Agricultura

Riego y encalado: tecnologías que viabilizan a la producción agrícola

16 de enero de 2025

La experiencia de la empresa Abuelo Paulino SRL, que riega 400 hectáreas en Durazno y proyecta duplicar el área; comenzó a encalar hace seis años y la práctica se mantiene.

Con el maíz “casi no teníamos experiencia antes del riego”, comentó a VERDE el productor Andrés Fernández, uno de los directores de la empresa agrícola-ganadera Abuelo Paulino SRL, ubicada en Durazno. El empresario recordó que había hecho una chacra puntual de maíz en secano y terminó haciendo silo, porque fue el año de la seca y el cultivo no evolucionó como se esperaba. Por lo tanto, la primera experiencia cosechando granos de maíz fue la del año pasado, que también fue la primera campaña con el riego. 

En esa parte del establecimiento San Benito la empresa tiene unas 600 hectáreas de agricultura. Allí se construyó una represa para regar unas 400 hectáreas, aproximadamente. “Las otras áreas son de desperdicio o áreas donde no llega el pivot. Después vamos a ver si da para hacer alguna prueba para regar por goteo en algún córner de los pivotes”, comentó el productor. 

Y en el otro lado del establecimiento hay un proyecto para instalar otros ocho equipos de riego, para 450 hectáreas, con otra represa del mismo volumen, de aproximadamente 1,5 millones de metros cúbicos de agua. 

“El plan final apunta a regar 850 hectáreas. No queremos hacerlo todo junto, pero sí incorporar al menos un equipo de riego por año, para tratar de llegar a ese gran objetivo”, señaló Fernández.

El empresario manifestó su convencimiento sobre la utilidad de esta herramienta. “El riego es el futuro, no lo digo yo, lo dicen todos los técnicos. Estamos convencidos de que ese es el camino. Desde el primer día que hicimos agricultura dijimos que sería muy bueno contar con un equipo de riego, algo que lo veíamos muy distante y pensamos que seguramente nunca llegaríamos a realizar. En ese momento parecía algo muy complejo, por el alto costo y el manejo”, comentó. 

Pero destacó que “hoy en día, con las herramientas de los proyectos de inversión, además de las tecnologías que hay, que son de muy fácil manejo, dan ganas de seguir adelante con el riego, porque el cultivo necesita agua, sino no anda. El agua es vital para el productor que quiere hacer agricultura”. 

“Quizás se use mucho o se use poco, pero lo bueno es que esté disponible y funcione cuando realmente se precisa. El año pasado fue muy bueno en cuanto a lluvias, pero en un año que viene complicado el riego hace la diferencia”, afirmó el productor. 

Encalado

El encalado fue otra tecnología que implementó la empresa, aunque “nos costó un montón, nos quitó el sueño muchos años”, dijo Fernández. Recordó que “hace seis años encalamos por primera vez, y fue complejo, porque no había máquinas apropiadas, y cuando teníamos máquina no conseguíamos la cal, o había viento y no se podía aplicar. Era muy complicado”. 

Comentó que luego probaron con diferentes maquinarias, que no eran las más adecuadas, pero “cuando afrontas estas inversiones querés que quede bien o lo mejor posible”. Con el paso del tiempo “se nos ocurrió traer la cal, dejarla disponible en Durazno, para que fuera más fácil la logística, y compramos la máquina adecuada para la aplicación. Y hoy es una práctica similar a la fertilización, es muy fácil y rápido de implementar”, señaló.

Describió que cuando se encaló la primera chacra “estábamos con 4,6 de pH, eran niveles muy bajos y no se podía hacer agricultura”. Indicó que aplicaron 2.000 o 2.200 kilos de cal dolomítica y el pH pasó a 5,4. “Así volvimos a hacer sojas de 2.500 kilos y más”, destacó. 

Luego elaboraron un proyecto “con gente que sabía de suelos, para encalar 300 o 400 hectáreas todos los años, y hoy en día hacemos 500 hectáreas de encalado, sin problema, y los pH no bajan de 5”, resaltó. Y este “fue el primer año que reencalamos los campos”, comentó. 

Al contar con disponibilidad de cal y con la maquinaria, la empresa también está brindando servicios a otros productores. “Como vimos que era muy engorroso el sistema, de los camiones, dónde acopiar la cal, la máquina, pensamos en ofrecer el servicio integral, llave en mano”, dijo. Y explicó que el precio del servicio depende de los kilos que se quieran aplicar. 

Sistema agrícola

La empresa cuenta con 4.000 hectáreas, donde el 50% se destina a la agricultura, que es gestionada por Andrés, y el 50% a la ganadería, que está a cargo de su hermano Guillermo. “En estos años que estamos trabajando juntos nos hemos complementado muy bien, y tenemos ambiciones de seguir adelante, siempre con mucho respeto y ganas de trabajar, defendiendo la relación familiar”, dijo Andrés. 

En las 2.000 hectáreas agrícolas la empresa siembra unas 500 hectáreas con gramíneas –sorgo y maíz– y unas 1.500 hectáreas de soja de primera, y esa área va rotando cada año. 

Luego de la cosecha de soja se siembra avena para el pastoreo del ganado en invierno, y eso también les permite contar con las chacras temprano, para volver a sembrar soja de primera, que “es lo que mejor anda en estos campos”, explicó. 

