilla etiquetada representa un porcentaje elevado del total de semillas que se consume a nivel de especies forrajeras, salvo en la avena, en donde ese porcentaje sería menor al 30%.

El mercado total de semillas

En definitiva, el mercado potencial de semillas de las especies analizadas en el trabajo, a nivel local, habría ascendido a poco más de US$ 200 millones en la zafra 2017/18, y si se incluyen las exportaciones, ascendería a unos US$ 225 millones.

De ese mercado potencial, considerado en su totalidad, el mercado de las semillas etiquetadas en las especies analizadas habría ascendido a unos US$ 145 millones.


Lea la nota completa en Revista Verde N° 81

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