La avena se siembra en mayo, cuando empiezan a caer las primeras heladas, y es cuando compran ganado a buenos precios, para que entre en esas avenas. Además, cuando empieza a faltar la oferta de ganado gordo para los frigoríficos “es cuando empezamos a tener ganado pronto y hacemos una diferencia”, señaló. 

Fernández también comentó que los campos de la empresa “son muy dóciles”, porque “no son de greda”, sino “arenosos” y “no hay compactación. Explicó que “con un rastrón, con un rombo colonizador, herramientas que sean fáciles de pasar, logramos una cama de siembra espectacular”. 

Señaló que “en un año normal la soja de primera rinde unos 2.500 kilos por hectárea, de ahí para arriba”. En un año bueno “llegamos a 2.800 o 3.000 kilos, y en un año malo de 1.800 a 2.000 kilos por hectárea”, indicó.

El legado

La firma Abuelo Paulino SRL está integrada por Andrés y Guillermo Fernández, además de su madre y su tía. El nombre es en homenaje a su abuelo, de quien siguen el legado de “trabajar muchísimo, pasando de generación en generación la cultura del trabajo y la tenacidad, que nos permite llegar a los objetivos”, dijo Andrés.

Recordó que, desde que eran muy chicos, su abuelo les insinuó que lo acompañaran en el campo y a comprar ganado en las ferias ganaderas de Tacuarembó, Rivera y otros departamentos, a las que incluso los venían a buscar en avioneta. “Siempre me gustó, en vacaciones veníamos a trabajar el campo”, comentó.

Agregó que luego de estudiar y recibirse de técnico en Administración de empresas “me puse de lleno a trabajar con él; en ese momento también tenía carnicerías”. Dijo que en ese momento vio que en el campo “había un futuro muy grande y había que desarrollarlo”. 

“Vimos que había otra forma de hacer las cosas, que no era solo la ganadería. Así empezamos a hacer algo de agricultura y un corral de engorde. Empezamos con un área chica, de 50 hectáreas, y el abuelo siempre quería hacer más. Fuimos aprendiendo, creciendo y llegamos a la superficie actual”, valoró.

Jornada técnica demostró los beneficios del riego y su impacto en la rentabilidad

En el establecimiento San Benito, de la familia Fernández Martínez, se llevó a cabo la jornada Maíz bajo riego, organizada por Deltariego, con la participación del docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto en Córdoba, Argentina, Gabriel Espósito, y del director de Deltariego, Sebastián Casanova.

Tras el encuentro, Casanova dijo a VERDE que “nos vamos con mucho trabajo por delante, no solo en riego, sino en el manejo general del cultivo”. En la jornada quedó evidenciada la importancia de considerar las características de los diferentes ambientes y ajustar el manejo a eso, para lograr mejores resultados.

La propuesta de Deltariego siempre ha sido la de acompañar al productor y aportar valor en los aspectos que consideren necesarios. “San Benito es una empresa que nos permite realizar muchas acciones conjuntas. Asesoramos y cuantificamos medidas de manejo de riego para optimizar la variable que manejamos: el agua”, acotó Casanova.

Además, durante la actividad, se habló sobre estaciones meteorológicas, telemetría y sondas para medir humedad, temperatura y salinidad. “Desde nuestro lugar, buscamos contribuir a optimizar los recursos, con el fin de mejorar el margen bruto de los cultivos. Nuestro objetivo es lograr un costo operativo altamente eficiente”, comentó. 

Sobre la propuesta en el establecimiento de la familia Fernández Martínez, Casanova explicó que “implica un crecimiento significativo en la superficie bajo riego, con una tasa de adopción que sorprende”. 

Explicó que “siempre planteamos los proyectos en etapas, con una hoja de ruta clara y luego vamos ejecutando cada fase”. 

El director de Delta Riego comentó que también se está analizando la posibilidad del riego por goteo enterrado. “Es una tecnología que manejamos, representamos a un líder mundial: Rivulis. En Argentina, según Gabriel Espósito, es muy utilizada. Y en San Benito, estamos muy cerca de iniciar un lote experimental en 20 hectáreas, para validarla en Uruguay”, informó.

Casanova indicó que “es notable la curva de adopción tecnológica”. Señaló que hay empresas que comienzan con uno o dos pivotes y que en muchos casos la instalación del tercero se hace al año siguiente, tras solo una campaña de riego. “Esto se debe a los rendimientos obtenidos, que impactan favorablemente en la rentabilidad, a los incentivos fiscales, el flujo de fondos y el repago de los proyectos”, señaló.

Durante el recorrido, se observó la sala de bombeo, las tuberías, la parte eléctrica y el sistema de fertirriego, donde el ingeniero agrónomo Francisco Bianco apuntó a un diseño enfocado a la nutrición del maíz y no solo a la aplicación de nitrógeno.

Al analizar los costos, Casanova explicó que, con un diferencial de 6.000 kilos de maíz validado por Regadores Unidos del Uruguay, y un riego suplementario de 250 a 300 milímetros en un cultivo de maíz, el costo del milímetro se acerca a US$ 0,48. 

“Estos números demuestran el beneficio del riego y la rentabilidad que se puede lograr”, concluyó.

Nota de Revista Verde N°119

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